Sinópsis: Un día, sin motivo alguno, Haruka se encuentra a sí mismo en un café. Y también el día siguiente. Y el siguiente. Y el siguiente. Probablemente haya una explicación razonable, una que no tenga nada que ver con el barista de los ojos verdes.

O bien, en dónde Haruka es un completo inepto social, Makoto es el barista que no deja de sonreírle, y las crisis existenciales son cosa de todos los días.

Contiene: suéteres feos, gatos gordos, 367 ideas para citas, música clásica, panqueques dulces, Espíritu Navideño, 3 días soleados al año, y una cantidad alarmante de té y café.

[Coffee Shop/College AU] [MakoHaru] [Completo]


UGH


Café y Baristas

Haruka se preguntó si esto era todo lo que le deparaba la vida. Pasar una tarde hecho un burrito sudoroso de ropa gruesa y mediocridad académica ciertamente no fue algo que deseaba de niño. Pero probablemente morirá pronto, ya sea por el olor o por sofocación, y ese era su único alivio.

"Favor de no apoyarse sobre las puertas," una voz dijo sarcásticamente desde la bocina, a la vez que dichas puertas se abrían en un acto de coordinación mecánica sin precedentes, y Haruka, junto con un millar de otros pasajeros, cae fuera del metro.

Literalmente cae. Se siente como si su piel fuera una bolsa para la carne molida que es su interior. En tal caso, considera que debió haber usado ropa más ligera, para evadir demandas de consumidores decepcionados y todo eso.

No había manera de evitar el tráfico peatonal, pero, aun así, Haruka decidió ir contra las reglas de la naturaleza humana y subir las escaleras al mundo exterior en lugar de tomar el ascensor. Para cuando llegó a la superficie, era 10% sudor y 50% arrepentimiento. El otro 40% lo perdió en el camino.

Por si fuera poco, ni siquiera estaba yendo a ningún lado. O bien, por una parte, iba a conocer a alguien para ver algo acerca de un puesto de interno o servicio voluntario de algún tipo; pero por la otra, sabía que era inútil.

El tipo — o la tipa — le daría un vistazo a su cara, susurraría "que impresionante imitación de una ardilla moribunda" a su asistente y le dirigiría una sonrisa triste mientras le dice que le llamarán. Haruka le agradecería, por el cumplido de la ardilla, rompiendo sistemáticamente los músculos de sus mejillas para formar una sonrisa, y no más de cinco segundos después, se habría ido.

Por lo tanto, Haruka Nanase no estaba yendo a ningún lado. Sin embargo, como su abuela solía decir, ganas algo todos los días. Haru estaba completamente de acuerdo con ella; todos los días obtenía un nuevo tipo de mortificación que añadir a su siempre-creciente colección. Estaba orgulloso de la enormidad de esta, en verdad. Solía pensar en su antología de miseria todas las noches antes de dormir.

No tenía sentido que, a pesar de esto, su abuela expresara un toque de preocupación de vez en cuando. Aún si saltara en frente de ese carro, la pobre señora tendría traumas por el resto de su vida – o al menos tendría muchos problemas con la compañía de seguros. Haru desvió la vista de la frenética calle, con sus autos apetitosamente rápidos, y continuó poniendo un pie frente al otro. No quiero eso.

Todo estará bien, se aseguró a sí mismo a la vez que sus pasos lo llevaban cada vez más cerca de la dirección escrita en la nota dentro de su bolsillo. Entro, estoy ahí un par de minutos, y salgo, selló sus labios en una línea firme y continuó mirando por todas partes. Entro, y salgo. Y si fallo, quizá después pueda ir a tomar un café, observó el pequeño puesto de café a su izquierda, y no sabe ni por qué se le ocurrió tal cosa.

Ni siquiera me gusta el café.


Nada malo ocurrió. Entró al edificio, se perdió y terminó en el baño, casi se atora en el elevador porque no sabía cómo usarlo, encontró la sala indicada, le medio-sonrió a las personas allí, intentó en vano entender lo que decían, recibió un trozo de papel, salió, encontró el baño (esta vez a propósito), bajó por las escaleras, y salió del edificio.

