Disclaimer: No soy dueña de nada y no gano nada con esto.


Escrito para la comunidad de minutitos en LiveJournal.

Promp: #03. Futuro.

Advertencias:
-Transexual!MtF!Yellow (Mujer Transexual)
-Posible OoC.

NOTA: Con esto termina el fic. Es un final medio abrupto pero creo que queda. Lamento haberme tardado año y medio... aunque me cuesta creer que alguien además de mis amigas esperara el final XD, pero bueno, aquí esta, un milagro de primavera (?).


Verdad no tan verdadera y no tan absoluta: Todo tiene un final.

El resto de la tarde fue muy silenciosa para fortuna y molestia de Lance. Fortuna porque realmente después de esa breve –demasiado breve- sesión y todo lo removido no quería seguir indagando más en su yo del pasado y todo lo que sucedió haciendo preguntas inconscientes. Y molestia porque, aparte de seguir en esa molesta ropa ajustada sabía que Ye-Amarillo aún tendría preguntas y en lugar de hacerlas se paseaba por el piso del departamento con su cuaderno en mano, una pluma en la otra y se detenía como por 5 minutos en un punto, garabateaba y se movía.

Era irritante la manera en la que buscaba hacerse la interesante.

El. El interesante.

El, el, el…

Lance encontró entretenimiento en algunos libros viejos que ahí había, pero la verdad sólo podía leer las palabras por si solas sin poder darles sentido alguno. Su mente estaba demasiado entretenida en el pasado después de todo. En ese aquel otro tiempo en el que él tenía más que su apatía y ella tenía algo más que su parsimonia…

Antes, cuando no sabía que viviría más que los demás, que tenía más vida que el resto de las personas y que aún podía decir algo tan mortal YOLO… Lance sabía muy bien lo que quería: terminar con tantas emociones acumuladas en él.

¿Qué como lo haría?

Calmando al bosque.

Otra vez: ¿Qué como lo haría?

Fácil… disminuyendo la mancha urbana de Ciudad Verde.

¿Qué como le hizo?

Saboteando las pocas empresas que hacían que la ciudad generara recursos.

Lance tenía 25 años cuando provocó la caída económica de Ciudad Verde. Yellow-Amarillo tenía 15.

Y el muy maldito logró detener sus planes.

—¿Cómo diste con Giovanni?

La voz había perforado entre el silencio y el sonido de la pluma al rasgar el papel, Lance levantó la cabeza, sólo para encontrar a la dueña de ese departamento sentada en el mismo lugar, pero sin mirarlo.

A veces se preguntaba como era que Amarillo tenía ese don especial de hablarle en los momentos menos oportunos. Ya saben, esos cuando estaba pensando demasiado en todo y no podía contestarle mal ni decirle nada grosero porque eso requería trabajo, y no es que no fuera bueno para entrar en su papel de odioso, pero estaba cansado de tener que hacerlo.

Pero bueno, era lo que tenía. Lo que le quedaba…

Se incorporó para poder sentarse mejor en el sillón, su pierna encima de su rodilla, sus brazos extendidos y apoyados en el respaldo del mueble. Su expresión modificada para mostrar hartazgo, lo cual no era muy difícil si recordaba su conjunto de ese día.

Algo más allá que esto sería imposible. Su actitud tendría que bastar…

—El dio conmigo. Años después de que mandaste todo al demonio y a mí con ello.

La expresión del chico fue una sombría.

—¿No eres demasiado fatalista?

—¿Cuánto te tomó hallarme? —preguntó. Como si la respuesta a esa pregunta fuera pista suficiente para ella.

—Por eso te digo —insistió, su voz algo cansada, posiblemente de la manera en la que Lance le hablaba. Bien—: ¿No eres demasiado fatalista?

—Tal vez… pero yo no soy el que se quedó sin amigos.

El sonido de la pluma contra el papel se detuvo. Lance hubiera sonreído (debería hacerlo), pero le bastaba con saber que, de nueva cuenta, había dado en el blanco.

