Capítulo 10: Todo acaba. Parte 2.

Aquel día había comenzado como el típico día perfecto de verano, de hecho, no hacía tanto calor como había hecho días atrás; ni la humedad había molestado tanto a las personas. Por alguna extraña razón los insectos tampoco habían hecho acto de presencia. Resumiendo, aquel día de verano hubiera podido ser uno de los mejores de la estación, hubiera podido ser...

Cuatro personas salían de la Cabaña del Misterio, tres de ellas vestían trajes de color negro y gafas de sol, la persona que restaba vestía de manera casual, como siempre lo había hecho. Dos de las personas que vestían traje iban a la derecha e izquierda del chico, la otra persona iba detás de él, como si estuviera cubriendo la zona por si acaso algo pasaba, y razón no le faltaba.

Una vez que estuvieron fuera el chico que era escoltado contempló un panorama que no hizo menos que asombrarle. El horizonte podía ser apreciado perfectamente mientras una fresca brisa de verano acariciaba el rostro del chico. Una sonrisa se hizo presente en su rostro. Pero aquello no había sido lo que le había hecho feliz, no, lo que realmente le alegraba era la vista de dos camionetas de color negro aparcadas frente a la Cabaña del misterio. Frente a estas estaban varias personas que, al igual que sus acompañantes, vestían trajes negros y gafas de sol.

-¿No es esto un poco excesivo? -preguntó el chico con todo burlón.

-Sólo cállate y camina -contestó el agente que estaba detrás de él mientras le daba un brusco empujón.

Llegaron hasta una de las camionetas de color negro, uno de los agentes le abrió la puerta al chico y le hizo una seña con la cabeza indicándole que tenía que subir. El chico obedeció y procedió a entrar en el vehículo. Los otros tres agentes entraron con él a la camioneta, dos de ellos al frente y el otro a su lado. El chico desvió su mirada hacia afuera y observó cómo los otros agentes entraban en la ota camioneta. Luego posó su mirada en los tabajadores de la Cabaña del misterio, quienes le miraban con pesar. Clavó la mirada en su hermana mayor, quien no se dio cuenta de que su hermano menor la observaba ya que los cristales eran de un color oscuro que impedía a las personas de fuera ver lo que sucedía dentro. El menor dejó escapar un largo suspiro de resignación, pareciera como si esa sería la última vez que vería a su hermana menor, aunque, obviamente no sería así, esto hizo que una ligera risita se escapara del chico.

Avanzaban rápidamente a través de los caminos que funcionaban como arterias para ese pueblo. El menor veía pasar el paisaje mientras urgía un plan dentro de su cabeza. Todo estaba listo, lo único que faltaba era que la noche llegara, cosa que no sería dentro de mucho tiempo, de ahí la imperiosa necesidad de librarse de aquella situación lo más rápido posible. Si fallaba aquella noche tendría que esperar un par de meses más para poder realizar el ritual, cosa que no era ni siquiera considerada como opción por el chico.

-¿Adónde vamos señor agente? -preguntó con tono calmado a la persona que estaba junto al conductor.

La persona en cuestión se giró para encarar al chico, le miró en aquella situación: esposado y con unos cargos horribles sobre él. En todos sus años de servicios nunca se había topado con un caso como aquél, el que un adolescente de catorce año fuera un asesino serial. Soltó un suspiro de cansancio, todos sus años de experiencia le habían enseñado que el juzgar a alguien por su apariencia podría llegar a ser el error más grande que se podía cometer.

-Vamos a la comisaría del pueblo-hizo una ligera pausa-. Luego de esperar allí un rato te llevaremos a la ciudad.

-¿Me llevaréis a la cárcel? -preguntó con una sonrisa.

-No puedes ir a la cárcel muchacho-respondió el agente-. Como mucho irás a un reformatorio.

Luego de oír eso el menor de los gemelos soltó una risa que no encajaba en nada con aquella escena.

-¡Por favor!-exclamó luego de terminar de reírse-. Usted sabe tan bien como yo que esos lugares no sirven para nada. Lo mejor que podéis hacer, (y yo os lo recomiendo), son dos cosas: Una, meterme en la cárcel... -dijo y dejó la frase en el aire, como si quisiera que uno de los agentes preguntara por la otra cosa.

-¿Y la otra? -preguntó el agente que tenía a su lado.

Dipper giró lentamente la cabeza para encarar al agente que había hecho la pregunta, una siniestra sonrisa se había hecho presente en su rostro. El menor de los Pines dejó pasar los segundos para dar un aire más dramático, como si estuviera en un campamento y estuviera contando una historia de terror frente a una fogata. Aquello funcionó de maravilla y ahora todos los agentes estaban expectantes por la respuesta de aquel chico.

-Ejecutarme -respondió mientras aquella condenada sonrisa no hacía sino empeorar las cosas.

El agente que parecía estar al mando, el que le había respondido la primera vez a Dipper, sintió un vacío crecer en su estómago. Aquel chico les estaba recomendando que lo mejor que podían hacer con él era ejecutarlo.