Ahora estaba analizando las galaxias dentro de su taza de café. No me fue tan mal, su mente pensó por si misma mientras Haruka iba por la vida como un ser completamente automatizado. Estaba ligeramente mareado.

Poco a poco, sorbo por sorbo, campanada por campanada, Haruka regresó a sus cinco sentidos. Eventualmente, un rato después de haber ordenado su café y tomado asiento en una mesa en la esquina, levantó la mirada de su fría taza a medias y se dio cuenta de dónde estaba. No hizo nada para alterar su visión del mundo, porque seguía sin saber dónde estaba, en realidad. Claro, sabía el lugar físico, pero no — olvídenlo.

Tomó otro trago de café y miró el reloj en la pared, el cuál le indicó que probablemente ya llevaba una hora ahí sentado. Me pregunto si hicieron el comentario de la ardilla. Colocó el papel que le dieron sobre la mesa, y sólo hasta ahora se dio cuenta de que no sabía qué decía. Había saltado a la conclusión de que lo habían rechazado, a pesar de creer que en tal caso no se habrían molestado en darle una nota. Le dio vuelta.

A Haruka le gustaba pensar que era bueno leyendo; no era de sus actividades favoritas, pero la encontraba tolerable – era silenciosa, individual, poco amenazante, y nada demandante. Sin embargo, ahora que veía esta hoja con letras impresas en tinta negra, empezaba a dudar de sus habilidades.

"¿Asistente de oficina en una agencia de publicidad? Impresionante," dijo alguien detrás de él y Haruka tomó una mordida de su propia alma antes de tragarla de nuevo. "¿Oh? ¡Perdona! No quería asustarte."

"Uughhh-umm-hh," la boca de Haruka intentó hablar antes de que el propio Haruka lo permitiera.

Por eso mismo iba a tener problemas del corazón, pensó. Casi sentía que estaba temblando, pero eran sólo sus latidos sacudiendo su cuerpo entero. Volteó a su derecha y observó la camisa blanca y mandil negro de uno de los baristas. No se preocupó en ver más arriba de su pecho; era uno de sus malos hábitos.

"Está bi-ien..." hizo una imitación perfecta de un anciano en su lecho de muerte, apretando su agarre en la taza de café frío.

"¿Te gustaría algo de comer?"

Le daba la impresión de que el barista estaba balanceándose de un pie a otro.

"No, gracias."

"¿Otra café?"

Su voz era tan suave y alegre.

"No, gracias..."

"¿Algo más? ¿Un té? ¿Leche? Tenemos un muy buen chocolate caliente."

Bueno, al menos uno de nosotros está feliz de tener empleo, Haruka pensó desganado.

"No, gracias..."

"¿Te estoy molestando?"

"No, gracias..."

No dijo nada más después de eso, y tomó la oportunidad para terminar su bebida. A su alrededor, personas normales tenían conversaciones normales mientras tomaban cafés normales en mesas normales. A veces – es decir: siempre – Haru se sentía como la única persona antisocial en el planeta, lo cual era una idea ridícula, porque el mundo es horrible y seguramente él no es el único en haberlo notado.

Soy un imbécil, frunció el ceño hacia su taza, hacia sus manos, hacia sus pequeñas uñas carcomidas sobre la cerámica blanca. Estaba bien, sólo estaba teniendo un mal día. Mañana volverá y actuará como alguien salido de un comercial, todo ojos ambiciosos y espalda erguida, emanando confianza y éxito. Se olvidarán de él en un par de días.

Dejó salir una risa con la longitud de un suspiro, provocando que, de alguna manera, su garganta se encogiera sobre sí misma. Dolía, como si estuviera recordándole: Ey, estás aquí. Lo que eres ahora es lo que serás por el resto de tu vida. Nunca vas a lograrnadamejor que esto.

