Capítulo 11: ¿Tienes que estar en todas partes?
11:15 pm.
Toshiro suspiro, sin poder creer aún como fue que acabó parando en la casa de los Kurosaki, cantándole el feliz cumpleaños a las mellizas (o gemelas, fueran lo que fuesen) con un cono de fiesta sobre su cabeza.
12:56 pm (mediodía).
Finalmente era 6 de Mayo.
Luego del día de escuela, Toshiro y Kaoru se encontraban comiendo una pizza frente al televisor de la sala.
Desde la pelea que ambos habían tenido el ambiente entre ellos estaba muy tenso.
Kaoru volvió a cerrarse en si mismo y comenzó a guardar las distancias, ahora solo respondía a sus preguntas con monosílabos o señas, sin mirarlo.
Toshiro creyó que el mocoso se rendiría primero, pero se equivocó.
-¿Por cuanto tiempo más piensas continuar?- le preguntó Toshiro, ya sin poder soportar por más tiempo su indiferencia.
-¿Continuar con que?- preguntó el pelinegro sin el mínimo interés, con la vista fija en la película que pasaba en el pantalla plana, y con la pizza aún a centímetros de sus labios, en espera de que termine de masticar el bocado que aún tenía en su boca.
-Con esta rabieta de no hablarme y pasar de mi- le contestó de mal humor. Kaoru se encogió de hombros.
-Tú te lo buscaste- murmuró en voz baja antes de comer otro enorme bocado de pizza. El peliblanco gruñó. Bien sabía él que se lo había buscado, con desespero, pero eso no significaba que le agradase.
-Estaba enfadado- se excusó.
-Yo también lo estoy- le dijo el pelinegro enviándole una fría mirada con sus ojos se levantó de golpe, frustrado.
Kaoru era tan bueno como él a la hora de llevarle la contra a las personas, y era tan terco que le recordaba a... ¡Agh!
-¡¿Y que diablos quieres que haga?! ¡Ya te dije que lo siento!- le dijo alzando la voz. El niño lo miró sin inmutarse.
-Bueno, si tanto quieres que te disculpe... podrías... -
-¡No verás a Karin!- lo interrumpió con firmeza. El pequeño frunció el ceño y devolvió su mirada a la pantalla en un gesto de Tómalo o déjalo -Y a todo esto, ¡Yo debería ser el molesto aquí!- el pequeño arqueó una ceja -Aún con se como demonios fue que comenzó esto, ¡no! Claro que se eso, solo que no lo entiendo ¿como diablos es que de la nada tu y ella se quieren tanto?- le preguntó con el ceño profundamente fruncido.
-Si lo que quieres es ser perdonado, vas por mal camino- murmuró el pelinegro desviando el tema. Toshiro sintió ganas de arrancarse los pelos, en maldita hora ese mocoso y esa mujer coincidieron, ahora ella le había pegado su irritabilidad.
-Pídeme cualquier otra cosa- dijo casi de rodillas, frente a él. Kaoru lo pensó bien, y finalmente, sonrió. Si su padre no le permitía ver a su madre por las buenas, lo haría por las malas.
-Quiero ir a practicar artes marciales- respondió el pelinegro luego de "pensarlo" unos momentos. Toshiro amplió sus ojos, sorprendido.
-¿Es enserio?- preguntó sin dar crédito, muy sorprendido. Él no estaba enterado de que a Kaoru le interesaran ese tipo de cosas. El pequeño asintió con entusiasmo.
-Una vez cuando paseaba- con mamá -Vi un lugar increíble, era grande y había un montón de niños haciendo cosas asombrosas. Creo que los viernes a las 17 hs. ¿Que dices?- preguntó con estrellitas en sus ojos.
-Trato echo- aceptó de inmediato.
-¿Lo juras?- preguntó el niño con ilusión.
