Bueno chicas y chicos~

Aquí os dejo el pequeño capítulo 2 que viene a ser un extra de Naruto y Himawari. ¿No os habíais dado cuenta de que el rubio no había ido a la tumba de Ero-sennin? ¡Pues ya era hora de que lo hiciera! Aunque sea a tan altas horas de la noche... xD

Como sea, espero que os guste, aunque quizá el típico comportamiento de Naruto se me haya ido un poco a la caca y esté un poco OoC, pero vosotros decidiréis ^^

¡Dentro cap!


La fiesta por el nombramiento del Nanadaime Hokage parecía tener intenciones durar hasta la mañana siguiente, pero la familia Uzumaki se retiró a su hogar al atardecer. Los dos niños eran llevados por su padres en brazos; Himawari había acabado por acabar dormida después de comer tres boles de ramen y pasar la tarde jugando con su hermano y sus amigos. Boruto, sin embargo, seguía empeñado en que no debía irse de la fiesta hasta demostrarle a Chouchou que era capaz de ingerir más ramen que ella.

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A las dos de la mañana casi todos en la residencia de los Uzumaki estaban dormidos. Boruto había acabado por caer rendido en su cama después del empacho de ramen de aquel día . Himawari no se había despertado después de quedarse dormida en brazos de su madre, y esta había acabado por quedarse dormida en el sofá del comedor, con la cabeza apoyada en el hombro de su marido.

El rubio sonrió con cariño y la cargó en brazos hasta la cama que compartían, tapándola con las mantas con delicadeza; no quería que su hermosa mujer se refriara. Después regresó al salón de la casa; estaba demasiado hiperactivo como para dormir todavía. Se revolvió los pelos pensando qué hacer, ¿tumbarse en la cama y contar ovejas?, ¿ver la televisión?, ¿mirar fotos de su familia?, ¿adelantar parte del trabajo que se le acumularía a partir de la mañana siguiente? No. Eso definitivamente no.

-¡Yosh! -dijo en un susurro, golpeando la palma de su mano con el puño-. Iré a visitar a Ero-sennin. Esta mañana no pude ir a visitarle y todavía tengo que darle la buena noticia.

Se acercó a la puerta de salida lo más en silencio que pudo, se puso los zapatos, cogió las llaves y se puso la chaqueta. Sin embargo, cuando estaba por abrir la puerta principal, una suave voz le paró.

-¿Otôsan? -musitó la menor de sus hijos. Traía un oso de peluche agarrado de una pata y con la otra mano se frotaba los ojos-. ¿Dónde vas?

Naruto se dio la vuelta sorprendido.

-¿Qué haces levantada a estas horas, Hima-chan? -dijo con tono de réplica-. Sabes que deberías estar durmiendo.

La pequeña hizo un mohín de tristeza y los ojos se le enmudecieron.

-He tenido una pesadilla muy mala donde... donde tú desaparecías y... y... -sollozó limpiándose las lágrimas con la manga del pijama-. He ido al cuarto y no estabas y creía que...

Sobrecogido por las lágrimas de Himawari, el rubio se acercó a ella y la cogió en brazos. Los brazos de la niña se cerraron en torno a su cuello y lo abrazaron con fuerza. Naruto correspondió el abrazo y le dio unas palmadas en la espalda a su hija para que se tranquilizara.

-Ya... Ya... Tranquila, Hima-chan, papá no se va a ir a ningún sitio, ¿vale?

La peliazul asintió lentamente y volvió a limpiarse la cara con la manga del pijama, sorbiéndose la nariz.

-Entonces... ¿dónde ibas ahora, otôsan?

-Iba a visitar la tumba de Jiraiya-sensei, ¿quieres venir conmigo, Hima-chan?

Ella volvió a asentir; no quería desprenderse de los brazos protectores de su padre.

-Entonces ponte las zapatillas y el abrigo, no quiero que te resfries.

Mientras que la pequeña hacía lo que su padre le ordenaba, Naruto buscó una linterna en el cajón de la sala principal. De haber ido solo podía haberse valido de su vista para llegar al pequeño monumento que le hizo a su maestro en el bosque, pero sabía de sobra que a su hija le daba miedo la oscuridad.

