Los personajes de esta historia pertenecen a la serie Naruto & Naruto Shippūden © Masashi Kishimoto
Capítulo 10.
- No papá, no me gusta Ino. – dijo Shikamaru ahora mirándolo.
- ... entonces, ¿quién? – preguntó Shikaku, aunque la respuesta del joven Nara era perfectamente visible en su mirada. – entre nuestros clanes no puede haber más que hermandad, ya lo sabes...
Shikamaru dudó sobre si decir directamente quién era la chica que se podría decir que le "gustaba" aunque ni él todavía tenía definidos sus sentimientos hacia ella.
- Creo que tú en realidad sabes mejor que yo quién es – dijo Shikamaru agitando las revistas ligeramente para indicarle a su padre que recordara lo que tenía en las manos. - ¿Puedo? – preguntó queriendo saber si se las podía guardar de nuevo.
- A mí no me importa, pero tu madre las acabará encontrando aquí y ella sí se enfadará – respondió su padre comportándose como un cómplice total. – Busca un sitio mejor para ellas. Ven conmigo.
Shikaku salió de la habitación de Shikamaru y éste lo siguió. Justo después entró a su despacho donde se paró delante de un armario y señaló el cajón izquierdo.
- En ese cajón, al fondo, hay una caja de madera donde guardo... – empezó a decir el Nara, pero Shikamaru estaba inquieto con las revistas en la mano ahora que se escuchaba el ruido de su madre entrando en casa. – … voy a distraer a tu madre mientras piensas donde guardarlas.
Shikamaru se quedó atónito. ¿Era posible que eso estuviera ocurriendo? ¿Su padre estaba siendo comprensivo con ese tema?
Shikaku volvió a parar sus pasos durante un segundo y volvió su cabeza hacia el joven Nara.
- Ah, y si tienes dudas sobre algo no dudes en preguntarme. Para algo soy tu padre – dijo justo antes de volver a caminar hacia el recibidor de la casa.
Shikamaru no quitaba su cara de asombro mientras corría como un cervatillo asustado hacia su cuarto de nuevo. Si tenía que buscar entre el cajón de su padre la supuesta caja de madera y decidir si las iba a guardar en el mismo sitio donde su padre tenía revistas y quién sabe qué más... desde luego no era el momento para pensárselo.
Su mente buscó la mejor estrategia en apenas un minuto y encontró un nuevo sitio para guardar las revistas. Pensó en la actividad de su madre en su habitación y esta siempre se resumía en guardar ropa interior limpia en su mesita de noche y guardar el resto de ropa entre su armario y la cómoda. Su padre tenía razón, era cuestión de tiempo que su madre las encontrara ahí. De hecho, había tenido suerte de que ella todavía no las hubiera encontrado.
Al final las guardó debajo de la cama. Entre el colchón y el somier.
...
Los días que Temari pasó en Suna sin poder ir a Konoha se fueron muy rápido. La joven kunoichi estuvo muy ocupada con trabajo administrativo y misiones diplomáticas. Pero, como en el pasado había dejado muchos temas resueltos en Konoha, en todo ese tiempo sólo se dedicó a ir a otras aldeas.
Deseaba escribirle a Shikamaru pero en más de una ocasión escribió alguna carta y al final la acabó rompiendo.
Cuando rompía una de esas cartas sentía como si fuera su corazón el que se rompía y no lo entendía realmente porque para ella Shikamaru era un amigo. Un buen amigo sí, pero un amigo al fin y al cabo.
¿Sería acaso la forma en cómo la miraba lo que hacía que ella sintiera que Shikamaru podía ser algo más? En más de una ocasión lo había pillado echándole una mirada furtiva a su escote o a su trasero. Pero él era muy educado y apartaba la mirada como si se sintiera la peor escoria del mundo.
Cuando supo que tendría que volver a Konoha porque se iban a organizar los exámenes Chūnin después de tanto tiempo se alegró muchísimo. No sólo por el hecho de que Konoha fuera un lugar que le encantaba sino por el hecho de reunirse con la persona con la que más a gusto se encontraba.
