"Who's strong enough to peel off the dead skin?"

#Morir y Vivir#

Radamanthys...no...tú no...tú no...

Todo el mundo que Pandora creía conocer y por el que había servido con fe ciega casi la totalidad de su corta vida se había desmoronado frente a sus ojos. Todo...absolutamente todo había resultado ser una burda función fabricada por el dios Thanatos, para satisfacer el tedio que le ofrecía su eternidad.

Thanatos había jugado con sus sentimientos. Había manipulado su ilusión. Le había hecho creer a ella, y a todos los espectros bajo su mando, que servían al oscuro Señor de las Tinieblas, cuando solamente le divertían a él.

Hades...su adorado señor Hades...su supuesto hermano menor, por el cuál toda su família murió y su mundo se tiñó de eterno gris, aún no había despertado. Thanatos había obrado en nombre de su espíritu, únicamente para procurarse pura distracción. Por qué, en realidad, ¿qué era una vida humana al lado de la eternidad de los espíritus divinos? Un soplo de brisa, un suspiro...un simple parpadeo. Éso es lo que había resultado ser Pandora para el dios de la Muerte. Un simple parpadeo durante el cuál pudo experimentar la ilusión de las promesas, los anhelos de servir y ser leal a la causa por la que su alma había sido elegida, y también la humillación, la extorsión, la obligación de tener que ofrecer su cuerpo al tacto de un dios que nada tenía que ver con el único tacto humano al que su corazón permitió acariciar su piel.

Pandora se hallaba sola. Perdida. Abandonada de toda esperanza. Ya lo advertía el arco que presidía la entrada al Inframundo, y el Averno se la había arrebatado cuando tan sólo era una niña que se aferró a la única salvación que una adolescente y ámbar mirada le podía ofrecer.

La mirada del único hombre que siempre había desprendido color. La mirada de Radamanthys. La mirada de su único y sincero amor.

Y ahora Radamanthys estaba a punto de rendirse, de morir. Y lo iba a hacer frente a su anegada mirada, inundada por el dolor y la desesperación de saberse sola en un mundo desbordado de desazón.

No...Radamanthys no debía acabar así...No podía abandonarla...No si ella aún lo podía impedir.

La lanza que le otorgaba poder aún residía entre sus manos, y haciendo acopio de toda su voluntad la empuñó contra aquél que se disponía a sacrificarse, llevándose a su eterno amado junto a él.

- ¡Deteneos! ¡Por favor, deteneos!

Una fuerte descarga eléctrica emergió de la lanza, alcanzando de lleno a Kanon, precipitando la explosión de su cosmos extremadamente concentrado para expanderse y arrasarlo todo a su paso.

El cosmos de Kanon se descontroló, sacudido por el impacto de un ataque que nadie esperó, abrasando su cuerpo y el del Wyvern unido en un mortal abrazo a él. Y sus últimas intenciones de acabar con su vida volvieron a fallar. Los malheridos cuerpos de ambos hombres cayeron sobre la oscura tierra, y Pandora no dudó. Se alzó y andó decidida hacia ellos dos, volviendo a señalar a Kanon con su lanza, amenazando con borrar de la faz de los infiernos a aquél que osaba arrebatarle al único que había conseguido que su corazón anhelara seguir despertando día tras día, sólo para poder perderse en su color.

- Pan...Pandora...- Gimió Radamanthys, descubriéndole a través de la nebulosa que difuminaba la claridad de sus sentidos.- Vete...ésto no te concierne en absoluto...

A su lado yacía el castigado cuerpo de Kanon, que respiraba con dificultad y se consumía en el dolor que no había podido aniquilar.

- Radamanthys...me prometiste que no ibas a morir...

Las lágrimas que surcaban su bello rostro no conocían fin, y el temblor de su voz apenas le dejaba pronunciar las palabras con claridad.

- Pandora...yo nunca te prometí tal cosa.

- Apártate de él, Radamanthys...Voy a acabar con su sufrimiento...y con el nuestro.

La lanza se alzó, estremeciéndose entre la mano de Pandora, que a duras penas la podía mantener firme, viendo como la imagen de Kanon se distorsionaba a través de sus lágrimas.

