¡CAPÍTULO FINAL!

AHHH, estoy muy feliz de haber llegado hasta aquí con todas vosotras. Millones de gracias por todo el apoyo constante recibido. Sois ENORMES, puro amor (L)

Espero que hayáis disfrutado todo el fic. Y espero veros en la siguiente Traduccion Dramione (¡entre mañana y pasado subiré el primer cap!)

¡Millones de besos y millones de gracias!

Disclaimer: Ni los personajes que le pertenecen a la maravillosa J.K Rowling ni la trama de esta fantástica historia que le pertenece a IcyPanther (encontrareis el enlace a la historia original en historias favoritas, en mi perfil), son de mi propiedad, yo sólo traduzco la historia para que pueda llegar a más gente.


.- Una historia de IcyPanther -.


Capítulo 38 – It's Over (Se acabó)

Harry y Draco descubrieron que no sólo se preguntaron cuanto más podrían aguantar. Si no que lo experimentaron. Y no fue nada agradable. A diferencia de cuando habían sido niños y los días les pasaban volando, con Hermione los días se alargaban.

En el transcurso de la semana Hermione continuó causando estragos y terror en el colegio (por supuesto, no intencionadamente). Simplemente tenía un don para las travesuras al igual que Draco lo tenía para los accidentes y Harry había tenido el problema de la influencia de Ron.

El pequeño demonio de Hermione había conseguido destruir la lechucería. Aunque no fue exactamente su culpa. Harry la había llevado para que conociera a Hedwig mientras Draco se quedaba durmiendo en la sala común (después de haber estado toda la noche anterior reconfortando a Hermione porque esta había tenido una pesadilla).

Pero la suerte quiso que Hermione resbalara con una montaña de excremento de lechuza y se estrellara contra los bastidores de las aves que estaban descansando tranquilamente. Las pobres graznaron ruidosamente por el miedo y rápidamente se dieron a la fuga, muchas estrellándose contra las paredes ante la necesidad de escapar. Y a medida que ese bastidor fue cediendo, lo hizo el de al lado y el de al lado…

Y el último, que tenía un gran hueco detrás de él se estrelló contra una de las paredes del lateral, justo en la ventana y la antigua pared se había derribado. Y como no había una ventana para equilibrar el marco toda la estructura se había desmoronado y caído al suelo. Y como eso había sucedido, el tejado no tenía ningún apoyo así que se derrumbó, arrasando con todo.

Harry había conseguido salir con Hermione a tiempo de la lechucería antes de ser aplastados. El Vestíbulo estaba bloqueado y todas las lechuzas se habían trasladado a un armario situado junto al Gran Comedor. No fue agradable… ahora Filch repartía más castigos que nunca a causa de su mal humor. ¿Quién no lo estaría si ahora siempre estaba recogiendo excremento de lechuza?

Lavender y Hermione se habían inventado un nuevo juego esa semana. Lo llamaron C.M.S.S, lo que venía siendo Conversaciones Molestas y Sin Sentido. Básicamente el objetivo del mismo era hablar sin sentido a ver cuál de sus tutores cedía primero. Draco lo hizo, después de una hora de escuchar a Lavender hablar: "Con cacahuetes puede hacer el pastel de pepinillos mientras unos trozos de piña tocan el piano a un lado. Colocas ciruelas y melocotones en el plato y…" eso había sido lo último que escuchó Draco antes de lanzarle un hechizo silenciador a la niña delante de McGonagall. Se les añadieron dos castigos más a su, cada vez, más larga lista.

El último en salirse de sus casillas fue Terry, que de laguna manera se las había arreglado para hacer oídos sordos a la incesante cháchara. Pero una vez que Harry había caído en la trampa (el segundo día del juego durante el desayuno) desde entonces le había sido más complicado hacer caso omiso de las niñas. Uno de esos días durante la clase de Pociones había gritado: "¡ME RINDO!" e inmediatamente fue castigado por interrumpir la armonía del aula.

Caramelo ahora era mucho más dócil, realmente vivía asustado y se escondía en la habitación de Harry para alejarse de Hermione. Desde que había recubierto al cachorro de compresas, el pobre estaba bastante aterrorizado de que volviera a ocurrir algo semejante y se había mantenido al margen del foco del problema.

Blaise había empezado a hablar un poco más. Poco a poco sus asentimientos de cabeza se fueron convirtiendo en "sí" y sus sacudidas de cabeza en "no". También había empezado a participar más en los juegos de Lav y Mione, aunque los jóvenes no estaban seguros que eso fuera la mejor idea… Afortunadamente, parecía que el pequeño Slytherin no se influía por las travesuras de las niñas y se mantenía calmado y tranquilo.

