Capítulo 1

Tenues luces como luciérnagas iluminaban el parque central de la ciudad de Piltóver, era una noche tranquila en la que los civiles disfrutaban junto a sus familias el festival nocturno que celebraba otro año de progreso para la ciudad. Cada otoño la gente aprovechaba esta instancia para reunirse, disfrutar de las tiendas de comida, de los juegos para niños y de los fuegos artificiales que anunciaban el cierre del festival.

Una muchacha caminaba tranquilamente por medio del parque con una gabardina ocultando su rostro y tatuaje, lo único descubierto eran sus profundos ojos como un bello día con el cielo despejado. Estaba sola pasando entre la multitud, no tenía a nadie para que la acompañara, pero tampoco le importaba mucho, a ella le gustaba la soledad de esa noche. Además quería pasar desapercibida, y así lo iba logrando sin el uso de sus enormes guanteletes, no quería que la vieran y que la persiguiera un puñado de oficiales tras identificar en su rostro el tatuaje que marcaba su nombre y sus gigantescos puños Hextech.

Cada vez que podía se acercaba a una tienda para comprar algo de comida, bebía su segunda botella de alcohol que tenía escondida y así hasta terminaba sentándose en unas bancas lejanas del centro de atención para fumar un cigarrillo mentolado relajadamente mientras apreciaba la noche.

Por otro lado, una mujer que desprendía elegancia y belleza estaba acompañada de un hombre fornido que captaba la atención de varias chicas más a su alrededor, miraban coquetas y otras con desprecio por el hecho de estar acompañado, le quitaba la oportunidad de entablar una conversación con el hombre más codiciado de Piltóver.

-Hay mucha gente viéndonos, Jayce –"Acaso todos estarán pensando que estamos juntos como… ¿pareja?, tengo la sensación de que las mujeres me miran con desprecio" –pensó la castaña con algo de fastidio.

-No te preocupes Caitlyn, ¿sabes? Mejor vamos a comer algo, así tenemos mayor privacidad y conversamos tranquilamente –dijo con una sonrisa de lado.

Caminaron hasta llegar a un puesto de comida cerca de unas bancas del parque con un jardín de camelias rojas y de un río en el que parejas paseaban por el puente adornado de romanticismo.

-Pide lo que quieras Cait. Yo pagaré la cena, esta vez puedes aprovecharte de mí esta noche, ya sabes… completamente. –El apuesto hombre con tono seductor le guiñó un ojo, lo había dicho con una clara intención de doble sentido.

-Jayce, no es necesario. Pagaré mi plato y no necesito que me lances indirectas de tal calibre. De todas formas gracias por la oferta… y con eso me refiero a la cena –con el ceño fruncido Caitlyn se dispuso a leer los variados platos del menú.

A la detective le molestaba que el defensor del mañana fuera tan cargante con ese tipo de mensajes ocultos frase tras frase, una y otra vez. Era cierto que ambos se llevaban y se veían bien, pero ya había rechazado una y mil veces el hecho de salir con él como pareja. No quería formar una relación con él porque siempre que estaban juntos y un hombre saludaba a la Sheriff, se le lanzaba como animal con ataque de celos a alejar a algo que creía que era suyo, de su propiedad.

-Además – continuó la morena –nosotros no venimos aquí a hacer vida social, hemos venido a cuidar el área de posibles robos. No hemos comido en todo el día por estar pendientes de las preparaciones del festival, así que aprovecharemos estos minutos, comeremos rápido y luego seguiremos cuidando de la zona.

-A tus órdenes. Aunque tampoco es necesaria tanta frialdad –sentenció apenado y cabizbajo al notar que nuevamente, sus esfuerzos de conquistar a la mujer eran en vano.

-Jayce, hemos hablado esto un montón de veces. Por favor, simplemente disfrutemos un poco de comida, ambos trabajaremos mejor con el estómago satisfecho ¿sí?

