-Bien, esas son las instrucciones para mañana, procuren ser puntuales y no salirse del protocolo. No queremos otra demanda por quema en la vía pública.
-¡Pero si eso lo hizo Pyro!
-Ya, pero ustedes dejaron la pila de cadáveres en medio de la carretera.
Soldier bufó con desagrado y abandonó el salón principal entre maldiciones. Los demás se fueron retirando lentamente mientras miss Pauling organizaba sus papeles.
-Ah, Heavy. Casi lo olvido. Tengo un paquete para ti.
El ruso se acercó a la muchacha y recibió la caja entre las miradas expectantes de Demoman y Sniper. La puso sobre la mesa y sacó de su interior un par de folios doblados, unos cuantos regalos y un par de fotografías.
Sniper se inclinó sobre una de las fotos con curiosidad. -¿Te escribe la familia? Tienes suerte, mis padres prefieren echarme la bronca por teléfono.
-Ah, no puedes quejarte. Al menos tu madre no te da de bastonazos cada vez que puede.
-Pero al menos Demoman puede ver a su familia.- Heavy esbozó una sonrisa melancólica mientras miraba las fotos. -Desearía poder estar más cerca.
-Pues eso sí. Este trabajo no da para estar con la gente que uno quiere. Y usted miss Pauling ¿Tiene familia?
La chica, que hasta ese momento se había mantenido observando el envío por el rabillo del ojo se vio sorprendida por la repentina pregunta del francotirador y las miradas curiosas que se posaron sobre ella.
-Pues…no.
-¿De verdad?- Demoman pareció confundido.- No imagino a una chica como usted sola. Debe haber algo. Esposo, padres, hijos o… no lo sé, una tía abuela lejana.
-Bueno, me casé una vez pero… las cosas no resultaron bien.
-Siento oír eso.- Sniper le dedicó una mirada de despedida antes de ayudar a Heavy a guardar las cosas en la caja y salir junto a sus compañeros. Miss Pauling se dio el tiempo de verlos alejarse antes de recoger sus documentos y emprender el viaje de regreso a las oficinas de MANN CO.
Una rata se paseaba por la celda todas las noches y para Pauling era el único indicador de que los días pasaban. Estimaba que llevaba encerrada por lo menos unos 8 meses y ya daba el caso por perdido. Por más que hubiera alegado legítima defensa, nada justificaba las 2 puñaladas o el cuerpo desmembrado enterrado en el patio trasero.
Aun recordaba lo sucedido con lujo de detalles. La pelea, los gritos, el olor de la carne recién sacada del horno. Como en un abrir y cerrar de ojos una escena de celos infantiles lo había mandado todo a la mierda. Él le había exigido la revelación de un amante inexistente y en medio de la conmoción le había dado un bofetón. Se notaba que el golpe no fue intencionado, pero ninguna de las disculpas ni suplicas de su pareja la hizo cambiar de parecer. Todo fue muy rápido. Un puñetazo bestial y un par de puñaladas en el estomago con el cuchillo con el que hace un par de minutos había preparado la cena. Solo hasta que vio el cuerpo ensangrentado en el suelo se dio cuenta de sus acciones. Quiso enterrarlo en el patio pero no tenía tiempo para cavar una buena zanja, por lo que tuvo que descuartizarlo y rogar para que los vecinos no hubieran oído nada.
Desgraciadamente si escucharon y la casa fue allanada un par de horas después. No había podido limpiar toda la sangre y la tierra se notaba removida en la parte de atrás. Estaba desprotegida. Cuando le tomaron declaraciones argumentó legítima defensa pero se vio descubierta al no tener marca alguna de algún forcejeo. La condenaron a pena de muerte y le dieron una prorroga de un año para que los abogados apelaran, aunque había pasado tanto tiempo desde la última vez que fueron a notificarla que estaba segura de haber perdido el caso.
Las pocas veces que le habían preguntado si se arrepentía se había mantenido silenciosa. No porque sintiera algún tipo de culpa, sino porque realmente no estaba arrepentida. Recordaba con amargura la rutina de ama de casa y la emoción repentina que sintió mientras enterraba el cuerpo. Había llegado a la conclusión de que la vida trivial no era para ella, de que hubiera sido más feliz dedicándose a algo que saciara su recién descubierto apetito de acción y de que el amor solo había sido una ilusión pasajera.
Al cabo de unos meses había logrado hacerse una reputación dentro de la cárcel. En un principio nadie la respetaba, pues parecía una chica reservada y pusilánime, pero después de romperle la nariz a la gorila del patio 3 las cosas empezaron a cambiar, sobre todo después del incidente con el gendarme tuerto que ahora era ciego.
Se había resignado a morir, por lo que poco importaba todo lo que hiciera. Una mañana de otoño la sacaron a rastras de la celda. Pensó que había llegado su final, pero no fue así.
La dejaron a solas con un hombre de traje dentro del interrogatorio.
-Buenos días Srta. Pauling, me llamo Bidwell. Vengo de parte de MANN CO.
Pauling se limitó a mirarlo con desconfianza.
-Veo que es callada, en fin. Vengo a ofrecerle un trato. Una oportunidad para vivir. Hemos ojeado un poco sus archivos. Parece ser lo que buscamos, alguien decente, que no levante sospechas pero que tenga el coraje de hacer todo lo que ordene la administradora. Le seré sincero, no es un trabajo fácil. Requerirá su disponibilidad las 24 horas del día y tendrá que ensuciarse las manos. La paga es…
-¿Qué quiere decir con "ensuciarse las manos"?
-Bueno, ya sabe. Sacar a ciertas personas del camino, seguir algunas órdenes, esconder evidencia, esas cosas.
-¿Quedaré impune?
-Pues…si. Siempre y cuando sepa guardar las apariencias… y hacer callar a quien se deba.
-Vale, es tentador, pero ¿Cómo se supone que van a sacarme? Estoy condenada. La fianza no es negociable.
-¿Está usted en la decimosexta celda del ala derecha?
-Sí.
-La sacaremos en media hora. Manténgase alejada de la pared. Sabrá que debe correr cuando caigan los escombros.
La administradora dio una larga calada a su cigarrillo antes de hablar.
-¿Encontraste al scout que te pedí?
-Sí. Vladimir Nikolievich. De origen polaco. Lo conocen como el mastodonte. Es el mejor hombre del ruso.
-¿Y dónde está?
-Tirado en un callejón de la 8va avenida en Boston con una bala en el cráneo.
Helen miró a Pauling con disgusto. Estaba a punto de regañarla pero la muchacha se le adelantó.
-Tengo a otra persona. Más rápida y ágil. Se cargó al mastodonte, otros 3 hombres del ruso y logró escapar con una pierna herida. Es bastante joven, solo un muchacho, pero tiene mucho potencial.
La administradora exhaló el humo, rio para sus adentros y esbozó una sonrisa maliciosa.
-Si no conociera tu desempeño diría que has hecho una mala elección, pero confió en ti.- Dio otra calada a su cigarrillo. –Tendrás que encargarte del ruso, no puede enterarse.
La muchacha sonrió de manera casi imperceptible. Era lo que esperaba escuchar. Acarició el revólver en su bolsillo.
-No se preocupe. Esta noche dormirá en el rio.
Y se acabó. Gracias a todos los que leyeron mis historias, sobretodo por ser tan pacientes. No suelo tener mucho tiempo para estas cosas. Pienso seguir escribiendo pero en one-shots, me dan mas libertad. En fin, espero que haya gustado.