Nota: Después de dos años de tener este fic terminado, y de mucho pensarlo, he decidido remover sus capítulos para una nueva edición. Espero no causar muchas molestias y prometo no tardar mucho en subir cada capítulo. Quiero aclarar que la historia no será alterada, solo modifiqué los primeros capítulos y haré todo lo posible porque todo se mantenga como es. Mi intención es brindar una mejor narrativa para ustedes, como saben fue mi primer fic y mi falta de experiencia es muy notoria, seguro ya se dieron cuenta de los "horrores" gramaticales que la historia presenta. Una disculpa por los inconvenientes que puedo provocar.


Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

Con las alas rotas

.

Capítulo uno

Bella

Una ventisca congelante adormeció mi piel a tal punto que mi rostro estaba más que entumecido; mis piernas se hicieron cada vez más pesadas como si hubiese vertido cemento en mi calzado, mis manos se refugiaron por algo de calor en los bolsillos de mi abrigo, lo que me obligó a no seguir corriendo. Cautelosamente miré en todas direcciones. Necesitaba constatar que nadie me estuviese observando. Pero, a decir verdad, ¿quién podría estar despierto a esta hora de la madrugada? Las avenidas de Londres están en su totalidad desiertas. Y por supuesto que un cementerio lo está también, no es como si alguien quisiese visitar a sus difuntos a las 2 am.

Sacudí mi cabeza, y con paso firme continué mi travesía por el campo santo hasta llegar al inmenso mausoleo de mármol. En ese lugar y con letras grandes tiene escrito su nombre.

― Hola…―susurré―. Hoy se cumplen trece años de tu partida, que te perdí. No quiero que pienses que te he olvidado, jamás seré capaz de abandonar tus recuerdos. ―solté un suspiro, mientras mi palma recorría la fría pared―. Nunca olvidé tu hermosa sonrisa ni tu rostro lleno de felicidad y repleto de orgullo cada que lograba algo nuevo. ―una débil sonrisa se dibujó en mis labios tras un recuerdo―. ¿Te acuerdas cuando monté bicicleta por primera vez?, bien, esa vez me dolió mucho la herida en mi rodilla, solo que no lloré para no preocupar y te sintieses culpable.

Suspiré hondo; necesitaba reprimir mis emociones.

― Sigue estando en mi memoria tu enternecida mirada azul ―revele con un nudo en mi garganta―. Aunque cada vez es más difícil recordar el timbre de tu voz... Me haces mucha falta, mamá.

Mi voz se quebró por completo. Intenté retener mis lágrimas sin resultado; una a una descendieron por mi rostro hasta humedecerlo.

Era difícil estar aquí sin romper en llanto.

― Perdón por no haber venido antes ―agregue―. Papá es un poco difícil, sobre todo cuando se trata de mí. No quiero que pienses que le estoy juzgando, no, tan solo es complicado. Charlie es un poco... aprensivo.

De manera instantánea mi mente viajó a ese innombrable episodio de mi vida donde perdimos a Renee cuando yo tenía cinco años. En ese entonces no tenía la más remota idea que mi madre era una reconocida modelo de pasarelas y mucho menos comprendí que había perecido en un accidente aéreo. Simplemente de un día a otro mi pequeño mundo dio un vuelco y fui testigo de cómo mi mamá era sepultada en una fosa de tierra.

En los primeros días después de su partida y aún sin comprender el porqué no estaba más con nosotros, mi padre intentó seguir con nuestras vidas de forma habitual, no hubo respuestas a tantas dudas que pasaban por mi cabeza, yo continúe yendo al colegio y él trató de seguir en su trabajo. No recuerdo bien cómo pasó, tan solo un día Charlie decidió que necesitábamos estar más tiempo juntos, padre e hija.

