*suena el teléfono*

-Delivery de fics ¿en qué puedo servirle?

-Dos cosas: mi pedido anterior no trajo Negitoro, volví a hacer un pedido y ¡aún no llega!

-Le hemos agregado el pedido especial... Pero ya sabe lo que dicen... Lo bueno se hace esperar.

-¡Esa no es excusa!

*tututututututu*

:v

DISCLAIMER: Vocaloid no me pertenece... Y toda la bola.


Cerca de las tres de la tarde, Rin Kagamine se encontraba sentada en la fría banca color madera que estaba cerca del lago, a un costado del camino de tierra. Observaba las tranquilas aguas estáticas, deseando lanzarse en ellas y no salir nunca más. Descartó ese pensamiento tan rápido como apareció. Las personas pasaban, solas o acompañadas, caminando o trotando, cada quien, arrastrando sus problemas tras de sí. Ella, en cambio, esperaba al "problema" tranquilamente, esperando que las cosas no sean tan dolorosas como espera que sean.

Miró la hora en su reloj de pulsera, aún faltaban cinco minutos para la hora acordada y, como Miku siempre es muy impuntual, seguro llega quince minutos después. Grande fue su sorpresa al verla acercarse lentamente. Tragó duro, fingiendo que aún no reparaba su presencia, por lo que se estiró, tratando de liberar la tensión de sus músculos. Cuando terminó de tronar sus huesos, se sobresaltó al ver a su novia parada frente a ella, con una mirada melancólica. Ella solo atinó a mirar al piso, apenada.

La chica se sentó a su lado a una distancia prudente, sin estar muy segura de qué hacer o decir. Ella no había logrado llegar a una conclusión concreta. Al comienzo, estaba firme en terminar la relación, ahora, sin embargo, ha flaqueado al ver a su rubia tan indefensa y apenada ante la situación. Al mismo tiempo, estaba la culpabilidad por haber estado mandándose mensajes con la inglesa, le gustaba que la mujer se le insinúe y desee verla, pero ella tiene novia… O al menos por ahora.

—Miku —llamó la enana, rompiendo el hielo.

— ¿Sí?

—Mira —entrelazó sus propios dedos—, quería pedirte perdón.

— ¿Qué? —la aludida volteó a verla, asombrada.

—Sí —ella desvió la mirada—, me he comportado muy mal contigo, siempre.

—…

—Perdóname, no quise herirte tanto —finalizó, con la voz quebrada.

—Oye, tranquila, cariño —Miku la abrazó cálidamente.

Sin soportarlo, la pequeña empezó a llorar como la niña que era, limpiándose de todos los sentimientos negativos que guardaba en su interior. Mojaba la camisa lila de la Hatsune, pero no le importaba, sabía que ella no le diría nada. Intentaba tragarse las lágrimas, evitando sollozar.

—Descarga todo lo que tienes dentro tuyo, mi pequeña —dijo ella, acariciando su cabeza.

Rin empezó a llorar más fuerte, aferrándose a su novia como si su vida dependiera de ello, deseado que la peliaqua no se vaya de su lado. El calor que desprendía la reconfortaba pero al mismo tiempo le dolía saber que ella deseaba abrazar así a otra chica, una mujer que había aparecido en sus vidas sorpresivamente, arruinándolo todo, aunque, quizás, tratando de curar las heridas que ella le hizo a la dulce Miku.

Minutos después, la rubia logró tranquilizarse, dejando de llorar. Suspiró, aún en los brazos de la chica que quería. No quería deshacer el abrazo, no quería soltarla por nada del mundo. Arrepentida de sus actos, se pegó más a la pequeña, escondiendo su rostro entre el cuello de la chica, abrazando su cintura, intentando anular el espacio que las separaba.

Miku estaba maldiciendo en su mente, no esperaba esa reacción por parte de su novia. Esperaba que la regañe, peleen como nunca y que su relación termine de manera catastrófica. Pero no, la Kagamine había suplicado perdón, la había abrazado y lloró en sus brazos, arrepentida de sus actos. Ella ya no tenía la misma resolución de antes, ya flaqueó totalmente sobre el terminar esa relación, no quería hacerle más daño a ella que, ahora mismo, se mostraba como una dulce e indefensa niña. Si terminaba todo en esos momentos, su acompañante se quedaría llorando ahí, sola. Si, finalmente, seguía con eso, destrozaría el corazón y la ilusión de Luka, obligándose también, a estar apartada de ella. Miku sabía perfectamente cómo era Rin, por lo que su dulzura acabaría, a más tardar, el próximo mes, tiempo que le parecía muy corto y al mismo tiempo muy lejano porque sería una dura agonía.

