Holaaaaa! son las 22:54 asi que cumpliiii

Brenda 1810018: owwww, gracias! espero que hasta ahora te guste como va la cosa con todo aunque creo que les he puesto varias trabas para pensar en lo que ocurrira. ~Nos~leemos~

Psdt. Mukuro is sexy as hell!

Khr no me pertenece... y por como van mis ahorros, solo comprare manga.


Extra 13: Ayúdame a olvidar

Otra vez ese increíble miedo se apoderaba de él, no podía pararlo por mas que sabia que era un sueño, no, una pesadilla… una pesadilla que sabia que mas que eso eran sus propios recuerdos, los recuerdos de aquellos días como un experimento.

Escucho los pasos continuos que se acercaban cada vez mas rápidos hasta donde se encontraba; conocía el procedimiento, sabia lo que dirían, lo que harían, con que lo amenazarían y aun así aceptaría.

Jodidamente aceptaría.

¿Qué mejor que tener un experimento que aceptara? Incrementaba las posibilidades de éxito a uno que si resistiera y eso fascinaba a los científicos.

Científicos.

Soltó un bufido.

Vaya burla, mas que científicos eran torturadores.

La penumbra lo llenaba hasta que sintió como lo alumbraban con una linterna, escucho el clic de la puerta de la celda en la que los tenían.

-Es tu turno, Mukuro.

Tenia ganas de rodar los ojos pero para que molestar al hombre que podía hacer que le arrancasen uno de ellos solo para ver si podía resistir sin gritar, después de todo era el mismo jefe quien lo venia a buscar; en momentos como estos era en los que verdaderamente quería reír y no solo mostrar esa sonrisa burlona que parecía exasperar a los científicos, una sonrisa que con el uso había ayudado a que ocultase como se sentía verdaderamente, aun le era curioso como solo el jefe de los Estraneo le llamaba por su nombre en vez de Experimento 69 como hacia el resto, aunque aun habían otras dos personas que le llamaban por su nombre pero eso era un secreto para Estraneo.

Mukuro se levanto lentamente del suelo dando una discreta mirada a su alrededor, tanto Ken como Chizuka aun se encontraban durmiendo en esos colchones demasiado delgados que les habían suministrado, las expresiones de ambos eran la misma que empezaba a predominar en todos los experimentos, una expresión que estaba con ellos incluso cuando estaban despiertos, ese vacío, esa falta de esperanza mezclada con miedo era de lo mas exasperante, solo esperaba que aquella expresión no empezara a invadir su rostro.

El peli índigo miro al jefe de los Estraneo, el hombre era alto y delgado con un traje y camisa oscuros pero nunca le había visto la cara ya que se la cubría con una mascara blanca, de esas que tenían en las operas venecianas y solía ver en los festivales cuando aun era libre.

¿Qué temía? ¿que lo reconociese y lo denunciara con la policía o ,peor, Vindice?

El peli índigo sonrió socarronamente ante sus pensamientos, esa mascara que tenia el Jefe de la Famiglia Estraneo era como si les dijera que algún día saldrían con vida de ese lugar y podrían reconocerle, que broma cruel.

Mukuro sintió como el Jefe de la Famiglia Estraneo les cogía fuertemente del brazo para luego arrastrarle por el pasillo.

-Kufufufu.

Esas clase de acciones de la mayoría de los adultos para con él le eran de lo mas divertidas, siempre que lo veían hacer algún movimiento o algún gesto lo miraban de manera reprobatoria para luego arrastrarlo para algún lado aunque siempre eran de lo mas cautelosos estando cerca suyo.

¿A que le tenían miedo? ¿A él? que buena broma, si es que aun era un niño, 9 años aun se consideraban eso y lo odiaba, no era lo suficientemente fuerte ni lo suficientemente apto para tan siquiera matar a mas de seis de los científicos, cosa que ya había hecho.

-Mas vale que te comportes esta vez o te quitare a ese par de juguetes que tienes.

Mukuro simplemente miro con burla al Capo.

¿Y que mas podía hacer?¿decirle que no se llevase a Ken o a Chizuka?

El hombre mayor jaloneo aun mas al peli índigo.

A Mukuro le aburrían esas paredes grises, piso gris y techo gris, es mas lo odiaba, odiaba el color gris mas de lo que odiaba cualquier otro color. El peli índigo siguió caminando o mejor dicho siguió siendo arrastrado por el Capo hasta llegar a una puerta metálica por la que este paso una tarjeta cerca del escáner.

