Notas.- Les dije que no pensaba abandonarlo, no pienso agobiar con explicaciones feas. Les dejo el capítulo más largo hasta ahora. Por fin estamos avanzando.
Cosas al final de capitulo.

Aclaraciones: Heracles (Grecia)


"Stigma"

1.-Fue la primera fisura en las columnas que han sostenido mi infancia, las que cada individuo debe destruir antes de convertirse así mismo.
Dichas fisuras y desgarros crecen juntos de nuevo, sanan y son olvidados, pero en los recovecos más secretos continúan viviendo y sangrando.


I

Nunca le gusto ir ahí de vacaciones, el clima era húmedo y cuando era verano la atmosfera era tan asfixiante que siempre estaba mareado. Veía a su madre irse a lo lejos, mientras él estaba parado desde el pórtico, verla alejarse era duro para él, siempre había estado con ella y lo único que mantenía las lágrimas en sus ojos era apretar con fuerza ese unicornio que le había regalado. Si siempre odio ese lugar, odiaba el olor a tierra seca y también que no había un solo rio para ir a sumergir la cabeza. La comida, era insípida o al menos eso recordaba, nunca había algo realmente delicioso como las cosas que su madre cocinaba y si acaso le daban un pequeño cono de helado de chocolate como postre una vez a la semana. Le agradaba su tía, era amable con sus sobrinos, Arthur imaginaba que sería igual con su hijo, a quien casi no veía, todos los años se iba de curso de verano a otro país gracias a su padre.
Nunca quería salir de la casa, los rayos del sol le quemaban su piel blanca y pequeños puntos se aparecían en sus brazos si estaban mucho tiempo en el sol. Ryan y Bryan salían todos los días a casar cigarras al patio trasero rodeado por maleza y más al fondo un espeso matorral que sus tíos les habían advertido no se acercaran ahí porque había animales rastreros que podían picarlo. Arthur siempre los veía trepar a los árboles, intentando atrapar cigarras, se reía cada vez que caían sobres sus traseros intentando escalar o cuando en el intento de cazar algo con la red, lo único que lograban capturar era la cabeza del otro.
La ausencia de su hermano mayor con el tiempo paso de ser de algo que lo preocupaba a algo que lo hacía sentir inquieto. No sabía describir la sensación de no tenerlo cerca a pesar de que siempre lo miraba con esos ojos distantes. Scott muchas veces tardaba más tiempo en llegar porque tenía que cumplir el castillo en el pabellón de menores por agresión o peleas

Siempre se quedaba en el patio trasero, donde la luz natural llegaba más, la parte delantera era oscura y húmeda, Arthur se sentía inquieto; las luces apagadas, el silencio total y la ausencia de su tía cada vez que salía, hacía que la casa luciera tenebrosa. No le gustaba la presencia de esa persona, se sentía incómodo cuando pasaba su mano por su espalda con lentitud o cuando en la cena se sentaba junto a él y con discreción pero a su vez muy notorio para el pequeño pasaba sus dedos por la pierna, lo único que podía hacer era quedarse estoico es su lugar sin siquiera voltear a mirarlo. Él siempre estaba en su sala de trabajo, "un escritor" era lo que su tía le había dicho. Muchas veces le dijo a Arthur que se pasara por su habitación, para leerle muchos cuentos interesantes pero Arthur no quería estar a solas con el marido de la hermana de su madre.

Vio a Scott llegar tiempo después... pero no podía alegrarse como podía... él le preguntaba porque se veía tan pálido... pero no podía contestar.

Arthur...

Arthur...

Arthur...

Eres un buen niño... muy buen niño...

No.

Tu piel es tan pálida y suave

No quiero

Tus pestañas tienen pequeñas lágrimas enredadas...

No me gusta

Si dices algo Scott te va a odiar...

Scott...

Solo entre tú y Yo

Ayúdame... ayúdame.

Despierta... despierta...

¿Qué hiciste?... está lloviendo... No se oye nada.

Él estaba del otro lado de la puerta…

Despierta...

El agua era roja. Murió

No tienes que recordar... solo olvida.

¡DESPIERTA!

ll

Scott tenía la misma rutina de siempre incluidos los sábados, había días en los que no dormía por terminar algún trabajo de la universidad. Ese año había sido particular mente dificil ya que era su última recta y después se graduaría, se podía decir que prácticamente vivía ahí y en su trabajo. De clase en clase, de asamblea en asamblea y aun no comenzaba su servicio ni su tesis que era lo que más lo estresaba.

Eran las 7 de la mañana en punto y ya estaba en la universidad (odiaba llegar tarde) se sentó en la misma banca de siempre para su primera clase; Literatura. Miró con ojos vacuos el pizarrón que tenía enfrente y recordó lo dura que había sido la noche anterior. Tenía toda la intención del mundo de clavar su cara en aquel libro que aún no terminaba, hacer un análisis pequeño y no dormir tan tarde. Había comprado comida corrida para sus hermanos y que así no lo molestaran por lo que restaba de la noche. No contaba con la escena que se hizo poco tiempo después.
Sintió un pequeño golpe en su espalda sacándolo de sus pensamientos

— ¿Cómo amaneciste mi hermoso pimpollo?- Sadik se había sentado justo a lado de él, como siempre lo hacía. Oh si, hoy será un día genial

—Tu optimismo me enferma

— ¿Amanecimos de malas?— Hizo puchero— ¿Que le pazo a mi hermoso Scott?

