Masquerade

~AU~

Para Sakura Zala

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Parte 2: The party is over


Asuna salía caminando por el sendero de su instituto en dirección a la puerta de salida. Consultaba su teléfono algo decepcionada al no tener noticias de su novio. Luego de aquella vez en casa de él, donde se entregaron el uno al otro con desesperación la relación entre ambos cambió. Y quizás era lo que les faltaba como pareja para que su noviazgo terminara de consolidarse.

Porque la personalidad de Kazuto cambió en un cien por ciento luego de aquello, como si fuera otra persona completamente diferente la que estaba frente a ella; un muchacho algo posesivo, parco y antisocial que también podía ser amistoso y tierno. Con un lado romántico que la pelirroja aún estaba descubriendo, y se sorprendía de ver cada reacción nueva en él, sintiendo que no podía amarlo más de lo que lo amaba.

Salió a la calle guardando el móvil, cuando alguien la sujetó del brazo logrando que soltara una exclamación temerosa, la cual cesó al ver de quien se trataba. Kazuto estaba apostado contra el muro, vistiendo su uniforme escolar, luciendo tremendamente apuesto, sobretodo si mantenía esa sonrisa soberbia en los labios mientras disfrutaba del susto que le había dado.

- Hey...- la saludó alzando una mano mientras con la restante la sujetaba del codo.

- ¿Quieres matarme de un susto?- le recriminó ella sonriendo también. Pero luego al ver que las estudiantes los veían con curiosidad morbosa dio un paso de él intentando alejarse, cosa que no consiguió -Kazuto-kun... todo el mundo nos está mirando...-le dijo con timidez.

- ¿Y que?- amplió el gesto y la acercó a su cuerpo en ese rapto de posesividad que raras veces tenía -¿Nos vas a saludarme como se debe, a pesar de que no nos hemos visto por varios días?

Eso la sonrojó sin remedio, no estaba muy acostumbrada a ser el centro de atención cuando parecía que Kazuto si lo era. Se mordió el labio avergonzada.

- ¿No vas a saludar a tu novio?- se burló con un susurro.

Y Asuna alzó la vista con genuina sorpresa. Era la primera vez que Kazuto se reconocía a si mismo como tal en un ámbito tan abierto. También era la primera vez que la iba a buscar a su escuela, nunca se lo había pedido (ni nunca se le hubiera ocurrido hacerlo) Y le parecía en extremo hermoso y excitante.

Aprovechando su lapsus, descendió los labios masculinos por su mejilla y le besó la comisura de la boca en un gesto tierno pero sugestivo, promesa velada de lo que hubiera sido si estaban a solas.

- ¿Qué tal tu día?

- Pues lo de siempre...

- ¿Tienes clases de apoyo?

Ella sacudió la cabeza en una negativa. Pero agregó -Aún así debo estudiar. Mi madre sigue insistiendo en que estoy atrasada.

- Vamos a mi casa- sugirió él tomando su mano con ternura.

- No quiero molestart...

- No eres molestia- la interrumpió con energía -Además mi madre y mi hermana siempre preguntan por ti.

- Y-Yo...- Asuna se sonrojó levemente. No podía olvidar lo que había pasado entre ellos la última vez que visitó su casa.

Aunque Kazuto no se dio por aludido.

- Puedo pedirle a mamá que te lleve de regreso como la última vez.

Ella sacudió las manos con evidente vergüenza -Le diré a Koichirou.

- ¿Estás segura?- aunque el inseguro no era otro que él.

La pelirroja asintió con una sonrisa tierna. Kazuto no se dejó esperar y antes de saber lo que hacía, su mano había vuelto a sujetar la pequeña mano de ella, y entrelazando sus dedos se pusieron en marcha, ajenos completamente a las miradas burlonas que se levantaron en torno a ellos.

El viaje no fue muy largo, o quizás no se dieron cuenta porque se pasaron todo el trayecto en tren discutiendo sobre fórmulas, elementos químicos y la Tabla Periódica. Asuna en verdad era muy inteligente, Kazuto no podía dejar de considerar eso con admiración y cierto orgullo. Su mente era brillante y rápida. Él la ponía a prueba y era increíble lo veloz que esa chica era para responder. Con digno y merecido lugar tenía el mejor promedio de ese lado de Japón.

Y reconocía eso con lastimosa conciencia, aunque no quería indagar demasiado en lo que eso significaba.

Bajaron del tren y de la mano hicieron el recorrido hasta la pequeña casa de arquitectura japonesa. Midori los recibió en la entrada, alertada de antemano por un mensaje de su hijo. Saludó alegremente a la visita, y como ya era costumbre los envió a estudiar mientras ella les preparaba una sustanciosa merienda. El clima primaveral se sentía en el ambiente, o quizás era el clima demasiado templado para esa hora. Asuna siguió a Kazuto hasta su habitación, no pudiendo evitar que sus mejillas se encendieran ante la sensación de Deja vu que experimentaba. Colgaron las chaquetas en el perchero, y se sentaron en el suelo, tal y cual lo hicieron la última vez. Empero Kazuto tomó sus libros y los esparció frente a ellos con absoluta normalidad. En esa oportunidad estudiarían un poco de Química y Física a pedido de él. Luego la señora Midori apareció con la bandeja cargada de té y galletas y depositando todo en la mesa junto al ordenador, desapareció de la escena mencionando que iría a buscar a Suguha como la vez anterior.

Estudiaron varios minutos más hasta que Kazuto consideró necesario parar para degustar lo que su madre les había llevado. Se acomodaron contra el respaldar del lecho y se sirvieron la infusión animosamente, hablando banalidades y riendo. Asuna no podía dejar de ver al chico con curiosidad.

¿Qué había cambiado en él que se veía tan diferente?

¿Eran sus ojos que se detenían intensamente en ella a medida que hablaba? ¿Era su sonrisa, más frecuente? ¿O era esa necesidad imperiosa de tocarla todo el tiempo? Su mano buscaba la suya en una acción natural que no conllevaba nada oculto, rozaba sus dedos, su cabello, su mejilla. Era como si en cada momento que estaban juntos, el joven necesitaba tener un mínimo de contacto. Como en ese instante que con las yemas de los dedos le acariciaba el dorso de la mano con suavidad. Como si Asuna no lo notara.

- ¿Entonces no es dificil?- le preguntaba bebiendo de su taza.

- Ya te dije que no- le respondió y abriendo la palma sujetó esa mano con cariño. Él la miró sorprendido -Si tienes dudas podemos repasar de nuevo.

- ¡Por favor no! ¡Ya tengo un enredo de elementos en la cabeza!

Ella sonrió, la mano de Kazuto era mucho más grande que la suya, y muy tibia. Y a esas alturas se sentía completamente natural. Advirtió un ligero movimiento a su costado, y antes de que supiera que pasaba él había besado su mejilla con mucha suavidad. Se quedó sorprendida e inmóvil hasta que sintió que esa boca se movía hasta encontrar la suya en una caricia lenta y tierna.

Él no soltó en ningún momento la mano que sostenía, pero usó la restante para volver el rostro de la chica hacia su lado y profundizar naturalmente el beso. Asuna no se resistió a su avance y siguió su movimiento ofreciéndose con cautela, advirtiendo ahora la forma posesiva conque la abrazó de la cintura, y sus labios se volvían firmes y diestros, y el ambiente cambiaba de alguna manera.

Deja vu.

Aquello era realmente igual a la última vez que estuvo ahí. Tan igual que sintió el mismo escalofrío recorriendo su espalda, cuando las manos masculinas se perdieron una en su cabello, la otra enmarcando su cintura con firmeza. Pronto se alejó de él lo suficiente y sin titubear comenzó a desprenderse la blusa con sus mejillas profundamente sonrojadas.

Sin embargo él la observó aún más ruborizado que ella.

- A-Asuna... ¿qué haces?

La muchacha lo miró con esa expresión de obviedad y cierto temor reflejado en sus ojos ambarinos.

- P-Pensé que... bueno... tú querías que...

Kazuto volvió a enrojecer un poco más antes de soltar una pequeña risilla. Se acercó a ella e inclinándose le besó el inicio del escote, ahi donde su pecho se abría, antes de abrochar él mismo los ojales que la muchacha habia desprendido segundos atrás. La miró con ternura deslizando los dedos por su mejilla encendida.

- No voy a negar que no me apetece aceptar semejante invitación, pero...- le sonrió calidamente -No es el momento.

-Y-Yo... yo creí que me...- se abochornó de tal manera que ya no pudo seguir hablando.

Kazuto se mordió el labio antes de reír, también algo avergonzado. Tomó su barbilla con ambas manos y al segundo siguiente la besó con ahínco -No te traje para eso, pervertida. Tienes que estudiar, ya habrá tiempo para lo otro.

A Asuna no le quedó más que asentir mansamente rogando que la tierra se abriese y la tragase viva. No obstante cuando se apresuró a volver a tomar el libro que tenía antes en las manos, él abrazó sus hombros y depositando una ligera hilera de besos en su cabello, susurró contra su oído 'Te quiero', antes de darle espacio y retomar también sus propios apuntes y seguir estudiando.

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- ¿Otra vez te está haciendo cocinar a ti?- la señora Midori se detuvo con las manos en la cintura apenas entró a la cocina, viendo a linda muchacha pelirroja revolviendo una cacerola frente a la estufa con profunda concentración.

Del susto, Asuna la miró con pánico -¡No es así Midori-san!

La dama se acercó y se ubicó a su lado viendo que era lo que olía tan delicioso. Un estofado en pleno hervor -No debes dejar que mi hijo te soborne de esa manera- le confió risueña.