Clic.

Todo era tan rutinario que ya ni se sorprendía con esa tecnología.

Para cuando Mukuro fue arrastrado, cosa que consideraba innecesario, dentro del laboratorio no se sorprendió en ver a algunos científicos recalibrando esa odiosa maquina que lo llevo por un ¨paseo¨ por el primer y segundo infierno ya que al parecer un paseo completo por todos los infiernos era el deseo máximo del Capo de los Estraneo, si solo sintiese la cuarta parte del dolor que aquello generaba no estaría tan deseoso por ello; aun no sabia que clase de poder querían obtener pero era mas que claro que se encontraban satisfechos con los avances que iban logrando a costa de todos los niños y adolecentes que usaban.

-Jefe no creo que el Experimento 69 resista la primera prueba de esto, aun necesitamos terminar de calibrar la maquina…

Mukuro simplemente rio ante ello, al parecer había alcanzado un grado de preferencia en los científicos como para considerarse ¨valioso¨.

-…¿por qué no probamos a otro de los experimentos de su celda?

Merda.

El peli índigo maldijo interiormente pero no cambio ni un segundo su expresión, mostrar su miedo solo le daría mas poder sobre él a los científicos.

-El doctor P08 tiene razón, Jefe. Si dañamos al experimento 69 podríamos perder los avances que hemos conseguido hasta ahora.

Mukuro quería fulminar con la mirada a ambos doctores pero no podía ser demasiado obvio aunque sintiese algo frio instalarse en su estomago. Miedo.

-El doctor P17 tiene razón, Jefe, el Experimento 69 solo ha pasado por dos de los infiernos…

El doctor en mención asintió a las palabras del otro.

Ya cásense. Mukuro quería decirles aquello y mas pero seria obvio que les fastidiaba a propósito.

-…¿y si en vez de él podríamos usar al rubio de la misma celda? gano mas resistencia luego de mezclásemos sus genes.

El Capo que hasta ese momento había estado en silencio hablo.

-¿Por qué no le preguntamos a Mukuro, caballeros?...

El mencionado vio aquello como una oportunidad pero no por ello cambio su semblante, no lo había hecho desde que salieron de la celda.

-…y ¿que dices, mocoso?

Mukuro sabia que el Capo jugaba con él en ese momento al saber que mostraba algo de interés en las dos personas de su celda pero lo que el Capo no sabia es que Mukuro había jugado mas con él, esto solo era una pequeña batalla perdida de la cual in día se llevaría una venganza, tal vez hoy matase a otro científico.

-Kufufu agradece mi buen humor~

El peli índigo apostaba a que el Capo sonreía debajo de su mascara. Maldito sádico.

-Ahí tienen su respuesta caballeros, denle al mocoso un paseo completo por los seis infiernos y veamos si luego de esto se sigue riendo.

Apenas las palabras del Capo fueron dichas ambos científicos sujetaron con fuerza al menor sin despegarle la vista ni un segundo ya que era mas que conocido el hecho de que Mukuro le había roto el cuello, clavado un lapicero en el ojo o cuello, ahorcado, usado ilusiones a mas de un par de científicos que le subestimaron.

Mukuro fue arrastrado hasta la odiosa maquina que le hizo vivir dos infiernos pero a diferencia de aquellas ocasiones habían cosas que eran diferentes, habían aumentado los sujetadores de fuerza que el par de brutos científicos no tuvieron ni el tacto de ajustárselos con el debido cuidado y sin que cogiera parte de su piel, los inyectables también habían aumentado y al igual que los sujetadores se los pusieron casi en el acto pero a diferencia de los sujetadores lo hicieron con el mayor cuidado y precisión posible, aunque lo que mas llamo la atención del peli índigo fueron las variedades de líquidos que habían, ya que cuando usaron aquella maquina con él en ocasiones anteriores no estaba esas esfera cubierta con llamas de color índigo ni esos líquidos amarillos o esos líquidos rojizos burbujeantes.

El menor sabia que aquellas llamas indigas eran llamas de la Niebla, mismas que él poseía pero ¿por qué las tenían concentradas? o mejor dicho ¿para que las utilizarían si las suyas habían bastado en los anteriores experimentos? lo que sea que fuese lo averiguaría pronto.

