Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad del gran y adorado Masashi Kishimoto, sin embargo la trama es de mi dominio.

Pareja: SasuSaku

Fiction Ranking: M, mayores de 16 años

Summary: Sasuke tiene el peor trabajo de todos. Tan sólo es un alma tratando de redimirse para obtener la entrada al paraíso. Los clientes suelen ser casos difíciles, tontos enamorados del amor sin remedio. Pero esa chica Sakura es el peor de todos los casos.

Advertencias: AU (Universo alterno), OOC abundante en la primer etapa del fanfic, lemon

Estado: En proceso

Nota: Este fanfic está disponible en fanfic. es bajo el fandom de kpop (exo). Prohibida su publicación en cualquier otro sitio. No otorgo ningún tipo de permiso sobre mis fanfics.

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CUPID'S WEDDING AGENCY

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Capítulo I. El Tercer cielo.

El aire golpeaba con fuerza su cuerpo. Ahí sobre el puente y a pesar de estar sujeta del barandal, lograba moverla ligeramente. El frio cortaba la piel expuesta como pequeñas cuchillas. Hubiese deseado esa mañana salir de casa con una bufanda al cuello, y de paso un par de guantes gruesos.

La noche era oscura, la última vez que revisó el reloj faltaba una hora para media noche. A sus espaldas los coches que pasaban generaban aún más ráfagas de aire. Se congelaría seguramente de seguir ahí. Bajó la mirada y se encontró con el rio, en esa inmensa oscuridad lograban reflejarse las luces de la ciudad, en un constante movimiento debido a la velocidad del aire en esos momentos.

Se secó la última lágrima. Por ese día ya había tenido suficiente llanto. Y un día antes pensó lo mismo, que no lloraría nunca más. Así como el día anterior, y aún más una semana atrás. Se habían cumplido ya siete días desde que se convirtió en la heroína del cuento. Sin embargo se sentía pésima. Hacer una buena acción la había llevado a ser totalmente desdichada.

Aún recordaba la calidez de sus abrazos. Si no hubiese dicho las palabras que dijo días antes, ahora estaría envuelta en sus brazos. Si hubiese seguido haciendo caso omiso a lo que realmente pasaba, ahora no estaría ahí tiritando, sola a esas horas de la noche.

Sakura dio un paso atrás y siguió avanzando sobre el pasillo hasta llegar al extremo del puente. Después de su última clase en la universidad había decidido regresar caminando a casa. Pero más bien terminó vagabundeando y recorriendo lugares para distraerse. Quería estar a solas, lejos del bullicio para pensar. Reflexionar sobre lo que había hecho y tal vez lamentarse de lo desesperanzadora que ahora era su vida.

Había un pasaje con jardines, a lo lejos vislumbró una parada de autobús. Al darse cuenta que nadie más transitaba por el lugar se puso un poco nerviosa. Con suerte alcanzaría el último autobús. Caminó más de prisa hasta llegar a aquel lugar.

Ahí abajo el frio no calaba tanto como arriba en el puente. Sin embargo pudo sentir pequeñas gotas de agua, como brizna, lo cual indicaba que pronto comenzaría a llover.

Comenzó a arrepentirse de andar por las calles y tan lejos de casa a esas horas. Esperó pacientemente, por la avenida apenas pasaba uno que otro coche, pero ninguno era un taxi. Después de un rato volvió a revisar la hora en su móvil, había transcurrido media hora desde la última vez.

El aire revolvía los arboles alrededor. Por un momento tuvo la sensación de que alguien más estaba ahí. Lentamente se giró. La zona a sus espaldas parecía ser un parque, y a esas horas sólo podía ver árboles y jardineras, que se mantenían en su mayoría en la oscuridad. Unos treinta metros atrás parecía haber una lámpara que iluminaba pobremente un andador.

Algo nerviosa revisó sobre la avenida alguna luz que indicara que se aproximaba el transporte urbano. Cuando volvió a sentarse podría haber jurado que se habían escuchado un par de pisadas sobre las hojas secas.

Cuando por fin llegó el autobús, subió de inmediato. El chofer era un señor mayor cubierto de canas, tenía la expresión cansada de estar dando su último viaje esa noche en el trabajo.

