AN: Muchas gracias por seguir conmigo y con esta historia. Esta es la continuación de There and Back Again. Espero que os guste y por favor no dudéis en contarme que os parece en los comentarios.


We were strangers, on a crazy adventure

Never dreaming, how our dreams would come true

Now here we stand, unafraid of the future

At the beginning with you

And life is a road that I wanna keep going

Love is a river, I wanna keep flowing

Life is a road, now and forever, wonderful journey

I'll be there when the world stops turning

I'll be there when the storm is through

In the end I wanna be standing

At the beginning with you

Era extraño tener a Bilbo en su vida. Extraño compartir con él prácticamente su día a día. Era cierto que no vivían juntos, pero se veían tan a menudo que era como si se estuviesen preparando para ello. En cierta forma lo estaban. Era extraño de una forma agradable. Thorin había notado como todo era más sencillo, acciones que antes le costaban esfuerzo y dedicación ahora salían prácticamente solas. El rey de Erebor no era un enano de diplomacia, no era uno de esos reyes acostumbrados a llevar su reino desde un escritorio. Era alguien de acción, de objetivos claros y metas alcanzables. Desde que había empezado a gobernar Erebor había notado parte de él desaparecer, como si la carga de la burocracia y los acuerdos le enterrasen, dejando solo su fachada. Desde que había vuelto Bilbo todo había cambiado. Ahora tenía una meta, un objetivo. Toda su determinación estaba en hacer de Erebor un hogar para Bilbo, en que su pueblo amase al hobbit y en casarse con él.

Notó la puerta de su despacho abrirse pero no levantó la vista. Conocía esos pasos silenciosos.

'Turghalwê.' Dijo Bilbo antes de besarle la mejilla.

Su acento era diferente a cualquier acento que Thorin había oído en su vida. Extraño a la par que exótico, dejando claro que la persona que hablaba no había aprendido el lenguaje de niño, ni era enano. Su pronunciación, sin embargo, era perfecta.

'Kunh abhur mênu mabahrul?' Dijo Thorin más despacio de lo normal, moviendo la silla para que Bilbo pudiese sentarse en sus rodillas.

'Id-manar.' Contestó el hobbit con una sonrisa, orgulloso de entender la pregunta.

Thorin sonrió mientras acariciaba la cara de Bilbo. En estos últimos meses el hobbit había hecho tanto. No solo había conseguido que los campos empezasen a volver a la vida; el color de la tierra más sano, cubierta de césped y pequeñas flores salvajes. Sino que había dedicado cada minuto restante en aprender todo lo posible sobre su cultura y sus costumbres.

Al principio Thorin no había estado muy seguro de la propuesta de Bilbo. No sabía si era realmente una buena idea, no se había imaginado nunca gobernando con alguien. Y cuando había descubierto que estaba enamorado del mediano, no había imaginado que este fuese a cumplir con las funciones de consorte. Le había imaginado a su lado, pero no así. Ahora, cuando la idea empezaba a cobrar forma, cuando veía lo mucho que Bilbo tenía que aportar, lo valiosas que eran sus opiniones, la paz mental que le proporcionaba cuando tenía que resolver algo difícil, lo fácil que era todo a su lado, se daba cuenta que no sabía cómo había habido un tiempo en el que pensase dejar a Bilbo en segundo plano. Cada día se daba cuenta de que le necesitaba, no solo para estar él en paz, sino para ser un mejor rey para su pueblo.

'¿Qué haces esta noche?' Le preguntó el hobbit, volviendo a su lengua natal.

'¿Qué me propones?' Sus manos en la caderas de Bilbo. Se había vuelto adicto al tacto de su piel, a la suavidad de su cuerpo.

'He estado recogiendo champiñones estos últimos días, y tengo suficientes para hacer una crema.'

No solo Bilbo había estado aprendiendo de su cultura, Thorin había aprendido de la de Bilbo. Había sido el propio rey el que lo había propuesto una noche no muy lejos de su primera noche juntos. Cuando por fin había hecho la pregunta que llevaba en su mente varios días.

'¿Es normal?' Le preguntó una vez que su respiración había vuelto a ser estable.

'¿El qué?' Notó como Bilbo se colocaba encima de él, tumbándose. Le gustaba esa posición, notar el peso de Bilbo sobre él, verle la cara tan de cerca, solo tener que mover el brazo para tocarle.

'La cantidad de veces que llegas al…' No tuvo que terminar la frase. Notó, por los mofletes sonrojados de Bilbo, que le hobbit sabía a qué se refería.

'Sí. Al menos entre los hobbits lo es.'

Thorin tumbó su cabeza en la almohada, pensando en lo que Bilbo le acababa de decir.