A lo que la jovencita enrojeció -N-No es lo que usted piensa...

Midori rasgó los ojos aunque no dijo nada. Observó que Asuna apagaba la hornalla y con su vista aún baja se giraba en su dirección con evidente bochorno sin atreverse a enfrentarle -Eres la novia de mi Kazuto ¿verdad?

La pregunta la tomó por sorpresa de tal forma que la vio estremecerse de modo casi violento - ¡N-No! ¡P-Por supuesto que no! ¡Kazuto-kun y yo solo somos amigos!

Midori suspiró con resignación antes de poner la mano en el hombro de la chica pelirroja cuyas mejillas igualaban el color candente de su cabello -Gracias por cuidar de él siempre. Es un niño dificil de tratar, pero desde que está contigo es otra persona...- la aturdida muchacha abrió la boca para decir algo, más la dama añadió silenciándola -Gracias Asuna, y por favor tenle paciencia. Es algo huraño e introvertido, pero no es un mal chico...

- Midori-san...

Pero antes de que la pelirroja pudiera pensar que decir para salir de tan bochornosa situación, el antes mencionado hizo acto de presencia entrando a la cocina, deteniéndose en el acto al ver a su madre -¿Ya regresaste?- le preguntó atónito.

- Solo iba al trabajo de tu padre a llevarle unos documentos.

Notó que Asuna no lo miraba y adivinó que su madre le había dicho algo para avergonzarle -¿Mamá?

Ella lo miró -Asuna hizo un estofado que luce delicioso. Me alegra saber que en el futuro no morirás de hambre...

- ¡Madre!

Empero un sonido intermitente se oyó en la habitación y la muchacha pelirroja manoteó el bolsillo pequeño de su chaqueta y sacó su móvil que no cesaba de timbrar -Con permiso...- hizo una ligera inclinación y salió antes de que alguno de ellos pudiera responderle.

Midori dejó de sonreír y miro seriamente a su hijo, el silencio se hizo tan profundo que podían escuchar la desesperada voz de Asuna hablando con su interlocutor por medio del teléfono.

- Ella realmente te quiere- terció la dama con suavidad -Hay que ver la forma en como sus ojos se desviven por seguirte cuando están juntos...- suspiró -Es una ternura de niña, por favor no la lastimes.

- Métete en tus asuntos, madre- la mirada gris del muchacho se volvió hielo, y Midori advirtió como apretaba la mandíbula antes de salir de la cocina en busca de la pelirroja que ya ponía en orden sus cosas para marcharse.

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- ¿Qué, qué?

- No puedo dejarla...

Ryoutarou miró a su amigo con la boca desencajada, repitiendo en su mente sus palabras -¿Que significa eso? ¿Como que no puedes...? Es que acaso tú... Tú... ¿Te has enamorado de ella?

El joven optó por no responder.

- ¿Kazuto?

- Lo siento, pero no puedo hacer esto...

- ¿No puedes? ¡Y que hay con Shino!

- Shino... Shino no tiene que saberlo.

- ¿Crees que no lo sospecha? Ella no se cree ese cuentito de que estás estudiando arduamente para los exámenes finales, si mal no recuerdo lo hacían juntos y ahora...

El joven pelinegro guardó silencio desviando la vista hacia un lado.

- Kazuto esto terminará mal, ¿que piensas hacer?

- Dejaré a Shino...

- Oye... ¿quien eres tú y que has hecho con mi amigo? Entiendo que puedas sentirte deslumbrado por la nerd, pero al punto de dejar a tu novia de dos años...

- No es deslumbramiento.

- ¿Entonces que es?

- Por eso quiero descubrirlo...

- Cielos amigo mío, nunca te habia visto así por una chica. En verdad te gusta esa pelirroja ¿cierto?

Antes de que Kazuto pudiera responder su móvil empezó a timbrar anunciando una llamada -Hey... hagamos algo esta tarde... ¿estudiar? Asuna ya hemos estudiado lo suficiente, es tiempo de relajarnos... tengamos una cita luego de la escuela. Piensa un lugar bonito a donde te gustaría ir... ¡Sí, es en serio! Yo también te quiero, nos vemos después. Adiós.

Ryoutarou lo esperaba con la boca abierta cuando finalizó la llamada y guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón.

- Definitivamente te desconozco, quien lo hubiera dicho...

- No eres el único.

- Pero ¿Te has puesto a pensar en lo demás? Si se entera de todo esto, o de como empezó...

- ¿Tú vas a decirselo?

- Desde luego que no, ¿pero y Shino?

- Yo me encargaré de ella.

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- Me gusta tu cabello.

Ella lo miró sorprendida de que él le dijera eso de la nada.

- ¿Cómo?- aventuró tratando de no reír.

Kazuto deslizó los dedos entre su sedosa melena -Me gusta tu cabello.

- ¿A que viene eso?- prosiguió tratando de alejarse al ver que sostenía el mechón entre sus dedos con un gesto analítico.

- Creo que no debe haber una razón para decir lo que me gusta de ti ¿verdad?

Asuna enrojeció parcialmente y se mordió el labio riendo bajito y con bochorno.

- Quiero ser el único capaz de hacer esto...- corrió la cortina de pelo a un lado y le besó el cuello con suavidad, haciendo que ella pegara un saltito impresionada -No te lo cortes nunca.

- ¿Porqué?

- Ya no serías tú si lo hicieras...

- Que tonterías dices Kazuto-kun.

- No importa, no lo hagas nunca- la había abrazado de la cintura y hundía la cara en ese fragante mar castaño rojizo.

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Su largo cabello caía como cortina sobre ambos ocultándolos de la vista del mundo. A él le fascinaba cuando eso ocurría; ella inclinada ante él, con su rostro cerca de sus labios, el magnetismo de su mirar ambarino que en esas horas de amor denotaba una férrea convicción, algo poderoso que anidaba en su ser, y sobrepasaba su timidez e ingenuidad de un modo apasionado y seductor. Era otra faceta de su personalidad que a él le encantaba. Ser dominado por ella mientras se amaban con tanta intensidad era exquisito, y adictivo.

Ahora bien, observaba ese fulgor pícaro en sus ojos aún lánguidos, y Kazuto no podía resistirse a tomar sus mejillas e inclinando sus labios hacia él besarlos profundamente, sintiendo el batir de su corazón estremecido en su pecho desnudo, contra el de ella en iguales condiciones. Su piel tan suave y maleable a su tacto, y su cuerpo a estas alturas tan íntimo y familiar, recorrido tantas veces por sus manos ansiosas, por su boca sedienta en una búsqueda inalcanzable de placer.

Y era en esos momentos cuando sus sentidos volvían suavemente a la calma, y admiraba esa sonrisa dulce y cansada dirigida a él, que Kazuto advertía una vez más ese torbellino de emociones y sentimientos hirviendo en su interior, cual tsunami que inflamaba sus palabras, buscando exteriorizar lo que sentía de alguna forma. Pero todo era tan desconocido para él. Tan raro, y cruel, que no hacía otra cosa más que verla mudo, inmóvil, y bebiendo de sus gestos.

Toda esta escena desencadenaba algo en su interior. Una respuesta que no podía decir por más que quisiera. Porque no entendía. Y como todo ser humano racional prefería callar, a exteriorizar sus dudas, y caer en la vergüenza.

Entonces volvía a tomar su rostro con ambas manos y la besaba profundamente sabiendo que volverían a empezar. Porque era una odisea de la que nunca podría saciarse.

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- Mañana es el gran día.

- ¿Estás nervioso?

- No, ¿tú?

- ¿De obtener un segundo lugar? Desde luego que no.

Kazuto miró la pelirroja cabeza apoyada contra su hombro, sus manos enlazadas, mientras permanecían juntos en esa banca, esta vez el lugar escogido era un parque en el centro de Tokio. La ligera gama del atardecer esparcía una luz ambarina sobre su cabello, sobre sus piernas y aún sobre sus manos firmemente agarradas.

- No quería que obtuvieras un segundo lugar Asuna. ¿Segura de que no tendrás problemas con eso?

Ella negó con convicción, cerró los ojos al volver a su lugar inicial, suspirando contenta al sentir la mejilla de él contra su cabello suelto.

- Kazuto-kun eres muy suave...

Él enrojeció -¡No digas ese tipo de cosas aquí!

Sonriendo Asuna dejó su lugar, se puso de costado en el banco y tras acomodarse tomó el rostro del joven entre sus pequeñas manos. La luz del atardecer caía sobre ella desde esa posición, y él no podía dejar de contemplar cuan linda se veía, con sus grandes ojos color miel, su nariz respingada y sus labios rojos que sonreían con ternura, así tan pura como siempre.

- Te amo Kazuto.

Y pareció que la naturaleza rugió entera al sonido de sus palabras, porque él no respondió con un 'yo también', entreabrió la boca y se inclinó sobre ella besándola con vehemencia. El efecto de sus palabras quebró algo en su interior, y ese algo no se detenía. Era un torrente de emociones y sensaciones que latía desbocado como cuando Asuna se entregó a sus brazos por primera vez, y Kazuto no alcanzaba a entender el significaba de eso, solo sentía que debía seguir besándola con identica convicción como si no pudiera saciarse de ella.

Pero en el fondo, muy en el fondo, donde sus sentimientos aun no se habían puesto de acuerdo, algo clamó retribuyendo sus palabras. Porque esas palabras eran correspondidas aunque ni él mismo lo supiera.