—Rin —la llamó, con dulzura.

— ¿Sí?

—No te preocupes por nada, yo no te guardo rencor.

— ¿En verdad? —Rin se sentía feliz.

—Sí, no te preocupes, olvidemos todo.

—Gracias, Miku, gracias.

Rin elevó el rostro, conectando sus labios con los de su novia. Ella se tensó ante el tacto, sin lograr relajarse. Los labios de Miku le sabían amargos, no deseaba compartir con ella ese tacto tan delicado, deseaba compartirlo con Luka, pero ella no se encontraba ahí y no lo estaría hasta que ella se lo permita. De todas maneras, quizás se sienta así por la tensión del momento y la sorpresa del repentino beso, de hecho, por cómo se desarrollaron las cosas desde que piso el verde espacio. Sin salir de sus pensamientos, no logró corresponder el beso a tiempo, lo que preocupó a la rubia, que se separó de ella, preocupada.

— ¿Miku? ¿Por qué no me has besado?

—Lo siento, me sorprendiste…

—Ya veo.

Miku se acercó a su rostro, tomando sus labios suavemente, en un gesto de ternura y cariño.

— ¿Vamos a tu casa? —preguntó Rin, lujuriosa.

—Lo siento, mi madre y mi hermano están —respondió, ligeramente incómoda.

—Ya veo…

Se separaron, tomando una distancia prudente entre ellas. Ambas se quedaron mirando un punto fijo y, al mismo tiempo, ninguno. Algunos minutos pasaron, donde solo se oía al viento pasar y las pisadas de algunos transeúntes. Suspirando, Miku se levantó.

—Debo irme.

—Sí…

—Nos vemos.

—Miku —Rin la tomó de la mano— ¿seguimos juntas?

—… —dudó unos segundos—… Sí —respondió al fin, sin voltear a verla.

—Ya veo —susurró.

Sin más, Miku se retiró, odiando lo cobarde y débil que fue.


En otro lado de Tokio, mirando con aburrimiento a través de un ventanal, se encontraba una soñolienta Luka, odiando ese día como ninguno otro. Aunque, de cierta manera, era mejor estar en el trabajo que estar sola en su casa deprimiéndose, en ese lugar, al menos se deprimía con sus otros compañeros desdichados.

Sacudiendo la cabeza, se levantó, dirigiéndose a su escritorio. Se sentó en su silla pesadamente y, luego de soltar un largo y pesado suspiro, siguió con unas tabulaciones que están pendientes desde la mañana. Acompañada de una taza de café negro y unas bolitas de masa horneada, se concentró en su trabajo, expulsando de su mente a cierta chica de coletas.

Pero su paz fue interrumpida por la persona que menos deseaba ver en esos momentos… Kiyoteru Hiyama.

El hombre abrió la puerta de su oficina compartida con total confianza, ingresando en la misma con una gran sonrisa socarrona y algunas carpetas bajo el brazo. Luka fingió no verlo, pero era obvio que lo hizo, su cara de fastidio y su marcado ceño la delataban.

— ¡Hola, Luka! —saludó, azotando su escritorio con las carpetas.

—Qué escandaloso eres ¿se puede saber qué quieres?

—Señorita, esa no es manera de tratar al hijo de tu superior —dijo, con fingido pesar.

—…

—Yo quiero muchas cosas, pero primero te diré lo que quiere mi padre —dijo, pasándole las carpetas—, son registros de algunas cuentas, tienen detalles que debes ser verificados en el sistema y, de ser necesario, cambiados… Ya sabes, lo de siempre.

—Sí…

—Y yo quiero que vayamos por unos tragos esta noche —dijo, sonriendo confiadamente.

—Puedes ir tú solo.

—Puedo, pero prefiero la compañía de una bella mujer.

—Puedes pagar a una prostituta, que te haga el trabajo completo de paso.

—No me hables así —atacó, acercando su rostro peligrosamente.

—Aléjate.

—Vamos, solo serán unos tragos, te divertirás —dijo, volviendo a su semblante despreocupado.

—Está bien —terminó cediendo.

— ¡Genial! Paso por ti a las nueve.

—Claro, claro.

Sonriente, el chico se retiró, dejando a una frustrada Megurine refunfuñando en su asiento. Además de tener más trabajo que hacer, ahora tenía una cita con un chico odioso que solo la ve como un objeto sexual. Espera poder rechazarlo debidamente esa noche y que, así, el chico logre tranquilizarse.

Aunque un poco de sexo no le hará mal.

