Advertencias: este fic es un 1827 y contiene menciones y roces de 10069, AG, XS, RF, 8059, D00, entre otras.
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! No me pertenece, así como tampoco sus geniales personajes. Son propiedad de Akira Amano.
Aclaraciones:
–Hablan los personajes. –
–Hablan los personajes en italiano o en otro idioma. –
"Recuerdos"
'Pensamientos' (Dependerán del idioma).
Nota extra especial de este capítulo: bien, a partir de este capítulo en adelante todo ha sido escrito recientemente. Todos los anteriores a este han tenido un par de cambios mínimos, por lo que si quieren leerlos nuevamente se encontrarán con una que otra cosa que antes no estaba ahí. Pero, reitero, el curso del fic es el mismo.
Esta nota solo aparecerá en este capítulo, así que sin más que agregar, los dejo con la lectura :)
Capítulo 10
Tempestad
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Yamamoto Takeshi respiró con dificultad a través del dolor, observó con fiereza el rostro de Reborn y alzó su espada. Le dolían los músculos, las manos y todo aquello que fuera posible que le doliera. Aun así, se movió tan rápido como pudo para esquivar una bala, extendió su brazo con la intención de golpear al Arcobaleno, pero el otro lo previó y le asestó un rodillazo en el estómago.
Takeshi se arrodilló en el suelo, soltó su espada y sonrío. –Perdí. –su voz sonó temblorosa a causa del dolor y del cansancio, pero aun así se levantó para recibir una palmeada en su cabeza por parte del hitman.
–Está vez has estado muy cerca. –le dijo con tono serio. –En cuanto llegue Squalo te pondrás a entrenar con él. Por muy hitman que sea yo no soy espadachín, así que solo puedo apoyarte a mejorar tu condición física y tu velocidad. –
El menor asintió. –Gracias, Reborn. –se dio la vuelta dispuesto a irse a sentar a otro lado, pero el Arcobaleno lo detuvo.
–Sé que quieres decirme algo, Takeshi, así que solo hazlo. –
La lluvia se tensó al escuchar su tono de voz, así que optó por ser sincero. –…yo solo me preguntaba si podía entrenar con Asari-san. –sonrío nervioso. –¡Pero sé que es una tontería! –se apresuró en decir, a sabiendas de que un mal paso significaría estar colgado de cabeza cerca de la laguna.
–Asari Ugetsu es un espadachín que maneja un estilo muy similar al tuyo. Él podría ser un mejor maestro para ti que Squalo. –el mayor pareció pensativo. –¿Por qué quieres que sea él quien te ayude? –
El adolescente se encogió de hombros sin saber muy bien qué decir. Más bien, le parecía complicado expresar lo que sentía por Ugetsu. Cuando estaba a su alrededor todo le parecía más liviano, como si él pudiera protegerlo de todo. Era un sentimiento muy extraño, una calidez que no recordaba haber sentido nunca. Y le daba miedo decírselo a Reborn, pero más pánico le daban las consecuencias que podría tener si no contestaba.
–…no lo sé. Me gustaría poder decirte que es porque maneja un estilo parecido al mío, pero sería mentira. –el muchacho se rascó la nuca con las manos temblorosas. –…yo solo…bueno, me gusta estar cerca de él. –admitió derrotado.
Reborn suspiró.
–Entonces ve a buscarlo. –dijo con seriedad. –No seas como dame-Tsuna. –
–¿Tsuna? –
–Dame-Tsuna tiene solo unos pocos días de haberse ido de la empresa Astral y ya está lloriqueando por los rincones. –de hecho, ya ni siquiera iba al Instituto. Lo mismo que Takeshi. –Sabrás que a él le pasa lo mismo que a ti pero con Giotto. ¿Piensas perder la oportunidad de conocerlo más? Sé que tu propio instinto ya te ha dicho algo que tú llevas mucho tiempo esperando encontrar. –
Takeshi agachó la mirada. –¿Y si mi instinto se equivoca? ¿Y si él no es a quién busco? –
–Nunca lo sabrás si no lo intentas. –
Yamamoto sonrío animado. Reborn tenía razón. Si no lo intentaba por sí mismo nunca llegaría a ningún lado. Él anhelaba encontrar a su padre, y su instinto lo guiaba incansablemente hacia Asari Ugetsu.
–¿Por qué Tsuna se siente tan atraído hacia Giotto Vongola? –su mirada se clavó en Reborn.
–Hasta ahora has sido el único que ha notado que es extraño. –sonrío el pelinegro, dejando que la sombra de su fedora ocultase sus ojos. –¿Por qué lo crees tú? –
–Pienso que es porque Tsu anhela un padre como él, aunque ya te tiene a ti, así que me parece muy raro. Mi única teoría es esa, pero sé que es incorrecta. –
–Debería concederte a ti el título del más inteligente de la décima generación. –se río entre dientes. –Estás más cerca de la verdad de lo que crees. Solo es cuestión de tiempo. –
Yamamoto se dio cuenta de que aquello sería lo último de la conversación, por ello decidió quedarse callado. Observó como Reborn recogía a Lambo del suelo y se lo llevaba arrastrando hasta la cascada en la que tenía amarrado de cabeza a Ryohei. De fondo pudo apreciar a Tsuna sentado junto a Enma, mientras Yuni les decía algo en tono muy bajo. La chica estaba parada frente a ambos, con las manos en las caderas y el ceño fruncido. Luego, divisó a Hayato discutiendo a todo pulmón con Mukuro.