Cada minuto al lado de Shikamaru estaba lleno de paz y tranquilidad. Puede que no fuera el shinobi más fuerte del mundo, pero sí era el más inteligente después de su padre. Ella tenía muchas expectativas puestas en él. ¿Si Shikamaru supiera tan sólo un poquito sobre las ganas que tenía ella de verlo evolucionar sería él capaz de esforzarse y mejorar?
Pero ella se negaba a estarle insistiendo. Le daba vergüenza que él supiera todo lo que ella se preocupaba por él. Temari debía admitir este hecho, aunque fuera para ella misma en sus pensamientos.
Estando en su oficina miraba por la ventana. Sabía que partiría al día siguiente y rezaba a algún dios para que no hubiera alguna tormenta de arena que la retrasara.
La noche anterior no había dormido mucho debido a que se quedó adelantando papeleo para descansar el día de antes de irse a Konoha. Al final, de tanto darle vueltas a la cabeza se quedó dormida sobre el escritorio.
Sin darse cuenta lo primero que vio en su sueño fue a Shikamaru. ¿Cómo era posible que ese chico no parara de colarse en su memoria?
Shikamaru estaba muy alto y tenía las facciones más marcadas dejando atrás su cara de niño. Se vio a si misma a las puertas de Konoha abrazándolo y disfrutando de su aroma.
¿Por qué abrazándolo? No lo sabía. Pero en el fondo de su corazón sabía que ese era uno de sus más profundos deseos. Antes de soltarlo ella se sorprendió porque él le dio un beso en el cuello. Temari se puso toda roja y justo después él pellizcó sus mejillas dándose cuenta de la vergüenza de la rubia.
Jugaba con ella y con sus sentimientos.
¿Desde cuando el Shikamaru de sus sueños era así de cariñoso...? Lo siguiente que vio fue a si misma colgándose alrededor de su cuello y dándole un beso en la frente. Shikamaru sonrió y ella pudo apreciar lo guapo que era, con sus dientes perfectos, su rostro bien proporcionado, esos ojos marrón oscuro casi negros y tan profundos... rasgados… perfectos.
Temari se había quedado mirándolo a los ojos todavía con sus brazos alrededor de él. Shikamaru no decía nada, también se mantenía en silencio mirándola. De pronto él se atrevió a posar sus labios contra los suyos y ella soltó un gemido. Le gustaba demasiado aquella sensación. Aquella calidez contra sus labios era... deliciosa.
Shikamaru volvió a separarse para evaluar la situación pero ella estaba ansiosa porque continuara y lo atrajo de nuevo hacia ella. Él acató las órdenes implícitas en aquel gesto y volvió a besarla. Esta vez prolongándolo más.
De pronto Temari abrió los ojos, que hacía un rato que los tenía cerrados en lo que duraba el beso, y se encontró que estaba en algún sitio a oscuras con él. Él sentando en el borde de la cama y mirándola con los ojos penetrantes. Ella encima de él, con las piernas a los lados de las suyas. Temari se apretó más contra él cuando éste poso las manos en su cadera y los dos soltaron un gemido. Era como si quisieran mezclarse...
No supo en qué momento pero de repente estaba con el kimono en el suelo pero en la misma postura de antes. Sólo conservaba sus bragas pero en cambio Shikamaru estaba todo vestido. El joven Nara paseaba sus manos por su espalda, dibujando una línea con sus dedos a lo largo de la columna. A la rubia se le erizó el vello de todo el cuerpo de puro placer. Luego ella poniendo sus manos en la cabeza de Shikamaru lo guió hasta su pecho y él, lentamente, comenzó a besar sus pechos.
Temari juraba que se iba a morir ahí mismo de placer y eso que apenas la había tocado. El Nara fue bajando hasta la parte baja de su vientre pero ahí ya no se podía agachar más en esa postura y volvió su cabeza hasta encontrarse con el rostro de Temari toda sonrojada y excitada. Lo siguiente que sintió la rubia fue un dedo furtivo colarse entre sus braguitas buscando ese lugar húmedo que demandaba un poco de cariño.
Temari se despertó y se encontró que ya era de noche pero todavía seguía en la oficina. El sueño que acababa de tener era surrealista y trataba de relajar su respiración de la impresión que le produjo despertarse tan abruptamente.
