CAPITULO VII
HAZEL
Quien sigue de leer?- pregunto Quirón
Yo-dijo un campista x dado que a nadie le importa-eso es grosero
Cállate, solo limítate a leer.
Hazel Vll
DURANTE EL CAMINO DE VUELTA, HAZEL DIO UN TRASPIÉ CON UNA BARRA DE ORO.
¿Es en serio? ¿Una barra de oro?-preguntaron incrédulos algunos campistas.
Si así es, aquí lo dice
¿Cómo es que nadie se da cuenta de que hay una barra de oro tirada?-pregunto travis.
Debe de ser cosa de sus poderes-le respondió con sarcasmo katie-así que mantente callado que así te ves más bonito.
¿qu… que dijiste, katie?-pregunto travis.
Que te calles que así…no, no te hagas ideas extrañas stoll.
Pero es que
Campista x sigue leyendo-le apuro una sonrojada katie
!Oye¡ que ofende.
No debería haber corrido tan rápido, pero tenía miedo de que llegara tarde a la asamblea. La Quinta Cohorte tenía los centuriones más simpáticos del campamento. Aún así, incluso ellos les tendrían que castigar si llegaba tarde. Los castigos romanos eran duros: limpiar las calles con un cepillo de dientes, lavar los rediles de los toros del anfiteatro, ser cosido a un saco lleno de comadrejas furiosas y ser lanzado al Pequeño Tíber… las opciones no eran demasiado buenas.
Ceo que es peor que te manden a lavar los platos con lava hirviendo-comento distraídamente leo.
Si solo fue una vez-dijo pipper- además no creo que haya sido para tanto.
Eso lo dices porque a ti no te ha tocado-le gritaron todos aquellos que le tocaron el castigo.
-Tú también annabeth-dijo sorprendida Sally-no me lo hubiera imaginado.
Ella solo murmuro algo sobre un fantasma idiota que la comida huye de él.
La barra de oro salió del suelo justo a tiempo para que su pie la golpeara. Nico intentó cogerla, pero ella se cayó y se rascó las manos.
—¿Estás bien?
Nico se arrodilló a su lado y alcanzó la barra de oro.
—¡No! —le advirtió Hazel.
Nico se quedó congelado.
—Cierto. Lo siento. Es que es… ¡santos dioses! Esto es enorme.
Sacó una botella de néctar de su chaqueta de aviador y vertió un poco en las manos de Hazel. Inmediatamente los cortes comenzaron a sanar.
—¿Puedes levantarte?
La ayudó a levantarse. Ambos miraron el oro. Era del tamaño de una barra de pan, con varios números estampados y las palabras 'Tesoro de los Estados Unidos'. Nico ladeó la cabeza.
Eso-tragaron saliva los hijos de Hermes, mientras los ojos les brillaban-debe de valer una fortuna.
—¿Cómo en el Tártaro ha…?
—No lo sé—dijo Hazel, miserablemente—. Puede haber estado enterrado aquí por ladrones o dejado aquí por un vagón cientos de años atrás. Quizá haya venido aquí desde el banco más cercano. Lo que haya en el suelo, si está cerca de mí, acaba saliendo. Y cuanto más valor tiene…
—Más peligroso es—Nico frunció el ceño—. ¿No deberíamos esconderlo? Si lo encuentran los faunos…
Hazel se imaginó una nube hongo saliendo de la carretera, con faunos al horno volando por los aires en todas direcciones. Era demasiado horrible para imaginarlo.
—Debería hundirse en el suelo después de dejarlo, pero solo para estar seguros…
Había estado practicando aquél truco, pero nunca con lgo tan pesado y denso. Se centró en la barra e intentó concentrarse.
El oro levitó. Concentró su ira, algo que no era fácil, odiaba aquél oro, odiaba aquella maldición, odiaba recordar su pasado y aquellos días en los que fallaba. Sus dedos temblaron. La barra dorada brilló de calor.
Nico tragó saliva.
—¿Hazel? ¿Estás segura?