Sonrío con ligereza, a la par que tomaba su decisión.
Ese era el momento de ir en búsqueda de Asari Ugetsu.
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Nana logró moverse a tiempo para evitar que un cuchillo le diera en plena cara, mientras la mujer rubia que iba a su lado se levantaba con el arma entre sus dedos. Todo en el avión se quedó en silencio cuando Rokudo Elena salió al encuentro de todos los presentes, mostrando una expresión furibunda.
–Estamos en pleno vuelo, queridos. –miró a Belphegor con seriedad. –Y si algo ocurre mientras estamos aquí, adivinen a quien voy a destrozar con este regalito que me acaban de lanzar. –su sonrisa estremeció a todos los presentes. –¿Seguirán jugando, niños? –
Nana contempló a la rubia con una sonrisa. –No seas tan cruel con ellos, Elena. –se levantó para tomarla del hombro. –Estoy segura de que todos han comprendido lo peligroso que es jugar con cuchillos estando a bordo de un avión en movimiento. –miró al rubio en cuestión. –¿Verdad, Bel? –su tono de voz era condescendiente y dulce, así que el muchacho no tuvo de otra más que asentir.
Xanxus sabía que hacer enojar a Elena era un suicidio. Al menos, él y Squalo lo sabían. Es decir, no en vano habían crecido junto a ella. Había que recordar que él era el hermano adoptivo menor de Giotto, por lo que pasó mucho tiempo con esa mujer cuando era niño. Y más de una vez fue víctima de su furia.
–Ya quédense quietos. –Lal secundó a la rubia con el ceño fruncido. –I-pin, Fuuta y Fran acaban de quedarse dormidos. Dudo mucho que quieran despertarlos cuando fue Mammon la encargada de arrullarlos. –
Fon río.
–Es mejor quedarnos tranquilos. La seguridad de este avión corre por nuestra cuenta hoy, no lo olviden. –el pelinegro señaló a las dos mujeres que recién acababan de sentarse. –Nuestra misión es llevar a salvo a las dos señoritas hasta Namimori. –
Nana quiso agradecerles a todos el gesto, pero se quedó callada cuando la mirada de Xanxus se posó en ella. Un escalofrío recorrió toda su espalda, como si algo dentro de ella reconociese a ese hombre como un conocido. Se llevó una mano a la frente y bajó la cabeza, sintiendo que su garganta se cerraba.
"–Este es mi hermano menor, Xanxus. –aquellos ojos azules la miraron con alegría infantil. –Xanxus, ella es mi prometida, Nana Searlait. –
Aquel muchacho aún era un niño. Sus ojos eran intensos y profundos, como si quisieran analizarla parte por parte. Su expresión era de indiferencia, de molestia; como si le enfureciera su presencia.
–¿Sabe ella lo de Alaude? –su voz sonó dura e imponente, agresiva y autoritaria.
El rubio le sonrío. –Lo sabe, Xanxus. –
El pelinegro se levantó de la silla que ocupaba y se le acercó. –Entonces eres digna de alabanza, mujer. –le mostró una media sonrisa. –No cualquiera haría lo que tú estás haciendo. –
Nana se sorprendió un poco cuando el menor abrazó al rubio, luego se fue de la sala con paso tranquilo. Su acompañante soltó una risa alegre, mientras le decía algo a su hermano. Nana lo observó salir de la sala tras él, dejándola sola con una sonrisa."
La castaña soltó un quejido que llamó la atención de Elena.
–¡¿Nana?! –la rubia se levantó para colocarse frente a ella. –¡¿Por qué te está sangrando la nariz?! –todos se alarmaron ante aquellas palabras, pero solo Verde se le acercó.
El Arcobaleno del rayo había aparecido esa mañana para viajar con ellos a Namimori, pues Reborn le pidió su presencia en la ciudad. Antes de eso había estado en los laboratorios que tenía cerca de la mansión Vongola, desarrollando su experimento más ambicioso hasta el momento. Sin embargo, en ese instante tenía otro tipo de preocupación.
–¿Sucedió algo antes de que te comenzase el sangrado? –el hombre la observó llevarse las manos a la cabeza, como si ésta le doliera mucho.
–…yo… ¡agh! –Nana apretó más su agarre. –…duele mucho… ¿Quiénes son ellas? –
Elena alzó una ceja sin entender. –¿Ellas? –
Sin embargo, Nana no escuchaba sus palabras. En su mente comenzaban a repetirse imágenes que no recordaba haber vivido, pero que en el fondo sabía que habían ocurrido. Todo tipo de información comenzaba a agolparse en su mente, forzándola a recordar escenas del pasado que creía haber olvidado con su amnesia.
Y repentinamente, todo se puso negro.