-No digas tonterías, niño -dijo el agente.

De repente, la sonrisa de Dipper se esfumó tan deprisa que ninguno de los otros ocupantes de la camioneta se dieron cuenta hasta que fue demasiado tarde. Una expresión amenazadora se hizo presente en su rostro. El agente no le prestó atención a todo aquello, grave error. El agente en cuestión empezó a sentir un calor enorme dentro de la camioneta, algunos dirían que eso era normal ya que él vestía un traje de color negro, pero la cosa era que el aire acondicionado del vehículo estaba encendido, así que no había razón para que ese calor se hiciera presente. De repente, el agente sintió cómo el ambiente del coche se iba enrareciendo poco a poco hasta el punto de volverse insoportable, desvió su mirada y vio como el conductor respiraba pesadamente mientras unas enormes gotas de sudor cruzaban su rostro. Miró el espejo retrovisor y vio que el otro agente estaba en la misma condición. Lo que vio a continuación le dejó petrificado en su sitio: Dipper miraba el espejo directamente, el agente podía sentir cómo la mirada de aquel muchacho le perforaba internamente. Se sentía igual que si fuera un libro de biblioteca y el muchacho un lector curioso. Giró su cabeza bruscamente y le dijo al conductor:

-Detén el coche.

-Pero señor... -quiso replicar el agente.

-Hazlo -ordenó haciendo notar en su voz que no estaba dispuesto a réplica alguna.

El conductor hizo un gesto afirmativo con la cabeza y procedió a detener el automóvil. Los tres agentes, una vez el vehículo detenido, salieron a toda velocidad y empezaron a tomar enormes bocanadas de aire, como si no hubiesen respirado en un buen rato. Después de varios segundos recobrando el aliento los tres agentes regresaron al coche. En su camino de vuelta se dieron cuenta de que habían dejado a Dipper dentro del coche sin ningún modo de airear el coche. Abrieron la puerta y lo que vieron fue a un Dipper totalmente fresco, sin sudor ni respiración pesada, era como si todo lo que hubiera pasado antes haya sido totalmente ajeno al muchacho. Su mirada seguía clavada al frente, como si mirara a la carretera como un punto infinito al que no fuera capaz de alcanzar nunca. El agente al mando sintió un escalofrío recorrer su espina, todo aquello le gritaba al oído que tenía que salir de allí lo más rápido posible y sin atreverse a mirar atrás. Aquel chico le hacía sentirse como si estuviera frente a un abismo el cual en cualquier momento saldría de allí una bestia jamás vista hasta ahora.

Los agentes volvieron a sus respectivos sitios y el conductor encendió el motor del vehículo y reanudó el trayecto.

-Nunca, si realmente aprecia su vida, vuelva a llamarme niño -dijo Dipper mientras miraba la espalda del agente al mando.

El agente en cuestión tal vez no se hubiera girado para ver a Dipper, pero aquello no era necesario, podía sentir perfectamente los ojos del muchacho clavarse en su espalda como si de dos afiladas navajas se tratase. Los tres agentes tragaron saliva ruidosamente en señal de temor al escuchar la declaración del prisionero. Pero algo, después de aquellas palabras les hizo empezar a cuestionarse algo que hasta ese momento no se les había ocurrido. Aquella duda se proyectó sobre ellos como una enorme y lúgubre sombra sobre sus corazones.

¿Era él realmente un prisionero, o sólo estaba jugando a serlo?

...

Dipper se encontraba en una vieja sala de la comisaría de Gravity Falls. En toda su vida nunca se imaginó que un día visitaría aquel lugar en calidad de prisionero. Estaba sentado en una silla de metal que estaba fría, frente a él había una mesa de metal en el que reposaba un vaso con agua. Dipper tenía las manos esposadas a la espalda y al suelo, para evitar que el muchacho no tratara de hacer algún movimiento. El menor de los Pines miraba al techo con una expresión de aburrimiento, ciertamente se estaba aburriendo de aquello. Algo lo sacó de sus pensamientos, desvió la mirada hacia la puerta y vio entrar dos agentes vestidos de negro, pero estos eran otros, no eran los que le habían escoltado hasta allí.

Los dos agentes se sentaron en las sillas que había frente a la mesa. Uno de ellos tenía pinta de ser un agente curtido con los años, que ha visto todo tipo de cosas horribles a lo largo de su carrera. El otro, sin embargo, parecía el típico niñato de papá al que le habían pagado los estudios y no había tenido que esforzarse nada en toda su mísera vida. Aquello hizo que una ligera rabia empezara a crecer dentro de Dipper, le estaban subestimando.

-Así que...-dijo al fin el agente veterano-. Tu nombre es Dipper Pines, ¿cierto?

-Así es -contestó Dipper y clavó su vista en el techo otra vez.

-Es un nombre muy curioso, ¿no crees? -volvió a preguntar el agente en un intento de captar la atención del muchacho.

