And now we know,
Our hearts are strong,
Where we belong
Is side by side.
And so we'll hold
Each other close,
And in our souls
We're standing by.
Bilbo se despertó notando como los rayos del sol le golpeaban los ojos. Se llevó el brazo a la cara y trató de evitar la luz. No fue hasta unos segundos más tarde cuando quitó el brazo con prisa y los abrió, sorprendido al notarla. Desde que vivía en la montaña nunca se había despertado gracias al sol, siempre al oír las campanas o por causas naturales. Giró la cabeza y vio como la luz venía de la ventana situada a la izquierda de la cama, los rayos del sol entraban por ella haciendo que el suelo y los pies de la cama se llenasen de los colores de las vidrieras. Bilbo miró a su alrededor, notando el familiar pero sin embargo desconocido cuarto, y sonrió. No había sido un sueño. Estaba en su nuevo hogar, en el hogar que Thorin había hecho construir para él.
Se giró, viendo como Thorin dormía a su lado, roncando ligeramente. Bilbo se volvió a apoyar contra la almohada, disfrutando de esos minutos de paz, de poder fijase en el rostro del enano. Parecía más joven cuando dormía, sin el ceño fruncido. La cicatriz de la frente se le marcaba más, sobretodo por la ceja. El pelo le caía en cascadas por los hombros, unos cuantos mechones tapando sus ojos. Bilbo los quitó con cuidado, sabiendo que no le despertaría. No supo cuánto tiempo estuvo así, perdiéndose en cada detalle de su piel, en las cicatrices de su pecho, en lo que podía ver del tatuaje de su hombro.
Notó como le entraba el hambre, pero no quería moverse, no quería que Thorin se despertase sin que él estuviese allí, no su primer día casados. Pensó en la despensa, en que seguramente tendría todo lo necesario para hacer un buen desayuno. Sonrió, sabiendo que no necesitaba volver a comer en el comedor común si no quisiese, que no necesitaba encargar comida de la cocina real. Que podía hacerla él, podía hacer todo él.
'Thorin.' Dijo sin tocarle, sabiendo que no era buena idea despertarle así. 'Thorin.' Volvió a repetir esta vez un poco más alto.
Vio como Thorin movía los ojos y enterraba la cabeza en la almohada. El enano dio un gruñido que Bilbo interpretó como que estaba despierto.
'Tengo hambre.'
Thorin soltó otro gruñido. Bilbo sonrió.
'Voy a ir a hacer el desayuno. Estrenar la cocina.' Bilbo le quitó el pelo que le tapaba la cara, apreciando lo suave que era. '¿Quieres venir?'
Thorin abrió los ojos, tratando de fijarse en Bilbo, pero los volvió a cerrar, no acostumbrado a tanta luz tan temprano. Sus anteriores aposentos no tenían una ventana en el dormitorio.
'Ve.' Su voz ronca. 'Yo te sigo.'
Bilbo le besó la mejilla antes de quitarse las sábanas y saltar de la cama. Cogió su bata, la cual había encontrado colocada en la silla del dormitorio la noche anterior, y se la puso, notando como olía a limpio y no a la caravana como había pensado.
Salió del cuarto y trató de recordar el camino a la cocina. No le importó perderse, pues no podía de dejar de maravillarse con todo lo que veía. Ahora que era de día y que había luz natural, Bilbo podía fijarse en lo precioso que era todo. No era una simple réplica. Era un homenaje, todo lo que Bilbo siempre había dicho que añoraba de su hogar. Habían conseguido imitar el estilo pero sin perder el alma de Erebor, y Bilbo no podía ser más feliz. Llegó a la cocina y se sintió cómo niño en el solsticio de Yule al abrir los cajones y ver todas las cacerolas y sartenes nuevas. Colocó una de mediano tamaño sobre el fuego y se fue a buscar la forma de encenderlo. No tardó en encontrar las dos piedras y los instrumentos necesarios. Una vez el fuego estuvo encendido buscó la tetera de hierro para hervir el agua. No podía dejar de sonreír, sabía que estaba haciendo acciones cotidianas, pero cada paso que daba le llenaba de alegría.
Salió de la cocina y buscó la despensa, recordaba que estaba en la entrada. Abrió las puertas plegables y cogió la cesta que había en el suelo, sin duda una idea de Ori. Tendría que agradecérselo luego. La lleno de panceta, huevos, tomates y pan. No fue hasta que echó la carne a freír cuando notó esos brazos que tan bien conocía envolverle la cintura. Thorin no tardó en besarle el pelo.
