NA: Este es un fic para Surya Hatoway, del intercambio de fics del foro Sburb Session -Ap13.
Tu nombre es Jade Harley y estás cansada. Vuelves a casa de una fiesta impresionante y aunque no sueles hacerlo te has puesto tacones. Además otra cosa que tampoco es común en ti pero has hecho es beber alcohol. En realidad, lejos de lo que piensan todos, amas el cava. De todos modos, creen que has bebido porque te alegra mucho que John se vaya a casar y no te podías negar.
El asunto es que tienes un sueño que te mueres y la idea de conducir a casa se te hace un mundo. Tus ojos se cierran como cuando después de comer te apetece tanto echarte una larga siesta. No te suele gustar dejarle el coche a Karkat, tu novio es un poco histérico conduciendo, pero crees que el camino a vuestra casa tampoco es tan largo y podrá hacerlo sin incidentes.
Le das las llaves, sabes que se lo va a tomar como un elogio, y en el fondo te gusta que así sea. Te sientas en el sillón del copiloto, pero no te pones el cinturón. No lo haces porque a la velocidad que suele ir Karkat no crees que tengáis ningún accidente, hasta Tavros iría a mayor velocidad que él. Bueno no, si lo piensas detenidamente, Tavros no, pero quizá si John.
—¡Pero no te duermas!— te dice Karkat cuando se sienta al volante. Lo cierto es que él no suele conducir coches con marchas manuales, así que le explicas por encima cómo va y te vuelves a apoyar en el respaldo, notando como tus parpados pesan. Sabes que Karkat puede hacerlo bien, confías en él.
Pasan unos segundos o esa sensación tienes tú, cuando un intenso dolor se inicia en tu frente. Abres los ojos para ver difuminados colores, y asumes que se te deben haber caído las gafas. Te duele también la espalda y los brazos, y de hecho estás muy entumecida. Recuerdas que estás en el coche y palpas frente a ti, encontrando tus gafas.
—¡He matado algo!— te pones las gafas mientras oyes a Karkat gritar eso, entre otros gritos de angustia.
—¿Qué ha pasado?— dices un poco agobiada y pasándote la mano por la frente, asumes que te va a salir un chichón. Supones que ha frenado en seco, que te has golpeado la cabeza contra el salpicadero y que está asustado por lo que sea que ha frenado. Sigue gritando, así que te giras hacía él y le agarras por los hombros.— Karkat, tranquilo ¿qué ha pasado?
Escuchas como tu chico deja escapar un sonoro suspiro acompañado de un extraño sonido que se ahoga en su garganta, para después cerrar la boca con fuerza. Le acaricias en la mejilla y esperas, necesita pensar un poco las palabras que va a usar.
—Estaba mirando la carretera, pero he tenido que cambiar la marcha y no sabía el puto movimiento — empieza a decir despacio mientras tú asientes con la cabeza, pero de golpe empieza a acelerar el ritmo. — ¡Entoncestodohasidomuyrápidoylojodidamenteasesinado!
Le besas en los labios superficialmente y le agarras una mano.
—Karkat, despacio y sin gritar o no te entiendo — repites con toda tu paciencia. Te gusta pensar que si algún día tú entras en ese estado, él tendrá el decoro de ser paciente contigo, aunque algo te dice que no será así.
— Yo quería frenar cuando lo he visto, pero estaba mirando la marcha y he acelerado y — dice más pausadamente. Te gustaría relajarte, pero asumes que bajo el coche hay un ser vivo agonizando, y eso no te gusta nada. Te encantan las criaturitas y no puedes imaginarte hiriendo a una, pero tienes que ser fuerte por tu novio. Él en verdad, detrás de su pose, también es sensible y le afectará muchísimo si ese supuesto ciervo o jabalí ha muerto.
—No pasa nada, si está aún vivo lo llevaremos al veterinario— dices pensado que a Feferi le sabe tan mal como le gusta que haya animales heridos. Te ríes por la forma en la que has pensado eso, está claro que no es una psicópata a la que le guste ver sufrir a los animalillos, pero le encanta tenerlos encerrados y cuidar de ellos.
Te miras los pies, parece que en el golpe uno de tus tacones se ha roto, así que te quitas los zapatos y abres la puerta del coche dispuesta a examinar qué ha pasado. Recuerdas de golpe que el coche no tiene seguro, así que eliminas la posibilidad de llamar a los guardas forestales para que os ayuden con el animal. Siempre llaman a la policía minutos antes de ir para el lugar de los hechos.