-De acuerdo, Cait. Daré lo mejor de mí para combatir cualquier crimen que se presente y te protegeré tanto como pueda –para el pelinegro era sencillo cambiar su humor, desde uno triste a uno que mostraba una amable sonrisa, era un cambio radical que le sorprendía a la castaña, pero que sin duda alguna, le agradaba.

Una vez que ordenaron sus platos, poco a poco iban saciando el hambre y reponiendo sus energías. Entre tanto, conversaban para hacer más amena esa cena. Ambos se llevaban muy bien, tanto que la gente llegaba a pensar que estaban juntos o que al menos, satisfacían sus necesidades en privado. Esto llegaba a oídos de la morena a través de las revistas faranduleras que la acosaban en las calles o en cualquier situación. Los medios de comunicación aprovechaban cualquier instancia en el que la bella Sheriff compartía ciertos momentos con el hombre más guapo de la ciudad, ambos eran conocidos como "la pareja mejor compatible de todo Piltóver". A pesar de que Jayce compartía los mismos pensamientos y dichos de los medios faranduleros, para Caitlyn era diferente. Ella no se veía estando con él, lo imaginaba como un hermano en el que podía confiar, quizás las cosas serían distintas si no hubiese asimilado cuando un hermano mayor espanta a cualquier hombre que merodee alrededor de su hermana pequeña con intenciones sucias, al menos eso pensaba ella.

Mientras tanto, en las bancas se apreciaba la silueta de la chica de los ojos azules. Estaba mareada producto de unos cuantos tragos y del humo que desprendían sus cigarrillos, poco a poco cambiaba su actitud tranquila a una más fuerte, el efecto del alcohol contribuía en la sed de pelear y derribar a alguien, pero algo le quedaba de conciencia a la mujer. –"Muy bien, creo que es hora de ir a dormir si es que no quiero meterme en problemas" –pensó. Después de todo no portaba sus guanteletes y no le animaba buscar pleitos. Se levantó de su asiento y prosiguió su camino con algo de dificultad por mantener el equilibrio, iba tan bien que parecía sobria en su caminar, hasta que un sujeto le chocó con su espalda estrellándose en la cara de la peli-rosa.

-¡HEY! ¡Fíjate por donde vas pedazo de imbécil! –reprendió la chica.

-¿A quién piensas que le dices imbécil? –El hombre se dio vuelta y respondió con la misma mirada que tenía Vi – ¡CONTESTA!

-Yo hablo cuando se me dé la gana y no cuando me la pidas, idiota –Vi quería evitar pelear, pero la poca paciencia que tenía le estaba pasando la cuenta. –Muévete y desaparece de mi camino. –Sentenció para luego empujarlo con el hombro.

-Oh no, tú no te salvas de esta –le tomó la muñeca del brazo izquierdo y la giró hacia sí mismo para hacerle frente. –A mí no me vuelves a decir pedazo de imbécil, ¿me escuchaste mujerzuela?

Vi se dio cuenta de que el olor bucal que desprendía el hombre, era el mismo que ella tenía, olor a alcohol.

-¿Por qué no muestras tu rostro? ¿Acaso eres un jodido monstruo? –finalizó el sujeto con una carcajada típica de borrachos, se había dado cuenta de lo tapada que estaba y había pensado que le daba vergüenza esconder su cara de lo fea que era, se lo había dicho refiriéndose a esa posibilidad. Como un supuesto ganador, se dio la vuelta dándole la espalda.

"Jodido monstruo" –retumbó en la cabeza de la pelirrosa. Cómo odiaba que le dijeran esas dos palabras, y no era precisamente por los pensamientos que tuvo el hombre de ella como suponía, sino que, hace mucho tiempo alguien le había dicho esas palabras que le dolieron el alma, habían salido de la boca de un ser importante que fue para ella tiempo atrás.

Número uno, Vi había bebido y sus sentidos estaban debilitados al igual que sus emociones, por lo que no podría controlarse. Número dos, nadie pero NADIE se dirige a Vi como mujerzuela o con cuánto insulto se refirieran a ella. Y número tres… Vi puede hacer lo que se le dé la puta gana.