-Odio mi verdadero nombre. Por eso uso ese -contestó el menor de los gemelos sin desviar la vista del techo.

-¿Y cuál es tu verdadero nombre?

-Puede mirarlo en mi expediente. No espere a que yo se lo diga.

-Eres un chico muy listo -concedió el agente veterano con una sonrisa sincera.

-Esto es una pérdida de tiempo-dijo el otro agente y se levantó de su asiento a toda velocidad-. ¿Por qué has matado a aquellos agentes? -exclamó casi gritando.

-No me gusta su tono agente -dijo Dipper sin desviar la mirada del techo, había empezado a deslizarse lentamente por la silla, como si se fuera a acostar en el suelo. Esto pasó desapercibido por los agentes.

-¡Pues qué sorpresa!-dijo el agente y golpeó la mesa con sus dos manos-. Pues a mi no me gustas tú, niño. Ahora dinos por qué rayos un niñato como tú mató a dos de nuestros agentes.

Hasta aquí, la paciencia de Dipper tenía un límite. Un límite muy pequeño de hecho. Aquel agente de pacotilla le había llamado niño en su cara dos veces de seguida. Dipper soltó un largo suspiro.

Antes de que pudiera parpadear, el agente más joven sintió que algo le tocaba la pierna. De repente sintió una patada haciendo que perdiera el equilibrio cayendo sobre la mesa. Cuando quiso reaccionar y tratar de levantarse sintió como dos piernas enrollaban su cuello y hacían presión. El agente desvió la mirada y vio cómo su superior se levantaba rápidamente y desenfundaba su arma apuntando detrás de él.

-¡Suéltalo ahora mismo! -gritó el agente mientras apuntaba a Dipper con su pistola.

Pasaron unos segundos que para el agente parecieron horas, la vista empezaba a nublársele, estaba perdiendo el conocimiento. Cuando estaba a punto de desfallecer sintió como el agarre cedía y era liberado. El agente se alejó lo más rápido que pudo y se colocó al otro extremo de la habitación mientras tosía violentamente. El agente que había estado aprisionado a las piernas de Dipper se giró bruscamente a encarar al criminal, su cara estaba roja de furia.

-¡Tú! ¡Pequeño hijo de...! -se lanzó hacia el menor de los gemelos pero antes de que le alcanzara su superior se interpuso entre él y Dipper y le ordenó que dejara la habitación hasta que él le ordenara lo contrario. El agente obedeció y salió de la habitación no sin antes murmurar unas palabras y dedicarle una mirada llena de puro odio a Dipper.

El agente de mayor rango, ahora solo ante un muchacho que en cuestión de segundos había inmovilizado a un agente que le doblaba la edad, no pudo mas que sentirse inquieto al estar frente a él. Ahora comprendía el porqué uno de sus subordinados (el que había traído a Dipper) se había negado rotundamente a entrar con él a la sala de interrogatorio. Soltó un prolongado suspiro, sentir temor por un adolescente, obviamente estaba perdiendo facultades. Agarró una de las sillas y volvió a sentarse frente a él. Se dio cuenta que desde el momento en que el otro agente había dejado la sala él había estado en completo silencio, tenía la vista clavada en el suelo y con los ojos cerrados. El agente no supo qué hacer, decidió hablarle pero cuando estaba a punto de hacer Dipper alzó su cabeza acompañada de una enorme sonrisa, su ojo derecho estaba cerrado.

-Vaya...-dijo con todo divertido-. De verdad le enfadasteis antes, ¿Eh...? -el agente se dio cuenta inmediatamente de que algo iba mal, para empezar, el muchacho estaba hablando en tercera persona.

-¿A qué te refieres? -preguntó el agente.

-Esa es una pregunta estúpida. Lo viste antes, si hay algo en este mundo que hace a Dipper perder los estribos es que le traten como a un niño.

Después de haber dicho esto último el muchacho sltó una risita infantil.

-¿Y entonces quién eres tú muchacho? -se atrevió a preguntar el agente.

-Soy el caos sumido en el caos. Sumando el caos de afuera al caos de adentro, llego a la conclusión de que no aguanto al mundo y no me aguanto yo -dijo con una sonrisa.

El agente, ni en un millón de años se habría esperado una respuesta semejante a aquella. Una mirada de sorpresa se hizo presente en su rostro, cosa que no pasó desapercibida por el muchacho sentado frente a él. Al ver cómo había reaccionado el prisionero soltó una risa llena de gozo.

-¿Qué pasa?-dijo después de haber terminado de reír-. ¿Siempre reacciona así cada vez que le toca interrogar a alguien inteligente?

Sería una maldita mentira si negase aquello, cada vez que a él se le presentaba en sus narices alguien así de denso una mirada perpleja se reflejaba en su rostro. Así había sido por todos los años que había estado de servicio.

-Creo que te estás sobreestimando muchacho -dijo el agente con toda la pasividad que fue capaz de usar.

-Para nada-contestó-. Nunca haría algo así.

