Disclaimer(s):
El universo y personajes de Naruto no me pertenecen, son obra de Masashi Kishimoto,
La historia original pertenece a Yusei Matsui, por su manga Ansatsu Kyoushitsu (o Asassination Classroom).
Ésta historia está concebida sin fines de lucro, únicamente con el fin de entretener.
ADVERTENCIA: Si ves el anime antes mencionado y/o no vas al día con su manga, spoilers is coming (?).
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Tiempo de una traición
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En el mundo hay personas detestables. Asquerosamente ricas, peligrosas y detestables. Pero son personas a fin de cuentas. Humanos. Débiles. Como tortugas blandas y perezosas que se esconden tras su caparazón. Y cuando puedes atravesar ese caparazón no son nada más que suave carne de bala.
En el mundo hay asesinos. Jodidamente talentosos, listos, y de moral cuestionable. Y no hay que confundirlos con mercenarios. Los verdaderos asesinos son aquellos que hacen lo imposible para acabar con su objetivo. Con ética o sin ella, si puedes pagarlos, no hay duda que no lo defraudarán sin importar quién sea.
Es una íntima y compleja relación entre estos dos. Asesino y víctima. Cazador y presa. Dos partes de un complicado y exótico baile donde la muerte corteja a la vida. Y sólo existe una persona capaz de llevar a cabo esa danza macabra una y otra vez, con perfecta maestría, con tal naturalidad como hubiese nacido para ello.
El mejor asesino.
Su nombre es una eterna incógnita —se dice que ni él lo sabe—, su conocimiento equiparable a un catedrático, su desenvoltura sin precedentes, su apariencia engañosa, su persuasión irresistible. Especialista en casi cualquier campo; ampliando su intelecto, destrezas y habilidades. Se dice que habla múltiples idiomas, posee talento musical, sus reflejos son envidiables, tiene un instinto aterrador, y una sonrisa... una sonrisa legendaria, capaz de desarmar a cualquier mujer y ganarse la confianza de todo hombre.
Hasta que es demasiado tarde.
Pero la cualidad por la que más destaca, es su juicio. Nadie conoce su precio, pero si llegas a contactarlo es él quien dispone las reglas. No niños, no mujeres embarazadas, no personas en dudosas condiciones mentales, nada sangriento, nada llamativo, tienes que detallar a su víctima y si llegas a mentir por querer que mate a un inocente, él lo sabrá. Y el muerto serás tú.
O al menos, así era hasta hace diez años.
El más grande asesino de todos los tiempos, apodado por el bajo mundo como Kurama, trabajaba y operaba solo en un mundo que lo odiaba con la misma fuerza que lo aclamaba. Hasta que conoció a la pequeña horma de su zapato.
Recordaba a detalle la misión; no era de esas que se olvidan fácilmente. El padre del chico era un político acaudalado que amasaba su fortuna en base al lavado de dinero y otros negocios ilícitos. Cuando éste fue descubierto por unos agentes, él fue contratado por ellos para asesinarlo en secreto y así evitar revueltas en esos tiempos de elección. El político estaba descansando en el balcón de su lujosa mansión cuando Kurama llegó en silencio, como una sombra, infiltrado entre los extensos jardines con un hilo metálico entre sus enguantadas manos.
Claro que él no recordaría lo fácil que fue traspasar su regordete cuello, ni el chillido asfixiante con el que dejó este mundo; mucho menos recordaría la viscosa sangre salpicando levemente las flores. Lo que el ya entonces ágil asesino —con apenas quince años— recordaría, eran aquellos ojos atónitos que le observaban desde la estancia. No lo miraba con horror por lo que acababa de cometer, si no con una inquietante incógnita escrita en sus orbes azules como el mar nocturno.
Ese niño, el hijo de quien acababa de asesinar, le sonrió como si fuera una especie de leyenda y algo dentro del asesino se conmovió. Le recordaba levemente al desamparado, huérfano y débil niño que había crecido en el apogeo de una guerra. En él vio a aquel pequeño descalzo y hambriento que deambulaba por las calles tratando de sobrevivir a base de su ingenio y fortaleza en un mundo que era aún más cruel con los que no tenían padres.
Llámenlo culpa, sentimentalismo o debilidad, maldita sea, él se lo llevó. El pequeño pelinegro rogó a Kurama para que lo tomara bajo su tutela. Con él a su lado —al menos como apoyo de respaldo o para recabar información—, sus asesinatos le parecían incluso más exitosos. Y en el tiempo libre él se tomaba en serio su papel como tutor, sin dejar de recordarle en dolorosas sesiones de entrenamientos quién era el jefe.