Otras de las cosas que Hermione les había causado a Harry y Draco fue esparcir las llamas por toda la sala común, por haber empujado accidentalmente la alfombra dentro de la chimenea, mientras estaba persiguiendo a Crookshanks y apresuradamente la había sacado de allí sin percatarse de las llamas que la estaban consumiendo. La sala se llenó de humo en cuestión de minutos y los tres tuvieron que salir corriendo de ahí. Sin embargo, pudieron volver a vivir allí esa misma noche, a pesar de los daños por el humo y la madera carbonizada.

Peeves y Hermione habían hecho una alianza de una noche y habían inundado con éxito todo el nivel inferior de Hogwarts con globos de agua. Muchos globos de agua. Hermione había sido incluida en la lista negra de Snape durante unos cuantos días y la única razón por la que no la había matado fue porque se había escondido detrás de Draco.

El Slytherin había estado volando en escoba con ella durante toda la semana… y no había ido del todo bien. Tanto él como Harry esperaban que así superara su miedo a las alturas. Pero su plan fracasó cuando Hermione se cayó de la escoba en una inmersión y tuvo que estar en la enfermería durante todo un día por una fractura de tobillo. En todo caso, ahora estaba aún más aterrorizada. Y no lo arregló el hecho de que un día en la clase de Encantamientos un objeto malogrado de Neville saliera volando a toda velocidad golpeando a Hermione y lanzándola por la ventana. No era una gran caída, pero aun así era más de un metro de caída libre.

Varias cosas buenas habían pasado gracias a los peligros en los que se metía Hermione a ella misma y a los demás. Por un lado, las "tiritas" se habían convertido en un artículo imprescindible y los estudiantes siempre llevaban unas cuantas encima.

Las capsulas que te habían invisible de los gemelos Weasley también habían sido un gran éxito. Siempre que los estudiantes veían llegar a Hermione las utilizaban para desaparecer.

La enfermería se veía ahora como un sitio peligroso en lugar del sitio seguro que todos solían conocer. Porque si Harry o Draco terminaban allí a causa de una de las travesuras de Hermione, era seguro que ella también estaría allí. Y eso no era un pensamiento muy reconfortante para nadie.

Hermione también (y esta había sido su travesura favorita) logró hacerse con algún colorante de color rosa de las cocinas que los elfos domésticos normalmente utilizaban para hacer las galletas de San Valentín. Y mientras Draco estaba tomando un baño (sí, un baño. Se había lesionado la pierna esa mañana mientras volaba y necesitaba sentirse en remojo) se había colado en el baño y se arrastró hasta Draco, que se había quedado dormido.

Volcando el contenido de la botellita, compuso una sonrisa al ver como el agua se transformaba inmediatamente en color rosa y se marchó del baño tan silenciosamente como había entrado. Cuando Harry le gritó a Draco que saliera del cuarto de baño; otras personas tenían que utilizarlo. Draco se despertó, metió la cabeza dentro del agua para enjuagársela y salió de la bañera. Sus gritos se escucharon unos segundos más tarde en cuanto se miró al espejo. Y así fue como el tinte rosa le duró varios días a Draco quien tuvo que aprender a vivir con ello.

Y ahora, ya habían pasado dos semanas. Eran las cinco de la madrugada de ese diecisiete de octubre y tanto Harry como Draco estaban sentados en el sofá observando el hueco del retrato de entrada, rezando para que McGongall apareciera pronto. Muy pronto.

- ¿A qué hora vino cuando yo era pequeño? – preguntó Harry, reprimiendo un bostezo.

- Cerca de las siete, creo. Tal vez a las seis y media. Realmente no lo sé.

Ambos volvieron a sumirse en el silencio, simplemente observando las manecillas del reloj que se movían lentamente, deseando que se movieran mucho más rápido.

- Ya son las seis. – dijo Harry un rato más tarde – Debería de estar aquí pronto.

- ¡Baja la voz! – le siseó Draco entre dientes - ¿Qué crees que pasaría si la despertáramos?

Harry cambió la voz a un susurró.

- Tienes razón. Bueno, son las seis. Voy a ir a vestirme. Cuando vuelva, puedes ir tú. – Draco asintió como única respuesta y volvió su atención al reloj. Pero la profesora de Transformaciones no se presentó durante ese rato ni el que Draco estuvo vistiéndose.

- ¿Dónde está? – gruñó Draco suavemente, paseándose por la sala común - ¿Nos hemos adelantado un día o algo así?

- No, no hemos podido adelantarnos. Hemos estado esperando esto desde el mismo día que Hermione se convirtió. E incluso Hermione lo marcó en el calendario antes de transformarse… así que tiene que ser hoy.