"–Oh, querida, ese vestido se te ve genial. –la hermosa peli platina que estaba a su lado sonreía animada. –Mamá estaría feliz de la vida al verte tan hermosa. –
Se sonrojó. –¡No digas cosas tan vergonzosas, hermana! –
Lavina Searlait río. –No son vergonzosas, son la verdad. –sus ojos eran de un precioso color verde mar. –¿Cuándo te casas? –
Nana se metió en los vestidores y se colocó su propia ropa. –En tres días. –
Lavina se sentó en las sillas que había en la salita de espera, tocando con amor su poco abultado vientre. –…Nana… ¿Qué dirías si te digo que estoy embarazada? –
La castaña salió tan rápido como pudo de los probadores, con su largo cabello revuelto y sus ojos brillándole con emoción. –¿Es eso cierto? –la peli platina asintió con una sonrisa. –¡Es genial, Lavi! –
Lavina Searlait ahora era Gokudera Lavina. Ella era la media hermana mayor de Nana y quien siempre estuvo junto a ella en los momentos más difíciles. Ellas eran muy unidas, tanto que hasta les parecía divertido el que ambas hubieran terminado involucradas con los Vongola. Giotto y G, para ser más precisas.
–¿No te molesta el haberte enterado de lo de Gio y Alaude? –
Sonrío. –¿Tú que tal con lo de G y Asari? –Nana se recogió el cabello en una coleta y miró a su hermana. –No teníamos otra opción, Lavi. –la castaña suspiró y se sentó en la otra silla libre. –Ambas amamos a hombres que lo único que nos dejaran son a nuestros hijos. –su gesto se volvió triste. –Pero no me arrepiento de casarme con Gio, pero sí me preocupan sus sentimientos por Alaude. –
–¿Qué quieres decir? –
–Exactamente eso. No sé qué tan bien este que me case con Giotto si él ama tanto a Alaude. –
–…sí, entiendo lo que dices. G no me quiso escuchar cuando le dije que debía hablar con Asari. –la oji verde se acomodó un mechón de largo cabello platino. –Incluso Anissa habló con él antes de su boda, pero Asari tampoco la escuchó. –
Anissa Ugetsu era la esposa de Asari. Ella era una mujer agradable y dulce que podía compararse en nobleza a las hermanas Searlait. Era preciosa, alegre y comprensiva. Además, era una estupenda artista marcial que había sido amiga de Fon desde que era niña. De hecho, hasta hacía muy poco ella había pertenecido a la misma mafia China que Fon, pero la dejó cuando se casó con Asari.
–Es que no tienen remedio. –Anissa apareció con su largo cabello negro atado en una coleta alta, llevaba un vaporoso vestido celeste y acariciaba su estómago con una sonrisa amable. –¿Verdad, Elena? –
La rubia se río entre dientes. –No sé qué decirte. –admitió con serenidad. –Solo sé que todas son muy valientes por aceptar los términos de mis amigos. –les dedicó una sonrisa que pareció más una mueca triste. –Gracias por estar con ellos a pesar de saber la verdad. –
Lavina sonrío también. –No hay por qué agradecer. En cierta manera los amamos también, a pesar de entender lo que pasa. –
Nana se acercó a ellas para saludar al pequeño Mukuro que dormía plácidamente en brazos de su madre. El pequeño ya casi tenía dos años, y estaba por convertirse en el hermano mayor de una niña.
–¿Ya elegiste nombre para tú segundo bebé, Elena? –preguntó Lavina al estar cerca de sus amigas.
La rubia negó con la cabeza. –No, pero quería preguntárselos a ustedes. –
Anissa sonrío. –¿Qué tal Nagi? –
–Suena lindo. –asintió Elena. –¡Pero tú te harás responsable de su entrenamiento! –
Anissa soltó una carcajada mientras asentía.
Nana las observó a todas con una sonrisa, sin poder evitar pensar que ese momento lo atesoraría por siempre en su memoria. Quizás no tenía nada de especial, pero para ella fue muy lindo ver a todas sus amigas reunidas ahí por ella, dispuestas a compartir un momento tan bonito como elegir su vestido de bodas. Incluso ella se sintió dichosa de poder verlas a todas embarazadas, tan felices y radiantes a la espera de sus hijos.
Y ella deseó fervientemente poder sentir lo mismo que ellas en un futuro cercano."
Colonello se levantó de su asiento cuando se dio cuenta de que Nana llevaba más de medio viaje inconsciente. Verde la tenía recostada en una de las habitaciones privadas del avión, revisando un montón de cosas que él no entendía, pero que Mammon sí parecía comprender.
–¿Cómo está-kora? –preguntó al entrar en la estancia.
Verde no se giró. –Esta mujer no está amnésica por el accidente, alguien probó en ella una droga experimental. –
Colonello abrió la boca con desdén. –¡¿Cómo has dicho-kora?! –
–La droga ha comenzado a perder efecto y su memoria se está reestableciendo poco a poco. Todo esto que le está pasando son los efectos de lo que le hicieron desvaneciéndose. –explicó el Arcobaleno del rayo.
–En otras palabras, a ella la forzaron a olvidar quién era. –resumió Víper desde una esquina del cuarto.
Colonello solo pudo pensar en lo furioso que estaría Reborn cuando supiera lo que Iemitsu le hizo a Nana. El rubio miró por última vez a sus compañeros y salió para buscar a Elena y a Lal. Sabía de antemano que Mammon hablaría con los Varia, así que él se ahorraría el mal trago. Ya suficiente tendría con la furia de su prometida como para soportar a Xanxus.
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Estando ahí parado, con cara de ido y los nervios a mil, Yamamoto Takeshi se preguntó el cómo Mukuro reunió el valor para entrar a ese edificio. Es decir, la estructura era impresionante y parecía que te comería en cualquier momento. Eso o su mente ya le estaba jugando malas pasadas por el terror que lo invadía.
