Disclaimer: Pokémon no me pertenece es propiedad de Satoshi Tajiri .

Notas de autor: "Participante de Happy Hottie Valentine" del foro DexHolders del Prof Oak. Sino esta cosa nunca hubiera quedado asi de larga, yo lo sè. JAJAJA aun quiero llorar de cuanto me hicieron sufrir estos dos xD

Rex, esto es para ti. Con todo mi corazon :3

Advertencias: Posible OoC. SEXO gay. Insinuaciones a parejas homosexuales. Y un largo etcetera que me tiene sin cuidado. ¡Que lo disfruten!

Alerta roja: Si vienes a joder porque no te gusta el yaoi considera que lanzaré una maldición sobre ti.

Gracias.


Wallace suspiró audiblemente mientras se estiraba, una vez, dos veces; la tercera ocasión en que lo hizo Steven le dio un golpe en la cabeza con los papeles que tenía en la mano. El peliazul lo miró con el ceño fruncido antes de exclamar:

—¿Por qué lo hiciste?

—No deberías ni preguntar— dijo el campeón en un suspiro—. Compórtate Wallace, tendremos una reunión importante en un par de horas y deberias actuar mas como el un líder de gimnasio que eres.

—Pero estoy aburrido— recalcó la ultima palabra como si con aquello su viejo mejor amigo pudiera comprender mejor su estado de ánimo—, quiero decir, si; reconozco que la reunión es importante...

—Entonces cierra la boca de una vez y repasa lo que se supone se tratará— el peliplateado dijo antes de levantarse para abrir la puerta cuando alguien tocó.

Ruby apareció en la puerta sin sus pokémon al lado -lo que ya era bastante extraño- y sonrió nerviosamente.

—Hola. —Steven saludó formalmente antes de dejarle un espacio para que pasara—. Tu madre me informó, adelante.

—Gracias — el adolescente contestó entrando a la estancia y cuando sus ojos se posaron en Wallace, el semblante de éste había cambiado para parecer el adulto responsable que debía ser. El campeón suspiró internamente, preguntándose porque aquel idiota, narcisista y manipulador era su mejor amigo.—¡Maestro!

—Hola Ruby, ¿qué tal estas?

El peliplateado negó regresando al sofá que estaba usando antes de que Wallace empezara con sus bostezos y retomó su lectura, hasta que una mirada se posó en él. Los ojos azules se levantaron un instante solo para encontrar la mirada rojiza pendiente de él.

—Acepté venir en lugar de mi padre— Ruby empezó a explicar mirando el folder manila en sus manos—, pero no tengo idea de que vamos a hacer.

—Verás— Steven empezó pero Wallace lo calló cuando levantó la mano.

—Comeremos donas y reiremos como idiotas colegialas— dijo con una sonrisa—, eso o los profesores empezaran a hablar de sus teorías y tendrás una siesta gratis.

—Wallace —el campeón suspiró antes de levantarse a golpear a su amigo—, hablaremos sobre diversos asuntos; el principal son los descubrimientos de Sycamore sobre una etapa final más allá de la evolución.

Ruby asintió, tenía sentido que su padre no quisiera ir a esa reunión tan aburrida si solo iban a perder el tiempo hablando sobre teorías y esas cosas, esperaba ver al menos a alguien agradable de Teselia o Kalos; por lo que veía en la TV eran los mejores lugares de moda, sobre todo Kalos.

«No debería molestarme siquiera» Steven dijo en sus pensamientos antes de que Ruby le sonriera y tuviera que regresar el gesto.

La gente iba llegando lentamente al hotel donde seria la reunión, algunos en sus pokémon, otros en bici o caminando. Se sentía bien volver a andar como cuando iniciaron su aventura pokémon. Los primeros en llegar fueron el profesor Serbal de Sinnoh acompañado de su asistente, por lo que sabían era el padre de una dexholder y provenía de una familia adinerada. Después le siguió el profesor Oak y su nieto junto a el profesor Elm de Johto.

Cuando Sycamore llegó, ningún líder de gimnasio de la region había llegado mientras que los de Kanto, Johto y Sinnoh tenían rato intercambiando saludos y detalles de sus gimnasios intentado encontrar que mas añadir a ellos.

Entonces el alto mando de Kalos llegó.

Wallace se quedó en su sitio, sintiendo como cada terminación nerviosa de su cuerpo reaccionaba al hombre que acababa de entrar a la sala de reuniones. Lo observó de la cabeza a los pies, absorbiendo cuanto detalle podía, el cabello rubio, la complexión delgada pero musculosa al mismo tiempo, su vestimenta que era ni mas ni menos que el uniforme de un chef de cinco estrellas; entonces llegó a sus ojos y la respiración se atoró en su garganta.

Eran tan oscuros que parecían haber sido esculpidos en obsidiana y estaban atravesándolo con diferencia.

—Narciso, es un gusto tenerte aquí. —Steven como buen anfitrión se acercó a saludar regresando a Wallace a la realidad, mientras el rubio se enfocó entonces en el campeón que era un poco más bajo que él.

—Mi estimado, debo decir que esta reunión carece de sentido—la profunda voz inundó los sentidos del líder de gimnasio y se estremeció—, si se me permite la opinión.

—Por supuesto, pero eso no lo sabremos hasta que todos lleguen —el peliplateado no se inmutó por el comentario, Narciso asintió más por cortesía y buscó un asiento vacío para sentarse.

Wallace lo siguió con la mirada hasta que lo vio colocarse elegantemente en un sofá de los más alejados a él, intentó no concentrarse en la decepción que sintió con aquello. Cuando pudo deshacerse del encantamiento que había sobre si, notó que Ruby lo observaba casi sentado sobre sus rodillas.

—¿Si?—preguntó con voz suave.

—Yo... —el adolescente se mordió el labio mirando a otro lado, incapaz de decir lo que había visto. Entonces Steven llegó con dos botellas de agua y le extendió una a cada uno, pero Ruby lo detuvo por la manga de su traje diciéndole algo en un susurro.

—Wallace, no es que me importe mucho que estas pensando —Steven intentó no demostrar que quería asesinarlo con un picadientes y muy discretamente señaló hacia abajo—, pero ya no eres un adolescente; controlate.

Los ojos aguamarina se dirigieron hacia el lugar que señalaba su mejor amigo y de inmediato cruzó las piernas para deshacer la evidencia enrojeciendo levemente. Ruby se rió intentando disimular cuando le dio un sorbo a la botella, pero el campeón ya lo estaba despeinando desacomodando su gorro.

—Aunque no lo parezca, es un alma frágil —dijo con una sonrisa burlona.

—Deja de burlarte de mi —amenazó Wallace y notó que Ruby lo miraba curiosamente.

—Me alegra saber esto de usted, maestro.

Wallace se sintió cohibido de repente, pero cuando su mirada se perdió en el lugar, encontró a los ojos obsidiana pendiente de sus movimientos y con una apenas perceptible sonrisa; Narciso elevó la copa para llevarla a sus labios provocando con eso que el líder de gimnasio se preguntara si estaba coqueteando con él. Levantó su botella en el mismo juego y se sintió satisfecho cuando una verdadera sonrisa apareció en los labios del Alto Mando.