Dentro el autobús estaba lleno hasta la mitad. Parecía que muchos iban de fiesta o regresaban, al fin de cuentas era fin de semana. Se sentó al fondo del autobús. Buscó entre el bolso sus audífonos para escuchar música el resto del trayecto.

Una pareja iba sentada dos filas delante de ella. Se besaban tan dulcemente sin pena frente a los demás. Los observó por un buen rato. Luego se dio cuenta que todas las mujeres llevaban una pareja, sino a un hombre que las acompañaba. Todas excepto ella. Y no es que tuviera miedo o necesitara que alguien la cuidara, pero aquello le hacía recordar que en esos momentos estaba más sola que nunca, y de haber sido de otra forma las cosas, en una realidad más favorecedora, donde el cielo no jugara con ella de esa forma, podría haber estado ahora acompañada por él, aquel chico que tanto amaba.

Sintió ganas de llorar de nuevo pero aguantó. Las cosas eran así, el destino, Dios, o quien haya sido se habían encargado de echarle en cara que ese hombre no era para ella. Había estado ocho años enamorada locamente de ese chico que sólo la consideraba su amiga. Nunca había tenido el valor para confesarse. Durante todo ese tiempo había sido un amor unilateral, pero ella no se había quejado. Le bastaba con estar cerca de él, recibir aunque fuera sólo su amistad, una sonrisa, un buenos días. Durante ese tiempo ella había sido feliz. Suspirando a sus espaldas, fantaseando con el día que tal vez él se diera cuenta que la amaba.

Hinata era la única que sabía de su amor inconfesable por ese Naruto. A comparación de ella, era una joven dulce, tierna y tímida. Durante esos ocho años la había sostenido en su hombro cuando se dejaba caer en la tristeza por su amor no correspondido. Era su mejor amiga. Incluso tenían un pacto de sangre que habían hecho siendo casi unas niñas. La amaba casi tanto como amaba a ese chico.

Y de pronto un día, sin previo aviso, las cosas comenzaron a marchar como siempre debieron ser. Con el apoyo de Hinata logró declarársele. Él no contestó de inmediato, pero unos días después, cuando ella estaba a punto de morir de pena, Naruto le pidió ser su novia.

¡Cuán feliz era! En su vida había imaginado que aquello podría ser posible. A sus veintitrés años por fin tenía su primer novio, su primer beso.

Pero hubo algo que Sakura nunca vio durante esos ocho años, el amor le había impedido ver otras cosas a su alrededor, la había hecho una persona egoísta. Si hubiese puesto atención a tiempo, se hubiera percatado de lo nerviosa que se ponía Hinata cuando Naruto estaba cerca. De cómo a su amiga le brillaban los ojos cada vez que mencionaba al joven. O cómo él sonreía cuando sabía que Hinata los acompañaría a algún paseo.

Pero notó aquello cuando ya estaba demasiado metida en ello, demasiado enamorada. Entonces se dio cuenta que Naruto no la amaba. Él no quería reconocerlo, se estaba mintiendo a sí mismo, había creído que Hinata sólo lo quería como amigo, así que se había resignado con Sakura. La vida se empecinaba en que nadie fuese feliz.

Después de mucho, Sakura aceptó las cosas. Hinata y Naruto merecían ser felices. Por lo menos dos de los tres lo serían. Así que decidió decir adiós al chico, lo liberó para que pudiera seguir su corazón.

Se sentía algo así como una mala del cuento que terminó siendo mártir y heroína. Era así como le decía adiós a un amor de tantos años.

El autobús poco a poco fue desocupándose. En cada parada bajaban más y más personas, los únicos en subir fueron dos tipos que se notaban algo borrachos. A pesar de que había muchos asientos disponibles se quedaron de pie sobre el pasillo, en la fila justo donde había estado la parejita de minutos atrás.

Sakura notó que uno de ellos no le quitaba la mirada de encima. Ella se revolvió en su asiento. Aún faltaban varias calles para llegar a su parada. Cuando más tiempo pasada más extraños le parecían aquellos dos. Desde donde estaba podía oler el alcohol.

Los hubieras regresaron, como el si no le hubiera dejado a Naruto, él ahora estaría ahí acompañándola. No es que les tuviera mucho miedo, pero ellos eran dos, más altos, más fuertes, y en ese momento intoxicados.