—Enserio, basta. —Scott suspiro— Larga noche

— ¿Es por eso que tu labio está roto? Alguien tuvo diversión— *Guiño de ojo*

Scott lo miro fijo, llevo su dedo índice a su boca y busco hasta que sintió un pequeño dolor. La parte baja de su labio tenía una cortada. Hasta ese momento no se había dado cuenta

—No, idiota. Fue por mi hermano

—Oh, scottie, ya te he dicho que ese no es un paso muy bueno que...— Scott lo tomo del rostro con su mano haciendo que se deformara en una mueca graciosa y también sus palabras

—Llego ebrio y tuvimos una pelea. Cierra la boca

Si había algo de lo que Sadik podía nombrar como "gusto culposo" y que no había forma heterosexual de explicar era ver de cerca los ojos de Scott. Esos ojos verdes esmeralda que nunca había visto en otra persona y que esas pecas y piel bronceada hacían resaltar aún más. Le daban escalofríos

—Estaba bromeando— Sadik lo seguía mirando— Debía estar muy ebrio para poder darte un golpe

Scott lo soltó y volvió a sentarse mirando al pizarrón

—No realmente. Estaba de impertinente y cuando intente levantarlo me golpeo con su cabeza

Sadik aguanto la risa y mejor miro hacia enfrente

No era que Scott odiara la literatura renacentista, simplemente ya había leído varias obras y se le hacían siempre cursis, términos e historias de amor y desgracia tan poco creíbles que para el rallaban en lo absurdo, sin embargo cuando leyó la divina comedia no pudo evitar pensar que uno de los círculos del infierno estaba esperando por el cuándo su hora llegara. Aun así, admitía que una que otra historia llegaba a tocar fibras exactas en él, fibras que no quería tocar ni dejar que descubrieran.
Su profesor de literatura era un hombre mayor, robusto y de modales impecables. Scott le tenía respeto, casualmente se conocieron cuando tenía 17 años, la etapa donde era más un rebelde sin causa y este le curó las heridas después de la pelea que había tenido en un bar. Aquel delincuente lo había salvado de ser robado por una pandilla sin siquiera conocerlo. Llevarlo al hospital no era opción, era menor de edad y si descubrían que estaba en un bar iba a pasar la noche en una celda. El profesor lo llevo a su casa.
El joven jamás había visto una casa tan grande… y tan vieja.
Scott miraba con interés los libros a su alrededor mientras el profesor le vendaba su mano cortada. No parecía siquiera inmutarse por la gasa con alcohol en la herida abierta y caliente.

— ¿Ha leído todos estos libros?— Pregunto Scott con un tono que al profesor no le pareció correcto para alguien con apariencia de drogadicto.

—Así es.

— ¿De qué son?

El profesor pensó

—Un poco de todo… Literatura, física, filosofía.

— ¿Puede memorizar todo eso?

El profesor termino su labor de curación y se levantó dándole la espalda al joven

—Todos pueden, si se lo proponen.

— ¿Hasta alguien como yo?

El profesor lo miró directamente a los ojos y fue ahí que lo descubrió.

—Ese conejo en tu brazo. – Cambio el tema abruptamente— ¿Sabes de donde viene el estilo?

Scott por reflejo y para extrañeza del profesor lo tapo rápidamente bajando la manga de su camisa sucia. Tapando el pequeño tatuaje de conejo, muy simple pero a la vez muy tierno.

—Es chino

—Es del zodiaco—secundo Scott

—Eres un joven curioso, eso significa que puedes memorizar todo lo que está en estos libros y más, si te lo propones. ¿Te gustan mucho los conejos?

—La verdad no. — Scott miraba con ojos vacuos a la nada

El profesor no comprendía

—Entonces ¿Por qué…?

—Me tengo que ir— Scott se levantó y camino hacia la puerta— Gracias por tratarme.

El profesor lo miro caminar y sin saber porque las palabras salieron de él.

—Si gustas puedes venir a leer lo que quieras, aquí nadie te molestará.

Scott no dijo nada y salió de aquella casa que olía a yerbabuena.

Desde entonces aquel hombre mayor que se llamaba Hannibal comenzó a ser visitado continuamente por el joven que mostro abierto interés por su biblioteca personal.
Fue a la casa del profesor por bastante tiempo. Vio como a poco las heridas por peleas se esfumaban y los aretes en su cara disminuían. Cuando él profesor lo incito a entrar a la universidad, Scott dudo por un minuto pero al final sin problema entro ese mismo año. Hannibal supo con el tiempo, que aquel chico pelirrojo de tatuajes en los brazos no era un delincuente o alguien ignorante. Era una mente indomable que guardaba frustración e ira, demasiada ira en su interior. De corazón deseaba que en alguna parte de su vida pudiera luchar contra sus demonios y sacar a la libertad esa personalidad tan esplendida que tenía.