Los científicos terminaron de conectar todas las intravenosas necesarias en el menor.

-Espero que esta vez si grites, mocoso.

Mukuro miro con diversión al Capo que no se había movido casi nada de su posición.

-Oya~ Oya~¿apostamos?

El Capo simplemente rio al igual que los científicos.

Mukuro simplemente rodo los ojos antes de que un aparato llegase cerca de su cara.

-Empezando la primera face.

La maquina que antes se puso a la altura de la cara del menor empezó a brillar con llamas de la Niebla.

-Grita, experimento 69.

Mukuro no tuvo tiempo ni para replicar cuando sintió el liquido pasar por todas las intravenosas. Quemaba.

-Rómpete, Mukuro.

El menor no dejo escapar ningún sonido de su boca pero si le dolía a horrores, era miles de veces peor que la primera vez que hizo aquello y el hecho de que los adultos en la habitación no dejaran de decir que se rompiera, que gritara, que llorara no ayudaba en nada a distraerse.

-Tal vez no sobrevivas, Mukuro.

-Las posibilidades de ellos son altas, Jefe.

El menor escucho un clic pero no estaba totalmente seguro al estar totalmente concentrado en suprimir el dolor y la quemazón que le causaban las llamas a la vez que trataba de suprimir los latigazos de llamas de la niebla que su cuerpo parecía no dejar de producir, no sabia si le estaban poniendo en uno de sus morbosos experimentos o si simplemente le estaban dando un escarmiento por las veces que jugo de mas pero si sabia que nunca había sentido tanto dolor como en aquel momentos.

Quemaba. Todo su cuerpo quemaba.

Mukuro arqueo el cuerpo jalando los sujetadores. Ya no le quemaba el cuerpo, ahora le dolía, le dolía el mero hecho de respirar.

Entro en el primer infierno.

El menor estaba completamente cubierto de sudor, su labio sangraba y su mente divagaba por la imágenes que vio; no sabia cuanto tiempo había pasado, no sabia si había sido un segundo o había sido una hora pero si sabia que el dolor iba amainando pero no los recuerdos de todo lo que vio en el primer infierno.

-Eres aburrido, Mukuro. Deberías de gritar aunque sea por amor al arte.

El peli índigo no se molesto ni siquiera en mirar en dirección al Capo, estaba demasiado ocupado tratando de regular su respiración.

-Terminando a primera fase, pasando a la segunda.

Si antes el calor en sus venas era insoportable ahora sentía que se podría arrancarse la piel a tiras de solo tener sus manos libres. Mukuro les dio a esos adultos lo que habían estado esperando de él desde que empezaron los experimentos hacia algunos años.

Grito.

Por primera vez grito de dolor.


No era justo.

El castaño casi se tropezó con el balanceo de la enorme cantidad de libros que cargaba si no fuese porque alguien le ayudo a balancearse, al instante reconoció la presencia.

-¿Se encuentra bien, joven Jefe?

Casi todo el mal humor que el castaño había traído consigo hasta el momento, se evaporo.

-Gracias, Ceci, me encuentro perfectamente.

Tsuna balanceo mejor los pesados libros que traía con ayuda de la pelinegra .

-¿Desea que le ayude a llevar los libros, Joven Jefe?

El nombrado suspiro.

¿Por qué Ceci nunca le llamaba de manera informal?

Tsuna se dio apoyo en una pared para poder mirar cálidamente a la chica que ya había perdido todas las ganas de vivir en el momento que la vio por primera vez.

Ceci miro de manera cálida al castaño a quien no solo le debía el hecho de que le salvo la vida sino también que la había aceptado en su Famiglia.

-Estamos solos así que no tienes porque ser tan respetuosa, Ceci.

Puede que Ceci no pudiese sonreír pero Tsuna podía ver un sin numero de emociones en sus ojos y una casi inexistente curvatura en la comisura de sus labios.

-Si, Tsuna-sama.

Tsuna soltó una risilla.

-No cambiaras nunca ¿no es así?.

Para Tsuna, Ceci era alguien muy especial aunque no sabia si era por como se conocieron o porque había sido él quien fue el donador, sea cual sea la razón Ceci era alguien muy especial para él.

-¿Se dirigía a la biblioteca, Tsuna-sama?

Tsuna asintió con pesadez.

