Capítulo 28

POV Nanoha

El pasar el día con mi familia hizo que el tiempo volara, no exagero, apenas recuerdo despertar y ahora cielo ya estaba tornándose con los hermosos colores de un atardecer. Las conversaciones que tuvimos eran largas, placenteras, de esas que no importa cuál sea el tema se conversación, siempre siguen y siguen como si no tuvieran un fin. Ver a mis padres ser amorosos entre ellos, a mis hermanos siendo molestos y cariñosos a la vez. Ese era el recuerdo de mi familia que añoraba, al menos el que quería recordar, eso era lo que importaba.

Aunque en mí permanecía ese sentimiento de estar fuera de lugar, como si no perteneciera al cuadro. Disipé esos pensamientos de mi mente y los arroje lejos, a un lugar donde no pudieras alcanzarme, no de nuevo, no ahora, y ojalá nunca.

Me concentré en el momento, en lo que estaba pasando frente a mis ojos. Durante el transcurso del día tomé toda clase de fotografías sobre nada en especial, de lugares que me parecían lindos, cosas que veía por casualidad, algunas se las envié a Fate por mensaje, aunque no respondió más que el primero, conociéndola, seguramente no quería interrumpir o distraerme, cosa que obviamente haría si se mantenía respondiendo constantemente a cada mensaje que le mandaba.

Nos encontrábamos caminando por una plaza comercial, de esas que están repletas de tiendas al aire libre, todo estratégicamente organizado para que por donde quiera que vayas ningún establecimiento pase desapercibido. Había numerosas fuentes y arboles por todos los alrededores, y entre éstos, áreas de descanso.

Las personas transitaban en un vaivén incesante, pero nadie parecía tener prisa de llegar a ningún lugar. Era muy diferente a estar en la ciudad, donde todos siempre van corriendo, como si el tiempo fuera un enemigo, como si las horas del día no fuesen suficientes.

Inhalé, el aire me sabía a calma.

—¿Nanoha? —la voz de mi hermana me sacó de mis pensamientos.

Espabilé, le respondí con una sonrisa.

—Quisiera entrar a esa tienda, ¿vienes? —me dijo señalando el escaparate de una tienda de ropa, con un letrero con el nombre en letra cursiva color neón pero discreto.

—Claro. —asentí rápidamente y caminé tras ella.

Apenas entras y ya se podía escuchar la música tranquila, podría ser chillwave, en la que el instrumental es lento pero con ritmo y la voz parece más hablar que estar cantando. Las luces direccionadas hacia los maniquíes que lucían los vestidos de la temporada, los demás acomodados con una perfección casi impresionante en los percheros, los estantes llenos de bolsos nada discretos y zapatos de seguro incomodos, pero divinos a la vista.

Miraba todo sin especial interés, hasta que mis ojos dieron con un maniquí en el que se estaba exhibiendo un hermoso vestido corte imperio de color rosa, con encajes de flores en los costados y una abertura en la parte lateral izquierda. Fui directo a ver cómo lucía la parte de atrás de aquel vestido que había cautivado mi atención. Le pedí a una de las empleadas si podría probármelo.

—Tiene un escote divino, ¿no crees? —dijo Miyuki mientras veía mi reflejo en el espejo.

—¿No te parece demasiado? —me volví hacia ella.

—A mí me parece que lo luces perfecto. —sonrió. —Si el escote de la pierna no te molestó, no veo por qué sí el de la espalda. —añadió divertida.

—No es que me moleste… —mordí mi labio inferior. —Pero precisamente por eso creo que es demasiado… —murmuré para mí mientras sujetaba la parte inferior del vestido y le ponía especial atención en la abertura de la pierna. —¡Oh, bueno! No creo que tenga muchas oportunidades como esta así que está bien. —me convencí.

Miyuki me miró confundida, me límite a sonreírle y moví la cabeza hacia los lados dándole a entender que no era nada importante.

