Disclaimer: Creo que solamente hay un personaje de Himaruya en esta historia... y ni siquiera es un personaje tan principal, pero callaos, a todos nos gustan los brits.


Love Potion

—Britaniae es un pendooooón —canturrea Roma.

—Shut up! ¡No soy ningún pendón y tú eres el ÚLTIMO que puede decirme eso! Además es más pendón Germania.

—Germaniae? ¿Por?

—¡Pues mira a todos a los que se ha tirado! —Britania sonríe maligna.

—Dímelos —levanta una ceja.

—A muchos... !

—¿Quienes? Dilo, venga.

—Pues a... Galia, a Helena y a ti... Y a todos tus hijos...

Roma levanta las cejas con eso último y Britania sonríe maligna.

—¡Ah! y a Helvetia

—¿Helvetia?

—Yes, él me dijo —debe haberlo escuchado como chismeeeee.

—Es la... chica esa de... la de Svizra, ¿verdad? La que vivía en las montañas.

—Yes... ¿Ahora ves que es un pendón? Ja!

—¡No sabía que había vuelto! ¡Nunca llegué a conocerla! —sí, está ignorando lo del pendón a proposito porque no le gusta.

—Yo tampoco, pero eso me contó Helena —Helena sieeeeempre lo sabe todo.

—¡Vamos a verla!

—¿A Helvetia? ¿Para qué?

Germania siente una perturbación en el universo.

—Para conocerla... —por el chisme.

—Creo que Galia la conoce.

—Pues nos vamos los tres —como si eso fuera un problema.

—¿Sin Germania?

—Pues claro, él seguro no nos deja ir o se pondrá muy nervioso si estamos.

—¿Vas a traértela a vivir a la casa?

—Non! Solo vamos a conocerla, Britaniae...

—A mí no me digas... Yo sólo digo que ya no hay más recamaras.

—Quizás le dé tu cuarto y te ponga a ti a vivir en el patio.

—WHAT?!

—Tú eres bastante mala conmigo, siempre me haces rabiar y nunca me dices que me quieres... quizás ella si lo haga —se encoge de hombros sonriendo un poco.

—Ya... ¡Y también pago cosas de la casa y compro cosas para comer! ¡Y no te quiero!

—Svizera es bueno con el dinero, seguro ella puede pagar más.

Britania le mira un poco incrédula, sonrojándose un poquito porque además el dinero y las posesiones legales nunca han sido su fuerte. Roma levanta la barbilla, cruzándose de brazos y trata de no reírse, pero se le escapa. Ella le medio fulmina relajándose un poquito.

—Aunque puede que si aaaalguien me diera un beso, quizás podría no importarme el dinero —sigue Roma.

—Pues... Pues quédate mejor con su dinero —levanta la nariz y se sonroja sin mirarle.

—Ah, entonces le cedes tu cuarto, ¿dices?

La pelirroja traga saliva.

—Yes, me iré a casa y ya.

—¿Prefieres irte a tu casa a gritarte con tu hijo que darme un beso y venir de viaje conmigo?

—¡Pues tú eres el que me está echando! Además yo soy siempre la que...

El romano se acerca a ella que traga saliva porque aunque bien que se lo buscaba...

—Solo te pido que seas un poco más dulce a veces.

—¿Más... Dulce? ¿Dulce cómo? —se sonroja un poco preocupadilla igual.

—Pues te me acercas así... —lo hace—. Me sonríes un poco —lo hace—. Me dices una cosa bonita sobre mí...

—¡¿U-Una cosa bonita?! —arruga la nariz—. Pero no tengo NADA bonito que decirte.

—¿No se te ocurre NADA bonito que decir de mí?

—Pues... Haces... Alguna cosa bien.

—¿Cuál?

—¿Escribir en el pizarrón?

—¿En serio? Escribir en el pizarrón —se ríe.

—Yes.

—¿Eso es lo único que se te ocurre?

—Yes. Lo ÚNICO. Todo lo demás lo haces mal.