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Quien hubiera dicho que seis meses habrían de pasar así de rápido. Pero ahí estaban otra vez en el salón de Tokio, los cinco alumnos más destacados acompañados de sus respectivas escuelas. El lugar estaba abarrotado a más no poder.

Asuna revisó su uniforme y su cabello como solía hacer siempre, pero al hacerlo, y de los nervios que tenía, desarmó parte de su peinado. Se excusó con Rika a quien tenía a su lado y se dirigió al baño para arreglar su cabello antes de que la ceremonia empezara.

En el camino vio la cara compungida de su novio quien entre señas le preguntaba que pasaba, sobretodo cuando el acto estaba a punto de empezar, ella le indicó el problema con su cabello haciendo que Kazuto soltara una risita divertida, y le indicó que tendría cinco minutos en arreglarse y volver.

Apuró el paso y se metió al elegante baño. Miró su cara en el espejo notando sus mejillas arreboladas y por supuesto el no-tan desorden de su cabello. Se quitó las horquillas, y volvió a trenzar de un lado dejando el resto de su pelo suelto.

Suspiró complacida ante lo que veía y se tocó las mejillas en un intento de calmar su rubor. ¿Pero como no hacerlo si se sentía en extremo feliz? Se metió dentro de un cubículo y revisó el largo de su falda, y su blusa, alisando arrugas inexistentes. De seguro los cinco minutos que Kazuto le había concedido habían expirado hacía rato.

Se preparó para salir cuando oyó varias risitas histéricas, acompañadas de tres o cuatro voces femeninas.

- En verdad debes estar orgullosa de él, Shino. Mira que destronar a la princesa luego de que por tres años obtuvo el primer lugar...

- ¡Por supuesto que estoy orgullosa de él! Kazuto se lo merecía, se ha esforzado mucho pobrecillo...

- ¿Y cuanto tiempo llevan juntos? Porque ultimamente ha habido rumores que...

- Kazuto y yo llevamos juntos casi tres años, salimos desde primero de secundaria- dijo con voz resuelta y afirmó -Esos rumores son mentira, luego de la ceremonia no habrá más razón para que Kazu siga montando ese teatro.

- ¿Teatro? ¿Te refieres a los rumores, verdad? Esos que dicen que él y la nerd andan juntos... Muchos los han visto en los últimos días...

- ¡Cómo puede andar con ella si está conmigo!- rió interrumpiendo -Se los diré porque muy pronto será oficial, pero nadie debe saberlo ¿está bien?

- Dios Shino, sabes que todo lo que nos dices muere con nosotras.

- Ya cuéntanos.

- Kazu planeó todo esto con detenimiento. Él y el idiota de Ryoutarou hicieron una especie de apuesta donde Kazu debía enamorar a la nerd en estos últimos seis meses y distraerla de tal modo que sus calificaciones bajaran...

- Y así tomar su primer lugar.

- ¡Exacto!

- ¿Pero eso no significa fraude académico?

- ¡Por supuesto que no! ¡No es culpa de los jueces que Yuuki-san no sepa controlar sus hormonas!

- Jaja, eso fue cruel. Sin embargo Kirigaya-san lo logró...

- Sí, por fin podré tener a mi novio otra vez. Han sido seis meses muy largos, y aunque nos hemos visto casi todas las semanas la ausencia se siente enorme y lo echo de menos.

- Pero pobre Yuuki-san ¿cómo crees que quede luego de todo esto?

- Pues debió darse cuenta sola ¿acaso nunca se cuestionó porque de pronto un chico tan guapo mostraba súbito interés en ella?

E iban a seguir hablando si no fuera porque el sonido de una puerta abriéndose las interrumpió. Sobretodo porque el grupo de chicas se creía a solas. Grande fue el desconcierto general al ver de quien se trataba.

Asuna tenía los ojos llorosos y enrojecidos, no había marcas de lágrimas en sus mejillas pese a que era obvio que había llorado. Reconoció a Shino quien solo se cruzó de brazos sosteniendo su mirada.

- ¿Nos has oído, cierto? Bueno, para que sepas que no tengo nada contra ti. Solo quiero recuperar lo que es mío...

Asuna se mantuvo quieta, las lágrimas se amontonaron de modo silencioso en sus ojos, y sus labios temblaron antes de decir con suavidad, con un hilo de voz.

- Pues quédatelo.

Y girando sobre sus talones salio con toda la dignidad posible caminando a ciegas por el pasillo. Nadie la veía pero las lágrimas encontraron una rápida vía de escape y escurrían una y otra vez por sus mejillas. En un principio ella las aplacaba nerviosamente pero viendo que éstas seguían reproduciéndose sin control optó por dejarlas correr libremente ¿De cualquier forma a quién le importaba?

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Kasuto se preguntaba que tanto la atrasaba ahí dentro. Cierto era que la vanidad femenina era algo que nunca llegaría a entender y por eso aún conservaba algo de serenidad. Aunque la ceremonia acababa de empezar.

Vio llegar a Shino hasta donde su escuela se apostaba en perfecta formacion y advirtió la cara asustada conque lo miró, fueron solo unos segundos, pero la expresión consternada de sus ojos color café lo preocupó. Como si intuyera que algo malo había ocurrido. Y se apresto para salir.

- Estas loco? Donde vas? No puedes abandonar el recinto.

- Será solo un par de minutos...

- Kazuto, eres el primer promedio ahora, no puedes hacer esa clase de tonterias.

Aquello hizo que su expresión se endureciera. Apartando su brazo del agarre de su amigo pelirrojo se abrió paso entre los compañeros de su escuela y salió de la formación de alumnos en el preciso instante en que las autoridades llamaban al estrado al quinto mejor promedio del año.

Kazuto caminó por los pasillos cuando dentro del bolsillo de su impecable chaqueta negra sintió su móvil timbrar. Sacó el aparato deteniendose en la entrada curioso de encontrar un mensaje.

Empero sus ojos se abrieron asustados al leer la frase ahí escrita, y no lo pensó. Guardó el móvil a toda prisa y salió como alma que lleva el diablo por la enorme puerta de entrada.

Tiempo despues el distinguido alumnado ahi presente, y sus profesores quedaron sorprendidos y afrentados cuando al llamar al estrado al segundo y primer promedio respectivamente ninguno de los dos se hizo presente, y en ambas instituciones se ignoraba llanamente que había ocurrido con ambos.

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Asuna no atendió sus llamados, ni sus mensajes. Luego del ultimátum aquel que le dejó no volvió a saber de ella, como si la tierra se la hubiera tragado. Y cuando la llamaba escuchaba timbrar el aparato una y otra vez, pero nadie respondía.

Shino le habia contado su versión de la historia y el necesitaba desesperadamente oír la de Asuna y aclarar... aclarar lo que no tenía remedio.

Hablando de la joven de corto cabello castaño y gafas, luego de escucharla en silencio pedir perdón a regañadientes por lo que su boca floja había ocasionado, Kazuto consideró que lo mejor era cortar por lo sano y ponerle fin a algo que para él no tenia punto de retorno.

Le guardaba cariño, pero eso no era suficiente. Y si medía aquello con la angustia que sentia ante la pérdida de confianza de Asuna, ante su silencio cruel y merecido, y ante el dolor que su propia culpa le causaba... Sentía que no podía mirar a su novia y cometer el mismo error dos veces. No podía estar al lado de alguien que no amaba.

Sin embargo Shino se negó a aceptar la ruptura aludiendo que estaba confundido, impresionado ante lo que habia pasado y era la culpa que le roia lo que lo obligaba a actuar así. La desesperación de haber dado un paso en falso.

Y tal vez si habia algo de razón en sus palabras, porque la culpa era la gran precursora de todas esas emociones negativas que lo embargaban. Pero habia algo más profundo, algo subterráneo y horrible que lo carcomía de arriba abajo. Y que con solo pensar en Asuna la sensación se agravaba a tal punto que esas horribles ganas de llorar no se remitian con nada. Y conforme los dias pasaban y el silencio de la chica pelirroja se extendía, la agonia que lo carcomia crecía a la par de sus atribulados sentimientos.

Respecto a su primer puesto y luego de lograr aquello que tanto deseaba, habló con sus consejeros y luego con las autoridades pertinentes y renunció libremente a su diploma, a su promedio y a los privilegios que le correspondían por ese anhelado premio. Aún así las autoridades no entendieron y casi aceptaron a regañadientes su renuncia, aludiendo además que debido a eso, quedaba absolutamente descalificado para los próximos exámenes sin derecho a replica.

A Kazuto no le quedó otra mas que aceptar en silencio su penitencia, rogando que con eso un poco de su culpa se aligerara, pero solo logró lo contrario. Su familia decidió no intervenir pero la desilusión en los ojos castaños de su madre fue suficiente para entender lo mucho que los habia decepcionado no solo a si mismo, sino tambien a sus padres.

Aunque la señora Midori tuvo el buen tino y la delicadeza de no proferir palabras al respecto dejando que el solitario muchacho sufriera por si mismo las consecuencias de sus actos. Dos semanas después y mientras se preparaba para salir de clases, tomó una rápida decisión. Ignoró las conversaciones de sus compañeros y a Ryoutarou que persistía en levantarle el animo de alguna manera, y presuroso salió del establecimiento sin mirar atrás.

Antes de haberlo pensado siquiera sus pies lo estaban llevando a la prestigiosa academia de señoritas donde estudiaba Asuna. Sentía el pulso latiendole en la garganta conforme iba acercándose al imponente y lujoso edificio. Si mal no recordaba solían salir a la misma hora así que seguramente se la cruzaria en el camino. Pero la marea de chicas lo cruzó y ni rastros de ella.