En ese mismo instante, la voz del bufón rompió el silencio de la madrugada… el más hermosos sonido que Harry y Draco habían escuchado nunca.

- La profesora McGonagall está aquí. ¿Debo dejarla entrar?

- ¡Sí! ¡Déjala entrar! - exclamó Harry, dando saltitos con entusiasmo. Con una sonrisa, Leviculus se abrió. La profesora entró en la sala común y fue recibida por dos, muy ansiosos por la poción, adolescentes.

- ¡Cogemos esto, profesora! – exclamó Draco, arrebatándole el frasquito con el líquido rojo de las manos a McGonagall - ¡Gracias!

- Todo el colegio se lo agradece. – dijo Harry solemnemente.

McGonagall asintió.

- Aseguraos de que se la bebe toda. Confío en veros a todos para el almuerzo. – y dicho esto la profesora se marcó por donde había venido, dejándoles a Draco y a Harry una nueva tarea: Darle la poción a Hermione.

Ambos entraron de puntillas en la habitación de la niña, donde Hermione estaba tumbada en su cama, con la respiración uniforme y pacífica.

- Dásela tú. – susurró Harry. Rodando los ojos, Draco descorchó el frasquito y se inclinó sobre los labios de Hermione, deslizando su mano libre detrás de la cabeza alzándola un poco para que no se ahogara. Fue entonces cuando Hermione hizo su movimiento.

- ¡HYYYAAAAAHHH!

Su pie derecho colisionó contra la mandíbula de Draco y siguió arremetiendo contra él ahora con un certero golpe en su estómago, antes de ponerse en pie de un salto sobre la cama, esquinándose contra la cabecera y con sus puños en alto.

- Eso duele. – gimió Draco, sobándose la nariz que afortunadamente no se había roto- ¿Por qué lo has hecho, Hermione?

La boca de la niña se descolgó.

- ¿Qué por qué? ¡Acabas de intentar envenenarme!

- No es veneno. – le dijo Harry con calma.

- ¿Entonces por qué estabais intentando dármelo mientras dormía?

Draco se sentó, con el frasquito en sus manos y con todo el líquido milagrosamente dentro.

- Sabíamos que no querrías bebértela, así que estábamos dándotela sin que lo supieras. Ahora bébetela. – le ordenó el Slytherin, sosteniendo la botellita en el aire para que ella la tomara.

- No. – le contestó Hermione obstinadamente - ¡No puedes obligarme! ¡Y no voy a bebérmelo!

- Tienes que hacerlo. – gruñó Harry – Sabes que sí podemos obligarte, pero no queremos hacerlo.

- No.

En un rápido movimiento, Draco había agarrado el tobillo de Hermione y tiró de sus piernas haciendo que la niña cayera sobre la cama. Se movió con rapidez situándose sobre su estómago, con las rodillas bloqueando el movimiento de sus brazos. Harry le tapó la nariz y espero a que abriera la boca para verter dentro la poción.

- Voy a tener un montón de moretones. – dijo Draco, mientras Hermione seguía pateándole la espalda - ¿Por qué no abre la boca?

- Está a punto de hacerlo. – anunció Harry, al ver como la lucha de Hermione moría al tiempo que iba perdiendo el oxígeno. Con un estremecimiento final, la niña abrió la boca en busca del tan necesitado aire. Fue entonces cuando Harry vertió la poción dentro. Obligándola a tragar, los dos chicos se quedaron completamente inmóviles en cuanto la poción empezó a hacer su efecto.

Segundos después, una adolescente Hermione yacía en la cama y ambos muchachos dejaron escapar sendos suspiros de alivio.

- Se acabó. – susurró Draco.

- Se acabó. – repitió Harry. Y entonces, se echó a reír.

- ¿Qué?

- ¿No crees que esa postura es un poco… eh no sé, incómoda?

Draco miró hacia abajo. Mientras Harry le había estado dando la poción a Hermione, sus manos se habían ido deslizando hasta agarrar sus brazos, acercando su cara a pocos centímetros de la de ella y tenía las piernas envueltas a su alrededor de una manera muy sugerente.

- No tiene gracia. – murmuró, incorporándose cuidadosamente, con un ligero rubor tiñendo sus mejillas. Harry sonrió al ver el rubor del Slytherin, pero decidió no mencionarlo. Aunque a escondidas y sin que Draco se diera cuenta había introducido la cámara en la habitación antes de nada y había tomado varias fotos. El Slytherin se marchó apresuradamente hacia la sala común.

- Más pruebas. – se dijo en voz muy baja, guardándose la cámara en el bolsillo – Me pregunto que hará Ginny con ellas. – y se marchó también hacia la sala común, donde encontró a Draco llorando. Inmediatamente entró en pánico. ¿Por qué estaría llorando? ¿El cambio de Hermione no era algo bueno?

