Disclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi. La historia es mía.


Summary: De joven, Sesshomaru, hallo un bebé. Sin saber por qué, el youkai, no pudo alejarse de ella y la marco, jurando que siempre seria de él. Pero las cosas no son tan fáciles, y su madre, sin creer que su hijo tomo por compañera a una humana, se deshace de ella… o eso cree. ¿Qué pasara cuando Kagome vuelva a través de un pozo mil años después?


Mi compañera

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"Yo he estado a tu lado cuando creías estar sola. Yo he mirado la luna pensando en ti. Yo he anhelado tus risas desde el primer día. Yo he hecho todo por ti, y por eso eres mía… aunque no lo sepas."

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Mis pisadas no hacían ruido cuando pasaba sobre las hojas caídas de los arboles. Estábamos en otoño y, a pesar de no llevar demasiado abrigo, no tenia frio. Yo seria un Daiyoukai, y como tal no debía quejarme de cosas tontas… o eso decía mi madre.

El cielo estaba nublado y parecía a punto de llover. Me gustaba la lluvia. Gracias a mi visión tenia la capacidad de ver cada instante del corto transcurso de una gota. Era bonito verla salir de las nubes y luego ver su final cuando tocaba la tierra.

En cuanto salí del territorio del Oeste, empecé a correr. Me había escapado de mis instructores. Ellos se empeñaban en querer enseñarme cosas que yo ya sabía, y los odiaba por eso. A pesar de tener medio siglo, ellos me trataban por mi apariencia de niño y no por mi inteligencia.

Porque yo era muy inteligente. A mi corta edad ya lograba manejar espadas, el latigo venenoso, mi fuerza y velocidad, y sobre todo lograba transformarme en un perro blanco. Esto último era un gran orgullo, pocos pueden jactarse de poder hacerlo, y yo lo había conseguido.

"Querrás decir: lo conseguimos".

Hump. Esa es mi bestia, se llama Yako. Suelo poder controlarla, pero cuando me enojo mis maestros dicen que es un peligro.

La primera gota de lluvia cayó y me golpeo la mejilla. Me detuve y sonreí. Mi kimono se mojaría pero no me importaba.

Mientras estiraba la mano, tratando de atrapar el agua con mis garras, un llanto me sobresalto.

Inmediatamente me puse en guardia. Esta zona estaba llena de demonios rebeldes y no dudarían en matarme si me atrapaban.

Al pasar los minutos y ver que nada saltaba sobre mí desde la sombras, me relaje. Pero eso duro poco, ya que volví a oír el llanto.

Curioso, olfatee el aire en busca de algún olor diferente al de los arboles, tierra y agua. En cuanto lo sentí, Yako hizo lo más parecido a un ronroneo.

Era el aroma más hermoso que había sentido. El rastro me recordaba a lagos y flores… si es que eso tenia sentido. Debía que hallarlo.

Inconscientemente, comencé a correr buscando el origen del llamativo olor que parecía estar hecho para mí.

Después de unos segundos, llegue a una de las partes más oscuras del bosque y, de no haber sido por la fantástica fragancia y los gritos que salían de allí, hubiese pasado por alto el pequeño bulto envuelto en una fea manta negra.

Con precaución me acerque y olfatee de nuevo. Yako volvió a hacer el mismo ruido de antes.

El llanto del bulto se convirtió en gimoteo. Yako dio un gruñido y prácticamente me obligo a tomarlo.

El paquete dejo de quejarse, y yo aproveche para mover un poco la manta y rebelar su rostro.

Era una bebé, humana según parecía. Su piel parecía más blanca de lo que era debido al contraste de su corto cabello azabache, sus labios eran rosados y pequeños al igual que su nariz. También poseía unos grandes ojos chocolate, con los cuales me observaba fijamente. Era hermosa.

—¿Qué haces aquí, humana?

Si esperaba una respuesta, no la obtuve. No me gustaba que no me respondieran.

"Es una bebé humana. Debe tener unos seis o siete meses, no sabe hablar".

Fruncí el ceño. Yo sabía hablar un poco a su edad.