Ignoró las miradas burlonas que se levantaron en torno a su presencia, pues era obvio que el chisme de lo ocurrido entre Asuna y él se había regado como pólvora y era de publico conocimiento, además también estaba su renunciamiento al primer puesto. Entonces si los cuchicheos y murmuraciones no eran por una cosa, seguramente eran por la otra.

Llegó hasta el frente y se apostó contra el paredón, recordando amargamente que no mucho tiempo atrás habia hecho lo mismo.

Esperó, con la misma sensación de incertidumbre, sabiendo que era la única manera de volver a verla...

Pasaron veinte minutos y él estaba perdiendo la paciencia, justo cuando se decidía a marchar oyó un juego de pisadas aproximándose por el bonito y florido sendero. Alzó la vista encontrándose primeramente con aquella joven castaña que hubo visto la primera vez que se topó con Asuna, y seguidamente detrás de ella, la silueta de quien tanto ansiaba ver.

Los ojos de Asuna se hicieron grandes y luego se empequeñecieron en cuestión de segundos adoptando un aire frio e indiferente.

- ¿Puedo hablar contigo? -le preguntó con voz apretada.

- ¿Porque mejor no te largas de aquí? -el tono hiriente de su acompañante lo sacó de balance obligando a que Kazuto la viera con desagrado.

- Rika...-la voz dulce de Asuna se interpuso sobre ambos -Adelantate.

- ¡Pero...!

- No te preocupes- le hizo un sutil gesto con la mano el que la otra muchacha acotó a regañadientes, perdiéndose por la acera.

Asuna la observó hasta que se alejó lo suficiente, luego miró al recién llegado con la misma expresión de indiferencia.

- ¿Que quieres?

Su voz sonó tan dura, tan inexpresiva y extraña que no hizo otra cosa más que verla con sorpresa, buscando el mínimo de reconocimiento en esos ojos fríos como hielo. Esas mismas pupilas que tiempo atrás a esta parte lo veía con devoción y cariño, y que descendían con bochorno cuando le sostenía la vista de esa forma.

- ¿Que quieres?- reiteró con esa voz gélida y lacerante cortando el aire, y el ambiente entre los dos.

No la reconocía. La veía ahí frente a él, tan altiva; mejillas pálidas, labios rojos, ojos grandes como dos témpanos de hielo. No había nada de ese gesto dulce y tierno tan común ella. ¿Pero porqué? ¿Era su cabello recogido en esa alta coleta y que caía a un lado de su cuello lo que la hacía lucir tan distinta? ¿Era la forma en la que lo enfrentaba; segura y soberbia, lejos de la imagen mental que se había hecho de ella?

- S-Solo quería hablar contigo...- replicó con suavidad.

- ¿De qué?

- De lo que pasó, y-yo quería explicarm...

- Hay algo que quiero saber- dijo cortándole con acento aburrido -Una sola cosa nada más...- Kazuto la miro, esperando sorprendido -¿Todo eso... era verdad?

No respondió de inmediato. Sabía que se cavaba su propia tumba de contestar afirmativamente. Y la perdería de inmediato.

Sin embargo se había jurado con vehemencia no volver a mentirle. Que por más dolorosa que fuera la verdad habría de enfrentarla de inmediato.

Los hombros de Kazuto se hundieron al confesar alto y claro -Sí es verdad- el rostro inexpresivo de Asuna no cambió un ápice. No hubo temblor ni estremecimiento en su ambarino mirar. De hecho sus labios se estiraron en una débil sonrisa -¡P-Pero déjame explicarte...! ¡E-Es cierto que salía contigo por div...!

La bofetada atroz que ella le pegó, resonó cortando el ambiente frívolo. La cara de Kazuto había quedado volteada dramáticamente hacia un lado, su mejilla ardía y picaba al igual que su orgullo. Pero aguantó con los ojos cerrados a que ella le devolviera el embate, y segundos después lo hizo golpeándolo con el revés de su mano.

- Lo siento Asuna...- murmuró quedo sintiendo que la culpa que lo devoraba internamente dolía más que ese par de bofetadas -En verdad lo siento.

- Me abriste los ojos- le dijo ella ignorando su voz -Y eso debo agradecerte.

Él la miró por fin, viendo que efectivamente su porte no había variado en absoluto. Su apariencia de hielo e indiferencia seguía intacta. No había rastros de su Asuna, de esa muchacha dulce y agradable dispuesta a hacer de todo con tal verlo feliz.

Y quizás allí estaba la respuesta. La prioridad de esa preciosa pelirroja ya no era él.

- Déjame en paz- habló otra vez acentuando sus palabras con ese tono inerte -No me busques y deja de llamarme por teléfono. No quiero volver a verte nunca.

Tampoco esperó que le respondiera, como si sus dichos no importaran en absoluto. Simplemente pasó junto a él empujándolo con su hombro y caminó rápido por la vereda en dirección a donde la estación de trenes se encontraba.

Kazuto miró su espalda todo el tiempo que las lágrimas que oscurecieron su visión así se lo permitieron.

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Un año después.

La vida en la universidad era simple. Estudio, trabajos practicos, compañeros y profesores que variaban con cada nueva materia. Era como una vida nómada. Nunca sabías si a la clase siguiente ibas a volver a ver a tu compañero de banco, la gente parecía rotar, mientras ella se mantenía en el mismo lugar.

Un nuevo cuatrimestre comenzaba aquel día, y Asuna Yuuki de diecinueve años de edad entró al gran salón de cátedra y eligiendo un asiento en la hilera del medio se dejó caer con gracia en la butaca. Se giró, saludando brevemente a algunos de sus compañeros que tenía la suerte de conocer, y luego revisó su bolso sacando los apuntes que recientemente habia adquirido en la librería, tomó el resaltador fluo entre sus manos y empezó a leer preparándose para la clase.

- Hola, ¿está ocupado este asiento?- oyó que decía una voz a su lado.

- No, adelante- respondió totalmente concentrada en la lectura, y resaltando con su marcador los puntos que le parecían importantes.

- Soy Kirigaya Kazuto, es un gusto...- volvió a decir la voz a su lado.

Y el tiempo pareció detenerse para ella. Alzó la vista encontrándose con esos grandes y conocidos ojos grises, con su mano extendida cordialmente en su dirección. Empero ella guardó todo de vuelta dentro de su bolso, echo su corto cabello mandarina tras sus hombros (sí, en algún momento de rebeldía decidió masacrar su larguísima melena en un corte sexy y juvenil) no dijo palabras, se puso de pie y rápidamente se cambió de lugar, ubicándose estrategicamente entre dos alumnos para que él no pudiera molestarle.

Sin embargo la pregunta la persiguió desde empezada la materia.

¿Qué diablos hacía ahí?

Si le había comentado en alguno de esos momentos cuando hablaban de su futuro, que él ansiaba estudiar tecnología, y la mecatrónica era una rama en la que pensaba especializarse si obtenía la tan ansiada beca.

Y Asuna estaba estudiando educación. ¡Sus materias no coincidirían nunca! Aunque considerando su engaño, aquel detalle pudo haber sido otra más de sus sucias mentiras.

Sin embargo censuró todo recuerdo de su mente y se concentró en tomar apuntes de lo que el profesor decía.

La clase terminó demasiado rápido para su gusto, el alud de estudiantes salió dirigiéndose a la cafetería, o a los jardines para reposar un rato antes de las próximas materias. Ella siguió su ejemplo y salió del salón revisando su horario para no extraviarse. Ya le había pasado una vez y no quería volver a pasar por algo bochornoso.

- Hola, creo que no pude presentarme apropiadamente antes...- volvió a decir esa voz de barítono, congelándola en plena acción.

Y allí estaban otra vez esos grandes ojos grises, esa boca soñadora que sonreía con timidez. Y su mano extendida hacia ella en un gesto cordial. Se veía guapo. Condenadamente guapo, y más alto también. Ahora parecía un hombre, no un estudiante de secundaria...

Apretó el bolso contra su pecho al notar el hilo de sus pensamientos ¡Porque pensaba eso! ¿Acaso era tonta?

- No quiero sonar descortés, pero no me interesa conocerte- le respondió ahora por fin, pasando de su lado por el pasillo hasta su siguiente clase. Y rogando que no tuviera el descaro de seguirle en su siguiente materia.

Y por suerte no lo tuvo.

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Kirigaya Kazuto se había matriculado en su misma universidad y compartían casi todas las materias para su disgusto. Y siempre insistía con lo mismo; intentaba hablarle como si fueran un par de desconocidos que se veían por primera vez.

Y aunque el acercamiento del muchacho no era más que ese, presentarse una y otra vez sin rendirse, estaba acabando con su escasa paciencia. A estas alturas ya no le importaba montar un escándalo frente a sus compañeros, en definitiva deseaba terminar la fiesta en paz. Seguir alejada de ese chico, meter la mayor cantidad de materias en ese semestre y olvidar. Olvidar que alguna vez le conoció.

Entró al salón y eligió el asiento de siempre, ubicó su mochila hippie a su lado y como acostumbraba sacó sus apuntes para releer antes de que la clase diera inicio oficialmente. El profesor llegó y abrió la clase parafraseando a uno de los grandes pensadores universales, y Asuna se sumergió en ese monólogo interminable ignorando sus preocupaciones.

