¡Hola! Pues la verdad es que tengo mucho tiempo escribiendo (3 años), ya tengo experiencia. Pero ésta cuenta es nueva. Me gustan tanto el Naruhina como el Sasuhina, y voy a estar escribiendo historias de éstas parejas :3

Antes que nada, los personajes de éste fic no son míos. Son de Masashi Kishimoto, solo el argumento de éste fic me pertenece.

Ésta historia planeo hacerla más o menos larga (Entre los 15 y 20 capítulos). ¡Espero que les guste!


Escupió un poco de sangre mientras era halada del cabello y estrellada contra la rústica pared del pasillo. Sus piernas flaquearon al no soportar el peso de su propio cuerpo, llevando así su encuentro contra el frío suelo. Sus agresoras no se detuvieron por ello, en cambio usaron más fuerza en las patadas que recibía en su espalda, cara y en un último arranque de ira, en su estómago. Aguantó el impulso de toser ante la última patada, e intentó con todas sus ganas levantarse; logrando solamente ponerse de rodillas.

-Creo que ya quedó lo suficientemente deformada. Paremos por hoy-Río una pelirroja con lentes mientras se acomodada su desordenado cabello.

-No, todavía falta algo-Dijo pensativa una pelirosa mientras se llevaba su mano a la barbilla.-¡Hum!-Sacó un labial rojizo de su bolsillo para después abrirlo y, sin previo aviso, agarró del mentón a la pobre azabache, alzándole el rostro, descubriendo su frente tras su flequillo y escribiendo en su frente la palabra "fea" en mayúscula. Soltándola al terminar, la ojiperla cayó como peso muerto al suelo-Es labial mágico, así que no podrás quitártelo -Dijo mientras soltaba una carcajada y su compañera pelirroja le imitaba.

-Pienso... Que está bien así. Deberíamos irnos a clase antes de que el profesor nos regañe por tardarnos -Mencionó una rubia de cabello largo mientras observaba a la morena con cierta lástima.

-Bueno, tienes razón. Vámonos-Ordenó la chica de lentes, dándose la vuelta para comenzar a caminar, siendo seguida no muy atrás por sus dos amigas-Oh, y Hyuga. No te atrevas a volver a chocar tu mugroso hombro con el mío. Soy generosa, pero no tientes mi paciencia, y aún más, tu suerte-dijo mirando sobre su hombro a la chica que estaba en el suelo. La mencionada alzó levemente el rostro del piso, para sólo asentir suavemente y dejar caer de nuevo su cara-Buena chica, pareces un perro de la calle. Obediente y estúpida–se fue sin más al salón, quedando una azabache sola en un desierto pasillo del instituto.

Esto era un asco, y su blanda personalidad lo era aún más. Era hija de uno de los empresarios más famosos de Japón, su padre poseía una larga cadena de dojos esparcidos por todo el mundo, reconocidos como los mejores lugares de entrenamiento por sus enseñanzas sumamente estrictas, quienes lograban entrar gozaban del gran privilegio de formar parte del lugar. Por lo cual, era más que obvio que ella supiera defenderse, entonces, ¿qué le impedía asestarle un golpe a una de sus agresoras? La respuesta era más que sencilla para ella, su personalidad.

Era demasiado suave como para matar siquiera a una mosca. Por ello, siempre prefería huirle a quienes desearan hacerle daño. Era una deshonra hacia su apellido.

En momentos como estos, estando tirada en el suelo y en el peor de los estados, es que ella desearía ser dura. Envidiaba a su hermana por tener tanto carácter, pero irónicamente a la vez, no quería cambiar la esencia de lo que era. Su difunta madre una vez le dijo que estaba orgullosa de ella por ser fuerte físicamente pero a la vez delicada como una flor.

