Disclaimer: Todos los derechos reservados para mi escritora británica favorita: J.K Rowling. Warner Bross & Salamandra. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación. Sin fines de lucro, es por pura mera satisfacción personal.

Dedicación: A todas las personas que adoran a esta pareja tanto como lo hago yo. Y a mí Harry de carne y hueso de ojos color café, de esos que te quitan el sueño.

Disfruten de la lectura, como lo he hecho yo escribiendo.

"Creo que te amo, Hermione."

Capítulo V: Poniendo en marcha los acuerdos

Tenía la mirada perdida en las brasas del fuego de su grande chimenea y por un momento creyó ver su pecoso rostro ahí con esa seductora mirada y esos labios color carmesí que tanto lo volvían loco.

Habían pasado días desde su último encuentro que francamente no había sido el mejor. Y luego había recibido una lechuza de ella donde le reclamaba su cobardía, el no haber enfrentado a "Harry" y simplemente huir de ahí, donde lamentaba haber caído ante mí, que yo la utilicé… ¿Utilizarla? ¿Con qué fines? Pareciera haber pasado un siglo desde que Draco Malfoy ya no se interesaba en hacerle pasar malos ratos a terceras personas. Nunca fue un plan enamorarse de esa pelirroja sabiendo que estaba comprometida con su ex enemigo San Potter. Poco le importaba al rubio lo que le pasara a Harry, es cierto, pero de ahí a utilizar a su pareja… ya no.

Y aun con todo eso, él no era la única persona cobarde. También lo era ella por no enfrentarse a Potter. Aunque quizá para ella todo era una aventura, ¿Por qué había huido? Porque no iba a ser capaz de presenciar cómo ella se ponía de rodillas ante él y rogaba que la perdonara. No iba a quedarse a ver como ella elegía a San Potter.

Y ahora sí que sentía envidia de Potter. Tener a la mujer más ardiente, sensual y al mismo tiempo angelical del mundo a su lado. ¿Por qué él siempre obtenía lo mejor? ¡Y era obvio que esa cara rajada ni la quería! Bastaba ver como miraba a la sangre sucia para notar sus verdaderos sentimientos.

Todos tenían a Draco Malfoy como un arrogante, deshonesto y engreído mago, pero no se daban cuenta que Harry Potter no era mejor.

Querer a dos grandes brujas sólo para él. Qué mald…

—Malfoy.

El aludido saltó de su elegante sillón y se volteó para enfrentarse a su inesperado visitante.

— ¿Cómo coños has logrado entrar? —se escandalizó el rubio haciendo desaparecer su Whisky de Fuego y apuntó a Harry Potter con la varita.

Harry no sacó la suya. Lo miró con fastidio y suspiró.

—He venido a hablar.

Draco hizo una mueca desagradable con la boca.

—No tengo nada de qué hablar contigo, Potter. —le escupió las palabras lenta y arrogantemente aun sin bajar la varita.

— ¿A caso Ginny Weasley no es un tema de conversación? —preguntó Harry sarcástico.

—Si vienes a pedirme consejos de cómo la satisfacía no voy a…

— ¡Cállate, asqueroso hurón! —gruñó el ojiverde.

Draco sonrió con malicia.

—Agh. —Se exasperó Harry— ¡No puedo creer que ella haya caído tan bajo! No me hubiera importado que fuera otra persona, pero tú…

Draco frunció las cejas, compungido.

— ¿Estás diciendo que no te importa que te haya sido infiel?

Harry no contestó enseguida y vio como Draco bajaba lentamente la varita.

—Pues no me hace necesariamente feliz, a decir verdad, pero… hace meses que la relación que Ginny y yo teníamos había dejado de ser eso. —se tomó la molestia de explicar y Draco aunque no quería admitirlo estaba muy interesado. —Y como le dije a ella era sólo cuestión de tiempo que uno de los dos cayera ante las tentaciones—le envió una mirada furibunda al rubio y este rodó los ojos fingiendo fastidio—En fin, he venido a darte un consejo que jamás en mi vida pensé darte.

Suspiró.