«Si, esta coqueteando conmigo». Aquel pensamiento no le desagradó como imaginó que lo haría, caso contrario; le causó un cosquilleo mayor en cierta parte de su anatomía que no debía mencionarse en voz alta.

—Ve al baño —Steven lo regañó antes de levantar a Ruby con ligereza y colocarlo tras él—. Y no te le acerques por hoy, enfermo.

Wallace gruñó cubriéndose la cara con las manos, ¿podía ser su mejor amigo mas obvio? Lo dudaba. Para él no era ningún secreto de las preferencias sexuales del campeón, de hecho; de no haber aparecido Winona en su vida el hubiera hecho un movimiento para llevar su amistad más allá de eso.

«Gracias Arceus, hubiéramos terminado matándonos» suspiró acomodando su quijada en una mano, apreciando como Steven presentaba a Ruby al profesor Serbal y sonrió al ver el movimiento de su trasero al caminar «O hubiéramos tenido un sexo genial».

—Necesito desahogarme— murmuró y dio un respingo cuando sintió a alguien a su lado.

—¿Puedo sentarme?— Winona preguntó mirándolo atentamente, Wallace se sentía «presentable» pues su amigo había regresado a dormir y asintió.

—Adelante.

El líder de Arrecipolis le dio un segundo trago a la botella, notando que esta vez Narciso no estaba solo. Alzó levemente la ceja al ver a Ruby hablando animadamente con él, a pesar que los demás integrantes del alto mando de Kalos veían al rubio con la boca abierta.

—¿Wallace?— La líder de gimnasio de Alborada le llamó pidiendo su atención—, ¿crees que podemos ir a un lugar a hablar?

—Lo siento, pero no parece educado— respondió odiándose por tal mentira, a Steven no le importaría si se iba; incluso se lo agradecería porque no tenía idea de que rayos hablarían (en realidad, lo había olvidado a pesar de que el campeón se lo había recalcado muchas veces).

—Disculpe señorita— aquel tono de voz emborrachó en tres segundos los sentidos de Wallace mientras el rubio los veía con aquellos ojos de obsidiana—, ¿le molestaría si le pido una audiencia con él?

—Hablaremos después, Wallace— Winona dijo incorporándose para ir cerca de Roxanne—, permiso.

—Propio.

El líder de Arrecipolis miró entonces a los ojos a Narciso y fue testigo de como la satisfacción bailaba en aquellos orbes.

—Me presento, soy Narciso. Miembro del alto mando de Kalos— extendió su mano y cuando ambas pieles se rozaron, Wallace tragó en seco.

—Wallace, líder de gimnasio de Arrecipolis— dijo con voz monótona, sin dar indicio de que retiraría su mano; el rubio lo miró de arriba a abajo y después se sentó.

—Esa información me es conocida— reconoció Narciso mientras bebía de su copa, sin dejar de observar al peliazul mientras sus labios rozaban el cristal—. Disculpa si a tu novia le molesta mi presencia.

—Hace años que terminamos.

¿Por qué decía aquello? Wallace miró atentamente a su acompañante, pero no encontró alguna razón del porque pudiera estar ahí charlando con él, cuando minutos atrás hablaba con Ruby. Fue entonces que su mirada se dirigió a donde estaba su pupilo y lo encontró sonriéndole mientras se colgaba del brazo de Steven.

«Ese niño...» Gruñó antes de sentir dos dedos deslizarse por su pierna.

—Si hay algo que me caracteriza— Narciso dijo llamando su atención—, es que siempre voy directo al punto. ¿Quieres tener sexo conmigo?

Casual, como si le hubiera preguntado la hora y no por una sesión de sexo gay; el líder de gimnasio esbozó una sonrisa.

—Bien.

Narciso asintió antes de incorporarse, los ojos obsidiana ardiendo con deseos ocultos.

—Espero me muestres los lugares mas bellos de la ciudad— dijo el rubio.

—Lo estoy deseando.

Si Wallace era honesto consigo mismo, habría mandado al demonio su decoro y desaparecido con el alto mando incluso antes de que los demás llegaran, pero no podía hacerle eso a su mejor amigo por lo que ahora en una gran mesa mirándose los unos a los otros con cara de no querer escuchar a Sycamore hablar y hablar y hablar; aunque los demás profesores estaban en su elemento prestando toda la atención posible.

Wallace sintió a Ruby removerse intranquilo a su lado y casi se compadeció de él, su padre no había tenido consideración del pobre chico al mandarlo al mundo adulto sin decirle de que iba aquello. Los ojos del líder se siguieron paseando por la estancia completamente aburrido y después miró a Narciso que parecía prestarle excesiva atención a Sycamore (o al trasero de éste) por lo que el pensamiento de ser un remplazo para ese hombre llegó a su mente.

«No lo culpo» pensó mirando al hombre de bata.

Sycamore debía estar alrededor de la misma edad que ellos, sin mencionar su pelo negro que parecía estar bañado en carbón y sus ojos que a pesar de los lucían como los de un niño emocionado con su juguete de igual manera demostraban una pasión abrazadora. Si, el hombre era atractivo; a pesar de que sus características fueran contrarias a las suyas.

Ruby volvió a suspirar atrayendo su atención, Wallace lo vio hacer pequeños dibujos en las hojas sobre un montón piedras y a Steven abrazándolas con ojos en forma de corazón. La carcajada salió de sus labios antes de que pudiera evitarlo y todos se giraron a mirarlo mientras su pequeño pupilo enrojecía ocultando lo que había estado haciendo.

—Veo que tienen una interesante conversación —Steven dijo y aunque no lo parecía, estaba realmente molesto—, ¿por que no nos ilustran sobre lo que es, dado que parece más importante?

Wallace miró a Ruby que había abierto los labios y pensó que pediría perdón, pero en lugar de eso encaró al campeón.

—¿Cómo sabemos que la mega evolución sólo está en Kalos? —soltó la pregunta y todos voltearon a ver a Sycamore a la espera de una contestación, mas Ruby siguió hablando—. No estoy diciendo que la teoría es incorrecta, pero si existe la posibilidad de que en Hoenn o en cualquier otra región se pueda intentar con las especies de pokémon...quiero decir, aquí hay muchas piedras. Tú lo sabes mejor que nadie Steven.

El chico terminó de hablar y por la sonrisa del campeón, aquella descabellada teoría salida de la nada le gustó.

—Es un punto interesante jovencito —Rowan se acarició la barba en gesto pensativo antes de ver a los demás profesores —, ¿les importaría si dejamos la reunión aquí y tratamos este punto en privado?

—Adelante. —Steven los condujo hasta la puerta y después miró a todos los líderes de gimnasio, en especial a los de su región—. Seguiremos con esto más tarde, si nos disculpan.

Cuando se hubieron ido más de uno bostezó y Wallace sonrió con aquello, la mayoría sin duda le gustaría estar en su gimnasio rodeados de sus pokémon en lugar de estar en aquel sitio y no los culpaba. El alto mando de Hoenn sonrió entonces y el servicio de habitación llegó con un montón de licor, el líder de Arrecipolis suspiró internamente rogando a Arceus que aquello no se saliera de control.

