Jake venía de sus clases de fútbol, estaba todo sudado, y para el colmo olía feo, en Verano se sentía peor, hacía como 30 grados.

No era amigo de John, eran más bien conocidos, aprovechando que él era un niño nerd en todo lo que hacía, le convencía de alguna manera para que le ayudara en sus deberes, o incluso los haga por él. Jake era demasiado vago como para hacerlo, tampoco entendía mucho, y no quería entender.

Así que cuando vio al más bajo estar delante suyo, lo tomó por los hombros, e hizo que se diese vuelta.

— ¡Aquí está mi mejor bro! Sabes... Me preguntaba si podrías ayudarme en una cosilla.

John se hallaba guardando unos libros en su taquilla. Previamente había estado enfrascado en una de sus tediosamente rutinarias disputas con bullies. Como siempre, él terminó bastante perjudicado, es más, se podían percibir alrededor de su cara varios cardenales y marcas de puñetazos. No entendía muy bien por qué siempre le andaban fastidiando a él y no a otras personas, pero bueno, ¿qué le iba a hacer? Nunca fue esa clase de tipejo deportivo con la capacidad de presumir de su fuerza. El poder defenderse no era una opción a su alcance.

— ¡Hey Jake! — Fingió la mejor de sus sonrisas, lo único que necesitaba era buscarse más problemas. — ¿Qué necesitas?

— Verás, el tipo éste me ha dejado un millón de ejercicios de matemática, y ando muy ocupado esta noche, ¿Podrías ayudarme? Son para mañana, prometo que esta será la última vez que te joderé con la misma historia, ¡lo juro! — Obvio que no lo sería, Jake era demasiado bobo, y casi nunca cumplía con promesas que tengan que ver con su nivel académico. De todos modos, al que debía agradecer por todo es a John. Él ha sido un excelente compañero, y simplemente le hablaba cuando era necesario.

John exhaló un amplio suspiro sin borrar su "sonrisa" de la cara, bueno, por un plus de deberes no se iba a morir. Y aun así, de todas formas ya se le había hecho costumbre el tener que hacerle diariamente la tarea al oji-verde, no es que fuese una gran novedad.

— Está bien, Jake, no pasa nada. Te los tendré listos para mañana a primera hora. — Al responderle, extendió la mano derecha para que le entregase los ejercicios. Quería irse cuanto antes a casa para poder descansar, estaba agotadisimo. La somanta que había recibido aquel día de seguro entraría en su historial mental de "Peores palizas de la historia". A parte, aquella noche su padre no estaría en casa por horas extras en el trabajo y le tocaba tener que prepararse él solito su propia cena. Era eso o tener que engullir una de las tan odiadas tartas que le preparaba el adulto.

— Muchas gracias, John. — Musitó el ojiverde con una enorme sonrisa, denotando sus dientes de un enorme parecer. Jake le miró a los ojos, parecía estar un tanto nervioso, hasta que le preguntó, no es que le importase ni mucho menos, sólo quería saber. — ¿Te ocurre algo? Pareces que estás con miedo. — Fingió interés, hasta que vio sus manos extendidas. Jake no tenía la mochila en ese momento. — No las tengo aquí, pero si gustas acompañarme hasta mi casillero, te la daré. Básicamente es todo cálculo, creo que te gusta el cálculo, o no sé… —

Puso su mano en su mentón comenzando a caminar en dirección a donde estaba el dichoso casillero número 243.

— Sí, mejor que te acompañe. Y para serte sincero, no me gusta el cálculo. No soy un fanático de las matemáticas. — Murmuró en voz baja al mismo tiempo que tomaba su mochila para situarla en su espalda y ya poder seguir al otro chico.

— ¿Ah? ¿Enserio? ¡Pensé que te gustaba! Eres muy bueno en esto, todo lo contrarío de mí. A mí me va más el deporte, ya sabes.

Al parecer John no tenía ganas de hablar de sus problemas, Jake lo comprendía, era obvio, el ojiverde no era nadie para andar metiéndose en donde no lo llaman, así que mucho no le importaba. Sonrió como si nada malo pasase, y continua caminando con lentitud para que el azabache pudiera seguirle el paso.

Una vez llegados al dichoso casillero, Jake puso la clave, la cual era el mismo número que el casillero, no se mataba mucho. De adentro sacó las hojas con los cálculos, y se los dio dentro de todo con buena manera.

— Bueno, pues como te he dicho, mañana a primera hora te los entrego ya hechos. — Comentó al mismo tiempo que tomaba las hojas de cálculos.