El beisbolista se preguntó si su vestimenta sería la correcta. Había elegido un conjunto muy acorde a él, que solo consistía en un pantalón de mezclilla y una camiseta turquesa. Llevaba tenis blancos y el cabello húmedo por haberse salido de la mansión recién bañado.
'¿En serio es el momento de preguntarme estás cosas?' Se reclamó en su mente, aún indeciso de si debía o no entrar a la empresa. 'Puedo venir cualquier otro día, ¿Verdad?'
El muchacho sonrío al optar por esa opción.
Sí, volvería otro día, en muchos años más.
–¿Takeshi? –G lo miró sorprendido desde el interior del edificio. –¿Qué haces aquí? –
El pelinegro supo en ese momento que el destino lo odiaba. –…ah, G-san. –dijo a modo de saludo, a la par que cruzaba la entrada del recinto con especial nerviosismo. –Yo…bueno, yo solo quería saber si Asari-san está disponible. –
El pelirrojo sintió que aquello era una especie de deja-vu. –Sí, justo ahora está desocupado. –lo miró dubitativo. –¿Quieres que te guie hasta su oficina? –preguntó inseguro.
El pelinegro estuvo tentado en decir que no, pero más valía que lo hiciera ahora. Igual si regresaba a casa sin haberlo intentado se sentiría mal. Y también Reborn lo perseguiría por toda Namimori por cobarde.
Así que por ello decidió asentir con una sonrisa, pues temía que si abría la boca podría terminar diciendo que no. G lo guío por muchísimos pasillos que no sabía en qué se diferenciaban, pero que igual le pareció que estaban muy bien decorados.
–Oye, G, Giotto quiere que vayas a buscar a Lampo. –por uno de los pasillos se acercaba Knuckle con unos archivos en brazos. –Oh, pero si es Takeshi. –
–Buenos días. –saludó cordial.
G no pudo evitar pensar que ese muchacho era mucho más educado que Mukuro. –¿Puedes encargarte tú? Estoy llevando a Takeshi hasta la oficina de Ugetsu. –
Knuckle alzó una ceja pero no se negó. –De acuerdo. –
–Todos son agradables. –comentó el menor con una sonrisa al ver como el otro se alejaba con paso rápido. –Ahora entiendo por qué a Tsuna le gustaba estar aquí. –
G siguió su camino.
–Deberías ver cómo está Giotto desde que se fue. –Gokudera suspiró. –¿Podrías decirle que no fue la intención de Spade hacer llorar a Mukuro? –
El muchacho lo dudó un momento, puesto que a él tampoco le hacía mucha gracia lo ocurrido. Pero al final sabía que no podían juzgar así como así a Daemon. Es decir, Tsuna también estaba muy triste desde que dejó de ir a las empresas a trabajar. Y Takeshi sospechaba que era porque a él le gustaba estar con Giotto.
–…bueno, será difícil. Sé que quizás Daemon-san no quiso lastimar a Mukuro, pero para nosotros es imperdonable que alguien haga llorar a uno de los nuestros. –sonrío un poco. –¿Por qué mejor no le dice a Daemon-san que le escriba una carta a Tsuna y yo se la llevo? –propuso alegre.
–Se lo diré. –sonrío, luego se detuvo frente a una puerta que no tenía nada diferente de las demás. –¡Hey, Asari! –entró sin tocar la puerta, dejándola abierta para que Takeshi pudiera asomarse. –Tienes visitas. –
Ugetsu se sobresaltó cuando G irrumpió de esa forma en su oficina. Por aquel momento se encontraba acomodando unos archivos en las carpetas que tenía abiertas sobre su escritorio. –Me has dado un susto de muerte, G. –
El pelirrojo señaló a Takeshi, quien estaba parado en el umbral de la puerta sin saber qué hacer. –Tú visita. –el oji rojo se aceró al menor para obligarlo a entrar en la estancia, se dio la vuelta y se fue cerrando la puerta tras de sí. –¡Me buscas cuando termines, Takeshi! –le gritó desde el pasillo.
Asari parpadeó confundido antes de sonreír. –¿Quieres sentarte? –
–¿Eh? Sí, sí. –le sonrío nervioso. –Siento haber venido sin avisar, pero lo que quería hablar con usted no podía esperar. –
Asari Ugetsu alzó una ceja con extrañeza. –Bien, toma asiento. –ambos se sentaron en los cómodos sillones de la oficina. Lo único que los separaba era la mesita de centro.
–Te escucho. –
Takeshi se aclaró la garganta.
–¿Usted conoció a Yamamoto Tsuyoshi, el gran espadachín que trabajó para Vongola en su juventud? –
Asari parpadeó antes de sonreír. –Claro, él fue mi padre adoptivo, ¿por qué me lo preguntas? –
¡Reborn tenía razón!
Todo el tiempo él mismo tuvo razón. Sonrío un poco al darse cuenta de que su búsqueda había terminado. Por fin había encontrado aquello que buscaba. Y mientras pensaba en ello, sucedió. Sucedió que cayó en la cuenta de lo que significaban esas palabras. Se dio cuenta de que no estaba equivocado. Confirmó, por tercera vez, que había acertado al hacerle caso a Reborn.
Y entonces su llanto comenzó.