'¿Cuántas veces es lo normal?' Dijo sin mirarle a los ojos. Notó como Bilbo se movía un poco, como si estuviese incómodo. No sabía porqué le estaba preguntando eso, pero necesitaba saberlo. Necesitaba averiguar si le estaba dando todo lo que debía o si acababa muy pronto.

'No lo sé.' La voz del hobbit era más baja, tímida, y Thorin le miró. 'No es como si hubiese tenido mucha experiencia antes.' Dijo mirando para otro lado.

Thorin se recostó, moviéndose para tener la espalda contra el cabecero. Lo que le acababa de decir Bilbo le había sacudido, pues no se lo esperaba, no después de haber estado con él, de cómo había estado con él.

'¿Cuántas parejas has tenido?'

Bilbo miró para otro lado y Thorin no necesitó su respuesta. Una ola de preocupación le recorrió el cuerpo. Él había sido la primera pareja que había tenido, la primera persona en tocarle donde le había tocado, el primero en entrar en él.

'No es como si no hubiese tenido experiencia.' Dijo el hobbit respondiendo a Thorin. 'Es que no así… No sé como sois vosotros con esto, pero los hobbits no somos tan abiertos. Normalmente no estás con la persona hasta que te casas con ella. He tenido momentos de toqueteo, pero nada serio, nada así y bueno…' Bilbo se movió, sentándose a su lado, y Thorin aprovechó para colocarse mejor. 'Es solo que nunca he tenido la ocasión de ir tan lejos, nunca he estado con alguien así.'

'¿Por qué no me lo dijiste?' El tono de Thorin dejaba entrever su pesar. 'Si lo hubiese sabido…'

'¿Habrías actuado distinto?' Dijo Bilbo, acabando su frase.

'Sí.'

Bilbo resopló. 'Por eso no te dije nada, Thorin. No quería que actuases distinto, no quería… Thorin, llevo tanto tiempo deseando esto, tanto tiempo esperando a alguien con quien tener lo que tengo contigo. Había pensado que nunca iba a ser posible.' Bilbo colocó sus manos en su pecho, acariciando el espeso vello. 'Esto, nosotros, nunca habría sido posible en la Comarca.' Su voz estaba cargada de pena, y Thorin entendió.

El rey se dio cuenta de que había muchas cosas que desconocía. Muchas cosas que ignoraba de Bilbo. En ese momento se dio cuenta que no sabía cómo había sido el hobbit antes de conocerlo, no sabía de sus costumbres, de su cultura, no más que las pequeñas historias que le había contado este durante la aventura. Thorin pensó que eso no estaba bien. Si Bilbo iba a quedarse en Erebor, si iba a aprender de ellos, lo mínimo es que Thorin aprendiese de él. Necesitaba conocer su cultura si quería hacerle feliz. Tan sencillo como eso.

'Desde que te conocí he dado por sentadas muchas cosas y ahora me doy cuenta que no debería. Sé tan poco de ti, Bilbo, de tu cultura, de tus costumbres.' Thorin juntó su frente con la del hobbit. 'Me gustaría aprender.'

Bilbo asintió y Thorin notó sus labios, dulces y firmes, contra los suyos.

'Puedo estar en tus aposentos a última hora. Aún me queda mucho que hacer.' Dijo Thorin con resignación, pues sabía lo importantes que eran los champiñones para Bilbo, como el hobbit los atesoraba como si fuesen gemas preciosas.

'Te esperaré.' Dijo levantándose. Thorin le dejó ir, echando de menos su tacto nada más hacerlo.

No dijo nada más, se marchó, y al cerrar la puerta Thorin se quedó solo. Se quitó el pelo de la cara, y volvió a mirar a sus documentos. Cuanto antes acabase antes podría irse.

/

Bofur corrió agarrando su sombrero. '¡Bilbo!'

El hobbit se giró y vio a su amigo venir a su encuentro. Por suerte conocía a los enanos y se puso a un lado, impidiendo así que Bofur se lo llevase por delante al frenar.

'Bofur. ¿Qué sucede?'

'Nada.' Le contestó el enano. 'Te he visto y quería saludarte. Hace mucho que no nos vemos.' Dijo este recuperando rápidamente el aliento.

'Nos vimos hace tres días.' El tono de Bilbo era alegre, feliz.

'Pues eso, hace mucho. Ven, deja que te invite a un té.' Dijo cogiendo del brazo a su amigo. 'Hay mucho de lo que tenemos que hablar.'

Bilbo dejó que Bofur le guiase. No tardó en reconocer a donde se dirigían. Era la tetería que solían frecuentar siempre. Una situada en una esquina superior de la parte Este, con simples decoraciones que recordaba a tiempos pasados de gran esplendor. Era bonita y acogedora y había un sofá, situado al final de la sala, que estaba prácticamente reservado para ellos.