-He notado algo... He visto que tienes el ojo derecho cerrado, ¿hay alguna razón para eso?

-¡Oh!-exclamó como si hubiera estado esperando aquella pregunta-. Eso es muy fácil, así evito que el vea lo que estoy viendo. Ya sabe, es molesto cuando alguien más espía.

-¿Que él vea lo que estás viendo...? ¿Quién? -preguntó confundido pero a la vez curioso.

-¿Quién más va a ser? Pues Dipper, obviamente -dijo como si fuera lo más normal del mundo.

El agente hasta ahora no lo había notado, pero una vez que el le había dicho aquello empezó a mirar intensamente a la persona que tenía al frente y por fin lo vio: era como si dos personas totalmente distintas estuvieran frente a él. Aquello le incomodó enormemente. Nunca, pero nunca, se había enfrentado a una persona así.

-Si no quieres que D-Dipper escuche...-dijo el nombre del muchacho con tono dubitativo-, ¿cómo quieres que te llame?

-Tyrone, si no es mucha molestia por favor -respondió con una amplia sonrisa.

-De acuerdo Tyrone... Hablemos, ¿te parece?

-Me encantaría -respondió con un tono infantil que desencajaba totalmente con el ambiente.

-Estupendo... Dime Tyrone, ¿por qué... habéis asesinado a todas esas personas? -cuando terminó de formular la pregunta Tyrone empezó a reír.

-Directo al grano ¿eh? Me gusta, me gusta. ¿Quiere saber por qué he matado a todas esas personas no? Eso es fácil mi querido agente Parker-el agente, se quedó congelado en su sitio, hasta ahora no le había dicho su nombre al prisionero y sin embargo lo conocía-. ¿Asombrado? Da igual, la cosa es que el pequeño Dipper y yo estamos en un proyecto, y por desgracia esas personas significaban un peligro para nuestros proyectos.

-¿Qué clase de proyectos Tyrone? -preguntó el agente con evidente curiosidad.

-¡Uuuh!-exclamó como si le hubiera dicho la pregunta equivocada-. Eso no puedo decírselo señor Parker. Pero parece usted un buen tipo-dijo y empezó a mirarle de arriba a abajo-. Sí, así es. Casado, con una estupenda mujer según usted. Con hijos, dos, un niño y una niña. Un perro y todo. Es usted el modelo perfecto de familia tradicional estadounidense-dijo y cerró un poco sus ojos-. Del partido republicano me atrevería a decir incluso.

El agente se levantó de su asiento a toda velocidad. Algo, una voz dentro de su cabeza, le gritaba ''¡Sal de ahí maldito imbécil!'', pero por alguna razón no era capaz de hacerlo. Caminó hacia atrás lentamente hasta que su espalda entró en contacto con la pared. Se sentía igual que un pequeño animal acorralado por una enorme bestia hambrienta. Aquel muchacho le había dicho prácticamente su vida en menos de un minuto. Antes de que pudiera decir algo su teléfono móvil empezó a sonar, el agente desvió su mirada hacia su bolsillo y luego hacia Tyrone.

-¡Oh! Tranquilo, no se preocupe. Siéntase tranquilo de contestar -dijo con una sonrisa amable. El agente asintió y salió de la sala para responder al teléfono.

Una vez solo, Tyrone soltó una ligera risita infantil. A continuación empezó a abrir su ojos derecho lentamente.

-Realmente le has asustado-dijo Dipper-. ¿Realmente tuviste que decirle todo eso?

-Es mucho más efectivo hacerlo de esta forma que atacarles, pequeño Dipper -contestó Tyrone con su sonrisa aún presente.

-Deja de presumir-dijo Dipper molesto-. Como sea, no nos quedaremos solos durante mucho tiempo. Así que hay que empezar a movernos, ya hemos perdido mucho tiempo.

-¿Quieres que quite estas esposas? -preguntó Tyrone.

-Si no es mucha molestia -contestó Dipper.

...

La Cabaña del Misterio se había sumido en un estado total de miedo. Todos ellos, sin excepción, cuando se despertaron aquella mañana no se imaginaban que en la tarde varios agentes del FBI se presentarían en su puerta diciendo que Dipper estaba bajo arresto.

La mas afectada de todos era Mabel, quien después de haber presenciado cómo su hermano era llevado lejos de ella sin poder hacer nada se había cerrado a ella misma en su mente, impidiendo el paso a alguien ajeno. La mayor de los gemelos se encontraba ahora sentada en el sofá con Wendy a su lado mientras la abrazaba, a ella también le había devastado los hechos. Ella, a traves de los años, había desarrollado un cariño y aprecio inimaginables hacia los dos hermanos, incluso aún mas cariño hacia Dipper. Por eso, cuando aquellos agentes se presentaron y se llevaron a Dipper se sintió como si estuviera cayendo dentro de un abismo sin fondo.

-''Ya nada importa si no está él...'' -era lo que se repetía Mabel una y otra vez.