Scott ponía siempre infinita atención a las clases del profesor Hannibal. Aun a pesar de todo encontraba exquisito el modo en que aquel hombre de recitaba los poemas y sonetos. Era como si de alguna manera el sintiera en carne viva todo lo que citaba.

"La despertó entonces y temblorosa y obediente comió el corazón ardiente de su mano.
Mientras lloraba la vi apartarse de mí...

¿Él podría... sentir diariamente una punzada de hambre hacia ella?
¿Y encontrar alimento con solo mirarla?
Si lo creo. Pero, ¿ella podría ver a través de los barrotes de su dolor y amarlo?"

Alguien en el fondo habló cuando el profesor terminó.

— ¿Se puede sentir tanta obsesión por alguien en la vida real?

—Sí, es posible y en raras ocasiones— Continuó el profesor— Los sentimientos son tan profundos que se los llevan a la tumba por temor a que lo mundano los toquen y ensucien.

—Yo digo que deberían follar y todo resuelto.

El salón entero rio, excepto Scott que seguía metido en sus pensamientos. El profesor lo miro por encima de sus lentes de media luna sin decir nada. El muchacho idiota que acababa de hablar se calló de inmediato y se hizo pequeño en su asiento.

La clase termino hora y media después, todos los alumnos caminaron en fila hacia la puerta todos excepto Scott quien se quedó en su asiento hasta que todos se habían ido incluido sadik quien le dedico una mirada corta y dejo el aula.

El profesor rodeo su escritorio de madera y le hizo una seña para que Scott se acercara, el pelirrojo tomo sus cosas y obedeció sabiendo bien lo que le iba a decir

— ¿Cuál es tu excusa esta semana?— El profesor no lo miro y se dedicó a poner atención a los exámenes de su escritorio.

Scott no hablo, miro la punta de la cabeza del hombre, buscando una respuesta, pero ya se le habían acabado las ideas, cada semana era más duro dar con algo que fuera creíble para no ir a las sesiones que su maestro le había obligado.

—Tengo mucho trabajo— La excusa más estúpida

—No más del que puedo darte yo— El adulto levanto la mirada y lo miró fijamente — No me ofendas, y no ofendas tu intelecto con una razón tan patética, me has dicho mejores.

Hannibal conocía a la perfección al pelirrojo, todos esos años bajo su tutela no habían sido en vano, la manera en como apretaba los labios, su respiración y la manera en que movía sus ojos, todo decía algo de su estado mental. Scott desde hace mucho era incapaz de ver al hombre directamente, sabía que con tan solo un roce de miradas podía ver su alma entera y era peligroso para el en ese momento. Lo había sido desde hace un tiempo, ya habían pasado dos años del ataque de Scott y fue entonces donde el profesor comprendió todo.

—Sabes que no hay manera en que pueda obligarte a hacer algo que no quieres. — Hannibal hablaba con cansancio— Solo… —buscó las palabras apropiadas— recuerda el limite

Scott, no habló, se quedó quieto en su lugar y con un leve movimiento de cabeza asintió. Estaba a punto de salir del salón cuando el profesor Hannibal dijo desde su escritorio.

—Es solo culpa.

El ojiverde siguió caminando, la palabra culpa volaba en su cabeza como un mosquito y le molestaba. Aunque así fuera, iba a cambiarlo no importaba como. Se preguntó desde cuando había dejado de importarle.

En camino a la cafetería se encontró con Sadik quien lo había esperado, le extendió un café y la mitad de una rosquilla. Despues de encontrar una mesa y terminar lo que tenían de pendientes al fin Sadik soltó lo que quería decir desde hace 3 horas

—Y entonces… ¿qué vas a ser con tu hermano?

Scott no despego la mirada de la computadora pero lo había estado pensando todo el día

—Aun no lo he pensado— El ojiverde tomo el último sorbo del frio café

—El polluelo ya creció y está experimentando. No le des tanta importancia

— ¿Quieres que lo deje así?

— No dije eso, repréndelo pero recuerda que fuiste peor que él y eso me consta

—No es lo mismo.

—Tú eres la única figura paterna que tiene, tú sabrás que hacer. A pesar de todo eres tan frágil como él.

Figura paterna, figura paterna. Frágil… Frágil…

Si ese era el caso tenía que ponerle una solución.
La próxima clase estaba por comenzar Sadik y el pelirrojo recogieron caminaron sus cosas con calma, Scott frenó en seco cuando algo llegó a su mente, algo que podía ayudar o simplemente explotar como una hoya de presión. Sadik miro hacia atrás, viéndolo parado con la mochila al hombro y las manos adentro de los vaqueros

— ¿Scott?

— ¿Heracles aun vende su auto?