—Dime ¿quién fue el último en morir? —hace muchos, muchos años hubiera sonreído de lado, con malicia, pero ahora no tenía ganas— ¿Blue o Green? —su voz sonaba tan normal como cuando haces un listado de víveres— ¿O acaso viste a Red muriéndose de viejo a lado de la pelirroja de Ciudad Celeste?

Amarillo levantó la mirada, sin embargo, no lucía triste, dolida, ni nada por el estilo. Su mirada era muy diferente a todo lo que recordaba haber visto en ese rostro y muy similar a lo que siempre veía en el propio: cansancio.

—Esas son cuatro preguntas —su vista bajó a su cuaderno, pero no volvió a dibujar—. No me has contestado la única que te hice.

Lance suspiró, echando la cabeza hacia atrás, como si el techo blanco del departamento pudiera ofrecerle algo. Como si retrasando sus respuestas pudiera retrasar lo que ya estaba encima de ellos.

Lo que insistía en seguir negando.

La mano de Yellow empezó a moverse una vez más, la pluma rasgando contra el papel.

—Dejé de escuchar al bosque –contestó a la pregunta previa que le había hecho. O bueno, mejor dicho, le explicó.

Yellow se detuvo a mirarlo.

—Llevo 50 años buscándote, como te habrás dado cuenta —volvió al papel—. ¿Por qué quería verte Giovanni?

—Porque el bosque le dijo.

—Primero fue Red de un paro cardiaco a los 65, luego Blue cayendo de las escaleras de su casa a los 70 y al final fue Green, siguiéndola semanas después, mientras dormía. Tenía 69. —lo volvió a mirar— ¿puedo saber que te dijo?

—Lo mismo que acabo de decirte yo —ladeó la cabeza— ¿Cómo supiste de Giovanni?

—El bosque —confesó con voz apagada—. Parece que sólo le gusta hablarme cuando tengo problemas… me dijo de Giovanni, pero cuando lo busqué, él ya no estaba. Dejo una carta con su esposa que en ese entonces estaba embarazada. Quería que te buscara.

—No me sorprende que no lo encontrarás. Ese desgraciado se murió.

Y se volvió a detener, pero esta vez de una manera más abrupta, más instintiva y menos cuidadosa. La libreta cayó junto con la pluma, dejando ver los bocetos rápidos de la figura de Lance en las distintas poses de las últimas cuatro horas.

—Creí que dijiste…

—¿Qué cosa? ¿Qué somos inmortales? —la muchacha asintió, aunque sus ojos seguían reflejando su confusión y su cuerpo, estático por la impresión—. Nosotros lo somos.

—¿Y cómo le hizo Giovanni?

—O ya sabes, como siempre nos tiene que pasar todo: el bosque se lo dijo.

Al inicio, que el bosque estuviera callado, que su cuerpo no vibrara con emociones que no le correspondían y que simplemente pudiera entenderse a sí mismo sin necesidad de cuestionar el origen de sus pensamientos para asegurarse de que verdaderamente eran suyos; le pareció buena señal. Creyó haber cumplido con su cometido, que pudo ayudar, servir o salvar al bosque y que por eso permanecía en silencio.

Creyó que había alcanzado la paz.

Pero entonces la vio a ella, en el bosque (su bosque) y moviéndose con lentitud, viendo a la nada, pero atenta a quien le hablaba y que obviamente él ya no escuchaba—.

Lance medio recordaba lo que sintió. Fue algo parecido al enojo.

¿Qué haces aquí?

La niña saltó en su sitio, y se dio la media vuelta dejando ver su cuerpo por completo, él parpadeó porque estaba seguro que era una niña, no un niño, pero dejó aquello de lado al recordar asuntos más importantes.

Estas haciendo las cosas mal.

La voz aún era aguda en aquel entonces, así que aún podías creer que era una chica, sin embargo, tanto consciente como subconsciente parecieron ponerse de acuerdo y lo que robó la atención del pelirrojo en su totalidad y a partes iguales, fueron esas palabras que lo congelaron hasta la medula y detuvo todo tipo de pensamiento y deducciones externas a lo que sentía.