En esa universidad ella era una simple muchacha más, no la tímida y escueta niña que vivía para satisfacer a su madre. Atrás quedaba ese amargo recuerdo de ser objeto de burla de sus compañeras por su carácter tímido y blando. Esta era una nueva Asuna. Una que nació ese día que descubrió que la persona que más amaba tenía el absoluto poder de quebrar su corazón. Una Asuna que desafiaba las reglas de su hogar, que se oponía a las órdenes e injusticias; una que había cortado su cabello en señal de protesta pese a los gritos desesperados de su madre al ver lo que había hecho; que regaló su costoso guardarropas sustituyéndolo por ropa cómoda, jeans, minifaldas y toda suerte de prendas que su progenitora jamás consentiría en que tuviera.

Sí, esta era una nueva y rebelde Asuna...

- ¿Entonces alguien más desea agregar algo a lo dicho?- la voz seria y potente de su anciano profesor se alzó resonando en todo el recinto. Era increible que siendo un hombre de edad avanzada tuviera tanta vitalidad -¿Alguien?

- Profesor con su permiso, creo firmemente que Ferdinand de Saussure tenía ideas muy liberadoras para su tiempo...- esa conocida voz masculina sonó justo detrás de ella -Nos referimos al habla, y a las señales que emitimos constantemente y que también son un tipo de diálogo. Nuestro cuerpo al moverse, y respirar también transmite todo tipo de señales esperando que un receptor determinado las reciba. Sin embargo a veces al ser portadores de la voz interna de nuestro cuerpo, o de nuestro ser pasamos por alto las evidencias, o ignoramos el mensaje que nuestro interior nos dicta...

- Eso suena interesante Kirigiya-kun. ¿Puedes ser un poco más especifico y decirme concretamente a que tipo de señales te refieres?

Asuna contuvo el aliento casi sin darse cuenta.

- Por ejemplo nuestros cuerpos sueltan todo tipo de sustancias químicas cuando nos enamoramos, y esa también es una clase de mensaje. Uno al que no siempre prestamos atención.

- ¿Quieres decir?

- Muchas veces elegimos ignorar las señales de nuestro cuerpo en cuento al amor. O creemos que es un simple deslumbramiento hormonal que pronto pasará. O lo que es aún peor, no nos damos cuenta de ello hasta que es demasiado tarde, y nuestra boca termina diciendo lo contrario a lo que nuestro cuerpo siente.

- El amor no correspondido es un gran ejemplo que busca retratar un mal diálogo entre nuestro intelecto y el organismo...

Asuna sintió que sus manos temblaban ¿Porque debía decir aquello? Y lo que era aún peor; ¿Porque sentía su gris mirada clavada en su nuca mientras hablaba tan despreocupadamente?

Como pudo guardó sus cosas en la mochila y decidió salir a tomar aire en el preciso instante en que su anciano profesor anotaba en la pizarra al nuevo pensador. Se guardó de mirarlo mientras salía caminando por el pasillo y lo maldijo internamente por hablar con tanta soltura y encantar a su profesor. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Cuál era su nuevo juego?

Siguió por el corredor repleto de estudiantes que atropelladamente caminaban de un lado al otro rumbo a sus clases, cuando alcanzó la puerta principal y respiró el aire frío se sintió mejor de inmediato. Alzó la vista al cielo recibiendo la caricia del sol y se puso en marcha. Tenía buenas notas en la materia que acababa de abandonar por lo que no era tan terrible. Siguió caminando por la acera, ajena al mundo que la rodeaba y consciente de sus buenas notas -algo que no había cambiado desde el secundario- y de que debía estudiar para la segunda tanda de parciales que arrancaban la semana próxima, prosiguió su marcha con suma tranquilidad.

Entonces al punto de cruzar la calle, una cuadra antes de llegar a la estación de trenes, una elegante motocicleta negra salida de quien sabe donde, se le atravesó impidiéndole avanzar.

- Hey hermosa ¿te doy un aventón?

No era divertido, y Asuna no se estaba riendo. Él si, sonreía mostrando su blanca dentadura, sus ojos grises audaces y serenos, su rebelde cabello al viento que hacía juego con esa chaqueta negra de cuero que abrazaba su esbelto torso. Aún su mano extendida, sin haber bajado de la moto, sumaba una imagen más a ese cuadro surrealista.

Asuna alzó la barbilla, cual reina de hielo, y fingiendo no haberlo visto lo rodeó y siguió su camino. Él por supuesto no se dejó amedrentar, y poniendo en marcha la moto fue detrás de ella poniéndosele a la par.

- Vamos...- le instó en una mueca cariñosa. Mirándola firme.

Asuna lo miró un par de segundos -Si vuelves a acercarte llamaré a la policía. No me interesa conocerte, déjame en paz.

Él no pareció contrariado por su exabrupto, sonrió de lado -Es una pena preciosa, tú te lo pierdes.

- Creo que puedo sobrevivir a eso- finalizó hablando sobre su hombro y emprendiendo de nuevo su camino sin volver la vista hacia atrás ni una sola vez.

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- Asuna hay algo que debo contarte- Rika decía sorbiendo su refresco gigante de cola. Su cabello había crecido un poco, aunque se había teñido las puntas de un rosa estridente, que realmente no le sentaba mal. En verdad iba con su actitud altanera y despreocupada.

- ¿Que?- la nombrada bebió su café sosteniéndole la vista de ese modo penetrante tan suyo. Ella si había cambiado mucho. Su apariencia de niña de bien había desaparecido por completo, y cuando veía a alguien de esa manera casi que hacía temblar a su oponente. Como si fuera una especie de Femme Fatale.

- Mi nuevo novio...- porque Rika cambiaba de pareja casi todas las semanas, era algo que la pelirroja sabía y a su madre le escandalizaba -Mi nuevo novio me persiguió dos semanas enteras antes de conquistarme...

- Como que valía hacerte la difícil un poco más ¿no?

- No era eso lo que iba a decirte- la cortó antes de que se le viniera el sermón de siempre con eso de que 'debía valorarse, y hacerse respetar y bla bla bla' -Sabes cuando se me acercó a hablarme le hallé cara conocida, pero no sabía de donde. Cuando empezó con todo ese coqueteo que me persiguió hasta mi casa y demás, y bueno... sucedió lo inevitable...- se rió levemente y sus mejillas se encendieron -Y luego empezamos a compartir recuerdos y todo eso, supe que sí habia visto a Ryoutarou varias veces en el pasado. En esos estúpidos actos escolares que nos obligaban a ir cuando tú eras la nerd...- la pelirroja la miró arqueando una ceja - Ryo era compañero del innombrable...

Si Asuna se sorprendió de ese detalle no lo demostró en absoluto. Bebió del café y la miró, esperando que siguiera.

- Luego descubrí que no solo era su compañero sino su mejor amigo...

- Era ese pelirrojo con cara de idiota...

- ¡Oye! ¡No insultes a Ryo!- bufó ofendida.

- Da igual.

- Bueno, y aquí llegamos a la parte escabrosa de la cuestión...- Rika bajó la voz volviéndola casi un susurro -Te juro que cuando me enteré me enojé muchísimo y no le hablé por 4 días enteros...

- ¿Cuándo te enteraste de qué?

Rika soltó la bebida y dejó escapar un triste suspiro -Ryo y Kazuto planearon todo ese tema de la apuesta...

- No me interesa. ¿Para eso me llamaste?- Asuna corrió la silla y se dispuso a levantarse, sin embargo la castaña fue más rápida y le sujetó la muñeca.

- Espera, realmente debes oír esto...- la pelirroja no hizo ademán de sentarse, por lo que insistió -Por favor, Asuna.

- Bien- se dejó caer en el asiento, y cruzó sus piernas con elegancia gracias al blue jean que llevaba puesto. Mantuvo su pose seria y altanera.

- Es cierto que Ryoutarou y Kazuto planearon todo ese sórdido plan, pero en algún punto él realmente se enamoró de t...

- Detente. Basta. En verdad no me interesa saber nada de ese tipo. Suficiente tengo con verlo esporadicamente...

- ¿Pero y si de verdad te amaba? ¿Nunca lo sentiste...? Asuna, somos adultas, hay cosas que una mujer presiente y sé que entiendes a lo que me refiero. Somos seres emocionales y sentimentales, dotadas con un sexto sentido para advertir lo real de lo ficticio...- la veía fijo pese a que la pelirroja mantenía su atención en su mano echa puño sobre la superficie de la mesa -Ryo dice que ese chico sufrió mucho la culpa y...

- Rika debo irme. Sabes que amo salir contigo, pero quedé en hacer algo importante. Te llamo y nos juntamos pronto ¿está bien?- se cruzó el bolso a media espalda arrugando su sweater liviano, sacudió su corta melena y le dedicó una sonrisa a su consternada amiga -Me alegro que tu romance vaya bien.

- Asuna...

- Nos vemos, Rika.

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La cafetería estaba vacía esa mañana, lo cual era muy extraño considerando la hora avanzada. Asuna eligió una mesa próxima a la ventana y dejó caer sus petates mientras sacaba sus apuntes y los acomodaba sobre la madera junto a su café humeante.

Se calzó los lentes en la punta de la nariz y jugueteando con un lápiz negro, procedió a estudiar y a remarcar los párrafos que consideraba importantes. Estaba tan ensimismada en lo suyo que no notó su corto cabello cayendo hacia adelante, ni cuando el recinto comenzó a llenarse gradualmente de estudiantes, que como ella, buscaban estudiar y espaciarse un poco.

Había acabado de beber su café cuando estaba frío, por lo que estaba de mal humor. Últimamente siempre estaba de mal genio, y no era a causa de una bebida. Eso lo tenía bien presente.