La de los ojos azules dio vuelta al hombre en menos de un segundo, cerró su puño y con furia de titanes le propinó un golpe en la mandíbula haciendo que el sujeto perdiera el equilibrio y cayera sobre el pasto del parque. – ¡Ríete ahora pedazo de imbécil! –Vi perdió los estribos, y antes de pensar en lo que había hecho, ya se había metido en una pelea, como si fuese alguna novedad. Ahora le importaba poco la gente que presenciaba la escena, los golpes extasiaban a la muchacha y por más que intentó controlarse, el alcohol no la ayudaba mucho.

El hombre se levantó e intentó golpear a la mujer con furia, sin embargo, la peli-rosa era más ágil y se le dibujaba una sonrisa cada vez que lo esquivaba.

-Una niña pelearía mejor que tú, machito barato de quinta –dijo Vi con aire de superioridad.

Entre estos dos peleadores se veía una batalla algo seria... repartiendo golpes con solvencia, pero lo cierto era que para la gente que miraba la situación, era jodidamente graciosa.

-¡Hey! –Exclamó un chico incitando a que más personas vieran el espectáculo – ¡Miren cómo pelean este par de borrachos!

-¡Parecen un par de simios compitiendo quién se tambalea mejor! –comentó una mujer riéndose.

Y esto es lo que pasaba realmente.

-Ggolpéame si pue-des ggrandulón –la chica provocaba al furioso hombre, y más aún, cuando golpeó su estómago.

-Lo l-lamentarás pronto ma-maldita –pobre hombre, parecía no tener oportunidad contra la chica. Parecía golpear al aire más que a la mujer burlona de enfrente.

Los padres que pasaban por el lugar, tapaban los ojos de sus adorables y pequeños hijos –M-Mira hijo, allá hay un puesto de juegos que parecen divertidos, v-vamos –dijo algo nervioso y apuntando hacia el otro lado, lejos de la lamentable situación.

-Pero papá, la pelea entre ellos parece más divertida –contestó el hijo tratando de ver mientras saltaba. La mamá no se le ocurrió otra cosa mejor que gritar -¡Que alguien detenga esta tontería! ¡¿Dónde están los oficiales cuando se les necesita?!

A lo lejos, Jayce pagaba la cena con la mitad del dinero de la castaña y el resto de él. La Sheriff se encontraba en las afueras del restaurante y se percató que se montaba un desorden con mucha gente rodeando el lugar, no le preocupó mucho, quizás era alguna actuación típica de festivales en la que la gente se asomaba, pero algo le había llamado la atención, una mujer gritando que detuvieran una pelea.

Con prisa, la detective llegó al lugar del espectáculo y gritó con tono autoritario – ¡ALTO AHÍ! –observó al hombre intentando impactar contra la mujer que esquivaba los golpes con esfuerzo.

El sujeto que lanzaba puñetazos al aire, aprovechó que su contrincante se despistó y le dio un golpe en el ojo izquierdo y luego en la boca rompiéndole el labio inferior por el mismo lado, la joven tambaleó gruñendo hasta impactar en el suelo. Hecho esto, el hombre arrancó como cual rata cobarde lo haría.

Caitlyn se acercó rápidamente a la muchacha que residía en el pasto con una mueca de dolor, la ayudó a levantarse y apresuró en encontrar una banca para que recuperara el aliento. Hecho esto la gente se empezó a dispersar y seguir con el festival, algunos horrorizados por ver a la chica tendida en el suelo y otros intentando atrapar al cobarde por cuenta propia, pero que al final terminó por escapar.

Mientras tanto, Jayce estaba desconcertado entre la multitud tras no encontrar a la detective fuera del restaurante. – ¿Dónde demonios estás, Cait?

-¿Te encuentras bien? –se preocupó la castaña.

-P-Pues… no hay nada mejor que un par de golpes en tu cara –molestándose de lo obvia que era la respuesta y escondiendo su rostro. Ella conocía muy bien con quién se estaba metiendo, y vaya que tenía problemas al encontrarse con la mejor detective de Piltóver.