Roma entrecierra los ojos.

—Te gusta como dibujooo —se burla.

—¡Como ESCRIBES!

—¿Cómo escribo? ¿En serio te gustan mis historias? Ese es un gran cumplido de tu parte.

—¡No! ¡Digo tu letra! ¡Y por decir algo!

—Te gustan mis historiaaaas... ya me imagino que así te enamoré.

—¡No me enamorasteeee! —protesta, sonrojada como un tomaaaaate.

—Claro que sí —risas.

—Nooo! ¡Yo te detesto!

—Seguro que todos tus hijos querrán que les cuente historias también... ¿qué tal la de la primera vez que nos vimos?

—Esa vez fue estúpida y molesta y tú eras aún más idiota de lo que eres ahora.

—Así que he mejorado —le guiña un ojo.

—Ahora eres peor.

—¿No era más idiota? En realidad no me acuerdo muy bien... —sí, quiere que se la cuentes tú.

—Yo sí, me acuerdo perfecto, como si te estuviera viendo, con tu túnica, tu toga y tu sonrisa idiota frente a mí... Era verano o te hubieras congelado.

—¿Túnica y toga? ¿Qué hacía yo presentándome con ropa de ciudad frente a los salvajes?

—Seguramente querías impresionarme —la verdad no se acuerda de la ropa que traía pero le gusta con túnica y toga.

—Creo que esa fue la primera vez que TÚ me viste a mí, que debía ser espiándome en el campamento. Seguro iba a bañarme en el río y me estuviste mirando —la acusa sin tener ni idea, pero es algo que hacía así como a menudo, así que...

—Noooooo! ¡Yo no te espiaba! —no, no está roja, esta color vino.

—Yaaaa, claro. ¿Ya eras madre? Sí, creo que Scoti era un bebé... no, estaban los dos, madre de dos niños y por cómo te tomaban por detrás los vikingos bárbaros y el frío que hace en el norte, debía ser la primera vez que veías un hombre completamente desnudo.

Se queda con la boca abierta, completa y absolutamente sonrojada. Porque además a) es verdad y b) suena súper... UGH.

—¿Al menos disfrutaste el espectáculo? —sonríe más y la mira a los ojos.

Ella no es capaz de aguantarle la mirada, Él se ríe y se acerca a abrazarla para esconderla. Britania se esconde en su cuello apretando los ojos. Roma se ríe confortándola un poco.

—¿Y qué pasó luego cuando sí te vi yo?

La pelirroja recuerda haberse sonrojado un MONTÓN porque ya le conocía desnudo.

—Si no recuerdo mal, éramos yo y cuatro chicos más —empieza a explicar Roma—. Estábamos en misión de reconocimiento... se suponía que yo no tenía que ir con la avanzadilla, pero ya sabes que quedarme sin hacer nada no es mi estilo. Íbamos a buscarte y caíste de entre los arboles frente a nosotros, apuntándonos con tu arco —hace un poco la posición—. Ni siquiera habíamos desenfundado los gladius... —¿no que no te acordabas?

—¡Pues no me acuerdo en lo absoluto! Y no eran cinco en total, sino siete.

—¿Siete? Nah, ¿ahora me vas a venir de sobrada? Si hubieran sido siete no les habría ordenado irse, habríamos podido contigo —mentira les ordenaste irse porque la notaste sonrojada y viste tu oportunidad.

—Tú no ibas sólo ni tres palmos, siempre con muchísimos soldados a todos lados.

—Les eché y lo sabes...

—Les echaste porque no te quedó de otra.

—Ah, sic?

—Claro, no te quedó de otra porque yo te amenacé... —no sabe ni que inventar. Se le esconde más

—Tenía la mano en la empuñadura y tú estabas en el suelo medio agachada apuntándome directamente al cuello... ¿Qué me dijiste?


Hasta aquí por hoy... un poco corto, porque solo ha sido la introducción, pero ya serán más largos los próximos. ¡Me encanta esta historia!