- ¡No Pandora! ¡No permitiré que intervengas en ésto! ¡Déjame cumplir con mi deber!

- ¡Tu deber no es morir en sus manos, Rada!

- ¡Mi deber es morir luchando...y tú no lo vas a impedir!

El cosmos de Pandora comenzó a concentrarse en el extremo de la lanza, que seguía intentando apuntar al cuerpo de Kanon, y acabar de una vez por todas con él. Sin poder hacer nada para materializar su definitivo ataque, hallando a Radamanthys rodeando la figura agonizante de su rival con sus brazos. Cobijándole con la amplitud de las maltrechas alas de su Sapuris. Protegiéndole de un indigno final.

- Rada...por favor...todo está perdido para nosotros...y no puedo tolerar perderte a tí también...Debemos acabar con él...y huir...

- ¡¿Huir?! ¡Huir es de cobardes!

- Tenías razón...nuestro Señor Hades nos ha abandonado...En realidad, nunca ha estado con nosotros...Todo ésto es culpa de Thanatos...Por fin lo veo claro, Radamanthys.- La trémula voz de Pandora apenas se presentaba audible, ahogada por la frustración que tomaba su garganta.- Thanatos nos ha utilizado, y yo no lo he sabido ver hasta ahora...¡pero ya no hay nada que nosotros podamos hacer aquí!¡Estamos en sus manos! ¡Nuestros corazones siempre han estado en sus manos! Ahora, irónicamente, sólo podemos confiar en que los Caballeros defensores de otra diosa acaben con él...Ellos están libres de su influjo. Y admito que he pecado Radamanthys...- El Wyvern se negaba en aflojar la protección a la que tenía sometido el inconsciente cuerpo de Kanon, recostado contra su pecho, pero algo en su mirada se suavizó.- Han derribado el Muro de los Lamentos...han derrotado a Minos...y he ofrecido el collar que me otorgaba el paso por los infiernos al Caballero del Fénix...Me he liberado de la cadena que Thanatos me impuso en el cuello cuando aún era una niña...¡Y no debemos seguir aquí! ¡Nos matará sin piedad!

- ¡Lo hará igualmente si así lo desea, Pandora! ¡Estemos dónde estemos! ¡Y yo no quiero morir en sus manos! ¡No quiero sufrir este deshonor! Y tú...¿qué has hecho tú? ¡Truncar mi batalla! ¡Mancillarme mi final!

- Radamanthys...déjame acabar con él y huyamos lejos, los dos, tú y yo...- Insistía Pandora, defendiedo su idea sin razón.

- Malditos seáis...- Una ronca voz emergió de entre la protección de la Sapuris, y un mortecino cosmos volvió a despertar.- Ninguno de los tres saldrá con vida de aquí. A los infiernos estamos, y en ellos nos quedaremos...

Kanon había recuperado poco a poco la consciencia, pero el dolor de las heridas que su propio cosmos descontrolado había esculpido por todo su cuerpo eran sumamente lacerante.

- Kanon...

- Radamanthys...te llevaré conmigo a la eterna oscuridad.- Una de sus manos se aferró a la nuca de Radamanthys y la otra se posó sobre su pecho, concentrando todo el cosmos que su desastroso estado le permitía, pretendiendo acabar con lo que Pandora había cortado.- Me rogaste que no te mostrara compasión...¿recuerdas?

La proximidad de sus ensangrentados rostros permitió que Radamanthys se perdiera de nuevo dentro de esa mirada que le hablaba desde la más firme serenidad del alma, y las malditas lágrimas se apresuraron a cubrir la mirada del Wyvern, quizás por última vez.

- Sí...claro que lo recuerdo, Kanon...- Susurró Radamanthys, sintiendo que ese momento se estaba embargando de sincera intimidad.- Y no sabes cómo te agradezco que luches para cumplir con mi voluntad...- El cosmos que ardía entre la mano de Kanon y su pecho se iba intensificando, pero ninguno de los dos estaba ya con fuerzas para consumar un final que les liberara de sus respectivos pesares.- Pero hoy tú tampoco vas a morir, Kanon...por segunda vez, no lo voy a permitir.

- ¡Cállate, Wyvern!- Farfulló Kanon, que se ahogó con el dolor que lo acuchillaba por dentro.- Cállate...y acabemos con lo que empezamos...