'¿Quieres algo más?' Preguntó Bilbo indicando lo que pensaba cocinar.
'No, gracias.'
Bilbo asintió y movió la panceta para asegurarse de que no se pegaba.
'El agua debería estar ya caliente. ¿Por qué no haces café?'
Thorin le volvió a besar la cabeza antes de separarse, poniéndose con la tarea asignada.
Desayunaron en su nueva mesa de la cocina, Thorin respondiendo a cada una de las preguntas que Bilbo tenía sobre la casa y su construcción, Bilbo sin perder en ningún momento la sonrisa.
/
Bilbo debió de hacer sabido que no podía escapar las ropas ni la vergüenza de que Thorin le coronase. Pero no le importaba, era un precio que estaba más que dispuesto a pagar. Se puso las tres, pues cinco capas de ropa eran demasiado, dijesen lo que dijesen esos enanos, y dejó que le peinasen, pues él aún no había aprendido a hacerse la trenza y Thorin estaba demasiado ocupado como para ello.
No tardó en encontrarse en la sala del trono, con todos los invitados nobles y eminentes de la boda ahí. Miró a Elrond, el cual se encontraba en lo alto, junto a su pequeño séquito. El elfo le sonrió, y Bilbo se relajó. Le había prometido a su amigo enseñarle la Montaña reconstruida por la tarde, una vez la ceremonia hubiese acabado y fuese libre de nuevo. Tenía muchas preguntas para Elrond, pero sabía que no debía de hacerse ilusiones, pues conociendo al elfo acabaría la conversación con más preguntas que respuestas.
Gandalf también estaba ahí, y ese era otro al cual Bilbo debía invitar a tomar té en su nueva casa. Había pasado casi un año desde la última vez que le había visto y quería saber de su vida, de sus planes. Y cerciorarse de que dejaba a Thorin y Erebor tranquilos.
La ceremonia empezó y Bilbo se arrodilló contra en cojín que seguramente había colocado Dori. Vio la delicada corona que traía Balin, más parecida a la de los elfos que a la de un enano, y no pudo evitar abrir la boca. No la había visto hasta ahora, y no es como si tuviera mucho tiempo para fijarse, pero por lo que veía era ligera y dorada. Bilbo agachó la cabeza, dejando que las frases que Thorin decía no le intimidasen demasiado, tratando de olvidarse de lo absurdo que le parecía todo, de como horas atrás ambos habían estado sentados en su nuevo invernadero, Bilbo planeando todo lo que pensaba plantar con Thorin apoyado tras él.
Bilbo notó la delicada corona en su cabeza, agradeciendo que no le fuese pesada, y elevó la vista, fijándose en Thorin. Iba vestido con todos los aderezos propios de un rey enano. Una visión completamente opuesta a la de ayer pero que hacía que Bilbo se encendiese por dentro igualmente. Era cierto que prefería al Thorin más cotidiano, pero le gustaba verle así también, en su elemento, como el rey que era.
Thorin le ofreció la mano y Bilbo la tomó, respirando antes de darse la vuelta y fijarse en cuanta gente había ahí. Por suerte no tuvo que decir nada pues los aplausos no tardaron en sonar, al igual que los gritos de alegría. Bilbo se giró, viendo como Fili y Kili le sonreían, ambos situados al lado de su madre a la derecha del trono. Bilbo les guiño el ojo y Fili se lo guiñó de vuelta. No podía evitar sentirse orgulloso de ellos, de lo mucho que habían crecido, de lo buenos príncipes que eran. Volvió la vista a Thorin al sentir su mano en su espalda.
'Creo que lo peor ya ha pasado.' Le dijo el rey.
Bilbo respiró y asintió, sabiendo que era verdad.
'¿Te es pesada?' Preguntó, y Bilbo tardó en unos segundos en darse cuenta de que se refería a la corona.
'No.' Se llevó la mano a la cabeza, notando el metal, quitándosela con cuidado para poder apreciarla mejor.
Dos tiras planas de oro le daban forma, con hojas de roble entre medias de ellas y pequeñas bellotas de decoración. Era más parecida a una tiara por el tamaño, pero estaba completamente cerrada. Sin lugar a dudas había sido hecha para él, pues el tamaño, la ligereza y los motivos ornamentales lo dejaban claro.
'Es preciosa.'
Thorin sonrió. Cogiéndosela con cuidado y volviendo a depositarla en la cabeza del mediano.