-De todas formas, ¿qué hacías peleando? –Luego notó cierto olor –no me digas que… estás ebria –entrecerró los ojos indignada. –Quedas bajo arresto por consumir bebidas alcohólicas en la vía pública y por causar desorden. Primero te llevaré a un hospital y luego decido qué hacer contigo –la detective ya había barajado las cartas sobre la mesa y se percató de todo lo que había sucedido. No era por ningún motivo una especie de maltrato contra esta mujer.

-¡¿Q-QUÉ?! ¡No puedes llevarme detenida, acabo de ser golpeada! –contestó más molesta de lo que ya estaba. Al parecer, el alcohol iba perdiendo su efecto ante la sorpresa, la peli-rosa hablaba mejor que antes y estaba más consciente de lo que estaba hace unos momentos atrás. A estas alturas le convenía mejorar su forma de hablar para intentar salirse con la suya y no ser arrestada.

-Déjame ver tus heridas –las réplicas de la mujer recién golpeada le habían parecido una voz bastante peculiar, así que de un tirón bajó la capucha de la chica de los ojos azules y cambió su rostro a uno de furia – ¡¿V-Vi?! Tú de nuevo… ¡¿Cuántas veces te he dicho que no te metas en problemas?!

-Cálmate, te prometo que no fui yo la que empezó.

- Montaste una escena grave frente a los civiles y sabes que la policía te busca, ¿cómo esperas a que me calme?

-Uff Cupcake, no sabía que te preocupabas tanto por mí.

"Pues claro que me preocupo por ti, idiota". –Debería llevarte detenida por el desorden que provocaste.

-Tsk, ¿es en serio Cupcake? Estaba sentada no muy lejos de aquí y cuando me iba, ese desgraciado me empujó, luego me provocó y le di un buen merecido, eso fue todo.

-Pues parece que tú has recibido el merecido, tienes el labio roto y el ojo morado e hinchado –acercó su mano al ojo para observarlo mejor y lentamente descendió por el tatuaje hasta llegar al labio de la pelirrosa –Hay que llevarte a un hospital a que te hagan curaciones, no puedes quedarte así.

-¡No!, está bien así. No es la primera vez que me pasa, puedo curarme sola –protestó Vi.

-Te llevaré a tu casa entonces.

-No es necesario.

-Sí, lo es. Si es que no quieres que te lleve a una celda –la castaña ganó la discusión –y no me llames Cupcake.

La de los ojos azules ni siquiera se molestó en responderle a Caitlyn, sabía que no era momento de agarrar más problemas de los que ya tenía, de momento sólo le seguiría la corriente.

Ambas se encontraban caminando en el puente que atravesaba el río para llegar al estacionamiento en donde se encontraba el elegante vehículo de la castaña. Cerca del puente, se encontraban camelias rojas que daban un ambiente romántico, especialmente para las parejas que andaban en bote por el río. Iban a paso tranquilo hasta que el cierre del festival las sorprendió. Fuegos artificiales iluminaban el cielo estrellado. Caitlyn observaba como una pequeña niña mientras que Vi la miraba a ella. Le encantaba encontrarse con ese aspecto que pocos conocían de la fría y calculadora Sheriff de Piltóver, pero todos esos gustos y pensamientos que tenía de ella, los tenía bien guardados. Nadie debía saber que algo cambiaba en la criminal, sobretodo porque la causa de esto se debía a una oficial, no era para nada compatible una criminal con la mejor detective de todo Piltóver, para nada.

Ellas se conocían hace un par de años. Habían tenido encuentros durante ese tiempo, siendo en persecuciones o a lo lejos espiándose sin ser notada por la otra, sólo corroboraban si estaban bien y sin estar en peligro, algo verdaderamente difícil para Caitlyn, ya que la peli-rosa era un imán de problemas. Ninguna supo cuándo comenzó este modo de espionaje hacia la otra, pero sí sabían que era por alguna razón que no querían admitir, sentimientos. Para ambas era raro pensar la ridícula compatibilidad entre una criminal y una oficial de policía, así que mejor cada una seguía con lo suyo, pero… con un ojo encima.