—Me llevaré este. —me dirigí a una de las empleadas. —¡Ah! ¿Tendrá de una blazer que convine con él?

—¿Para usarlo encima? —esa pregunta le salió sin pensarlo, con una expresión en su cara muy graciosa, como si estuviera cometiendo alguna clase de sacrilegio al preguntar tal cosa. —Disculpe. —me dijo apenada.

—No, no, descuide, lo llevará alguien más.

Unos minutos más tarde volvió con dos blazer, una rosa en su totalidad y otra de un rosa más pálido en la que destacaba la solapa y los botones por ser de color negro.

Tomé la segunda y me la sobrepuse.

—¿Qué opinas? —le pregunté a mi hermana.

—Hermosa, se verá bien en Fate.

Sonreí.

—Esta será.

—¿La envolvemos para regalo?

—No, así está bien, gracias.

—Así que… ¿Irán a algún lugar en especial? —había un rastro de picardía en su mirada, y sus labios medio curveados en una sonrisa sugestiva.

—Podría ser.

—Eso no me dice nada.

Reí.

No es que no quisiera contarle, ni siquiera tenía algo planeado, había hecho esta compra por mero impulso.

Luego de esa pequeña parada seguimos paseando hasta que el cielo oscureció por completo, comimos helado, sí, toda una escena que me traía recuerdos de mi infancia. Mis hermanos y yo discutimos de cuales sabores de helado queríamos, porque siempre terminábamos compartiéndolo, y tenían que ser sabores que los tres quisiéramos probar.

En el camino de regreso, hablamos sobre ir de viaje a las aguas termales y yo estaba encantada con la idea.

Recién acabábamos de volver a casa, suspiré profundo, miré la hora en la pantalla de mi celular, marcaba poco más de las nueve de la noche. Pensé en llamar a Fate, mas no lo hice, en su lugar avisé a mis padres que saldría, no tuve que decir a dónde, pues lo sabían bien. Alcancé a escuchar el, "conduce con cuidado" de mi padre mientras tomaba las llaves del auto y salía de la casa.

Sonará tonto y excesivo, pero necesitaba verla.

La noche era en demasía agradable, preferí mil veces sentir el viento que poner el aire acondicionado del auto.

Antes de llegar me detuve en una tienda de conveniencia para comprar algunos bocadillos nocturnos, helado, principalmente.

Toqué la puerta y me recibió una de las mucamas, a ella no logré reconocerla por lo que supuse que no llevaba mucho tiempo trabajando aquí, la saludé cortésmente y me llevó a la sala de entretenimiento en donde se encontraba Arisa.

Cuando me vio, curveó sagazmente sus labios en una pícara sonrisa.

—Me preguntaba cuándo vendrías. —dijo con cierta ironía en su tono de voz.

—Traje bocadillos. —alcé mis brazos mostrando las cosas que había comprado.

—¡Qué considerada! Al menos no llegas con las manos vacías.

Sonreí mientras sacaba un helado de la bolsa.

Miré hacia los lados pero no había señal alguna de Fate, ¿quizás estaba en el baño? Por tanto me senté en el sofá.

—¿Qué tal estuvo tu día? Espero que maravilloso, porque arruinó los planes que teníamos. —dijo sarcásticamente, mientras comía el helado.

—No sabía que habíamos hecho planes. —repuse. —A decir verdad, me la pasé muy bien, gracias.

—Bueno, nosotras también la pasamos muy bien. Suzuka vino y estuvo hablando con Fate-chan sobre, no sé, plantas, flores, jardinería, claramente escuché algo sobre estiércol también.

Me reí. Quizás se refería a una composta.

—Le tomó cierto gusto, creo que lo ha convertido en su pasatiempo.

—Pasatiempo que me quitó tiempo con Suzuka, ellas estaban tan inmersas en su charla que me sentía como el mal tercio, yo siendo la tercera rueda, ¡hazme el favor! —pude darme cuenta que estaba jugando. —Tendrás que ponerle un alto ahora que puedes, más tarde podrías ya no ser su prioridad. Por cierto, hablando de ella, y sabiendo que es la razón por la que cuento con tu presencia en este momento, seguro que se ha quedado dormida.