Un agente se había quedado en la Cabaña del Misterio el tiempo necesario mientras el caso del joven Pines duraba en el pueblo. Ahora el agente se hallaba hablando con Stan y Soos de las posibles cosas que podrían sucederle a Dipper ahora que las autoridades le tenían. En medio de la charla el teléfono del agente empezó a sonar, el agente se disculpó con Stan y Soos y procedió a contestar. Las dos personas que hasta ahora habían estado hablando con él fueron testigos de cómo la expresión de su rostro iba cambiando considerablemente mientras la llamada duraba. El agente colgó el teléfono y se giró lentamente hacia Stan y Soos.

-Ha escapado -dijo casi susurrando, pero a pesar de eso todos los presentes lo escucharon perfectamente.

El pánico se había apoderado de la Cabaña del Misterio.

...

Dipper se encontraba corriendo a través de los bosques de Gravity Falls a toda velocidad, en su mano derecha llevaba una pistola robada a uno de los agentes, más específico, a aquel agente presumido e imbécil hijo de papá, bueno, no es como si la fuera a necesitar de ahora en adelante; con la otra mano iba presionando fuertemente su hombro derecho, había sido ingenuo, había creído que con un par de disparos un agente bien entenado del FBI podía ser reducido a nada, y esa era la muestra. La sangre manaba a raudales mientras caía libremente recorriendo su brazo. Dipper dejó de correr y se apoyó en un árbol cercano, procedió a sentarse en el suelo.

-Maldición... -se dijo a sí mismo. A continuación murmuró unas palabras inteligibles y la herida de su hombro empezó a sanar lentamente.

-''¿Te han dado bien eh...?'' -dijo Tyrone con tono burlón.

-No estoy de humor para tus bromas Tyrone.

-''Es muy raro de ti el compadecerte de un ser humano, pequeño Dipper'' .

-Te he dicho que no estoy de humor -dijo perdiendo la paciencia.

-''Sólo digo que de la única persona que me esperaría que tú salvaras es Mabel. Pero fue realmente sorprendente cuando le perdonaste la vida a aquel agente. Dime, ¿por qué fue?''

-Escúchame bien-contestó Dipper ahora con su paciencia ida, cogió la pistola y se la puso debajo de la barbilla-. Otra tontería por tu parte y acabaré con esto, ¿entiendes?

-''¡Vale! ¡Vale! Tranquilo hombre. Sólo era una broma''

-Más te vale -contestó y a continuación empezó a mirar el bosque, era hermoso ciertamente, si no fuera porque está en una situación difícil se sentaría aquí por horas a contemplarlo.

-''¿Qué harás con Mabel después de esto? ¿Correrá la misma suerte que las otras personas o qué?'' -Dijo Tyrone esta vez en un tono serio, algo muy raro en él.

-No lo sé...-contestó casi murmurando-. Supongo que improvisaré cuando llegue el momento -dijo y procedió a levantarse de donde estaba sentado.

Se puso manos a la obra y fue a donde debía ir: La Cabaña del Misterio.

...

El día se había ido ya y con ello la noche hizo acto de presencia. Durante un buen rato tanto las autoridades locales como las autoridades nacionales habían estado buscando exhaustivamente al fujitivo que respondía al nombre de Dipper Pines. Pero a pesar de todo el empeño que había sido puesto en la busqueda los resultados habían sido desastrosos, no había sido hallado en ningún lado.

Vamos a ubicarnos en la Cabaña del Misterio, el lugar más afectado por todo aquello. Todos sus habitantes (Stan, Soos, Wendy y por último pero no menos importante Mabel) se encontaban ahora mirando a la nada, estaban todos sentados en la mesa de la cocina mientras varios agentes del FBI iban y venían de aquí para allá, se había dado la orden de proteger a los habitantes ya que había una posibilidad de que Dipper fuera allí ya fuera por buenas o malas intenciones.

Uno de los agentes del FBI se había acercado a Stan para contarle todos los detalles que él sabía, no estaba autorizado a ello realmente pero había sentido el sufrimiento por el que todos los habitantes de la cabaña estaban pasando así que había decidido ir contándoles en secreto todas las cosas nuevas de las que se iba enterando. Le había contado la fuga de Dipper, como había asesinado a otros dos agentes y herido a otro más, de como se había metido en el bosque y de que no se le había vuelto a ver. Todo aquello parecía el infierno mismo. Stan había decidido no contarle a Mabel lo relacionado con los nuevos crímenes, ya era suficientemente malo el saber que su hermano había asesinado a mas personas antes como para contarle que lo había vuelto a hacer.

-''Lo más extraño de todo...-relataba el agente-. Es que el oficial que resultó herido no fue asesinado por él a propósito, ¿me entiende? Es como si le hubiera perdonado la vida. Al menos eso fue lo que nos dijo nuestro agente...'' -Stan recordó estas palabras mientras bebía café, ahora Dipper tenía plena disposición sobre la vida de las personas, él ahora era quien decidía quien vivía o moría.