Cerró el puño. El oro se derritió en masilla. Hazel forzó el oro a que se convirtiera en un gigante y brillante anillo. Entonces apuntó la mano hacia el suelo. Su donut de dos millones de dólares se estalló contra el suelo. Se hundió, detrás de él sólo quedó una cicatriz en la tierra fresca.
Los ojos de Nico se abrieron.
—Eso ha sido… terrorífico.
¿Terrorífico?-dijeron los nuevos campistas sin poder creerlo
Creo que es más terrorífico, el hecho de que se vista todo de negro-dijo con una cara de repulsión-necesita ponerse colores más vivos
Hermana-le regaño una chica de su cabaña- recuerda que el negro combina con todo.
Malcom resoplo con molestia-por un momento creí que iban a decir algo inteligente o al menos coherente.
Hazel no creyó que fuera tan impresionante comparado con los poderes de un chico que podía reanimar esqueletos y traer a la gente de la muerte, pero sintió bien Sorprenderle a él, para variar.
En el campamento, los cuernos sonaron de nuevo. Las cohortes estarían reuniéndose a la llamada, y Hazel no desesaba ser cosida a un saco de comadrejas.
—¡Vamos! —le dijo a Nico, y corrieron a las puertas.
La primera vez que Hazel vio a la legión reunirse, se había sentido intimidada, casi había sentigo ganas de salir corriendo a los barracones para esconderse. Incluso después de estar en el campamento durante nueve meses, lo seguía encontrando impresionante.
Las primeras cuatro cohortes, de cada una de cuarenta fuertes niños, se mantenían en columna delante de sus barracas a cada lado de la Via Praetoria. La Quinta Cohorte se reunió al final, delante del principia, ya que sus barracas estaban situadas en la esquina trasera del campamento junto a los establos y a las letrinas. Hazel tuvo que correr por entre toda la legión para alcanzar a su lugar.
Los campistas estaban vestidos para la guerra. Sus impolutas cotas de malla y corazas brillaban por encima de las camisetas moradas y los tejanos. Sus cascos estaban decorados con diseños de espadas y calaveras.
Incluso sus botas de combate de cuero parecían fieras con sus puntas de hierro, perfectas para la marcha a través del barro o para patear culos.
Delante de los legionarios, como una fila de fichas gigantes de dominó, se alzaban sus escudos rojos y dorados, cada uno del tamaño de la puerta de una nevera. Cada legionario cargaba con una lanza en forma de arpón llamada pilum, una gladius, una daga y otras cien libras de armamento. Si no estás en forma cuando llegas a la legión, no estarás así mucho tiempo más. Sólo con caminar con tu armadura era un trabajo físico de desgaste.
Hazel y Nico corrieron por la calle mientras todo el mundo se giraba para mirarlos, por lo que su entrada llamó bastante la atención. Sus pisadas resonaron por las piedras.
Hazel intentó evitar el contacto visual, pero pilló a Octavian en cabeza de la Primera Cohorte sonriéndole, con pinta de engreído enfundado en su casco de centurión emplumado con una docena de medallas enganchadas a su pecho.
Hazel seguía estando furiosa por su chantaje de antes. El augur estúpido y su don de la profecía, de todo el mundo en el campamento, ¿por qué tenía que ser él el que descubriera secretos? Estaba segura de que se lo habría dicho semanas antes si no hubiera sabido que sus secretos merecían la pena para usar como chantaje. Deseó poder seguir teniendo la barra de oro para lanzársela en la cara.
No, te reprimas, ¡hazlo!- gritaron los de ares
No hay que desperdiciar una buena barra de oro-gritaron los de hermes- mejor dánosla a nosotros.
¿Ustedes para que quieren una barra de oro?-cuestiono miranda
Es mejor que no lo sepas.
En todo caso, ustedes no la necesitan, bien podrían robarla- apunto un hijo de athenea.
-¡Nos alagas¡-
Pasaron a Reyna, que estaba yendo a medio galope de un lado para otro montada en su Pegaso, Escipión, apodado Skippy porque era del color de la mantequilla de
cacahuete. Los perros metálicos Aurum y Argentum trotaban a cada lado. Su capa
morada de oficial ondeaba detrás de ella.