–¡¿Por qué lloras?! –Ugetsu se levantó tan rápido como pudo. –¡¿Te duele algo?! ¿Quieres que llame a un médico? –
Takeshi negó con la cabeza, mostrándole una sonrisa tan amplia que desconcertó a Asari.
–…estoy muy feliz, eso es todo. –
–¿De qué hablas? –se sentó a su lado para pasar un brazo por sus hombros. –Creo que no te entiendo. –
–Yo soy el niño que fue criado por Yamamoto Tsuyoshi, aquel bebé que su padre no pudo cuidar porque tenía miedo de que le hicieran daño. –el chico lo miró. –Soy el niño que Yamamoto Tsuyoshi crío como a su nieto. –del bolsillo de su pantalón de mezclilla sacó una pequeña cajita que contenía un collar de oro. Ese obsequio que Asari le hizo a su bebé el día en que se lo dejó a Tsuyoshi. Ese collar era único en el mundo, él se lo había mandado a hacer a su hijo especialmente.
Y Asari lo comprendió entonces.
Se levantó con lentitud, observando fijamente la expresión del adolescente. Lo contempló como si fuera la primera vez que lo veía, a la par que su corazón comenzaba a bombear sangre con muchísima más fuerza. Su emoción comenzaba a ganarle, entendiendo lo que el menor le estaba diciendo.
–Tú eres mi hijo. –susurró con los ojos llenos de lágrimas, abrazándolo tan fuerte como pudo.
Takeshi dejó que su padre lo apretase tan fuerte como quisiese, escuchando el llanto que acompañaba al suyo. Apretó la pequeña cajita entre sus manos, sintiendo como el alivio comenzaba a invadirlo al saber que Reborn tenía razón.
–¿Cómo lo supiste? –le cuestionó al separarse de él.
–Reborn me alentó a hacerlo. Yo…yo comencé a sospecharlo cuando supe que manejabas el mismo estilo que yo. –su sonrisa era amplia y emocionada. –Así que Reborn me dijo que lo intentara. –
Asari lo volvió a abrazar con todas sus fuerzas. Su corazón latía emocionado, llenándolo de una calidez indescriptible. Todos los años que pasó pensando en su hijo habían valido la pena, porque él era un chico increíble del que estaba profundamente orgulloso.
–Siempre quise conocerte…papá. –
Dudó un poco entre decirle por su nombre o llamarlo por como se merecía. Al final optó por decirle papá, puesto que pasó toda su infancia deseando poder usar esa palabra. Tsuyoshi siempre le dijo que debía usarla con aquel quien sacrificó todo por él, así que por eso ahí estaba, llamándolo como siempre quiso hacerlo. Y la calidez que lo invadió cuando Asari lo abrazó con más fuerza no podía compararla con nada, más que con el amor que sentía por él gracias a su abuelo.
Se acurrucó en él como solía hacerlo con Tsuyoshi cuando era niño, permitiéndose sentirse protegido por su padre.
Cerró los ojos con una sonrisa plasmada en su rostro, reflejando así toda su alegría.
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Movió sus piernas de adelante hacia atrás en un intento de calmar su inquietud. Escuchó con claridad el rechinido de la cama al hacerlo, hasta que se sintió irritado por el sonido. Se estiró cual gato, se echó hacia atrás en la cama y se acurrucó junto a Enma. Sin embargo, a los pocos segundos, se volvió a sentar al no sentirse cómodo con nada de lo que hacía.
–¿Estás bien? –le preguntó Yuni tras un par de segundos. –Pareces un poco exaltado. –
Tsuna apretó los labios. –Lo siento, es que parece ser que tengo exceso de energía. –río con nerviosismo.
Enma lo miró desde el colchón con rostro somnoliento. –Acabamos de volver de una tortura con Reborn, ¿cómo puedes decir que aún tienes energía para algo? –
–Por no decir que nos levantó a las tres de la mañana para hacernos correr hasta el bosque. –río Yuni. –Duramos entrenando cerca de siete horas. –la chica fijó su vista en el reloj que Tsuna tenía en su cómoda, el cual marcaba que ya eran las once de la mañana.
–No lo sé, es que me siento inquieto. –el castaño se levantó de la cama y se volvió a estirar. –Lo mejor será que salga a correr un poco, quizás eso me ayude a calmarme. –
Yuni sonrío. –Iría contigo, pero no siento ninguna parte de mi cuerpo. –
–Lo mismo digo. –musitó Enma enterrado entre las almohadas y las cobijas, negándose incluso a levantar la cabeza.
Sawada soltó una risita.
–Voy y vengo en una hora. –avisó. –Pueden quedarse en mí alcoba si lo prefieren, digo, solo verlos da pena. –
Yuni le lanzó una almohada que el chico esquivó con maestría. Entre risas abandonó la estancia, bajó las escaleras y salió de la mansión. Irse una hora no le vendría nada mal, sobre todo porque necesitaba pensar. Pensar en lo que significaba toda su situación para él.
'¿Por qué estoy tan inquieto?' Se preguntó mientras caminaba por la ladera del bosque, aquella que estaba cerca del parque. '¿En serio hice bien al alejarme así de Giotto-san?'
Tsuna no lograba entender por qué Giotto era tan importante para él, por qué lo quería tanto o por qué le dolía separarse de él. Su corazón se estrujaba cuando pensaba en que ya no lo volvería a ver, pero eso era lo mejor para Giotto y para todos los demás.