Kanon luchaba hasta la extenuación para volver a reunir su cosmos, pero era inútil. Ya todo parecía inútil. Todo, menos una idea. Una voluntad. Una última orden. Y no proferida por los labios de Pandora, sino por los del Wyvern.

- ¡Pandora! ¡Prepara tu lanza para devolver a este hombre a los dominios que siempre le han debido pertenecer!

- ¡Pero Rada_!

- ¡Obedéceme, Pandora! ¡Es la única petición que te he hecho y que te haré en mi vida! Por favor...- La mirada, allí estaba esa mirada a la que Pandora nada podía negar, seduciéndola sin palabras, como siempre había hecho.

- No, malditos seáis los dos...¡No váis a decidir nada por mí!- Se desesperó Kanon, que aún entre los brazos de Radamanthys luchaba para hallar un poder que le iba abandonando al mismo ritmo que sus fuerzas.

- Kanon...perdóname...- Rogó Radamanthys, volviendo a bajar la vista hacia Kanon, sintiendo como una lágrima se dejaba ver a tración rodando a través de su apuesto rostro.- Si algún día me recuerdas, perdóname...y siéntete orgulloso del caballero que eres...

- Radaman_

- Perdóname, Kanon...- Le cortó el Wyvern, que incapaz de detener el escape de sus lágrimas cerró su puño con fuerza y lo descargó con dureza contra el abdomen de Kanon. Buscando su punto débil, aquél dónde el tridente de Poseidón se había clavado días atrás . Aquél que ahora se presentaba desprotegido, y que aún no había sido capaz de sanar por completo.

Kanon quiso dejar escapar un grito de dolor, pero la sangre que subió desde su estómago lo impidió. Y el golpe seco que recibió en su nuca finalmente lo cubrió todo de la más absoluta oscuirdad. La completa inconsciencia se había cernido sobre él, y su cuerpo cayó inerte entre los brazos de Radamanthys, que con delicadeza le arropó.

- Pandora...es el único favor que te pido en mi vida...devuélvelo al Santuario de Athena.

- ¿Pero Radamanthys, por qué?

- Por qué él no debe fallecer en esta guerra.

- ¡Él ni siquiera ha sido un fiel Caballero de Athena! ¡También es un manipulador! ¡Te manipuló a tí, Radamanthys!

- Tú misma has ayudado al Fénix. Permíteme que yo le salve a él.- Pandora no pudo evitar fruncir su ceño con incomprensión al tiempo que sus labios eran mordidos con temblor y su mirada se clavaba en la calma luz que le ofrecía Radamanthys.- No lo hagas por él...Hazlo por mí.

- Por tí...

- Sí, por mí.

El llanto que hacía rato que Pandora encarcelaba dentro de su pecho empezaba a dar señales de poder escapar, y ella no pudo evitar llevarse una mano al rostro con la que intentó borrar el rastro de sus lágrimas mientras su cuerpo se sentía sacudido por la emoción firmemente contenida.

- Por tí, Rada...Sólo lo hago por tí.- Susurró observando con devoción a Radamanthys, alzando la lanza de nuevo y apuntando a Kanon, completamente ajeno a las intenciones de los más humanos de los espectros.- Las ruinas del Templo de Géminis del Santuario de Athena serán su destino...

- Cómo debe ser...- Añadió Radamanthys, dedicando una última mirada de agradecimiento a aquél guerrero que consiguió materializar lo que el Wyvern creía no volver a conocer nunca más.- Gracias, Kanon...Gracias por haberme recordado lo que significa vivir. Lo que es sentir...Gracias por haberme ofrecido la oportunidad de luchar como soldado. Y de hacerlo con honor. Y ahora vuelve dónde te mereces crearte una vida mejor...Y si en alguna otra era nos volvemos a encontrar, rezaré para que sea como camaradas. Sería un placer luchar a tu lado alguna vez...

El poder de la lanza salió despedido contra Kanon, envolviéndole por completo, pero sin proferirle ninguna herida más. Únicamente rodeándole con el cosmos necesario para liberarle del Averno y entregarlo de nuevo al mundo de los humanos. Al mundo de los seres vivos. Al mundo dónde los corazones aún laten por propia voluntad, dónde algunas almas aún se pueden permitir el pequeño lujo de vivir en libertad.