—Ginny es una gran mujer, Malfoy. Está por encima de muchas mujeres que conozco y muy pocos hombres la merecen. —se detuvo, en verdad le estaba costando trabajo hablar—Yo no cancelé ninguna boda, ella lo hizo. Ella te eligió a ti. Y estás siendo el imbécil más grande del mundo por estar aquí y no con ella planeando la mejor manera de decirles a sus padres que están juntos.

Draco sintió las piernas como gelatina y tuvo que hacer grandes esfuerzos para no sonreír.

¿Potter estaba diciendo la verdad? ¿Ginny lo había elegido a él? ¿Por sobre el cara rajada? Se llevó una mano a la barbilla tratando así de ocultar esa traicionera sonrisa y empieza a hablar.

— ¿Qué te hace pensar que yo quiero algo "respetable" con ella? —pregunta desdeñosamente.

—El que me dejaras hablarte de ella. —contestó complacido Harry.

— ¿Y tú qué ganas con todo esto, Potter?

Harry frunció levemente la boca, analizando la pregunta y pensando en una respuesta.

—Quizá yo al principio haya accedido a venir aquí porque Ginny me lo pidió y a cambio ella trataría de hacer reaccionar a alguien…

— ¿A Granger?

Harry abrió levemente la boca sorprendido.

— ¿Es muy obvio?

Draco rió ahora sin poder evitarlo, estaba demasiado feliz por la noticia como para contenerla ahora frente a su ex enemigo del colegio.

—Continua.

—Bueno… la verdad es que si yo no logro ser feliz con… Hermione, me gustaría que al menos Ginny lo sea contigo. Así que, Malfoy, no seas estúpido.

Y sin esperar más por parte del rubio se dio la vuelta y se marchó.

Todo estaba planeado y efectuarlo sería más fácil si el objetivo era Ron. Hermione se apeó a la puerta y suspiró una vez. Tocó a la puerta de la que sabía que era oficina de sus dos mejores amigos. Tocó un par de veces. Esperaba que Harry no estuviera ahí adentro.

—Adelante.

Y así lo hizo.

Ron tenía la vista en unos documentos por lo que no vio de quien se trataba y Hermione con las cejas fruncidas de nerviosismo cerró la puerta detrás de sí y entonces el pelirrojo alzó la vista.

— ¿Qué dese…? ¡Hermione!

La castaña en respuesta se mordió los labios.

— ¡Te he dicho que no te quiero volver a ver! —le espetó.

—Necesito que me escuches…

— ¡He dicho que no!

—No me obligues a…

— ¡Fuera de aquí!

Y en el momento en el que Ron comenzaba a pararse unas sogas gruesas salieron desde la varita de Hermione y lo apresaron a su silla de oficina tirando al suelo su varita.

— ¡Accio varita! —dijo Hermione y esta llegó hasta su mano.

—Odio que seas tan buena con los hechizos sin palabras—se quejó Ron mientras trataba de zafarse de las sogas.

—No te muevas, Ron, si lo haces sólo lograrás que se ajusten más. —le aconsejó la castaña en tono de disculpa.

Ron la miró con reproche y entonces ella sin esperar invitación se sentó. Miró sus manos y abrió la boca para volver a cerrarla. Ron no se compadeció de ella y no rompió el silencio, se limitó a mirarla ceñudo.

—Lo que vine a decirte el otro día no era que tenía algo con Harry—comenzó temerosa a que Ron comenzara a gritar y al verlo inmutable continuó—Es mentira que él y yo tengamos un amorío o lo que sea, Ron. Yo no había parado de llorar por ti. —confesó tímidamente mirándolo fijamente. —Nunca nada pasó entre Harry y yo, sólo ese beso. Y si me preguntas todo fue muy rápido, no fue algo planeado para hacerte sentir mal o una trampa o lo que sea que pienses, Ron. Simplemente pasó… hasta ese día yo ignoraba los sentimientos de Harry hacia mí, yo no tenía idea de que él se sintiera de esa manera. Me fui del departamento casi al mismo tiempo que tú te fuiste. Ahora estoy viviendo con Luna…

Se quedó callada esperando a que Ron dijera algo, pero nada sucedió. Miró sus manos que sostenían la varita del pelirrojo y la suya.

