Aguas Termales

Era el tercer suspiro en menos de veinte minutos que emitía. Debía admitirlo, ser parte del Consejo Mágico, además de estar rodeada de testosterona todos los días, todo el día, era sumamente agotador. Después de la repentina disolución de Fairy Tail; Levy, Gajeel y Lilly habían decidido unirse al Consejo, siendo la muchacha la única fémina del escuadrón de misiones que formaba con los dos anteriores y muchos hombres más.

Cerró sus ojos mientras relajaba los hombros y apoyaba la cabeza en una roca, podía sentir como el estrés y agotamiento se desprendían de ella como el vapor lo hacía del agua donde se encontraba sumergida, no cabía duda que las aguas termales de aquella posada donde se encontraban alojados durante su misión eran lo mejor que le había ocurrido en mucho tiempo. No pasó mucho tiempo hasta que la pequeña mujer se quedara dormida.

No supo cuánto tiempo transcurrió desde que se había dormido pero el movimiento de las aguas termales hizo que se despertara, tampoco percató de que no se encontraba sola hasta que la risa de alguien más resonó en la pequeña estancia. Alarmada, el primer instinto de la muchacha fue tapar su pecho con un brazo y agudizar la vista para buscar al dueño de aquella mofa, alguien a quien Levy conocía muy bien.

No tardó mucho en distinguir entre el vapor aquella característica melena oscura a pocos metros de ella, Gajeel se encontraba sumergido en el agua también, con los ojos cerrados y los brazos posados detrás de su cabeza, mantenía una sonrisa burlona en su rostro, o eso creía Levy, el Dragon Slayer se encontraba sentado en un sitio donde ella solamente podía verlo de perfil.

— ¿Qué demonios haces aquí, Gajeel? —preguntó Levy ruborizada, todos los músculos de su cuerpo habían vuelto a tensarse ante la presencia del hombre.

— Gehe, pensé que no te despertarías nunca, enana… —comentó Gajeel burlándose mientras evadía la pregunta— Llevo aquí metido alrededor de una hora y no dabas señales de vida, por un momento creí que habías muerto, tuve que revisar que siguieras respirando.

Al escuchar las declaraciones del Redfox, la muchacha de cabello azulado no tardó en ponerse aún más colorada ante la idea de estar completamente desnuda a pocos centímetros —muchísimos menos que ahora— de él.

— No has respondido a mi pregunta. —insistió ella tratando de que la voz no le temblara.

— Vamos mujer, relájate un poco, son aguas termales mixtas, ¿sabías eso? Cualquier persona puede entrar aquí, es más, deberías estar agradecida que fui yo el que decidió relajarse un rato y no algún otro miembro del equipo. —respondió el muchacho viéndola por el rabillo del ojo.

Levy decidió ponerle fin a su relajante —quizás ya no tan relajante— baño e irse a su habitación a leer un poco, se levantó y dio media vuelta en el mismo sitio donde había estado descansado, cuando se dispuso a coger una toalla para envolverse en ella escuchó a Gajeel hablar.

— Nada mal, enana... —comentó el hombre con la cara un poco volteada en su dirección.

No fue hasta ese momento en el que Levy se dio cuenta que gran parte del vapor había desaparecido y que podían verse claramente el uno al otro, los pocos segundos que tardó en captar el comentario sobre su físico fueron más de los que tardó en cubrirse con la toalla y salir apresurada de la estancia; ruborizada hasta las orejas y sin decir una palabra.

Gajeel se quedó en su mismo lugar riéndose de la reacción de la "mujer de bolsillo" como la llamaba él. Para el muchacho definitivamente las aguas termales también habían sido lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.