¿De qué estás hablando?

No fue tanto la indignación al saberse "aconsejado" por una persona 10 años menor. Fue más el hecho de saber que, una: ella no le estaba mintiendo; y dos: que el bosque le hablaba en esos momentos y él no lo escuchaba.

Tenía miedo.

—¿Entonces por qué? —exclamó poniéndose en pie, su mirada perdida y desesperada. Y posiblemente su mente estaba trabajando a toda marcha tratando de buscar las palabras que pudieran exteriorizar su sentir.

Y lo que pudo ser una sonrisa nunca se formó en los labios de Lance. De hecho, cualquier tipo de regocijo que le pudiera producir la angustia de la persona delante de él, no llegaba. Sabía que esta era algo así como su oportunidad de sacarla de la jugada, de reírse y dejarla ese estado para no verla hasta dentro de unos sesenta años más si se ocultaba bien. Pero no pudo.

O mejor dicho no quiso.

—¿Por qué nos hace esto? —preguntó, enfocándose en Lance y su mirada impasible.

—Bienvenida al club de los ignorados.

—Es que tu no entiendes…—dijo, sentándose en el sofá e inclinándose hacia él, en una clara muestra de invasión al espacio personal. Sólo que honestamente a ninguno le importaba ya. La chica señalo con su dedo índice su propio oído, su mirada desesperada en Lance—. El bosque aún me habla.

Lance hizo como que la niña no sabía de qué hablaba.

Lo que Yellow hizo fue recolectar pruebas que probaran el sabotaje de Lance. Lance si bien, fue enviado a prisión, lo que lo terminó por dañar fue la ausencia de la voz del bosque.

Sin embargo, a los cinco años salió. La buena conducta y el pago de una fianza pueden hacer eso. Cosa curiosa era que él no tenía dinero.

Ahí fue cuando conoció a Giovanni, a las puertas del reclusorio.

Eres bastante problemático para ser un hijo del bosque.

No es que Lance fuera violento, pero ya estaba harto de tantas cosas y de repente tenía 25 otra vez.

—¿Cómo que aún lo escuchas?

Su último encuentro con Yellow, por extraño que parezca, había sido justo el día que lo detuvieron. Él había ido a casa del, en aquel entonces chico, a exigirle que le regresara unos papeles que le había robado. Forcejearon y ella ya era fuerte como para su edad y tamaño. Pero antes de poder hacerlo alguna otra cosa Red y Green no se lo permitieron y después la policía llegó.

Eso de tirársele encima, tenerla contra el sofá, sujetada por las muñecas y tener sus brazos cruzados por encima de su pecho para impedir que se moviera era algo nuevo para él.

—Lance…

—¿Qué haces aquí si aún lo escuchas? –escupió entre dientes. Su agarre se intensificaba, y podía sentir que la mandíbula le dolía por la presión que hacía, pero necesitaba saber...

—Quería que me explicaras.

Lance sabía que estaba poniendo mucha fuerza, que su agarre podría hacerle daño, pero esta vez no quería soltarla.

Sin embargo, y aún con toda aquella tensión, con toda la fuerza y la amenaza de su persona encima de ella. Yellow lucía tranquila, como si sólo fuera una pequeña molestia y no un próximo peligro.

Apretó aún más el agarre.

—¿Querías que te explicara? —acercó su rostro al de ella, las palabras saliendo de su boca con tanto ímpetu que sintió un desgarre en la garganta, por el cambio en su modulación de voz— ¿En serio sólo querías eso? —insistió viéndola a los ojos, intentando perturbar esa mirada tan tranquila y serena con su coraje y frustración. Sin embargo… — ¿O sólo querías comprobar si era tan miserable como tú?

Su propia voz lo traicionó, disminuyendo su gritó de desesperación a un callado y lamentoso murmuro.

Ya no podía seguir con esa farsa.