Esta rara amistad, comenzó cuando Vi le había salvado la vida una vez a la bella y elegante mujer que acompañaba ahora mismo.

*FLASHBACK*

Una agitada noche de verano, Caitlyn se encontraba persiguiendo a una pandilla de criminales poderosos de los barrios bajos de la ciudad del progreso. En ese momento que corría tras ellos, los equipos policiales rodeaban la zona para atraparlos. Cait creía que tenía todo bajo control, hasta que uno de ellos la sorprendió por la espalda y la fuerza a ir a un callejón estrecho sin focos ni luz que pudiesen iluminar el lugar.

-Hasta aquí llegaste hermosa –sonríe maliciosamente el delincuente mientras tira el rifle de la Sheriff a un basurero conteniendo a la mujer.

-Como sigas poniéndome un dedo encima, lo lamentarás por el resto de tu vida. –Cortó tajantemente hacia el hombre que la retenía por la espalda.

-No pienses que saldrás viva maldita. Lo único que yo podría lamentar es no haberte aprovechado, cosa que no pasará porque estamos solos. Mis compañeros ya se libraron de ustedes, policías de porquería. Y yo… –poniéndole un dedo en la boca y sujetando con mayor agarre a la del vestido púrpura pasando a llevar sus pechos –aprovecharé este momento contigo y luego… te mataré.

Con una mueca de desagrado, intentaba alejarse del hombre, pero estaba en desventaja, no tenía cómo ni por dónde contraatacarlo.

"Mierda, ¿qué hago ahora? No tengo mi rifle para defenderme y mi equipo no está aquí ¡Maldita sea!" –pensó la mujer desesperada, una gota de sudor caía por la sien de la castaña, sus ojos gritaban auxilio. Sabía que estaba en un problema enorme, no había manera de zafarse.

-Tranquila, te haré sentir mejor en unos momentos –el hombre amarraba con una soga las delicadas muñecas y pies evitando cualquier intento de escape, luego la amordazó y la lanzó contra el suelo –ahora quédate quieta y abre las piernas.

El hombre se sacó la chaqueta y comenzaba a desabrochar sus pantalones.

-"Hasta aquí llegué". –cerró los ojos derrotada.

-Hey pedazo de mierda, ¿quién te crees para ponerle las manos encima? –una sombra se asomó.

El abusador sorprendido se dio vuelta y le dirigió una mirada de enfado – ¿quién te crees tú para interrumpirme? Vete de aquí si no quieres que te deje peor que ella, al menos que quieras unirte preciosura. –Terminó de decir levantando su cabeza con cierto aire de superioridad y la mirada con depravación.

La Sheriff miraba con preocupación la escena, nada de esto tenía buena pinta, no tenía idea de cómo acabaría esto, rogaba para que la otra mujer no quedara en las mismas condiciones que ella.

-Ahora sabrás lo que es bueno. –Avanzó la ruda mujer con paso firme y con gran velocidad, usó energía que provenían de sus guanteletes y golpeó su rostro estampándolo contra la pared, luego lo agarró del cuello y golpeó su estómago dejándolo sin aliento –podría quebrarte los brazos si quisiera –Agarró uno de sus brazos, lo dio vuelta por la espalda y antes de que comenzara a jalar, el hombre le dijo –prometo que me las pagarás hija de—

CRACK.

El abusador gritó y Vi golpeó su nuca para dejarlo inconsciente. –Cállate de una buena vez.

La peli-rosa dejó caer al derrotado hombre y corrió hasta la castaña – ¿Te encuentras bien? ¿No te hizo nada? –le decía mientras la liberaba de sus ataduras.

La chica del vestido púrpura la miró con desconfianza, sólo veía la silueta de la mujer debido a la oscuridad.

-Tranquila, no te haré daño –le puso la mano en modo de consuelo al hombro de la otra, pero ésta lo rechazó y retrocedió –Ah… ¿Así es como me pagas por haberte salvado?