'Tuve que imaginar la medida,' dijo Thorin, colocándole el pelo para que le quedase perfecto. 'Pero me alegra saber que es de tu tamaño.'
Bilbo le miró con los ojos abiertos, sin poder creer lo que había oído.
'Vamos a empezar.' Oyó decir a Balin a su lado, sabiendo que debían colocarse para la entrega de los regalos. Bilbo miró rápidamente y pudo ver la larga fila que había en la Sala del Trono, llegando pasada la puerta.
'¿La has hecho tú?' Preguntó mientras dejaba que Balin le guiase al lado del trono. Vio como Thorin se sentaba en él con una sonrisa.
'No.' Thorin sonrió. 'Yo solo hice el diseño básico.' El rey se colocó la capa mientras se inclinaba para acercarse más a él. 'Soy un herrero, no un joyero.'
Bilbo giró sus ojos sin poder evitar una mueca de exasperación, haciéndole saber a Thorin que no era tan gracioso como él pensaba.
'Pero si lo que quieres es una daga que vaya a juego con tu abre cartas.' Dijo el enano, sin inmutarse lo más mínimo por la burla de Bilbo. 'Será todo mi honor.'
'Quizás me regalen una.' Respondió Bilbo viendo por el rabillo del ojo como Dain se acercaba con lo que sin duda era un cofre enorme. 'Aunque puede que te encargue una pala para el jardín.'
Solo él oyó la seca risa de Thorin, entre ofendida y divertida. Bilbo miró al frente y dejó que su cara fuese perfectamente correcta, había soportado muchas reuniones familiares en La Comarca y esto no podía ser peor. Al fin y al cabo, él siempre había sido un perfecto huésped.
/
Thorin y Bilbo discutirían mucho sobre los regalos que habían recibido más tarde. Sobre cómo Thorin le había parecido ofensivos unos, y como a Bilbo le había parecido innecesarios otros. No se pondrían de acuerdo en ninguno, y quizás era de esperar, dado que ambos tenían ideas muy opuestas de lo que era útil y lo que se debía regalar a unos recién casados. Pero por muchas discusiones que tuviesen al respecto, Bilbo siempre defendería por encima de todo el regalo de Elrond. El elfo fue el único de los nobles que asistieron que no hicieron un regalo conjunto, donde en la mayoría de los casos eran cosas para Thorin que el rey no necesitaba. Elrond les había regalado cinco sacos de tierra perteneciente a tus huertos en Rivendell. Bilbo había tocado esa tierra en todas las estancias que había estado allí. Sabía lo fértil que era, lo llena de vida. Nada más verla había mirado a Elrond con recelo, pues no sabía cómo el elfo conocía de la existencia de su jardín. Aún así no dudo darle las gracias, impidiendo que la exclamación de indignación de Dwalin se oyese.
Bilbo había dedicado la mayoría de la tierra a la parte central del jardín, donde pensaba plantar sus tomates y otras hortalizas, pero había dejado la justa para llenar la maceta que Dis le había regalado. Fue nada más acabar de rellenarla, asegurándose que no iba a caerse gracias a la cuerda que había atado a sus lados, cuando notó que era observado. Se dio la vuelta y vio a Thorin apoyado contra la puerta circular que daba paso a la enorme terraza.
'Thorin, vienes en el momento perfecto.'
'Venía a buscarte, bunnel. Gandalf pregunta por ti.'
Bilbo fue hacia él, limpiándose las manos en los pantalones. 'Gandalf puede esperar.' Dijo moviendo la nariz. 'Hay algo más importante que debemos hacer antes.'
Thorin levantó las cejas, sorprendido con la respuesta del mediano. No muchos se atrevían a hacer esperar al mago. Siguió a Bilbo hasta su nuevo despacho y vio como éste sacaba un pequeño saco. En seguida se dio la vuelta y cogió la mano de Thorin.
'Ven,' le dijo tirando de él. 'Te necesito para esto.'
Thorin se dejó guiar de nuevo al jardín. Bajando la pequeña rampa hasta llegar a la barandilla natural de piedra que separaba el terreno de la ladera de la montaña. Ahí estaba la maceta llena de la tierra del elfo.
Bilbo le soltó y vio como éste abría el saco y dejaba que su interior cayese en su mano. Thorin al principio no podía creerse lo que veía. No podía ser la misma bellota. No después de todos esos años.