Descartó esa descabellada idea tan rápido como apareció en su mente, se había prometido no tener sexo sin compromiso nunca más en su vida y se mantendría firme en eso, más aún si tiene que conquistar el corazón de Miku Hatsune, la chica de sus sueños. No pondría en juego todo su esfuerzo por culpa del idiota de Kiyoteru.

Frustrada, se levantó de su asiento, dirigiéndose a la terraza del edificio bancario. Apenas llegó ahí, se lanzó en una de las bancas de mármol y miró el horizonte gris de la ciudad, encendiendo un cigarrillo y empezando a fumar tranquilamente, en un intento desesperado por apaciguar sus nervios, que estaban por provocarle una molestosa jaqueca.

Sus sentimientos por la Hatsune eran sinceros, puros, muy fuertes. Ella estaba dispuesta a dar la vida entera por la chica que, con su sonrisa, le mostró un mundo diferente, donde nadie le desea el mal, donde puede sentirse segura y en paz. Cuando la chica rondaba su alrededor, ella ya no se sentía sola, no sentía que estaba lejos de su tierra ni de su nido. La belleza de Miku le recordaba a las más elaboradas pinturas de los artistas del renacimiento. El color de sus ojos y su cabello parecían la unión del basto prado de Guildford con el cielo turquesa que abrazaba Reino Unido en sus pocos días despejados. Sus finos y apetitosos labios eran una vía hacia el mismísimo infierno o paraíso, según la chica elija el corresponderle un beso o no, podía elevarla por los cielos o dejarla tirada en la tierra, abandonada y sola. Ella era una inspiración, como un radiante sol en su vida, su sol.

Su luz, su sol, sí, esa chica era suya. Suya y de nadie más. No le importaba que siga siendo novia de la pequeña amargada, la consideraba suya por los fuertes sentimientos que atormentaban su corazón, las miradas cargadas de anhelo que siempre le lanzó, sus orbes brillando con esperanza cuando descubrió sus sentimientos, sus diferentes reacciones ante su tímido cortejo. Todo, todo la declaraba como suya y ella reclamaría lo que le pertenece como la posesiva enamorada que era.

Pero temía profundamente que su sol decida alejarse de ella a causa de su pasado. Si bien solían mantener alegres conversaciones, ninguna de las dos nunca mencionó nada sobre su vida. Luka tenía un pasado oscuro, marcado por la tragedia que la obligó a huir de su pueblo, siendo arrastrada a Japón por la estirpe nipón de su acaudalada familia. Ella se preguntaba cómo reaccionaría ante los detalles de su vida pasada, las persecuciones que sufría, la muerte de sus padres, la destrucción de su familia, de su hogar. Incluso ahora, si la chica se entera de sus andanzas, de cuántas relaciones ha destruido, del tipo de negocios en los que era mediante. ¿Estaría bien sincerarse con ella? Recordaba cómo la chica que llegó a amar huyó de ella por temerle, alegando que estar con ella era un riesgo innecesario para su vida. Y le dio la razón, muchas personas murieron para que ella siga respirando y, algún día, vuelva a su país a continuar el trabajo de su madre, ese camino por el que se arriesgó y cayó, arrastrando a su familia con ella. Pero Luka sabía que, si ella decidía seguir ese mismo camino, no permitiría que le ocurra lo mismo, con la simple intención de ser el orgullo de su pueblo, su familia y, especialmente, de su madre, que tanto había hecho por ella y sus hermanos.

Miró al horizonte, perdiéndose en él, suspirando, añorando a su patria y a cierta chica de coletas. Ya había pasado nueve meses desde que estaba instalada en Japón, sin haber pisado su tierra desde ese entonces. Deseaba volver y llevar a Miku consigo, enseñándole todo sobre su cultura y su sociedad, presentándola a toda su comunidad como su flamante y hermosa novia, la dueña de su corazón.

Se levantó pesadamente y, arrastrando los pies hasta su oficina, se escurrió dentro de ella, hasta su escritorio, donde se sentó a continuar su trabajo, olvidando completamente todo el tema de Miku y su novia, ya pensaría en eso en otro momento.


La noche llegó y una hiperactiva chica de coletas se encontraba en la sala de su casa, jugando con su consola. Como su hermano no se encontraba, se conformó con jugar contra la máquina, seguía siendo divertido. Era la excusa perfecta para no pensar en nada ni en nadie, porque, si empezaba a hacerlo, correría hasta la torre más alta de Tokio y se lanzaría desde ahí.

Escuchó la puerta de la casa abrirse, dejando ver la cabellera negra de su madre y las diversas bolsas que traía del supermercado. Empujada por la moral, dejó el juego y se dispuso a ayudarla, mientras se armaba entre ellas, una trivial conversación.