-¿Y qué esperas si casi lo matas? ¿Cómo sé que no me harás nada?

-¡Te acabo de salvar! ¿Por qué rayos te haría algo? Él te iba a matar y encima me reclamas, está bien, haz lo que quieras... Qué tipo de mujer por Dios –levantó ambas manos en señal de molestia. –Entonces me iré. De nada malagradecida.

-¡No!, detente por favor. M-Muchas gracias… es sólo que estoy… un poco shockeada –después de mirar el suelo, levantó la vista para encontrarse con los bellos ojos azules de la otra mujer dentro de la oscuridad del callejón, no podía ver nada más que esos hermosos ojos.

-Tranquila, nadie te hará daño, Caitlyn.

-¿E-eh? ¡¿Sabes mi nombre?! –preguntó un poco incrédula.

-Por supuesto, eres la mujer más conocida en todo Piltóver. Además, ¿no recuerdas que me perseguiste un par de veces en el pasado? –La mujer de los enormes guanteletes salió de las sombras y se acercó poco a poco a la Sheriff.

-T-Tú… no puedo creer que me hayas salvado –después de su sorpresa cambió la mirada a una con molestia – ¿desde cuándo usas esos guanteletes? Agh, no importa, de todas formas gracias por lo de hace rato, eras la última persona a la que esperaba ver, no creí que tú...

-Hey, no soy la misma de antes. No sigo en esa pandilla y ahora estoy por mi cuenta, desde entonces utilizo estas maravillas –señaló sus guanteletes Hextech. –Tampoco pienses que te guardo rencor, después de todo acabo de salvarte.

-Vi… no dejas de ser criminal sigas por tu cuenta o no. ¿Sabes que la policía te busca, verdad? En algún momento te tendré en mis manos, deberías saberlo.

-Lo sé, pero esa tropa de inútiles nunca me atraparán, no estuvieron tus compañeros contigo aquí. Si no hubiese estado caminando por aquí cerca, estarías…-no quiso terminar la frase, Caitlyn desvió la mirada al descifrarla en su mente. –Lo que me importa a mí, es que ahora me debes una –le guiñó un ojo. –Nos veremos luego, Cupcake. –Poco a poco se esfumó entre la oscuridad.

-¡N-No me llames Cupcake! –Una risa característica de la ruda mujer se escuchaba a lo lejos retumbando en el callejón.

Caitlyn agradecía que esa mujer estuviera allí para rescatarla, aunque ahora, tenía deudas pendientes con ella, pero acababa de salvarle la vida, su única forma de agradecerle fue dejar que siguiera su camino sin perseguirla, aunque le había sorprendido de sobremanera y le costó asimilar lo que había pasado ¿después de perseguirla a muerte tiempo atrás, ahora le estaba salvando la vida? Fue una gran sorpresa. Luego de lo acontecido buscó su rifle y lo limpió como el único tesoro que poseía, a ese objeto le tenía bastante cariño, era su fiel compañero. Miró con desprecio al hombre desplomado en el suelo pensando en lo mucho que disfrutaría la cárcel. –"Espero profundamente que se te caiga el jabón en las duchas de prisión" –sonrió. –"En fin, si tuviera algún compañero, además de mi rifle, evitaría este tipo de desagradables situaciones". -Pensó.

*FIN FLASHBACK*

Los fuegos artificiales terminaron su exhibición. Caitlyn volteó su rostro y se dio cuenta de que Vi la había estado mirando. La morena le dedicó una amable sonrisa –Con dejarte libre por esta noche, te devuelvo el favor de aquel día.

Vi en respuesta, dejó en su largo pelo castaño, una camelia roja que había recogido antes de que la muchacha del vestido púrpura se diera cuenta. –Estamos a mano, entonces –sonrió. –Te ves hermosa con eso.

Caitlyn se sonrojó.

