Capítulo 1: Zeus

La tormenta arreciaba y con ella el sonoro latir del cielo nocturno. Los truenos retumbaban en el Templo de Géminis, haciendo vibrar las ventanas de las habitaciones y alterando el sueño de uno de sus guardianes.

Kanon se removió entre sus sábanas, atosigado por el constante crujir del cielo. El temible rugido había transformado su sereno sueño en una muy real pesadilla, una que hacía mucho tiempo no sufría. En ella, las gotas de lluvia que chocaban contra los altos techos del Templo se transformaban en marejadas y los truenos equivalían a trozos de mármol fracturándose bajo el inmenso peso del Mediterráneo.

Un trueno más sonoro que todos los anteriores lo despertó de aquel sueño. Instintivamente salió de la cama, pensando quizá que alejándose de ella podría evitar la enorme ola que estaba a punto romper su cuerpo. Pasaron los segundos y poco a poco Kanon se percató de que la temible visión había sido parte de una simple pesadilla.

Caminó hacia la ventana y confirmó que el constante rugido del mar no había sido sino producto de la terrible tormenta que caía desde el anochecer. Sintiéndose bobo por haberse asustado por algo tan simple, sonrió y se sentó al pie de su cama. Frotó sus manos contra su cara y maldijo el ruido que muy probablemente le impediría dormir nuevamente. La noche sin luna le impidió leer la hora en su despertador, sin embargo, calculó que no podían pasar de las tres de la madrugada.

Una brillante luz blanca fue seguida por un fortísimo trueno que duró lo que a Kanon le pareció una eternidad.

—Estúpida lluvia —murmuró temiendo que los diluvios veraniegos le obligaran a comprar tapones para los oídos.

La reciente pesadilla y el eco de las gotas de lluvia multiplicándose en las paredes de su habitación le inquietaron. Deseó, mas no se atrevió, despertar a su hermano, consideraba que no tenía una razón suficientemente buena para hacerlo. Más bien, tenía las razones suficientes; lo que le faltaba era la fortaleza necesaria para confesarlas. Un Santo Dorado —así le llamaban ahora— no debía temerle a un poco de lluvia y a un recuerdo lejano.

Sintiéndose demasiado incómodo en la pequeña habitación, se puso de pie nuevamente y salió del cuarto, pasando de largo la angosta puerta de madera que albergaba la habitación de su hermano.

Ni por un instante pensó en despertarlo con alguna pobre excusa. Sabía que Saga sería capaz de ver a través de ella y que adivinaría que su nerviosismo yacía en algo tan simple como el trepidar de la lluvia.

Hacía diez meses que todo había regresado a la normalidad. Al menos así había sido para la mayoría de los Santos Dorados, quienes desde un principio consideraron aquellos Templos como su hogar y a sus guardianes como sus hermanos. No obstante, para Kanon la sensación había sido muy diferente. Si en algún momento tuvo un hogar, el recuerdo se desvaneció rápidamente con la llegada de la frustración y del odio. Ni las Doce Casas ni el Templo de Poseidón fueron para él un refugio, sino los símbolos de su ambición y codicia. ¿Los Santos de Atena? Ellos eran los enemigos a vencer, los hombres estúpidos que se ponían en su camino para destruir al mundo que tanto odiaba.

Así había sido hasta que reconoció el cálido cosmo de su Señora, hasta que dio su sangre y su vida por Ella. Diez meses habían pasado desde la última batalla, diez meses desde que recibió lo que Ella llamaba recompensa y él bendición.

¿Cómo imaginarse que las cosas terminarían de aquel modo? ¿Cómo adivinar que algún día volvería a compartir el techo con su hermano? ¿Que su lealtad finalmente encontraría a alguien en quien yacer? ¿Que la esperanza, antes desconocida, algún día llegaría a su corazón?

Habían pasado diez meses de una vida casi perfecta. Aunque todavía no acababa de acostumbrarse a las eternas escaleras del Santuario, ni a las recelosas miradas que recibía de algunos de sus compañeros, la compañía de su hermano lograba apaciguar casi todas sus preocupaciones. Ya fuese por remordimiento o por genuino interés, Saga había adoptado el rol del hermano protector y estaba constantemente al pendiente de su bienestar. Kanon apreciaba su interés y si no lo agradecía abiertamente era porque no estaba acostumbrado a recibir o a ofrecer cariño.