Tsuna se internó en el bosque sin notar que una sombra lo seguía de cerca. Caminó un par de pasos hasta que escuchó un extraño ruido tras él. Se giró, pero no logró percibir nada en los alrededores.
'¿Me lo habré imaginado?'
Se quedó quieto, alerta. Su intuición se había activado y ahora se sentía en peligro, pero no sabía si debía moverse o no. Había dejado sus guantes en su habitación y estaba solo, además de que no se veía en las posibilidades de correr porque justo en ese momento sus músculos decidieron sentirse adoloridos.
Un par de manos se colocaron sobre sus hombros, tensándolo aún más.
–…hola, hijo. –
El castaño se paralizó cuando la voz de Iemitsu resonó cerca de su oído izquierdo. Quiso girarse, pero el agarre sobre sus brazos se hizo más fuerte. Un agudo dolor lo recorrió cuando el rubio le encajó con fuerza las uñas en la piel, provocando que su terror fuera en aumento.
'…él…me va a matar.' Pensó cuando su padre lo giró por la fuerza.
El primer golpe lo sintió en el estómago. Un dolor punzante lo recorrió, dándose cuenta de que él acababa de apuñalarlo con toda su fuerza. Iemitsu lo pateó con rabia, lanzándolo contra unos árboles que estaban cerca. Tsuna sintió el impacto y tosió, luego se sentó para poder sacarse la espada corta que el otro usó en su contra.
Una gran cantidad de sangre brotó de la profunda herida.
–¿Aún eres tan valiente? –el rubio lo tomó por el cabello y lo alzó con odio. –¡¿Por qué tenías que nacer?! ¡Todo hubiera sido mejor si hubieras muerto! –le gritó. –Debí matarte cuando aún eras un bebé. –
Tsuna quería llorar porque no entendía el motivo por el que era odiado. Lo único que siempre deseó fue poder hacerlo sentir orgulloso. Siempre fue un niño tranquilo que evitaba darle problemas… Así que… ¿Por qué? ¿Por qué su padre lo odiaba tanto?
–¿Por…qué? –tosió sangre. –¿Qué…qué hice? –
Iemitsu chasqueó la lengua antes de volver a lanzarlo al piso. El menor trató de levantarse, porque sabía que si se quedaba ahí él lo mataría. Caminó tan rápido como pudo, adentrándose al bosque. Sabía que estaba en desventaja y que se estaba desangrando. Su situación era horrible y lo sabía.
–No puedes huir de mí, Tsunayoshi. –le dijo con burla. –¿Qué tal si jugamos un poco? –el mayor siguió el camino de sangre que su hijo iba dejando, así que sonrío. –Juguemos al cazador, Tsu. –con malicia cargó su pistola y la apuntó hacia el árbol en donde terminaba el rastro. –Tres disparos que te den y pierdes, así que no te muevas. –
Había sido una total suerte el haber visto a Tsunayoshi vagando solo cerca de la entrada al bosque. Al principio había salido porque Vincent le dijo que encontraría algo interesante en la ciudad, pero al final terminó encontrándose con su presa, por lo que decidió aprovechar su suerte al máximo para matar a su hijo. Y había que ver que él estaba bastante distraído, lo que le facilitó la misión de tomarlo por sorpresa.
–Uno. –el disparo resonó en todo el bosque, igual que el grito de Tsuna. –Dos. –sonrío tras disparar por segunda ocasión.
El castaño se arrodilló en el suelo cuando sintió el segundo impacto darle en el hombro derecho, mientras que el primero le había dado en la pierna izquierda. Observó sus alrededores, barajeando sus opciones. Se sostuvo de una rama cuando todo le dio vueltas, por lo que decidió que era el momento oportuno de comenzar a buscar una salida.
'¿A dónde va a dar esta laguna?' Se preguntó al ver el cauce, pero decidió tirarse en el agua al escuchar el tercer disparo.
Aguantó un grito cuando la bala le dio en el brazo izquierdo, pero para ese momento él ya estaba semi inconsciente dentro de la corriente de agua que lo arrastraba río abajo.
Con suerte y moriría lejos de Iemitsu.
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Dejó su lectura a un lado cuando el sonido del timbre lo irritó. Era evidente que nadie más había escuchado ese molesto sonido, así que se levantó del sofá con el ceño fruncido. Caminó hasta la puerta, desde donde pudo captar a la perfección el sonido de muchas voces conocidas. Kyoya chasqueó la lengua y abrió la puerta justo cuando Colonello se preparaba para patearla. A tiempo Hibari se quitó de su camino, pues el rubio salió disparado hasta la pared de enfrente, contra la cual chocó con mucha fuerza.
–Eso te pasa por idiota. –le dijo Lal con fastidio. –Te dije que no hicieras ninguna estupidez. –
Elena suspiró, cargando con ella su abrigo negro. En Namimori no hacía tanto frío como para traer semejante chaqueta, la cual traía consigo cuando Torikabuto y Víper la ayudaron a escapar de Francia.
–¿Quién es ella? –la nube señaló a Elena con un movimiento de su mano.