'No la plantaste.' No era una pregunta, pero su voz estaba llena de asombro.
'Quise hacerlo.' Contestó Bilbo sin dejar de mirar a la bellota. 'Pensé hacerlo en mi jardín, en Bolsón Cerrado. Así podría recordar…' Vio como el hobbit respiraba, moviendo la bellota en su mano. 'Pero no pude. Plantarla sería aceptar que todo había acabado, cerrar por completo ese capítulo de mi vida.' Bilbo miró a Thorin y el enano entendió. 'No quería decirte adiós.'
Thorin le cogió la mano que tenía la bellota y se la cerró con cariño. 'La has guardado todo este tiempo.' Sus palabras familiares sin saber por qué.
Bilbo sonrió y asintió. 'Al principio lo hice porque no estaba listo, porque cada vez que la veía recordaba todo lo que vivimos juntos… Recordaba que un día se transformaría en un roble. Luego cuando vine aquí…' Bilbo abrió la mano y Thorin le siguió el movimiento. 'Quería plantarla contigo.' El hobbit le miró lleno de amor. 'Quiero que la veamos crecer juntos.'
Thorin se conmovió, pues sabía lo importante que era para Bilbo, lo mucho que había estado esperando ese momento. El enano llevó la mano del hobbit hacia la maceta, indicándole que estaba listo. Vio como Bilbo le sonreía y colocaba la bellota con cuidado en el centro, empujándola y asegurándose que se enterraba por completo.
'Un día será un hermoso roble, y nos podremos sentar a su sombra de mayores.'
Thorin respiró, tratando de evitar las emociones que las palabras de Bilbo le trasmitían. Se limitó a acercarse a él y abrazarlo, volcando todo su amor en su gesto.
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Thorin volvió a mirar el mapa que Fili le había traído del Orocarni, recostándose en la silla de su despacho. Su sobrino le había asegurado que Argola había organizado las Montañas Rojas lo mejor posible dado la incertidumbre política, que el nuevo líder de los Puños de Hierro era alguien que no daría problemas. Pero Thorin podía notar cómo Fili no había estado del todo convencido al decir eso.
Oyó cómo golpeaban a la puerta y dio permiso para que entrasen. No tardó en oír las fuertes pisadas de Dain.
'¿No deberías estar con tu hobbit?' Había cierto desdén en el tono de Dain, pero no maldad.
Thorin sabía que su primo nunca comprendería sus sentimientos por Bilbo. Que solo lo aceptaba porque eran familia y Thorin su rey. Que si le pidiese ayuda para disolver el matrimonio Dain no preguntaría por qué, solo cuándo.
'Tengo el resto de mi vida para ello.' Respondió Thorin, indicándole con la mano la silla de delante de su mesa. No queriendo decirle que Bilbo estaba tomando el té con Elrond y Gandalf en el jardín secreto que le había construido tirando abajo la sala de labores de su abuela. 'Quería hablar contigo de algo mientras estás aquí.'
Vio como Dain miraba alrededor. 'Nuevo despacho.' El enano cogió la silla y se sentó. '¿No era el de Thror?'
'Ahora es el mío.' Contestó Thorin, moviendo el mapa para que estuviese en medio de ambos. 'Al igual que la planta. Te ofrecería un tour, pero no te he llamado para hablar del inmobiliario.'
Dain río, aceptando el comentario, y miró el mapa mientras se sentaba. '¿Baraz'abbad?' Thorin asintió. '¿Qué deseas saber?'
'¿Qué trato tienes con ellos?'
Dain le miró sorprendido, pero vio la seriedad en los ojos de Thorin.
'Nulo.' Su voz sincera. 'Algunos enanos errantes llegan de vez en cuando a Zirinhanâd. Pero no tienden a quedarse, solo están por el comercio y luego se van.'
'¿Qué comercian?'
'Pieles, tintes.' Dain gesticuló con las manos dándole a entender que materiales de poca importancia. '¿Por qué el repentino interés?'
Thorin miró a su primo, sabiendo que necesitaba aliados. Dain era de fiar, no solo era familia, sino que era el único que había decidido acudir en su ayuda con la batalla. Dain le quería lo suficiente como para aceptar a Bilbo, algo que bien sabía él no era fácil para el enano.
'De todas las montañas en las que habitamos, Baraz'abbad es la más desconocida. Cuatro de nuestros siete clanes habitan allí.'