Se levantó a duras penas para ir en dirección al baño. Sujetándose el brazo donde yacía una cortada hecha con un exacto, dicha ocupaba desde su muñeca hasta menos de la mitad de su antebrazo. Desde que entró en ese instituto fue invisible para todos, no fue sino hasta hace medio año que las chicas de su salón fijaron su atención en ella después de enterarse de sus procedencias familiares, además de tener un bono incluido en el paquete, su proporcionada figura. Por más que deseara ocultarla, no podía hacerlo completamente. Aún si usara anchos y gruesos suéteres, estos no lograban exitosamente su cometido de esconder su figura. Y al parecer a esas chicas les molestó ver su figura, o al menos lo poco que se lograba apreciar con sus abundantes vestimentas.

Logró con supremo esfuerzo llegar al baño, recostándose del lavabo comenzó a limpiar la sangre que emanaba de los diversos rasguños que su rostro en esos momentos poseía. Claro, la palabra "fea" tallada en su frente con labial era imposible de quitar con simple agua. Suspirando con cansancio y dolor procedió a atender sus otras heridas, como la del antebrazo, por ejemplo.

Chilló al sentir el agua fría tocar su herida para llevarse la sangre. Sacó de su bolso unas toallas húmedas para comenzar a limpiarse mejor la cara y los brazos. Sacó una venda para comenzar a rodear la cortada y apretar para que la herida no botara más sangre. Examinó mejor su rostro, agradecía que su flequillo cubriera las marcas hechas con labial, los rasguños eran mínimos, pequeños pero un poco profundos, su suerte le concedió el deseo de que los rasguños estuvieran cerca de sus orejas o en su frente, pues así no se notarían. En cambio, el hematoma que tenía en el cuello no sería sencillo de ocultar. Suspirando nuevamente, metió el paquete de toallas y sacó maquillaje que solo usaba para esas ocasiones.

Utilizó base para ocultar el color morado del hematoma, y con ayuda de polvo fue capaz de esconder su mayor problema. Metió todo en el bolso, y agarrando una chaqueta de mangas largas que se encontraba en su interior salió.

Corrió tambaleándose por los pasillos mientras se colocaba la chaqueta y abrochado hasta el tercer botón contando de arriba abajo. Tocó la puerta de su salón, oyendo el permiso de entrar que le dieron desde el interior. -P-perdone, es que él baño más cercano estaba c-cerrado-mintió. Oyó como en una esquina del salón, dos chicas (causantes de su retraso) se reían en voz baja.

-Oh, Hyuga, no se preocupe. Siéntase libre de volver a su puesto-Dijo amablemente el profesor. Quien le creyó por ser la que mejor notas sacaba de las chicas, además de tener una personalidad y apariencia de "niña buena" también le ayudaba el hecho de pertenecer a una familia tan prestigiosa como lo eran los Hyuga.

Oyó algunos bufidos provenientes del grupo de chicas que hasta no hace mucho le habían propinado una paliza. Molestas por el favoritismo que su profesor le dedicaba.

Se sentó en su asiento, que estaba situado de último en la fila que daba a la ventana. El profesor continuó dando la clase, ésta era ignorada por Hinata, que observaba la ventana. No entendía cómo es que un simple cambio de escuela había hecho que su vida diera un gran cambio, para mal, cabe aclarar. Hace ocho meses que entró en el Instituto Konoha y dos meses después de su ingreso comenzaron a acosarla.

Konoha era el más privilegiado Instituto de todo Japón. Donde sólo ricos o becados con las mejores notas podían entrar, claro, existían excepciones donde los estudiantes entraban gracias a especializarse y dedicarse a una sola área; ya sea arte, deportes, literatura, música, ciencias, entre otros.

Sus agresoras eran las más populares de toda la escuela, no por las familias a las que pertenecían, pues ellas entraron por beca de especialización, sino por la belleza que sus físicos les otorgaban. Es una desgracia que la apariencia no estuviera ligada con sus personalidades, porque si así fuese estaba segura de que la popularidad de las descendería en grandes proporciones.

Sakura Haruno era la líder del grupo, no por ser la más bonita, sino por ser quien tiene el carácter más fuerte. Ino Yamanaka era atrevida y coqueta, pero a la vez era la más aceptable del grupo; a pesar de ser mala, poseía un poco de amabilidad, extremamente ella nunca le golpeaba, solo observaba. Karin Uzumaki era una mezcla del mal carácter de Sakura y la audacia de Ino, era conocida por su hobby de separar parejas en las que el chico le atrajera.

