Los personajes no me perteneces, son creación de Kishi.

Advertencia: Este fic contiene escenas eróticas, si eres menor de edad, atente de leer. Este fic contiene OCC y AU. pero prometo que será bueno :c


PREFACIO

La hora de clases había concluido y era tiempo de regresar a casa, el día había sido agotador. La clase de historia no era de mi agrado y menos en la última hora. ¡Por Kami! ¿A quién en su sano juicio se le ocurre aplicar la clase más aburrida del mundo a la hora de salida? Solo a la Señora Tsunade, ella sí que quiere jodernos la vida. La campana anunció el término de clases y al escucharlo salí dando un maratón con mis amigos al campus para luego despedirme de ellos. Mi mejor amiga me dijo que nos veríamos más tarde para salir a tomar algo, al parecer quería contarme algo interesante, así que accedí y me despedí de ella dándole un abrazo de oso y un beso en la mejilla. Me dirigí camino a casa la cual no quedaba muy lejos de la Hight School, por ese motivo opté por caminar hasta allá y solo estaba a dos cuadras. Sí, estaba en la Fujisawa Junior Hight School, en la ciudad de Iruma en Saitama, Japón y hoy hacía un clima agradable, las nubes eran de un tono grisáceo y cubrían el sol lo cual infiere que empezaría a llover muy pronto.

Seguí la ruta por 7–23 Azumachō la cual daba justo a casa, caminaba por la cera respirando el aire fresco que corría en dirección opuesta, azotándome en la cara mientras los cabellos se me alborotaban un tanto despavoridos. El aire fresco impregnaba mis sentidos, congelando mis tejidos y pulmones soltando de golpe el aire que recorría mis entrañas. Empecé a recordar lo que dijo mi mejor amiga hace un momento, ¿Qué querrá decirme esa cerda? Me preguntaba, quizá miró alguna prenda que le fascino e irá por ella o quizá se enamoró de algún chico de la preparatoria. No lo sé. Seguí caminando y ya estaba cerca, solo tenía que girar a la derecha y cruzar la calle. Gotas comenzaron a mojar mi rostro, prueba de ello eran las manchas de tono más oscuro en la banqueta, entonces comencé a correr sintiendo la brisa azotarme en la cara, crucé la calle a toda prisa llegando al otro lado, mi hogar se encontraba justo enfrente y me apresuré a adentrarme en él.

Al tocar la perilla de la puerta, esta se abrió sin haber girado la manilla, lo cual me resultó bastante extraño pero no me importó. Tal vez mi madre salió y dejó abierto o entró y se olvidó de cerrar la puerta. Dejé mis zapatos escolares al lado izquierdo de la puerta donde estaba una estantería de madera, color caoba claro de 3 pisos sencilla, caminé por la madera de jatoba algo gastaba, de la cual estaba construido el piso de mi humilde morada, estaba fría y me calaba por debajo de mis calcetines, seguí por el pasillo. A mi derecha estaba la sala y la cocina, deslicé la Shōji1 la cual era de madera color caoba, ésta daba a la cocina y no había nadie. Por lo general mi madre siempre está cocinando algo cuando llego de la preparatoria, pero esta vez no fue así. Corrí hacia la habitación de mi madre la cual quedaba justo enfrente de mi habitación al fondo a la izquierda, la busqué ahí y estaba vacía no había rastro de ella. Fui hacia la sala un poco absorta dándome cuenta que la Shōji estaba entre abierta, la deslicé y me quedé atónita por lo que tenía enfrente.

Todo estaba hecho un desastre, todo era un caos, el televisor, el mueble de este, los sofás, las piezas de cristal que hacían decoración en las estanterías y repisas, el ventanal que daba vista al patio se encontraba hecho añicos, y había un olor desagradable como hierro y oxido. Me acerqué titubeando, las piernas me temblaban pero quería ver más, o acaso ¿Esperaba encontrar a mi madre ahí? No lo sé, la cabeza me daba vueltas y de pronto algo captó mi atención. Unas pequeñas gotas de color carmesí estaban en el piso de madera, a medida que avanzaba se hacían un poco más grandes, estás me llevaban al medio de la sala y los sofás volcados, las piernas no me respondían, el pulso cardiaco lo tenía acelerado estaba a punto de romperme la caja torácica, la respiración me fallaba y entonces hice mi esfuerzo en caminar hasta allá dándome cuenta que era lo que imaginaba ver.