-Lo juro- aseguró Toshiro, sonriendo y revolviéndole sus cabellos ébano al verlo tan alegre -Ya que nos arreglamos, hoy tengo las pruebas para entrar al equipo de fútbol de la preparatoria, ¿me acompañas?- Kaoru dejó caer su mandíbula al suelo. Eso no podía haber salido mejor, pues según recordaba, su madre le había dicho que en su cumpleaños, es decir, ese día, harían las pruebas para las admisiones a dos nuevos miembros al equipo de fútbol, y luego irían a cenar a su casa.
-¡Si! Te acompaño- aceptó gustoso. Toshiro relajó el gestó de tensión, pues por un momento creyó que el pequeño se negaría, y se sentó de nueva cuenta en el sillón, arrastrándolo hasta dejarlo más cerca junto a él. De ese modo acabaron su pizza y terminaron de ver la película. Kaoru contento por haber matado tres pájaros de un tiro* y Toshiro feliz por el simple echo de que tenía a su niño de vuelta.
Por un lado, a Kaoru le dolía el tener que jugarle sucio a su padre, pero le dolía aún más la idea de no volver a ver a su madre.
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15:15
Yuzu caminaba por la calle tarareando una canción que solo ella conocía, al tiempo que revisaba en su celular la hora. Debía llegar a las 04:00 pm al instituto de su hermana, dado que el juego para elegir a los que se convertirían en integrantes del equipo sería a las 04:30 pm.
Al principio el plan era que ella pasaría a buscar a Kaoru, dado que Karin permanecería en el instituto todo el día, y luego irían juntos a su encuentro, sin embargo, había recibido un mensaje por parte de su "sobrino", diciendo que había habido un cambio de planes y él los encontraría allí, por lo que ahora tenía tiempo de sobra para comprar una rica merienda a Karin.
Sonrió al ver el llavero que el pequeño pelinegro de ojos esmeralda le había regalado. Fue un fuerte shock el que de pronto Kaoru sea "hijo" de su hermana, pero era un niño tan dulce que le fue imposible no amarlo enseguida.
-Hola, hermosa... - Yuzu se detuvo de golpe a escuchar como la llamaban, se volteó con curiosidad, encontrándose con un chico rubio (aunque no natural) de complexión mediana, de unos 22 años -¿Que hace una chica tan linda paseando sola?- preguntó él.
-Estoy algo ocupada, lo siento- le respondió con cortesía, mirando hacia otro lado con incomodidad. Le dio la espalda al chico y reanudó su caminar, sin embargo, una gran mano en su delgado brazo la detuvo.
-Hay vamos... ¿porque no me acompañas?- le insistió él, presionando más su agarre al ver que la castaña intentaba zafarse.
-Suélteme, por favor- le pidió Yuzu alzando levemente la voz, con el rostro preocupado y moviéndose bruscamente.
-Anda muñeca. Lo pasaremos increíble-dijo él tomando también su otro brazo, haciendo que la bolsa con las cosas que ella llevaba cayera al suelo.
El rubio comenzó a caminar aún deteniéndola con sus manos, haciendo que Yuzu retrocediera hasta la pared de un pequeño callejón, junto al negocio que acababa de visitar.
-He dicho que me sueltes- chilló ella pisando fuertemente el pie de su agresor con el taco de su sandalia.
-¡Perra!- el dolor obligó al rubio a aflojar el agarre que tenía sobre ella, permitiéndole escapar, sin embargo, no alcanzó a dar dos largas y torpes zancadas para salir del diminuto espacio antes de sentir como el chico la agarraba por los cabellos y la empujaba hacia atrás. Cayó al sentir como su tobillo se retorcía de una manera muy dolorosa , dejándola tumbada en el suelo con él a ahorcadas sobre ella.
-¡No! Déjame ir- chilló con espanto Yuzu, sacudiéndose. El rubio la sujetó por la barbilla con rudeza, clavando allí sus gruesos dedos y marcando su piel.
-De ninguna manera, ¿sabes lo mucho que me esta doliendo ese pisotón?- le preguntó con acidez.
Pequeñas lagrimitas comenzaron a caer de los ojos fuertemente apretados de Yuzu, sintiendo como su agresor deslizaba la áspera mano que antes había estado en su mentón por su brazo izquierdo, mientras que la otra se mantenía tirando sin piedad de su cuero cabelludo.