-Papa me había mandado a investigar el pasado completo de la Terzo y Cuarto, ahora solo tengo que devolver los libros y leer las obras completas de Shakespeare.

El Joven Capo creía sinceramente que ese era su castigo por haber salido con Luss aunque la recompensa de un nuevo espía era grandiosa.

-¿Desea que le lleve algo?

La verdad sea dicha, al castaño nunca le gustaba mandar a la pelinegra en ningún tipo de acción pero Ceci podía ser de lo mas insistente cuando quería ser de ¨utilidad¨.

-Las tartas de siempre si es que no te es molestia.

Ceci negó.

-Nunca, Tsuna-sama.

Tsuna reacomodo la enorme pila de libros en sus brazos pero antes de tan siquiera dar un paso su intuición le empezó a molestar con una idea y si algo tenia por hecho era que su intuición SIEMPRE tenia la razón.

-Y unos chocolates, por favor.

-Por supuesto, Tsuna-sama. Me retiro.

Tsuna sonrió y soltó un suspiro a la vez que volvía a reanudar su caminata hacia la biblioteca que si bien no era usada a esa hora de la tarde él tendría que usarla si no quería recibir un par de fechas de mas esa noche ¿era necesario que aprendiese a disparar con el arco? Según su papa era deber de todo Capo mafioso conocer como usar mas de un arma.

Al momento en el que el castaño llego a la puerta de la biblioteca hizo un esfuerzo titánico en poder abrirla con tanto libros en sus brazos.

A Tsuna le recorrió un pequeño escalofrió.

¿Haría frio? Aun estaban en temporada y la calefacción había sido destruida hace un par de horas por Lambo e I-pin por lo que no le dio importancia.

Tsuna aun con todo el tiempo que se encontraba viviendo en la base/mansión, no se dejaba de admirar la inmensidad que podían llegar a tener los espacios compartidos; la biblioteca de la base/mansión tenia única y exclusivamente libros de consulta que fuesen de utilidad para la mafia pero no por eso significaba que tenían poca variedad en otros temas, las cantidades de libros ordenados por sección y alfabeto en los estantes lo confirmaban. El castaño dejo en el suelo la pila de libros que llevaba con la idea de ir devolviendo uno a uno en vez de estarlos cargando mientras los hacia pero cuando tuvo una visión completa de la biblioteca su vista se fijo en el cuerpo durmiente de su Guardián de la Niebla sobre uno de los sofas.

El joven Capo se sintió enrojecer al igual que su pulso se disparaba, ahora entendía el porque del escalofrió; si bien las clases de Lussuria habían ido de maravilla todo se iba por el drenaje al igual que sus clases de mafioso cuando veía a sus Guardianes aunque eso era algo que ya esperaba por lo que no le decepciono, demasiado.

Pasaron algunos segundos en los que el castaño lucho por controlar su pulso hasta que finalmente lo logro.

Tsuna lanzo una mirada rápida a su durmiente Guardián de la Niebla; ttenia curiosidad por como se vería la cara de Mukuro durmiendo ya que nunca antes había visto dormir al ilusionista y el hecho de que en aquel momento tuviese prácticamente la situación en bandeja le decía que no la desaprovechase.

Merda. Se sentía como un pervertido.

El joven Capo puede que nunca dijese en voz alta sin ruborizarse el hecho de que le gustaba el nuevo traje que había empezado a usar su Guardián de la Niebla. Mukuro había cambiado su uniforme de Kokuyo por el mismo traje que usaba 10 años en el futuro, según lo que el ilusionista había dicho era porque su uniforme de Kokuyo ya no le quedaba y tenia que darle la razón, el peli índigo había crecido bastante en los últimos meses.

Tsuna se mordió el labio inferior mientras caminaba lo mas cuidadosamente posible en dirección al peli índigo; el Capo cuido no hacer ni el mas mínimo ruido pero juraba que el ruido que no hacia con sus pies lo hacían los latidos de su corazón pero aun así se siguió acercando lo mas sigilosamente posible, entre mas se acercaba al sofá en el que su Guardián dormía mas se preguntaba que estaría soñando; la cara de Mukuro estaba volteada por lo que no se podía ver su expresión pero por como se movía cada pocos segundos además de los gruñidos que soltaba se podía asumir que no era un sueño agradable.

Tsuna contuvo ligeramente el aliento cuando llego a su destino.