III

Ruido, eso recordaba y algunas cosas romperse. Muchas veces después de alcoholizarte pasa una de dos cosas, cuando te despertabas tenías una resaca del diablo o tenías cruda moral. Arthur tenía ambas. Le dolía la cabeza, tenía náuseas y estaba seguro de que aún seguía algo ebrio porque la cabeza le daba un poco de vueltas. Miró a su alrededor. La habitación estaba echa un asco y no recordaba el porqué. La estantería que guardaba algunos de sus libros y figuras de Doctor who, estaban esparcidas por el piso. Pareciera que alguien se había recargado y por esto callo.

Estaba con los pantalones puestos aunque desabrochados y sin camisa. Vistió la primera playera que encontró y salió del único refugio que tenía. No se escuchaba ningún sonido en el departamento, Ningún ruido en el baño o televisor, tampoco ningún grito en la cocina reclamando comida ajena tomada. Notó un papel rosa en el pizarrón de los recados colgado a lado de la alacena.

"Llegue muy tarde y tuve que salir de nuevo temprano. Este trabajo va a matarme. *carita triste* Llegó más temprano hoy. Hare algo rico de cenar.
Desayuna lo que quieras, cariño. Te quiero.
Pd: Scott tuvo que salir temprano y los gemelos siguen en la Universidad. Disfruta de la casa.
Doble te quiero *corazón mal dibujado*"

Al parecer nadie se había enterado de lo que hizo, y eso era una gran noticia para él. Soltó un suspiro de alivio. Tomó un baño sintiendo un pequeño ardor atrás del cuello, desayunando lo primero que encontró se puso a meditar de lo poco que recordaba de la noche anterior. Bebió, mucho y diferentes cosas. Muy mala idea, se había tomado la pastilla y aun sabiendo los riesgos había tomado, recordó a Vlad sentado en el sillón con Dimitri y también que le ofrecieron muchas bebidas. Recordaba bien la cara del coreano. Nada despreciable se dijo a sí mismo. Entonces recordó a Lukas y en ese momento supo que ya tenía algo con que molestarlo. Después estaba Alfred, recordó que lo tenía cerca, muy cerca pero después de eso nada más. Las cosas no pudieron ser malas. Eso creía.
Sacudió la cabeza y trató de relajarse, se disponía a limpiar su habitación cuando una llamada a su celular lo detuvo. Era Vlad

— ¿Qué pasa? ¿Cómo están?— Pensando en su muy posible resaca
— ¿Cómo estamos?—Vlad gritó alarmando. — ¡NO! ¡¿Cómo diablos esta tú?!
—Bien, nadie se dio cuenta, ¿Por qué estás tan alterado?
—Que no... ¿Que nadie te vio?
—Sí, no había nadie en…
— ¡Arthur!— Gritó Vlad, este se despegó el teléfono de la oreja y se irritó un poco
— ¿¡Qué diablos te…
—¡Scott estaba en tu casa! ¡Él estaba ahí cuando fuimos a dejarte! ¡EL TE VIO!

Frio sepulcral fue lo que sintió en la nuca y después en todo el cuerpo. El ruido de cosas romperse inundó su cabeza. No podía ser verdad.

IV

Le dolía la cabeza, su madre entro desde muy temprano a su habitación y le ofreció jugo recién exprimido. La madre de Alfred era bastante blanda y puesto que su hijo nunca había llegado a un estado de perdición a casa nunca tuvo inconveniente en que tomara alcohol, siempre y cuando nunca se pasara de su hora de llegada porque si no tendría problemas; no con ella, con su padre.

No se sentía mal por su dolor de cabeza, se sentía mal después de cómo había dejado a Arthur, se podía a ver dicho que la borrachera se le bajó como si le hubieran arrojado agua. No pudo hacer nada cuando Lukas y Vlad lo miraron con esos ojos. Intento ayudar pero cuando regreso de cambiarse la playera llena de vomito ellos ya no estaban. Nadie los vio salir, por un momento pensó en llegar directamente al apartamento de Arthur pero desecho la idea de saber que Lukas y Vlad iban a estar ahí.

Después de ya no poder beber por la preocupación, dejo su auto en la casa de Mathias y pidió un uber. Lo primero que hizo al bajar del auto fue mirar hacia el edificio vecino. Miró hacia el piso donde sabía que vivía Arthur, la ventana daba hacia la avenida y se veía la luz encendida, esperó que fuera lo que fuera que estuviera sucediendo, fuera bueno para Arthur. Que equivocado estaba… o tal vez no.
Se levantó con pesadez, tomo un baño y salió a desayunar. Se encontró en la mesa a su hermano quien lo ignoró olímpicamente y ni siquiera se dignó a mirar o preguntar cómo estaba. Estaba acostumbrado a que su hermano Matt lo ignorara aunque a veces le seguía doliendo, aun sabiendo que se lo merecía. Ya habían pasado 8 meses de aquello e iba para largo. Su madre le sirvió el desayuno, quien apenas pudo comer cuando volvió a recordar a Arthur, tenía que verlo.