Mientras pensaba todas estas cosas se escuchó un gran revuelo proveniente de la sala principal de la Cabaña. Stan, y los demás habitantes, vieron cómo los otros agentes empezaron a ir de un lado a otro, cosa que desconcertó a Stan. Desvió la mirada hacia el agente con el que había entablado una especie de camaradería y vio que él estaba igual que Stan. Tampoco sabía qué estaba pasando.

Antes de que el agente pudiera ser capaz de preguntar algo otro agente se asomó por la puerta con una cara de evidente preocupación, sólo fue necesaria una frase para poner a todo el mundo en alerta:

-Está cerca -fue lo único que dijo el agente antes de desaparecer.

El ''amigo'' de Stan, por decirlo de alguna manera se giró para encarar a los habitantes de la Cabaña.

-Voy a ver qué sucede, no os mováis, ¿De acuerdo? -dijo y se fue por donde su otro compañero se había ido antes.

Sólo un par de minutos pasaron, un par en el que la tensión creció hasta tal punto que podía ser cortada con un chuchillo, sólo un par de minutos de relativa paz pasaron hasta que todos en la Cabaña del Misterio pudieron escuchar un desgarrador grito de uno de los agentes. Aquello hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de todos los habitantes de la Cabaña. Luego de un par de segundos varios otros gritos, maldiciones y disparos se escucharon durante varios segundos la discordia reinó en la sala de la cabaña. Lo más aterrador de todo fue cuando el silencio se hizo presente el antes ''amigo de Stan'' empezó a suplicar por su vida, de repente todas las súplicas cesaron de golpe y a continuación se escuchó una ligera risa infantil.

Todos tenían los nervios a flor de pie, Mabel se había aferrado con todas sus fuerzas al brazo de Stan, lo mismo había pasado con Wendy y Soos. La mayor de los Pines al ver que nadie venía para decirles qué estaba sucediendo se levantó de su asiento y empezó a caminar hacia la sala. Stan intentó detenerla pero la chica fue más rápida y llegó a la sala principal para ver algo sumamente extraño: no había nada allí.

Mabel se giró hacia su tío Stan con evidente confusión, este por su parte tampoco supo qué estaba pasando. Soos y Wendy estaban en la misma situación.

-¿Hasta cuándo me vais hacer esperar? -exclamó una voz desde fuera de la Cabaña.

Aquella frase fue lo único necesario para hacer a todos los presentes saltar de sus sitios por culpa del miedo, era él.

Mabel fue la primera en moverse, a pesar de todo el miedo que sentía en ese momento. Caminó lentamente hacia la puerta y procedió a abrirla. Al principio no vio nada por lo que dio un par de pasos mas, cuando estaba ya en el descansillo de la cabaña tropezó con algo, se giró para ver qué era y vio que se trataba del cuerpo sin vida del agente del FBI que les había estado pasando información, su expresión mostraba un terror como nunca antes se había visto, incluso habían lágrimas en sus ojos. Mabel se llevó sus manos a la boca con la intención de reprimir los gritos que brotarían si no hacía algo.

-Al fin -dijo, haciendo que todos se girasen hacia donde venía la voz.

Allí estaba Dipper, hecho un completo desastre. Tenía sus dos brazos llenos de sangre, aquella sangre le pertenecía a él, ya que momentos antes se había hecho con la navaja de plata robada de la mansión de los Nothwest unos símbolos que los habitantes de la Cabaña no pudieron distinguir desde su posición. Un fino hilo de sangre lo suficientemente grande como para ser visto a distancia salía de su ojo izquierdo, ojo que ya había adquirido una tonalidad roja como si varios vasos sanguíneos se hubieran reventado. El brazo derecho del menor de los gemelos temblaba ligeramente y una sonrisa complacida cruzaba su cara. Dipper se inclinó hacia adelante mientras profería exclamaciones de dolor, en todo momento la sonrisa permaneció en su rostro, pero al estar inclinado hacia adelante las demás personas no podían notar aquello.

-Que empiece... -murmuró para sí mismo.

De repente, Dipper empezó a gritar con toda la fuerza que tenía, como si algo estuviera quemándole desde el interior. Mabel dio un suspiro de terror cuando escuchó como su hermano menor sufría. Dipper cayó de rodillas al suelo y luego se acostó en éste, empezó a retocerse tanto que daba miedo con solo verlo. Las lágrimas habían empezado a brotar de sus ojos. Clavó su vista en su hermana mayor, extendió el brazo izquierdo hacia ella mientras lloraba desconsoladamente.

-Por favor Mabel... ayúdame... -dijo mientras se retorcía en el suelo.