...

—¡Los de Johto se divierten mejor que en Sinnoh!

Wallace se tomó la cien, estrujándose con los dedos mientras veía a Ruby reír tontamente mientras hablaba con Erika, si Steven llegaba a verlo ebrio iba a ser degollado vivo. Solo lo había perdido de vista un segundo y Lt. Surge ya lo tenía bajo su agarre metiéndole a la boca una botella de whisky alegando que debía empezar a ser un hombre mientras Brock intentaba quitárselo de encima sin resultado alguno. Ahora el coordinador estaba ebrio, sonrojado y diciéndole a los demás que estaba enamorado del campeón. Erika le pellizcaba las mejillas, Misty lo veía un tanto extrañada y Roco le contaba que uno de sus amigos también estaba enamorado de un chico mas o menos de su edad. Winona hablaba con Falkner acerca de los pokémon ave aunque dudaba mucho que fueran conversaciones que alguien no amante de los pájaros le interesara aquello; a los demás, Wallace no quería ni verlos.

Pero podía escucharlos reír, alguno que otro llorando abajo de las mesas y los demás bailando break dance. Una reunión normal para ellos.

—Wallace.

El líder de Arrecipolis se paró como un resorte mirando a quien le hablaba, el rubio le dedicó lo que parecía ser una sonrisa -pues solo un cambio minúsculo en su expresión- y después siguió hablando.

—Creo que es mejor llevarlo a una habitación—Narciso cortó de golpe el entusiasmo de Wallace mientras señalaba a Ruby completamente dormido -y borracho- en un sofá—, mi habitación es la suite del último piso, ¿me acompañarías?

—Bien, te sigo.

Los labios inexpresivos se curvaron solo una milésima de segundo, haciendo que el líder de gimnasio se preguntara si había sido su imaginación.

Decir que Wallace ayudó a Narciso a llevar al adolescente había sido una mentira, el alto mando lo había tomado sin dificultad como si fuera un costal de papas por lo que Wallace sólo tuvo que abrirle la puerta y dejarlo pasar.

Ni bien se abrieron las puertas del ascensor, el botones los vio con cierta alarma al notar al chico inconsciente.

—¿Podría ser tan amable de avisarle a Steven Stone que necesita venir por Ruby?—Narciso preguntó mientras Wallace metía una de las sillas del pasillo—. Debe llevarlo a casa, según es lo que escuche.

—Pero...

El líder de Arrecipolis se acercó lo suficiente como para engancharlo con la mirada, como una pequeña araña tejiendo la red de su presa.

—Si ocurre algún problema, puedes decir que fue culpa mía.

El botones asintió más rojo que un tomate saliendo del ascensor, Wallace sonrió victorioso antes de darse la vuelta para ver a Narciso colocar a Ruby en la silla y taparlo con su mandil.

—¿Siempre actúas tan impulsivamente?

La pregunta quedó en el aire y sin respuesta cuando capturó sus labios en un beso demandante, atrayéndolo hasta que sus pechos se rozaron con su respiración.

—Espera.

Wallace intentó pensar en medio del beso, de evitar que su cuerpo se encendiera como si alguien hubiera presionado algún interruptor prohibido. A pesar de haber tenido sexo antes, aquellas sensaciones con tal intensidad, eran completamente nuevas para él.

—Detente. No podemos hacer nada aqui— gruñó, pero fue ignorado olímpicamente.

—Recárgate en mi— Narciso habló en su oído provocando un estremecimiento en el líder de gimnasio.

Wallace se mordió el labio cuando sintió la mano intrusa en el borde de su pantalón, desabrochandolo y escabulléndose. Su frente tocó el hombro de Narciso, a pesar de que antes estaba negándose a aceptar que aquello pasara en el ascensor. El rubio casi sonrió atrayéndolo con la mano libre y estrujando sin cuidado alguno el trasero del peliazul, acarició por encima de la ropa escuchando un gemido ahogado.

—Te has estado conteniendo.

Los ojos aguamarina lo taladraron con enojo, algo que desapareció cuando uno de sus dedos rozó la punta del miembro completamente duro de Wallace.

—Solo...—«jodeme» quiso decir, pero le parecía que sería demasiado necesitado así que llevó una de sus manos hacia el pantalón de Narciso y buscó acariciarlo con los dedos, pero escuchar el gemido apenas perceptible no fue suficiente; quería que lo sintiera realmente.

Wallace se hincó, relamiéndose los labios y mirando a Narciso al mismo tiempo, podía lucir completamente calmado; pero sus ojos no podían mentirle. Lo deseaba.

Abrió su boca y la lengua acarició el miembro que tenía delante, lamiendo y degustando como si se tratara del mejor de los banquetes, disfrutando sentir el palpitar de las venas del rubio mientras su mano se aferraba al cabello aguamarina marcando el ritmo.

Aquello, debía reconocerlo, era una de las experiencias más excitantes de su vida, la adrenalina corría por sus venas ante la posibilidad de ser descubiertos; sin contar la presencia de su pupilo dormido unos escasos pasos más allá de donde se encontraba haciéndole aquella mamada al rubio. Wallace se incorporó lo suficiente como para ser besado mientras la mano remplazaba su boca otra vez y Narciso juntaba su miembros para rozarse entre si.

—Dos minutos —lo escuchó murmurar antes de que acelerara el ritmo y tuviera que buscar apoyo nuevamente en su clavícula, tratando de contener los gemidos que el placer quería arrancar de su garganta.

La puerta del ascensor se abrió revelando la figura del campeón y demasiado tarde Wallace se dio cuenta que Narciso había acomodado la capa que tenía a su alrededor (como si Wallace estuviera abrazándolo) y seguía toqueteando sin pudor alguno su entrepierna.

—Los llevaba a descansar— el miembro del alto mando mintió con descaro mientras el peliazul enrojecía hasta la raíz de su cabello sintiendo su miembro palpitar ante lo cerca de su culminación—. Están demasiado borrachos.

Steven lo ignoró mientras tomaba a Ruby en brazos y éste se aferraba a él antes de tomarle la cara entre las manos y plantar un beso es sus labios.

—¡Te extrañeeeeee!—chilló feliz refregando la cara en el pecho del campeón, quien lucía de pronto realmente sorprendido por aquel beso—¿nos vamos a casa?

Steven asintió mecánicamente saliendo del ascensor y Narciso sonrió apenas antes de desviar la mirada y encontrarse con Wallace mirándolo con furia y su semen en las manos.

—¿Qué si nos miraban?

—A mi no me importa —contestó el rubio con indiferencia mientras sacaba un pañuelo para limpiarse—, mientras te sintieras bien, lo demás me es innecesario.

Ugh, Wallace quiso seguir hablando; pero no creía que a Narciso realmente le importara lo que decía así hablara durante tres horas seguidas.

—Mejor me voy. —suspiró audiblemente separándose del rubio quien sólo tomó su mandil abandonado.

—Hasta mañana, líder de Arrecipolis.