Miku vivía con su madre y su hermano en una pequeña casa en los alrededores del centro de Tokio. Ellos dos eran lo que le quedaba de su familia y, aunque siente la ausencia de su padre, se siente afortunada de tener a ese par que tanto ama, siendo ellos, siempre, los principales pilares de su vida. Ellos llevan una vida un tanto modesta, de un tiempo a esta parte, su economía había mejorado considerablemente gracias al ascenso que tuvo su madre en el trabajo. Cada vez aspiraba a más, solo para darle una vida digna a sus hijos.

Su padre murió cuando ella apenas diez años. Anteriormente, vivían en un pequeño pueblo camino a Osaka. El pueblo estaba escondido en la llanura, aunque no tan lejos de la ruta que conducía a la caótica ciudad. Ellos siempre vivieron tranquilos ahí, hasta que, su padre, cegado por el dinero, prefirió irse a la capital para acumular riquezas como comerciante… Él no sabía que eso sería, cavar su propia tumba. El gran estrés que sufrió durante unos meses logró reventar una vena del cerebro, dándole un aneurisma que acabó con su vida en dos semanas. Los doctores hicieron su mejor esfuerzo, pero no llegaron.

Yukio Hatsune era un hombre alto, de cabellos color agua marina y ojos marrones. Se dedicaba a la venta y exportación de todo tipo de carnes. En el pueblo, tenía una pequeña granja con algunas vacas y cerdos, que eran su fuente de trabajo. A medida que el tiempo pasaba, los productos que ofrecía llegaban a las ciudades y, rápidamente, hasta la boca de algunos importantes comerciantes del campo alimenticio de Japón que, sin perder el tiempo, contactaron con el hombre, ofreciendo diferentes ofertas de trabajo. Ellos deseaban, desde contratarlo, hasta ser socios vitalicios de una posible empresa de exportación e importación. Con toda la emoción que sentía, se dejó llevar por las palabras de sus nuevos socios, claramente, algunos con pésimas intenciones.

En efecto, se mudaron a Tokio, donde, Yukio, empezó a separarse de su familia. Él se pasaba los días y las noches frente a pilas de documentos, de reunión en reunión y contando su dinero. A su hijo, Mikuo, poco y nada le interesaba, más no era así para la pequeña Miku, que tanto amaba a su padre. Ella siempre buscaba llamar su atención haciendo travesuras, contándole mil cosas sin sentidos y pidiendo algún que otro capricho. Su padre, llegaba a sentirse tan frustrado, que la regañaba fuertemente, para luego dejarla llorando. Estaba destruyendo su familia.

Unos meses después, el pequeño negocio que montó junto a dos "amigos" empezó a tener una racha pésima. Vendían poco más de la mitad de lo que producían, siendo así, unas ganancias casi nulas, por lo que era como tener un trabajo normal con el salario mínimo. Poco tiempo después, descubrieron desviación de dinero pero, como los delincuentes eran más listos y experimentados, procedieron a chantajes y estafas, acabando con su vida en poco tiempo.

Hace apenas un par de años, Miku logró comprender qué fue lo que ocurrió para que su padre haya partido tan rápido. Su madre se había dispuesto a explicarle todo lo ocurrido con lujo de detalles. Ella sabía que su hija ya comprendería la situación por la que pasaron todos ellos. Como era de esperarse, la chica lo comprendió, sin poder evitar deprimirse, Mucho tiempo pensó en una inminente venganza, cosa que cambió cuando conoció a cierta rubia de ojos azules que, con su peculiar forma de ser, le mostró que odiar no era una opción, aunque la enana odiaba a su padre, era un pequeño detalle que fingía no notar.

—Madre —la llamó, de repente— ¿qué ocurrió con la granja del pueblo?

—Oh, eso… Tu padre lo puso a la venta, seguro sigue ahí, pero con otros dueños.

—Ya veo…

Dejando al pasado atrás, volvió a sumergirse en el mundo de los videojuegos.


Cerca de la medianoche, en un modesto bar en la "zona roja" de Tokio, se encontraba una pelirrosa acompañando a un caballero de cabellos castaños, que se mostraba bastante cortés con la mujer.

El hombre era un experto en estas cosas y ella notaba eso. Trata de ser cortante e indiferente, pero él sabía voltear los papeles y llenarla de curiosidad, por lo que, eso parecía casi imposible. Debía admitir que estaba pasando un buen rato con la música alegre, las luces de colores, los exóticos tragos y las conversaciones que Kiyoteru armaba. Ese chico estaba totalmente confiado, aunque Luka se esforzaba por darle a entender que no deseaba acostarse con él. Hiyama se esforzaba por hacerla cambiar de idea, sabía que nada estaba escrito y una mujer con un historial como el de su acompañante debía caer, o quizás sea él quien caiga, pero poco y nada interesaba si lograba tenerla desnuda en una cama. Ese pensamiento era lo único que lograba impulsarlo.