'Buenas tardes Ravor.' Dijo Bilbo al entrar, saludando al dueño.

'Buenas tardes Bilbo.' Contestó este con una sonrisa sincera. '¿Lo de siempre?'

'Sí, gracias.'

'Acaban de salir del horno unas galletas de nueces realmente buenas.'

'¿Nos puedes llevar cuatro?' Dijo el hobbit, con ese tono educado que encantaba a Ravor.

'Por supuesto. Tenéis el sitio libre.'

'Gracias.' Dijo Bofur, llevándose a Bilbo.

El hobbit notó como su amigo estaba realmente ansioso por hablar con él y se despidió del enano con una señal de mano.

'¿Qué sucede?' Le preguntó nada más sentarse.

'Hoy ha vuelto a venir.' Dijo Bofur con tono de susurro, pero hablando igual de alto.

'¿Quién?'

'La enana. La enana con el recogido en forma de lazo que lleva viniendo desde hace un mes.'

'Ah.' Bilbo sabía a quién se refería. Hacía ya un mes que una enana visitaba la tienda de juguetes de Bifur y no compraba nada. Bofur lo había descubierto cuando su primo se lo había contado una vez que este había ido a hacerle una visita. Siempre la misma enana, más o menos a la misma hora, en días alternos. Bifur no le había dado importancia, pero Bofur pensaba que la tenía. Era un misterio, uno que él y su mejor amigo debían resolver.

'¿No has pensado que puede que esté interesada en Bifur?'

Bofur le miró, sorprendido. Su primo no era precisamente el modelo de enano ideal, no con todos los problemas que tenía. Bofur y Bombur le amaban y no les había importado cuidar de él después de que volviese de la guerra con el hacha clavada. Nunca había vuelto a ser el mismo, pero seguía siendo ese enano tierno con el que habían jugado de pequeños.

'No veo por qué te sorprendes tanto. Bifur es un enano encantador.' Dijo Bilbo mientras movía el pequeño florero para dejar sitio al té.

Bilbo siempre había visto a Bifur así, nunca había dado demasiada importancia a que fuese completamente distinto al resto, que tuviese comportamientos extraños o que no pudiese comunicarse con él. Desde que se conocieron, Bilbo había intentado ser su amigo, aún con los problemas que eso ocasionaba, y Bifur le había correspondido los sentimientos, encontrando en Bilbo alguien con quien poder estar en silencio y hablar de cualquier cosa sin sentirse juzgado. El hecho de que Bilbo estuviese aprendiendo khuzdul solo había ayudado, pues ahora Bilbo entendía parte de lo que Bifur le contaba.

'Si, bueno. Sabes que le adoro, pero no es precisamente alguien con quien entablar una relación. No sé, Bilbo. Tengo miedo de que no quiera algo bueno. Al fin y al cabo Bifur es rico, es un noble ahora, y temo que sus intenciones no sean las mejores.'

Bilbo se sirvió azúcar mientras pensaba en lo que Bofur le acaba de decir. Era un opción, pero precipitarse tampoco estaba bien.

'¿Por qué no vamos los dos un día que sepamos que ella va a estar ahí? Así observamos y hablo con ella, a ver si averiguo algo.'

Bofur sonrió, esa sonrisa tan abierta y característica suya. 'Bilbo, eres el mejor.' Dijo abrazándolo. Bilbo sonrió, le alegraba poder ayudar a su amigo.

/

'Esta delicioso.' Dijo Thorin nada más probar la crema. Nunca había comido champiñones y setas en toda su vida, siempre había pensado que esas cosas eran venenosas, nunca hasta que había tenido a un hobbit en su vida. Si algo había aprendido Thorin, era que los hobbits valoraban los champiñones y las setas como si fueran mithril. Era un honor que este le invitase a la crema que había hecho.

'Gracias.' Dijo Bilbo con una sonrisa, y empezó a comer. Ambos estuvieron en silencio un rato, disfrutando de la crema.

La casa que había sido asignada a Bilbo no era muy grande, no para estándares enanos, pero tenía todo lo que el hobbit necesitaba. Un dormitorio, un estudio, una cocina, un baño, luz, y estar cerca de Thorin. Bilbo llevaba unos meses viviendo allí y se sentía a gusto, sin embargo había un tema del que quería hablar con Thorin. Pensaba que ya era tiempo de sacarlo.

'Thorin. Me gustaría hablar contigo de algo.' Dijo dejando la cuchara para coger un poco de pan.

Thorin le miró pero no dejó de comer.

'Es sobre los aposentos reales. Me preguntaba si me podrías decir porqué no vives allí.'