Las dos mujeres se observaban. Los fuegos artificiales habían cesado, pero pareciera que dentro de sus estómagos surgían nuevamente y esta vez, de todos los colores posibles y acompañados de la percusión de los latidos de sus corazones que iban cada vez más aumentando. La distancia se acortaba entre ambas, la de los ojos azules se adelantaba lentamente por inercia, no quería asustarla con sus movimientos, pero todo parecía como si Cait respondería de la misma forma que ella.

-V-Vi… -en un susurro apenas audible.

-¡Caitlyn! ¿Dónde estás, Cait? –El defensor del mañana estaba en busca de su compañera.

La detective se dio vuelta rápidamente para encontrar al pelinegro.

-No… ¿por qué tiene que aparecer ahora? Vi perdóname, no podré ir a… ¿Vi? –Buscó su figura, pero había desaparecido.

-¡Cait! Allí estabas, ¿dónde diablos te habías metido? Te busqué por todos lados, pensé que te había pasado algo –sentenció con tono preocupado. – ¿Qué haces con eso en tu cabeza? –Apuntando a la camelia. –Wow… te ves hermosa.

-Ah ¿esto? Sólo lo recogí… m-me pareció bonito… gracias. –titubeó algo nerviosa por las miradas cómplices que se habían intercambiado con la criminal. Recuperó su compostura. –Lo siento, ocurrió un percance pero ahora está todo bien, no te preocupes. Ya terminó el festival así que tenemos que ayudar a desmantelar e inspeccionar todo, hagámoslo rápido. Fue un día bastante largo.

Luego de eso, Jayce le hablaba a la castaña de cosas triviales, pero ésta, estaba sumida en sus pensamientos, recordó aquella vez que fue rescatada por la chica de los guanteletes enormes. Volvió su mirada hacia el puente queriendo verla de nuevo, pero no había nadie. Tocó la camelia con una leve sonrisa y prosiguió con su camino.

-"¿Qué demonios estoy haciendo?" –Pensó mientras se alejaba de la morena. Después de haberla salvado y de otros encuentros más, algo empezó a cambiar dentro de la ruda y tatuada mujer, ahora no la miraba con un semblante de superioridad cuando era perseguida por ésta, ahora la miraba con algo de amabilidad, aprecio, ternura... La elegante mujer se veía tan hermosa en ese puente con los fuegos artificiales iluminándola y con esas flores a su alrededor. Fijó su mirada nuevamente en el puente y vio cómo la morena acariciaba su regalo en el pelo mientras sonreía, con todas las camelias y botes a su alrededor.

–"Cupcake, es como si fueras mi damisela del jardín de las camelias" –esbozó una sonrisa mientras recordaba al igual que Caitlyn, el rescate en ese callejón.

Vi despidió la noche observando de lejos esa delicada figura con su reflejo entre los botes y emprendió su camino a casa.

Continuará…

¡Muy buenas gente!, ¿qué tal les pareció el primer capítulo? Espero que hayan podido disfrutar de la lectura. Es mi primer fanfic y la verdad es que estaba inquieta, un tanto nerviosa y medité mucho si subir esto o no, pero pensé que quizás haya gente que tenga ganas de leer algo respecto a esta hermosa pareja, así que decidí subirlo y lanzarme a la vida. Planeo que exista esta historia por mucho tiempo, así que... ¡Tendremos CaitxVi para rato! Aunque por ahora, la historia transcurrirá dándole tiempo y espacio a estas jóvenes. En fin, me encantaría recibir por medio de reviews o mensajes privados su opinión del primer capítulo, sus apoyos o críticas constructivas para mejorar y hacer una lectura más agradable para ustedes, después de todo es para que cada uno se alegre con cada capítulo que pretendo subir. Debo aclarar que subiré capítulos de acuerdo al tiempo que me haga y disponga, ya que estoy en la universidad y tengo vida social que disfrutar, pero no los haré esperar demasiado, se los aseguro. Bueno... si leíste hasta acá, te agradezco el tiempo que me diste. ¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

PD: No puedo creer que haya estado media hora escribiendo este sencillo post. Es un gran paso que di al compartir esto.

Atte. Balalaika