Revisó a su alrededor, no había notado que el chico de su misma fila en el lado extremo aún no se bajaba. Tenía la cabeza gacha, parecía dormido. No podía contar con él. Cuando devolvió la mirada hacia delante sus alarmas de pánico comenzaron a sonar. Uno de los hombres se acercó a ella.

—Nena ¿por qué una belleza como tu viaja sola?—El segundo tipo también se acercó.

—Podríamos acompañarte, es peligroso que estés a estas horas en la calle.

Eran los típicos acosadores. Sakura pensó en las opciones que tenía, y la más viable era bajarse en ese preciso momento del autobús, ya abajo correr lo más rápido que pudiera hacía donde fuera, como una tienda de veinticuatro horas tal vez.

Apenas se levantó, uno de los tipos la tomó del brazo.

—¿Por qué no nos contestas? No estás siendo amable, ¿qué modales te han enseñado en casa?

El tipo más alto se acercó tanto hasta pegarse a su costado. Vio de reojo al chofer, si gritaba pidiéndole ayuda, ¿qué podría hacer un hombre viejo como él contra aquellos dos?

Con el brazo libre timbró para que el autobús se detuviera. Cuando el vehículo dejó de moverse se jaló, pero se lo impidieron. Ahora tenía miedo.

De pronto se escuchó una voz a su derecha, fuerte y clara.

—Deja en paz a la señorita—la persona a su costado, enfundada en negro de pies a cabeza, al parecer había despertado y era testigo de la escena. No podía ver bien su cara debido al gorro de su sudadera pero era un hombre joven.

Los tipos poco caso hicieron. Sin embargo cuando uno de ellos la jaló consigo para bajar del autobús, el joven de negro salió disparado. Fue tan rápido que apenas y me dio cuenta. De un golpe tiró al hombre más cercano, el cual cayó directo al suelo como inconsciente. El otro que trataba de bajarla se regresó a pelear pero apenas había subido recibió otro golpe simple y letal. Sakura no se dio cuenta llegó abajo. Desde la banqueta observó como se cerraban de nuevo las puertas traseras del autobús. El chico estaba ahí de pie y la miraba. El vehículo avanzó y lo perdió de vista.

Estuvo uno par de minutos sin moverse con el corazón aún desbocado por lo sucedido. Cuando fue capaz de caminar, trató de hacerlo rápido, todavía le quedaban varias cuadras hasta su casa.

Pero apenas había dado unos pasos, una forma alta y oscura le obstruía el camino. Sakura soltó un grito por el susto. No podía creer que todo aquello le estuviese pasando a ella, tal como si de una película de terror se tratase.

La sombra parecía ser una persona, estaba ahí de pie e inmóvil. La chica lentamente le sacó vuelta. Sentía el pulso en los oídos. Cuando lo hubo pasado entonces echó a correr. No miró hacia atrás, se concentró en mover lo más rápido posible sus piernas. Más adelante había una banca iluminada por una lámpara, había una persona ahí sentada. Iba a ignorarla cuando ésta se levantó.

—Puedes dejar de correr, sólo necesito hablar un minuto contigo, luego te dejaré en paz—era un chico, parecía familiar. Había levantado ambas manos en señal de rendición.

Sakura miró hacia atrás, la persona que había visto en un inicio ya no estaba, en la calle sólo se encontraba aquel loco y ella. La voz del tipo le daba miedo, pues ya comenzaba a recordarla.

—Vete al demonio—susurró y lo dejó atrás, aumentó el ritmo de los pasos y comenzó a correr, giró en la siguiente esquina, para su sorpresa el tipo de la banca estaba de nuevo en su camino. No lo vio venir y chocó contra él, cayendo estrepitosamente. Justo cuando casi sentía el golpe de su cuerpo contra el pavimento duro, el chico la sostuvo en sus brazos evitando la caída.

Al tenerlo así de cerca casi se muere de miedo. Era el mismo tipo que la había salvado en el autobús. No entendía cómo había logrado adelantarse a ella y de estar atrás en la banca aparecer tan rápido al girar en la calle.

—No creo que de dónde vengo les guste mucho el demonio—dijo en tono molesto mientras le ayudaba a ponerse de pie.