Se mordió el labio, y un segundo después, un vaso de agua estaba frente a él. "Por la intrusión," dijo alguien. Haru volteó y vio la espalda de, lo que él asumía, era el barista de antes. No tenía ganas de hablar, así que levantó el vaso hacia sus labios y tragó pesadamente, hasta que el nudo en su garganta se disipó y agua llegó a sus intestinos en lugar de a sus ojos.

A esto se refería Rin, allá en la secundaria y preparatoria. Eres un caso de caridad, le sermoneó, ojos rojos amusgados y manos sobre las caderas. Atraes tanta lástima que los demás no pueden evitar ayudarte. Haruka bebió el vaso entero de un tiro, negándose a enojarse por eventos del pasado.

Soy un caso de caridad, entendía ahora, saliendo del café con la promesa de que mañana regresaría. Sería su primer día como asistente de oficina, después de todo.


Dicho y hecho, Haruka regresó al día siguiente. De vuelta al metro del infierno, de vuelta a ser sistemáticamente asfixiado entre las masas. La caminata a los cuarteles de Future Fish parecía más corta, y sólo tuvo que detenerse en el baño por un par de minutos. Por lo que veía, no tenía mucho que hacer. Alguien le había mandado un surtido de por vida de papeles — basura — para que los llevase al triturador, y es así como pasó la mayor parte de su tiempo sin paga en la agencia de publicidad.

Haciendo del mundo un lugar mejor, una hoja triturada a la vez.

Hasta el momento, le estaba yendo mejor de lo que esperaba, con el bonus adicional de que podía imaginar que los retazos blancos que salían de la máquina eran su cerebro. Era terapéutico, de cierta manera. En algún momento, alguien incluso le pidió que fuera a comprar café, así que trotó por las escaleras y hacia el boulevard. No es como si conociera otro lugar dónde poder comprar tal cosa, o al menos no uno que no fuera una máquina dispensadora.

El barista en la barra se veía (un error minúsculo por parte de Haruka: levantó los ojos) bastante complacido consigo mismo al ver la identificación adherida a su camisa, mas no hizo ningún comentario sobre esto ni tampoco sobre el fiasco del otro día mientras Haru esperaba su bandeja para cuatro vasos. Tuvo la conciencia de dejar una buena propina, esta vez, vaciando sus bolsillos de cambio.

El día iba bien, y aparentemente Haruka había elegido los sabores correctos; no hubo ni una queja. Casi se sintió orgulloso de sí mismo, hasta que recordó las píldoras que había tomado en casa para asegurar esa actitud positiva. Pero bueno, uno hace lo que tiene que hacer.

Para cuando terminó y el cielo, o lo que se podía ver entre los rascacielos de Tokio, era negro, Haruka se preguntó si sería extraño entrar al café por cuarta o quinta vez en un solo día. O la gente de Fish tomaba demasiado café, o simplemente querían una excusa para retirarse al baño constantemente y no tener que trabajar; no estaba seguro. Abrió la puerta con timidez, y la campana sonó casi culpable.

"Buenas noches," el barista le dijo en lugar de tomar su orden, y Haru mantuvo los ojos pegados a la vitrina, fingiendo interés en la variedad de dulces extremadamente caros. "¿En qué puedo ayudarte hoy?" preguntó después, y Haruka redirigió su atención al menú en la pared, cuidadoso de evitar contacto visual.

"Eh, um..." Las variedades de moka se escuchaban espléndidas, los lattes se escuchaban horripilantes, el té se escuchaba bien, los frappuccinos se escuchaban aún mejor.

Ha sido un largo día, quizá pueda pedir un moka, dialogó en su mente, mientras la sensación de ser observado trepaba lentamente por su columna. O un frappuccino. Aunque hace frío afuera, ¿pensarán que es raro? Miró hacia atrás sutilmente. Era la única persona en la barra. Pero en serio quiero algo dulce, no tiene que ser café, ni siquiera me gusta tanto el café.Empuñó las manos a sus costados.

"Café," dijo cabizbajo, derrotado. No había nada más en el menú con un nombre lo suficientemente corto como para poder pronunciarlo sin atorarse y quedar en ridículo.