Fue hacia el baño para lavarse la cara y luego decidió orinar antes de irse a casa. Ella pensó que la excitación que había experimentado había sido sólo en su sueño y sin embargo se dio cuenta, al bajarse las bragas, que estaban mojadas del flujo que produjo en su sueño. La rubia se echó las manos a la cara y susurró:
- ¿En serio? Esto no me puede estar pasando...
...
El día en que lo mandaron a recoger a la embajadora de Suna llegó y él se puso realmente nervioso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio y no sabía cómo actuar después de todos los sueños pervertidos que había tenido con ella como protagonista. Ni todo el tiempo que pasó sin verla fue suficiente como para olvidarla.
Por mucho que no quisiera ir, por miedo a decir o hacer algo indebido, se levantó muy temprano y fue a esperarla a la puerta a la hora pactada. Aquella mañana se arregló especialmente. Se puso bastante colonia y tuvo el detalle de pasarse la maquinilla por el vello incipiente que había comenzado a salirle en el bigote.
Cuando ya estaba plantado en la puerta estuvo caminando de un extremo al otro un buen rato. Luego se dio cuenta de que parecía un desesperado y se paró en seco.
Al final se quedó prácticamente petrificado para evitar estar haciendo movimientos nerviosos.
Temari por fin llegó delante de él y tras pensar mil maneras de cómo saludarla finalmente no hizo nada y sólo dijo:
- Llegas tarde – con un tono demasiado rudo. Y sin decir nada más emprendió su camino hasta el hotel donde se hospedaba Temari. Ella se quedó de hielo. ¿Era el mismo Shikamaru? Por qué le había dicho "llegas tarde" y nada más. Temari se moría por romper el hielo.
- ¿Cómo has estado? Hace mucho que no te veo... y cada vez que te vuelvo a ver eres un poco más alto. – Temari comenzó hablando de cosas evidentes sólo para tantear el terreno.
- Claro, ha pasado mucho tiempo – dijo él de nuevo con su tono sombrío. El Shikamaru interno había decidido que ponerle una coraza de tipo duro al Shikamaru real podía ser la estrategia para que ella se fijara en que había cambiado.
Pero a Temari le entristeció su actitud y decidió no forzar más la cosa.
Temari se registró en el hotel y volvió a salir para encontrarse de nuevo con Shikamaru.
- Me he enterado de que vas a ser tú el que diseñe la estrategia de la primera parte del examen Chūnin... – comentó la rubia tratando de sonreír. Pero la sonrisa real no le saldría hasta que Shikamaru volviera a comportarse como el Shikamaru de siempre.
- Sí - dijo él sin más. Sin mirarla. Temari se estaba comenzando a desesperar.
Los dos pasaron el día entre trabajo y papeles. Él siempre muy distante y Temari lo miraba más veces de las que él se atrevía a mirarla.
...
- Vale ya – dijo ella con autoridad aunque sin llegar a gritar - ¿Qué demonios te pasa?
A Shikamaru se le resquebrajó el alma al sentirla tan enfadada y triste. Pero mantenía su coraza de tipo duro.
- Nada – dijo él sin dirigirle la mirada. Por fortuna ya les tocaba salir del trabajo y pudo decir: - ¿Nos vamos?
- Va... vale... – dijo Temari pensando que a lo mejor en el camino de vuelta al hotel podría sacarle el motivo por el cual estaba tan distante.
Cuando llegaron a una calle faltando varias calles hasta la puerta del hotel Shikamaru se paró y dijo:
- Yo te dejo aquí. – Temari puso el semblante triste mientras veía como él se disponía a caminar hacia otro lado.
- ¡Espera! – dijo ella cogiendo su mano. Shikamaru reaccionó muy brusco, soltándose rápido como si le diera asco y Temari se sintió afligida.
- ¿Qué haces? – dijo él refiriéndose a que no era apropiado que ella cogiera su mano. – No me toques.
- No me dejes así... – dijo ella suplicante. La actitud de Shikamaru le estaba afectando más de lo que parecía en el fondo de su corazón. – Por favor...
