Cada día era lo mismo, ella lo seducía y el se moría de calor por dentro. Porque si, Kagome había estado especialmente deliciosa con él. Movía sus caderas más de lo acostumbrado cuando él iba detrás del grupo o apoyaba sus pulposos senos en su espalda cada vez que la cargaba. Cuando caminaban y el iba adelante sentía su olor a excitación y su mirada fija en el cuello. Se estaba portando demasiado seductora y provocativa. Demandante.

Inuyasha suspiro tranquilo al verla desaparecer por el pozo, ya no tendría que preocuparse de penosas erecciones que aparecían en el momento más inoportuno. No mas sonrojos inesperados y por supuesto ya no más calor indescifrable en su cuerpo.

Se sentó en la rama de un árbol a descansar, estaba solo tal cual era la soledad, los demás seguían en la aldea. Pensó un poco en el extraño comportamiento de Kagome, como a veces se agachaba de tal forma que podía verle las bragas o las veces en que se cruzaba de brazos para realzar sus pechos, todo cuando él estuviera viendo.

Se sonrojo, si hubiera sido otro hombre, se hubiera lanzado sobre ella para violarla ante semejante seducción pero él era demasiado tímido como para hacer eso. Desde que comenzaron las estrategias de Kagome, el había visitado el rio incontables veces para corregir su emocionado miembro y apagar la hoguera de su cuerpo pues no conocía otra solución.

Hasta que Myoga lo visito.

- Amo Inuyasha ¿Cómo lo está pasando?

- Terrible, ya comenzamos la época de celo y Kagome esta… extraña

- ¿Cómo extraña?

- Si, su olor cambia a uno más dulce cuando esta cerca mío, o su actitud. Se comporta dulce y paciente, hay veces en que me susurra en el oído y su voz se vuelve ronca. Me roza con sus… sus…

- ¿Sus senos?

- ¡Exacto! Ya no se qué hacer Myoga ¿crees que alguien la hechizo?

- Eh… No, a mi me parece que lo está seduciendo amo Inuyasha, si, esa es la palabra. Kagome-san lo está seduciendo

El boqueo. ¿Seduciendo? Era un hanyou patético, como una sacerdotisa como Kagome buscaría seducirlo... incitarlo a tener relaciones sexuales, de ninguna manera, un embrujo debía estar de por medio.

- Amo Inuyasha no sea descortés, acepte sus coqueteos

- No, es imposible que yo acepte algo como eso cuando ella probablemente esta bajo un hechizo

Myoga suspiro, el chico era un bruto, un verdadero bruto. Acciones como esas no son a base de un hechizo y menos proviniendo de Kagome. Si la chica estuviera seduciendo a Miroku… bueno eso tal vez fuera un hechizo pero si era al amo Inuyasha estaba claro que deseaba estar con el de una manera más… intima.

- Amo, de todas maneras ¿no piensa aceptarla?

- No así

- Y como hará con sus… erecciones

- ¡Shh! – el hanyou se sonrojo, si, el tenia sus erecciones aun, cada vez que Kagome cambiaba su perfume por uno más placentero o cuando cambiaba su mirada. Impotente del autocontrol de su cuerpo, tenía que correr hasta un lago o rio.

- Conozco una solución más eficaz y por supuesto más placentera

Inuyasha se sorprendió. El más que nada necesitaba eso, odiaba meterse al agua fría casi todos los días - ¿Cuál es? – pregunto entusiasmado.

Y ahora estaba allí, encima de la rama pensando en Kagome… y en cómo se vería sin ropa. Inmediatamente su imaginación le mostro una imagen erótica. Kagome sobre su espalda desnuda con ambas manos sobre sus pechos, escondiendo sus pezones y una terrible tanguita como única prenda.

Inuyasha gruño y tuvo inmediatamente una erección. Imágenes tan reales como esas no llegaban exactamente todos los días, casi podía verla encima de él con aquella tanga tan… sensual.

E Inuyasha hizo exactamente lo que Myoga indico, aunque generalmente la pulga solo le dijo que explorara y se conociera así mismo… más a fondo de lo cotidiano. Inuyasha levanto sus manos y tomo su cabello plateado, sedoso y lacio. Lo junto y con una ramita se hizo una coleta. Suspiro un poco más fresco. El cuello lo había estado matado todo el rato por el calor, ahora podía sentir la brisa y eso lo refrescaba.

Luego se enfrasco en su imagen mental y se exploro. Apoyo la espalda en el tronco y desanudo su obi. Abrió el hakama lo suficiente como para que su rebosante pene fuera libre y gruño. El miembro era grueso, bastante grueso y de una longitud promedio. Inuyasha poso las yemas de sus dedos en una de las tantas venitas y empezó un masaje circular. Se sentía realmente bien, queriendo un poco más de ese gozo dirigió su pulgar hacia la punta de la cabeza y pulso.