—Dime, Luka —empezó— ¿sigues viendo a esa pelirroja?

— ¿Quién? ¿Te refieres a Cul?

—La misma —dijo, sonriendo.

—Oh, no…

— ¿Y eso por qué? Te veías en verdad enganchada con ella.

—No congeniamos y punto.

—Vaya, pero supongo que está bien.

— ¿Por qué?

—Eso, querida, lo descubriremos más adelante —finalizó, pidiendo otro trago.

La mujer lo fulminó con la mirada, pero prefirió callar. Darle cuerda puede ser muy peligroso, aunque quiera sacar a la luz todos sus trapos sucios y librarse de él de una vez por todas.

—Luka, hablemos en serio —dijo, acercándose.

— ¿Qué quieres?

—Hagamos un trato.

—…

—No sé si ya notaste a los Johannes.

Ante la mención de aquel apellido, Luka se estremeció, abriendo los ojos como un par de platos. El hombre sonrió socarronamente, viendo cómo su plan empezaba a cobrar forma.

—Bien, ellos están aquí… Pero yo te propongo sacártelos de encima sin ningún inconveniente.

— ¿Qué quieres? —repitió, duramente.

—Querida, sabes perfectamente lo que quiero —sonrió perversamente—, aunque, también quisiera que me hagas un favor aparte.

—Te escucho.

—Sabes los negocios en los que ando metido —asintió—, bien, un negocio está por salir, pero necesito hacer una entrega inmediata para que me terminen el trabajo y, conociéndote, no accederás a darme dinero del banco, pero puedes acceder a darme dinero de tu propio bolsillo.

— ¿Solo para librarme de los Johannes? Ni loca.

—Espera, mujer —suspiró—, te haré parte del negocio, serás mi socia.

—…

—Hagamos dinero y hagamos el amor ¿qué te parece?

—Paso.

—Está bien, hagamos dinero.

— ¿Y cuál es ese negocio tuyo?

—Te explico… Básicamente, necesitamos cubrir la venta de "eso" y, este negocio, es con ese objetivo. Solo queremos poner una playa de autos o una tienda de artículos electrónicos, pero nos falta una persona de confianza y creemos que tú eres persona.

— ¿Estás loco, Kiyoteru? Nunca me metí en eso y este no es el momento.

—Tú no tendrás nada que ver con eso, solo con la tienda. Necesitamos que tú te encargues de eso mientras que nosotros trabajamos en las sombras.

— ¿De cuántos ceros estamos hablando?

—Seis, mínimo —sonrió con malicia al notar el brillo de la ambición en los ojos zafiro de la mujer—. Sé que quieres ese dinero, podrías reconstruir el negocio de tu familia con él.

—No lo sé.

—Te daré tiempo para pensarlo.

—Está bien, ahora, sácame de aquí.

—Solo si al salir, vamos a mi departamento.

—No…

—Entonces será un placer entregarte a los Johannes.

—Maldito —masculló.

Cayeron en un silencio tenso. Kiyoteru miraba hacia la entrada constantemente, donde dos hombres trajeados esperaban sus movimientos. Mientras que la inglesa sentía sus músculos entumecerse por la presión del momento. Era obvio que ese hombre sabía perfectamente que el par de trajeados estarían ahí, por lo que ideó un plan macabro para acorralarla, había sido estúpida para aceptar la dichosa cita con él, aunque, de igual manera, le había abierto una puerta interesante, pero no sabía si pasarla.

Finalmente, salió con Kiyoteru. Pero, como ese chico era aún un crío, no esperó que la Megurine logre dormirlo justo antes del acto, dejándolo en su departamento, solo y desnudo.


Lunes, la jornada escolar empezaba de vuelta y una chica de coletas iba caminando apresuradamente, acompañada de su mejor amiga de cabellos verdes.

—Miku ¿estás segura de lo que harás?

—No, pero necesito saberlo.

—Solo, no hagas nada estúpido.

—Tranquila, no lo haré.

Llegó hasta su salón, donde vio a la inglesa hablando con Gakupo y Miki. Suspiró fuertemente y, hecha un manojo de nervios, se encaminó hasta ella, importándole poco la mirada de advertencia que le lanzaba su novia.

—Ummh… ¿Megurine-san? —dijo, tímida.

—Ah… Miku —respondió la aludida, tragando duro.