¿Y si Mukuro despertaba? Se moriría de la vergüenza, eso era mas que seguro ya que no era común ver que alguien te mirase dormir.

El Decimo acerco su mano de manera casi inconsciente hacia la cabellera del ilusionista, eran solo unos centímetros que separaban la mano del castaño de los azulados cabellos del ilusionista. Tsuna detuvo su mano cuando Mukuro se empezó a gruñir y mover con mas incomodidad que antes. El castaño observo atentamente como Mukuro movió su cabeza dejando a la vista su rostro perlado en sudor y con una mueca de la cual solo se podría calificar como desesperación.

Tsuna sintió una opresión en el pecho.

¿Qué podía estar soñando Mukuro para que le causase tal expresión?

El castaño miro con detenimiento cada gesto y movimiento que hacia su Guardián.

No le gustaba, no le gustaba en lo mas mínimo. Para Tsuna, Mukuro era alguien intocable que siempre salía airado y con una pose de diva sarcástica sin importar la situación por lo que el hecho de que en esos momentos se encontrase durmiendo solo en la biblioteca y con una expresión tan desesperada le parecía surreal.

¿Cómo podía desaparecer esa expresión?

Que idiota.

¡Sus llamas del Cielo! En mas de una ocasión su Xanxus-nii le había dicho que sus llamas le calmaban y hasta le ayudaban a conciliar el sueño.

Tsuna tomo su decisión. El castaño acerco su mano hacia la frente del ilusionista pero antes de que tan siquiera la rosase una mano enguantada mas que conocida le atrapo la muñeca; los ojos del Capo rápidamente fueron en busca de los ojos heterocromáticos.

Tsuna suprimió una exclamación, puede que solo hubiese sido por un segundo pero nunca había visto los ojos de Mukuro tan asustados ni la llama de su ojo rojo arder de manera tan caótica, es mas nunca había visto a Mukuro despertar de una pesadilla ni de un sueño.

La llama del ojo rojo del ilusionista desapareció pero su agarre se mantuvo firme.

Tsuna se sentía algo incomodo, tal vez no debió ser tan curioso.

-Lo.. sien..to.

Mukuro no soltó a Tsuna ni este exigió nada aunque el silencio que siguió a la disculpa se sentía incomodo y expectante además de que la profunda mirada del heterocromático no ayudaba en nada a disipar esa incomodidad. Tsuna no desvió la mirada de los ojos del ilusionista en ningún momento pero si sintió su cara arder con mayor intensidad a cada segundo.

-Tsunayoshi-kun.

Mukuro miro de manera aun mas intensa al ruborizado castaño.

-Loo..o si..ento.

El ilusionista gusto de ese ligero nerviosismo en la voz del menor.

Apenas Mukuro despertó y vio esos grandes ojos caramelo que tanto le gustaban se sintió nuevamente seguro, esos ojos no solo eran algo que le gustaba sino también eran un millón de afirmaciones en su pasado, presente y futuro; Estraneo había sido eliminado, él los había matado a todos y cada uno de ellos, ya no se tenia que preocupar por Ken y Chizuka ya que ellos estarían en alguna parte del lado de la mansión que se les asigno y uno en una celda a la espera del siguiente experimento, ya no era un experimento, ya no era un simple juguete, ya no era muchas cosas… salvo el Guardián de la Niebla de Tsunayoshi Sawada.

Mukuro se sentó en el sofá pero en ningún momento dejo ir la muñeca del Capo.

-Quiero que me prometas algo, Tsunayoshi-kun.

La imagen temblorosa del menor cambio al escuchar la voz seria del ilusionista, los ojos antes castaños adquirieron un ligero tinte naranja.

-Depende de lo que este en mis posibilidades.

Mukuro desde hace algún tiempo había notado ligeros cambios imperceptibles para un ojo que no estuviese entrenado para lo que era el engaño, y la actitud de Tsunayoshi-kun era un engaño, uno que le fascinaba.

-Kufufufu por supuesto que lo esta.

Tsuna levanto una ceja de manera interrogativa a la vez que mantenía un semblante tranquilo, solo podía actuar de ese modo por que veía una seriedad poco común en la voz de Mukuro.

-Me causa curiosidad.

Mukuro se levanto del sofá quedando frente a frente con el menor; la mano del ilusionista aflojo su agarre en la muñeca del castaño pero no le soltó por el simple hecho de que quería, no, necesitaba el contacto del menor. La mano libre del peli índigo se poso en una de las mejillas del castaño dándole un ligero respingo; ninguno de los dos aparto los ojos del contrario.