—Hazel Levesque—la llamó—, todo un honor que te reúnas con nosotros.
Hazel sabía que no debía responder. No llevaba la mayor parte de su equipo, pero
corrió a su lugar en la columna al lado de Frank y se irguió, atenta. Su centurión líder, un chico de diecisiete años llamado Dakota, estaba llamándola justo entonces, la última de la lista.
—¡Presente! —chilló ella.
Gracias a los dioses. Técnicamente, no había llegado tarde.
Nico se unió a Percy Jackson, que estaba de pie junto a un par de guardias. El pelo de Percy estaba húmedo de los baños. Se había puesto ropas frescas, pero parecía seguir estando incómodo. Hazel no le podía culpar. Estaba a punto de ser presentado a dos cientos niños altamente armados.
-Dudo que sea por eso-murmuro pensativo Quirón.
-¿Qué quieres decir Quirón?-pregunto el dios del mar.
-Bueno señor, percy ha estado frente a un ejército de monstruos fuertemente armado y no se le veía para nada incomodo-respondió el centauro
-Al contrario-dijo annabeth-parecia que estaba disfrutando la pelea-
-Y, además, de que ha estado frente, a todo el consejo olímpico-apunto thalia-y eso que ,una vez querían eliminarlo y ni aun así se veía ni medianamente preocupado-.
-A lo mejor es porque, siente que no pertenece-dijo Sally.
-¿Qué quieres decir, cariño?- pregunto Poseidón con una sonrisa pícara.
-Lo que quiero decir-comenzó Sally, ignorando los coqueteos del dios-es que su sangre griega le dice que no pertenece ahí y debe de ser igual para los romanos.
Los lares eran los últimos de presentarse. Sus formas moradas parpadeaban mientras se colocaban en sus sitios. Tenían la molesta costumbre de estar de pie mitad del camino entre los vivos, por lo que las filas parecían una fotografía borrosa, pero finalmente los centuriones los consiguieron ordenar.
Octavian gritó: —¡Colores!
Los portadores de los estandartes se adelantaron. Vestían pieles de león y sujetaban postes decorados con los emblemas de cada cohorte. El último en presentarse fue Jacob, el portador del águila de la legión. Sujetaba un largo estandarte con absolutamente nada al final. El trabajo se suponía que era todo un honor, pero Jacob, obviamente, lo odiaba. Incluso aunque Reyna insistiera en seguir con la tradición, cada vez que el poste sin águila era alzado, Hazel pudo sentir el bochorno expandiéndose por toda la legión.
Reyna hizo que su pegaso se detuviera.
—¡Romanos! —anunció—. Probablemente habréis oído la incursión de hoy. Dos
gorgonas fueron lanzadas al río por un recién llegado, Percy Jackson. Juno misma le guió hasta aquí, y le proclamó como hijo de Neptuno.
Los chicos en las filas del final estiraron sus cuellos para poder ver a Percy. Alzaron su mano para saludar a Percy.
El misterioso campista x paro la lectura al escuchar una extraña y particular risa
Thalia-dijo annabeth-¿se puede saber porque te estas riendo?-
Es porque- dijo la cazadora, aun riéndose- me imagina a percy diciendo algo estúpido como, hola ¿qué tal les va?-
No creo que sea tan estúpido-cuestiono Jasón
Eso es porque aún no le conoces
-No creo que sea tan malo, como cuando leo se presentó el primer día de clases a- dijo entre comillas- "la escuela de la salvajería"-
-¿Qué fue lo que paso?-dijeron los campistas con extrema curiosidad.
-usualmente el primer día de clases los maestros ponen a los alumnos a presentarse, así fue, hasta que fue el turno de leo, este se levantó de su asiento y dijo:" buenos días, yo soy el fabuloso, el guapísimo, el sexi, Leo Valdez, por favor chicas no se amontonen que hay leo para todas".