- Ehh… ¿por qué lloras? – le preguntó directamente.

- Son lágrimas de felicidad. – gimoteó Draco.

Rodando los ojos, Harry se sentó al lado del Slytherin.

- ¿Quieres ir a desayunar? ¿O quedarte aquí?

- Realmente no estoy muy hambriento. – dijo Draco, echándose hacia atrás en el sofá – Aunque sí que estoy cansado. Pero como ya me he vestido es una tontería volver a la cama.

- Pensaba que podías dormir sin importar qué. – bromeó Harry – Durante las clases, de pie, en la escoba, jugando…

- Vale, bien. Sí que podría dormir. Pero nunca me he dormido en una escoba. – ante eso Harry resopló - ¡No lo he hecho! Pero bueno, ni siquiera estoy tan cansado, sólo agotado mentalmente. A pesar de que todo se va arreglar en estos días… ¿Verdad?

- Con suerte. – suspiró Harry, acariciando a Caramelo, que había llegado de la habitación de Harry en cuanto notó que la niña no estaba por la zona - ¿Cómo crees que se va a sentir Mione con todo esto?

- Muy avergonzada y espero que culpable. – dijo Draco con vehemencia – Después de todo el dolor y sufrimiento que hemos pasado, ella también debería sentirlo. - Harry compuso una mueca interior. A Ginny no le iba a gustar eso.

- No has querido decir eso, ¿verdad? – le preguntó.

Draco se limitó a asentir con la cabeza.

- Cada una de las palabras.

- Nunca me di cuenta de que odiaras tanto a Hermione. – dijo Harry, despreocupadamente.

Draco vaciló ante lo que iba a decir a continuación.

- No la odio. – dijo finalmente – Y tampoco espero que se sienta tan mal… sólo un poco culpable.

- ¿Te gusta?

El Slytherin observó a Harry de una manera extraña, aunque el chico de pelo negro mantuvo una expresión de inocencia y curiosidad en su rostro.

- Como amiga… sí me gusta.

Harry asintió.

- Eso era lo que te estaba preguntando. – "¡Se suponía que debía decir que le gustaba de otra manera! ¿Por qué estoy haciendo esto, Ginny? ¿Por qué?"

- ¿Qué intentas con todas esas preguntas sobre Hermione? – preguntó Draco, desconfiando de lo que Harry estaba intentando hacer.

- Bueno… me preguntaba que pensabas de ella ahora que había vuelto. Quiero decir, a ninguno de los dos nos gustaba mientras era una niña.

- Tenía sus momentos dulces cuando era pequeña. – señaló Draco – Me refiero a que ella nos tomó notas en la clase de Bins. No arruinó mis libros como pensaba que haría. Y realmente le gustaba que le cepillara el pelo…

"¡SÍ! ¡Oh, debo escribir esto antes de que se me olvide!"

- Espera un segundo, Draco. He olvidado cepillarme los dientes. – Harry se levantó del sofá, aunque Draco no le prestó atención ya que seguía enumerando las cosas que le gustaban de la Hermione pequeña.

Agarrando una pequeño librito y una pluma del bolsillo de su túnica, Harry apuntó:

- Ha admitido que Mione sólo le gusta como amiga.

- Se ha sonrojado cuando la hemos traído de vuelta. ¿Malfoy sonrojándose?

- Ha dicho que la Hermione pequeña tenía sus momentos dulces.

- Se ha sentido culpable de haberle deseado cosas malas.

Harry mordisqueó la pluma, ¿se dejaba algo? Nop… ahora a volver a interrogarlo.

- ¿Hablando solo? – preguntó el Gryffindor, saliendo del baño con el librito y la pluma a buen recaudo en el bolsillo de su túnica.

- No estaba hablando solo. Estaba hablando con mi yo, conmigo mismo y conmigo. En realidad éramos tres.

Harry puso los ojos en blanco.

- A veces me pregunto si todo este tiempo con Hermione ha arruinado tu cerebro. Creo que te has dado demasiados golpes en la cabeza.

- Ja, ja, muy gracioso. – le contestó Draco sarcásticamente - ¿Qué es esa repentina obsesión con cepillarse los dientes? Normalmente es Hermione la que la tiene, no tú.

- Simplemente quiero tener un aliento fresco. ¿Eso es un problema?

- ¿Ahora quién es el demente?

Harry lo fulminó con la mirada, pero permaneció en silencio. Sin embargo, después de unos segundos volvió a abrir la boca.

- He querido preguntarte algo desde hace algún tiempo.

- ¿Uhmm?

- ¿Recuerdas cuando me dejasteis con Snape como niñera?