Narciso se despidió tomándolo por la nuca para dejar un beso de lo más calmado en sus labios, como si aquel rechazo no le afectara en lo más mínimo y cuando las puertas de abrieron fue el primero en salir sin mirar atrás.

—¡Ese maldito idiota!

Wallace gruñó cuando llegó a su casa en Arrecipolis y Elizabeth salió a recibirlo, su pokémon lo vio como si quisiera reírse al verlo en aquel estado.

—¡Es un engreído narcisista, Elizabeth! —Se quejó mientras le daba un abrazo—¡y me dejó caliente!

La pequeña Luvdisc se separó de él inmediatamente provocando una risa en el líder de gimnasio.

—Es una broma— dijo al cabo de un momento mientras se acercaba al refrigerador para tomar una bebida.

¿Realmente era una broma? Aun sentia los estragos de la tensión sexual que había en su cuerpo no mucho tiempo atrás, la sensación del miembro de Narciso en sus labios y como lo había tocado, el calor recorriendo cada parte donde sus dedos habían estado.

«Me siento un adolescente hormonal» gimió dejando la bebida abandonada en la encimera de la cocina y decidió que lo mejor era tomar una ducha fría, antes de que Elizabeth realmente lo mirara como un pervertido.

...

A la mañana siguiente, la mayoría de los líderes de gimnasio lucían como normalmente lo hacían; nada realmente parecido a los borrachos fiesteros de la noche anterior. Wallace suspiró sintiendo un palpitar en su cabeza, si fuera por él; no volvería a ir a esa estupida reunión ni aunque Steven le llenara la casa de rocas.

—¡Maestro! — Ruby llegó con su usual energía y una sonrisa en la cara, que se borró cuando noto su mirada agria—, ¿está bien?

—Buenos días— dijo controlando su mal humor—, estoy bien. Descuida.

—De acuerdo.

Aquello le decía que no, pero Wallace no metió mas su cuchara; hasta que empezaron a caminar y notó algo realmente extraño.

—¿Lo hicieron?— El adolescente se sonrojó fuertemente, pero no contestó y el líder de gimnasio lo miró mas fijamente—¿Ruby?

—Buenos días.

Wallace miró al recién llegado antes de que darse cuenta que estaba lejos de su campo visual, Narciso estaba observando con interés a Ruby.

—Narciso, buenos días — Ruby le sonrió acomodándose frente a él para sonreírle ampliamente—. Lamento si te cause alguna molestia ayer, debo ser pesado.

—Para nada — el rubio sonrió levemente y siguió hablando después de unos minutos—, eres mas ligero de lo que pensé y un buen anfitrión así que estaría encantado de acompañarte siempre que lo desees.

—Si me disculpan. — Wallace dijo bruscamente interrumpiendo así el intercambio de aquellos dos—, necesito buscar a Steven.

—De acuerdo— Narciso lo observó detenidamente unos cuantos segundos y después miro a Ruby—, ¿nos vamos?

—Bien.

Wallace gruñó para sus adentros dejando al par en medio del pasillo, tomaría algo para su dolor de cabeza y después regresaría. Escuchó la risa de Ruby hasta donde estaba y apresuró el paso hasta meterse a la primer puerta que vio y resultó ser un baño.

—Genial— bufó molesto mientras abría el grifo y lavaba su cara.

Conocía aquel sentimiento y se odiaba por sentirlo, Narciso lo había rechazado como si fuera alguien cualquiera y a Ruby lo trataba tan bien...

—¡Agh! No estoy celoso, basta Wallace. Compórtate— dijo mirándose en el espejo y se regañó con mas fuerza al ver su aspecto— eres patético.

—Y hablarte a ti mismo no resolverá nada.

Narciso entró al baño colocándole el seguro a la puerta y lo miró con suficiencia.

—¿Que haces aquí? — El líder de gimnasio lo vio duramente antes de intentar salir— como sea, me voy.

La mano del rubio lo detuvo, entonces la que estaba libre se paseó por sus labios mandando un escalofrío por todo su cuerpo.

—Sigues enfadado.— Afirmó en voz alta molestando al peliazul, ya bastante malo era aceptar que quería tener sexo con él para que todavía se lo echara en cara de aquella manera.

—¿Y de quien es la culpa?

—La anticipación siempre arruina el platillo — el rubio dijo como si fuera lo más obvio del mundo—, además siempre sabrá mejor si el chef sabe prepararlo y no solo usarlo en frío.

Wallace lo miro, preguntándole con la mirada si aquella conversación sobre comida iba en serio, entonces Narciso levantó la comisura de su boca antes de agarrarlo por la cintura y empezar a besarlo con nada de delicadeza.

Sus lenguas se encontraron fuera de sus bocas y Wallace gimió suavemente al sentir la intrusión en su pantalón.

«Como me deje como ayer» siseó antes de enredar los brazos en el cuello de Narciso y profundizar el beso, pero casi de inmediato se separó de él.

—Te debo lo de ayer— dijo antes de llevar a Wallace hasta que pudiera sentarse en el lavabo y colocarse frente a su miembro—, solo disfruta.

Y empezó a acaricarlo.

La sensación casi mando a Wallace al cielo y provocó un gemido bastante alto que lo obligó a morderse el labio, en tanto sus piernas se colocaban en los hombros de Narciso, quien con destreza lo estimulaba a la par que lo perforaba con los ojos obsidiana.

—Apresúrate de una vez.

El hombre urgió sintiendo la necesidad de liberación roer sus entrañas, sintió como la punta de su miembro era acariciada con lentitud y la sonrisa de suficiencia en el rostro que le veía; las hebras de rubio cabello entre sus dedos se vieron apresadas con fuerza cuando los dedos fueron cambiados por la lengua caliente de su amante.

Su espalda chocó contra el espejo de aquel pequeño baño donde estaban, acostumbrado como se sentía a esos encuentros secretos; donde nadie podía meter su nariz a lo que hacia o con quien, Wallace se aferró al cabello que tenía a su alcance intentando refrenar los sonidos que emitía su garganta.

Nunca había tenido reparos en aceptar su sexualidad, no lo había cuestionado antes de tener una relación meramente sexual y sin compromiso con alguien; así que conocer a Narciso le había dado esa libertad de poder dejarse arrastrar por la marea y solo concentrarse en sentir.

Como en ese momento.

El rubio levantó la mirada para encontrarse con la cara de Wallace completamente roja al igual que su cuello y orejas, que hacia un contraste verdaderamente obsceno con su vestimenta; sonrió apenas perceptiblemente mientras chupaba sin reparo alguno el pene del peliazul, lo sacó de su boca acariciando con su lengua mientras su mano estimulaba los testículos y escuchaba los apenas contenidos gemidos del líder de gimnasio.

El miembro entre sus labios palpitó y el pre-semen empezó a salir por la punta, pero a Narciso aquello lo tenía sin cuidado mientras dejaba su labor para chupar uno de sus dedos y darle la vuelta a Wallace.

—Espera, no podemos...—la réplica del líder se quedó inconclusa cuando sintió su cavidad ser invadida con cuidado y con roces expertos.