Pudo evitar las preguntas de su padre acerca de su llegada la noche anterior, ese sábado tuvo que ir a la oficina y muchas veces variaba la hora en que llegaba.
Quiso llamar a Arthur antes de hacer cualquier cosa, lo llamó 5 veces y el mensaje era el mismo; El celular estaba apagado, por un momento pensó que lo había bloqueado y que estaba enojado con él, pero esperó y decidió ir a su casa a ver como estaba.

Camino las dos cuadras que los separaban con lentitud, quería hacer tiempo para pensar en que podía decirle o como podía disculparse con él, por haberlo dejado en ese estado y no por no haber tenido más cuidado, antes de llegar había una pequeña tienda vieja con flores y hiervas secas colgadas en la ventana. Latas de diferentes tipos de tés e infusiones adornaban la vitrina de forma linda y se podía oler el olor a galletas recién orneadas, pensó que podía ser un buen regalo. Había escuchado decir a Vlad y Lukas que amaba tomar té
Después de preguntarle de manera idiota a la amable dueña cuales eran los sabores que más se vendían, salió con una bolsa de celofán llena de tres cajas de té y una mediana de galletas de mantequilla

Llegó al edificio y miró la cartilla de los timbres "Kirkland" No.-8

Toco el timbre, no hubo respuesta, segunda vez, tampoco, dio una tercera y al ver que no había resultado se resignó a que no había nadie, antes de darle la vuelta la bocina habló

¿Si? ¿Quién es?— La voz que habló no era de Arthur era la de un mujer, y a juzgar por el tono acaba da despertarse o siendo más específicos, Alfred la despertó.

—oh, Disculpe… soy Alfred, vivo en el edificio de enfrente, yo…

No conozco a ningún Alfred, si viene a venderme algo no estoy interesada, voy a colgar.

¡Espere! Soy… amigo de su hijo Arthur, vamos en el mismo colegio.

¿Arthur tiene más amigos?— Fue un tono gracioso el que la mujer utilizó.

—Acabamos de mudarnos, disculpe que la moleste solo quería saber si estaba Arthur. Si la estoy molestando me iré.

Oh, lo siento, discúlpame por mi rudeza, pasa.

—No, yo solo…

La mujer colgó el altavoz y el timbre de la puerta vibró para que Alfred pidiera pasar, por un momento lo dudo pero quiso arriesgarse.

Llego al piso subiendo por las escaleras, sabía que esa persona era su madre, la voz se escuchaba cansada y dulce pero no era joven. No sabía que decir con exactitud después de que dejo a su hijo ebrio en una fiesta. Para empezar no tenía idea si ella lo sabía o no, se escuchaba muy calmada par alguien a quien su hijo llega lleno de alcohol en las venas. Prefirió no decir nada al respecto.

Llego al número 8, cuando tocó lo recibió en efecto, una mujer muy parecida a Arthur, vestida una bata larga y pantuflas, su cara a pesar de estar manchada por unas leves ojeras era limpia y sana, y tenía aquello que era lo más obvio de Arthur. Sus bellos ojos verdes

—Hola querido, pasa. La mujer le dio la entrada con el brazo

—No quiero molestarla, solo venía a darle esto a Arthur— Alfred estiro la bolsa pero la mujer lo hizo entrar de un jalón

—No pasa nada, pasa y quédate un momento, no sabía que mi niño tenía más amigos, pensé que era más retraído. Disculpa mi apariencia, trabajé hasta tarde y si no hubiera sido por ti me hubiera quedado en la cama como toda una perezosa. Te lo agradezco — Alfred se sentía abrumado por la energía de la mujer, algo que Arthur no le había heredado. La mujer lo sentó en la sala y recibió la bolsa de Alfred agradeciendo el detalle.

—Discúlpame un momento, iré a quitarme las pijamas que no son presentables para nada— La madre de Arthur dejo la bolsa en el desayunador y desapareció en el pasillo.

Alfred por fin pudo respirar, él era una persona enérgica y animada, pero la amable mujer lo superaba en algo que desconocía. Alfred miró con cautela las paredes adornadas de fotos y algunos cuadros. Las fotos familiares abundaban más, pudo ver a la madre de Arthur junto a un hombre que podría ser su padre, otra con 4 niños, dos gemelos de cabello cobrizo, un alto pelirrojo que al parecer era el que se topó en el baño del restaurante, ya de niño tenía cara de odio al mundo, y a un pequeño niño flaco rubio de ojos llorosos de cejas pobladas que era sin duda Arthur.

Había fotos diversas pero había una en particular que capto su atención, era una pareja sentada en un jardín de apariencia descuidada, la foto estaba arrugada y un tanto rayada en la figura del hombre, la mujer era sin duda la hermana de la madre de Arthur, eran casi iguales solo que la mujer tenía un pequeño lunar abajo del ojo, también había un niño, en las piernas de la mujer, tenía las mismas cejas de Arthur, sin embargo su cabello era de un color café claro con el mismo lunar de su madre, pero los ojos que al parecer ya era un signo distintivo estaban ahí.