Thorin tomó lo que le quedaba de crema y dejó la cuchara. Bilbo no había sacado el tema en todo ese tiempo, no desde que se había dado cuenta de que no vivía donde el rey solía vivir. Thorin sabía que tarde o temprano el tema saldría, pero no por ello se había preparado una respuesta.

'Es donde vivió mi abuelo.' Dijo siendo sincero. Eso era algo nuevo para él también, el poder abrir su corazón a Bilbo, el saber que dijese lo que dijese este no le jugaría, que podía hablar con libertad. El hecho de no ser su rey, de no tener que ser una figura de autoridad para alguien, era nuevo, pero liberador.

'E imagino que todos los reyes antes que él.' Dijo Bilbo continuando con el tema, queriendo llegar al asunto.

'Lo intenté.' Dijo mirando la copa semi vacía de vino. 'Fui a los aposentos y abrí la puerta, pero no pude entrar. Es como si su sombra siguiese allí.' Thorin dejó de hablar. Recordando el momento. Había olido el polvo, el aire cerrado, había mirado a su alrededor y había visto todo lo que él no quería ser. No quería vivir así, rodeado de oro, de lujos que había olvidado, lujos con los que había vivido sin ellos durante más de cien años. No quería vivir en ese lugar, no así. No rodeado de oro. Nunca más rodeado de oro. 'Es todo demasiado…'

Bilbo asintió, aunque sabía que Thorin no le estaba mirando. Comprendía lo que Thorin quería decir, pues había sentido lo mismo cuando había estado allí. Sin embargo, sabía que Thorin debía vivir allí, era lo correcto, era el rey, y mandaba una imagen equivocada que no lo hiciese. Había oído algunos rumores, no muchos, pero sí los suficientes como para preocuparse.

'Estaba pensando que quizás podríamos vivir allí.' Dijo Bilbo y Thorin le miró, sorprendido. 'He estado pensando y quizás sería buena idea. Ya sabes, podríamos redecorar todo, poner las cosas que me quiero traer de Bolsón Cerrado. Hacerlo nuestro.' Su voz era ligera, como queriendo dar poca importancia al tema, algo que Thorin agradeció.

'El consorte tiene apartamentos separados.' Dijo Thorin y Bilbo cerró la boca. Bilbo no había pensado en eso. ¿Quería decir que no iban a vivir juntos? 'Olvida lo que he dicho.' Se apresuró a decir Thorin.

'No. No lo sabía. Pensaba que íbamos a vivir juntos.' Bilbo pensaba que iba a poder construir un hogar, un sitio donde Thorin se sintiese cómodo, donde desease estar. Cómo había hecho su padre por su madre.

'Bilbo, olvídalo. Es tradicional que el consorte o reina tenga sus propios aposentos en la misma planta, pero no tienes que usarlos. Si te soy sincero no había pensado en ello, en dónde viviríamos. Pero ahora que lo dices tienes razón. Necesitamos un lugar, los aposentos que tengo ahora se nos quedarían pequeños. Podríamos hacerlo.' Dijo sonriendo ligeramente, alargando la mano para coger la de Bilbo. 'Podríamos reformarlo y hacerlo nuestro.' En su voz había más confianza e ilusión que la que sentía realmente.

Bilbo sonrió y apretó su mano.

/

Thorin abrió la puerta lentamente, notando las motas de polvo moverse. Entró, despacio, y miró a su alrededor. Por un momento se sintió un niño de nuevo, entrando sin ser invitado, rompiendo las normas. Recordó una de la veces que lo había hecho, cómo los guardias le habían echado en seguida, pues su abuelo estaba ocupado y no podía ser molestado. Se sintió pequeño, fuera de lugar, en los aposentos del rey. Cerró los ojos.

Notó la mano de Bilbo coger la suya, notó como se juntaba a él, y dejó de sentirse pequeño. Volvió a mirar y solo vio una habitación llena de trastos y polvo. Caminaron por las diferentes estancias, dejando a un lado los recuerdos amargos y las inseguridades. En seguida Thorin empezó a darse cuenta de que el sitio tenía potencial. Con cada paso imaginaba todo lo que podía hacer, cómo podía transformar las habitaciones para que fuesen más cómodas para Bilbo. El hobbit no había soltado su mano durante todo el camino, maravillándose de la arquitectura y diciendo comentarios inspiradores. Thorin anotaba en su mente todo lo que Bilbo decía, las ideas que tenía, pero justo antes de salir, cuando estaban a pocos pasos de la puerta, se dio cuenta de que todas sus ideas estaban mal. Se paró, separándose de Bilbo y haciendo que este se girarse. Bilbo había dicho muchas cosas sobre cómo rehabilitar los espacios, pero todo lo que había dicho era para que él se sintiese más cómodo, para hacer del sitio un hogar para Thorin. Eso estaba mal. Thorin no quería otros aposentos que fuesen como los que ya tenía pero más grandes. Thorin quería hacer un hogar para Bilbo. Se giró, viendo el cuarto, recordando cada rincón, cada espacio, y ubicando su posición en la montaña. Una idea cruzó por su mente y sonrió. Sabía lo que tenía que hacer. Cogió la mano de Bilbo y se fueron.