Apenas pudo Sakura sostenerse en ambos pies, siguió avanzando, horrorizada hasta la médula.

—Aléjate de mí—chilló.

—Oh, vamos, siempre es lo mismo—se quejó el chico de negro.

La chica se había lastimado de alguna forma la rodilla, por lo que correr ya no era su opción, sin embargo trató de caminar rápido.

—Sólo detente un minuto, luego desapareceré—lo escuchó decir a sus espaldas.

Pensó que la seguiría, pero no escuchó sus pasos. Pudo volver a respirar cuando estuvo a pocos metros de su casa. Redujo la velocidad, revisó varias veces que nadie la siguiera, rebuscó en su bolso por las llaves y al sostener el frio metal casi sonrió.

Apenas pisó el pasto se dio cuenta que el mismo tipo estaba sentado en el primer escalón que conducía a la puerta. A Sakura casi le da un infarto. Se detuvo de golpe.

—¿Qué es lo que quieres?—preguntó la chica tartamudeando.

El tipo se había bajado la capucha de la sudadera. Era joven, tal vez de su edad. Tenía el pelo negro y revuelto, con rasgos finos rodeado por esa aura siniestra.

Él resopló con pesadez.

—Que me escuches.

—¿Cómo es que has llegado tan rápido?—el miedo se podía sentir en su voz.

—Secretos de la profesión. Pero eso es aparte, iré al grano dado que ya es muy noche y he tenido un mal día tratando de localizarte—sacó un papel del tamaño de una tarjeta de presentación.

—Eres Sakura Haruno, has llamado hoy por la mañana a la línea celestial...

—Esto debe ser una broma, estás desquiciado—lo interrumpió, cada palabra que había dicho era una tontería—Si ahora grito mis vecinos saldrán, llamarán a la policía y te acusaré por acosador—el susto en parte había pasado.

—¿Eres tú la que llama a una línea a la que muchos considerarían tonto e infantil y ahora resulta que yo soy el desquiciado?—realmente estaba fastidiado.

—A un lado—pasó junto a él y lo empujó, con rapidez abrió la puerta, antes de entrar se giró para verlo. Seguía ahí en el primer escalón, mirándola fijamente y extendiendo aquel pedazo de papel con su mano.

Sakura lo ignoró y cerró rápido la puerta. Buscó el celular en el bolso, estaba decidida a llamar a la policía.

—Nos harías a ambos las cosas más fáciles si terminas por aceptar toda esta situación—dijo la misma voz que reconoció como la del chico de negro, pero ahora provenía de dentro de su misma casa.

—Imposible—dijo Sakura con la boca abierta. Él estaba ahí, sentado cómodamente en el sillón de la sala.

Eso había sido todo para la chica, quien permaneció sin moverse pegada a la puerta. Ni siquiera tuvo cabeza para hacer la llamada a la policía. Eso simplemente era irreal.

—¿Cómo…?—alcanzó a decir.

El tipo se puso de pie y se acercó, extendiendo de nuevo el pedazo de papel. Con la mano temblorosa Sakura la recibió. Al parecer si era una tarjeta de presentación, pero lo que leyó en ella hizo que sus niveles de sorpresa crecieran aún más.

El papel tenía como título como si de empresa se tratara "Agencia Matrimonial del tercer cielo" seguido por la frase "Entrelazando destinos". En la parte inferior se leía lo que parecía ser el nombre del agente en letras plateadas, "Sasuke, Asesor".

Aquello era un disparate. La cosa más absurda que ella hubiese vivido.

Continuará…

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N/A: Hola de nuevo! Sé que tengo varios otros fanfics que terminar, pero la señorita inspiración sólo se aparece cuando le da la gana y bajo ciertas condiciones. Pero, hey! Sigo rondando por aquí, así que los continuaré –aunque fecha no tengo-.

En este caso este fic tenía como 5 años en mi cabeza, lo he desarrollado tanto que hasta contemplo dos temporadas. Desquiciado, lo sé. Hoy Miss inspiración anda de buenas, aprovechemos que hizo gracia de su presencia.

Si les ha gustado, no pierden mucho tiempo dejando un comentario, sólo así sabré si les gustó y si vale la pena compartirlo aquí ;)

Gracias!