–Ella es Elena Spade, la esposa de Daemon Spade y la madre de Mukuro y Nagi. –explicó Fon con una sonrisa amable. –¿Te has estado alimentando bien, Kyoya? –
El muchacho chasqueó la lengua. –Sí…papá. –
El Arcobaleno sonrío, pero permaneció en silencio cuando Verde se acercó a ellos con Nana en brazos. –Siento interrumpir su linda reunión, pero necesito un lugar para establecer mi laboratorio y desintoxicar a esta mujer. –
Hibari se movió de la puerta para dejarles a todos el paso libre. Contempló con cierto recelo como los Arcobaleno, los Varia y Dino entraban en la mansión uno detrás del otro. Las últimas en entrar fueron Lal, Aria y Elena, quienes se dijeron algo en tono bajo antes de pasar a la sala que ya comenzaba a ser todo un caos.
–¿Por qué dejaste entrar a Colonello y a Skull? –la pregunta fue lanzada desde la cima de las escaleras, desde donde Reborn era perfectamente capaz de observar al menor. –Esos dos deben dormir en el jardín. –una sonrisa sádica apareció en su rostro.
–Papá llegó con ellos… ¿Sabes lo que me haría si les cierro la puerta en la cara a esos dos? –
Kyoya podría ser todo lo violento e insensible que quisieran, pero jamás en la vida se atrevería a hacer enojar a Fon. En primer lugar, él era un Arcobaleno, por lo tanto un carnívoro. En segundo, jamás de los nuncas volvería a someterse a un discurso de la amistad y el amor impartido por su padre. Y en tercero, Fon era temible. No por nada era el hombre que tenía en la palma de su mano al hitman número uno de la mafia.
–…tienes razón. –cedió el otro, a la par que llegaba hasta donde Hibari. –Has hecho una gran elección. –Reborn posó su mano en el hombro del contrario, mientras ambos intercambiaban una mirada significativa, acordando en silencio ser lo más prudentes que pudieran para evitar la furia de Fon.
Sí, y eso incluía no molestar a Skull.
Los dos caminaron hasta la sala, dándose cuenta de que ahí ya estaba Yuni abrazándose de Aria. Enma conversaba con Fon, mientras que Nagi se abrazaba con efusividad a Elena. Ambas lloraban alegres, siendo observadas por Mukuro, quien sonreía ligeramente al ver a su madre sana y salva.
–¿Qué sucede con Nana? –Verde se sobresaltó cuando Reborn se colocó a su lado. –¿Por qué está así? –
El peli verde suspiró. –Durante el viaje estuve revisándola con atención. –dijo con tono serio. –Le hice muchas pruebas, así que me di cuenta de que la estaban drogando con un medicamento especial que reprimía su memoria. Investigué sobre ello y descubrí que esto era parte de los experimentos de Estraneo. –
–Por lo que se puede resumir a que Iemitsu se los estuvo suministrando. –
Verde asintió. –Su efecto ha comenzado a desvanecerse porque ya no se los están dando y porque ha tenido contacto con gente que conoció en el pasado. –
Reborn se sobó las sienes.
–¿En dónde está Dame-Tsuna? –preguntó a los que estaban ahí presentes.
Mukuro se separó de Elena para observar al hitman, luego se encogió de hombros. Desde que habían regresado del bosque que no lo veía. Lo único que sabía es que lo vio yéndose a su alcoba, seguido de Enma y Yuni.
–Dijo que iba a salir a correr. –respondió el pelirrojo. –Yuni y yo nos sentíamos cansados, así que preferimos quedarnos en su alcoba viendo películas. –
Reborn apretó los labios sintiéndose inquieto. –¿Alguien los vio llegar al aeropuerto? –
Colonello soltó una risa sardónica. –No lo sé… ¿Quizás todo el mundo que estaba ahí? –
Lal lo golpeó al comprender lo que Reborn quería decir. Miró con el ceño fruncido al rubio y le advirtió con una mirada mortal que no volviera a abrir la boca. Luego, se giró de nuevo hacia el hitman. –Mammon y yo vimos a un par de personas sospechosas, pero no se nos acercaron. –explicó la peli azul. –Nos dimos cuenta de que querían algo, pero se fueron tan rápido como vieron a Nana y a Elena. –
–Kyoya, avísale a todos que es de suma importancia encontrar ahora mismo a Tsunayoshi. –ordenó con dureza. –Eso incluye a Takeshi. –
La nube obedeció cuando comprendió que su cielo estaba en peligro, por lo que de inmediato sacó su celular para contactar con Takeshi. De reojo vio como Yuni subía las escaleras deprisa para avisar a Hayato y a Ryohei, quienes aún estaban en los pisos superiores.
–Enma, comunícate con Zakuro y dile que lo necesito aquí de inmediato. –Reborn se giró hacia Verde. –Y tú, sígueme, llevaremos a Nana al área médica de la mansión. –
Nadie rechistó cuando cayeron en la cuenta de que Tsunayoshi podía estar en peligro. Es decir, Enma calculaba que su amigo llevaba fuera cerca de cinco horas, cuando él claramente había dicho que regresaría en una hora como máximo.
–¿Nosotros qué hacemos? –preguntó Squalo con el ceño fruncido.
–Divídanse en siete grupos y salgan a buscarlo. –Reborn miró a todos con expresión sombría. –Tengo un mal presentimiento desde esta mañana, pero no creí que esto involucrara a Tsuna. –
El pelinegro abandonó la sala con Verde siguiéndolo de cerca, mientras Colonello y Lal lo ayudaban con Nana. El resto de los presentes procedieron a acatar las órdenes, esperanzados de que llegarían a tiempo antes de que Tsuna estuviera en riesgo.