Draco levantó la mirada de Sparkles, con un suave brillo en los ojos que rápidamente ocultó.

- Sí.

- ¿Por qué exactamente Snape tuvo que hacerme de niñera? ¿Dónde fuisteis tú y Hermione?

Draco se sonrojó. Harry parpadeó. No, el rubor todavía seguía allí.

- Hicimos trabajos de Prefecto. – dijo finalmente.

Harry arqueó una ceja.

- Entonces, ¿por qué estás sonrojado?

Sí, definitivamente algo de ese momento avergonzaba al Slytherin. Su leve sonrojo lentamente fue intensificándose. Draco sabía que era inútil mentir. Pero lo que nunca iba a hacer era hablarle de lo que casi había pasado esa noche.

- Salimos a los terrenos… había tormenta esa noche. Y ya sabes lo poco que me gustan. – Harry asintió, dándole a entender a Draco que continuara hablando – Básicamente fue eso. Salimos y Hermione intentó que me enfrentara a ello. Salió bien, supongo. – finalizó encogiéndose de hombros, ahora el rubor ya había desaparecido.

- Hay algo que no me estás contando…

- ¿Tengo que contártelo todo? – gruñó Draco.

Apresuradamente Harry se retiró.

- ¡No! Por supuesto que no. – y más suave añadió – Lo siento. No quería entrometerme.

Draco le ignoró, bajando la mirada hasta su dragón de peluche.

- Era por mi padre. – dijo tras un silencio de unos minutos – No era el trueno lo que temía. Si no a él.

Harry esperó pacientemente a que continuara, sabiendo que estaban pasando dos cosas. Una, que Draco estaba hablando y más serio de lo que parecía. Y dos, sabía que había algo que no le estaba diciendo, que era vergonzoso y que posiblemente implicaba a Hermione.

- Fue la primera vez que me pegó. Durante una tormenta. Es por eso que les tengo miedo. ¿Contento?

- Lo… siento. – era lo único que Harry podía pensar en decir. Y en un repentino impulso, agregó - ¿Quieres un abrazo?

Draco esbozó una débil sonrisa.

- ¿Tuyo? Creo que no.

Harry sonrió entre dientes.

- Tenía la sensación de que no lo querrías. ¿Querrías uno de Hermione?

- Posiblemente.

El Gryffindor rodó los ojos, pero lo dejó estar. El rubor ya había desaparecido por completo. Tal vez, Hermione se lo podría contar más tarde…

- ¿Quieres jugar una partida de ajedrez mientras esperamos a Hermione? Sería bueno no perder por una vez.

- Estás un poco confundido. – dijo Draco, conjurando el tablero desde la estantería – Nunca pierdo ante nadie al ajedrez.

- Yo sólo he perdido contra Ron. Desafortunadamente, él es al único al que le gusta jugar. Hermione se niega a hacerlo y nunca he tenido la oportunidad de jugar contra Ginny todavía.

- Entonces vamos a jugar, Potter.

Harry sonrió. ¿Así que Draco había vuelto a los apellidos? Esto debía ser serio.

- Vamos, Malfoy.

Tres horas más tarde…

Los dos chicos muy frustrados se estaban fulminando con la mirada desde el otro lado de la mesa, las piezas de ajedrez del tablero habían quedado en el cuarto punto muerto del día.

- ¿Por qué no puedo ganarte? – gruñó Draco, cogiendo uno de sus peones y lanzándoselo a Harry en la cabeza, la pequeña pieza de mármol soltó un gritito mientras sobrevolaba el aire.

El niño-que-sobrevivió se convirtió en el niño-que-se-agachó, esquivando la pieza que seguía gritando y que finalmente se estampó contra el sofá.

- Porque tengo habilidades superiores. – sonrió Harry.

- Entonces, ¿por qué no puedes ganarme?

- …

Se escuchó un ruido sordo.

Ambos levantaron la vista del tablero de ajedrez hacia la fuente del sonido. La puerta de Hermione.

- ¡Está despierta! – gritó Harry con entusiasmo, poniéndose en pie y dirigiéndose hacia el dormitorio de la chica. Pero cuando intentó girar el picaporte, la encontró cerrada – Se ha encerrado.

- ¿No eres muy observador, no? – comentó Draco sarcásticamente, caminando hacia el Gryffindor – No creo que quiera hablar con nosotros.

- Por favor, abre la puerta, Hermione. – le suplicó Harry.

No hubo respuesta.

- No vamos a matarte. – le dijo Draco confortablemente – Sólo a intentarlo.

- ¡No ha querido decir eso! – exclamó Harry, pateando a Draco en la espinilla – Sólo queremos verte.

Pero después de una hora sin todavía ninguna respuesta, Draco y Harry decidieron el mejor curso de acción.