- Disculpa ¿Puedo sentarme aquí?

La conocida -y molesta- voz resonó ante ella. Pero fiel a su costumbre, Asuna no levantó la vista del libro que leía y respondió inerte.

- No.

- Por favor, es que no hay más lugares disponibles.

Eso hizo que alzara las cejas y moviera los ojos del libro de literatura, viendo más allá del salón y reconociendo que efectivamente no había más lugares disponibles. Resopló fingiendo demencia.

- No.

Sin embargo y contra todo pronóstico el muchacho corrió la silla que se encontraba frente a la suya, y con gesto desafiante se sentó, sin despegar sus hermosas orbes grises de la expresión perpleja de la pelirroja.

Sin embargo la perplejidad fue rápidamente reemplazada por furia en cuestión de segundos.

- ¿Cómo te atreves?- le siseó escondiendo el tono peligroso de su voz.

Pero él no contesto. Kazuto tenía dos envases de café humeante, y le extendió uno con una mueca que imitaba una media sonria -Te traje uno, si mal no recuerdo te gustaba beber algo caliente mientras estudias...

Que recordara un detalle tan sutil como ese la hizo encolerizarse, y llenarse de vergüenza. ¿En verdad estaba pasando eso? ¿Era broma del destino? Porque realmente tenía ganas de reírse a carcajadas para no partirle en la cabeza el libro que estaba leyendo. Sobretodo al ver esa expresión de cachorro abandonado y esa sonrisa culposa en tanto seguía con el vaso de cartón extendido en su dirección. Pero como ella volvió a ignorarlo, depositó junto al recipiente vacío como ofrenda de paz.

- Quise traerte chocolatada caliente, pero ya se había acabado- siguió explicando como si nada no notando la oscura tormenta gestándose en esos ojos color miel.

¿Y si agarraba el café y se lo arrojaba a la cara? Asuna meditaba las posibles consecuencias de hacer algo semejante. Pero sin duda el concepto que los profesores tenían sobre si misma saldría perjudicado, y él quedaría como victima, y ella como victimaria. Además que el malnacido tenía buenas notas como ella -por supuesto no la alcanzaba, porque una vez más ocupaba un segundo lugar.

- Llevatelo, no lo quiero- gruñó volviendo a su libro, diciéndose que ya que no podía echarlo, ni ella estaba dispuesta a cederle el lugar, no le quedaba otra más que ignorarlo pomposamente. Subió la cubierta del libro a la altura de sus ojos para ocultar tras el grueso volumen su sorprendido rostro. Y fingió leer.

Al cabo de varios minutos se dio cuenta que no se oía nada y alzó la vista del volumen, encontrando que la estaba viendo con una gran sonrisa.

- Hola.

Ella soltó un bufido para nada femenino, y cerró el libro con mas fuerza de la necesaria. Echó su cabello hacia atrás y cerró los ojos por unos segundos antes de abrirlos y enfrentarlo. Kazuto seguía viéndola con la misma expresión esperanzada.

- ¿Que quieres? ¿Que te propones con tanto teatro? ¿Hiciste una nueva apuesta con alguien aquí?- notó que los ojos grises descendieron levemente a eso -¿Buscas que me cambie de universidad?

- Estas muy linda. El cabello corto te queda bien, pero...

Eso la exasperó. Comenzó a guardar las cosas que estaban volcadas sobre la mesa y las lanzó sin orden dentro de su mochila.

- Espera Asuna -era la primera vez en ese tiempo que la llamaba por su nombre. Ella lo miró solo unos segundos -¿Porque no podemos empezar de nuevo?

Volvió a ignorarlo, una vez que guardó todo, se colgó la mochila al hombro y se levantó de su lugar. Rodeó la mesa y se le acercó con expresión tranquila. Kazuto la vio venir con gesto casi embelesado, notando la minifalda de jean que usaba y sus eternas piernas.

- Déjame. En. Paz- le siseó y amplió la sonrisa antes de dar la vuelta e ir a reunirse con un grupo de chicos que desde una mesa cercana la reclamaban.

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Era la vigésima octava clase a la que no se presentaba.

Y no, no estaba llevando la cuenta.

Y por supuesto Asuna no estaba preocupada. En realidad se sentía aliviada ¿verdad? Si, por supuesto. Podía andar por el campus con tranquilidad sin tener aquel extraño stalker acechándola constantemente. E intentando acercarse a ella con alguna estupida excusa.

Ese día en especial las clases se habían extendido más de la cuenta, y desde la mañana hasta la tarde el clima había dado un giro de ciento ochenta grados; pasando de un prometedor día de verano, a una fría tormenta en toda regla.

Asuna intentaba no tiritar mientras se frotaba los brazos inconscientemente para darse calor. Estaba pegada a uno de los ventanales del pasillo viendo como la lluvia caía sin piedad sobre la ciudad de Tokio. Maldecía el ligero y corto vestido floreado que había elegido usar ese día. Pero la mañana vaticinaba una jornada espectacular de cielos azules, sol vibrante y una temperatura ideal, por lo que escogió un conjunto acorde a un día precioso. Ahora conforme la temperatura seguía bajando lo lamentaba.

- Hey Asuna ¿quieres que te alcancemos hasta la estación?- sonó la voz de uno de sus compañeros, comiéndosela sutilmente con la mirada.

- Te lo agradezco Touya, acabo de pedirle a mi hermano que me recoja.

Le dio la espalda volviendo su atención al ventanal. Corrió su cabello hasta detrás de su oído, ya le había crecido unos buenos centímetros y le llegaba casi al ras de los hombros. Podía recogérselo, pero alguna extraña razón siempre lo llevaba suelto.

Oyó los pasos que iban y venían de otros estudiantes por lo que apretando los libros contra su pecho decidió descender a la planta baja y esperar allí. Tomó el ala este del edificio, era más solitaria y tranquila para su gusto, y no tan frecuentada por el alumnado. Se detuvo en el hall, pero al sentir el vaho gélido del aguacero, se resguardó en el interior.

Y hubiera dado varios pasos más para guarecerse si no hubiera sido porque chocó contra algo suave y cálido, y ese algo la abrazó con fuerza. Entonces la sensación de esos brazos fue tan conocida, tan íntima y familiar que se sintió perdida. Como si el mundo hubiera retrocedido de golpe 365 días o más...

Hasta que la verdad de lo aparente chocó violentamente con su yo actual, y recordó. Recordó todo. Y el daño regresó con la misma proporción, o más fuerte quizás. Empujó el cuerpo cálido y reconfortante del muchacho lejos de si y lo enfrentó; barbilla en alto, ojos gélidos, porte determinante.

Kazuto se veía tan guapo, así como lo recordaba, con su cabello más desordenado que nunca. Aunque la expresión de sus ojos era nueva. Esa expresión tormentosa e ilegible. Como si estuviera peleando contra algo interior y subterráneo. Lo sentía estremecerse como si la emoción que lo embargaba a duras penas pudiera sostenerlo.

- Por favor- habló en voz alta y suave. El eco de su voz le recordó que en ese momento, en esa instancia los dos se encontraban solos -Es que ya no sé que hacer para acercarme a ti. He agotado todos los recursos, y todas las posibilidades, y sé que me lo merezco... pero escúchame.

- Vete.

- Al menos dame la posibilidad de explicarme- ella se cruzó de brazos y desvió la vista mirando hacia afuera, hacia el clima tormentoso que seguía sin intenciones de parar -Desde el principio no hice las cosas bien contigo, idee un plan horrible y cruel, y pensé que sería fácil engañarte. Tú tenías todo lo que yo deseaba en ese momento y me parecía injusto...

Sin embargo Asuna sintió que la máscara de fortaleza que tanto le había costado erigir en torno a sus heridos sentimientos, estaba resquebrajándose. Sus ojos comenzaron a escocerle y ella supo que el alud de lágrimas arrancaría pronto si no hacía algo al respecto.

Y se juró vehementemente no derramar más por ese chico casi hombre que en esos momentos se la comía con la mirada. Rogando que ella lo escuchara, rogando explicarse y lograr un perdón que luego de un año aún le parecía imposible.

La lluvia de allá afuera la atrajo, y sin importarle su frágil vestimenta escapó hacia el aguacero. Apretó los libros contra su pecho odiándose por no haber traído ni mochila, ni abrigo, ni paraguas, y se concentró en correr como loca atravesando todo el sendero. Entonces supo que la humedad que escapaba de sus ojos no era fruto de la lluvia que caía sin misericordia sobre ella, era el saldo del maremoto de emociones encontradas que se gestaba en su interior y que buscaba escapar de algún modo. Igual que su respiración jadeante que poco a poco fue quebrándose hasta que débiles sollozos salieron de sus labios, hasta convertirse en un llanto en toda regla.

Ni siquiera veía el camino que hacía, las gotas picaban al caer con cierta violencia sobre su ser, sentía el vestido pegado a su cuerpo, sus zapatos chorreando, pero se empecinó en seguir. Debía escapar, huir de él. No quería que la viera rota.

Sin embargo, el par de brazos la atrapó antes de que se rindiera de cansancio. Todavía se encontraban dentro del campus. Y sin duda ofrecían un espectáculo vistoso a todo aquel que observaba desde el interior del edificio; ambos chorreando, forcejeando bajo la lluvia en medio del camino. El llanto legible en el rostro enrojecido de ella, y aunque sonara imposible, palpable en las orbes grises de él.