–Vamos. –ordenó Xanxus a la par que abandonaba la estancia con todo Varia siguiéndolo.
Enma apretó los labios con preocupación, lamentando el momento en el que le permitió a su amigo irse él solo.
'Por favor, Tsuna, que no te haya pasado nada.' Pidió en su mente con temor, alejándose de todos para poder hablar con Zakuro.
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Se levantó alarmado tras colgar con Kyoya. Se colocó deprisa la chaqueta que llevaba amarrada a la cintura, guardó su celular en el bolsillo izquierdo de su pantalón y salió de la oficina de Asari. Observó aturdido para todos lados, sintiendo como su corazón latía desbocado.
–¿Ya te vas, Takeshi? –la amable voz de Giotto lo sobresaltó.
–¿Estás bien, hijo? –Asari lo miró con preocupación, pues el rostro del menor estaba más pálido que nunca. –Estás temblando. –
Yamamoto Takeshi sintió que por primera vez en su vida no podía mantener la calma. Su miedo lo estaba dominando y no podía pensar con claridad.
"–La mayoría han llegado a la ciudad, pero el problema es que Tsunayoshi está desaparecido. Reborn creé que puede estar en peligro, puesto que alguien más se dio cuenta de que todos están aquí. –" Aquello se lo había dicho Kyoya cuando atendió la llamada, y supo que las cosas estaban realmente mal porque su hermano sonaba tenso y preocupado.
–Se trata de Tsuna. –dijo con la voz temblorosa. –…él, nadie lo ha visto desde esta mañana. –dijo con inquietud. –Yo…debo irme. Tsuna me necesita, lo sé. –
Giotto lo sujetó del brazo con su intuición martilleándole la cabeza. –Iré contigo. –la expresión del rubio no era tan diferente de la de Yamamoto, quien asintió despacio ante la repentina petición.
–Nosotros también nos unimos. –G apareció por el pasillo con Knuckle a su lado. –Reborn acaba de llamar para pedirnos ayuda. Al parecer las cosas están realmente mal y necesitan encontrar al chico rápido. –
El rostro de Takeshi palideció aún más, sintiendo como todo a su alrededor daba vueltas. –Iemitsu lo encontró. –susurró con un nudo en la garganta. –¡Hay que darnos prisa! –
No esperó más respuesta y se fue corriendo escaleras abajo. Tras él iban los demás, mientras G llamaba a Alaude por órdenes de Giotto. Tras una corta conversación se decidió que Hibari Alaude investigaría junto a Reborn los bosques de la ciudad, mientras que ellos se enfocarían en los sitios cercanos al Instituto Namimori.
'Por favor, Tsuna, tienes que estar bien.' Giotto sabía que pensar eso era una estupidez, sobre todo cuando su intuición estaba gritándole que Tsunayoshi estaba mal. Pero en el fondo quería creer que su híper intuición podía fallar de vez en cuando.
Y está vez rogaba porque así fuera.
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Tosió con fuerza toda el agua que se había tragado durante su pequeño viaje acuático. Tras hacer un esfuerzo sobrehumano logró sentarse entre unos matorrales, sintiendo el horrible frío calándole hasta los huesos. Observó su ropa rasgada y llena de sangre, mientras sentía como su consciencia bailaba entre la oscuridad y la luz del sol que comenzaba a menguar.
'…voy a morir.' Pensó cuando vio el charco de sangre sobre el que estaba sentado. 'Iemitsu lo logró esta vez.'
Una sonrisa se estiró en sus labios a pesar del dolor.
La verdad es que hubiera deseado poder ver una vez más a Giotto, pues sentía que debía hacerlo. También le habría gustado decirle todo lo que sentía a Kyoya. A él le habría gustado hacer muchas cosas todavía.
'¿Qué puedo hacer?' Tsuna trató de moverse pero no pudo. Sus músculos estaban agotados, además de que estaba débil por las hemorragias.
El sueño comenzó a invadirlo, alejando de él el frío y el dolor.
¿Estaría bien si se dejaba abrazar por esa oscuridad?
Sonrío un poco.
Sí, estaba bien.
Su respiración se hizo mucho más suave, imperceptible. Y él finalmente cerró los ojos, dejándose envolver por esa calidez engañosa.
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Continuará…
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¡Hola gente!
Han pasado siglos desde que actualicé esta historia, pero hace poco recuperé la inspiración y decidí aprovecharla al máximo.
En fin, no los entretengo más y paso a mi parte favorita de las notas de autor… ¡Los agradecimientos!
Fan Tsunachan XD.
Kasl.
mel-yug15.
filipalope88.
SaKuriMo0n.
Guest.
Amudoki.
dafnemm.
Shiho-Akemi.
Guest.
Por esta ocasión no he contestado directamente ningún comentario porque, como se habrán dado cuenta, el capítulo es diferente y no hubo 2700. Así pues, eso se los guardó para más adelante. Igual los adoró a todos y espero el capítulo de hoy haya sido de su agrado (en caso de que esta historia aún tenga lectores) y me disculpo un montón por no haber actualizado esta historia.
Espero estén todos muy bien, nos leemos en la próxima.
Ciao, ciao ;)