Lo siguiente que pasó fue demasiado rápido como para que Yuzu lo registrara; lo único que comprendió fue que de pronto el chico ya no estaba sobre ella, sino a gatas en el suelo, aparentemente mareado. Quiso moverse para alejarse, pero gimió al sentir un agudo pinchazo de dolor. Se apretó el tobillo con fuerza.
Soltó un gritito sorprendido al notar como un chico la cargaba en brazos.
Se removió, asustada de volver a pasar nuevamente por aquella horrible situación, pero una voz grave y profunda, diciéndole Ya estas bien la relajó. El efecto había sido inmediato; sus músculos, tensos, se relajaron, su respiración se ralentizó, y los fuertes latidos de su corazón volvieron a ser normales.
Ni siquiera notó cuando fue ese aborrecible muchacho salió corriendo de allí.
Se sintió protegida entre aquellos firmes y tensos músculos, contra ese amplio y duro pecho, que emanaba un calor tan reconfortante como sofocante. Se sentía como en casa...
Su salvador la sacó de aquel frío y horroroso callejón, haciéndole sentir completamente en paz.
El chico la bajó al suelo con delicadeza. Ella se mantuvo firme hasta que apoyó su pie herido y comenzó a caer hacia un lado. Cerró con fuerza los ojos, esperando el duro impacto contra el suelo, sin embargo, en lugar de eso, sintió como era abrazada por la cintura y atraído con fuerza hacia el chico. Abrió los ojos, encontrándose con una camiseta oscura, la cual marcaba unos duros y fuertes pectorales. Su vista fue subiendo lentamente, quedando embobada por la belleza de aquel chico.
Tenía el cabello rubio (natural) disparado a todas direcciones, piel blanca pero no pálida, y ojos jade oscuro que la hipnotizaron.
Se quedó sin palabras.
-¿Te duele?- le preguntó con preocupación, a lo que ella negó con suavidad, balbuceando alguna que otra incoherencia, incapaz de pronunciar palabra. El rubio le sonrió de medio lado y su cara se convirtió en un tomate. "¡Reacciona Yuzu! ¡Seguro que él ya se dio cuenta de que lo miras como una estúpida!". Se obligó a si misma a retomar el control de sus sentidos y se aclaró la garganta.
-En verdad muchas gracias por ayudarme... de no ser por usted... - se estremeció de solo pensar en la probabilidad de que ese desvergonzado hubiese...
-Hey, no te preocupes... no volverá a tocarte- la consoló él, limpiando las lágrimas que hasta ese momento ni ella misma había notado.
Ella asintió despacio y le regaló una dulce sonrisa.
-Jamás podré compensarte por salvarme de ese hombre- susurró ella mirándolo con profunda gratitud.
Por un momento él solo la miró fijamente, perdido en sus ojos chocolate...
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Estaba pasando por la calle, la cual era muy poco concurrida, jugando con su consola portátil, cuando unos gritos agudos llamaron su atención. No dudó en ir a revisar, siguiendo los sollozos y las ordenes, encontrándose con uno de los tipos de escena más repugnantes que podía protagonizar un hombre.
Un chico rubio, a kilómetros se notaba que era oxigenado, intentando someter a una chica.
Su puño tomó impulso y acabó por estrellarse justo a unos centímetros por detrás de su oreja, provocándole un fuerte aturdimiento a aquel hijo de puta.
La chica estaba cabizbaja, por lo que no podía ver su rostro. Sin poder evitarlo, sus ojos se deslizaron a su cuerpo; pechos medianos, cintura muy estrecha, piernas largas, y vestía de manera infantil. Muchas veces había visto a mujeres que se vestían así para llamar la atención de los hombre. En lugar de dulces, resultaban ser todas unas gatas, cosa que le pareció lógica luego de presenciar tal escena. La zorra había querido jugar y acabó por exponerse a un cazador terriblemente despiadado. De pronto, se sintió furioso ante aquel pensamiento, y a punto estuvo de irse, pero lo detuvo el escuchar el lastimero quejido de la muchacha, quien apretaba con fuerza su pequeño tobillo.