El vacío se hizo entre los brazos de Radamanthys, que preso de una desconocida emoción no pudo evitar agachar el rostro y alzar su ensangrentada mano para arrastrar con ella la evidencia de su más humana naturaleza., notando aún la calidez del cuerpo de Kanon dotar de calor el frío metal de su Sapuris.

- Gracias, Pandora...- Susurró sin ser capaz de alzar la mirada y posarla sobre la muchacha que siempre había estado a su lado.

Pandora quiso hacer el ademán de acercarse a él y abrazarle con fuerza, y casi se rindió a sus más necesarios y humanos impulsos. Pero algo se lo impidió.

Algo oscuro y aterrador. Un cosmos conocido y más maléfico de lo que jamás lo había percibido.

Un cosmos divino más encolerizado que nunca.

- Vaya, vaya...¿Qué tenemos aquí?- La voz de Thanatos congeló la sangre de Pandora y Radamanthys al instante, haciendo que Pandora palideciera de terror y que Radamanthys alzara su mirada con furia.- Mis dos espectros preferidos convertidos en traidores...

- Thanatos- Masculló Radamanthys, luchando para ponerse en pie ante lo que parecía ser la última batalla que iba a librar.

- ¡No, Radamanthys!- Se desesperó Pandora, leyendo las intenciones del Wyvern en su afilada mirada.

- Déjale, mi niña.- Dijo Thanatos con desdén.- Permíteme ser testigo de su último atrevimiento, y luego ya hablaremos tú y yo.

- ¡Yo no tengo nada más que hablar contigo, Thanatos!- Exclamó Pandora, presa por la desesperación que le producía saberse vilmente engañada y utilizada por ese ser oscuro que seguía pretendiendo sembrar pavor.

- Ya veo...La presencia de tu Radamanthys te da agallas ¿eh? Quizás empezaré contigo entonces...

- ¡Thanatos! ¡No permitiré que vuelvas a poner tus asquerosas manos sobre ella!

Radamanthys se había posicionado entre los dos, afrentando al Dios de la Muerte con los últimos resquícios de poder que seguían alimentando su alma.

- Qué par de estúpidos sois...- Se rió Thanatos.- Sabéis que no tenéis nada que hacer. Sabéis a quién pertenece el latir de vuestro corazón.

Claro que lo sabían. Ambos lo habían sabido desde el primer momento que sus pies pisaron el Castillo de Heinstein convertido en morada del ejército de Hades.

Su corazón hacía años que no era suyo.

Y por ésa misma razón, ya no había nada que temer. Porqué todo ya lo habían perdido hacía tiempo. Demasiado tiempo atrás.

- Qué insensato que llegas a ser, Wyvern. Yo pongo las manos sobre lo que me place y cuando me place. ¿Acaso te creías ser el único hombre afortunado de probar su sabor?- El desprecio que masticaba Thanantos era hiriente, pero Radamanthys no estaba dispuesto a dejarse vencer sólo por palabras, por mucho que se clavaran lacerantes en lo más profundo de su alma.- El sabor de los labios y de la piel de Pandora fue mío antes que tuyo...Recuerdo la primera vez que la degusté...- Añadió, mirándola con repugnante lascívia, empequeñeciéndola en su propia vergüenza.- Era tan tierna...tan frágil...el temblor de todo su cuerpo era simplemente exquisito...

- ¡Cállate, condenado malnacido!- Se exasperó Radamanthys al tiempo que concentraba lo que quedaba de su cosmos para lanzar un inútil ataque contra aquél que tenía todo el control.- ¡No hables de Pandora así, maldito bastardo! ¡Tú le destrozaste la vida!

- Y tú la ilusión, Radamanthys...

- ¡Voy a acabar contigo, Thanatos, aunque me deje la vida en ello!

Una gran carcajada perforó los oídos de Radamanthys y Pandora, que la sintieron reverberar dentro de su pecho como si una inmensa bestia los estrujara por dentro.

- Tú ya no tienes vida, Wyvern...y la maldita furcia que se atreve a apuntarme con su lanza de juguete tampoco...