Mi madre estaba ahí en medio de todo ese arrebato, la alfombra de color blanca con toques negros donde permanecía la pequeña sala de estar, estaba cubierta por una gruesa capa de un líquido muy rojo, un rojo carmesí que también estaba en el abdomen y cuello de mi madre. En ese pequeño instante mis piernas flaquearon, por consecuente caí al suelo, sintiendo la madera fría acariciarme la piel. En ese momento todo se detuvo, dejé de respirar, tenía un nudo enorme en la garganta y sentía un agujero en el pecho. Lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas y luché por alcanzar a mi madre, toqué su mano y tomé su pulso, no había nada. Ya no había nada, estaba fría y más pálida que de costumbre entonces supe que la había perdido, fue ahí cuando no aguanté más y comencé a gritar desesperada.

- No, no, no, no- Grité, esto no estaba pasando. - Mamá, despierta… por favor. – Le dije quedándome encima de ella, no quería moverme de ahí, no hasta que despertara y me dijera que no era real.

Las lágrimas seguían descendiendo por mis mejillas hasta mi cuello, me quemaban la piel y el pecho me dolía demasiado. Mi madre había sido atacada violentamente, ya que las gotas de sangre estaban dispersadas en la alfombra por el lado del cuello, en pequeñas ápices y no había pasado mucho tiempo que había sido asesinada ya que la sangre seguía siendo color carmesí y no guinda. Pronto escuché que alguien pronunciaba mi nombre a lo lejos y después algo me zarandeaba de los hombros, así pues abrí los ojos. Unos orbes más negros que la noche me penetraban la mirada con vehemencia, reaccione de inmediato queriendo apartarlo pensando que era el asesino y venía por mí, pero este se limitó a estrecharme contra su pecho pasándome ambas manos por los hombros susurrándome algo al oído.

- Tranquila Sakura, tuviste otra pesadilla- Me decía al oído, acariciándome el cabello – Ya estás a salvo nena.

Y entonces comprendí todo.

Una pesadilla.

Otra noche terrible.

¡Carajo!

Él volteo a mirarme a los ojos de nuevo, posando ambas manos en mi rostro. Con ambos pulgares quito las lágrimas de mis mejillas y se puso de pie para luego dirigirse a su hermano que estaba recargado en la puerta de mi habitación. Un joven de mi edad que tenía el mismo aspecto que el Señor Itachi.

— Hermano, anda a traerme una aspirina del botiquín que está en mi cuarto, por favor —Le ordenó. Sasuke le miró con desdén y se limitó a obedecer sin rechistar.

En breve volteó a mirarme. — ¿Te encuentras bien?

— Sí, estoy bien. — Dije, sin dejar de contemplarlo.

La verdad era que Itachi me tenía deslumbrada, lo admiraba demasiado. Él era como mi sol y yo giraba alrededor de él por qué a pesar de todo el drama, cuidaba de mí y me protegía incluso se hacía cargo de su hermano.

De pronto, el Uchiha menor entró a la habitación acercándose a su hermano. Depositó dos pastillas de color blanco en la mano derecha de Itachi además un vaso de cristal con agua el cual lo tomó con la otra mano, el azabache se limitó a salir del cuarto y dirigirse al suyo. Por ende, Itachi tomó mi mano y dejó las pastillas en esta.

— Trágatelas — Me ordenó. Yo solo obedecí y luego me tendió el vaso con agua y bebí de ello.

— Ahora duerme, Sakura. — Y sin nada más, salió de mi habitación cerrando la Shoji tras su salida.

No quería cerrar mis ojos porque tenía miedo de volver a mi terrible pasatiempo, Sí, estas pesadillas eran consecuentes cada día a veces no tan malas pero eran pesadillas después de todo. Pero tenía a Itachi y eso me reconfortaba, porque siempre estaba ahí para mí y de verdad que le agradecía eso, así que cerré mis ojos sin pensar más allá de lo que fuera a pasar esa noche y unos minutos después los fármacos hicieron efecto y caí rendida en un profundo sueño.


Shōji. Tipo de puerta tradicional en la arquitectura japonesa. Funciona como divisor de habitaciones y consiste en papel washi traslúcido con un marco de madera.

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Nos leemos en el próximo cap.

Sayooo.. 3

xDauntless