Cuando las manos de Yellow se movieron, Lance no hizo nada para detenerlas. Ni si quiera cuando sintió que se liberaban de su agarre y le rodeaban los hombros, forzándolo con suma delicadeza a que se dejara caer.

No dijo nada.

Sólo apoyó sus brazos a cada lado de la cabeza de la rubia quien seguía posicionada en ese extraño abrazo que él no podía terminar de dar.

—Lance, ya se acabó.

El quién eres, por qué, cuándo y dónde se los tuvo que ahorrar. Giovanni dejó bien en claro qué era él cuando le hablo.

Al principio es difícil, saber que sientes, de donde vienen esas sensaciones. Pero con el tiempo… no es que aprendas a controlarlo, sólo aprendes a ignorarlo. Así es el bosque.

¿Eres como yo?

Y como el chico que te metió a la cárcel, sí.

La explicación fue muy, muy parecida a la que le daría a Yellow más adelante. Claro que hubo demasiada incredulidad por su parte, pero Giovanni conocía tan bien los síntomas, que... ¿Qué más podía hacer? Era la primera persona en todo ese tiempo que le ofrecía una explicación "lógica".

¿Si somos inmortales porque sangro?

Pero la lógica no es divertida cuando sólo tú y un desconocido parecen trabajar bajo ella. Era extraño.

Dije inmortales, no inmunes.

¿Has intentado suicidarte?

Giovanni rió, con burla.

Es un bosque, eso de "quitarnos la vida" no sucede con nosotros.

Hablas como si lo hubieras intentado.

¿Tú que cre..es?

Lance no supo que pasó exactamente, pero el hombre mayor a él se detuvo por un segundo o un poquito más casi antes de terminar y entonces empezó a reír. Reír fuerte y con muchas ganas.

Así que para esto querías que viniera…

Lance podía recordar a la perfección lo raro que le habían parecido esas palabras porque sabía, no iban dirigidas a él. Sin embargo, en ese entonces estaba tan harto de todo que se le hizo fácil ignorar el arranque de un hombre que bien podía estar más loco que él. Cuando Giovanni dejó de reír, no lo hizo por falta de aire, lo hizo porque nuevamente era víctima de aquellos que sienten, oyen y ven más que los demás.

No pudo evitar fruncir el ceño al notarlo.

Te ayudé porque el bosque quería que estuvieras fuera —comentó, volviendo a la conversación con Lance—. Un favor que me pidió…

Aja…

Ajá —el hombre sonreía de una manera curiosa, su mirada estaba más allá de lo que lo rodeaba y eso sólo lo irritaba más—. Que por favor pienses en lo que hiciste, y que te calmes.

¿Y no podía decírmelo él?

Primero el mocoso y luego este hombre ¿en serio?

Lo haría si no hubieras dejado de escuchar.

Si otras fueran las circunstancias, si hace algunos años se hubiese llevado acabo ese encuentro, tal vez Lance no estaría acostado contra el respaldo del sofá, con Yellow delante de él, también acostada y dándole la espalda.

—Después de que te fuiste, el bosque pareció estar en paz, triste por la ausencia de su gente, pero en paz. Sin embargo, nunca me decía nada más allá del cómo se sentía.

Pero ya tanto había cambiado

La chica se abrazaba a si misma mientras él se mantenía pegado al respaldo, sus manos lejos de ella, aunque, por precaución, cruzadas encima de su propio pecho.

—Y pasó el tiempo, y la gente iba y venía, los chicos crecían y yo seguí tan igual. El bosque sólo me dijo que no éramos como los demás. Nuestra condición no es biológica...

Eso él lo sabía muy bien.

—Lo descubrí cuando fui a visitar al doctor por las hormonas— ella rio—. Iba con la esperanza de que encontraran algo raro en mí, pero no. Todo estaba en orden y podía empezar el tratamiento.