—¿No podemos qué?— Narciso preguntó antes de morder su oreja y que su mano libre volviera a estimular a Wallace, quien tenía los párpados apretado sintiendo cada centímetro dentro suyo ser explorado por el alto mando mientras la punta de su miembro rozaba contra el frío lavabo.

—No hay lubricante— se quejó, primero muerto antes de que esa cosa entrara en su trasero sin preparación. Escuchó a Narciso resoplar mientras se desabrochaba el pantalón y lo hacía sentir la dureza que portaba.

«Mierda, ignórame». Pensó Wallace cerrando los ojos.

—Sabes, en el sexo no es si—Narciso mordió su cuello, disfrutando de como el cuerpo de Wallace reaccionó a su voz.

—Pervertido.

—Quien esta reaccionando eres tú—el rubio dijo acariciando la mojada punta, Wallace se volteó lo suficiente como para reclamar sus labios y Narciso le correspondió con ganas, en una lucha de voluntades por saber quien iba a ceder primero.

El líder de Arrecipolis fue quien lo hizo al separarse para tomar aire y el Alto mando acarició su mejilla con triunfo.

—Abre las piernas. —ordenó y Wallace se rindió, a la mierda el sentido común o el lubricante; no era una chica y podía aguantar aquello.

Narciso miró la decisión en sus ojos y casi sonrió mientras deslizaba su miembro erecto entre las piernas de Wallace y las cerraba para poder rozarse contra él en aquella posición. El peliazul vibró al sentirse embestido de repente lanzando un gemido ronco desde lo más profundo de su pecho, pero otra sensación lo embargó al darse cuenta que el rubio estaba cuidando de él en lugar de sólo pensar en su propio placer.

—Acabas de enamorarte de mi —se burló acariciando con las manos los pezones duros de Wallace, aquella afirmación tan segura lo ofuscó.

—Sigue soñando—gruñó moviendo su cadera hacia atrás mientras ejercía presión en sus piernas.

Narciso calló cuando sintió aquello, dejando que su cuerpo se preocupara en sentir placer y no prestar atención a las excusas que Wallace le estaba dando. Después de todo, aquello era algo que el líder de gimnasio no podía ocultar de él.

Su miembro palpitó en el mismo instante en que Wallace se empujó más contra él soltando un gruñido desde la base de su garganta, entonces Narciso reclamó sus labios en un beso demandante y que se tragó los gemidos del peliazul mientras su mano se llenaba de líquido caliente.

El ruido en la puerta hizo que Wallace palideciera, pero Narciso siguió en el beso mientras lo obligaba a olvidarse de aquella pequeñez y lo consiguió cuando el líder de gimnasio se dio la vuelta para acariciarlo con la mano y que alcanzara su orgasmo.

El rubio mordió el labio inferior de Wallace y este soltó un gemido más que audible mientras aceleraba el ritmo, sintiendo el pre-semen llenar su mano y quiso poder lamerlo.

—¡Steven! —la voz del integrante del alto mando de fuego en Kalos se escuchó en el pasillo—. Las chicas no han soltado a Ruby, ¿Te importaría intervenir? Sé que ese chico es preciado para ti.

«Váyanse de una vez» Wallace gruñó en su mente cuando su amante pellizcó sus pezones para después lamerlos sin nada de sutileza, en cada parte que Narciso tocaba se creaba una llama que rogaba por ser atendida con rapidez. Vio los ojos negros mirarlo con picardía antes de que mordiera sin piedad y sus dedos se enredaron en el rubio cabello mientras se dejaba hacer.

—Espera.

Wallace separó a Narciso mientras seguía acariciando su pene y sin más se agachó a lamerlo, gimiendo cuando lo sintió llenar su boca y al comprobar que el rubio era quien trataba de no gemir ahora, para que negarlo, aquello le gustaba; sobre todo porque el alto mando perdía esa fachada inexpresiva y las venas de su cuello se marcaban cuando intentaba contenerse antes de sentir el semen salir cuando el rubio eyaculó. El peliazul se vio en la necesidad de tragárselo y cuando terminó se limpió los labios.

—Chupandome com esa expresión— Narciso murmuró levantando su barbilla para después besarlo—, debe gustarte demasiado.

—No estés tan lleno de ti mismo— Wallace abanicó su mano con indiferencia aunque un ligero carmín en sus mejillas, hasta que el rubio lo tomó hasta dejarlo verse en el espejo.

—Te haré cambiar de opinión.

Ante aquella afirmación, el líder de gimnasio se dejó hacer mientras empezaban una segunda ronda, encontrando que si; era un maldito narcisista, pero el espejo le daba una vista perfecta de la cara de Narciso y de lo que estaban haciendo por lo que podía mandar aquello al demonio.

...

—Que bueno verte bien.— Steven gruñó cuando Wallace entró a la sala de reuniones vacía—. Esperaba mas de ti.

—¿No te mordiste la lengua?— El líder de gimnasio dijo aparentando estar molesto—, ¿qué hay de Ruby?

—No sé de que me hablas. —El campeón contestó con su usual mirada de no interesarle una mierda y que crispaba los nervios del peliazul; pero ese día era diferente.

—A menos que él mismo se haya metido un palo de escoba en el trasero, no me explico el porque esta caminando como pato.

—Eres extremadamente vulgar.

Bingo, se había sonrojado. Wallace sonrió ampliamente antes de acercarse al campeón para pincharle la mejilla con el dedo.

—Qué gustos tan peculiares — sonrió molestando al peliplateado, quien le dio un manotazo refunfuñando—. Espero que Norman se entere, será todo un poema.

—Hablaré con él.

—Grábalo y estipula en tu testamento que esa cinta es para mi.

Steven palideció dejando caer sus hombros, algo anormal en él.

—No será tan malo, solo una o dos costillas rotas.

El peliplateado lo cazó por el cuello tirando su gorro en el proceso y dejando a la vista la cola de caballo de pelo azul. Así se inició un forcejeo que terminó cuando Wallace casi tumbó a Steven de la silla.

—Por cierto, deberías ser menos ruidoso. — El campeón sonrió ante la cara de incredulidad de su mejor amigo—. O menos obvio.

—No se de que me hablas— dijo restándole importancia como minutos atrás Steven lo hacia, por suerte para él; su amigo era menos curioso y ruidoso de lo que Wallace era por lo que no preguntaría nada. Gracias a Arceus. No quería decir en voz alta lo que había pasado en ese baño.

—Como sea, todos nos iremos hoy.— Ante la pregunta en sus ojos, Steven prosiguió—; iré a Kalos para revisar todas las megapiedras que el profesor Sycamore tiene en su poder, para después revisar en Hoenn si existen o no.

—Pobre Ruby— Wallace dijo acariciando con su dedo el pecho del peliplateado—una vez que te probó, me pregunto si le será suficiente...

Steven roló los ojos antes de alejar el dedo de su cuerpo como sino fuera lo suficientemente bueno para tocarlo.

—Esto es importante.

—El amor también.

Ambos hombres se miraron a los ojos y Steven no pudo hacer mas que suspirar audiblemente. Esa era una de las razones por las que nunca se le había confesado a Wallace, sus ideales eran diferentes y el sentimiento que había entre ambos no iba a ser lo suficiente fuerte como para superar aquello.

