Hola a todos :D

Antes que nada, gracias por leer ésta historia, producto de mi activa imaginación. Estoy muy contenta de haberla terminado, no sabía que se extendería tanto cuando la publique hace un mes, pero bueno aquí estamos.

Les dejo el capítulo final.

Abrazos ;)

Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo solo escribí la historia por puro gusto y diversión.


Capítulo 13: Regreso

El nuevo día se hizo presente y la luz matutina despertó a Diana.

– ¿Ya amaneció, qué hora será?– se cuestionó. Repentinamente el entumecimiento de su cuerpo la sobresaltó. –Cielos, ya no puedo más, esto ha sido demasiado– se quejó con malestar.

Levantó la vista y examinó su alrededor para confirmar que se encontraba sola en la habitación. Trató de incorporarse lentamente mientras llamaba a la vieja curandera.

– ¡Aki, ven por favor, necesito tu ayuda!– gritó con fuerza.

Un par de minutos después la anciana llegó, cargando lo necesario para atenderla. Se acercó y la ayudó a levantarse, al tiempo que se percató de la herida en su hombro.

– ¿El amo Sesshomaru te mordió?– preguntó la anciana con sorpresa.

Diana la volteó a ver extrañada y después revisó su hombro. La dentellada hecha por el demonio no estaba cicatrizada y aunque no sangraba, permanecía punzante. Ella no se había percatado hasta ese momento.

–Sí, ésta vez me mordió con fuerza… pensé que sanaría como las otras, pero veo que no… me duele bastante– se quejó de dolor.

La anciana miraba la herida y parecía meditar.

– ¿Sucede algo, verdad?, ¿Por qué lo hizo?– interrogó Diana.

–Primero vamos al agua, te ayudaré a asearte y atenderé tus dolencias– le respondió la curandera.

Varios minutos después, la joven bebía de nuevo el té de hierbas moradas, mientras la mujer zorro terminaba de colocarle el bálsamo para el dolor corporal.

– ¿Significa algo ésta mordida?– insistió nuevamente.

–La herida en tu hombro es una señal para otros demonios, indica posesión– explicó Aki sin rodeos. –En otras palabras, Lord Sesshomaru te marcó como de su propiedad. –

Diana abrió los ojos sorprendida por semejante revelación.

– ¿De su propiedad?, ¡No soy un objeto ni un animal para que haga eso conmigo!– respondió irritada.

–Jovencita, no sé de dónde vienes, pero aquí las cosas son diferentes, los demonios tenemos otras reglas y costumbres. Para otras hembras, sería un honor portar esa marca, ya que implica el favor y la protección de quien te la hizo, en éste caso, el poderoso señor del Oeste. Sin embargo, tu molestia es entendible, no es común que esto le suceda a una humana– detalló la anciana.

La muchacha mantenía un gesto de estupefacción mientras escuchaba, sabía que las costumbres eran diferentes en otras épocas, pero ésta situación era muy desconcertante.

–Está bien, como digas… no quiero discutir sobre algo que no comprendo, sólo quiero irme de aquí– contestó, al tiempo que comenzaba a vestirse.

–Yo me retiro, mi tarea aquí ha terminado. Cuídate Diana– se despidió la mujer zorro.

–Gracias por todo Aki– dijo la joven, mientras la veía marcharse.

Momentos después, salió de la habitación y se dirigió al jardín interno, cuando de pronto, Jaken le salió al paso.

–Humana, tengo órdenes del amo Sesshomaru. Debó llevarte al bosque, a la cueva de donde viniste– declaró el pequeño demonio.

La joven se sorprendió al instante.

– ¿Estás diciendo la verdad pequeño sapo?–

–No tengo porque mentir, estoy muy feliz de que te marches, humana fastidiosa– contestó él. –Pero si no me crees… puedes quedarte aquí y esperar a mi amo– finalizó burlonamente.

–Está bien, te creo, vámonos de una vez– dijo la mujer, nerviosa ante su comentario.

En el patio del lugar ya esperaba el dragón de dos cabezas, listo para volar. Diana tragó saliva al ver que debía montar nuevamente sobre la criatura fantástica, aunque eso era lo de menos, con tal de abandonar ese lugar. Despacio trepó al lomo del reptil, resintiendo todavía el dolor de su cuerpo. Jaken también subió y comenzó a dirigir las riendas.

Tiempo después, descendieron cerca del arroyo y la joven bajó de la montura.

–Bien, aquí te quedas humana. La cueva está detrás de esos árboles, espero que no te coman las bestias jeje– dijo el sirviente entre risas, al tiempo que se elevaba de nuevo con el dragón.

– ¡Oye, espera!– gritó Diana, pero él ya se alejaba. – ¡Rayos con ese pequeño idiota!– reclamó al tiempo que revisaba los alrededores, le preocupaba no poder ubicar la cueva de la Luna.

Empezó a caminar en dirección de los arboles señalados. Al salir de entre los arbustos, su estómago se contrajo dolorosamente, ante ella se encontraba la gruta y Sesshomaru recargado junto a la entrada.

¡No puede ser…!– pensó angustiada.

Lentamente caminó hacia la caverna al tiempo que le sostenía la mirada al demonio, cuya expresión no reflejaba nada.

– ¿Por qué estás aquí?– preguntó, tratando de mantener la calma.

El Lord del Oeste la miró por unos segundos, después se acercó a ella. La mujer intentó retroceder, pero él se lo impidió sujetándola por la cintura con ambas manos.

– ¡Suéltame, tu prometiste que me dejarías ir después de…!– no pudo completar la frase, su boca fue poseída por los labios masculinos una vez más.

El beso fue sorpresivo, pero suave y dulce, tanto que la mujer terminó correspondiendo con la misma calidez. Su ser tembló ante las sensaciones generadas, era muy placentero ser besada por ese demonio.