Bilbo no le preguntó qué había pasado, en qué había pensado cuando había soltado su mano. Esa era otra de las cosas que amaba de Bilbo. El hobbit sabía cuando hablar y cuando no. Thorin despidió a Bilbo con un beso en la frente antes de dirigirse a su despacho. Tenía mucho en lo que pensar, tenía una idea en mente y pensaba llevarla a cabo. Horas después Thorin se encontraba con la mangas remangadas, el chaleco en la silla y planos por toda la mesa. El que tenía delante era el modelo final, un plano de la planta completa y las modificaciones que pensaba realizar. Iba a juntar ambos aposentos, iba a crear diferentes espacios, para que ambos pudiesen tener intimidad, pero también espacios para estar juntos. Iba a construir una cocina e iba a recubrirla de madera, al igual que cada espacio que fuese solo para Bilbo; iba a bajar los techos e imitar, en todo lo posible, el estilo de Bolsón Cerrado. La parte que más le ilusionaba era la parte que tenía que discutir con Balin. Pues pensaba construir un jardín para Bilbo en la misma planta, y pensaba usar la magia que sus ancestros habían usado en el pasado para ello.

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Rugur recibió a su capitán expectante. Se levantó de su silla de mando y fue hacia él.

'¿Qué nuevas me traes?'

'Gundabad sigue habitado por orcos. No muchos, pero los suficientes como para oponer batalla. El fuerte sigue ahí, los caminos siguen intactos, aunque hay modificaciones a los planos que me diste, Uzbadê.'

'¿Crees que se puede hacer?' Preguntó el señor de los Puños de Hierro.

'Creo que es posible, pero se necesita tiempo.' Dijo el capitán quitándose la capa de viaje. 'Los caminos pasan entre Azsâlul'abad y Zirinhanâd . Vamos a necesitar otra ruta para pasar sin ser vistos.'

Rugur se giró, caminando hacia la mesa que tenía en medio de la sala, donde un mapa gigante de la zona estaba colocado. Se fijó de nuevo en la montaña y en las colinas. Quería hacerse con Gundabad, era algo que se le había metido en la cabeza y no conseguía quitárselo. Mucho tiempo atrás había sido de su pueblo y lo volvería a ser. Era la ocasión perfecta. Había conocido a Thorin y sabía que el rey no tenía intención alguna de recuperar el antiguo dominio, no tenía intención de ir a la guerra. Pero Rugur sí. Sí se hacía con Gundabad, las Montañas Grises no serían problema. Y una vez estuviesen en su poder podría hacerse con todas las gemas y los metales que allí había. Era un plan perfecto, pues Rugur quería poder, quería crecer, quería expandirse. Por encima de todo, quería joyas, piedras preciosas que no abundaban en sus dominios. Sabía que podía manipular al resto para que le apoyasen, y su momento de atacar era ahora, cuando Thorin llevaba poco tiempo en el trono. Cuando aún era débil.

No buscaba la guerra abierta, de hecho no buscaba la guerra, de ahí la importancia de la sutileza, de planear todo al más mínimo detalle. Rugur era un enano paciente, si hacía falta tiempo, él le dedicaría tiempo. Pues no había olvidado la cara de Thorin, la forma en la que le había humillado en la gala. No había olvidado la ira que hubo en sus ojos cuando había mencionado al mediano. El hobbit… Un idea empezó a tomar forma en la mente del señor de los Puños de Hierro.

'Bavli, llama a Rumol.' Ordenó Rugur a su sirviente. 'Ya es hora de que mandemos a un embajador a Erebor. Quiero saber de cada movimiento de tierra, de cada piedra extraída. Quiero saber si ese mediano sigue ahí.'

/

Balin volvió a repasar el plan. Todo tenía que ser perfecto, era consciente de lo importante que era que el cortejo se llevase de la mejor manera. Bilbo hacía un par de meses que vivía en Erebor y todo parecía estar saliendo bien. Bastantes enanos se preguntaban qué hacía un hobbit viviendo con ellos, pero en seguida se callaban, no dando lugar a rumores. Al fin y al cabo el hobbit no era un hobbit cualquiera, era el que había recuperado Erebor. La Balada de Bilbo Bolsón les era conocida a todos, lo contrario hubiese sido imposible dado que Bofur no había parado de cantarla cada vez que tenía ocasión. Aún así estaban inquietos.