—Karkat, ¿me prestas tus zapatos? — preguntas cuando ves el suelo de asfalto frente a ti. Estará frío, y además seguro que habrá porquería que se te pueda clavar en el pie.
El Vantas niega con la cabeza, con los labios apretados.
—Te dije que estabas muy guapa con esos tacones, pero no te obligué a ponértelos — argumenta el que ahora te parece el tipo más imbécil con el que te has cruzado en la vida. Ni que fueras tú quien ha atropellado algo.
Dejas escapar un aspaviento del puro agotamiento que te causa mientras bajas del coche, esperas pillar una enfermedad y contagiársela como mínimo. Al escucharte resoplar, Karkat empieza a quitarse los zapatos y enseguida ves como uno pasa cerca de ti y cae al suelo. Te los ha lanzado, así que aunque sigue siendo un poco imbécil no te lo parece tanto.
Te pones los zapatos de Karkat, que francamente, te quedan grandes y andas despacio hasta la parte delantera del coche. Miras a tu novio, aun sentando en el sillón del conductor, y le sonríes justo antes de bajar la mirada y ponerte a gritar como una histérica. Una mano humana sale por debajo del coche y parece que se mueve, aunque no estás segura. Lo cierto es que acabas de llevarte tal susto que ni siquiera eres capaz de razonar si estás soñado o estás despierta.
Al verte en ese estado Karkat sale del coche y tras rodearte con sus brazos mira al suelo viendo como la mano deja de agitarse. Puedes notar como empieza a temblar y no tienes ni idea de cómo calmarle porque igual que él, tú tampoco tienes ni idea de que hacer o decir. Una imagen ridícula de los dos corriendo y gritando alrededor del coche se aparece en tu mente, y aunque solo consigue arrancarte una sonrisa te calma un poco. Por lo menos aún no habéis llegado a ese estado de histeria, y casi crees que sabes cómo controlar la situación.
— ¡Iré a la cárcel¡ ¡Mierda! ¡Seré de los que se le cae el jabón! — empieza a gritar tu novio. Evidentemente te apartas de él con brusquedad, no porque quieras, pero te está lanzando todos esos alaridos en tu oído, dejándote sorda antes de tiempo.— ¡Jade! ¿Me esperarás?
—¡Nadie va a ir a la cárcel¡— dices entrando en el coche, encendiendo el motor. Echas el coche en marcha atrás bajo la atenta mirada de Karkat. Bajas del coche y abres el maletero de forma casi instintiva. Ni tú vas a pagar una multa astronómica que no puedes asumir, ni Karkat va a pasar por un montón de juicios por ser un poco cafre. Sabes que está mal hacer las cosas así, pero tampoco puedes dejar que tu vida se mida por parámetros de bien o mal. Si ya está muerto no hay mucho más que se pueda hacer, le dais una sepultura digna y punto.
Te bajas del coche y te acercas al atropellado. Esta hecho un asco, pero reconoces en él al tipo pensado y que lleva semanas insistiéndote en que salgas con él. Sí, el mencionado Tavros Nitram ha sido atropellado por el tipo con el que sales, te parece tan irónico, que a pesar de que te gustaría poder evitarlo, te ríes. No te ríes como una persona normal haría, te ríes histéricamente, no puedes con una sola broma más del destino.
Notas los dedos de Karkat pasear por tus hombros y que te arrastran contra él. Te parece encantador como trata de calmarte, sin decir nada a pesar de que está tan nervioso como tú y al darte cuenta te relajas un poco. Él sabe lo pesado y lerdo que era ese chico contigo. En el fondo es divertido, sois como dos súper espías secretos o algo así, te dices eso para no agobiarte. Aunque a veces te parezca el idiota, cretino más imbécil del universo, es lo mejor que te ha pasado y no puedes permitirte que su vida sea un infierno en una prisión.
Tú solo querías dormir en el coche un rato, quizá llegar a casa y hacer el amor. Usar esa expresión para referirte al sexo te encanta, porque siempre hace que Karkat se sonroje y te parece monísimo cuando eso ocurre. El hecho es que lo que tú querías no va a poder ser, porque ahí tenía que estar Tavros con su súper poder de aguafiestas, pero aun puedes hacer algo y terminar la noche en la cama abrazando a tu chico.