Así fue como iniciamos una aventura nueva y totalmente distinta, solos, ambos con profunda necesidad de tener la presencia de Renee, sin embargo, ninguno de los dos quiso pronunciar más allá de una mueca de tristeza. Nos conformamos con conocer cada ciudad que se atravesó en nuestro itinerario de viaje, fue lo que él decidió y yo de algún modo acepté. Tampoco fue necesaria mi opinión, a mis cinco años no tuve más opción que hacer lo que mi taciturno padre deseaba en ese momento.

De esa forma sobrellevamos su ausencia, entre viajes largos llenos de aventura y conocimiento. Mi padre se ausentó por completo de la empresa y decidió que yo hiciese lo mismo con mi colegio, no volví a clases por lo que restó del año. Pocas veces nos dimos el tiempo de estar nuevamente en casa, ya no había ningún interés en estar en nuestro hogar. Quizá los dos buscábamos la manera de sanar un corazón roto sin tener la idea de cómo hacerlo.

La muerte de mi madre fue lo más doloroso que me tocó vivir, aunque no sería el único suceso que marcaría mi vida. Todo sucedió después del segundo aniversario luctuoso; por esas fechas todo continuaba igual, mi padre y yo sumidos en total aislamiento, viajando y enajenados de los cambios a nuestro alrededor.

Pero un accidente lo cambió todo.

Recordaba vagamente que habíamos llegado a casa y yo quise mostrarle a Sue que sabía una nueva técnica para trepar árboles, el desenlace no fue el mejor y resbale.

Desde ese momento mi padre cambió de un solo golpe, fue tan extraña su conducta, como si un pinchazo hubiese cambiado su perspectiva. Tal vez, verme en una cama de hospital lo hizo rememorar cosas por las que aún no estaba preparado.

De pronto no hubo más momentos juntos, ni más viajes, al menos no conmigo. Él se empezó a ausentar de casa tanto que de ese modo se alejó por completo de mí. Por suerte a veces llegábamos a coincidir en el comedor y lograba percibir un poco de luz en su rostro endurecido, su sonrisa aparecía de nuevo cuando escuchaba con atención mis torpes charlas infantiles, pero no era suficiente para mí. Así como tampoco lo fueron los cortos besos en mi frente. Con los años llegó la costumbre a su nueva personalidad y me resigné al hombre apático y controlador en el que se convirtió.

Así era Charlie Swan: un hombre joven, experto en finanzas, lleno de inteligencia y habilidad para dirigir una empresa. Y, a la vez tan torpe para nunca saber qué hacer con su única hija.

Suena realmente extraño y loco a la vez. Porque en el transcurso de los años pude percibir su inmenso amor hacia mí; lo que nunca logré comprender fue su razón para rehuir.

― Después de todo, no estoy tan mal ―murmuré.

Me levanté del piso frío donde había estado sentada por largo tiempo. Mi cuerpo estaba completamente rígido por estar expuesta a las bajas temperaturas, me estire lo mejor que pude y logré mover mis piernas.

―Vengo a despedirme, mamá ―hice una mueca cuando mi voz salió entrecortada―. Charlie ha llevado la corporación a otro nivel y su presencia es requerida en Norte América. Exactamente, no sé a dónde iremos, ni tengo idea de cuándo será nuestro retorno. Solo confío que este cambio sea más interesante de lo que he vivido.

― No olvides que te amo ―expresé con tristeza, antes de dejar un beso sobre la fría pared y salir a toda prisa del lugar.

Empecé a caminar de nuevo por las calles de Londres, esta vez despacio, incluso removí la capucha para que la llovizna helada que caía, empapara mi rostro. Las finas gotas se deslizaron desde mi cabeza hasta humedecer mi grueso abrigo, y por primera vez en mucho tiempo me sentí ligera. Era como si me estuviera desprendiendo de mi antigua y solitaria vida para dejar espacio a una nueva historia.

Sonreí al cielo y agradecí en silencio.

Estaba convencida que había algo más...


Infinitas gracias por leer.