¡Hola amores!

Mi primer crossover y es Jelsa. Bueno, que ya lo veía venir.

Para la pequeña niña detrás del arbusto. Sé que tarde o temprano tendré que leer PG mientras tanto... ¡Te quiero!

Rise of the Guardians y Frozen pertenecen a sus respectivos autores. Nada de lo escrito a continuación fue creado con fines de lucro.


Aliento

Lo supo aun estando en el vientre de su madre. Fue una brisa gélida que cayó sobre su frente y caló cada parte de su recién formado cuerpo. El frío recorrió por completo su espina dorsal, se agolpó en sus mejillas y fue aliento de nieve que escapó por sus labios.

Ese día nació Elsa. Y ese día, con ese viento, obtuvo su poder.

Desde entonces, ella lo sabía. Cada aniversario de su nacimiento, la misma sensación profanaba sus sueños por la noche. A pesar de acostumbrarse al frío de su poder, aún se estremecía con el toque gélido en su frente, terminado en un aliento de su boca.

Cada año se prometía estar atenta y no dormir para revelar el misterio de sus sensaciones. Mas las promesas se escurrían entre las almohadas cuando Elsa posaba en ellas la cabeza.

Tal vez estaba destinada a ignorar el porqué de esa situación.

— Volveré siempre.

Abrió los ojos, se llevó la mano a la frente, aún fría. La ventana estaba abierta. Era la madrugada de su décimo sexto cumpleaños.


Cualquiera podría pensar que era una tontería aferrarse a una costumbre de dudosa procedencia. Pero Elsa permanecía con el ansia en las manos cada vez que se acercaba su aniversario. Tras 24 años, para ella era todo menos una tontería.

Se recostó entre las almohadas de plumas y cerró los ojos. Procuró no pensar en qué sucedería, le aterraba que su espíritu desapareciera, que ella le tenía hasta cariño.

Apenas se estaba quedando dormida cuando lo sintió. El toque helado en su frente la hizo, esta vez, saltar de la cama en un santiamén.

La ventana estaba abierta camino hasta el ella, precavida. Miró alrededor pero no encontró nada. Se dio media vuelta dispuesta a volver a la cama, decepcionada.

Una figura apareció frente a ella, tan de prisa que apenas pudo distinguir el pelo blanco y los ojos azules del chico.

— Te dije que volvería.

Fugaz, la besó en los labios y salió por la ventana, elevándose en los aires.

Elsa sonrió con la mano en los labios.

La sensación eran besos.

Pero desde ese día, nunca más fueron gélidos.


Gracias por leer.