La madre de Arthur volvió poco después ya vestida con unos viejos pantalones y una blusa sencilla, le preparo té a Alfred que se vio en la obligación de tomarlo porque no le gustaba, el prefería el café. La mujer comenzó a bombardearlo de preguntas; Cuando se habían conocido, donde vivía con anterioridad etc.
El de lentes se sentía un poco nervioso, no conocía tanto a Arthur y no había pasado tanto tiempo con él para poder responder todas las preguntas que la madre del rubio le estaba haciendo. Después de una charla que no sabía cómo contestar del todo, llegó a la conclusión de que no se había enterado del estado de Arthur en la noche anterior, por el hecho de que estaba dormida a tan tarde por el trabajo. Se relajó un poco al saber que el rubio no estaba en problemas.

—Sé que mi hijo es un poco raro— Atinó a decir la rubia — Pero es un buen muchacho, me alegra que conociera a alguien tan amable como tu.

—Pero él ya tiene a Vlad y Lukas— Alfred se sentía un tanto confundido por la declaración

—Son buenos chicos, eso no lo dudo— La mujer miró su taza de té— Pero son exactamente como Arthur, un tanto retraídos en su mundo. Se conocen hace años y son confidentes uno de los otros, Esos tres tienen una hermandad que es difícil de explicar— Carol sonrió con pesar— Su relación con ellos es mejor que con la de sus hermanos. En especial con...— Se detuvo— Disculpa estoy agobiándote

—No, me gustaría saber más sobre Arthur— Alfred empatizó de manera extraña haciendo que la mujer lo volteara a ver de manera mecánica. El de lentes lo notó y se ruborizó un poco— Como un buen amigo

Carol lo miró con sus ojos esmeralda muy fijo sin embargo no lanzó un juicio y ni una sola expresión que detonara malos pensamientos. Soltó una risita simple como si hubiera notado algo que Alfred no.

—A mí solo me gustaría que mi hijo sea más expresivo y abierto, como cuando visitaba a mi hermana. — Carol dirigió la mirada a la foto arrugada en la pared. — Desde que murió, Arthur no es el mismo, se llevaba muy bien con ella y su esposo.

— ¿Qué fue lo que pasó?

—Murió.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes, fue hace mucho.

— ¿Que le sucedió? Si no es indiscreción.

Carol seguía mirando la foto y no apartó la vista

—Se suicidó.

V

Nadie se atrevió a decir nada ni a preguntar, hacía ya 20 minutos que el trio mágico se había reunido en un café escondido estilo victoriano nuevo, pero ninguno hablo ni dijo nada, la camarera ya había ido a preguntarles la orden dos veces y fue lo mismo, nadie contestó. Ella en lugar de advertirles que si no pedían nada los mandaría al demonio del café, los dejo ahí con la mirada perdida como muertos. Esperaba el momento en que siquiera alguno se moviera para poder asegurarse que estaban vivos y por tercera vez preguntarles la orden o echarlos de ahí. El de pelo corto cenizo movió la boca y esta aprovecho para acercarse casi corriendo.

— ¿Les puedo tomar la orden?

Los tres voltearon de manera mecánica a verla y por alguna razón la pobre chica sintió que le miraban el alma

—Té de manzana— Arthur fue el primero en hablar— Endulzado con cianuro...— La camarera abrió los ojos como platos— Por favor.

—Una jarra de jugo de limón y miel. — Lukas le cubrió la boca a Arthur, este ni se movió.

—Enseguida— La chica ni anoto la orden, se fue caminando rápido.

Volvió a hacerse un silencio

—No me gustan esta clase de bromas— soltó Arthur de pronto— Saben que no las tolero

—No estamos bromeando— Vlad se ofendió— Sabes que no bromeamos cuando tu hermano está metido en esto

— ¿Que les dijo?— Arthur ahora si estaba nervioso.

Vlad y Lukas se miraron

—Nada. — Lukas hablo serio

Eso era lo aterrador

—Simplemente nos miró, hizo que te recargaras en él, nos dijo que nos largáramos y cerró la puerta en nuestra cara— Lukas noto que también estaba nervioso, tenía los puños apretados por debajo de la mesa.— Intentamos abrir la puerta, pero la cerró, nos quedamos pegados a ella por si escuchábamos algo peligroso pero no escuchamos nada.

— ¿Te golpeo?— Vlad casi estaba llorando

—No...— Arthur pensó— No lo sé, no recuerdo nada y no tengo ninguna marca en el cuerpo — Solo me dolía la cabeza.

Vlad y Lukas se quedaron mirando a su amigo

—Al parecer mi madre no lo sabe, Scott no le dijo nada, tampoco a los gemelos.

La camarera llego con una garra de a litro de jugo de limón, con hielos, dejo tres vasos y un tarro de miel. No les pregunto nada más, solo dejo la jarra y se fue.

—Scott no estaba en la mañana, por eso pensé que nadie me había visto, se suponía que no iba a estar en casa. —Arthur se recargo en la mesa entonces recordó a Alfred— Hice algo idiota en la fiesta

—Solo vomitaste la playera de Alfred. — Vlad tomo la jarra y empezó a llenar los vasos— Lo sentimos Arthur, no te cuidamos. Sabíamos que no tomabas.