- Lo siento Temari, ya te he acompañado un tramo... sobrevivirás el resto de calles – Shikamaru dijo esto dándole la espalda y Temari tan sólo podía escuchar la voz seria del joven Nara que le estaba rompiendo el alma...
...
Al día siguiente Shikamaru fue a esperarla como siempre hacía por la mañana pero ella no salía. Espero alrededor de dos horas y no salía nadie del hostal.
- ¿Pero qué diablos...? – al final tuvo que irse a la biblioteca porque sabía que aquel día después de recogerla debían ir a recopilar cierta información. Decidió que, si no la encontraba, haría su trabajo sólo, como si ella estuviera.
Se dirigió hacia la zona de la biblioteca donde se encontraban los libros que debían estudiar y allí la encontró, para su sorpresa. Temari estaba subida en una escalera porque no llegaba a los estantes más altos.
- ¿Te ayudo a buscar? – dijo él susurrando por el hecho de que estaban en una biblioteca. Temari se dio cuenta de que Shikamaru la había encontrado y lo miró desde arriba con la mirada de alguien que quiere asesinar.
Ella decidió ignorarlo, y cuando cogió los ejemplares que necesitaba se bajó de las escaleras y se fue hacia otro sitio donde no verlo.
Shikamaru vio como ella no le dirigía la palabra y fue detrás de ella a través de los estantes. La biblioteca de Konoha era enorme, y a esas horas de la mañana no había nadie. Menos mal, pensó él. Porque con Temari pasando de él probablemente se iba a montar un espectáculo.
El Nara agarró un brazo de Temari y la estiró para que lo encarara. Ella lo miró con lágrimas en los ojos y eso rompió toda expresión de amargura o seriedad en el rostro de Shikamaru. Ahora él se sentía como la más grande de las mierdas. Y para colmo con el ímpetu con que la agarró se le cayeron los libros de las manos.
- ¿¡Si te hago caso me vas a decir qué te ocurre!? – le reclamó ella. – La última vez que te vi fuiste tan bueno conmigo. Pensaba que ahora que ha pasado un montón de tiempo te alegrarías de verme y serías amable. Pero estás siendo un cretino. ¡No te entiendo Shikamaru!
Él se quedó un rato en silencio. Las palabras no le salían por más que las buscara.
- La gente dice cosas de nosotros... – dijo Shikamaru al fin, confesando lo que le torturaba. Aunque no era toda la verdad. Lo que le molestaba de la situación no era que la gente supiera que ellos dos tenían una extraña atracción sino el hecho de que él se sentía nervioso estando con ella.
Temari no supo como canalizar aquella información. ¿Cosas sobre ellos? ¿A qué se refería? ¿A una... relación?
- ... que digan lo que quieran Shikamaru. ¿Acaso eres tan infantil? – la kunoichi se sonrojó por lo que estaba a punto de decir. De alguna forma le dolía reconocer que ella era sólo su amiga pero era lo que siempre le había pedido a Shikamaru. Nunca le había pedido "otra cosa" - Tú y yo sabemos lo que somos y es lo que debe importar. Pensaba que ya habías madurado...
- Lo siento... – dijo él soltando por fin el brazo de Temari. Unas marcas rosáceas se habían quedado en la zona donde la había agarrado. ¿Temari era tan delicada? Pensó. – Temari... por más que quiera sigo siendo un crío. ¿Crees que merezco tu amistad? Tal vez no sepa darte lo que necesitas.
- Ya me das lo que necesito Shikamaru... aunque no lo creas. Sólo tu presencia me hace feliz...
Temari esbozó una ligera sonrisa y él se sintió aliviado porque parecía que podrían volver a tratarse. Sin embargo siempre alguno de sus impulsos sale a flote y Shikamaru la rodeó con sus brazos y le dio un abrazo muy estrecho. La rubia sentía el cálido cuerpo del shinobi y su fantástico olor, el cual deseaba que se le quedara impregnado en la ropa sólo para poder sentirlo incluso cuando no estuviera con ella. Temari correspondió el abrazo pasando sus brazos por encima de los hombros del chico.
- Estás altísimo – le dijo al oído.
- Ya... – dijo él sabiendo que ella siempre hacía apreciaciones sobre su estatura.
...