- ¡Vamos a romper la puerta! – gritó Harry, sacando de nuevo su varita (que ya había usado para intentar desbloquear la puerta sin éxito) – Sólo queremos asegurarnos de que estás bien. – volviéndose hacia Draco, dijo - ¿Preparado?

- Vamos a volarla.

- ¡REDUCTO!- dijeron los dos al unísono, un chorro de luz brillante se disparó de sus varitas y destruyó la puerta al mínimo impacto. Ambos ingresaron apresuradamente en la habitación, observando salvajemente alrededor en busca de la chica. No fue difícil de encontrar… simplemente estaba acurrucada en la cama con la cara dirigida hacia la ventana.

- ¿Mione? – dijo Harry de manera vacilante, adentrándose en la oscura habitación.

- Vete. – susurró ella, con la voz cargada de lágrimas.

- No seas así. – la reprendió Draco – No es tan malo.

Hermione se incorporó y los observó. Su pelo estaba despeinado y colgaba sin fuerza por su espalda, aun con lágrimas en los ojos y las mejillas rojas de turbación.

- Es peor que malo. – dijo con vehemencia, con una chispa de la Hermione que conocían en sus ojos - ¡El colegio me odia!

- Nosotros no te odiamos. – la consoló Harry.

Incluso Draco sabía que no era el momento de bromear.

- Realmente no lo hacemos, Hermione. Y nadie lo hace.

- Entonces, están todos locos. – sollozó la chica - ¡Visteis lo que hice!

- Te perdonaran. – le dijo Harry suavemente, sentándose en la cama junto a Hermione.

- Ellos tal vez… pero no voy a poder perdonarme a mí misma. Voy a dejar Hogwarts. Me voy a casa.

- No podías evitar lo que hacías cuando eras pequeña. Nos dijiste que te portarías mal. Nos advertiste. Eso es lo mejor que podías haber hecho. – le dijo Draco – Creo que aquí nadie significa mucho para ti si estás dispuesta a tirar por la borda todo lo que has aprendido y todo el mundo que has conocido como si fuera basura. – Hermione abrió la boca para decir algo, pero Draco no había terminado – Me dijiste que yo te importaba. Puesto que planeas largarte debido a unas cuantas pequeñas travesuras que has ocasionado, ¿de repente no significo nada? ¿Todo el tiempo que pasaste conmigo cuando era pequeño no significó nada? ¿No te importa en absoluto? Porque si te importara, no herirías a tus amigos dejándolos.

- Yo… lo siento. – susurró Hermione, arrojándose a los brazos de Draco quien también se había sentado en la cama - ¡Lo siento mucho! – sollozó, enterrando la cara en su túnica.

Harry sonrió. No le importaba lo más mínimo que Hermione se hubiera lanzado a por Draco para buscar consuelo. Incluso el discurso del Slytherin había tocado a Harry, quien solo se dio cuenta de eso cuando no pudo ver nada a través de sus gafas, por su visión borrosa.

Se quedaron así durante unos minutos, los brazos de Draco alrededor del cuerpo de Hermione y ella agarrando fuertemente la parte delantera de su túnica con la cara enterrada en su pecho, mientras Harry al otro lado de la cama acariciaba sus rizos.

- Si me importas. – dijo Hermione en voz baja, removiéndose entre los brazos de Draco – Los dos. Lo sois todo para mí… lo siento por lo de antes. No abandonaré. Voy a quedarme y a demostrar que no me importa lo que haya pasado antes. Porque soy Hermione Granger y soy Gryffindor. ¡Y no os voy a dejar!

- ¡Ese es el espíritu! – se animó Harry.

- Malditos Gryffindors… - murmuró Draco.

Normalmente, Hermione habría aporreado a Draco por burlarse de su casa. Pero en su lugar, simplemente sonrió inclinándose hacia él y plantándole un beso en la mejilla, logrando que el rubor de Draco reapareciera de nuevo.

- Ahora largo vosotros dos, tengo que vestirme. – dijo Hermione empujando a Harry hasta la puerta, mientras Draco ya se estaba dirigiendo hacia allí. Cerró la puerta, sin poder dejar de sonreír para sí misma.

- ¿Por qué estás tan rojo? – preguntó Harry, observando con interés como Draco tomaba varias respiraciones para calmarse y hacer desaparecer el rubor.

- Tengo calor. – fue su única respuesta.

Harry sacudió la cabeza, pero se mantuvo en silencio.

Minutos más tarde, Hermione ya se había vestido, utilizado el baño, cepillado sus dientes y ya estaba lista para partir.

- ¿Estáis preparados? – preguntó alegremente, enlazando sus brazos con los dos chicos.