-Todos los días a la misma hora.

-¿eh?

El ilusionista trazo con su índice la línea de la mandíbula de Tsunayoshi-kun hasta llegar al mentón y levantárselo ligeramente a lo que el castaño solo le miro con esos grandes ojos caramelo llenos de curiosidad.

-Nunca me iré de tu lado pero quiero verte aquí todos los días a la misma hora.

Mukuro se sentía mas desinhibido de lo normal, no sabia si era por el resiente recuerdo o si era porque quería pasar mas tiempo con Tsunayoshi-kun, posiblemente ambos, pero aun así anhelaba la compañía del menor.

-¿Por qué?

-Siempre tomo una pequeño siesta por estas horas y quiero que este aquí.

-¿Me quieres como espanta pesadillas?

-Kufufufu es una manera de verlo, Tsunayoshi-kun.

-No creo que pueda.

Mukuro soltó la muñeca del castaño.

-Entiendo...

No mentiría, aquella negación le dolió. Tsunayoshi-kun era sin duda una de sus mas grandes debilidades, con un simple gesto podía armarle y desarmarle.

-...nos vemos, Tsunayoshi-kun.

El ilusionista ya había dejado su Niebla envolverle para desaparecer a algún lado pero un par de manos le cogieron firmemente de las solapas del saco.

-Espera, Mukuro, no me estoy negando...

La Niebla que rodeaba al ilusionista despareció.

-...es solo que en ocasiones tengo reuniones fuera de Namimori y si prometiese verte aquí todos los días rompería fácilmente esa promesa.

Mukuro se sintió aliviado no solo por las palabras del menor sino por la mirada sincera que le dirigía.

-Oya~ Oya~ entonces ¿que propones, Tsunayoshi-kun?

Tsuna se lo pensó por unos segundos antes de soltar las solapas del traje del ilusionista.

-Te veré aquí todas las tardes en las que este libre.

-No espero nada mas, Tsunayoshi-kun.

Tsuna asintió dejando que el tinte de sus ojos se fuese y estos volviesen a ser de ese caramelo brillante.

Mukuro dio un suave beso en los labios del castaño, fue corto, apenas una leve presión pero tan natural, tan suave que Tsuna se demoro en procesar la acción.

El ilusionista le gusto bastante el rostro ruborizado y los ojos abiertos como platos del adorable Tsunayoshi-kun.

-¡Mu..mukuro!

El mencionado mostro una sonrisa gatuna, sabia mejor que nadie que no era bueno presionar excesivamente al menor o este se alejaría pero tampoco le iba a dejar totalmente a su voluntad o se olvidaría de lo que le hacia y eso era algo que no permitiría.

-Es solo para sellar nuestro trato, Tsunayoshi-kun.

Tsuna abrió y cerro la boca como un pez fuera del agua para al final dejarse caer en el sofá, sentía la cara quemar y sus pensamientos hechos un desastre.

El Capo oyo el movimiento de Mukuro al sentarse cerca suyo solo para que después sintiese un peso en sus piernas que no era nada mas que la cabeza del ilusionista.

¿Su cara estaría tan roja como la sentía? Esperaba que no fuese el caso.

El ilusionista miro divertido al menor, cualquier recuerdo de sus días de experimento había quedado olvidado.

-¿Vas a se..guir durmi..endo?

Mukuro asintió a la vez que cerraba los ojos.

-Aja, préstame tu regazo por un rato, Tsunayoshi-kun.

Antes de que el mencionado pudiese decir algo Mukuro ya se había vuelto a dormir.

Tsuna estaba nervioso pero pasados los minutos hizo lo que había estado deseando hacer desde que vio a Mukuro dormir, le empezó a peinar con los dedos los cabellos azules.


Para cuando Ceci llego con los bocadillo para el castaño encontró a Chrome con una cámara en sus manos y una sonrisilla de lo mas feliz y no era para menos si consideraba lo bien que se vian el castaño y el peli índigo durmiendo en el sofá.

Ceci dejo la bandeja de bocadillos no sin antes decírselo a la Guardiana de la Niebla.

La pelinegra se sentía feliz, ese día había aprendido quien importante para Tsuna-sama.


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Gracias por leer!

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