—No fue culpa suya— el rubio suspiro— Fue mía por imprudente y por no saber controlarme, no son mis niñeras.

—Pero si tus amigos— Lukas comenzó a poner una cucharada de miel en cada vaso y lo revolvía— Si no te cuidamos, te fallamos como amigos.

Arthur recordó cuando los conoció, como si su vida estuviera a punto de acabarse, esos tres mocosos raros que no aceptaban a nadie más en su grupo, los que jugaban a ser brujos y hechiceros, esos mismos tres niños que nombraron satanás a un gato negro callejero que cuidaron entre ellos hasta que la perrera se lo llevó, los que lloraron juntos, los que se defendían de los bullys. Siempre solo los tres.

—Crecer apesta— Vlad miró su vaso con cansancio.

Arthur vio a sus dos amigos igual de preocupados, era extraño mirar como ellos sentían el mismo miedo y ansiedad que él, llegaba a pensar que incluso se preocupaban más por lo que le iba a pasar que el mismo.

Después de beber medio vaso, y pensarlo, decidió afrontar eso como el medio hombre en crecimiento que era.

—La verdad— Arthur bebió todo el vaso— No sé qué hacer, pero voy a afrontar esto con pelotas. Si Scott va a golpearme lo aceptare, yo fui el del error. Así todo terminara más rápido.

Arthur sentía una valentía que no era normal en él, y una ansiedad que de pronto comenzó a crecer en su cabeza, pero no era por Scott.

—Te vamos a acompañar— Lukas también estaba decidido— Pediremos disculpas contigo.

—No. Esto lo voy a hacer solo.

—Pero…

—Pero nada. Quiero que hagan eso por mí.

Vlad y Lukas se miraron y asintieron sin opción

—Si muero, roben un puño de mis cenizas y tírenselas a Francis en los ojos.

—Cállate, idiota.

Arthur soltó una risita, de pronto imaginar a Francis revolcarse en el piso por el ardor en los ojos como si le hubieran echado gas pimienta fue algo muy gracioso de pensar. Los tres comenzaron a reír. El aura de tención de pronto desapareció como la niebla de la mañana

—Si sobrevives— Vlad se servía su tercer vaso— Que harás con Alfred.

Arthur no lo sabía con exactitud

—Disculparme, supongo

— ¿Te gusta?— Arthur miro a Lukas como si fuera la pregunta del millón

Recordó un poco a Alfred, sus ojos alegres azules, la manera en cómo le hablaba y lo miraba. Conocía esa expresión pero fingía no saber.

Con él es posible... Pero no es el… Él es un idiota…Pero hay una posibilidad…No es lo que se desea…

Es amable.

—Creo que sí.

—Eso no es una respuesta— Vlad lo miro con los ojos entrecerrados

—Confórmate. Ni yo lo tengo claro, pero sé que no me disgusta.

Vlad noto como por debajo de la mesa Arthur no dejaba de mover el pie, y al subir la mano vio que la esquina de su dedo pulgar estaba con sangre se había arrancado un trocito de piel por rascarse

—Es enserio Arthur, si estas nervioso nosotros te acompañamos.

—Ya te dije que no.

—Entonces deja de sacarte sangre de los dedos.

Arthur se miró la mano con extrañeza y vio su dedo sangrando, no se había dado cuenta de ese acto involuntario.

—No estoy nervioso, solo no me di cuenta.

— ¿Que acaso no te dolió arrancarte piel?

Arthur no sabía que responder

—Ya, lo siento, me quedo quieto. — Puso las manos encima de la mesa e intento quedarse móvil, aun así su pierna seguía moviéndose.

Vlad se dio cuenta pero no dijo nada, quiso pensar que Arthur se estaba haciendo el fuerte y quería afrontar el problema solo. Lo dejó pasar sin saber que meses después lo iba a lamentar.

VI

—El auto está en perfectas condiciones, me lo compre hace un año pero no lo utilizo.

Heracles estaba recargado en un pilar del estacionamiento del edificio en el que vivía, tenía los brazos cruzados, haciendo que sus fornidos brazos se notaran aún más junto con ese pecho que parecía de piedra y con una playera blanca pegada no dejaba nada a la imaginación.

—Obviamente porque todos van a tu casa, patán— Sadik se mantenía lejos de el

—No lo sé, tú dime. — La verdad era que a Heracles le daba pereza conducir, por lo que siempre se trasladaba en taxi, y también le pagaba el taxi a los que salían y entraban de su apartamento. En lugar de tener el auto echándose a perder por el polvo prefirió venderlo — Viniste muchas veces aquí, así que sabes bien cómo funciona.