- Hoy hemos terminado pronto – dijo él de repente tras estar un rato mirándola sentado en la mesa al lado de ella. Reposaba su mandíbula en la mano y con el codo en la mesa. - ¿Quieres hacer algo especial hoy?
Temari abrió los ojos sorprendida y pareció sonrojarse. Él se pudo nervioso de nuevo y pensó "qué problemático...".
- Lo digo para compensar que me he portado mal contigo desde que llegaste... – dijo Shikamaru completamente sonrojado sin poder dejar de mirarla. Ella acabó riéndose bajito y le dijo:
- Me gustaría pelear contra ti, para darte unos cuantos golpes por lo malo que eres conmigo – dijo Temari sonriendo. Él frunció el ceño pero también sonreía a la vez.
- No puedo luchar contra ti, no puedo pegar a una mujer – dijo él queriendo borrar esa idea de la cabeza de Temari.
- Ya peleaste una vez contra mí, ¡vamos Shikamaru! Es una forma de inaugurar estos exámenes Chūnin que tenemos que preparar...
- Pero tú eres Jōnin, juegas con ventaja – dijo él de nuevo tratando de exponer argumentos que evitaran esa pelea.
- Shikamaru, ¿puedes o no pelear? ¿O acaso eres un cobarde? – Temari lanzó un dardo de pleno en el corazón del Nara. Ella sabía lo que le dolía. – Quiero ver lo que has mejorado. No me seas llorica.
Shikamaru suspiró y finalmente decidió que, por suerte, sus jutsus podían permitirle luchar contra ella sin tener que pegarle.
- Bueno, pero con una condición – advirtió él muy serio señalándola con el dedo – Si te quedas atrapada en alguno de mis jutsus date por vencida.
- ¡De acuerdo! – dijo ella completamente emocionada y llena de vigor.
Shikamaru y Temari fueron hasta un campo abierto y despejado cerca del río. Una vez allí, se alejaron lo suficiente como para poder lanzarse ataques sin reventarse de buenas a primeras.
Shikamaru se acercaba hacia los árboles para pillar sombra pero Temari sabía su estrategia y se mantenía lo más alejada posible.
Estuvieron un buen rato peleando sin que pareciera que alguno de los dos se fuera a rendir. Shikamaru calculó que si seguían así llegaría un momento en el que se quedaría sin chakra y le pasaría lo que le pasó la primera vez que luchó contra ella. Su última oportunidad era emplear otro de sus truquillos que sabía que ella no había visto. Trató de arrinconarla con explosivos y ella taló los árboles cercanos al shinobi. Shikamaru se quedó desprotegido y falto de sombras y ella pensó que estaba perdido.
De pronto, Shikamaru lanzó un kunai cuando no se lo esperaba y ella lo esquivó fácilmente. Pero, por desgracia no se dio cuenta de que el kunai no había sido lanzado hacia ella con el objetivo de darle sino que había sido lanzado a propósito a un lado. Cuando trató de girarse vio que no podía mover bien su cuello.
- ¿¡Cómo ha sido esta vez Nara!? – exclamó ella. Desde la primera vez que lucharon le quedó el mal sabor de boca de que Shikamaru la atrapara en su jutsu. Si él hubiera tenido suficiente chakra aquella vez, hubiera sido el claro vencedor. Esta vez si le quedaba chakra, era evidente. Así que era él indiscutible ganador.
Shikamaru sonrió de medio lado y se acercó a ella todavía manteniendo el efecto de retención. A cada paso que daba esta retención se hacía más fuerte.
- Siempre llevo muchos ases en la manga – dijo él satisfecho porque por fin había completado aquella batalla que nunca llegaron a terminar. – el kunai lleva un hilo, fíjate.
Temari lo vio ahora que se fijaba bien y maldijo por lo bajo. ¿Con la sombra de un hilo pudo alcanzarla? Ella no sabía si reír o llorar. La gran kunoichi que era ella vencida por tipo como el perezoso Nara.
Cuando Shikamaru llegó hasta quedarse apenas a unos centímetros de ella activó otro jutsu velozmente. Este le permitió sujetarla como si fuera algo sólido, como si fueran cuerdas, y a la vez recogió el kunai del suelo con la sombra y se lo puso de frente.