—¿Eh? —me sorprendió un poco escuchar eso.

—Después de cenar dijo que se sentía algo cansada, así que subió a la habitación y no volvió.

—¿Pero está bien? —pregunté preocupada.

—Tranquila, está bien, quizás sea el cansancio de todo el día y la noche anterior.

Alcé mi ceja y la miré fijamente.

—No me mires así, por favor, estuvimos conversando, tomamos un poco, eso fue todo. —me sonrió. —Fuiste nuestro tema principal durante toda la noche.

—¿Eso debería alegrarme?

—Debería, pero claro. Tal vez.

—En ese caso me siento halagada, ¿se puede saber de qué exactamente?

—Un poco de nuestras anécdotas de la infancia, un poco de esto, otro poco de aquello, ¡Oh! Incluso le conté cuando me abofeteaste. —añadió con un tono bastante burlesco.

—¡ARISA! —exclamé. Luego hundí mi cabeza entre mis rodillas. —Qué pensará de mí.

—No lo sé, pero seguro pensará dos veces antes de hacer cualquier cosa, sabiendo que puede terminar golpeada por ti. —dijo sarcásticamente, me dedicó una mirada tranquilizadora y añadió —Ya, en serio, dudo que cualquier cosa que alguien le diga pueda hacer que cambie su pensamiento de ti.

Pero… y si eso no era cierto. Una sensación de inseguridad comenzó a recorrer mi cuerpo, la necesidad por verla se volvió inmensa.

Con un sólo gesto Arisa comprendió, me indicó en cuál habitación se estaba quedando y fui inmediatamente hacia ella.

Toqué ligeramente la puerta al mismo tiempo que la abría.

Ahí estaba, acostada sobre la cama aún con las sabanas sin tocar, su laptop a un lado junto con un montón de papeles y un pequeño libro de flores.

Acaricié suavemente su mejilla, se estremeció un poco, sonreí. Era tan linda.

Comencé por juntar los papeles y moverlos, muchos eran sobre estados financieros y propuestas de proyectos a realizar, no es que los leyera a detenimiento, era muy obvio a simple vista, excepto un papel en el cual me detuve, venía un horario programado con especificaciones a los lados, lo sostuve con fuerza y alcé mi vista hacia Fate. Morí mi labio inferior. Continué quitando todo lo que yacía en la cama.

Tomé una manta del armario y me recosté junto a ella.

No podía hacer más que observarla, verla detenidamente y ser consciente de lo hermosa que era.

No parecía suficiente el grabar ese momento en mis recuerdos, por lo que tomé mi celular y saqué una foto de ella.

—Estoy realmente enamorada de ti ¿sabes? —musité cerca de su oído.

Extendí mi brazo y la rodeé con él, aferrándome a su pecho, podía escuchar los latidos de su corazón.

Estuve inmensamente tentada a quedarme a dormir con ella, envuelta en su calidez, pero opté por dejarla descansar y volver a casa de mis padres.

Volví con Arisa para despedirme.

—¡Oh! Creí que te quedarías con ella.

Meneé la cabeza hacia los lados.

—No es como que tengamos que estar juntas siempre.

—Lo que dices no concuerda para nada con la expresión en tu cara. —suspiró. —Está bien si quieres estar con ella todo el tiempo posible, cielos, no es como si estuviera mal querer eso. —se levantó del sofá, caminó hacia la parte del mini bar, tomó una botella de agua y me la dio.

Tomé un sorbo, sostuve la botella con las manos temblorosas.

—Siento que terminaré agobiándola. —dije eso en voz alta por error, porque quería que se quedara solo como un pensamiento.

Me dejé caer en el sofá y oculté mi rostro.

