Will ríe triunfante. El estúpido demonio oni ha desaparecido antes incluso de que parpadee.
No necesita mirar alrededor para saber que ya no hay más. Aunque, en el caso de que así fuera, Jem está ahí, cuidándole la espalda. Se gira para felicitarlo por tan buena cacería, mas nota que tiene el ceño fruncido y sus plateados ojos clavados en él le miran con lo que parece molestia. Su sonrisa se esfuma lentamente al tiempo que lo mira desconcertado.
–¿Sucede al–
Pero Jem lo ha empujado con más fuerza de la necesaria contra la pared y presiona sus labios contra los suyos. Will abre mucho los ojos, dejando salir una exclamación ahogada, que más que por dolor es por sorpresa. Aunque no se permite sorprenderse demasiado: Jem le aprieta placenteramente entre su cuerpo y la pared.
Cierra los ojos mientras permite que el chico de cabellos plateados muerda sus labios con los suyos propios. Sonríe al percibir el suspiro de alivio que Jem deja escapar por la nariz, y pasa los brazos por los hombros del muchacho, apretándolo más contra él. Jem suelta un gemido al sentir la lengua de Will acariciando su labio inferior e inmediatamente le da paso a la húmeda y cálida lengua del chico a su boca.
Que un rayo le parta si no es lo más placentero que ha experimentado en su vida.
Will le sujeta por la nuca para profundizar el beso, y Jem no resiste el impulso de colar sus manos bajo la ropa de cazador de sombras de su parabatai. La palabra rebota en las paredes de su cerebro, sin embargo, casi ni la escucha: Will jadea alto a causa de sus dedos fríos.
Pero no dura para siempre.
El chico de ojos azules es el que separa sus labios. Respira entrecortadamente, tratando de tomar grandes bocanadas de aire. Lo mismo hace el de cabellos plateados.
Jem había hecho lo que estaba decidido a hacer desde que Will le había dado ese efímero beso y que ni siquiera había sido en los labios: besarlo en la boca y que durara tanto que se les acabara la respiración.
Ahora se aleja con lentitud, con sus ojos fijos en los azules, asustado y expectante en partes iguales. Will se acomoda la ropa, el cabello. Sonríe sin poder evitarlo, haciendo que Jem suelte una risita, aliviado.
–Vamos. Deben estar esperándonos.
Jem asiente, poniéndose en marcha.