La voz del profesor le distrajo de sus pensamientos-Hyuga, ¿Quién era el líder de Japón en 1192?-Le preguntó el profesor para corroborar si su atención era dirigida a la clase que él explicaba. A pesar de que era la "favorita" del profesor, eso no evitaba que fuese estricto con todos, obviamente incluyéndola.

-M-Minamoto no Yoritomo-Dijo en un tono de voz moderado. Por pertenecer a una familia tan estricta había estudiado de niña temas tan avanzados que llegaban hasta abarcar el inicio de las clases universitarias. Todo para asegurar su futuro y no deshonrar a su familia académicamente. Le eran fáciles los temas que daban en éste instituto, que si bien eran difíciles para algunos, ella lograba entenderlos con facilidad.

-Correcto-El profesor se dio la vuelta y continuó dando la clase.

-¡Profesor!-Vio como Sakura se levantaba mientras alzaba la mano-Pero ella no le estaba prestando atención a la clase. Yo la estaba observando-Dijo dirigiendo su mirada burlona hacia la pelinegra.

Hinata frunció los labios, sentía algo extraño. Su estómago ardía, por primera vez deseaba gritar tantas verdades y que todos las oyeran. ¿A eso se le llamaba enojo?-Señorita Haruno, la joven Hyuga ha respondido correctamente a lo que le pregunté. Mientras ella sepa qué se esté dando en la clase y saque buenas notas no veo porqué llamarle la atención-Dijo el profesor, cansado de que una de las alumnas más revoltosas tratara de colmarle la paciencia.-Continuemos la clase.

Sakura refunfuñando algo entre dientes se volvió a sentar. Hinata suspiró, quitándose rápidamente todo el coraje que podía llegar a tener. Tenía ganas de llorar, no entendía por qué la molestaban tanto, no les había hecho nada malo. Ni siquiera había hablado con ellas.

El timbre de salida dio paso libre a aquellos que ansiaban tanto irse de una buena vez de aquel lugar. Hinata empacó lentamente sus cosas, no quería regresar a casa, sabía que su hogar era un sitio frío. Una mezcla entre casa/dojo donde ella representaba un estorbo hacia su familia. Se mordió el labio inferior y con la cabeza gacha fue saliendo del salón

Bajó las escaleras, mientras pensaba en donde ir a perder el tiempo para llegar tarde a casa sintió un frío en su cabeza, al tocarse se dio cuenta que su cabello estaba mojado y escurría agua hasta mojar su cara. Alzó la mirada para encontrarse con dos pares de ojos, unos azabaches profundos u otros azules como el cielo. Eran dos chicos, ambos bien parecidos, un pelinegro con ojos del mismo color, mientras que el portador de aquellos orbes celestes era un rubio con tres marcas en cada mejilla.

Sintió como el corazón se le oprimió dolorosamente al reconocer que era el ojiazul, quien era el que sostenía una botella de agua, que ahora se encontraba vacía. Aquel rubio, Naruto Uzumaki, fue ni más ni menos la primera persona en hablarle en ése instituto, se llevaban bastante bien, el chico era alegre y extrovertido. Pero todo se arruinó cuando le declaró sus sentimientos, Pues al rubio le gustaba Haruno, ésta se aprovechó de eso al enterarse y lo uso, le metió mentiras sobre ella en la cabeza y lo obligó a dejar de ser su amigo. Desde aquel día que no veía al Uzumaki,

-Lo siento, Hinata.-Dijo Naruto sonriendo. Ella con los labios temblando le correspondió la sonrisa.

-N-no importa, Naruto-kun-Dijo con voz baja, pero lo suficientemente audible como para que los otros dos le oyeran.-B-bueno, adiós.-Terminó de bajar los escalones y antes de irse completamente oyó la estruendosa voz del rubio. Aquel azabache en ningún momento habló, sólo observaba la situación sin inmiscuirse en ésta.