—Ayúdame a meterlo en el maletero— dices cogiéndole de la mano y le sueltas al terminar la frase. Ves como arquea las cejas, quizás para decirte algo, pero cuando le lanzas una de tus miradas severas se pone en acción.
Nunca antes te habías preguntado por qué decían eso de "Pesas más que un muerto", pero sabes por qué. De hecho, cuando le coges por las piernas mientras tu novio lo agarra por los brazos piensas que no habría una expresión más acertada. Es en estos momentos en los que te preguntas por qué sales con un macho beta como Karkat. Un macho alfa podría cargar con el cadáver él solito, pero claro, no es que seas de esas chicas que les gusta que arrastren cadáveres por ella.
Cuando estáis cerca de la puerta del coche, se te resbala una pierna de Tavors y seguidamente la otra. Ves como el cuerpo inerte cae al suelo y de golpe te asaltan las ganas de llorar, pero te aguantas, te agachas y vuelves a moverte hacía la parte trasera del coche. Con grandes esfuerzos metéis al chico en el maletero, que cae por su propio peso dentro de este. Miras a Karkat y te muerdes el labio. Él cierra el maletero y os subís en el coche, pero esta vez conduces tú. No crees que haya sitio para otro muerto en el jardín y aunque así fuera no estás dispuesta a ello.
Con las manos en el volante miras fijamente la carretera mientras piensas en Tavros. Lagrimones enormes empiezan a caer por tu cara, y te das cuenta de que es horrible lo que vais a hacer. Piensas en que tal vez podrías llevarle al hospital y fingir que estaba más vivo cuando lo metisteis en el maletero, o quizás que podrías entregaros y acabar con el asunto, pero sigues conduciendo a casa. Notas la mano de Karkat sobre tu muslo, tratando de recordarte que está ahí. Él está también a punto de estallar y te das cuenta cuando veis las luces de policía unos kilómetros más allá del incidente.
—¡Estamos jodidos! ¿¡ME OYES!? —empieza a gritar Karkat. A esto tú no puedes parar de llorar y la escena desde fuera debe parecer espantosa.—¡ JO-DI-DOS!
El coche te hace luces y tú te apeas al lado del vehículo de Terezi Pyrope. La ves bajar del coche y golpear en la ventanilla con los nudillos.
—Vaya, Vaya, Vaya — escuchas decir a la agente de policía. Te mira a ti y luego a él. — ¿Peleas conyugales a las tres de la mañana? Esto huele a…
—¡Huele a nada! ¡No te metas donde no te llaman!— escuchas gritar a Karkat, que casi saca el cuerpo entero por la ventanilla encarando a Terezi.
La Pyrope hace una mueca riéndose, y mueve la mano satirizando el mal carácter de tu novio. Si no fuera porque si te pidiera los papeles del seguro no sabrías si darle primero la publicidad de la pizzería o los dibujos de tu sobrino pequeño que guardas en la guantera, le contestarías algo desagradable.
—¡Eh! ¡Eh! Tranquilo, pequeño — escuchas que dice la agente de policía, mientras miras con cierto mal humor como le alborota el pelo a Karkat.— Es solo una rutina, tampoco es que vaya a molestaros, podéis iros sin más, por los viejos tiempos.
Que esa tipa y Karkat hubiera tenido algún que otro affaire en el pasado no le da derecho a… De golpe te das cuenta de que es exactamente por eso que os está dando largas, sin pedir documentación ni mirar al maletero.
—Muchas gracias — dices mientras interpretas que te estás secando las lágrimas. Intentas que no se note que estás muy molesta con su comportamiento.
—De nada, hombre — la escuchas decir mientras tu chico se sienta como es debido y tu cambias la marcha para seguir rumbo a casa.
La pura realidad es que siempre te ha caído regular, y a pesar de lo que diga Dave, no es porque estuvieras celosa ni nada parecido.
Karkat y tú os quedáis en silencio mientras conduces. Estáis ya bastante alejados cuando soltáis un sonoro suspiro al unísono. Estás con la mirada fija en la carretera, pero sabes que te está mirando.
—Siento que Tzi se tome esas confianzas— dice al fin. Te conoce y sabe cuánto te molesta esa señorita con sus comportamientos descarados.
Niegas con la cabeza mientras ves la entrada del garaje de vuestra casa. No sabes si es lo más adecuado, pero pretendes enterrar a Tavros en el jardín. Tienes un parterre en el que querías plantar unas cuantas flores exóticas, y un cadáver es mejor abono que nada si lo piensas con frialdad.