No fue hasta comienzos de verano cuando los cultivos de Valle empezaron a dar frutos. No muchos, simplemente las rápidas verduras que Bilbo había hecho plantar para rejuvenecer la tierra, no los suficientes como para alimentar a dos ciudades. Aún así era comida, más comida de la que solían tener, y en seguida se corrió la voz de que todo había sido gracias al hobbit. Eso era de ayuda. Balin recogió los papeles y salió de su despacho. Hacía mucho que no se había hecho un cortejo Real, no desde que Thror cortejó a su esposa hacía más de trescientos años. Sin embargo, ninguna enano había olvidado cómo había que hacerlo, al menos las bases. El cortejo era algo arraigado en su cultura. Era cierto que no siempre se seguían todos los pasos, pero siempre estaba presente. Era como se habían hecho las cosas desde su creación y era como se seguirían haciendo, pues los Enanos eran un pueblo que valoraba la tradición por encima de todo.

Un cortejo Real, sin embargo, era mucho más que cortejar a alguien, era dar a conocer al pueblo quien sería el futuro consorte real. Era algo decisivo, pues gracias a ello el pueblo se forjaría una opinión del enano en cuestión. En este caso del hobbit, pensó Balin mientras se dirigía al despacho de Thorin. No iba a ser fácil, pues Balin sabía bien que no era algo que fuese a ser recibido con los brazos abiertos. Sin embargo, comprendía porqué Thorin quería hacerlo así, porqué había esperado para anunciarlo. Era algo inteligente, dar tiempo a la gente a conocer a Bilbo para luego presentarlo. La historia que Balin había preparado era que el amor había surgido cuando el hobbit se había mudado a Erebor, aunque había sentimientos antes, de ahí que el cortejo sucediese tan tarde. Era un mentira, claro estaba, pero no podían decir la verdad. Nadie podía saber la intimidad de la relación que mantenían Thorin y Bilbo. Intimidad que no conocía al completo Balin pero que podía imaginar. A veces se preguntaba qué se le pasaba por la cabeza a Thorin. Había sido educado en Erebor, conocía las tradiciones mejor que nadie y valoraba la historia como poca gente. Sin embargo, Bilbo pasaba más noches en los aposentos Reales que en su casa. Eso no estaba bien, no seguía las normas, no seguía la tradición del cortejo. Ningún rey de Erebor había desposado a alguien sin el tradicional cortejo y Thorin no iba a ser el primero. No teniendo en cuenta que pensaba convertir a Bilbo en la segunda persona más poderosa del reino.

Balin sonrió mientras caminaba. Bilbo… Si alguien le hubiese dicho que ese pequeño e inseguro hobbit que había conocido tanto tiempo atrás en su acogedor agujero en la tierra se convertiría un día en consorte de Erebor, hubiese cortado la barba al osado enano. Pero aquí estaban. Bilbo viviendo en Erebor, Thorin siendo rey. Y Balin no sabía cómo, pero cada día daba gracias a Mahal por haber puesto al hobbit en el camino de su rey. Bilbo era bueno para Thorin, era más que bueno. Balin tenía que remontarse a cuando Thorin había sido joven y vivían en la montaña para recordar la última vez que le había visto tan feliz, tan en paz. Todo eso era trabajo de Bilbo, pues ni reconquistar su reino había tenido tal efecto en Thorin. Balin aún recordaba las miradas de Thorin, la apatía general por la que había pasado desde que el hobbit se fue. Bilbo era bueno para Thorin, y Balin sabía que también sería bueno para Erebor. De ahí que su plan no pudiese fallar.

El viejo enano entró en el despacho, esperando encontrase con Thorin trabajando en las nuevas tasas de impuestos sobre la excavación de piedras semipreciosas y en vez de eso se encontró con la espalda de Bilbo, subido en la mesa de Thorin, las manos de este agarrando su cintura y cabeza. El viejo enano no tuvo que seguir caminando para saber qué estaban haciendo. Carraspeó y se deleitó con la cara de vergüenza y asombro de Bilbo, a la par que con la cara de enfado de Thorin.

'Habíamos quedado.' Dijo como bienvenida.

Bilbo se había apartado de Thorin, bajando de la mesa y recolocándose el chaleco. Sin embargo, no se había ido muy lejos pues Thorin le estaba rodeando con un brazo. La cara del hobbit era tan roja como los tomates de los que tanto hablaba. Bilbo miró a Thorin, esperando una respuesta. Por su cara Balin pudo entender que su rey no le había informado de la reunión a Bilbo, al menos no de la hora.

'Se tiene por costumbre llamar antes de entrar.' Thorin lo dijo con un ligero toque de enfado. Aunque Balin no le dio la menor importancia. Conocía demasiado bien a Thorin como para ello.