- Entonces, ¿te rindes? – preguntó él ahora que la tenía completamente atrapada.
- ¡Ya te dije que en cuanto me atraparas eras el ganador! – exclamó ella - ¡ahora suéltame!
- Quizás lo haga después de un rato, ahora podría aprovechar para que hagas lo que yo quiera...
- ¿¡Y qué diablos quieres!? – preguntó ella nerviosa porque no soportaba que la tuviera así atada.
- Un beso – se atrevió a decir él. Antes de que Temari llegara a Konoha se había jurado que se portaría bien con ella y no trataría de tocarla pero lo del beso no quería negárselo... así que se lo dijo.
- ¿¡Un beso!? – dijo ella alucinando y se estaba poniendo toda roja - ¡pero si desde que he venido estás antipático conmigo porque no quieres que piensen que somos algo...!
- Jajajaj es broma mujer... – dijo él sobándose la nuca. Inmediatamente la soltó y la dejó caminar libremente.
El resto del día lo pasaron metiéndose el uno con el otro y haciéndose bromas pero al final se reconciliaron.
Temari estuvo trabajando con él casi día y noche para tener todo listo para los exámenes Chūnin.
Cuando llegó la fecha, los dos estuvieron presentes en la sala desde donde se les explicaba el examen. El ambiente era un poco tenso a ratos pero como llevaban muchos días juntos ya era natural.
Una vez pasó la primera parte de los exámenes, la escrita, se les ordenó a los participantes que la segunda parte del examen la debían tomar en Sunagakure.
Era una batalla contra reloj pero aunque Temari no participara también debía llegar a la velocidad del rayo a Sunagakure para seguir supervisando los exámenes.
Shikamaru se quedó en Konoha porque todavía debía gestionar unos asuntos aunque también partió días después.
Volvieron a encontrarse en Sunagakure, pero para Shikamaru fue un palo escuchar que a pesar del viaje que se había pegado, resultaba que la tercera parte de los exámenes la iban a cancelar...
Fuera como fuera, hubo que asumirlo. Las órdenes las daban los líderes y él no era uno de ellos.
A pesar de todo, a Suna y a Konoha les gustó la idea de organizar exámenes Chūnin cooperando las dos aldeas y Shikamaru y Temari ocupaban un papel importante en esta cooperación.
Gracias a sabían que no pasaría mucho tiempo desde que se despidieron y podrían volver a encontrarse para comenzar los preparativos de los siguientes exámenes.
Cuando Temari volvió a Konoha no pudo evitar impactarse. Cada vez que dejaba de ver a Shikamaru, volvía a notar grandes cambios en su físico. Y ahora más, porque ya no llevaba los pendientes de aro... cosa que tarde o temprano tenía que preguntarle a qué se debía.
Y mientras pensaba esto, Temari era recibida con una gran sonrisa que significaba que su amistad era más fuerte que nunca.
FIN.
Hidden track
- ¿¡Qué mierda!? – Shikamaru exclamó estando en el despacho de su padre aprovechando que no había nadie en casa.
Hacía días que quería saber qué diablos guardaba su padre en aquel misterioso armario pero no había tenido la ocasión de ir a verlo.
Finalmente, vio el momento. Se había colado en el despacho y ahí estaba: a punto de abrir la caja de madera.
Lo que encontró, al principio, no le pareció la gran cosa. Tan sólo eran revistas de mujeres y de pornografía en general. Eran revistas como las que tenía Shikamaru pero de hacía unos cuantos años atrás.
No eran nada especial, sí. No obstante, mirando las portadas de todas las revistas se dio cuenta: a su padre le gustaban las chicas de pelo negro y largo… justo como su madre. Todas las revistas que guardaba en aquel lugar eran mujeres que se asemejaban a Yoshino.
Shikamaru frunció el ceño y apretó los ojos. Quería borrar de su mente aquello que acababa de visualizar. La idea de que estar viendo a mujeres que se parecían a su madre haciendo cosas pervertidas le estaba matando.
- Esta te la guardo papá… - susurró guardando de una maldita vez las revistas en la caja de madera y se juró a sí mismo que no volvería a abrir ese cajón.