— ¿Podemos hablar?

— ¡Claro! —atropelló—… Eh, digo… Sí, no hay problema.

—En el almuerzo, hacia el gimnasio.

—Ahí estaré.

Asintiendo repetidas veces, la chica volteó hasta su lugar, sintiendo su rostro arder y sus manos temblar. Sacudió la cabeza al momento que se la rascaba, confusa, producto de los nervios. Se sentó en su lugar pesadamente, evitando mirar a su novia a los ojos. Sabía que solo recibiría un reproche o, quizás, una buena reprendida. Suspiró suavemente.

— ¡Maldita! —escuchó una voz masculina, volteando rápidamente.

—Fue divertido, Kiyoteru —respondió Luka, riendo.

—No, no lo fue —volteó, yendo a su lugar, hecho una fiera— ¡Lo pagarás muy caro, mujer!

—Claro, claro, niño, ve a jugar con tus rollos de dinero y déjame en paz.

El aludido escupió una sarta de inentendibles maldiciones, recibiendo una carcajada como respuesta. Segundos después, el docente ingresó, dejando la duda en el aire.

La hora del almuerzo llegó. El agudo sonido del timbre aceleró los corazones de dos chicas de la clase 3-B. La chica de coletas apretó la mandíbula al sentir los ojos de su novia posándose sobre ella. Por su parte, Luka temía que ella desista, de todas formas, no debía acobardarse en ese momento, espera poder dar un gran paso con Miku y no desaprovecharía una oportunidad así. Decidida, se levantó de su asiento rápidamente, apretando el paso hasta las instalaciones del gimnasio.

Imitando a la pelirrosa, ella se levantó rápidamente, queriendo huir de la rubia chica que ardía en rabia y celos. Ella se levantó, en un rápido reflejo, impidiendo la huida de su chica, tomándola del brazo izquierdo.

—Si vas, esto termina aquí —amenazó.

— ¡Estoy harta de escuchar eso! —exclamó, zafándose—, si tanto quieres terminar esto ¡Hazlo ahora! —desafió, con la voz quebrada.

—…

Al notar que no recibía respuesta alguna, volteó, frustrada, ignorando las múltiples miradas que sus compañeros le lanzaban. Sus piernas se movían rápidamente, casi corriendo al lugar donde sabía perfectamente que la inglesa se encontraría. Su corazón latía fuertemente, retumbando en sus tímpanos. La expectativa del momento provocaba cierto sudor en las palmas de sus manos. Divisó la estructura del gimnasio y, en una de las bancas de los alrededores, estaba Luka. Inspiró profundamente y se acercó.

—Hola —saludó, tímida.

—Hola —le mostró una tenue sonrisa—, pensé que no vendrías, así que empecé a comer sin esperarte, lo siento.

—Oh… Olvidé mi almuerzo en la clase —dijo, apenada.

La mujer solo rió, invitándola a sentarse a su lado. Cuando comió hasta la mitad de su almuerzo, se lo pasó a la chica que jugaba con sus dedos nerviosamente.

—Ten, ya no tengo hambre —ofreció.

—No quiero quitarte tu almuerzo —rechazó rápidamente.

— ¿Estás rechazando mi comida? Y eso que la hice con mis propias manos —refutó, divertida.

Apenada, aceptó la comida, devorándola rápidamente. Aunque la pelirrosa pensó que se debía al hambre, resulta ser que su ansiedad la obligaba a casi tragar su comida sin darle un solo mordisco.

—Y bien… ¿De qué querías hablar? —mencionó Luka, luego de un rato de silencio.

—Este… Me gustaban mucho tus notas —informó, mirando al piso.

— ¿En verdad? —la mujer la miraba con una expresión de pura ternura.

—Sí… Eran muy lindas, ¿de dónde sacabas las frases?

—Oh… De poemas o versos de canciones.

—Ya veo.

Se volvieron a sumir en un tenso silencio. Ambas sentían la palpitación de sus corazones en el tímpano, callando todo pensamiento coherente, sin dejarlas escapar de sus incontrolables sentimientos. Querían romper el hielo, pero ninguna de las dos sabía cómo, sin decir algo comprometedor o, en todo caso, estúpido. Mientras la cabeza de Miku parecía totalmente vacía, la de Luka se llenaba de chistes pésimos, todos, cortesía de Gakupo.

—Este… Megurine-san —empezó, con la voz algo temblorosa—, siento mucho lo que hizo Rin esa vez.

—Ah… No te preocupes por eso —respondió, terminando con su pequeña ilusión.

—Ella es así… Es muy posesiva y orgullosa, no me gustó lo que hizo…

—En verdad, no te preocupes, no me siento molesta.