—¿De qué hablas? Ella quiere estar pegada a ti tanto o más que tú con ella, si no fuera así ni siquiera estaría aquí.

Mis labios se curvearon ligeramente.

—Nanoha, sé que quizás no estés acostumbrada debido a que siempre has sido muy recelosa con tu espacio, tampoco es como que tiendas a aferrarte demasiado a las personas…

Ahí estaba Arisa, leyendo mis pensamientos, diciéndome las palabras correctas, aquellas que no quería escuchar, pero eran justo las que necesitaba, no sabía cómo lo hacía, pero siempre lograba reconfortarme.

Me acerqué a ella y la abracé.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Simplemente… por todo. —dije en un hilo de voz.

—Tonta, no tienes nada qué agradecer, yo también me he sentido así ¿sabes? Suzuka es muy amable y paciente conmigo.

—Te ama.

—Y yo la amo a ella. —la sutileza con la que su voz pronunció aquellas palabras, y la sonrisa que se formó a continuación, antes no habría entendido ese sentimiento, pero ahora lo conocía, y estaba feliz por ello.

Arisa me atrapó en un abrazo dando golpeteos en mi espalda.

Me acompañó hasta el auto y nos despedimos deseándonos buenas noches.

Regresé a casa y opté por guardar mis inseguridades para luego, no tenía caso darles espacio en mi mente. Había sido un maravilloso día y no tenía la intención de que acabara de otra manera.

POV Fate

—Esto estaba completamente fuera de nuestros planes. —arremetía Arisa con un notable gesto de frustración, moviéndose de un lado a otro de la habitación.

Sonreí al presenciar aquella escena que quizás podríamos catalogar como berrinche, me pregunté internamente si la confianza que mostraba era porque estaba yo ahí o si era así de honesta siempre, me inclinaba un poco más a lo segundo.

Encogí los hombros y exhalé.

—No es como que hayamos hecho planes. —repuse, lo que me valió una mirada irritada de su parte.

—Lo que sea. —se detuvo y se aproximó hacia mí. —De todos modos, ¿qué estás haciendo? —inclinó su cabeza hacia la pantalla de la laptop que estaba sobre mis piernas.

—Un reporte financiero. —respondí mientras seguía escribiendo.

—¿Tarea?

Menee la cabeza.

—Es el balance del último mes del corporativo. —acentué.

—¿No tienen empleados que hagan eso? —me miró inquisitiva.

Le sonreí.

—Sí, los tienen. Yo, por ejemplo.

—¿Qué? —espetó.

—Contribuyo con lo que puedo, siempre que puedo.

—Pienso que le estás quitando el empleo a una persona. —bufó. —Iré con Suzuka, ¿vienes o te quedas viendo números y gráficas?

—¿Está bien que vaya? —pregunté, lo menos que quería era convertirme en un inconveniente y arruinar el ambiente entre ambas.

—Si no quisiera que fueras no te habría invitado, en serio, ¿qué tan pasiva eres? —dijo eso último más para sí, puesto que bajó el volumen de su voz, pero no lo suficiente para que yo no lograra escuchar.

Cerré la laptop, me levanté del sofá y la seguí.

Nos subimos a su auto, y luego de un rato empezamos a discutir acerca de si había diferencia entre helado o nieve o si acaso era lo mismo. Fue muy entretenido, surgió luego de pasar por una calle y ver una heladería.

Llegamos a casa de Suzuka, donde nos recibieron sus mucamas y nos llevaron directo al jardín, anunciando nuestra llegada.

Ahí estaba ella, justo en medio del jardín rodeada de pequeños felinos. Arisa se encargó de explicarle el por qué estábamos ahí sin una bella cobriza que nos deleitara con su compañía.

Tomamos el té y comimos algunos bocadillos que hacían una perfecta combinación, llevamos una charla amena. No podía evitar pensar que quizás las dos querían su tiempo a solas, pero en ningún momento me hicieron sentir como si estuviera en medio.