—Si me sigues viendo tan intensamente, podría enamorarme de ti.

Y porque Wallace era un idiota en todas sus letras.

—Lamento interrumpir —la voz de Ruby hizo que ambos miraran a la puerta, tenía dos bolsas de ropa en sus brazos y su ceño fruncido—. Vine a entregarles algo.

—Pasa. — Steven dijo mandando al diablo a Wallace mentalmente.

—Esto es para ti — le dio una de las bolsas y la otra a Wallace—, espero les guste; acabo de terminarlos.

Steven abrió la cremallera, solo para encontrarse con un traje a su medida, casi igual al suyo, pero con modificaciones notables que lo hacían lucir más elegante y...

—Hecho para un campeón— murmuró Ruby desviando la mirada, pero aun así Steven lo abrazó dejando un beso en la comisura de sus labios. Al menos antes de que Wallace soltara un chillido poco masculino.

—¿Ruby...que es esto?

—¿Un traje?— Preguntó arqueando una ceja—. Creo que le quedara perfecto maestro.

Steven vibró cuando intentó contener la risa al ver la cara de Wallace.

—¿Por qué no te lo pruebas?

Estaba por negarse, pero los ojos rojos lo observaban con tanto brillo que solo lloriqueó internamente mientras tomaba la ropa y entraba a la sala mas pequeña del lugar.

Ruby sonrió ampliamente, su plan funcionaba a la perfección.

Wallace se miró en el espejo admirando la obra de su pupilo, había confeccionado una playera de cuello de tortuga que dejaba su vientre y brazos al descubierto mientras que se adhería al pantalón con unos delgados pedazos de tela verde.

—Me veo fabuloso— murmuró dando la vuelta para observarse de todos los ángulos posibles, aunque miró hasta el borde de su ropa interior y frunció el ceño—. Excepto por ti.

—¿Que tal le quedó?

Wallace sonrió, deshaciéndose de aquella prenda y saliendo, solo para encontrarse con la mirada de Steven y Ruby mas que sorprendidos.

—Muy bien— el adolescente llevó ambas manos a su pecho con los ojos brillantes—. Su belleza es incomparable, maestro.

—¿Que le paso a tu ropa interior? — Steven dijo golpeándose la frente.

—¡A quien le importa! Vamos, tenemos que despedirnos de todos.

Ni bien llegaron al puerto, la multitud no los dejaba avanzar más; después de todo, era el primer año en que todas las ligas de las diferentes regiones venían a Hoenn. Steven medio sonrió mientras tomaba a Ruby por la cintura y Metagross apareció para llevarlos a ambos; dejando a Wallace en medio de todo el gentío (y su club de fans).

—Gracias mejor amigo, no te hubieras molestado.

—Que chico tan animado.

Wallace se dio la vuelta solo para encontrarse frente a frente con Drácena, la integrante del alto mando de Kalos de tipo dragón, su Noivern lo veía con curiosidad entonces la anciana hizo algo que no esperaba: lo abrazó.

—Ya veo porque le interesaste a Narciso— dijo en su oído de forma suave— el odia venir y nunca lo hace alegando su trabajo en el Hotel Ricachón; me preguntaba quien había captado su atención.

—¿Disculpe?— Wallace la vio sin entender y Drácena sonrió.

—¿Crees que no notamos como se miraban? —Se rió de buen humor—. Narciso es alguien de pocas palabras; así que es alguien fácil de leer.

«Y una mierda si lo es» pensó pero la anciana no se perdió detalle de su expresión.

—Cuando pasas tanto tiempo con él, se vuelve sencillo tesoro—acarició su cabeza con afecto y Wallace tuvo la visión de su maestro Juan felicitándolo—. Lástima que nos vamos tan pronto, hubiera sido lindo verlos juntos.

—Solo...—tuvimos sexo (y mucho) quiso decir pero se mordió el interior de la mejilla.

Drácena abanicó su mano sin perder su buen humor, como si comprendiera exactamente que era lo que seguía en su oración.

—El amor se encuentra cuando menos lo esperas, ¿sabes?— Dijo antes de escuchar el anuncio de que el barco salía—, y en situaciones que están más allá de tu control.

—Solo fue algo sin importancia— Wallace se encogió de hombros, pero Drácena no se inmutó por su tono.

El líder de gimnasio frunció el ceño sin saber que más decir, entonces el pokemon abrió sus alas tomando a la anciana en brazos.

—Es una lástima.— Se llevo ambas manos a las mejillas —, te perdiste un gran enfrentamiento por ti. ¡Nos vemos!

—¿Enfrentamiento? ¿De que hablas?

—La niña de Alborada, olvide su nombre— se rió graciosamente—, no eres bueno leyendo a las personas; pero he vivido mas que tú así que eso influye también.

Se fue, dejando más que confundido a Wallace, hasta que sintió que alguien lo tomaba de la ropa y de la nada estaba en el aire. Altaria le sonrió antes de mirar decidida hacia el barco y el líder palideció.

—Sé que mis sentimientos por ti no van a cambiar— Winona dijo con la vista al frente—, pero tampoco mi resolución de ser igual de fuerte que tú. Respetaste mi decisión hace años, así que no tengo derecho a interferir en tu vida; pero tampoco puedo dejar que pierdas a alguien que puedes llegar a amar.

—¡Fue solo sexo! —Wallace dijo y la chica se rió con ganas.

—¿Y lo nuestro no comenzó así también?

El líder de Arrecipolis se quedó callado, porque era verdad; solo una noche para olvidar sus sentimientos por Steven y como por arte de magia Winona había cambiado su mundo por completo, rompiendo su corazón años después cuando había llegado a amarla mas que a si mismo.

—¿Ves? No todos son como yo, dudo mucho que él te lastime como lo hice en el pasado.

Cuando Wallace sintió los pies en cubierta, altaria lo soltó y Winona se perdió en el cielo tan rápido como había llegado. El líder de gimnasio la vio partir antes de darse la vuelta y comprobar que todos en el barco se le quedaba mirando, o más bien; a su ropa.

—Veo que subiste— Corelia, la líder de gimnasio y nieta de Yayo le sonrió mientras daba vueltas a su alrededor—. Narciso estará feliz, aunque no lo dirá.

—Corelia, cariño; no es momento para hablar— un anciano la regañó suavemente y Wallace torpemente olvidó su nombre, pero era obvio por sus ropas que era el líder de tipo planta de Kalos.

—¿Si vino?— Una tercera voz se escuchó, siendo Valeria la que le contestara a Violeta.

—Sorpresivamente, si. —Dijo la chica del gimnasio hada, mientras Lem; un pequeño rubio de lentes le tendía unos cuantos pokédolares con el ceño fruncido.

Ástrid sonrió, como si ella nunca hubiera dudado y Wallace empezaba a sentirse incómodo ante las miradas.

—¿Donde esta su cortesía?—Édel dijo tomando a Wallace por los hombros—, sígueme joven enamorado, te guiaré a tu camarote.