"Hmm," el barista lo inspeccionó por un mortificante segundo. "Okay," aceptó, como si fuera su deber decidir si la orden de Haruka tenía lógica o no.

Y entonces se deslizó a un lado, trabajando en las máquinas; Haruka se atrevió a dar un vistazo a su alrededor, cuestionando por qué sólo había una persona trabajando. El lugar se veía bastante vacío, a decir verdad. Quizá sólo tienen turnos simultáneos durante las horas pico, teorizó innecesariamente mientras esperaba.

"Um, disculpa," el barista llamó y Haru volteó a ver tan rápido que casi logró verlo a los ojos — o a la cara en general, más bien. Ugh, pensó. "¿Leche y azúcar?"

En respuesta, se encogió de hombros. "Sí, por favor..." volvió a dar un vistazo cuando le dio la espalda. Ugh, pensó de nuevo.

Estaba casi seguro de que el otro estaba tarareando, pero lo distrajo el sonido de la campana: otra persona había entrado. Inmediatamente asumió la posición de primer-persona-en-la-fila-con-los-ojos-de-otros-clientes-impacientes-clavados-a-su-espalda.

"¿Te importa si improviso?" el barista volvió a preguntar, aún sin darle la cara.

Haruka no conocía la palabra clave para alguien-más-está-esperando, así que optó por murmurar quedamente, "No, gracias..."

El barista se dio la vuelta y caminó hacia él, con una notoria falta de café en sus manos. "¿Eso significa que sí puedo o que no?" cuestionó con, algo que Haru opina los demás llamarían, humor. Entonces parece darse cuenta de la persona atrás de Haruka. "¡Oh! Estaré con usted en un momento," dijo alegremente y regresó a las máquinas. "¿Sí?" enfatizó la palabra y Haruka lo observó con una mirada de absoluta aprehensión antes de asentir.

Ugh, su mente comentó acerca de la situación.

Después de eso, su vaso estuvo listo en un segundo, y Haruka se sentó en la misma mesa de ayer, el resultado de un hábito creado hace apenas un día. Tomó un ansioso sorbo de líquido espeso, y se detuvo. Examinó su taza. Su café no sabía exactamente a café. Tomó otro trago, con más confianza, y llegó a una conclusión. No sabía nada mal, tampoco.


Otro día, justo cuando Haruka fue a buscar la primera orden de café del día, el barista empujó un muffin gigante en su dirección. "Desayuno," declaró, y Haruka se preguntó si era un empleado de tiempo completo.

"Yo, yo no..." su mano libre revoloteó y sus ojos saltaron a la cara del otro. UGH, su mente chilló. "No tengo cambio," logró decir, tan claramente que se sentía mal de que Rin no estuviera ahí para escucharlo. Las píldoras eran una cosa maravillosa, aunque las de Haru eran tan terribles que prácticamente actuaban sólo como placebo.

El otro le dirigió una sonrisa, y acercó aún más el muffin. "No te preocupes. Ten un buen día en el trabajo."

Haruka tomó el muffin y regresó a los cuarteles, preguntándose si estaba a punto de ser vendido al mercado negro para que trafiquen sus órganos. Añadió el pago del muffin al día siguiente en la jarra de las propinas.


En verdad no entendía por qué había tantas peticiones de contrato enviadas por Samezuka Company, o por qué en Fish estaban tan empeñados en mandarlas a la trituradora. Si tuviera que adivinar, Haru diría que sólo son una agencia demasiado entusiasta que no sabe tomar un no como respuesta. Ciertamente se veían felices de que los estuviera rompiendo — por métodos mecánicos — a pedazos, así que se calló todas las preguntas y continuó haciéndolo.

Había pasado una semana y no había muerto o cometido suicidio, cosa por la cual sus padres estarían agradecidos; no tendrían que gastar en su funeral.

El otro día, Haruka había intentado ver el nombre en la identificación del barista, mientras esperaba por los Americanos que habían pedido esa mañana. Había fallado completamente en lograr leerlo y en ser sutil mientras lo hacía, y cuando el barista le dio la cara, obviamente listo para saludar, Haruka mantuvo los ojos firmemente plantados en el bote de basura.