La tomó de los hombros y la sacudió desesperado -¡Si, fue mi culpa hacerte creer que me había enamorado de ti a primera vista...! ¡Y es cierto, te engañé muchas veces...!- ella sollozó más fuerte y volvió a forcejear, dejando caer los libros a sus pies, y apretando los parpados para no verlo, o para no llorar más -¡Y te mentí...! ¡Y al principio solo pensaba...!- bajó la voz -...en como hacerte daño... Pero entonces, conforme fui conociéndote... me di cuenta de que no solo tenías todo lo que yo quería, de alguna forma tú eras lo que quería tener...

- ¡M-Mientes...!- le gritó con voz quebrada, sacudiéndose -¡Jugaste conmigo todo el tiempo...!

- ¡Sí jugué contigo!- la zarandeó y de pronto la acercó a su cuerpo. Los pies de ella resbalaron en el suelo húmedo y Kazuto la sujetó con fuerza, estaban cerca, separados por una mínima distancia -¡Pero me enamoré de ti de la misma forma! ¡Amándote y odiándome por lo que te hacía! ¿Pero que culpa podía tener? te amaba de tal forma... te amo... aún hoy, después de todo ese tiempo... te sigo amando de la misma manera...

Asuna movió la cabeza, negándose a oírlo, a creerle. Empero Kazuto acortó la distancia y atrapó esos labios fríos y húmedos en un beso torpe. Y pese a que ella lo rechazó de plano, insistió una y otra vez hasta que esa boca se suavizó, y con un suspiro imperceptible se rindió al beso. Cuando eso sucedió, el muchacho soltó sus hombros y la abrazó con fuerza, rodeando su cintura, y luego enredando los dedos en su corto cabello, jalándole quizás algunos mechones conforme la caricia cobraba intensidad, y él sentía que no la dejaría alejarse nunca hasta que respondiera todos y cada uno de sus besos.

Ella lo apaciguó poniendo la mano en su pecho, y el gesto íntimo aquel hizo que volviera a estremecerse como antes, cuando Asuna lo tocaba tímida y generosa. Sus mejillas ardían, y en sus enrojecidos ojos color miel latía esa conocida flama que tanto había echado de menos, rozó sus labios otra vez en gesto insonoro y moduló bajito -Te amo, Asuna. En verdad te amo...

La pelirroja se cobijó en sus brazos, escondiendo la cara en su pecho. Oyendo el latir acelerado de su corazón que palpitaba tan o más desesperado que el suyo.

- T-También te amo, Kazuto... N-Nunca he dejado de hacerlo...- musitó contra los pliegues de la ropa humedecida de él, y el abrazo que se cernía sobre ella, se intensificó hasta que de pronto ya no sintió más frío.

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- A ver déjame ayudarte...- riendo retiró los libros de la muchacha que chorreaban agua y obviamente estaban arruinados -Ya no creo que estos sirvan...- dijo con suavidad -Pero tengo los mismos, así que podremos compartirlos...

Ella lo miró nerviosa -¿En verdad vas a seguir estudiando lo mismo que yo?

Kazuto la contempló allí en el umbral de su casa, su corto cabello oscurecido y casi de una tonalidad castaño oscuro, su vestido diminuto, pegado a sus curvas de un modo infartante que translucía lo que se suponía debía tapar. Él trago saliva - No lo creo, no ahora que tengo de vuelta lo que me pertenece...

Al oírle hablar de ese modo, ella se sonrojó y antes de que pudiera acotar algo, él se acercó y le besó los labios ceñudos, sentía su piel tibia bajo la prenda húmeda, y eso hizo que la caricia se demorara un poco más.

- Kazuto ¿que se supone que haces ahí afuera...?- la demandante voz femenina hizo que ambos se separaran en un santiamén. Pero cuando la señora Midori reconoció ese femenino rostro sonrojado, la cara se le desencajó en una mueca alegre y feliz -¡Asuna-chan!- y así fue hacia ella y la abrazó sin importarle su vestimenta empapada.

- Midori-san...- la voz suave de la muchacha fue un débil canturreo para los oídos de la mujer. Le correspondió como pudo intentando no incomodarla.

- ¡Kazuto como no me avisaste!

- Mamá ni yo sabía que esto pudiera llegar a pasar...- le confesó avergonzado despeinándose el cabello.

La revelación de esas palabras hizo que la dama volviera a abrazar a la visita -Gracias por darle una nueva oportunidad a este tonto muchacho. En verdad gracias, Asuna-chan- le besó la mejilla- Este niño es un gran tonto, pero en verdad te quiere.

Los ojos de la chica se aguaron de nuevo y lo único que le quedó fue asentir fervorosamente una y otra vez.

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- Me gusta tu cabello.

Asuna lo miró abochornada, sintiendo otra vez esa especie de Deja Vu eterno. Estaban sentados en el suelo de la habitación de Kazuto. Ella vestía un short y una camisa de él gigante para su talla, pero para el muchacho se veía sexy y fascinante.

- Me gusta tu cabello así- reiteró obviando el rubor en las mejillas de la muchacha -Aunque a principio del cuatrimestre lo tenías más corto... ¿acaso te lo dejaste crecer?

- ¡T-Tú sabes bien porqué...!- proclamó aún más avergonzada.

Kazuto se volvió a ella y alzando la mano deslizó los dedos por su corto cabello. Sonrió conforme caía en cuenta de lo que había dicho.

'A mí me gusta tu cabello largo... no te lo cortes nunca...'

Su mano libre buscó la de ella y sus dedos se entrecruzaron -Gracias...- susurró emocionado sintiendo como la mano pequeña de Asuna depositaba una caricia tierna e intima en el dorso, y luego se acomodaba contra su pecho. Desde lo más profundo de sus entrañas sintió la necesidad de repetir -Gracias.


FIN.


Nota:

Finalmente el desenlace de esta historia que hasta último momento venía comiéndome las entrañas (de igual forma a como la culpa carcomía a nuestro Kazuto) porque estaba dubitativa entre dejar un final abierto, o cerrar la historia entre estos dos y que fueran felices comiendo perdices, y... obviamente mi lado cursi, le ganó al racional, aunque Kazuto bien que la sufrió -espero-

Y como pudieron haber quedado un par de detallecitos sueltos, cosa que detesto leer en fics, trataré de cerrar todo lo más posible con esta serie de Omakes. Listos? ahí vamos.


Omake I:

- ¿Pero porqué?- la hermosa joven de gafas lloraba su alma entera frente al chico, quien pese a que se encontraba junto a ella veía hacia un lado con gesto melancólico. Llevaba los brazos muertos a un lado y su postura no denotaba el mínimo intento de acercarse.

Shino alzó la mirada y no lo reconoció. No, ese hombre de aspecto herido y perdido no era el Kazuto alegre y soberbio del cual se había enamorado tres años atrás. Esta sombra que tenía ante ella, era un mísero fantasma del que supo amar. Porque podía tener su misma fisonomía, y la profundidad de sus ojos y su cabello y llamarse igual, pero de seis meses atrás a esta parte era una persona completamente diferente.

- ¿Te enamoraste de ella?- aventuró como esa vez que se encontraban dentro de su apartamento en alguna de esas tardes apasionadas que compartían.

Y esperó, con la tonta esperanza de que respondiera como esa vez 'No, no y no. ¿Porque siempre preguntas la misma estupidez...?'

- Sí- afirmó como si acabara de hallar la voz en las profundidades de su garganta -No sé como, ni en que momento fue.

- ¿Por eso dejaste de verme?

- Sí.

Eso dolió. Dolió horriblemente. Se quitó los lentes y se cubrió el rostro con las dos manos, a estas alturas no le importó desahogarse frente a él, porque lo había perdido. Definitivamente lo había perdido.

Y cuando Kazuto la abrazó con fuerza, apoyando la barbilla en su cabeza Shino sintió que el gesto se sentía diferente. No era un abrazo de amantes, era una acción cariñosa como la que brindarías a una amiga, o a una hermana para contenerla. Y pese a que se encontraba allí, en ese lugar donde antes se refugiara millones de veces, sintió frío.

Entonces se dio cuenta, quizás de la forma más cruel, que Kazuto ya no la podía calmar. Porque pertenecía a alguien más, y aunque la pelirroja no se hallaba presente, advertía su esencia allí, como si de pronto ella fuera la otra, no al revés.

- Lo siento Shino...- él susurró contra su cabello. Y esa fue la premisa de que ya no volvería a verlo. Que ese abrazo frío y brusco era el adiós definitivo de dos almas que supieron entenderse un día pero ya no más.


Omake II:

- ¡Asuna! ¿Que diablos has hecho? ¡Mira como luce tu cabello...! ¡¿Estas loca...?!

Los gritos se oían desde la calle más o menos.

Y la destinataria a esos planteos se contemplaba sorprendida en uno de los espejos de la sala. Su otrora magnifico cabello mandarina había desaparecido en un abrir y cerrar de tijeras. Se lo había cortado al ras de la nuca dejando más largos los mechones delanteros que enmarcaban su pálido rostro.

Era un corte de cabello muy jugado, se lo habia dicho su estilista. Y Asuna prefirió arriesgarse. En verdad a esas alturas de la vida no tenía nada que perder.

- Hazlo- había dicho con la poca confianza que aún tenía.

Y la peluquera cortó y cortó hasta que quedó conforme y orgullosa de su resultado. El cuello alargado de la muchacha atraía la atención a sus hombros pequeños, y a la blancura inmaculada de su piel. El aspecto de niña de bien había desaparecido por completo, dándole paso a la mujer independiente y segura de si que tanto ansiaba mostrar.