—No pasa nada, Karkat, tú tampoco puedes controlar sus acciones — dices mientras entras en el garaje y aparcas cuidadosamente. Quieres dejar espacio suficiente como para mover el cuerpo.
Una vez apagas el motor, inhalas profundamente y bajas del coche. Te diriges a por la pala cuando Karkat te abraza por la espalda interrumpiendo tu acción.
— Gracias por hacer todo esto por mí — dice como si fuera extraño que tras dos años de relación estuvieras dispuesta a cualquier cosa con tal de protegeros a ambos.
—Tienes unas tonterías — dices girándote y besándole en los labios. Lo cierto es que adoras todas esas tonterías que hace. — Voy a por la pala, ahora vengo.
Notas que te sujeta de las manos a pesar de lo que dices y ves cómo te mira con sus ojos rojos. Sonríes al ver esa mirada cargada de sentimiento e hinchas la boca apretando los labios robándole una sonrisa tonta.
—De verdad, Jade, te quiero — dice desviando un poco la mirada y volviéndose a poner serio. No es la primera vez que te lo dice, pero en cierto modo si es de algún modo muy diferente a todas las demás. Le abrazas con fuerza y te sientes estúpida por seguir pensando en lo que tenéis que hacer analíticamente en vez de disfrutar del momento. Karkat es tan encantador que hasta te sabe mal lo que le vas a decir.
—Es horrible que te diga esto, pero…— dices separándote de él ligeramente, pero dejando que te tome la mano.—¿ Podemos tener esta charla sobre lo importante que es lo nuestro cuando terminemos lo que tenemos entre manos?
—Sí, tienes razón — te contesta con seriedad, tal vez resentido. Asumes que está muy molesto por lo que acabas de hacer, pero se reprime al ser consciente de la magnitud de la situación.
Sales al jardín y entras en tu invernadero, allí tienes la pala. La coges y vuelves al garaje, para entregársela a Karkat.
—Tú cavas — dices mientras buscas un carrito con el que mover el cuerpo de Tavros. Sabes que tienes que tener uno por ahí.
—Me haces conducir, me quitas los zapatos y ¿yo cavo?— su voz suena indignada y es que tal como deducías está enfadado. Dejas escapar un suspiro, el día que te sorprenda será otro y ya no estarás tan enamorada.
—No es que dijeras que no querías conducir, puedes ir a ponerte otros zapatos ahora —empiezas a enumerar cuando él te corta.
—Sí, sí, sí — dice acercándose al maletero y esperando que tú lo abras.
Como no tienes ganas de discutir omites lo idiota que está siendo, así que abres el maletero y miras a Tavros que… ¿Se ha movido? Bueno, tampoco es que te fijaras mucho en cómo lo habías colocado antes. Te diriges a agarrarle de una de las piernas cuando ves que el chico jadea algo. Tú y Karkat gritáis, y ves como tu novio levanta la pala para azotarle un golpetazo en la cabeza. Instintivamente agarras el brazo de Karkat y le paras.
—N-n-no me matéis— lloriquea el pobre atropellado.— Prometo no decírselo a nadie, pero no me matéis.
—¿QUÉ NOS ASEGURA QUE NO VAS A HABLAR?— grita Karkat sin soltar la pala y manteniéndola aun en alto, cuando Tavros empieza a llorar un poco más fuerte. Debe de estar sufriendo un dolor espantoso.
—Karkat — dices con seriedad, y él te mira un poco avergonzado por dejarse llevar tanto por sus impulsos. Ves como baja la pala, aun sin soltarla y entonces miras a Tavros. — Tienes que prometer que dirás que somos tus salvadores.
—Y que no quieres que se haga una investigación sobre quién te ha atropellado— añade el Vantas.
—Vale, lo que queráis, pero llevadme a un hospital— oyes decir al Nitram entre sus sollozos.
En ese momento Karkat te entrega la pala, que tú dejas tirada a un lado del garaje y te dispones a conducir hasta un lugar en el que atiendan al chico. En el fondo es una lástima, tenías cierta curiosidad por saber cómo crecían las flores con un abono tan particular. Pero si lo piensas es mejor así, ni tú ni Karkat hubierais podido soportar la presión de una investigación policial. Eso sí, has aprendido la lección, no vas a dejar que Karkat vuelva a conducir tu coche en la vida.