Así pasaron diez años.
Y a pesar que Menma había desarrollado increíbles dotes en el arte del asesinato, su mentor, Kurama, seguía ostentando el lugar del mejor asesino del mundo. Las mejores misiones eran para él, las mejores recompensas, los mejores halagos del bajo mundo. Todo. Kurama, aquel asesino de cabello rubio y ojos azules como el cielo en mediodía de verano, lo seguía viendo como un chiquillo de respaldo
Refugio, lecciones, ropa, entrenamientos, comida, seguridad, reputación. Le había dado todo. Excepto una cosa. Aquello en lo que fallé no lo vendría a saber hasta que ya era demasiado tarde. Y de la mano de quien nunca imaginé.
Pero vamos, ésta es la historia de como todo empezó, de la traición que desencadenó todo.
Entrada trasera al hospital de niños El Sonido, 22:00 hrs.
—Y entonces aquel guardaespaldas se desmayó ¿podrías creerlo? Juro que hasta se orinó en sus pantalones —una risa seca respondió a través del auricular.
—¿Quién iba a pensar que ese alcalde tendría agentes tan gallina? Aunque no los culpo, usted es capaz de infringir un miedo atroz cuando se enoja, Maestro —sonreí bajo la máscara negra que ocultaba mi identidad.
El trabajo era sencillo y a la vez gratificante. Aquel miserable alcalde había sido nuestro objetivo indiscutible con el simple hecho de escuchar que cometía crímenes atroces a los pequeños que llegaban al hospital y cuyos desesperados padres no tenía como pagar. Con sus reforzadas paredes dobles de seguridad y con sistema electrónico, entrar habría sido más complicado de lo normal de no ser por mi ayudante que se había encargado de filtrarse en el sistema y autorizar la apertura de la parte trasera.
Admito que esa vez no le dí una muerte sutil. Tenía una debilidad por aquellos que cometían crímenes tan sucios, y entre más bajo cayeran más sangrienta era su muerte. Terminado el trabajo y una vez limpiado todo rastro de evidencias, esperaba junto a la puerta a que Menma abriera nuevamente el sistema para salir de ahí de una buena vez.
—Es una suerte que estuvieras esta noche disponible, hubiera sido todo un problema entrar aquí. Ahora date prisa antes que suenen las alarmas —había escuchado un extraño suspiro del otro lado.
—Por supuesto, Maestro. Sería una pena que lo encontrasen completamente desarmado y sin posibilidad de huir.
—¿Menma?
Y la alarma sonó. Gritos de espanto probablemente al ver el cuerpo decapitado de aquel hombre. Sonido de pasos e inclusive ladridos de perros de caza.
¿Que ésto no era un hospital de niños?
—¡Maldita sea Menma, muy bonita tu broma, ahora abre de una buena vez!
Abrió la primer compuerta de granito, aunque quedaba la gruesa puerta de cristal. Y entonces lo ví. Al otro lado el imbécil sonreía como nunca lo había visto antes. Acercó su comunicador al rostro, y aquella palabras que escuché en mi auricular jamás las olvidaría.
—Ya no recibo más órdenes, Señor. De ahora en adelante, el nombre y la reputación de "Kurama" es sólo mía. Me quedaré con tu identidad mientras te ejecutan. Estúpido maestro, me ensañaste todo excepto aquello que descubrí yo solo: El arte del disfraz.
Y me quedé parado ahí en la oscuridad, como el idiota que había sido.
Recuerdo haber golpeado la puerta y gritado su nombre, lleno de furia. Al menos, hasta que los vigilantes llegaron e iluminaron la escena.
A lo lejos, escuchaba las sirenas de policía.
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Primer tiempo completado.
Curiosamente me es más difícil escribir éstas notas que terminar la escena final jaja. Seré lo más breve que pueda.
1) Hina-chan aparece hasta el siguiente, aunque me temo que hasta el final, sean pacientes. 2) Tuve intentos de poner a Konohamaru en el papel del traidor, pero tengo otros planes para él. 3) Si estuvieron atentos, Narutín comenzó desde niño en la profesión y a los 15 conoció a Menma, han pasado diez años y actualmente tienen 25 y 20, respectivamente.
Gracias por leer y si no te aburrí hasta que cambiaste la página, no te olvides de comentar :D
-Mad fuera.
Pd. Pensaré unos que otros omakes de la historia que se desarrolla después, para que el final no sepa tan vacío o sin sentido a quienes no conocen la original :)
Pd. A mayor número de reviews, mayor posibilidad de subir uno de esos omakes sin echarlo a cuenta como segundo del mes ;)