-Ya está, otôsan.

El rubio la miró y la cogió en brazos. Acto seguido abrió la puerta y salió con su hija a la calle. Sí, puede que a cualquier otra persona le hubiese parecido irresponsable salir a esas horas con una niña pequeña a la calle, ¡pero él era el héroe del mundo, dattebayo! Y si alguien se atrevía a amenazar a su familia, se encargaría personalmente de que no quedase ni una mísera ceniza de él.

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Durante el trayecto hasta el monumento, Himawari permaneció aferrada al cuello de su padre, pero con la cabeza girada para mirar a la luz de la linterna que cargaba el rubio. Tal y como era de suponer, el camino fue corto y tranquilo. Al llegar a la roca que tenía grabado el nombre de su maestro, Naruto dejó a su hija en el suelo. Esta, todavía poco segura, continuó aferrada a la pierna de su padre.

-¿Por qué su tumba no está en el cementerio como la del tío Neji, otôsan? -preguntó inocentemente.

El Nanadaime acarició la cabeza de su hija y se agachó hasta alcanzar su altura.

-También tiene una tumba allí, Hima-chan -explicó con una sonrisa nostálgica-. Pero yo le hice este pequeño monumento cuando me enteré de su muerte. Jiraiya-sensei fue muy importante para mí, lo sabías, ¿no? -la niña asintió-. Él me entrenó y me ayudó a crecer, además, mi nombre proviene de ese libro que ves ahí. Lo escribió él.

A Himawari se le iluminaron los ojos ante esa información. La tumba seguía casi igual que cuando Naruto la construyó; el ramo de flores dejado por Konan continuaba ahí presente, junto al libro de "La Historia de un Shinobi Audaz." Los kunais que sujetaban los hilos ninjas estaban algo desgastados y las rocas cubiertas parcialmente de musgo, pero el lugar continuaba emanando una sensación de tranquilidad. A su alrededor, una serie de flores de distintos colores sobresalían por encima de la hierba.

-Neh, otôsan, ¿podemos llevarnos el libro para que me lo leas en casa? -preguntó con esperanza.

Naruto mostró una pequeña sonrisa, pero negó con la cabeza.

-Es mejor que se quede aquí como un recuerdo, Hima-chan -el puchero de la niña le hizo vacilar-. Pero, ¡ya sé!, podemos venir aquí de vez en cuando para leerlo, ¿vale?

-¡Hai!

El rubio revolvió el pelo de la peliazul de nuevo y se puso en pie mirando su reloj. Ya llevaban más de media hora fuera de casa... Lo mejor sería volver pronto.

-Tenemos que irnos, Jiraiya-sensei, pero antes quería decirte que después de cumplir tu sueño de Paz, acabo de cumplir el mío -se despidió con una sonrisa-. ¡Ya soy Hokage, dattebayo! Solo espero llegar a ser igual que el héroe del que heredé mi nombre -colocó una mano en la cabeza de Himawari para llamar su atención-. Vámonos ya, Hima-chan, es tarde.

-Hai -antes de volver a los brazos de Naruto, la niña acarició la piedra en la que el Sennin tenía grabado su nombre y sonrió-. ¡Gracias por ayudar a otôsan a ser un hombre tan genial, Jiraiya-san!

El Nanadaime tuvo ganas de llorar de emoción en ese mismo momento. Cogió entre brazos a su hija y la abrazó con fuerza, agradeciendo a Kami-sama que su hija se pareciera tanto a su adorable Hinata. Antes de marcharse, la brisa sopló con suavidad, trayendo consigo unas palabras lejanas.

"Ya te has convertido en un héroe mejor que el de mis historias, Naruto."


Y pues... ¡Ya está! No sé que os habrá parecido; he de admitir que a mi el fic no me acabó de convencer cuando lo terminé, pero mi hermana lo leyó y dijo que estaba bien, así que decidí darle una oportunidad x3

Ya sabéis, para hacerme feliz podéis darme tomatazos (eso atraerá a Sasuke), enviarme algún review, darle a follow, a favoritos, regalarme un patito amarillo gigante, comprarme un póster de Kakashi tamaño real... Nada fuera de vuestro alcance (?)

¡Se os quiere!

Nikita~