'Clanes liderados por enanos de baja cuna que juegan a ser nobles.' Refutó Dain. 'No son guerreros como nosotros, o mineros como los de Khagal'abbad. No hay nada en ellos que merezca atención.'
'¿Recuerdas a Rugur? ¿El Señor de los Puños de Hierro?'
'¿El tipejo ese que armó jaleo en la Gala? ¿El que quiso conquistar Gundabad para ti?'
Thorin asintió. 'Esa es la historia oficial. Deja que te cuente lo que pasó en realidad.'
Dain le miró expectante, escuchando el relato de Thorin, notando cómo le hervía la sangre. Sorprendido al saber que el rey había tapado todo lo sucedido, evitando una guerra entre ambos clanes.
'¿Y quién los gobierna ahora?'
'Un tal Farmus. Alguien que era de su Consejo según Fili.' Thorin se acomodó en la silla, pues la espalda le había empezado a doler de la tensión. 'Argola dice que es de fiar.'
Dain levantó las cejas, sorprendido al oír esas palabras. '¿Y nos fiamos de Argola?'
Thorin sonrió, era por motivos como esos por los que quería a su primo. 'No.'
Dain no tardó en responderle a la sonrisa, pero Thorin podía ver que el enano seguía perdido. 'Creo que hay más en ellos de lo que sabemos, que merecen nuestra atención.' Hizo una pausa para que Dain sintiese la seriedad de lo que iba a decir a continuación. 'Te he llamado aquí porque creo que va siendo hora de unificar a nuestro pueblo.'
El Señor de las Colinas de Hierro estuvo unos segundos en silencio, digiriendo lo que Thorin le acababa de decir. '¿Quieres unir el Orocarni con Erebor?'
'No. Quiero que la alianza que me han jurado sea algo más que una promesa vacía.' Thorin se puso de pie, rodeando la silla. 'Quiero que haya comercio de nuevo entre nuestros pueblos, que los siete clanes vivan conectados, restablecer los Concilios de antaño.'
'Thorin, de los siete clanes el único que tiene rey es el nuestro. El resto…'
'Cuando Smaug atacó tuvimos que mendigar hasta pedir asilo en Ered Luin, y aún así nos dejaron quedarnos siempre y cuando no afectásemos su vida o su comercio.' La voz de Thorin se había vuelto dura, recordando esos días. 'Ninguno de los seis clanes hizo nada por ayudar, nada por honrar la promesa jurada ante la Piedra del Arca.' Thorin paró a Dain con la mano antes de que le pudiese interrumpir. 'Y ese es el problema. No puede ser que lo que nos una como pueblo sea una alianza de ayuda ligada a una piedra, por muy poderosa que ésta sea.' Thorin se recostó contra la mesa, sin perder la mirada de Dain. 'Quiero que que vuelvan a celebrarse los Concilios de antaño, los juegos y festejos entre los clanes. Devolver el sentimiento de unión, saber que nunca más un pueblo enano va a tener que vagar por la Tierra Media mendigando comida. Que siempre que un clan tenga un problema tendrá a donde acudir.'
'¿A Erebor?' Dain se levantó, empezando a comprender lo que Thorin le decía pero no del todo convencido. 'Thorin, Erebor aún no tiene estabilidad económica ni social para albergar lo que dices. No tiene ni siquiera un ejército o una ruta de comercio estable con Khagal'abbad.' Puso su mano en el hombro de Thorin, con cariño. 'Tienes demasiado en tus manos como para querer reinar sobre todos.'
'Quizás no ahora. Pero si no empezamos a establecer esos cimientos nunca veremos resultados.'
Dain se separó y miró el mapa, fijándose en los puntos que había colocados en él. 'Esto va más allá de querer unir nuestra raza de nuevo, ¿no? Más allá de intercambios culturales y comerciales.'
Thorin le miró, sopesando sus opciones. No había hablado con nadie de su verdadera motivación desde su conversación con Gandalf, ni siquiera Bilbo. Al principio se había negado a ha seguir el consejo del mago, pues ya tenía suficientes problemas con la reconstrucción de Erebor como para involucrase con los tejemanejes de magos y elfos. Pero Bilbo había tenido razón cuando había dicho que él era el único rey que tenían, que no solo debía preocuparse de los Barbiluengos, sino que tenía cierta obligación para con el resto de clanes.
'El enemigo ha vuelto, Thorin.' Dijo Gandalf levantándose y caminando por su despacho.