Siguió pues, su recorrido por el Tercer Templo. Caminó lentamente como si el frío de las baldosas no afectara a sus pies descalzos y hasta llegar a la entrada del Templo de Géminis. Permaneció bajo techo mientras miraba serenamente las gotas de lluvia iluminadas por las antorchas del portal. Un frío viento acompañaba a la tormenta, mas éste no alteraba al guardián en lo más mínimo: hacía tiempo que una intensa fiebre ardía en su pecho y si su hermano había fallado en calmarla, algo tan simple como la lluvia no haría la diferencia.

Extendió la mano derecha sobre su clavícula, en uno de los quince puntos a través de los cuales el Santo de Escorpio inflamó su perdón y el ardor que se rehusaba a escapar de su cuerpo desde entonces. Con una simple frase Milo logró transformar el más abrasador de los fuegos en el más cálido sentimiento. Su vida dio un vuelco en ese momento, cuando le reconoció como su aliado tras una fugaz mirada, llamándole Santo de Géminis antes que cualquier otra persona. A pesar de ahora compartía Templo y Armadura con su hermano, Kanon presumía gozoso su rango por ningún otro motivo más que el que Milo se lo había otorgado.

Aquella noche descubrió el fuego del Santo de Escorpio, tan abrumador que era incapaz de permanecer en su cuerpo y buscaba una salida a través de su cosmo. Kanon aún podía sentir la pasión de su compañero palpitar bajo su piel, alertándolo, incitándolo a rememorar una y otra vez la prueba en la que, por vez primera, mostró humildad y devoción.

Y, a pesar del abrumador sentimiento, Kanon deseaba más. Deseaba ser consumido por completo por el Santo de Escorpio, mas éste optó por mantener latentes las llamas que el otro tanto necesitaba.

Kanon intentó encontrarlas varias veces, primero en bobas discusiones que pretendían irritar a su compañero y luego orillándolo a combates más serios durante los entrenamientos. Ninguno de sus planes funcionó y Milo no volvió a mostrarle la intensidad de aquella noche; tan solo le miraba con el ceño fruncido o bien una burlona sonrisa. A veces, cuando ambos estaban de buen humor, el mayor recibía una rápida palmada en la espalda. Kanon reconocía lo que esos blandos gestos y las desabridas conversaciones significaban: 'Te respeto como compañero y como hombre no me desagradas. Quizá, si sigues así, podré un día llamarte mi amigo.'

Ese hecho desvelaba a Kanon más que el calor mismo. ¡Deseaba tanto más del Santo de Escorpio que no sabría cómo conformarse con menos! Se encontraba en una encrucijada y no estaba seguro de que algún día podría salir de ella.

El sonido de unas sandalias arrastrándose le sacó de sus pensamientos. No tuvo que virar el rostro para saber que su hermano se reunía con él.

—No te escuché regresar al cuarto —Kanon sonrió y bajó el rostro abochornado por los tardíos, aunque bien aceptados, cuidados de su hermano—. ¿No tienes frío?

—La tormenta no me dejaba dormir —respondió negando lentamente con la cabeza.

Saga asintió.

—El Recolector de Nubes está intranquilo esta noche.

Kanon arrugó la nariz.

—Es demasiado temprano para escuchar tus cursilerías.

Saga rio quedamente y frotó sus ojos con la mano derecha para desembarazarse del sopor.

—Entonces regresa a la cama.

Kanon esperó a que un largo trueno se silenciara antes de poder contestar.

—¿Para qué? No dejará de llover.

—Ni tú de pensar en él —Kanon se encogió de hombros al verse tan fácilmente sorprendido—, pero al menos en tu cama no pescarás un resfriado.

Apaciguado por el cansancio, el menor le concedió la razón a su hermano y caminaron lado a lado de regreso a sus habitaciones.

Al igual que la vigilia de Kanon, la tormenta duraría hasta entrada la mañana. No obstante, el gemelo sabía que la tempestad que abrumaba su mente apenas comenzaba.

Comentario de la Autora: Y este fic apenas comienza. Desde hacía tiempo que quería hacer otro multichap con esta pareja y el reto pereza del foro SSY fue una buena oportunidad. Los capítulos serán cortos, pero actualizaré una vez al mes así que parecerá más largo. =D

Sinceramente me ha sido muy complicado salirme de mi headcanon de Nóstoi, pero haré lo posible para traerles algo original. Un modo que se me ocurrió para hacerlo diferente fue enfocándome más en los sentimientos de Kanon. Espero que esta pequeña historia les guste y que yo tenga la fortaleza para acabarla a tiempo. ¡Gracias a todos por sus lecturas!