Sólo esto fue necesario para que Mabel olvidara todo el miedo que había sentido antes y se lanzara hacia su hermano menor. Stan le gritó desde detrás pero fue inútil, Mabel no estaba escuchando otra cosa que fuera su hermano. Atravesó el jardín a toda velocidad y llegó hasta donde Dipper estaba tirado. Se agachó para poder ayudar a su hermano, de repente sintió un agudo dolor punzante en su vientre, desvió su mirada para ver la fuente del dolory vio que un objeto brillante y de metal estaba clavado en su estómago. Alzó su mirada y se encontró con la mirada de su hermano, quien estaba sonriendo. Intentó decir algo pero Dipper movió la navaja con la intención de que la sangre fluyera más. Y así sucedió efectivamente, un ligero chorro de sangre empezó a brotar del vientre de la mayor de los gemelos. Mabel se presionó la herida con sus dos manos con la intención de detener la hemorragia, pero era inútil.

-Cave adsum -pronunció Dipper más para sí mismo que para Mabel.

De repente la sangre que hasta entonces se había ido acumulando en el suelo empezó a moverse, tal vez esto no sea nada extraño dado que la sangre es líquida y como tal suele expandirse en superficies planas pero la sangre estaba describiendo un movimiento exacto. Mabel vio cómo un círculo se empezaba a formar alrededor de Dipper, pero algo estaba mal, Mabel volvió a mirarse la herida y vio como la sangre brotaba con mas violencia que antes; era como si su sangre fuera una cuerda y alguien estuviera tirando de ella. A este paso iba a morir por falta de sangre. Todos los habitantes de la Cabaña del Misterio observaban aquella escena con terror absoluto, estaban congelados en sus sitios, no eran capaz de moverse o proferir sonido alguno.

La sangre paró de fluir y Mabel cayó contra el suelo mientras veía cómo todo se iba haciendo cada vez mas nubloso. Dipper se levantó y empezó a murmurar unas palabras que nadie de los presentes podía entender. Súbitamente el círculo que la sangre de Mabel había descrito empezó a iluminarse. Dipper cogió la botellita que le había robado al Dios del amor tan sólo unas horas antes y procedió a vertir el contenido frente a él. Al igual que había pasado con la sangre de Mabel aquel líquido negro describió el mismo recorrido y se colocó alrededor de Dipper, aquel extraño símbolo era la brújula Vegvísir.

Ahora el brillo del extraño dibujo empezó a tornarse más purpúrea. Los extraños dibujos que Dipper tenía en el brazo empezaron a brillar también. El brazo que tenía el dibujo del espiral fue el primero en brillar y gracias a esto unos enormes círculos empezaron a aparecer, era como una diana, habían círculos dentro de otros hasta finalizar en el símbolo de Dipper.

Algo totalmente inesperado para todos, excepto para Dipper sucedió: de la nada y sin previo aviso el ser abominable que todo el mundo odiaba y que respondía al nombre de Bill Cipher apareció frente a Dipper. Pero para mayor sorpresa aún él no sabía qué estaba pasando. Se giró y se colocó cara a cara con Dipper. La sonrisa de este último se ensanchó aún más. Antes de que aquel ser pudiera responder de alguna forma el menor de los Pines estiró su brazo derecho y tocó con la llema de sus dedos el único ojo que tenía el triángulo.

-Fiat justitia, et pereat mundus -dijo Dipper con una sonrisa victoriosa. En su brazo derecho, con el que había tocado el ojo de Bill, el dibujo hecho cortando su piel con la navaja de plata empezó a brillar.

De repente Bill soltó una exclamación de dolor y todo su cuerpo exceptuando su ojo se tornaron de un profundo color negro. A continuación todo su cuerpo empezó a agrietarse y a deshacerse, solo quedando el ojo. Dipper tomó el ojo en su mano, dicho órgano se encongió hasta la mitad de su tamaño original y se tornó de color negro. Todos los presentes contemplaban aquello con expresiones de incredulidad, sobre todo Stan y Mabel, quien con todas sus fuerzas se había girado hacia donde estaba Dipper. El ya mencionado hermano menor levantó el ojo hasta la altura de los suyos con la intención de analizarlo, lo que sucedió a continuación fue totalmente inesperado: Dipper, con un rápido movimiento, se metió el ojo en su boca y se lo tragó.

Un gritó se escapó de los labios de Dipper mientras caía lentamente al suelo, esta vez no estaba fingiendo. Empezó a encogerse sobre sí mismo y a retorcerse. De repente todo movimiento cesó, ahora estaba en posición fetal mientras le daba la espalda a todos los habitantes de la Cabaña. A continuación una carcajada empezó a brotar del interior del menor de los gemelos. Empezó a levantarse lentamente, para sorpresa de todos estaba totalmente curado, todas las heridas que tenía antes habían desaparecido. Estaba como nuevo. Dipper empezó a inspeccionar su propio cuerpo y cuando acabó de hacerlo caminó hasta uno de los cuerpos de los agentes del FBI que yacía sin vida en el suelo. Dipper rebuscó entre el cadáver hasta dar con lo que estaba buscando: su arma.