Con Suzuka era fácil hablar, porque es la clase de persona que te invita a seguir la conversación sin llegar a hacerla forzada, además te hace sentir cómoda a su alrededor.

Aprendí muchas cosas sobre el cómo cuidar de las flores y cómo comenzar a hacer un invernadero propio, creo que fue el tema indicado para mantenernos ocupadas por horas, aunque en ciertos momentos Arisa hacía notar su presencia aclamando que no estábamos nosotras solas. Claro, esto no era en serio, hasta parecía agradarle el hecho de escuchar a Suzuka hablando de cosas que no entendía del todo, y fue también debido a ello que me di cuenta que la relación que ambas tienen es muy especial, porque aunque por largos momentos Arisa se mantenía callada, entre ambas compartían miradas y sonrisas cómplices, de esas que no dicen nada pero significan todo.

Más tarde se nos unió Shinobu, la hermana de Suzuka, quien nos invitó a jugar una amigable partida de tenis.

Hice equipo con Arisa, no ganamos, por cierto.

Pero fue inmensamente divertido, aunque agotador.

—Si Nanoha-chan hubiera estado aquí sin duda hubiera sido muy entretenido. —comentó Shinobu estirando en su mano una botella de agua.

—Gracias. —la tomé, y esperé a que mi respiración volviera a la normalidad.

—Y qué lo digas, solo la competitividad de Nanoha puede darte pelea. —comentó Arisa.

Sonreí. Nanoha no es el tipo que se da por vencida o acepte fácilmente una derrota.

—Aunque siento cierta decepción, luces tan atlética pero apestas en el tenis. —añadió Arisa.

—No tengo nada que decir en mi defensa. —encogí mis hombros y reí.

—Sólo te falta práctica, si te interesa puedes decirle a Nanoha-chan, es increíblemente ágil. —dijo Shinobu mientras me sonreía afablemente.

—No tenía idea que le gustara el tenis.

—Lo normal, irás descubriendo cosas de ella mientras pasen tiempo juntas, no es como que puedas saberlo todo, toma tiempo conocer a las personas, incluso a las que amamos. —suspiró. —Todavía hay mucho que no sé de Kyoya, aunque sé que soy la más cercana a él.

—No tengo prisa. —aseguré.

Pero claro, la parte ansiosa de mí quería saberlo todo, porque quería entenderla, porque es importante para mí. No podía dejar ir la sensación de que nos habíamos saltado pasos en nuestra relación.

—Además siempre puedes preguntar. —mencionó Arisa. —Lo que quieras saber, pregúntaselo directamente.

—Prefiero que ella sea quien me diga…

—Pregúntale. —insistió cortando mis palabras. —No siempre se trata de esperar, Nanoha puede… de algún modo, llevar al límite tu paciencia.

—Arisa… —Suzuka intervino. —Haz lo que tú creas correcto, no le hagas caso.

—Sólo decía.

Dejamos el tema y no se volvió a tocar, no es como que me haya tomado a mal las palabras de Arisa, por el contrario, de cierto modo se lo agradecía.

Después de un par de horas regresamos a su casa, justo a tiempo para la cena que ya tenían preparada sus mucamas.

Mentiría si dijera que no tenía apetito, la comida estaba deliciosa, pero mi cuerpo y mente estaban agotados. Terminando de cenar me disculpé con ella y me retiré a la habitación.

Me recosté durante unos minutos, me levanté, tomé la laptop y unos documentos para entretenerme mientras lograba conciliar el sueño, idea terrible de mi parte, no logré concentrarme en absoluto, me rendí y dejé de lado todo. Entre uno de los documentos estaba el itinerario de los eventos públicos a los que tendría que ir con Nanoha, suspiré profundo, exhibir nuestra relación como si fuera un producto comercial para propaganda era algo desagradable de pensar, pero no podía evitarse.

Tomé el libro de flores que Suzuka me obsequió.

—Semillas de gerberas, me pregunto si a Nanoha le gustarán.