Armándose de valor, Luka tomó ambas manos de Miku con las suyas, en una suave caricia. El tacto de sus pieles causó un hormigueo agradable en ambas chicas que, se perdieron en los ojos de la otra. La inglesa se dejaba llevar por el amor que sentía en esos momentos, dándole a la chica una mirada cargada de sentimientos, que la iban desarmando poco a poco, hasta dejarla indefensa y expuesta. La peliaqua apretó las manos que la apresaban, recibiendo el mismo gesto en respuesta.

—Es… ¿Es en serio? —preguntó, con un ligero temblor, llena de inseguridad.

— ¿Qué cosa?

—Lo que dices… Tus sentimientos, las notas, todo…

—Claro que sí, preciosa —respondió, dulce— ¿por qué dudas?

—Me parece muy irreal… Pareces perfecta.

—No lo soy.

—Lo sé, ¿qué es lo que escondes?

—…

—Yo… No sé qué hacer, me siento tan confundida y, contigo, aquí, solo me siento peor.

—No quiero hacerte ningún daño, si solo te complico, me alejaré.

— ¡No! —exclamó, alarmada—, no quiero que te alejes de mí.

—Entonces no lo haré.

— ¿Por qué haces esto? No lo comprendo —bajó la mirada.

—Miku, yo —inspiró profundamente—… Estoy enamorada de ti.

La aludida dejó salir un jadeo de sorpresa. La sinceridad y la dulzura con que esas palabras salieron de los labios de la inglesa lograron derretir su corazón en un santiamén y poner todo su mundo de cabeza. Ella respiraba lentamente, procesando la información recibida, mientras que sentía el sudor en las palmas de su ahora enamorada, producto del nerviosismo y la presión del momento. La mujer, por su lado, sentía un profundo miedo al rechazo de su querida compañera que no lograba articular palabra alguna.

Obedeciendo a sus impulsos, Miku se acercó a Luka, anulando la distancia que separaba sus cuerpos, pero sin lograr hacer lo mismo con la distancia de sus labios, que quedaron como a diez centímetros. Sorprendida, la mujer se exaltó ligeramente, transfiriendo sus nervios a una insegura peliaqua. Sintió sus extremidades temblar cuando su captora elevó los brazos, rodeando su cuello y dándole una mirada segura, pidiéndole con sus ojos que acabe con la distancia que las separaba. Sin soportarlo más, posó sus manos en la cintura de la Hatsune y, con sus sentimientos a flor de piel, unió sus labios en un suave y algo brusco beso.

Ambas sintieron sus músculos tensarse y sus corazones dejar de latir por unos segundos, sincronizándose. Lentamente, se fueron relajando, logrando disfrutar plenamente de la caricia compartida. Segundos después, se separaron, cruzando miradas, con sus rostros sonrojados y las respiraciones agitadas. Con un poco más de confianza, Miku volvió a tomar los labios de Luka, dejándose llevar por los deseos de su corazón y las fuertes sensaciones que los suaves labios de la inglesa le producían. Ligeramente sorprendida, la mujer no tardó en responder con algo de intensidad, recibiendo, rápidamente, la misma respuesta. Algo tímidas pero tomando confianza lentamente, empezaron a masajear sus labios, sintiendo que rozaban las nubes con sus manos.

Volvieron a separarse, a causa de la falta de oxígeno. Después de tomar suficiente aire, volvieron a las mismas, esta vez, dejando que sus lenguas se conozcan lentamente, dándose suaves caricias que encendían a cierta mujer de cabellos rosados. Ella, delirando, rodeó completamente la cintura de Miku con sus brazos, apretándola más a su cuerpo, sintiendo el inmenso calor del cuerpo de la menor.

Rompiendo con la magia del momento, el timbre sonó, asustando a las chicas que se separaron como si sus pieles quemaran. Dándose cuenta de lo que acababa de hacer, Miku no pudo evitar hacer una expresión de arrepentimiento, que oprimió el corazón de Luka.

—Miku… No—

—Lo siento —dijo rápidamente, para luego salir corriendo.

La mujer se quedó mirando la espalda de la chica que, hace unos momentos, la estaba besando con pasión y ahora la había dejado ahí, abandonada y sola. Aunque en otros momentos, ser el cuerno de una tercera hubiese sido un orgullo, ahora, se sentía fatal, porque sabía cómo podría afectar eso a la pequeña peliaqua.

Por su lado, Miku sentía su corazón doler mientras saltaba de felicidad. Estaba tan confusa y se sentía tan culpable, que no logró contener unas lágrimas traviesas que rodaron por sus mejillas mientras caminaba hasta el salón. Ahora, no podría mirar a su novia a la cara, ella, acababa de hacer algo imperdonable, totalmente inaudito.