La idea de la chica delante de él no le perturbaba y la conversación no le molestaba, al menos no tanto como la idea de todo lo que estaba pasando en esos momentos. El cosquilleo en sus brazos se transformó en una cálida sensación que amenazaba con salir, con extenderse y era lo que menos quería. Sólo que ya estaba tan cansado…

—Al principio Blue pensó que era un capricho, una manera de modificar lo que siempre había permanecido igual. También lo pensé.

Y al mismo tiempo, todo eso era sólo una manera de poner las cosas en su lugar. Como aquella vez en el bosque cuando se conocieron, como cuando creyó que hacía lo correcto o cuando Giovanni lo sacó de prisión.

Desdobló sus manos, descansándolas en el sofá, en ese minúsculo espacio que lo separaba de la única otra persona como él, y sintiendo como ese calor en él sólo quería rendirse.

—Pero si iba a pasar toda mi vida luciendo de la misma manera, no quería sentirme mal por ello. No me importaba no envejecer con tal de saber que algo, aunque fuese esa persona en el espejo pudiera cambiar y ser lo que debería ser.

—…ser lo que debería ser —repitió él y la rubia guardó silencio.

¿Por qué aún no lo aceptaba?

Lance había intentado regresar a Ciudad Verde, al bosque que lo vio crecer, pero era demasiado para él. Demasiado orgullo, demasiada vergüenza y demasiada humillación.

La sola idea de tener que pasar por esa ciudad en reconstrucción y tener que pisar el suelo fértil que había jurado proteger le parecía la culminación de su derrota, la última moraleja y la prueba de que esa traición –porque no había otra palabra para aquello que el bosque le hizo- estaba perdonada; el final.

Así que apenas divisó la copa de los árboles en la lejanía dio media vuelta y se juró jamás volver.

Y lo cumplió.

Lance seguía en el sofá para cuando Yellow había decidido irse a cambiar. Las luces de la sala habían sido prendidas y las cortinas cerradas: ya era de noche. Y como desde hace tantos años no se había dado cuenta en que momento sucedió.

Cuando tienes todo el tiempo del mundo empiezas a olvidar a contarlo.

—¿Cómo estás?

Lance giró únicamente su cabeza para poder encontrarse con la rubia que lo miraba con esa mezcla de curiosidad y preocupación que sólo ella podía ofrecer –ojos más abiertos de lo normal, boca pequeña, voz tenue y dulce, como una caricia…- y vistiendo unos pijamas de color anaranjado. Una camiseta de manga corta y unos shorts. La chica seguía siendo tan delgada como siempre. Sólo que esta vez la curva que sus senos y cadera acentuaban aquello que tanto trabajo le había costado obtener.

—¿Cuánto te tomo tu tratamiento?

—Algunos años, no más de 10, ¿por qué?

—¿Fue a esto a lo que te dedicaste después de que me fui de tu vida?

Y de cierta manera le tenía envidia.

—No, Lance.

El aludido frunció el ceño levemente, más que nada porque el tono de Yellow le recordó a las maestras de jardín de niños que tienen que lidiar con mocosos latosos, que por el hecho de que su pregunta fuera contestada con una negativa.

Yellow sin embargo, con toda la calma que había exhibido hasta entonces, fue a sentarse a un lado suyo, permitiendo que su hombro rozara con el de él, y su pierna descubierta rozara con la mezclilla de su pantalón.

—Mi identidad como mujer no tiene nada que ver contigo. Esto es lo que soy, esto es lo que tenía que ser. Saberme mujer sólo cambio mi percepción de mi misma, me hizo estar más cómoda… pero no impidió la muerte de mis amigos, no iba a cambiar que soy inmortal y definitivamente no iba a determinar si te buscaba o no.

Cerró los ojos, una sonrisa se mostró en sus facciones y sabía que Yellow también la tenía.

—Lo sabes.

—Sí. Como tú, también me di cuenta que ser algo no importa mucho cuando vives eternamente.