Thorin tardó unos segundos en averiguar a quien se refería el mago. '¿Sauron?' Preguntó el rey enano, el cual conocía la leyenda, pues había estudiado no solo la historia de su pueblo, sino la de la Tierra Media cuando había sido un joven príncipe. Sabía cómo de todos los clanes solo Durin IV había mandado un ejército a ayudar a los Hombres y Elfos en La Batalla de la Última Alianza.
'Fue él el que organizó a los orcos de Gundabad, el general de Azog.' Gandalf paró, mirándole intensamente como siempre que quería trasmitirle algo que él consideraba de máxima importancia. 'Debemos mantenernos alerta, asegurarnos de que no volverá a tener dominio sobre la Tierra Media.'
'¿Es una amenaza inminente?' Necesitaba saber si la paz que había vivido en esos pocos años desde la batalla iba a acabar.
'No. No ha recuperado su forma corporal. Ha sido debilitado y exiliado a Mordor, pero no por ello debemos de bajar la guardia, pues volverá. Quizás no en los próximos años, pero puede que en las próximas décadas.'
Thorin gruño exasperado. '¿Qué pides de mi Gandalf?' Su tono molesto, pues aunque entendía la preocupación del mago la rehabilitación y la salud de su reino era más importante que una posible amenazada de un enemigo que según le había informado estaba desterrado y debilitado, a la par de sin cuerpo.
'Lo mismo que quería antes de ponerte en camino para reconquistar Erebor. Que vuelvas a juntar a los siete clanes y gobiernes sobre ellos.'
'Tengo suficiente con gobernar Erebor.' Pues aunque Thorin sabía que había parte de razón en las palabras de Gandalf, y que le había prometido a Bilbo interesarse por el resto de los clanes, eso no significaba que fuese a hacerlo de forma inmediata. Ya tenía suficiente entre manos.
Gandalf se volvió a sentar en la silla, dando un trago al vino. El enano vio como trataba de recomponer sus pensamientos, pero Thorin sabía que nada de lo que dijese el mago le iba a convencer. Erebor era su prioridad, establecer rutas estables de comercio con Rhovanion y Eriador era su prioridad, asegurarse de que toda la montaña era reconstruida, que su pueblo volvía al estado de vida de antes del dragón… Eso era su deber. Podía dejar los juegos de poder y vigilancia a los elfos y magos.
'Thorin, todos los clanes te han jurado lealtad. Posees la Piedra del Arca. Tienes el poder y la sangre para gobernarlos. Eres el último heredero de los Siete Padres.'
Thorin le interrumpió. 'No necesito lecciones de linaje, Gandalf. Sé quién soy, y lo que represento. Y sé que ahora que sabes que Erebor esta segura quieres usarme para otra de tus maquinaciones. Pero no soy un peón que puedas mover a voluntad.' Para el final de la frase había elevado la voz, no pudiendo contener la ira que sentía al pensar que Gandalf creía que podía usarle a voluntad.
'¡Qué me libren de la testarudez de los enanos!' Exclamó Gandalf mirando al cielo, volviendo a ponerse de pie y clavando sus ojos en Thorin. 'No quiero controlarte. Quiero asegurarme de que todo el potencial que tienes no lo desperdicias, que no te sientas sobre tu trono de piedra huyendo de los problemas de los demás.'
'¡Tengo suficientes problemas en mi reino como para irme a solucionar los de otros!'
'Si no unificas a los clanes, si no ocupas el lugar que te corresponde, la responsabilidad que tus antecesores ignoraron, llegará un día en el que no haya reino que gobernar. Donde Erebor sea como Moria, donde solo habiten en las montañas orcos y trasgos.'
Thorin le miró enfadado, pero sabiendo que las palabras de Gandalf estaban cargadas de razón. No le prometió nada al mago, pues en ese momento llamaron a la puerta. Gandalf se fue, dejándole claro por su mirada que la conversación no había acabado.
'Quiero asegurarme de su lealtad. Quiero cerciorarme de que si lo pido, tendré a sus ejércitos a mi disposición.' Dijo contestando a Dain. Señaló el mapa, colocando un dedo sobre Mordor. 'Y quiero saber todo lo que sale y entra de ese reino.'
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Bilbo se fijó en cómo encendían poco a poco las luces de Valle. La cuidad a sus espaldas estaba empezado a recoger por el día, en unas horas los guardias cerrarían las grandes puertas del reino, asegurando la tranquilidad de los habitantes de Erebor. Bilbo se apoyó en la muralla, no pudiendo evitar pensar en cuando había estado contra ella, las manos de Thorin agarrándole sin piedad. No había sido hasta ese momento, mirando a los ojos del enano y no viendo ese brillo suyo, cuando había temido por su vida. Bilbo acarició la piedra, dejando que sus dedos recorriesen las vetas naturales.