Lejos de los demás líderes de gimnasio, Wallace se dejó caer en la cama. ¿Por qué todo mundo insistía en que Narciso era (o podia) ser un potencial amante? ¿Acaso no lo conocían lo suficiente como para saber que se terminarían matando el uno al otro antes de darse siquiera los buenos dias?

—Me siento cansado. —Murmuró dándose la vuelta antes de abrazar una de las almohadas y cerrar los ojos.

Muchas horas después, sus párpados se abrieron y se encontró con la mirada curiosa de un pequeño Silveon, quien con uno de sus lazos lo tomó por la muñeca para indicar que lo siguiera, su estómago rugió y se sonrojó vergonzosamente antes de mirarse en el espejo y arreglar su ropa.

—Te sigo. —Dijo antes de que el pokemon saliera del camarote.

En el comedor, Wallace fue testigo de como todos reían y platicaban los unos con los otros, entonces se quedo quieto cuando divisó a la persona que queria ver desde que había subido.

Narciso estaba cocinando con tanta destreza que lo vio embelesado y sin poder creer que aquel hombre tuviera tales cualidades, fue en ese preciso momento que el rubio volteó a verlo y una sonrisa entre burlona y confiada apareció en sus facciones. Corelia y Lem aplaudieron su destreza mientras les servía y después le dijeron algo que el líder de gimnasio no escuchó.

—No debería ni sorprenderme verte aquí. —Steven dijo tras él, ocasionando que Wallace volteara a verlo con pánico. Había olvidado ese pequeño detalle—. Como sea, ven conmigo.

Caminaron sin prisa hasta llegar a la mesa que decía el nombre del campeón y se sentaron frente a frente.

—¿Algo que declarar?

—Soy inocente de todo cargo que tu mente formule.— Wallace se rió nerviosamente—, pasó esto y aquello; y así fue como terminé aquí.

—Me hago a la idea.—Steven lo miró desde su asiento con sus ojos como el acero—. Entonces, ¿por qué Narciso parece querer apuñalarme con un tenedor?

—Tu sensualidad me es irresistible.

—Eres un idiota.

Wallace iba a hacer un comentario mordaz, pero se detuvo cuando una copa con champán apareció en su campo de visión y el olor de Narciso se infiltró en sus fosas nasales.

—Si me permiten interrumpir—el rubio dijo dandole otra copa a Steven—, cortesía del chef.

—Gracias— el campeón sonrió como si supiera algo que Wallace no y les frunció el ceño a los dos.

—¿Me he perdido algo? —Preguntó y ambos hombres negaron al mismo tiempo.

—Me temo que no, que disfruten la cena.

Steven ocultó una sonrisa cuando le dio un trago a su bebida y Wallace lo apuñaló con la mirada.

—Ni porque me veas de esa manera te diré— dijo antes de volver a sonreír.

—Eres un pesado— el líder de gimnasio gruñó tomando champán—, deberías caer en mis encantos, como todos; incluso Ruby...

—Las siguientes palabras que digas determinarán cuanto tiempo tienes de vida —Steven amenazó sin inmutarse mientras tomaba un pan de la cesta.

—No te imaginaba del tipo celoso.

—Ni yo del pasivo.

—¿Y te gustó? — Wallace sonrió burlón disfrutando dejar mudo a su mejor amigo.

—No tanto como a Narciso.

Steven 1 — Wallace 0

...

El líder de gimnasio se estiró mientras seguía recorriendo el pasillo, se sentía un poco atolondrado debido a todo el licor que había consumido, pero demasiado satisfecho de haber pasado una velada tan agradable con Steven. Tenía años sin que aquello pasara y sin duda, a pesar de los eventos tan extraños para que ocurriera; lo agradecía.

—¿Cuál era mi camarote...?—dijo en voz alta antes de tocar en el primero que vio.

Cuando la puerta se abrió, había un chico que nunca había visto de pelo negro y ojos bonitos vestido con solo una larga playera que tapaba su obvia desnudez, se estaba tallando los ojos como si hubiera interrumpido su siesta; pero de fondo se podía ver una consola de videojuegos.

—Puerta equivocada. —Dijo mientras se daba la vuelta, ¿lo que había visto en el suelo era una bata de laboratorio?

El chico asintió sin darle mas importancia mientras cerraba la puerta y Wallace sintió sus mejillas enrojecer al darse cuenta que había muchas parejas homo a su alrededor. No, en realidad, no es como si hubieran salido por obra de Arceus; solo no lo había notado antes.

Se rió tontamente antes de mirar el número que seguía y de la nada, la pequeña líder de gimnasio abrió la puerta con el ceño fruncido; algo que cambio al verlo.

—¿Buscas a Narciso?

—Mi camarote— dijo intentando no fruncir el ceño, ¿por qué todo mundo creía que podía tomar el papel de cupido en su vida amorosa?

—Oh, entonces déjame ayudarte.

De haber estado en sus cinco sentidos, Wallace abría notado la sonrisa gatuna en sus facciones antes de que la chica lo arrastrara por todo el pasillo hasta llegar hasta casi el final del corredor, también abría notado el uniforme pulcramente acomodado en la percha de la entrada y que alguien estaba en la ducha; pero no lo hizo.

Simplemente se dejó caer en la cama y cerró los ojos.

...

—Wallace, despierta.

Una voz autoritaria fue lo primero que su oído captó antes de que una toalla húmeda le cayera en pleno rostro.

El líder de gimnasio se incorporó más soñoliento que despierto y miró a su agresor.

—¡¿Qué haces desnudo?!

El sueño (y la borrachera) lo había abandonado completamente al ver a Narciso con sólo una toalla cubriendo su desnudez, el cabello rubio soltando pequeñas gotas de agua lo que le indicaba que había tomado un baño.

—Puedo hacer lo que se me antoje—. Contestó indiferente mientras se sentaba en el borde de la cama para recoger la toalla que antes le arrojara a Wallace y secarse el cabello—. Es mi camarote después de todo.

—¿Qué? —el peliazul miró en todas direcciones reparando por primera vez en ello.

«Corelia» gruñó con molestia, pero se perdió en como los abdominales de Narciso se marcaban con sus movimientos «Maldita sea».

—Como sea, puedes irte.

Wallace le frunció el ceño, ¡después de todo lo que había pasado Narciso lo desechaba de aquella manera! Antes de que se levantara, el rubio ya lo había apresado contra el colchón y besaba su cuello.

—Me gusta tu cara de molestia— dijo disfrutando la expresión ofuscada de Wallace—. Es como la mejor obra de arte que puedes observar, aunque tu cara llorosa y pidiendo más también es una de mis favoritas.

—Eres un tipo realmente extraño —Wallace bufó —y narcisista, tu nombre te viene de perlas.

Sorpresivamente, Narciso esbozó una pequeña sonrisa al escucharlo antes de trazar su abdomen al descubierto para empezar a subir donde su pantalón se unía, con dedos expertos lo desabrocho.

—¿Cómo hiciste eso? —el líder de gimnasio preguntó —tarde horas en poder colocarlo.

—¿De quien crees que fue la idea?

Wallace se quedó callado completamente sorprendido, entonces hubo un clic en su cerebro.

—¡Ruby es tu cómplice!