Antes de darme cuenta me quedé dormida.

Cuando desperté estaba cubierta por una manta y todas las cosas que había dejado por sin ningún lado estaban ordenadas en el escritorio frente a la cama. Tomé mi celular solo para descubrir que no tenía batería, lo puse a cargar mientras tomaba una ducha. Bajé las escaleras hasta la cocina dándole los buenos días a las mucamas que estaban preparando el desayuno.

—¿Lograste dormir bien? —escuché la voz de Arisa entrando a la cocina detrás de mí.

—Sí, gracias. ¿Y tú?

—Bien, bien. —respondió mientras comía fruta picada. —¿Te quedarás al desayuno, cierto?

—Claro.

Hubiera sido una falta de respeto que me marchara, después de todo estaba casi todo listo.

—Iré a ver a Nanoha más tarde, podríamos llamar a Suzuka y no sé…

Arisa negó con la cabeza.

—Anoche descargué un videojuego nuevo, así que planeo quedarme todo el día en casa. —tomó na rebanada de pan tostado y comenzó a untarle mermelada de zarzamora. —Suzuka tiene un compromiso familiar.

—Ya veo. —dije y me serví café.

—Salgan ustedes, tengan una cita, disfruta tu tiempo con ella.

Sonreí.

—Por cierto, Fate…

—¿Sí?

Me miró fijamente por unos segundos, como pensando qué decirme, o al menos esa fue la impresión que me dio.

—No, nada. Qué tengan lindo día. —sonrió.

Sus palabras no habían logrado convencerme, no lo segundo que dijo, sino lo primero, como si ocultara algo que debía saber, pero no insistí, si no quería hablar de ello lo iba a respetar.

Cuando terminé de desayunar fui por mi celular, subí a la camioneta y me dirigí a casa de Nanoha.

Al llegar pasaban ya de ser las 10:30, Miyuki fue quien me abrió la puerta y me informó que seguía dormida.

—Puedes subir si quieres.

—No quiero molestarla.

Se sonrió.

—Eres todo menos una molestia para ella, lo sabes ¿no?

Me ruboricé.

De igual manera preferí mantener mi postura y dejar que descansara hasta que ella se despertara por sí misma.

Estaba por salir de la casa cuando el Sr. Takamachi me llamó y me invitó a tomar algo, lo acepté con gusto y no por mera cortesía.

La conversación con el Sr. Takamachi había girado en torno a mis estudios, planes a futuro, y negocios, principalmente. Cuando miré el reloj las manecillas marcaban la 11:55. Al parecer Nanoha era la única dormilona de la familia, pues ya todos estaban despiertos desde que llegué.

POV Nanoha

Abrí los ojos con cierta pesadez, lleve mis manos a ellos y los froté con fuerza, podía escuchar en mi cabeza la voz de mi madre diciendo que no lo hiciera porque iba a terminar lastimándome. Solté un inmenso bostezo y estiré mis brazos antes de poner mis pies en el suelo para levantarme e ir directo al baño. Por la luz que entraba por mi ventana podrían ser más de las diez de la mañana.

Me cepillé los dientes, lavé mi cara y coloqué una mascarilla en ella que había comprado el día anterior. En el instructivo decía que la dejara por lo menos quince minutos, así que bajé para preparar el desayuno mientras tanto.

—La idea de este proyecto es estupenda… —escuché la voz de mi padre en algún lugar de la casa, quizás en la cocina, que es a donde me dirigía.

—¿No te parece que es muy temprano para hablar de negocios? —dije mientras entraba.

—Ya es medio día, cariño.

Ignoré por completo a mi padre y me quedé inmóvil al ver a la persona junto a él.

—Luces hermosa. —la escuché decir.

Ni en broma, estaba vistiendo en pijama, con el cabello sujetado en una especie de coleta, pero los mechones sobresalían por doquier, y tenía puesta una mascarilla que estaba comenzando a arder en la parte de los pómulos.