Giró la cabeza, viendo la argolla donde había atado la cuerda para salir de Erebor, buscando algún tipo de paz entre los pueblos. Tenía que haber sabido que sería inútil, que Thorin no estaba en condiciones de dialogar. Bilbo no había sido consciente de cuánta razón había tenido Smaug hasta que no se encontró al otro lado de ese reino, los gritos de Thorin pidiendo su muerte aún en sus oídos, su corazón rompiéndose sin él poder hacer nada para evitarlo. No había sabido entonces cómo de fuerte era la enfermedad que se apoderaría del rey, cómo sería el único enemigo que no podría luchar.
Thorin le había contado que había sido su voz la que más tarde le había ayudado a hacerle ver, a recordar quién era. Su voz la que siempre estaba ahí cuando dudaba, cuando sentía que el tesoro le llamaba. Bilbo sabía que había posibilidades de que Thorin volviese a caer sobre la influencia del oro, que no había sido algo momentáneo, sino una enfermedad arraigada en su familia. Pero Bilbo también sabía que Thorin era fuerte, que quería ser mejor, que quería una vida alejada lo más posible de riquezas y lujos. El hobbit sonrió, pues nunca hubiese imaginado que Thorin le regalaría un smial, que elegiría tener una vida cotidiana, sin sirvientes que cumpliesen cualquiera de sus deseos, sin el estatus que un rey se merecía.
'No recuperé Erebor por el oro.' Contestó Thorin cuando Bilbo le preguntó si estaba seguro de querer vivir así. 'Lo recuperé para devolver a mi pueblo su hogar.'
'Thorin, eres un rey.' Bilbo caminó hacia él, dejando que su nueva chimenea iluminase su cara. 'Los reyes tienen sirvientes y grandes salones, ostentosos aposentos.' Puso su mano sobre el pecho del enano, notando la suavidad de su camisa. 'Por mucho que ame lo que has construido para mi, no me parece gusto privarte del privilegio que te ha sido negado todo este tiempo.'
Thorin cogió las manos del hobbit entre las suyas, acariciándolas y notando las pequeñas cicatrices que su aventura había dejado en ellas. 'He vivido gran parte de mi vida en humildes alojamientos, incluidas mis últimas décadas en Ered Luin. Puedo vivir así.'
'No es cuestión de poder, Thorin.' Bilbo no pudo evitar la irritación de su voz. 'Es cuestión de que no tienes por qué. Te mereces todo lo que te ha sido privado, todo lo que es tuyo por derecho.'
Thorin dejó las manos de Bilbo, girándose y fijándose en el fuego. Bilbo dio un paso hacia él al notar le silencio, tocándole el hombro.
'Temo vivir rodeado de riquezas.' Oyó como Thorin susurraba. 'Temo acostumbrarme a ellas y querer más. No poder saciarme.' Bilbo bajó su mano, acercándose más a él y abrazándolo. 'Temo que el oro vuelva a poner sus garras en mi mente, dejar de ser yo.'
'Thorin…'
Thorin se giró. 'No digas que no va a pasar, pues sabes que puede suceder.'
Bilbo no dijo nada, pues Thorin tenía razón. Al cabo de unos segundos notó las manos de Thorin acariciar sus brazos.
'Quiero una vida sencilla, Bilbo. Quiero poder dejar la corona y las obligaciones al final del día y volver a nuestro hogar, a esto.' Señaló el nuevo salón, volviendo rápidamente sus ojos a él. 'Quiero que seas feliz y quiero recordar que hay algo más importante que el oro y el poder.' El enano pegó su frente a la del hobbit. 'Quiero honrar la promesa que te hice y ser solo tu esposo. Al menos aquí, en nuestros aposentos, quiero ser solo Thorin.'
'Esta empezando a refrescar.' Oyó una voz a sus espaldas y Bilbo sonrió, notando como el recuerdo de la otra noche desaparecía. 'Deberías abrigarte más si deseas estar aquí fuera.'
Bilbo no se giró, pero hizo un ruido de aprobación sin querer al notar cómo Thorin le ponía su capa sobre los hombros. 'No tenía pensado quedarme mucho. No me he percatado de la hora.'