-Hahaha, ¿¡viste, Sasuke!? ¿No te dije que no se enojaría? Ella está perdidamente enamorada de mí. No había ni un rastro de enojo-Dijo riéndose.- Pero sabes, Sakura-chan me dijo que Hinata le dice eso a todos los chicos que conoce, y que por eso todo el grupo de Sakura-chan la trata mal. Pues a ellas le desagradan la gente falsa.

-Dobe…-Sasuke suspiró, aquella Hyuga todavía estaba cerca. Iba a decirle que se callara cuando vio como una melena negra se interponía entre los dos y se dirigía al rubio.

La azabache le dio una tremenda patada en un costado a Naruto, con tanta fuerza que hizo que el rubio se cayera. Hinata mantenía su mirada oculta tras su fleco, Naruto se sostuvo el lugar donde impactó aquella patada, dirigió su mirada asombrado hacia la azabache; en ningún momento pensó que aquella chica tímida haría algo así.

Sasuke observó todo con asombro que pobremente expresó en su rostro. Aquella Hyuga era introvertida, eso se notaba con simplemente observar su vestimenta. Por ello se encontraba un poco anonadado, a diferencia de su amigo, a quien casi se le salen los ojos de la impresión.

Hinata levantó su perlada mirada, mostrando las largas hileras de lágrimas que expulsaban sus ojos. Sus labios estaban fruncidos y su cuerpo temblaba levemente.-N-Naruto-kun… Dime, ¿Qui-quiénes son todos esos chicos que c-conozco?-Preguntó mientras su voz se quebraba, no obstante su mirada empañada no se apartaba del rubio.-¿Te olvidaste… Que desde que e-entré a éste lugar he estado sola?-Volvió a preguntarle, pero el de ojos cielo parecía no salir de su impresión.-¡Que tú me gustaras alguna vez no significa qu-que tengas el derecho de decir lo que quieras de mí!-Dijo apretando los puños mientras le daba la espalda al rubio, Notó que estaba enfrente del azabache, quien la observaba fijamente con una imperceptible sonrisa de lado que apenas logró identificar.

Caminó a un lado del pelinegro, deseando por primera vez irse a casa.-Lo hiciste bien-Escuchó el cumplido en tono bajo del azabache antes de irse completamente del lugar.


Corrió por las calles hasta llegar a la parada de autobús, sentándose en el asiento de espera. Dejó que toda la tensión sobre sus hombros se fuera mientras su cuerpo se consumía en temblores, tenía unas inmensas ganas de llorar. Pero estaba en un lugar público, no quería que nadie la viese. Oyó como el autobús llegó, en seguida se levantó y entró en él.


Caminaba rápidamente por los pasillos, la noche anterior estuvo llorando todo lo que no había hecho desde que entró al instituto y casi no durmió nada, había logrado quitarse aquella marca de labial mágico hecho por Sakura. A penas y logró levantarse a tiempo para ir a clases.

Sin fijarse, alguien iba caminando en dirección contraria a la suya. Cuando se dio cuenta de esto, sus reflejos fueron los suficientemente rápidos para lograr detenerse. Aquel chico hizo lo mismo a tiempo. Alzó la mirada y se encontró con una azabache que la examinaba con la mirada.

Su respiración se detuvo, ¡era el chico que le dio un cumplido cuando pateó a Naruto!-Oh-Oyó pronunciar al pelinegro.

A Hinata le temblaron las piernas, aquella mirada era tan profunda que sentía que podía leerla.-¿P-por qué usted me felicitó s-si Naruto-kun es su amigo?-Antes de pensarlo siquiera, una pregunta que rondaba su mente desde ayer salió de su boca sin su permiso.

Sasuke pareció reaccionar, se veía entretenido pensando en algo.-Precisamente porque lo soy.-Dijo sonriendo de lado mientras continuaba su camino. Dejando a una Hinata desconcertada en el lugar.


Notas finales:

Como dentro de una semana actualizo n.n. Espero que les haya gustado :'D me esforcé escribiendo.

¡Bye!