- Ah… - gimió y apretó con la otra mano la base de su erecto pene. ¿Quién pensaría que un hombre en la soledad podía causarse tal placer? Si Myoga no se lo hubiera mencionado nunca se hubiera enterado, jamás había curioseado en ese lugar de su anatomía.

Trago saliva grueso y suspiro. Los movimientos circulares en la punta de su pene lo estaban matando y ya sentía una sensación extraña, como si algo le dijera que moviera sus caderas contra su mano.

Y como estábamos en esto de explorar.

Llevo una de sus manos hacia la boca y la lamio lentamente, dejando babas cargadas en la palma y dedos. Prácticamente besándolo apasionadamente, dejo un ultimo rastro de saliva antes de guiar su mano hasta su miembro que lo esperaba ansioso.

El gimió cuando sintió que su mano se deslizaba con facilidad sobre su longitud. Con la otra mano libre, sin saber qué hacer. Inuyasha la dirigió hasta su saco, donde apretó las bolas y las masajeo. Joder. Se sentía tan bien.

Gruño ante el intenso placer que se estaba dando e inevitablemente pensó en Kagome, en aquella azabache sensual y se concentro en el suceso que ocurrió hace dos días.

Kagome se sumergía en el agua cristalina del rio para refrescarse debido a las altas temperaturas últimamente. Inuyasha que paseaba por ahí, ocasionalmente porque él no tenía ni idea de que se estaba bañando, no es que lo hubiera escuchado decir por Sango y hubiera corrido a verla con una tonta excusa, para nada. Inuyasha que solamente paseaba por ahí se dio con la sorpresa de que Kagome salía del rio con el torso, descubierto mostrando sus muy desarrollados pechos.

Con diecisiete años Kagome no tenía nada que envidiar a cualquier otra mujer, sus senos eran bastante generosos con unos pezones rosados y erectos, ante sus ojos estos montes se veían suaves, muy apetecibles. Kagome sostuvo su cabello y en un movimiento lo mando hacia atrás, debido al jaleo sus senos rebotaron y el casi babea.

Inuyasha apretó sus testículos y gimió ante el recuerdo. Se lamio los labios imaginando que la tenía en frente con ambos pechos en ofrecimiento para él. Dio un grito ahogado y movió su mano derecha de arriba abajo en su pene, su miembro estaba tan grueso y duro, parecía hecho de acero, masajeo toda la longitud con rapidez sin dejar de ver como imágenes eróticas en donde la protagonista era Kagome cruzaban por su mente.

Sintió un cosquilleo en el bajo vientre y sintió que algo bueno estaba llegando, sin poder evitarlo debido al calor del momento, se abrió el haori y el kosode, estaba tan caliente, su aliento era tan caliente, su pene vigoroso estaba tan caliente. Todo él era un horno.

Sus caderas se movieron solas contra su mano, contra su palma ensalivada, gruño al sentir el deslizamiento, apoyo ambas plantas de los pies contra el tronco y embistió con más fuerza. Sin control ni manejo, solo quería placer, a él llego el olor de Kagome, su mente lo hizo recordar su olor, el olor de su excitación y eso lo volvió loco.

Embistió moviendo sus caderas de arriba abajo jadeando, arqueo la espalda y gruño. Su momento llego, Inuyasha consiguió su liberación, eyaculo y chorreo todo lo que estaba guardando… como ultimo agasajo, apretó la cabeza de su pene entre sus dedos y una gotita de semen se deslizo por el agujero. Acaricio toda la longitud con lentitud grabando a fuego en su memoria este íntimo momento. Uno tan personal, un recuerdo que sería solo de él.

O mejor dicho de ambos.

Kagome deslizo sus dedos completamente mojados sobre su vulva, generando gemidos, guio su vista hasta el miembro grueso y flácido de Inuyasha y se excito mucho. Hundió ambos dedos hasta obtener hartos jugos y se dirigio hasta su clítoris donde lo masajeo, pellizco y froto sin compasión. Se masturbo sin quitar la mirada al pene de Inuyasha que anteriormente había estado tan parado y listo para una mojada vagina.

Ella quería ser esa chica, aquella que lo montara hasta el amanecer, hundiéndose en su carne para terminar gritando de placer. Jadeo en busca de aire y tuvo un intenso y poderoso orgasmo. Necesitaba a ese hombre. Se mordió el labio inferior, Inuyasha era tan sexy… ya había visto su torso repleto de músculos, y esa fuerza sobrenatural que la mantenía perpetuamente mojada. Pero ahora había visto tremendo… tan grueso y erguido… y aquel liquido que chorreo al acabar.

Kagome había vuelto porque se le olvidaba algo, su libro de algebra, el cual bendito sea, porque debido a ello había sentido a Inuyasha en la rama y aquella erótica escena de él masturbándose, tocándose hasta llegar a eyacular nunca se le quitaría de la memoria.

Kagome regreso al pozo, saltaría y llegaría a su habitación, lo primero seria sacar su vibrador y hundírselo, porque Inuyasha tocándose excitaría a cualquiera.