'¿Perdido en tus pensamientos?' El rey se colocó a su lado. La luz de las antorchas situadas en las columnas iluminando su corona, haciendo que su perfil fuese todo lo majestuoso que Bilbo siempre había imaginado un rey ser. Bilbo asintió. '¿Buenos?'
'Nuestros.' Fue la respuesta del hobbit. Thorin asintió, comprendiendo.
Ambos estuvieron en silencio mientras la guardia cambiaba su turno sobre la muralla, mientras las puertas de Erebor se cerraban, mientras la luna salía de entre las nubes, iluminando la noche.
'El Consejo ha preguntado hoy por ti.' Dijo Thorin sin dejar de mirar al cielo, a las estrellas. 'Quieren saber cuándo vas a ocupar el cargo de forma oficial, qué deseas supervisar, cuáles son tus planes.'
Bilbo refunfuño, pues no había pasado ni una semana desde su coronación. Pensaba que aún tenía tiempo para lidiar con eso. '¿Nada más?' Dijo con sarcasmo.
Thorin volvió sus ojos a él y Bilbo pudo ver como las estrellas se reflejaban en ellos, haciendo que el azul brillase con luz propia. Eran momentos como esos los que le recordaban a Bilbo que Thorin no era un enano común, por mucho que quisiese serlo cuando estaban en privado.
'Les he dicho que les darás una respuesta cuando consideres oportuno.'
'Gracias.' Bilbo se apoyó contra Thorin, dejando que su cabeza se colocase en el hombro del enano, recordando que no importaba quién les viese, pues no había nada más que ocultar entre ellos. Thorin no tardó en rodear su cintura, haciendo que Bilbo estuviese más cómodo.
'¿Tienes algo en mente?' Preguntó Thorin. 'Sabes que lo que desees hacer yo te apoyaré.'
Bilbo movió la nariz, pues aunque no había hablado de ello con nadie, había bastantes cosas que quería hacer, numerosas preguntas que necesitaban respuesta. Quería conocer las festividades de los enanos, su cultura, su vida diaria. Quería asegurarse de que el pueblo era feliz ahora que empezaban a tener una montaña casi reconstruida y cultivos sostenibles en Valle. Quería involucrarse con el día a día del pueblo, con cuestiones demasiado pequeñas para Thorin o su Consejo. Y quería visitar el tesoro… Quería saber con certeza cuánta riqueza tenían. Quería lidiar con el problema que Thorin había estado evitando hasta entonces.
Sabía que el enano tenía razón en su temor, que Bilbo debía apoyarlo en su decisión de alejarse de exuberancias, en ayudarle a recordar todos los días lo que era de verdad importante. Pero no iba a permitir que nadie más explotase esa debilidad de su esposo. Si Thorin no podía lidiar con el tesoro, no podía supervisarlo por miedo a su poder, él lo haría. Thorin quería devolver la vida de antaño a su pueblo, y Bilbo le pensaba ayudar a ello. Ahora tenía poder para estudiar los textos secretos escritos en khuzdul, ahora tenia acceso a toda la información a la que se le había privado hasta entonces. Una ala entera se había abierto a él en la Biblioteca de Erebor y no pensaba desaprovechar la ocasión de conocer más a fondo esa raza tan secreta que ahora consideraba suya.
'Tengo algunas ideas.' Contestó. 'Pero no sé por dónde empezar. No sé qué debería priorizar.'
Thorin le besó la cabeza, y Bilbo supo cómo le olió el pelo, notando el nuevo jabón que había usado esa mañana. Imaginó que el enano estaba satisfecho con el olor al no hacer ningún comentario.
'Tenemos todo el tiempo del mundo, kurdûh. Empieza por donde más te plazca.'
Bilbo sonrió, recostándose contra el fuerte pecho de Thorin, notando los brazos de su esposo rodearle la cintura, la luna iluminar las vistas, Valle a lo lejos, Erebor a sus espaldas. Cerró los ojos, escuchando la suave melodía que Thorin empezó a cantar solo para él, perdiéndose en la historia, sintiéndose, por primera vez en su vida, en completa paz.
FIN
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Baraz'abbad: Orocarni
Zirinhanâd: Colinas de Hierro
Khagal'abbad: Montañas Azules/Ered Luin
Kurdûh: Mi corazón
Gracias a todos, por favor no dudéis en dejarme un comentario con lo que os ha parecido el final y/o la historia. Follow me para saber en cuanto publique la parte 3. ¡Besos!