Lance la miró de reojo. Antes hubiera detenido su sonrisa, o la hubiera intentando transformar en una de burla. Minimizar el efecto total de las palabras de Yellow, hacerle creer que estaba siendo obvia o torpe, pero no lo hizo. Ya no tenía mucho caso, considerando que ya había dado su brazo a torcer y la había dejado entrar a su vida, lo mejor era permitirse actuar como realmente quería: sintiéndose un poco más cómodo y menos cínico; bien.

—Trate tantas cosas por mi cuenta, pero como todo para nosotros, solo es pasajero. Todo excepto el bosque, quien siempre me llevo devuelta a ti.

—¿El bosque aún necesita que juegue al villano por ti? —mencionó dejando caer los brazos, y permitiéndose apoyar su mano en el pequeño hombro de ella—. Puedo hacerlo, aunque un poco triste, pero de eso a nada…

—No es necesario Lance, pero creo que eso ya lo sabes.

El pelirrojo la miró detenidamente, sin moverse por ni un momento y ella simplemente sonrió.

—Desearía no hacerlo —agachó la cabeza hizo mano, una que otra risa colándose entre sus palabras— desearía creer en todo eso que creía hace tanto tiempo. Desearía volver a ser ese adolescente estúpido que creía que podía salvar al mundo en una sentada, desearía volver verte a la cara y odiarte, menospreciarte, tenerte miedo y envidia al mismo tiempo. Desearía con todas mis fuerzas —se cubrió el rostro con la mano, ahogando un poco el sonido de su voz y ahogadas carcajadas—… desearía que el resentimiento me raspe, que el odio me envenene. Desearía tanto que cada cosa mala que te diga y haga en serio te afectara, que a mí me diera alegría y que solo contribuyeran a la basura de ser humano que soy —dejo caer su mano, su mirada al frente, y sin verla a ella se puso de pie, alejándose del sillón. Ya no había risas—. A sí al menos tendría sentido, valdría la pena… así al menos haría algo.

—Lance…

—No conozco otro tipo de vida, pero estoy tan cansado…

Lance se llevó las manos a la cintura, se dio media vuelta y para su sorpresa ella ya estaba detrás de él, cruzada de brazos y los hombros ligeramente levantados, como queriendo encogerse.

—¿Quieres intentarlo?

—¿Qué ser amigos? ¿pare-?

Yellow lo abrazó antes de que pudiera impedirlo o si quiera ver sus intenciones de hacerlo. Posiblemente porque ese era el primer abrazo en muchos años ¿quién había sido la última persona en abrazarlo?; a lo mejor su memoria motriz no recordaba el procedimiento, las pistas previas al acto y por eso no supo evitarlo. Sea cual sea el caso, la persona que marcó su vida para peor lo estaba abrazando y aunque hace más de 80 años hubiera renegado por ello, lo hubiera pensado una ofensa, en ese momento Lance prefirió hacer las paces con todo.

Yellow, el bosque, la vida, consigo mismo…

—Quieras o no vivimos una realidad muy distinta al resto de la gente, Lance. Y es mucho más grande, más cruel y más irónica qué nosotros o lo que pasó hace 80 años.

Lanzó un largo suspiro, respiro hondo sólo para volver a exhalar y al final la abrazó. Sus brazos algo torpes, moviéndose hasta encontrar una posición cómoda en donde pudiera rodearla y pegarla más hacia él. El rostro de ella oculto en su pecho y el mirando a la nada. Sólo permitiéndose sentir sin pretensiones.

—Cosas tan simples como quien es bueno y quien es malo, como antagonizarnos hasta probar quien estaba bien y quien estaba mal son demasiado efímeras para nosotros. Caducan… de haber sabido que esto nos esperabas posiblemente hubiera tratado de ser tu amiga antes que tu enemiga, así al menos no hubiéramos pasado tanto tiempo solos.

Lance sólo la apretó con más fuerza.

—No, está bien. Así está bien.

Porque al fin, después de tanto tiempo pudo oír al bosque y era la primera vez que lo oía tan en paz y tan tranquilo. Estaba feliz y sus hijos con él.


Fin.