Ella, había sido infiel.


¡Esto es todo amigos!

*suena el teléfono*

-Delivery de-

-¡TE ODIO!

*tututututu*

:v

Bueno, mi excusa es que estuve estudiando bastante y no me daba el tiempo para poder terminar de editar el bendito capítulo, pero bueno, aquí lo tienen xD. Espero no tardar para la próxima actualización, así no los dejo con la expectativa (?), me siento muy cruel al haberlo terminado ahí, pero, es tan genial hacer eso (?) xDDD. En fin, espero que no me odien mucho, ni a Rin, ni a Miku, ni a nadie (?), aunque creo que ya tenemos una lista de enemigos que va en aumento, pero no importa, son cosas del fútbol (?)

En fin...

¡EL RINCÓN DE LAS RESPUESTAS!

Dianis Mar: Bueno, Rin tiene su historia (?) y tranquila, te spoileo que será feliz como debe ser, así como Miku y toda la bola (?). De hecho, ella no es así por mala sino por miedo, no saber manejar sus sentimientos y todo eso, además de tener, de por sí, un carácter fuerte que aplasta a Miku como si fuera una hormiga de por ahí (?) En fin, gracias por tu review ¡Saludos!

TENSHIKOKIRA: ¡Hola! Me alegra que te haya gustado el cap T-T *-*. Pues sí, no lo sabes, pero eso no le quita lo sexy e,e, se ven bien juntas (?) aunque, en mi mundo, la tachi es Lily... No sé por qué xd. De hecho, quise poner una reconciliación con sexo pero me arrepentí sobre la marcha, pero quita tus conclusiones sobre la situación actual xD. De hecho, hay para rato, por lo que puedes traer comida y sentarte a ver (?). Te doy la razón al decir que Miku es mi juguete, es cierto, todos lo son, pero a Miku le juego más (?) es tan divertido xD. Luka es más demonio que ángel, te aviso e,e. En fin, gracias por comentar y espero que te guste este cap :3 ¡Saludos!

NaruNein: Me dio risa tu frustración, lo siento, ajjajajajajajaj. Bueno, pero tienes razón xD parece que es algo así como una ley del universo o algo así, pero es divertido, al menos para mí (?) ¡Gracias por tu review!

Vixo: En efecto, había tardado como una semana pero ahora fue el cuádruple y eso xD. Eso no es justificación, ella, simplemente, es muy impulsiva, no le odia a Miku, claro que no xD pero es lo que pasa cuando no logras controlar tus emocione y dices lo primero que se te viene a la mente (?) al menos desde mi punto de vista :v. En fin, se ha hecho el drama pero no termina ahí :B. Espero que te haya gustado el cap ¡Saludos!

RedScars: Me alegra que te haya gustado :3. Y bueno, es la realidad, seguro te diste cuenta por el pequeño momento negitoro que después se desplomó xD. Trataré de regularlo, lo prometo, pero es inevitable xDD. Creo que le doy dolor de corazón a varios lectores, no es mi intención, me disculpo por eso (?). En fin ¡Saludos! :D

Akuma White: Ahora no tengo hambre pero igual voy a guardar la pizza para después (?). Creo que tardé un poco con la actualización, pero son cosas que pasan (?), lo siento, ni siquiera la pizza pudo evitarlo :(. Me alegra que te haya entretenido y espero que este cap también lo haga (?) :B. De hecho, ya hay una pareja ganadora y no te diré cuál es e,e,e,e lo sabrás con el tiempo, como todo en esta vida (?). Miku es muy buena como para ser cruel con Rin, aunque ésta lo sea con ella. La quiere y le es imposible ser cruel :v, pero le va a terminar, ya verás cómo xD. En fin, ¡Saludos!

Gasaicat: De hecho, mi idea es que el lector entienda lo más posible los sentimientos de los personajes para que se adentren en la historia y se comprendan mejor sus acciones :B. De hecho, espero hacer caps más largos una vez que regularice bien mis estudios xD así que prepárate (?). Debo admitir que me alegra que acoses mi fic (?) acósalo siempre, ama que lo acosen (?). En fin, gracias por comentar ¡Saludos! :3

Bien... ¡Esto es todo amigos! (?)

Ya saben que cualquier error, duda, queja, tomatazo, navaja, cuchillo, mazorca, granada o mina que quieran tirarme, pueden lanzarla con un review, tranquilos, está blindado y tiene la cosa esa antibalas así que no matarán a nadie (?)

¡Nos vemos!