"Analiza mi frase. Bebé humana. Ellos no hablan tan pronto".

—¿Por lo menos entiendes lo que digo? —Le pregunte.

Ella rio, estiro uno de sus pequeño brazos y me toco la cara. A cualquier otro humano que me tocara le cortaría la mano, pero cuando sentí sus pequeños dedos en mis mejillas solo sonreí y la acerque más.

"Su mano esta helado. Abrígala". Ordeno Yako. Odiaba que me dijera que hacer, pero al ver que tenia razón, lo hice.

La saque de la sucia tela y la envolví alrededor de la estola blanca que me había obsequiado mi padre. La infanta volvió a reír y se acurruco contra el cálido y mullido objeto.

—¿Qué haremos con ella? ¿Qué hace aquí sola? ¿Sus padres humanos estarán buscándola? ¿Me la quitaran cuando vengan?

Un gruñido broto de mi garganta ante la idea de alguien alejándola de mí. Ella era bonita y su olor embriagador, no quería dejarla.

"No pueden quitárnosla. La han dejado aquí, a merced de cualquier demonio. Nadie puede sacárnosla. Nosotros la hallamos, nosotros sentimos su delicioso aroma, nosotros oímos su llanto, ¡No nos la pueden quitar!". Mi bestia también estaba furiosa de solo pensar en eso.

La bebe, al escuchar los constantes gruñidos que dejaba escapar, comenzó a gimotear nerviosa.

—Shh, pequeña humana, no es contigo mi furia. —Susurre. Calme mi respiración y latidos, diciéndome que no debía asustarla. —¿Qué puedo hacer? —Murmure para mi mismo.

Dejarla aquí no era una opción. ¿Ponerla al cuidado de alguna aldea humana? El solo hecho de pensar en separarme de ella me desesperaba. Llevarla al palacio parecía lo mejor, pero en cuanto Irasue la viera la mataría.

Otro aterrador gruñido salió. Si alguien se atrevía a dañarla, yo arrancaría su corazón.

"Márcala". Dijo Yako.

¿Que? No entiendo.

"Márcala. Muerde su cuello".

¿Por qué quieres que la dañe?

"No quiero que la dañes. ¿Acaso no recuerdas lo que nos explicaron hace unos meses? Si muerdes a una hembra en el cuello, esta se convierte en tu propiedad y nadie puede alejarla de ti. Su aroma será nuestro… además, ¿no te sientes bien al tenerla cerca?"

Pero es solo una bebé…

"¿Acaso quieres que nos la quiten? ¿Qué la hieran?"

Nunca.

"Entonces hazlo. Mira, esta dormida, no se dará cuenta".

La observe con detenimiento. Era cierto, estaba dormida, si lo hacia no le dolería. Además, por alguna extraña razón, ya la sentía como mía desde el momento en que capte su olor. Así que morderla, solo haría visible el hecho de que me pertenecía.

Separe un poco la estola y deje libre su cuello. Con cuidado acerque mi boca a su delicada piel y la traspase con mis colmillos, dejando que mi veneno entrara en su cuerpo. Un quejido salió de ella, y rápidamente pase la lengua en la herida para coagular la sangre y agilizar la cicatrización.

—Eres mía desde hoy y para siempre. Vivirás tanto como yo, y el tiempo dejara de correr para ti cuando tu cuerpo este listo. Nadie puede tocarte ni reclamarte porque mi alma unida a ti esta. Yo te protegeré y cuidare. Esteremos juntos toda la eternidad.

Ella solo se acurruco mas cerca sin soltar ningún llanto o gimoteo. Ella entendía que era mía.

Sonriendo y con Yako emocionado, hice mi camino de regreso al castillo. Estaba seguro que nadie me alejaría de ella ahora.

...


Si, ya lo se, este Sesshomaru no tiene nada que ver con la personalidad real, pero tengan en cuenta que su carácter indiferente se formo con el tiempo. Por lo tanto, mi cabeza, justifica lo "dulce" que puede llegar a parecer en este capitulo.

Bueno, dicho esto, si alguien lee esto, espero que le guste y si encuentra errores les agradecería mucho que me lo dijeran.

Bye.