Porque ya no había salida. No había escapatoria. Porque ya no había un futuro distinto para la máquina de matar en la cual había sido convertida.

¿Quién babea al otro cuando están dormidos?

IV

Dieciocho despertó de golpe y muy agitada, como si hubiera dado miles de vueltas a la Tierra sin su energía ilimitada. El corazón latía con mucha fuerza. Una desagradable sensación oprimía su pecho, haciéndole estremecer.

Una mano cubrió su pecho justo en el lugar donde latía su desbocado corazón; ''Calma, calma. Solo fue un maldito sueño…'', se repetía a sí misma para darse tranquilidad. Cuando se convenció de que había estado soñando, de que había despertado y se encontraba en la oscura habitación donde horas atrás se había dormido, Dieciocho se relajó y recargó su cuerpo en las almohadas, suspirando pesadamente.

Solo había sido un sueño. Uno jodidamente real.

Dieciocho giró su cabeza hacia la izquierda con suavidad, y miró a la persona que dormía plácidamente junto a ella, ignorante de todo el lío de emociones que le invadía. Krilin apenas se movía al respirar mientras dormía, y de alguna forma, verlo así era tranquilizador, su paz era contagiosa. Nada mal para el que había protagonizado la pesadilla más horrible que la androide recordase. Dieciocho tenía miedo de cerrar los ojos y verse a sí misma con el rostro desfigurado por la diversión y sed de sangre, dando caza a cuanto humano se cruzase en su camino, para luego ser enfrentada por Krilin y su honesta mirada, que a pesar del miedo que le embargaba, no dejó de defender a los inocentes hasta que la luz escapó de sus ojos producto de un ataque que ella misma había efectuado.

Dieciocho pasó sus manos por el rostro, conmocionada. Los fantasmas de su pasado aún no la dejaban en paz, y de vez en cuando se levantaban para mostrarle cómo hubiera sido su existencia de haber seguido ese camino de destrucción. A veces los sueños eran tan claros, como si fueran un reflejo.

Pero todo eso había quedado muy, muy lejos. No podía negar lo que alguna vez fue, sin embargo, siempre podría hacer algo para demostrar que había cambiado; y no por uno que otro desconfiado que aún no creyera en su actuar, sino por ella misma y por la persona que ahora mismo se encontraba junto a ella; quizás la única que le ve como un ser humano desde el principio. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

Con sigilo, Número Dieciocho se recostó en la cama, dispuesta a tratar de conciliar el sueño ahora que estaba más tranquila, pero al ver que, pasados algunos minutos no lo lograba, comenzó a enfadarse. Miró a Krilin y sintió envidia de su sueño relajado. Se acercó un poco a él, y Dieciocho estiró una de las mejillas del ex – monje con suavidad, pero ni siquiera con ese vil ataque se dignó a despertar. Rendida, la joven dio un nuevo suspiro, y luego de observar por otro par de segundos a Krilin, Dieciocho se acurrucó junto a él, acomodando su cabeza en el pecho ajeno, mientras usaba todas las mantas para cubrirse hasta las orejas. Instintivamente, Krilin se removió un poco y rodeó con un brazo el cuerpo de Dieciocho.

Nunca admitiría lo segura que se sentía ahí, arrullada por el calor y el palpitar del corazón de la persona que amaba. Fue entonces que, en ese refugio donde las sombras del pasado no lograban alcanzarla, Lázuli encontró la paz necesaria para cerrar los ojos y descansar.

OOO

Krilin sentía que con cada respiración se le iba otro minuto de vida. Era como si una anaconda estuviera apretándolo para que fuera la cena de ese día, solo que esta anaconda, además de increíble fuerza (y un pecho blandito), al parecer también estaba babeando.

Dieciocho abrazaba con fuerza a Krilin, no solo rodeando su cuerpo con sus brazos, sino también con las piernas, enroscadas entre las del guerrero. Parecía muy a gusto, apoyando su cabeza en la de él y babeando su calva. Krilin tenía la cara roja y no sabía si tomar medidas para que Dieciocho despertara de una vez o simplemente quedarse ahí aunque sus huesos sufrieran las consecuencias de ese abrazo letal, y dejarla hacer. No era común que Dieciocho hiciera ese tipo de cosas, y menos que durmiera hasta tan tarde (pues ya eran las 12:10 PM), lo que le llevó a pensar que ella tal vez no había pasado una buena noche. Así pues, Krilin decidió sacrificarse por un par de minutos más de sueño para su compañera.

Y Krilin no podía mentir, le resultaba algo bastante tierno de parte de Dieciocho, aunque se le fuera un brazo en ello y una lavada gratis de calva.


¡Hola! Hace mucho tiempo que no pasaba por aquí. Si hay alguien leyendo por ahí, pido disculpas por la tardanza monumental en la actualización de este fic. A quienes han dejado un comentario, les doy las gracias de corazón, pues no pensé que se iba a tener recepción, la verdad. Espero volver con una continuación pronto, ya dependerá de como esté la inspiración y la vida (?), pero no dejaré botado esta colección de pequeñas historias. ¡Hasta la próxima!