No era extraño no hablarle al barista que le atendía casi todos los días. Le iba bastante bien no hablándole a personas que conocía por más tiempo. Aunque, claro, esas otras personas no le ofrecían desayuno gratis.

Ni siquiera me gusta el café, contempló por lo que debía ser la millonésima vez, esperando en la fila para comprar uno. Le remordía la conciencia. Bueno, a menos que sea una emergencia, concedió. Ciertamente no le gustaba el café lo suficiente como para ir por uno a las 9 de la noche.

¿Cuánto tiempo llevo haciendo esto? Se cuestionó al llegar a ser el segundo en la fila, y comenzó a sacar su billetera. Seguramente pensarán que estoy tramando algo. Tramando ser un fenómeno, eso es.

Es tarde, esto es completa y absolutamente innecesario, tengo clases en la mañana,le dio una escaneada al menú en la pared y empezó a practicar la palabra en su mente. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Se rehusó a considerar la posibilidad de que no teníauna vida.

"Hola", el hombre detrás de la barra saludó, y Haru no tuvo que mirarlo para saber que estaba sonriendo con la intensidad de un rayo de luz. Lo peor era que no tenía por qué hacerlo, pero aun así lo hacía. Ugh..., su mente sollozó.

La palabra ya estaba en la punta de su lengua, lista para ser dicha. En su lugar, Haru murmuró un patético "Hola," y procedió a desviar la mirada.

"¿En qué puedo ayudarte?" Había otras personas en el café, probablemente porque era viernes y hora pico.

Haruka advirtió que el tiempo parecía transcurrir más lento cuando estaba frente al barista. Le complicaba decidir si debería o no apresurarse a decir su orden. "Té, por favor," logró balbucear y, un segundo después, "Para llevar." Demasiadas personas para su gusto.

"Enseguida," el barista tomó el dinero de la tabla y le entregó su cambio. Ojos azules vagaron hacia su identificación, la memorizaron, y vieron para otro lado. "¿Estás bien?" el otro preguntó, causando que Haru levantara la mirada de la sorpresa. Ojos color esmeralda, una sonrisa cálida sólo para él. Su mente estaba prácticamente llorando.

No debería atrasar la fila, se recordó a sí mismo y saltó a la derecha, donde su vaso alto de té le esperaba.

En el camino a la estación del metro e, indirectamente, al departamento de sus padres, Haruka pensó en por qué su barista no podía ser un anciano decrépito. En ese caso hubiera desencadenado mis traumas emocionales relacionados con mi padre, su cerebro, habiendo superado su berrinche, señaló.

Pero de todos modos, hubiera sido mejor que esto. Haruka no podía ni recordar la última vez que alguien como él le había dirigido la palabra. Seguro, estaba Rin, pero Rin no contaba porque él era... bueno, Rin. También estaba Kisumi, pero ya no hablaba mucho con él. Kisumi, el barista me recuerda a Kisumi, Haruka teorizó.

Quizá es eso... casi logra engañarse por un momento. Recordó todos los rasgos de su cara. No se parecía en nada a Kisumi. Pero...

Ugh, su mente completó.

"Ugh," Haru respondió, levantando el vaso a sus labios.


Nota de Autor: Mi primera contribución al fandom de mi anime y pareja favoritos, y es el AU más gastado de la historia... No me arrepiento de nada (⌐■_■)

He leído como mil-ocho-mil fics de Makoto y Haru, y hasta ahora me atrevo a escribir uno yo también. ¿Ojalá no sea tan horrible? Apreciaría mucho si pudieran dejar sus comentarios, si tienen el tiempo. ¡Gracias por leer!

EDIT [06/julio/2016]: Corregí los errores ortográficos y dedazos que se me pasaron originalmente; nada grave, sólo pequeños retoques para que sea más fácil de leer. Iré actualizando el resto de los capítulos más adelante - y como nota extra, la historia completa igual está disponible en Wattpad (donde pueden encontrarme como Sernpai), por si prefieren leer allá ~ Kiss kiss!