Radamanthys rodó su vista alrededor, en busca de la figura perdida de Pandora, hallándola a las espaldas de Thanatos, apuntando su lanza directamente contra la nuca del dios, en un intento desesperado de hacer algo por aquél que se empañaba en purificar su mancillado honor. Una negación con el rostro y la petición formulada a través de su mirada le demandaban a Pandora que cesara en sus incouas intenciones de herir siquiera al dios que seguía con su particular diversión.

Pero Pandora no le volvió a obedecer. Simplemente obedeció al último dictado de su corazón, buscando todas sus fuerzas para atacar a Thanatos. Y fallando estrepitosamente en su intención.

Thanatos la había golpeado con su "Terrible Providencia", lanzándola directamente contra Radamanthys, el cuál la acogió entre sus brazos, evitando que su cuerpo impactara de manera violenta contra el escarpado suelo. Permitiendo que fuera el suyo en estrellarse contra las rocas, rompiendo en mil pedazos lo que quedaba de las alas del Wyvern.

- ¡Pero qué imagen más tierna! ¡Los dos amantes abrazados hasta la muerte! - Se regocijó Thanatos, riéndose sin control.

- Pandora...no sigas atacándole...no hay nada que hacer contra él...- Susurró Radamanthys, rodeándola con sus brazos, protegiéndola con delicadeza.

- Rada...yo...- El golpe que le había proferido Thanatos había destrozado el cuerpo de Pandora interiormente, y la sangre que empezaba a descender por la comisura de sus labios así lo evidenciaba, formando lágrimas de dolor en la mirada de Radamanthys.- Yo...yo sólo...

- Shhh...no hables, Pandora, no hables...- La temblorosa mano de Radamanthys acudió a su suave rostro, apartándole con ternura los mechones de cabello negro que cubrían su anegada y violeta mirada, acariciándola con amor. Sí...con infinito amor. Porqué no había otra palabra que pudiera definir la emoción que también, secretamente, siempre había gobernado en el alma de Radamanthys.

- Yo sólo deseaba tenerte a mi lado, Rada...

- Y siempre he estado allí...Pandora.

- Deseaba que me amaras...que anhelaras estar junto a mí por tu voluntad y no por mis órdenes...Yo...sólo soñaba en que me amaras un poco de lo que te amo yo a tí...- Las convulsiones que sacudían su cuerpo cada vez se apreciaban más intensas, más mortales.- Porqué yo...yo siempre te he amado, Rada...siempre...desde el primer día que te ví...siendo aún una niña...- Otra bocanada de sangre obstaculizó la sentida confesión de Pandora, llevándose con ellas todas las lágrimas que el Wyvern aún podía derramar.- Y me maldigo por no haber sabido demostrártelo mejor...

- Pandora, lo sé...lo sé...- Los dedos de Radamanthys le acariciaban las mejillas sin cesar, secando las lágrimas que Pandora le regalaba sin vergüenza, y con dolor.- No te culpes por nada...tú, al igual que yo...cumplías con tu deber...tú también cumplías con tu deber, mi Pandora...

Una impercetible sonrisa adornó por unos instantes el rostro agonizante de Pandora, y allí Radamanthys se rindió. Claudicó ante su temple, ante su deber y su honor. Simplemente desistió de seguir fingiendo fortaleza y dejó que sus labios buscaran los de Pandora, uniéndose a ellos en un suave beso que todo lo selló. Un beso con sabor a sangre. A sufrimiento. A los recuerdos de su tormentoso amor.

Un beso con sabor a muerte, posado sobre unos labios que exhalaron su último suspiro frente a la ambarina mirada que para la pequeña y perdida Pandora, todo lo significó.

Las lágrimas de Radamanthys se deslizaban a través de su rostro, mezclándose con la sangre que lo bañaba, cayendo sobre las pálidas mejillas de esa muchacha que él también siempre había amado, y que su deber como soldado le impidió de aceptar.

- Pandora...perdóname...perdóname por haberte herido...por no haber sido nunca capaz de ofrecerte sincero mi amor...- La mano de Radamanthys no podía dejar de acariciar la cabeza de Pandora, que recostada sobre su pecho se había sumido en el profundo sueño de la eternidad.- Quizás en otra vida nos volvamos a encontrar, mi pequeña...Quizás en otra era nos sepamos amar...