—Bueno, Fate, si estás de acuerdo, me gustaría que más adelante continuáramos esta conversación, has despertado mi total interés con esa propuesta, y quiero detalles del posible desarrollo.

—Claro que sí, Sr. Takamachi.

Mi padre salió de la cocina dejándonos solas.

—Buenos días, bella durmiente. —me dijo con su enorme y hermosa sonrisa. —¿Nanoha? —llamó mi nombre, en lugar de mirarla agaché mi cabeza dirigiéndola hacia el lado opuesto donde ella estaba. —¿No me digas que estás apenada? —se acercó a mí y tomó mi mano. —No es como que sea la primera vez que te veo en pijama, ¿sabes? —bueno, en eso tenía razón.

Suspiré.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —pregunté aún sin mirarla.

—¿Importa?

—Debiste despertarme. —hice una especie de mohín a como la mascarilla me permitió mover los músculos de mi cara.

—Lo mismo digo. —repuso.

—¡Oh! ¿Arisa te lo dijo? —apreté con mi puño una parte de mi pijama.

Hubiese preferido que no lo supiera.

—No fue necesario, tenía tu aroma en mi blusa cuando desperté, y mis cosas estaban ordenadas.

—Te veías agotada, no quería interrumpir tu sueño.

Tomó mi mano que hasta ahora había sujetado un lado de mi pijama, como si estuviese aferrándose u ocultando algo, llevó ambas manos a la altura de sus labios y depositó un cálido beso en la palma.

—Mi sueño no podría ser mejor que la realidad de verte. —sonrió.

Mis mejillas ardieron, pudo haber sido la mascarilla, pero lo cierto es que ver la sonrisa de Fate fácil podía hacer que hasta mis orejas se tornaran rojizas.

—Dame unos minutos mientras voy a retirarme esta cosa de la cara.

Subí a mi habitación y fui directo al baño, me quede mirando en el espejo durante unos segundos.

—¿Cómo puedes verme como si fuera lo más bello frente a tus ojos cuando luzco así? —pensé en voz alta.

Abrí la llave y retiré la mascarilla. Volví a mirarme en el espejo, mordí mi labio inferior, inhalé y exhalé.

Volví con Fate, me había preparado un café y algo para almorzar, el plato estaba servido en la mesa, me invitó a que me sentara y tomó asiento frente a mí.

Gracias, pensé.

—Te quiero, Fate.

Sonrió, es sorprendente lo fácil que sus labios se curvean formando esa bella sonrisa.

—¡Ah! Hiciste que mi corazón se acelerará. —colocó su mano derecha en su pecho a la altura del corazón.

—¿Puedes escuchar los latidos?

—Podría hasta contarlos.

—Hablaba de los míos. —hice una pausa. — Están siendo muy ruidosos desde que te vi.

—Nanoha…

—El café está delicioso.

Fate se levantó de la silla, camino hacia mí, jaló mi brazo, no con fuerza, fue más bien delicada y cuidadosa, una vez que estuve de pie frente a ella envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

—Te quiero, Nanoha.

En mis oídos retumbaba el sonido de los latidos, no eran sólo los míos, lo sabía porque iban a destiempo.

POV Fate.

Podrían ser sólo ideas mías, podrían, pero siento que la conozco lo suficiente para saber que no sólo eran ideas mías.

Había algo en ella que no entendía, recordé las palabras de Arisa, aquellas que me habían aconsejado que preguntara directamente.

Moví mis labios y alcancé a pronunciar su nombre, mis labios se movieron pero no dije nada más, no me atrevía a preguntar, no por la razón de siempre, que era esperar a que fuera Nanoha quien me dijera lo que pasaba, sino porque tenía miedo de la respuesta.

Me acerqué a ella y la abracé. En mis brazos su cuerpo se sentía tan frágil.

—Te quiero, Nanoha.


Cuenta la leyenda que solía actualizar seguido hace años.

Gracias a todo aquel que siga leyendo esto.

Los leo luego.