- No puedo creer que estés actuando así. – le dijo Harry – Casi das miedo.

- Me he dado cuenta que mis amigos no me odiaran sin importar qué. Y qué siempre me perdonaran. Me refiero a que después de todo, ¿qué podría hacer peor que todo lo que he hecho durante las últimas dos semanas?

- Convertirme en una tetera viviente está cerca de eso…

- ¡Te dije que lo sentía! Fue un accidente. Realmente no fue mi intención…

- Lo sé. No tienes que pedir disculpas otra vez.

- Sin embargo, pediré disculpas a todos los profesores. Y a todos los demás, ya que estoy. Demonios, debería hacer un anuncio púbico.

- Oh, oh. Está maldiciendo. Eres traviesa Hermione. – le dijo Draco, sacudiendo su dedo índice de la mano libre delante de ella - ¿Qué te dijimos Harry y yo sobre eso?

- Bastardo.

- Mala, chica mala.

- Sí que lo soy, ¿verdad?

Harry se desprendió un momento de ellos, dejándose caer al suelo y simulando que se estaba atando un zapato. Pero abriendo su librito, escribió:

- Draco le ha dado un discurso a Hermione. Realmente ha funcionado.

- La ha consolado.

- Están coqueteando mientras vamos por el pasillo a desayunar. Sin embargo, no estoy muy seguro que se estén dando cuenta de que lo están haciendo…

- ¡Eh! ¡Harry! ¿Vienes? ¿Cuánto tiempo necesitas para atarte un zapato? – gritó Draco. Harry levantó la mirada. Sus amigos estaban casi al final del pasillo.

- Tenía un nudo en los cordones. – se defendió, poniéndose en pie y apresurándose hasta allí.

Finalmente los tres llegaron al Gran Comedor.

- ¿Preparada para entrar? – dijo Harry, presionando las grandes puertas de madera. Hermione se detuvo un momento, mordiéndose el labio inferior.

- Sí. Vamos. – volviendo a enlazar el brazo con el de Harry (no había soltado el de Draco en ningún momento, algo que Harry estaba feliz de ver), Hermione abrió las puertas, ingresando en el bullicio del comedor. El incesante parloteó que había inundado el lugar, cesó completamente.

Caminando orgullosamente y con la cabeza bien alta, Hermione se dirigió a la mesa de Gryffindor, haciendo oídos sordos de los cuchicheos que se elevaban a su paso en el comedor.

Desenvolviendo sus brazos de los de los chicos al legar hasta el banco y se subió encima de este, a la espera de que todos guardaran silencio, mientras Harry y Draco se sentaban a cada lado de ella y Ginny al otro lado de Harry.

- Me gustaría decir… que lo siento. – dijo Hermione, con un hechizo amplificador de voz para no tener que gritar – Sé que lo que he hecho en estás dos semanas es horrible. En especial me gustaría pedir disculpas al profesor Dumbledore, a la profesora McGonagall, al profesor Flitwick, a la señora Pomfrey, a toda mi clase de Transformaciones, a mi clase de Encantamientos y a todos los demás. También por haber inundado la clase de Pociones y haber arruinado todas las cosas del profesor Snape y todos los problemas que causé en la enfermería. ¡Oh! ¡Y por la Lechucería! Sé que probablemente esto no significa mucho, pero realmente siento todo lo que hice. Y admito que fui yo la que destrozó la biblioteca. ¡Aunque fue un accidente! Gracias por haberme aguantado, incluso cuando no queríais hacerlo. Y por eso os vuelvo a dar las gracias y a pediros disculpas.

Hermione tomó asiento con un fuerte aplauso, así como con un par de silbidos y abucheos.

- No ha sido tan difícil. – dijo la chica sonriendo – Pásame las manzanas, Harry.

Tan pronto como el Gryffindor le pasó la bandeja con la fruta, Dumbledore se puso en pie para hacer su propio anuncio.

- Me gustaría anunciar algo. – dijo sonriendo, con los ojos brillantes – Como todos vosotros sabréis esta es la primer vez que Hogwarts imparte unas clases de "Paternidad". Y en mi opinión ha ido muy bien, excepto por algunas pequeñas complicaciones. Por lo tanto, el año que viene nuestros alumnos de sexto año, volverán a participar.

Ginny chilló de emoción mientras Ron gimoteaba.

- El año que viene también será muy largo…


- ¡Un aplauso para el grupo Tres! – exclamó Tobin, aplaudiendo alegremente con los demás estudiantes cuando Hermione, Harry y Draco volvieron a tomar asiento.

Acababan de terminar la presentación de su proyecto que habían realizado durante esa semana. Todas las cámaras habían sido depositadas en el despacho de Dumbledore, donde él había seleccionado y sacado todas las fotos y videos.