—Vete al carajo. — Sadik se salió del estacionamiento claramente enojado y sonrojado

Scott no les prestó atención, el seguía viendo el carro de punta a cabeza, le gustaba no iba a mentir era un NISSAN Versa Advance, completamente nuevo, solo sin meses de uso y Heracles lo estaba vendiendo a un precio absurdo, tanto que dudo si realmente está en buenas condiciones

— ¿Enserio piensas vendérmelo a ese precio?— Scott quiso asegurarse, tenía un buen ingreso pero no estaba dispuesto a tener problemas

—Que sí, hombre— Heracles se enderezó y camino hacia el pelirrojo — Es una lata cuidar un carro y darle mantenimiento. — Termínenos con esto rápido, te doy los papeles y tú haces el resto

Heracles le enseño las llaves y se las estiró

—Echo.

Ambos se estrecharon las manos. Cuando Scott quiso quitarla el griego no lo soltó

—Me pregunto porque te interesó ahora un carro. — Scott no contesto— ¿Una chica? Ni siquiera sabía que tenías licencia.

Scott siguió sin contestar, intentó zafarse pero Heracles lo apretó aún más fuerte

—Necesito que me des un número de cuenta para que el dinero te llegue en el tiempo estimado. — El pelirrojo lo evadió

Heracles se rio y lo miró directamente a los ojos, Scott sintió como le acarició el puño con el dedo pulgar

— ¿No prefieres venir y darme el dinero directo en las manos?— Oh, si conocía ese tono—Es más seguro

—No, gracias. — Scott se soltó con fuerza con las llaves en la mano y se apartó

— ¿Fui tan malo?

—No, en absoluto, pero solo fue una vez.

—A Sadik no le interesa.

—A mí tampoco.

— ¿Ya terminaron?— Sadik se había cansado de esperar y con esto se terminó la plática rara y el extraño ambiente

Scott y Sadik subieron al auto. Arrancó de maravilla, Sadik miró de lado a Scott y notó esa emoción en sus ojos que rara vez tenia. El pelirrojo llevo a Sadik a su casa, coloco la primera estación que se le ocurrió y fue la adecuada para cómo se sentía en ese momento, sentía incluso un poco de adrenalina cuando aumento la velocidad en la carretera y la canción llego a su punto exacto. A perfect circle resonaba con fuerza en su alma, más de lo que debería de hecho

Stay with me (Quédate conmigo)
Safe and ignorant (Seguro e ignorante)
Just stay with me (Soló… quédate conmigo)
Hold you and protect you from the other ones (Te mantendré y te protegeré de los otros)
The evil ones (De los malvados)
Go back to sleep (Vuelve a dormir)

Scott se dio cuenta de que no soltaba el acelerador, poco a poco fue disminuyendo la velocidad. Cuando la canción termino, apago la radio, lo último que quería era chocar o una infracción en su primer día con el auto. Llego a su edificio, le hizo a una seña al guardia quien se sorprendió al verlo y le abrió la puerta del estacionamiento. Estaciono el auto como todo un profesional, apago el motor pero dejo el radio sonando, Aun no sabía cómo iba a hablar con Arthur, sabía que tenía que castigarlo y regañarlo y el carro lo compro justamente por él, porque sabía dónde podía golpéalo sin necesidad de tocarlo.
En el radio comenzó a sonar esa cantante de moda, de enormes pechos, que vestía como hombre y tenía cara de drogada.

I just wanted to protect you (Solo quería protegerte)
But now I'll never get to (Pero nunca logre hacerlo)

Hurry, I'm worried (Apúrate, estoy preocupado)

Where did you go? (¿A dónde fuiste?)

Sabía que el auto era un arma de doble filo, en ese momento recordó las palabras de su profesor

Es solo culpa

Hacía años que lo sabia, sin embargo desde que ese mocoso llamado Alfred apareció, sentía una rara sensación en él. No le agradaba y no iba a dejar que se acercara a él, no después de que llegando ebrio, decía su nombre, llamándolo idiota.
Aún tenía algo que no podía quitarle y que muy a su pesar con eso le ganaba a cualquiera, pero le dolía pensar en ello. No se iba a repetir la historia, el juro algo ya hace varios años atrás, y si tenía que herir todo con sus manos de tijera con tal de que Arthur no sufriera lo iba a hacer

Was hoping you'd come home (esperaba que vinieras a casa)
I don't care if it's a lie (No me importa si es una mentira)

La canción lo hizo enfadarse, apago la radio de golpe y salió del carro. Tomó el ascensor para su piso y al abrir la puerta se preguntó si alguien en el infierno realmente lo odiaba.

Alfred estaba sentado en su sala platicando con su madre… y bebiendo té en su maldita taza favorita.


To be continued...

Notas.- ¿Quien sera aquel niño del lunar y cabello café? Ustedes inconscientemente ya lo conocen, se los dejo de tarea. Pense en poner una escena del encuentro de Heracles y Scott, pero siento que sobraba asi que mejor se los dejo a la imaginación, apuesto que ni se lo imaginaban. Por cierto, Heracles es "versátil" osease SuKe. Siento que va muchísimo con su apetito sexual que a palabras canónicas del mismo Himaruya, es bastante grande.
les agradezco todos los reviews de todo corazón.