A continuación levantó la pistola hasta la altura de su sien y apretó el gatillo. La bala salió a toda velocidad e impactó de lleno en su cabeza. Wendy soltó un grito de terror cuando presenció aquello, pero para sopresa o terror de todos, dependiendo del punto de vista, Dipper permaneció en su sitio, tampoco la sangre empezó a brotar y su sonrisa seguía presente. De repente algo empezó a salir del lugar del impacto: era la bala. Esta cayó lentamente hasta el suelo e hizo un ruido metálico al caer e impactar contra una piedrita que allí había. Dipper empezó a reír como nunca antes lo había hecho. Todo había salido de acuerdo al plan.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! -gritaba mientras alzaba sus manos hacia el cielo.

Agaró de nuevo la navaja y la enterró lentamente en su cuello. La sangre no brotó, y después la herida empezó a cerrar lentamente. Sí, lo había logrado.

-Lo hemos conseguido Tyrone, ¡Lo hemos conseguido! -exclamó lo más fuerte que pudo.

Empezó a caminar hacia los habitantes de la Cabaña del misterio pero en medio del recorrido sintió que algo se aferraba a su pierna, desvió su mirada y vio que se trataba de su hermana Mabel, quien en su último aliento intentaba estar con él. Ante esto Dipper se sintió mal, no era justo que después de que gracias a ella él fue capaz de alcanzar su objetivo la tratara de ese modo. Se agachó para quedar a la misma altura que ella.

-Puedo ayudarte Mabel... Pero tal vez no lo quieras. Las cosas que haré después de esto no pueden ni siquiera ser descritas. ¿De verdad quieres sobrevivir?

Mabel esbozó la mejor sonrisa que en ese momento pudo hacer, aquello servía como respuesta. Así es, a la mayor de las Pines le daba igual el mundo si con eso era capaz de estar junto a Dipper. El menor de los gemelos soltó un suspiro al obtener la respuesta.

-''Qué amable eres pequeño Dipper'' -dijo Tyrone con sorna.

-''Cállate'' -fue la única respuesta que obtuvo.

A continuación Dippper impregnó su dedo índice con la sangre de Mabel, llevó el dedo hasta su frente y dibujó la brújula Vegvísir en la frente de ella. Después murmuró unas palabras que su hermana no pudo entender. A continuación Dipper esbozó una sonrisa, se mordió su labio inferior hasta que la sangre empezó a brotar y besó a Mabel pasándole su sangre a ella. La mayor de los Pines no se esperaba aquello, de repente sintió como el dolor que hasta ahora había sentido empezó a esfumarse. Dipper rompió el contacto y procedió a levantarse, Mabel hizo lo mismo, ahora estaba recuperada. Dipper reanudó su marcha hacia la Cabaña del Misterio.

-¿Adónde vamos? -preguntó Mabel mientras se levantaba.

-De caza -fue lo único que respondió Dipper y clavó una mirada a los habitantes de la cabaña, quienes habían observado todo hasta ahora. Las palabras de Dipper les enviaron malas vibras a su cuerpo y empezaron a huír lo más rápido posible. Dipper sotó un largo suspiro-. ¿Por qué tienen que hacerlo tan difícil? Vamos Mabel.

-¡S-Sí! -respondió esta no muy segura de lo que significaban aquellas palabras, aunque pronto lo descubriría.

...

''El incendio que se inició en el pequeño pueblo de Gravity Falls se ha ido expandiendo por todos lo terrenos circundantes... Hasta ahora el número exacto de víctimas se desconoce, pero no se descarta la posibilidad de que todo el pueblo hubiera perecido...''

''La ola de violencia que se ha desatado en los países de oriente próximo se ha ido agravando a través de los días. Israel ha declarado que procederá a tomar acciones contra Palestina...''

''Korea del Norte continúa su lucha encarnizada contra Korea del Sur, hasta ahora las víctimas se cuentan en decenas de miles...''

''Varios golpes de Estado se han sucedido simultáneamente en varios países de América del Sur. Varias de las naciones de los alrededores están en alerta máxima por los posibles riesgos de sufrir ellos también golpes de Estado...''

La televisión se apagó de golpe haciendo que el silencio invadiera la habitación en el que Dipper y Mabel se encontraban, estaban en el último piso de un alto edificio en el que podían apreciar la ciudad en su totalidad, o por lo menos, lo que quedaba de ella.

-¿Por qué lo has apagado? -preguntó Mabel confundida, quien descansaba en el regazo de Dipper mientras acariciaba su cabeza.

-Me estaba aburriendo -dijo y apartó a Mabel suavemente y procedió a levantarse.

Empezó a caminar hacia la puerta mientras agarraba las llaves que descansaban en la mesa.

-¿Adónde vamos? -preguntó Mabel mientras seguía a su hermano.

-De caza -dijo con una sonrisa siniestra, la misma sonrisa se hizo presente en el rostro de su hermana, esta alcanzó a Dipper y le agarró la mano cariñosamente.

Todo había salido de acuerdo al plan.

Y para los que os preguntáis qué les sucedió a las personas de la Cabaña del Misterio y los padres de los gemelos, supongo que ya lo habréis descubierto...