—Vine ese día y hoy nuevamente a decirte que mi decisión no ha cambiado. Sigo sin poder tener una relación contigo o con quien sea porque no me siento lista para el compromiso, me aterra la sola idea de tener que pertenecerle a alguien o que alguien me pertenezca y la responsabilidad que eso implica… no puedo, —levantó la vista y lo miró con los ojos llorosos—Y también he venido a pedirte que me perdonaras por eso pero te extraño, Ron. Te extraño muchísimo.

El chico sintió unas fuertes ganas de abrazarla pero se resistió al impulso, aparte estaba amarrado como puerco.

—Y como muestra de sinceridad a que siempre he sido así contigo te digo que es verdad que no me esperaba ese beso con Harry, que ciertamente me confundió, Ron, pero así como tú me gustaste enormemente no puedo, no creo tener una relación con Harry o con alguien más… no estoy lista, no puedo. —lloriqueó nuevamente a su amigo.

—Suéltame.

—Ron—suplicó la chica.

—Hazlo.

Y sin esperanzas así lo hizo dejando su varita en la mesa. Se dispuso a levantarse de su silla e irse pero cuando se iba a ir Ron la abrazó.

—Te creo. —le susurró el pelirrojo. Y ella lo apretó con fuerzas, agradecida. —Lo hago porque nunca me diste motivos para desconfiar de ti, porque eres una persona íntegra y maravillosa. Y no importa si no me quieres de la misma manera que yo a ti, yo sabré o veré la forma de entender.

—Gracias, Ron. Gracias por creerme.

—Amas cumplir todo tipo de reglas, ¿cómo no creerte que no rompiste "estas" reglas? —dijo bromista. —El que debe pedir disculpas soy yo, por haber sido un gilipollas enorme contigo. No debí hablarte de esa manera y lo lamento muchísimo, Hermione. ¿Perdonas a este gilipollas pelirrojo?

Hermione asintió y ambos rieron, sin dejarse de abrazar.

Harry se quedó como estatua al verlos abrazados y sonrientes, Ginny desesperada por pasar abrió la puerta de par en par, aporreándola.

Ron y Hermione deshicieron el abrazo sin sentirse culpables. Pero Hermione sintió una punzada de celos al verlos juntos y más aún al notar la mano de Ginny en el brazo de Harry. ¿Habían regresado? Notó como ésta miraba de reojo a su acompañante preocupada pero eso sólo duró un segundo luego recompuso su cara en una enorme sonrisa.

—Hola, chicos. —saludó Ginny alegremente.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Ron sin mirar a Harry en lo absoluto.

—He venido a verte… pero si estás ocupado yo…—miró a Hermione y luego a su hermano y por último hizo como que se dirigía a la salida nuevamente.

—No, no. Yo…—interrumpió Hermione torpemente cerrando los ojos ligeramente buscando palabras adecuadas. —ya me iba. —miró a Ron y le sonrió ligeramente y este le tomó la mano y le dio un apretón amistoso. Harry observó todo con los puños cerrados.

—Te mando una lechuza a casa de Luna, entonces. —dijo Ron amistosamente.

Hermione miró por primera vez a Harry que se interponía entre la salida donde se quedó un segundo y luego se apartó. La castaña apresuró el paso.

—Espera—escuchó al pelinegro y ella se volteó.

Arqueó las cejas incitándolo a continuar. Hoy tenía mucho trabajo en la oficina.

—He arreglado mis problemas. —Anunció el chico con una sonrisa nueva en los labios. Su molestia no podía durar demasiado si se trataba de Hermione—Y por lo visto tú también.

— ¿Sigues creyendo que me amas? —preguntó ella cruzándose de brazos, tratando de sonar burlona.

—No creo, lo hago. Nunca me había sentido tan seguro.

—Harry…

—Sé lo que piensas, Hermione, pero te equivocas. Por primera vez soy testigo de que te equivocas.

— ¿Por qué?

—Acompáñame. Te demostraré que te equivocas.

Y antes de que la castaña pudiera negarse ante tal petición ambos desaparecieron por una de las entradas de Polvos Flu del Ministerio de Magia.

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