Jake es un muchacho alegre y enérgico, incluso más que John solía ser a veces, no obstante, esa estúpida sonrisa no se borraba de su rostro. Momentos después abrió la boca, John tomaba sus trabajos con mucho esfuerzo. A Jake le daba pena, y mucha, así que le hizo una pregunta para alegrarle, aunque por la forma de ser del muchacho seguramente no iría, sólo preguntaba para quedar bien.

— Muchas gracias, John, eres muy buen amigo ¿Sabías?, ¿Te tinca venir a una fiesta conmigo? No aceptaré un no como respuesta. Por cierto, ¿No quieres que te lleves a tu casa? Parece pesado todo eso.

Al oír lo de la fiesta se le cayeron los papeles que le acababan de entregar, debía de ser la primera vez en toda su vida que alguien, le invitaba a una fiesta de verdad y no a una cumpleañera para niños pequeños. Sus ojos se iluminaron instantáneamente al mismo tiempo que se dibujaba una amplia sonrisa en su cara.

— ¿¡Me llevarías a una fiesta!? — Exclamó cambiando el tono de voz serio con el que había estado hasta hace un rato por otro lleno de ilusión. ¿Los deberes y las tareas? Que le diesen a eso, no podía dejar escapar tal oportunidad.

— Emh, sí… — Respondió Jake mirando como los deberes que había escrito con mucho cuidado estaban en el suelo. No se podía enojar con John, después de todo, según él nunca lo había invitado a una fiestecilla; de todos modos, le agradaba que lo haya hecho.

Segundos después, el mayor sonrió amistosamente, mientras levantaba las cosas que el contrario había tirado por la emoción.

— Pero es a la noche, si te mola, te llevo a tu casa ahora, y luego te vienes. Sabes bien donde vivo, ¿Verdad?

John observó algo avergonzado como recogía las hojas de matemáticas. No fue una respuesta muy ''madura'' por su parte el desperdigar los ejercicios por el simple hecho de haber sido invitado a una fiesta. Sin pensárselo dos veces, decidió echarle una mano con el desperdicio que había ocasionado y recogió el resto de papeles intactos que todavía reposaban en el suelo.

— ¡Gracias! Y La verdad es que no, no tengo ni idea de dónde vives. — Inevitablemente liberó una pequeña risilla nerviosa. Todo le resultaba tan espontáneo que ya ni sabía como reaccionar a nada.

Una vez terminaron de juntar todos los papeles a toda velocidad, Jake observó como John estaba emocionado, que le estaba dando algo de risa el hecho de que sea siempre tan alegre en situaciones nuevas. Sin dudas era un chico de lo más adorable.

— Vale, entonces supongo que puedo pasarte a buscar, luego te llevo a tu casa; si es que no estoy muy borracho, claro. — Hizo un ademán con las manos, y le hizo una señal para que vayan caminando en dirección al auto del English. — Mientras vamos de viaje, me vas diciendo dónde es que vives, así luego te paso a buscar, eh.

Ambos comenzaron a caminar en dirección a la salida, la cual llevaba al estacionamiento, que a esas horas estaba un tanto estaba muy emocionado.

Al principio Jake llegó a pensar que rechazaría la oferta, pero al parecer, el muchachito era una bomba fiestera en cubierta, puede que para Jake sólo sea algo muy habitual, sin embargo, para el ojiazul era un evento realmente importante. Una vez salieron de la escuela, fueron en camino hacía donde estaría el coche del English, era un Ford Focus 2014, un auto caro, sí, pero no mucho para Jake, ya que su familia tenía una parte de una de las empresas más importantes de pasteles, Betty Crocker, y por eso su familia estaba tan bien colocada económicamente.

John Se quedó boquiabierto al ver el coche, ¡Dios santo! Debía de estar hecho de oro si podía permitirse eso, el chico no solo era un deportista alucinante con una buena vida y fiestas de sobra, también era adinerado. Ya con todo eso no era de extrañar el que todo lo fuese tan bien, él por su parte era un chico normalucho, con un chalet normal, un coche normal... Todo normal, y eso, sumado con sus extravagantes gustos y hobby's no era una combinación muy buena que digamos.

Pasó adentro del coche contemplandolo de arriba abajo con suma admiración, se sentía ''como en una nube''.

Lo invitó a subirse del otro lado, abriéndole la puerta, como si fuese una señorita, inconscientemente, claro. Una vez dentro, Jake musitó:

— Tú dime como ir, y yo te sigo, ¿Sí?

— ¿Eh?...¡Ah, sí claro! — Tanta perfección le había distraído completamente. El ojiazul se abrochó el cinturón, siguiendo las normas de seguridad vial al pie de la letra, y comenzó a indicar paso a paso el camino a su casa.