Ambas bocas se separaron, pero Sesshomaru no la soltó y una de sus manos jaló la tela que cubría el hombro lacerado de ella. Antes de que Diana pudiera reaccionar, la húmeda lengua ya acariciaba su herida, haciéndole sentir un escalofrió y después una sensación de ligero ardor.

– ¿Por qué?– preguntó la joven agitada.

–En un rato más habrá cicatrizado– habló con indiferencia, ignorando su pregunta.

–Quiero saber porque lo hiciste– insistió Diana.

El gesto del demonio se hizo arrogante. A pesar de la explicación de Aki, ella quería escucharlo de él.

–El gran Sesshomaru no le da explicaciones a nadie y menos a una simple humana. Pero ya que insistes, te lo diré– respondió, sujetándola por la nuca.

Con un suave, pero firme movimiento, la hizo exponer su cuello. Él acercó el rostro, respirando el aroma de su piel e impregnándola con su propia esencia al mismo tiempo.

–Me gusta marcar lo que es mío… tú ahora me perteneces ante humanos y demonios– expresó finalmente.

Diana se estremeció ante la respuesta y no supo que decir. Le quedaba claro que el señor del Oeste era bastante posesivo y caprichoso, acostumbrado a hacer su voluntad cual niño mimado. Debido a esto, decidió guardarse su protesta de inconformidad, no quería provocarlo.

Entonces sintió que sus manos la liberaban poco a poco y sus ojos ámbar la miraron fijamente.

–Será mejor que te marches ahora. Te di mi palabra de dejarte libre cuando la cueva volviera a abrirse… pero no te dije por cuánto tiempo permanecería así. Si el portal se cierra y sigues aquí, el trato se cancela– dijo, sonriendo con perversión.

– ¡Maldito tramposo!– protestó Diana alterada, al tiempo que se apartaba de él y entraba a la gruta, temiendo que le hubiera jugado sucio.

Caminó hacia el fondo, sin importarle las molestias que ocasionaba el suelo áspero en sus pies.

–Escucha mujer– le habló el demonio desde la entrada. –Te estaré esperando ansioso la próxima vez que regreses– declaró con descaro y seguridad.

Diana lo volteó a ver con algo de temor, sus palabras sonaban a sentencia. No se dio cuenta de la proximidad del muro y el impacto fue inevitable. Sintió un ligero vértigo y trastabilló hasta caer.

–Maldita sea, no vi la pared– se reprochó, sobándose el golpe en la frente.

En ese momento, una leve brisa le acarició el rostro haciéndola abrir los ojos. Frente a ella, el túnel estaba iluminado con luz natural. Entonces volvió la vista a sus espaldas, donde una sólida pared de roca se levantaba. Había cruzado el portal tiempo/espacio una vez más.

– ¿He vuelto?– se cuestionó nerviosamente.

Tratando de mantener el control, respiró profundamente mientras se ponía de pie y caminaba a la salida de la caverna, una cinta de prohibición le dio la bienvenida. Salió al exterior y se maravilló al darse cuenta de que estaba de nuevo en el parque turístico, con el mismo sol, los mismos arboles y el mismo cielo que ella conocía.

Quiso saltar de alegría, sin embargo, estaba demasiado cansada física y mentalmente como para dejarse llevar. Volteó de nuevo para mirar el fondo del túnel, la ligera oscuridad en el parecía sonreírle. Se sintió aún más fatigada y estuvo a punto de caer, afortunadamente, un grupo de turistas llegó en su auxilio.

Un par de horas después Diana llegaba a su departamento. Tuvo que mentir un poco para evadir a los encargados del parque y a la gente que le ayudó. Realmente no hubiera podido explicar su situación y no deseaba hablar sobre todo lo demás.

En ese momento, recordó algo de suma importancia, corrió al baño y buscó con urgencia en el botiquín.

–Es muy poco probable que suceda, pero no pienso correr riesgos– se dijo así misma, al tiempo que tragaba un par de pastillas.

Después se dirigió a la cocina para comer algo, tenía el estómago vacío desde que había despertado.

Pasó una semana desde su regreso y una extraña sensación de incomodidad no la dejaba en paz.

– ¡Maldición, esto ya no desaparecerá!– exclamó irritada, mientras se observaba desnuda frente a un espejo.

Las marcas de las garras habían disminuido hasta quedar como ligeras líneas sobre su piel. Sin embargo, las heridas hechas por los colmillos seguían visibles, cicatrices tenues, pero evidentes. En especial la mordida de su hombro, que ahora permanecía como una marcada raya de color violeta. Ya no tenía ningún rastro de dolor, solamente una sensación de ansiedad y deseo, cosa que le molestaba excesivamente, porque sabía lo que significaba.

"Te estaré esperando ansioso la próxima vez que regreses"

Las palabras de Sesshomaru resonaron en su mente.

–No lo puedo creer… después de todo lo que me hizo, tengo ganas de volverlo a ver– murmuró Diana con fastidio.

La experiencia carnal con un demonio no se puede olvidar. Finalmente suspiró con resignación.

–Bueno, los puentes se hicieron para cruzarse una y otra vez ¿o no?– se dijo así misma, al tiempo que acariciaba su cicatriz y sonreía con picardía.

=FIN=


Muchas Gracias a todos por leer ;D

Nota Curiosa: No sé si exista algo parecido al pozo devora huesos, pero en cuanto a la cueva de mi historia, ésta si es real, al menos en mi país. Aquí existen varias leyendas acerca de estos lugares donde desaparece la gente, puede ser un bosque, una gruta o un lugar en medio de la nada. En fin, no me hagan mucho caso ;D escribí ésta notita sólo para responder la duda de un lector.