- ¡Ya basta de despedidas! ¡Me asquea tanto amor!- Exclamó Thanatos, acercándose a ambos cuerpos, amenazando a Radamanthys con su proximidad.- Pandora ya ha pagado por su osadía. Ahora sólo me quedas tú, estúpido Wyvern.

Pero Radamanthys no le escuchaba. Para él, en ese momento sólo existía Pandora, y los útlimos rastros de calidez que su inerte cuerpo aún transmitía contra su pecho. ¿Debía seguir luchando? ¿Defendiendo, qué? ¿Una ilusión? ¿Las promesas de un macabro dios? ¿Con qué sentido, si ya no le quedaba nada a su lado por quién luchar?

Radamanthys estaba cansado. Agotado de tanto sufrimiento y dolor. Y su corazón se hallaba vacío. Vacío incluso de honor.

- Adelante, Thanatos...hazlo. Hazlo de una vez...- Dijo Radamanthys con convicción, sin ser capaz de apartar su mirada del rostro de Pandora, alzando sus dedos para cerrar su mirada con infinita devoción.- Detén de una vez mi condenado corazón.

- ¡Uh! Cómo desees, Wyvern. Tampoco me haces ninguna falta ya. ¡Vete con ella! ¡Acompáñala al más profundo de los infiernos! ¡Púdrete con ella en los pozos de la eterna desesperación!

- Pandora...resiste...no te vayas aún...espérame...- Susurró Radamanthys acercando de nuevo sus labios a los de Pandora, rozándolos con infinita ternura y compasión.- Ahora vengo, Pandora...ahora nos iremos los dos...

No hubo más palabras por parte de Radamanthys. No hubo otra respiración. Ni otro ténue latido de su corazón.

Su mirada lentamente se cerró, y toda la tensión que aún quedaba en su cuerpo desapareció. Thanatos había arrebatado la vida de los dos, dejándoles abrazados en el medio de los infiernos, unidos en su compartida maldición.

- Insolentes humanos...- Masculló Thanatos para sí.- Al final Hypnos ha acabado teniendo razón. Mis pretensiones de diversión se han desbordado. Qué pena...en el fondo me caíais bien vosotros dos. Pero ahora debo dejaros...unos asquesos insectos han osado traspasar la dimensión de los Elíseos, e Hypnos me reclama mi colaboración. Au revoir, inútiles humanos. En otra era os juro que os eligiré mejor.

Thanatos se esfumó sin dejar rastro, y en medio del Quinto Circulo de los Infiernos sólo quedaron ellos dos. Solos. Abrazados. Regalándose su último gesto de amor y color en un mundo que siempre habían percibido gris.

Y eternamente muerto, tal y como muerta siempre había sido su piel.

###

Santuario, un día después...

Unos pasos infantiles se apresuraron a retirar los escombros que cubrían lo que parecía ser un cuerpo sin vida, hallando en un nefasto estado a Kanon.

- ¿Kanon? ¿Es Kanon?- Las pequeñas manos de Kiki lo zarandearon con delicadeza, y sus regordetes dedos acudieron presurosos a comprobar su pulso en el cuello, descubriéndolo ténue, pero constante.- ¡Kanon! ¡Está vivo! ¡Kanon, soy Kiki, y voy a sacarle de aquí!

#FIN#


Hasta aquí The Dead Skin. Espero que os haya gustado. Si a alguien le interesa, este fic puede convertirse en el antecesor de mi primer fic de todos: "La recompensa de la redención", dónde Kanon despierta en un Santuario devastado y con un misterio que le concierne directamente a él durmiendo entre los escombros. Si lo deseáis está a vuestra disposición, pero aviso que al ser el primero puede que la escritura sea un poco tosca y descuidada.

Gracias de corazón por vuestro incondicional apoyo, y gracias Krista por tu impagable lealtad.

Comentarios adicionales al fic:

La escena de Radamanthys protegiendo a Kanon con las alas de su Sapuris me la inspiró un fanart del cuál desconozco el autor, pero que en el momento en que lo vi me emocionó.

¡Saludos y fuertes abrazos para todos!