Se movió, sentándose en la butaca que había al lado del sofá. '¿Empezamos?'

Bilbo se movió, recuperando rápidamente su habitual compostura. 'Voy a pedir que traigan té.' Dijo dejando al habitación con ese sigilo y rapidez tan característico suyo.

Balin miró a Thorin y Thorin le hizo un gesto con la mano como desafiándole a decir algo mientras se acercaba a él.

'Mejor dejamos eso para el ámbito privado.' Dijo Balin.

'Estoy en mi despacho.' Contestó Thorin a modo de excusa.

Balin no contestó. Simplemente espero a que Bilbo volviese con el té y más calmado. Una vez los tres se encontraron sentados, Balin empezó a explicar su propuesta. Iban a empezar anunciando al pueblo la intención de cortejo y la aceptación por parte de Bilbo. Después de eso, todo transcurriría como de costumbre. Thorin le haría un regalo a Bilbo de su especialidad, en el caso del rey la forja, y Bilbo aceptaría, respondiendo con un regalo de su especialidad, en el caso de Bilbo… bueno, aún no no estaban todos los puntos muy claros. Tendrían una comida en público y visitarían distintas partes de Erebor de manera oficial, continuando con los presentes y las muestras de aceptación hasta que pasados los dos meses anunciasen tu compromiso. Balin esperaba que todo fuese bien, que fuese el tiempo suficiente para que Erebor viese a Bilbo con buenos ojos. Era importante que estuviesen conformes, sobretodo teniendo en cuenta que Thorin pensaba abandonar el reino una vez anunciase el matrimonio.

Por su lado, Bilbo había aprendido sobre el cortejo y todos los distintos pasos y los significados de cada regalo en una de las muchas clases que había tenido sobre la cultura de su futuro pueblo adoptivo.

'¿No tenéis algo parecido vosotros?' Le había preguntado Balin ese día, cuando había visto la cara de asombro de Bilbo.

'Sí, claro que si. Pero nada así, no tan… elaborado.' Contestó el hobbit. 'Lo normal es invitar al hobbit a algo, regalarle flores, y cocinarle tu mejor plato. Cuando la cosa es seria se suele invitar a la familia a comer.' Dijo gesticulando con la pluma con la que solía coger notas. 'No hay tantos… Pasos. No es tan estricto.'

'Es tradición. Pero para ser sincero lo corriente no es tan distinto de lo vuestro. Aunque lleva más tiempo. Es solo en casos especiales, como el tuyo, cuando debe llevarse con más cuidado.'

Bilbo miró hacia un lado con cara de molestia. Nunca se hubiese imaginado que iba a ser tan complicado todo. Thorin no lo había hecho complicado, lo había hecho extremadamente sencillo. Sin pasos, sin rituales, sin objetos de devoción. Él le quería y Bilbo le quería a él. Ya estaba. Era sencillo. Sin embargo, pensó Bilbo, hacía tiempo que había empezado a comprender que nada era sencillo cuando uno va a casarse con un rey.

/

Frodo movió las manos, haciendo señas al cuervo, y se separó de sus primos, yendo al encuentro del animal. Su tío le escribía y eso siempre era una alegría para el pequeño Bolsón. Desde que se había ido Bilbo, Frodo le había echado en falta. Cuando habían vivido todos juntos Bilbo siempre le había contado historias y le había hecho galletas buenísimas. Mucho más buenas que las de su madre, aunque eso no lo había dicho. Le echaba de menos, pero con cada carta venía siempre una pequeña historia que su madre le leía por la noche. Su tío siempre se acordaba de él y Frodo no podía esperar el momento de volver a verlo.

'Mamá. Papá.' Gritó entrando en casa. 'Una carta.'

Drogo fue a su encuentro y cogió la carta de manos de su hijo, le acarició el pelo y se fue al sofá para leerla. Todavía recordaba la primera carta que había llegado de su primo. El pobre Hamfast había sido quien la había recibido atada a la pata de un cuervo. Todavía podía oír los gritos de sorpresa y los pasos apresurados hasta Bolsón Cerrado. Ese día Drogo se encontraba en casa y le había recibido con la tetera a punto de sonar.

Drogo se había alegrado al saber que Bilbo estaba bien. Quería a su primo, siempre le había querido más que al resto de sus familiares. Quizás sería porque Bilbo no se metía en su vida. Bilbo estaba ahí cuando lo necesitaba, pero nunca era impertinente, no se metía en sus asuntos ni le daba su opinión cuando no se la había pedido. Siempre se había ocupado de Frodo cuando ellos no podían y les había dejado su casa. Drogo sabía que su primo era raro, no había forma de negarlo después de que desapareciese un año con unos enanos, pero no por eso estaba loco. No como oía de vez en cuando en el mercado o el el Dragón Verde. Quizás precisamente porque conocía a Bilbo mejor que el resto, y porque había estado ahí cuando se había ido por segunda vez, no se sorprendió cuando leyó que iba a quedarse más tiempo en esas tierras.