—Socio por interés —Narciso contestó simplemente—. Él necesitaba ayuda con el campeón y casualmente podía dársela, funcionó mejor de lo que esperábamos; sin contar que tú caíste también.

—Me siento usado —se quejó pero de la nada sonrió enredando mechones de pelo rubio entre sus dedos—, pero aún me debes una ronda.

Narciso obedeció cuando empezó a besarlo, mandando escalofríos a lo largo de su sistema nervioso. Wallace sintió los dedos del otro pasearse por su piel, retomando su camino anterior para poder deshacerse de su camisa; sin embargo no la sacó como esperó, sino que empezó a juguetear con sus pezones aun sobre la ropa.

El peliazul apretó los párpados en el mismo segundo que los dientes de Narciso mordisquearon su piel, su entrepierna contestando a aquello con entusiasmo y ansia mientras le rubio no dejaba de juguetear con su pezón. Wallace gruñó removí meto su cuerpo hasta poder dar con la toalla y comprobar que el otro se encontraba en igual estado.

Y la anticipación empezó a recorrerlo al comprobar que en ese preciso instante podían llegar hasta el final.

Wallace miró los rizos que empezaban a formarse en el cabello de Narciso y una sonrisa de posó en sus labios antes de llevar sus dedos para cepillarlos, notando que los ojos negros se quedaban fijos en sus movimientos.

—Me gusta. —gruñó dándole la espalda, demasiado avergonzado como para mostrarle su rostro, entonces escuchó la risa del otro antes de que se acercara a morder su hombro, el cuello y la oreja; disfrutando las marcas rojas que sus dientes provocaban en la piel blanca—. Y a ti te gusta morderme.

—Quiero tatuar en tu piel lo que estamos haciendo.

Wallace quiso darse la vuelta para ver que expresión tendría Narciso al admitir aquello, pero se calló al sentir su pantalón ser retirado hasta sus rodillas y como algo húmedo y caliente se hundía en su cavidad.

—Esper-—El peliazul se quedó a mitad de su petición cuando el rubio volvió a atacarlo con su lengua, lamiendo todo lo que podía y mandando latigazos de placer a lo largo de su abdomen.

Wallace gimió demasiado alto como para que todo el pasillo lo escuchara, divirtiendo a Narciso que tomó su miembro goteando por la punta.

—¿Tan bien se siente tu trasero? —dejó la pregunta al aire cuando Wallace volteó a verlo con enojo. En cambio, Narciso siguió acariciandolo hasta que el sentimiento fue enterrado en lo profundo de su mente.

«No es justo ser solo yo», pensó mientras era mantenido en cuatro por el rubio que disfrutaba el estimularlo y los gemidos que arrancaba de su garganta. Los dedos de los pies de Wallace se retorcían en un reflejo involuntario mientras se mecía hacia atrás con el fin de intensificar el movimiento.

—Quiero hacerlo también—el peliazul dijo al cabo de un momento, donde su mente pudo salir de la nube de placer y encontrar su voz.

—Si insistes.

Narciso le permitió gatear en la cama hasta que se deshizo de la toalla por completo y con ello lo único que lo cubría, revelando su pene erecto y Wallace empezó a lamerlo; mas el rubio no se quedó de brazos cruzados, volvió a meterse en la boca el miembro del peliazul que gimió en sorpresa.

Aquello se sentía malditamente bien.

Un dedo se deslizó entre las nalgas de Wallace, trazando un camino húmedo hasta entrar en él con facilidad gracias al lubricante y el líder de gimnasio dejó su tarea para gruñir.

—¿Incomodo? —Narciso preguntó, pero el otro negó.

—Extraño. — Contestó antes de fruncir el ceño—, además, ¿por que tengo que recibir yo? — Espero un momento para reír—. En realidad, me da igual; solo apresura el paso.

—Alguien esta necesitado...—Narciso fue interrumpido cuando Wallace sorbió con fuerza, subiendo y bajando la cabeza para marcar un ritmo que le quitó la respiración al rubio.

Un segundo dedo acompañó al primero, trazando pequeños círculos en aquel lugar que debía acostumbrarse a ellos si es que querían una penetración segura. Cuando el tercero entró, Wallace estaba por mandar a la mierda todo y que lo metiera de una jodida vez.

Narciso lo detuvo para volver a acomodarlo en cuatro y tomar su propio miembro para acomodarlo justo en la entrada, aquella posición era la menos dolorosa por lo que preferiría usarla, pero Wallace le frunció el ceño.

—Me gustaría verte. — Dijo con voz calmada. «Y solo Arceus sabe porqué».

—Adelante.

Wallace se dio la vuelta, levantando sus caderas hasta que Narciso se colocó en una posición cómoda para penetrarlo y tomó las manos del peliazul para ponerlas en sus hombros.

—Puedes rasguñarme tanto como quieras.

Y empezó a introducirse.

Las uñas se clavaron en la carne bajo ellas, los párpados se cerraron con fuerza y un gruñido salió de los labios de Wallace, Narciso por su parte, soltó un gemido ahogado al sentir lo apretado de aquel lugar y como buscaba amoldarse en torno a él.

Cuando todo estuvo dentro, el rubio le permitió una respiración profunda y un momento para que el peliazul se acostumbrara a tenerlo así, pero fue él quien buscó un contacto más íntimo dando un ligero vaivén con sus caderas.

—Maldita sea, solo muévete. —Dijo enroscando una de sus piernas alrededor, Narciso se rió, una risa profunda y tan extraña que Wallace se le quedó mirando.

—Eres realmente algo que admirarse.

Entonces, antes de que el cerebro del líder de gimnasio registrara las palabras o al menos le diera un significado coherente se embistió contra él.

El movimiento arrancó un gruñido desde lo mas profundo de su pecho mientras su interior se contraía en torno al miembro de Narciso, apretándolo mientras el rubio volvía a capturar sus labios para tragarse los gemidos que Wallace estaba emitiendo y que los suyos se perdieran también.

Una segunda embestida y Wallace se separó para tomar aire, fue entonces que Narciso volvió a atacar su cuello y pezones para propio disfrute, el vaivén se volvió más salvaje y necesitado conforme pasaban los segundos. El líder de gimnasio volvió a gruñir, expulsando aire caliente de su boca en tanto sus uñas se deslizaban de los hombros a la espalda del rubio; sus piernas enredándose en su cintura para hacer la unión mas profunda.

Narciso gruñó mientras sentía a Wallace estremecerse bajo de él y como su pene se veía apresado por su cavidad. El orgasmo lo golpeó solo segundos después que al líder de gimnasio, sin poder reaccionar lo suficiente como para salirse y el semen inundó el trasero de Wallace escurriéndose un poco entre sus piernas.

El alto mando salió de él y Wallace sonrió dandole la espalda para colocarse en cuatro.

—Espero no estés cansado tan pronto.

—No te dejaré salir en cuatro días— prometió antes de volver a penetrarlo con ímpetud.

Y mientras la pareja seguía en su asunto, una adolescente colocaba un letrero en la puerta donde se leía "No molestar" antes de huir patinando por el pasillo.


A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."

Hayden