Es evidente que no soy Rowling, cierto?, ya que si fuera así estaría ganando un montón de dinero y no tendría que preocuparme por entregar trabajos escolares. Pero como no es así les suplico que no me demanden ya que no tendría ni con qué pagarles. No hay finalidades de lucro.

Espero que les guste esta historia, y si es así me dejen un review, y si no les gusta también. Ésta historia será corta de cuatro capítulos a lo mucho. Espero la disfruten.

Y de paso por qué no se pasean por mis otras dos historias? A lo mejor les gustan también gracias.

Recordando aquella navidad

Por: Irais R. Torres E.

Capítulo uno.

Todo apuntaba a que serían las peores navidades de toda mi vida, bueno, quizá sólo comparadas con aquellas tantas que pasé con los Dursley cuando era niño.

Ron y Hermione no estarían en esa ocasión conmigo. Ambos habían recibido cartas de sus padres solicitándoles que fueran a casa.

Y bien, era comprensible.

Los señores Granger estaban preocupados por el bienestar de su hija. Pues al ser hija de muggles corría un peligro mucho mayor al encontrarse en el mundo mágico.

Ya que desde el retorno de Voldemort el mundo mágico era un caos.

En cuanto a Ron...

Sus padres estaban bajo mucha presión; ellos, junto con los hijos mayores: Bill, Charlie y Percy. Se habían unido a la resistencia contra Voldemort y ayudaban en cuanto podían al profesor Dumbledore.

Los gemelos trataban de mostrarse alegres y bromistas como siempre. Recuerdo que en ese entonces cursaban su último curso en Hogwarts; pero era muy difícil seguir como antaño.

En especial después de que atacaran la madriguera una noche cerca del inicio de clases. Habían intentado secuestrar a Ginny, afortunadamente no lo lograron. Pero sí dejaron herida a la señora Weasley. Tuvieron mucha suerte, sus heridas no eran graves y pronto se recuperó. Al menos físicamente.

El miedo y la angustia azotaban todos los hogares mágicos.

Era difícil tratar de concentrarse en algo cuando la marca tenebrosa flotaba cada noche en las calles de Inglaterra. O cuando no podías dejar de pensar en tus seres queridos ausentes.

O la angustia de preguntarte si los verías de nuevo esa noche...

El ministerio de magia estaba en crisis. No se daban abasto.

Nadie estaba preparado para el retorno del "Señor Tenebroso" o "Ya sabes quién".

Nadie...

Ni siquiera Dumbledore que lo sospechó durante 13 años...

Todo era un desastre, al momento en que Fudge (el entonces ministro de magia), confirmó los rumores de que Voldemort estaba de vuelta. (después de incontables ataques por parte de mortífagos a aurores retirados y muggles en general).

Todo se desbordó.

La gente se volvió histérica, trataban de huir a como diera lugar.

Se cerraron negocios.

Se vaciaron los lugares mágicos como el Callejón Diagon o Hogsmeade, al grado de que sólo los más temerarios o los muy necesitados acudían a esos lugares.

Hogwarts sólo recibió a menos de la mitad del alumnado.

La economía de Gringotts se vió amenazada debido a la fuga súbita de capitales.

Había desapariciones diarias de personas sin importancia.

Las funerarias comenzaron a enriquecerse.

Evidencia de torturas en cada esquina.

Miedo en la cara de las personas.

Terror en el ambiente.

Angustia.

Ira.

Muerte.

Y ante esto. ¿Qué hizo Fudge?

Nada.

O casi nada.

Impuso toques de queda, se incrementaron el número de aurores, la mayoría sin experiencia. Jóvenes que dieron su vida valientemente, pero de forma estúpida al no haber quién les dirigiera ni les notificara los puntos clave que sólo se adquieren con la práctica.

Y su más importante logro: No hablar con extraños, sean precavidos.

Irónico.

Eso sólo trajo más caos al ya existente, la desconfianza y el miedo hicieron estragos en la población, por lo que vecinos de años atrás se mataban ante la más mínima sospecha o la más insignificante mirada.

Por todo esto, y cosas de las que aún hoy desconozco, la señora Weasley quería....

No.

Anhelaba una navidad con su familia. Nunca lo dijo pero ella pensó, al igual que todos, que sería la última.

A mí me consideraban de la familia.

Claro, después de ser amigo de Ron durante más de 4 años, y al ser sus padres tan amables y cariñosos conmigo. Los consideraba mi familia adoptiva.

Aquella que me dio cariño y me apoyó en toda circunstancia...

Sin embargo, las órdenes del director fueron claras:

"Harry, estarás más seguro en Hogwarts. No puedes ir con los Weasley. Pasarás las navidades en el colegio".

Y yo, no quise contradecirlo, aún tenía pesadillas y sentimientos de culpa por la muerte de Cedric. No quería que los Weasley se vieran amenazados por causa mía.

Eso sin contar con las terribles visiones que me proyectaba Voldemort a través de la cicatriz. Me estaba destrozando, no había podido dormir una noche entera desde que había comenzado a atacar, por lo que la falta de sueño estaba acabando con mis nervios y mi salud.

Había perdido buena parte de mi apetito, estaba muy sensible ante cualquier movimiento súbito, pálido y ojeroso parecía un fantasma. El cansancio me hacía moverme como un viejo. No como el muchacho de 15 años que era.

Y el dolor de cabeza duraba todo el día, al punto que llegué a considerarlo normal.

Mientras que la enfermera se cansaba de decirme que me veía muy mal y debería pasar la noche en la enfermería. Ante lo que yo me negaba no queriendo escucharla y asegurándole que todo estaba bien.

Para completar el repertorio de desgracias, estaba Sirius. Quien no se había comunicado conmigo desde el inicio de las clases y comenzaba a preocuparme y a imaginarme cosas terribles sobre él y los dementores.

Así que sin ningún entusiasmo, comenzaron mis vacaciones de navidad de mi quinto curso.

Sólo se habían quedado tres personas además de mí en todo el colegio: Cho – Chang, un niño de sexto de Hufflepuff y Draco Malfoy.

Era el tercer día de vacaciones, en una semana sería navidad. Por lo que aburrido salí a dar una vuelta por los jardines. Me apetecía caminar en la nieve, de hecho siempre me ha gustado, en especial cuando jugamos con bolas de nieve, pero ahora no había con quien jugar. Por lo que viendo el paisaje me senté en una banca de piedra atrás de los invernaderos.

No había pasado mucho tiempo cuando la profesora Sprout salió del invernadero tres y me dijo que no quería que me congelara, así que me acompañaría de nuevo al castillo, donde estaría caliente y no preocuparía a los profesores por no poder localizarme.

Sin quejarme la seguí, ya que efectivamente hacía mucho frío, la capa y la cabeza la tenía ya blanca de la nieve que estaba cayendo. Le ayudé cargando una maceta que llevaba en el regazo y emprendimos el regreso al castillo.

Desafortunadamente la profesora Sprout, no era la única que me acompañaba de regreso al castillo...

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