Meses habían pasado desde entonces y Bilbo había mantenido la correspondencia con él gracias a ese cuervo. Al principio Drogo había tenido miedo, pues nunca había visto a un cuervo así, tan grande, con esos ojos tan inteligentes, pero Frodo no había dudado en ir a tocarlo; y al ver que no le hacía nada, Drogo había quitado el trozo de papel que había atado a su pata. Desde entonces el cuervo les visitaba a menudo y siempre esperaba hasta que Drogo escribía una respuesta. Era como si le entendiese, y a veces Drogo pensaba que el cuervo estaba a punto de hablar. Sabía que eso era absurdo, los cuervos no hablan, pero aún así lo pensaba.

Abrió la carta, rompiendo con cuidado el sello de cera con forma de bellota, y empezó a leer.

"Querido Drogo:

Espero que todo vaya bien y que los tres estéis felices. Cómo te comenté en la anterior carta ahora vivo en la Montaña. No es tan oscura y fría como imaginas, es un sitio precioso. Si pudieses verlo, Drogo, te maravillarías. No hay nada igual en el mundo. Tu sabes que he viajado bastante y créeme cuando te dijo que es de una belleza sin igual. Cada día está más reconstruida y se nota como se llena de vida. Caminar por el mercado es una experiencia única, con puestos de cosas de todas partes del mundo. Bueno… no de todas, no hay nada de la Comarca. Pero aún así es especial. Me gusta.

Sigo trabajando para ayudar a los hombres a cultivar los terrenos. El campo empieza a dar frutos, pero creo que no volverá a la vida hasta pasado un año, con suerte. El fuego arrasó esta tierra y lleva inerte mucho tiempo, aún así tengo fe.

Lo que te voy a contar a continuación agradecería que se corriese la voz lo menos posible. Voy a volver a la Comarca a finales de año. He decidido quedarme a vivir aquí, en Erebor. Sé que te debe de parecer una locura, casi puedo imaginar tu cara ahorma mismo, pero estoy decidido. Voy a ir con unos amigos a recoger ciertas cosas. Eso no quiere decir que tengas que irte, de verdad. Puedes quedarte todo lo que quieras, es más, puedes quedarte para siempre. Ya hablaremos en persona, pero no tengo intención de vender Bolsón Cerrado. No quiero desprenderme de él pues pienso ir de visita de vez en cuando. Es precisamente por eso por lo que me encantaría que te quedases.

Llegaré para pasar el invierno. Tengo muchas ganas de veros a todos. Da muchos besos a Primula y a Frodo. Aquí te mando otra pequeña historia que espero que le guste. Saluda a Hamfast y dile que estoy siguiendo todos sus consejos y que de momento todo va bien.

Saludos.

Bilbo Bolsón."

Drogo dejó caer los brazos y cogió aire para luego soltarlo muy lentamente. Miró a su hijo, el cual le miraba expectante. Volvió a leer la carta. Sí. La había leído bien. Bueno, pensó, tengo que contestar algo. Y con ese pensamiento se fue a buscar papel y tinta. No usaba el estudio de Bilbo, no lo había tocado desde que se había ido, le parecía una falta de respeto, por lo que se había traído su propio escritorio y lo había puesto en una de las múltiples habitaciones.

Cogió la pluma y miró el papel.

"Querido Bilbo:

Me alegra saber que vienes. Tendré la casa lista. Me da que tenemos mucho de que hablar. Si puedes hazme saber cuantos amigos vienen contigo para arreglar todo y más o menos la fecha.

Gracias. Un abrazo muy fuerte.

Drogo."

Miró la carta. No sabía qué más añadir. No había mucho que decir, no después de lo que había leído.

"PD: Frodo adora tus cuentos, gracias por ellos."

Salió afuera y buscó al cuervo. Lo vio posado sobre el buzón. En cuanto el animal vio que llevaba una carta en la mano fue a él y se posó en el poste de la luz. Drogo le puso la carta en la pata, le acarició la cabeza y le vio irse, volando hacia el este.

Bilbo venía, pero no para quedarse, fue todo lo que pensó mientras entraba en casa acompañado de un Frodo lleno de preguntas sobre su tío.

Continuará…

Turghalwê: Mi dulce barba.

Kunh abhur mênu mabahrul?: ¿Dónde aprendiste eso?

'Id-manar': El mercado

Uzbadê: mi Señor.

Azsâlul'abad: Montaña Solitaria

Zirinhanâd: Colinas de Hierro