- ¿Como se te ocurre hacer algo semejante? ¡Mírate, pareces una cualquiera...!- siguió con los sermones la señora Kyouko contemplando indignada a esa joven que la enfrentaba con una mueca burlona. Vestida con un short ceñido y una blusa a cuadros, en un look demasiado informal para su gusto.

- ¿Una cualquiera?- repitió la muchacha sonriendo con intención -Quizás estés en lo cierto, madre... porque ya no soy la niñita que siempre intentaste proteger entre algodones. ¡Mírame! ¿No me notas extraña, más... adulta? Ahora soy una mujer. Ya no soy una niña...

- ¿Que estás diciendo Asuna...?

La muchacha amplió la sonrisa al decir con toda sinceridad -Que dejé que un muchacho me desvirgara, madre. ¿Acaso quieres más detalles?

Y en verdad si la señora Kyouko no se hubiera desecho en un ataque de histeria en ese momento, algo terrible hubiera ocurrido. Pero Asuna observó con aburrimiento como la distinguida dama se estremecía agitada en el costoso sillón de la sala mientras clamaba a viva voz una venganza por aquella deshonra, en tanto las mucamas de la casa la atendían desesperadas. Ignorándola, la muchacha se observó una vez más en aquel espejo en tanto su madre se consumía en lágrimas, y entonces conforme con lo que veía, volvió a salir a la calle.

Esa tarde una nueva Asuna había nacido, y su progenitora aún estaba experimentando las consecuencias de dicho acontecimiento, como si los dolores de parto aún la atacaran.

Pero verdaderamente a la pelirroja no le importó en absoluto.


Omake III:

- Hola divinura ¿estas sola?

Un muchacho de cabello rubio y voz agradable se ubicó frente a ella con una sonrisa galante. Quizás fue el impacto de su presencia, pero la joven retrocedió hasta que su cadera chocó con el filo de la barra a sus espaldas.

- En verdad aprecio mi soledad- le respondió sincera.

- ¿Pero porqué así cuando podemos pasarlo bien los dos juntos?- insistió deslizando un dedo por su brazo desnudo.

- Si fuera tú no haría eso- dijo ella sin mirarlo pero en su voz apretada se distinguió un ligero cambio.

- ¿No haría qué?- envalentonado de que la preciosa joven no hiciera movimiento alguno, le rozó la tersa mejilla con mano ansiosa, y se acercó conmovido al encuentro de esos labios rojos -Siempre tuve la duda de que si las pelirrojas serían tan candentes como su color de cabello...

- No querrás averiguarlo- fue lo único que dijo.

Y en un santiamén hizo volar casi 360 grados la cara del pobre imbécil de una bofetada, y estaba preparándose para 'acomodarle' las ideas nuevamente cuando el tipo retrocedió asustado ante tanta muestra de carácter.

- ¡Estás loca...!

- Tranquilo, me lo dicen todo el tiempo- le sonrió angelicalmente antes de mirarlo con esa expresión férrea y peligrosa -Ahora piérdete.

Ni se dejó repetir la orden. El chico se alejó como alma que lleva el diablo.

- Asuna debes dejar de hacer eso con cada hombre que intenta acercarse a ti- Rika comentó preocupada ofreciéndole un refresco a su amiga -No puedes medir a todos por una mala experiencia.

- Ya lo sé- bebió un sorbo enfriando sus sentidos -Pero no puedo evitarlo, es muy divertido.


Omake IV:

- Hola primor...- el alegre muchacho pelirrojo ensayó una sonrisa galante cuando se acercó donde la castaña. Esta lo esperaba con un mohín ruboroso -Te ves encantadora.

- Gracias Ryo.

El muchacho le extendió la mano para que ella la tomara. Caminaron así a la par por la acera, platicando alegremente, compartiendo recuerdos y anécdotas. Y fue allí cuando descubrieron que indirectamente se habían visto en el pasado, pese a que no se recordaban.

- ¿En verdad ibas a esa aburrida escuela de señoritas?

- ¡No era aburrida! Y guardo muy buenos recuerdos de ese lugar. Mi mejor amiga la conocí allí...

- ¡Claro de allí era la nerd...!

La forma en la que Ryoutarou pronunció eso, con ese tono burlón y como si no se diera cuenta, hizo que Rika le pegara un codazo para nada disimulado en las costillas -No hables así de Asuna, ella es una gran persona.

- ¿A-Asuna...? ¿La nerd es tu amiga?

- ¿La conoces?- Rika aventuró sorprendida. Y ambos se detuvieron al pie de una plaza. Buscaron un asiento libre y se sentaron sin soltarse las manos.

- En realidad no, pero...- rió como si le contaran un chiste viejo -Un viejo amigo mío estaba loco por ella.

- ¿Un amigo tuyo...?- repitió lentamente hasta que entendió -Tú... ¿conoces a Kazuto?

- Pues claro, éramos compañeros en aquel entonces. Además es mi mejor amigo...

Y Rika se congeló.

En su mente todo el panorama se abrió entendiendo inmediatamente como habían sido las cosas.

- ¡No puedo creerlo! ¡Tú tuviste que ver en esa atrocidad de arruinar la vida de una pobre muchacha!

- ¿Eh...? Espera Rika.

- Asuna no merecía nada de lo que le hicieron... ¿Sabes cuantas veces ha llorado esa traición? ¿Cuanto le ha costado sobreponerse a una humillación tal?

- En verdad no sabía...

- Yo no debería estar hablando contigo en este momento- se puso de pie indignada dispuesto a marcharse.

- ¿Porque tenemos que pelear nosotros por un problema que no nos interesa?

Aquello enfureció a la bella castaña -¡Es mi mejor amiga de quien estamos hablando! ¡Y fueron tú y ese imbécil los que pisotearon su confianza...! -conforme su enojo trascendía su voz se iba agudizando cada vez más, al punto de que le dio la espalda -¡No quiero volver a verte!

- ¿Qué?

- No puedo salir contigo cuando le has hecho demasiado daño a mi mejor amiga.

- Kazuto en verdad la amaba, aunque no lo descubrió hasta que fue muy tarde- le soltó y la congeló en medio de su marcha -Cuando se dio cuenta ya estaba todo perdido. Lo único que le quedó fue enfrentar las consecuencias de sus actos.

- ¿Cómo lo sabes?

- Así como tú, fui testigo de todo ese momento...

Rika se llevó una mano a la barbilla en gesto pensativo -La única forma en la que te perdone todo esto, es que encuentres alguna forma de remediarlo. Según tengo entendido, Asuna no ha vuelto a verlo desde entonces.

- ¿Remediarlo? ¿Yo...?

- ¡Ha sido tu culpa indirectamente!- lo señaló enojada con su dedo índice -Y si en verdad en algo te importo, hallarás un modo de recomponer la situación para ellos. Hasta entonces no quiero verte.

- ¡Pero Rika!- el pelirrojo exclamó espantado.

- ¡No quiero volver a verte hasta que soluciones un poco todo este lío!


Omake V:

- Tengo información importante para ti...

Kazuto observó a su mejor amigo por encima de la cubierta del libro de mecatrónica que estaba leyendo. Suspiró con aburrimiento -No me interesa.

- Conozco la universidad en la que ella estudia.

- ¿Eh...?- cerró el libro de golpe mirándolo -¿De qué hablas?

- Sé que todo este tiempo has intentado rastrear el paradero de Asuna Yuuki sin resultados. Bueno, tengo su ubicación exacta.

- ¿Cómo la conseguiste? ¿Por arte de magia?

- Mi novia... bueno, mi ex-futura novia me confió el detalle.

Era obvio que Kazuto no le creía. Y no entendió ni jota lo que le dijo.

- ¿Entonces quieres el dato o no?

- ¿Cual es la trampa?

- Ninguna... ¡Solo quiero recuperar a mi chica!- Ryoutarou exclamó comicamente alzando las manos con acento derrotado -Matriculate en su universidad y enamórala, sal con ella y tengan muchos hiiijos. Así dejarás de tener esa fea cara de velorio.

El pelinegro sonrió entonces, en el primer gesto real que le veía hacer en mucho tiempo.

- Sí me dices donde puedo encontrar a Asuna me aseguraré de cumplir eso. Créeme que sería un loco si vuelvo a dejar que se aleje de mí.

- Ve por ella Romeo.

Kazuto extendió el brazo, y en un gesto poco común en él, le revolvió el rojizo cabello de su mejor amigo, y luego le dio un coscorrón en la cabeza.

- Gracias compadre. Que no te queden dudas de que recuperaré lo que por derecho es mío, así me cueste uno o mil intentos.

E indudablemente fue lo que el atractivo muchacho hizo.


Fin Omakes!

Por fiiiiinnnnn! My God siento que mi cerebro acaba de desconectarse de este escrito.

Espero que les haya gustado el final (o los finales alternos) y sé que algunos dirán: Porque actualiza hoy? Fácil: HOY 21/09 ES MI CUMPLEAÑOS wiiii! Y tengo la costumbre (desde los fandoms que vengo) de siempre subir una o dos actualizaciones en mi fecha de cumples como una forma de hacerles un pequeño regalo, y porque... ¡Amo recibir reviews deseándome felicidades xDDDD!

Así que: si desean saludarme por reviews seré muy, muy, muy feliz. En verdad ^-^

Gracias por tanto cariño en este fandom! el mes que viene ya cumplo un año aquí, y sé que ha pasado muy rapido el tiempo, y les estoy profundamente agradecida por el caluroso recibimiento que mis locas historias han tenido.

Os Adoro. Gracias por tanto ^_~

Sumi Chan~