Todos los campistas se estaban riendo por las tonterías del hijo de hefesto.
-¡Ehhh! no se rían que soy fabuloso-dijo este indignado.
—Desea unirse a la legión—continuó Reyna—. ¿Qué dicen los augurios?
—¡He leído las entrañas! —anunció Octavian, como si acabara de matar un león con sus manos desnudas más que haber destrozado un panda de peluche—. Los augurios dicen que será favorable. ¡Está cualificado para servir!
Los campistas pegaron un grito:
—¡AVE! ¡AVE!
Frank llegó un poco tarde con su 'ave', por lo que resonó a destiempo. Algunos Legionarios rieron.
Igual que en el campamento, si esto sigue así se les va a romper su caja de risas.
Reyna hizo una seña a los oficiales veteranos para que se adelantaran, uno por cada cohorte. Octavian, el centurión más veterano, se giró a Percy.
—Recluta—preguntó—, ¿tienes credenciales? ¿Alguna carta de referencia?
Hazel recordó el día de su llegada. Un montón de chicos traían cartas de semidioses mayores del mundo exterior, adultos que han sido veteranos en el campamento.
Algunos reclutas tienen patrocinadores ricos y famosos. Algunos eran la tercera o
cuarta generación de campistas. Una buena carta podía darte una buena posición en las mejores cohortes, algunas veces incluso trabajos especiales como el mensajero de la legión, que te dejaba exento del trabajo sucio como excavar zanjas o conjugar los verbos latinos.
Percy cambió el peso de pie.
—¿Cartas? Eh… no.
Octavian se rascó la nariz.
¡Injusto! Quiso gritar Hazel. Percy había cargado a una diosa al campamento. ¿Qué mejor recomendación que aquella?
¡Cierto!-grito Poseidón ofendido- no hay mejor recomendación que la de un dios
-Solo si ese dios es Hera-replico annabeth, poseidon tuvo que aceptar que ella tenía razón.
-Pero Hera o Juno o como sea que se llame, sigue siendo la diosa que protege a roma- dice Jasón-así que eso ha de servir para algo ¿no?-
-Jasón, Jasón, Jasón-empezó a decir thalia, si decía más veces el nombre del romano tendría que comprarse otro-no me importa si es Hera o Juno sigue siendo la misma diosa que lanzo a hefesto del olimpo, maldijo a la mitad de los semidioses de los mitos solo porque eran hijos de Zeus, así que nunca de los nunca confíes en Hera.
Pero la familia de Octavian habían sido chicos en el campamento durante una centuria. Le encantaba recordar a los demás campistas que eran menos importantes que él.
—Sin cartas—Octavian dijo con pesar—. ¿Algun legionario apuesta por él?
—¡Yo lo haré! —Frank se adelantó—. ¡Me salvó la vida!
Inmediatamente hubieron gritos de protesta de otras cohortes. Reyna alzó su mano para pedir silencio y miró a Frank.
—Frank Zhang—dijo—, por segunda vez este día, te recuerdo que estás en probatio. Tu pariente divino no te ha reclamado aún. No estás en condiciones de apostar por ningún otro campistas hasta que no te hayas ganado tu primera línea.
Frank parecía a punto de morirse de vergüenza.
Hazel no podía dejarle colgado. Salió de la fila y dijo: —Lo que Frank quiere decir es que Percy salvó nuestras vidas. Soy una miembro de la legión en pleno derecho. Yo apostaré por Percy Jackson.
Todos los presentes sonrieron por lo leído
-Sin saberlo acaban de ganarse el aprecio y la lealtad de percy-Comenta thalia-va a ser difícil que, él no se preocupe por ellos-.
-¿Qué quieres decir?- cuestiono jason
-que el defecto fatídico de percy es lealtad personal-dijo annabeth-en el momento que Frank y hazel apostaron por él, ellos, sin saberlo, se convirtieron, para él, en su familia.