El grupo tres, había comenzado con las imágenes de un pequeño Draco y así sucesivamente ordenadas cronológicamente. Draco había pedido que pusieran la imagen de Hermione en tanga, pero finalmente la chica había amenazado con quemar la foto si alguna vez volvía a verla y el Slytherin, muy sabiamente, la había escondido en su habitación. La última parte del proyecto eran fotos de los tres en sus edades actuales durante los periodos de descanso, con amigos y profesores.

Los tres se dedicaron una sonrisa entre ellos en cuanto el grupo Cuatro fue a hacer su presentación. Ya se había acabado.


Esa misma noche, alrededor de las diez, dos personas se reunieron en el interior de un aula desierta del segundo piso, con los ojos brillantes en la oscuridad.

- ¿Has conseguido algo? – preguntó la figura más pequeña.

- Algo… - contestó la figura más alta, con una sonrisa formándose en sus labios.

- Bien. ¿Algo que podamos utilizar?

- Un montón.

- ¿Han admitido algo?

- Nada.

- ¿Incluso bajo tortura?

- No creo haber llegado a eso todavía…

- No tiene gracia. – dijo la pelirroja poniendo mala cara y sacándole la lengua a su novio – Hablo en serio. ¿Algo?

- Creo que sí. – dijo Harry, entregándole el librito, así como un par de fotos que había tomado – Aunque él no ha admitido nada. Dime… ¿sabes algo de lo que pasó cuando enviaron a Snape a hacerme de niñera? Draco se molestó mucho cuando le pregunté.

- Ni idea. ¿Crees que será algo jugoso?

- Probablemente.

- ¡Ooohh! ¡Tal vez se besaron!

Harry se atragantó con un trago de la botella de agua que acababa de tomar.

- ¿Crees que es eso?

- No lo sé. ¿Cómo estaban al día siguiente?

- Normales… supongo.

- Entonces no se besaron. De lo contrario, sabrían como el otro se sentiría y habrían intentado evitarse. Pero algo pasó…

- ¿Pero qué?

- Ni idea. – suspiró Ginny, devolviéndole el librito a Harry - ¿Alguna sugerencia?

- Ninguna.

Los dos dejaron escapar un gemido de frustración en completa sincronía.

Dos de sus amigos estaban enamorados. Pero ninguno de ellos quería admitirlo. Y nunca sabrían cómo se sentía el otro si ninguno de los dos admitía nada. Algo que nadie veía que podía pasar en un futuro cercano.

Parecía que era el momento de que Ginny y Harry intervinieran. Y estaban preparados para hacerlo. Paso a paso.


Espero que os haya gustado y ya sabéis que si queréis que traduzca la secuela tenéis que insistirle un poco a Icy, tal vez viendo que ha vuelto a generar interés su historia se anima a hacerlo :D Yo estaré aquí preparada para cuando eso pase!

En fin, la pregunta del millón; ¿Qué niño a sido vuestro favorito? (Yo me quedo con Draco, es tan adorable y comestible... awww)

Estaría muy agradecida si le dejarais un review a Icy diciéndole aunque sea un "I love it", me harías muy feliz a mí, pero sobretodo a ella que es quien se merece el merito por esta genial y divertida historia.

Espero veros a todos mañana en la nueva traducción "Lady of de Lake" de "Colubrina" :D

¡Millones de besos, abrazos y gracias!

Contestación a los reviews sin cuenta:

Karla: Me alegra que te haya gustado la historia y sí ahora es tiempo de acosar a la autora para que continúe la secuela... Yo estaré esperando para hacerlo ;P Por ciertooo, si eres tú la que me dejaste un review en ¿Pesadillas? Tengo que decirte que en estás dos semanas siguiente que vienen actualizaré :D Mil gracias por los reviews y un millón de besos!

SALESIA: AWWW eres tan adorable que incluso sin tiempo siempre te pasas por aquí para dejar tu comentario, ¿pero como eres tan grande, genial y adorbale? Te comOOOO! En cuanto al review: A mí también me hizo mucha gracia la reacción de Draco al pensar que Harry estaba muerto... ya podría haberle tomado el pulso, para cerciorase... un poco más y lo entierra jajajajajaja Y tienes razón en cuanto a que es la primera vez que esos dos llegan a las manos y todo por culpa de Hermione jajajajaj esa es una de las mejores escenas xD Y el duelo entre Hermione y Harry, maravilloso! Tengo que agradecerte muchisisismo que siempre hayas estado ahí (incluso cuando no tenías tiempo) y que si pudiera ahora mismo te abrazaría tan fuerte como un oso amoroso! Mil gracias por tu apoyo y espero verte mañana en la nueva traducción ;) ¡Te adoroo!