Frank la miró, agradecido, pero los otros campistas comenzaron a murmurar. Hazel reunía los requisitos necesarios. Había conseguido una línea unas semanas antes, y el 'acto de valor' que había conseguido había sido casi por accidente. Además, ella era hija de Plutón, y una miembro de la desgraciada Quinta Cohorte. No le hacía mucho favor a Percy apoyándole.
Reyna torció la nariz, pero se giró a Octavian. El augur sonrió y se encogió de hombros, como si la idea le impresionara. ¿Por qué no? pensó Hazel. Poniendo a Percy en la Quinta le haría algo mucho menos que una amenaza, y a Octavian le gustaba mantener a todos sus enemigos en un mismo lugar.
—Muy bien—anunció Reyna—. Hazel Levesque, deberás responder por el recluta. ¿Tu cohorte le acepta?
Frank golpeó su escudo contra el suelo. Los otros miembros de la Quina le siguieron, a pesar de que no parecían demasiado emocionados. Sus centuriones, Dakota y Gwen, intercambiaron miradas de pánico, como si dijeran: Allá vamos de nuevo.
—Mi cohorte ha hablado—dijo Dakota—. Aceptamos al recluta.
Reyna miró a Percy con lástima.
—Felicidades, Percy Jackson. Estás de probatio. Te darán una tableta con tu nombre y cohorte. En un año, o tan pronto como completes un acto de valor, te convertirás en un miembro completo de la Duodécima Legión Fulminata. Sirve a Roma, obedece las reglas de la legión, y defiende el campamento con honor. ¡Senatus Populusque Romanus!
El resto de la legión coreó el grito.
Reyna condujo a su pegaso lejos de Percy, como si estuviera orgullosa de terminar con él. Skippy extendió sus preciosas alas. Hazel no ayudó sintiendo un ataque de envidia. Daría cualquier cosa por un caballo como ese, pero eso nunca sucedería. Los caballos eran solo para oficiales, o caballería bárbara, no para los legionarios romanos.
-pues que mal-dijo un hijo de ares- la caballería es buena para perseguir y/o desmembrar a tus enemigos-la cabaña de ares vitoreo, en señal de aprobación.
-¿qué? La caballería no solo sirve para eso-protesto un hijo de athnea- la caballería es buena para romper las líneas enemigas-mientras el resto de la cabaña aprobaba la estrategia.
-Como iso Alejandro Magno-corroboro malcom-en la conquista de Persia-
Mientras los campistas se ponían a discutir el rol de la caballería en una guerra, Sally se preguntaba, si es normal que unos adolescentes se pusieran a hablar sobre la guerra como algo cotidiano.
—Centuriones—dijo Reyna—, vosotros y vuestras tropas tenéis una hora para la cena. Entonces nos encontraremos en los Campos de Marte. La Primera y la Segunda Cohorte defenderán. La Tercera, la Cuarta y la Quinta atacarán. ¡Que Fortuna os acompañe!
Una gran ovación se extendió por el campamento a causa de la cena y de los juegos bélicos. Las cohortes rompieron formación y corrieron hacia el comedor.
Hazel llamó a Percy, que se había abierto camino a través de la multitud con Nico a
su lado. Para sorpresa de Hazel, Nico le sonreía.
—Buen trabajo, hermanita—dijo—. Has tenido mucho valor apostando por él.
Nunca la había llamado "hermanita" antes. Se preguntó si había llamado así a Bianca. Uno de los guardias le había dado a Percy la placa con el nombre de los probatio. Percy la puso en su colgante de cuero con las extrañas cuentas.
—Gracias, Hazel—dijo—. Eh… ¿qué significa exactamente eso de apostar por mí?
—Garantizo tu buen comportamiento—le explicó Hazel—. Te enseño las normas, respondo tus preguntas, me aseguro de que no hagas caer en desgracia a la legión.
—Y… ¿si hago algo mal?
—Entonces nos matan a los dos—dijo Hazel—. ¿Hambriento? Vayamos a comer.
Y aquí acaba el capítulo-dijo el campista x.
Bien, ¿quién quiere leer el próximo capítulo?-pregunto Quirón.