Gruñó para sus adentros. Quería, pero no podía dejarla a sabiendas de que estaba herida, aunque lo más probable era que solo estuviera actuando.
Sin más alternativa, se acercó a ella y la tomó en brazos, esperaba que ella se colgara a su cuello y comenzara a hablar sin parar, sin embargo, sorprendiéndose a escucharla respingar y sentir como comenzaba a removerse entre sus brazos, queriendo huir.
-Ya estás bien- le dijo con la intención de calmarla. Suspiró aliviado al sentirla relajarse de golpe, tal parecía que esa chica no era lo que él creía.
La bajó con sumo cuidado, procurando dejarla firmemente en pie. La soltó. Ella se mantuvo unos segundos en pie, hasta que apoyó su pequeño tobillo y, tras un quejido de dolor, se precipitó contra el suelo. Se apresuró a detenerla antes de que cayera, tomándola por la cintura y empujándola algo bruscamente contra él.
Podía ver su rostro sonrojado de vergüenza al tiempo que lentamente la chica se alzaba para observarlo alzó el rostro.
Por un momento perdió el aliento al verla; tenía el cabello corto y castaño, piel pálida y labios color cereza. Sus ojos eran del color del chocolate fundido y sus mejillas parecían dos grandes paletas coloradas... sin duda era la chica más hermosa que había visto nunca.
Al darse cuenta de lo embobado que había quedado, le sonrió de medio lado, intentando disimular, sintiéndose extrañamente bien al ver como sus mejillas tomaban un color aún más intenso.
-En verdad muchas gracias por ayudarme... - comenzó a hablarle ella con voz temblorosa -De no ser por usted... - la sintió estremecerse de asco y la vio comenzando a derramar lágrimas. Estaba espantada. Ni siquiera dudó en posar una de sus manos en la espalda baja de ella, queriendo calmarla.
-Hey, no te preocupes... no volverá a tocarte- le dijo con voz suave, pasando sus manos por sus mejillas, enjugando las pequeñas gotitas saladas.
Ella asintió al cabo de unos segundos, nuevamente serena, y dibujó una tierna sonrisa en sus labios que hizo que el corazón le saltase con fuerza en el pecho.
Esa chica no era para nada lo que él la había creído en un principio...
-Jamás podré compensarte por salvarme de ese hombre- susurró ella mirándolo casi con adoración, lo que le hizo sentir como su ego subía a escalas vertiginosas.
Y sin pensarlo dos veces, se hincó sobre ella y atacó sus pequeños y carnosos labios, besándola con vehemencia. La sintió arquear su cuerpo contra él y pasar sus delgados brazos por su cuello, por lo que intensificó su apretado agarre sobre ella.
Ella besaba con torpeza e inexperiencia, y le emocionó la idea de tener su primer beso, de ser el primero en probar esa pequeña boca.
Él fue quien dio por terminado el contacto.
-Por un beso como este, el favor esta pagado y con intereses- susurró sobre sus labios.
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04:07 pm.
Un suspiro escapó de los labios de Yuzu y el recuerdo le provocó un leve sonroso.
Luego de esa escena había recibido un mensaje de su hermana, preguntándole el porque de su tardanza, y, tras escribir una breve respuesta, alzó la mirada para despedirse de aquel chico, sin embargo, él ya no estaba.
Volvió a suspirar.
-Dicen que con cada suspiro se escapa un poco de felicidad- esa voz la sobresaltó, al tiempo que una gran oleada de culpabilidad la embargaba -Hola hermosa-
-Hola, Jinta-kun- saludó con voz apagada.
-¿Ocurre algo?- le preguntó él, arqueando las cejas.
-Mmm... no, no... nada- negó.
-De acuerdo- sonrió él, sentándose en las gradas junto a ella -Yuzu, en un par de semanas será un par de años desde que comenzamos a salir... yo estoy muy feliz, eres la mejor novia y te amo- la abrazó por los hombros. Su corazón se partió, ella ya no quería a Jinta de esa manera, pero no sabía como decírselo -Debo irme, el partido para aceptarlos comenzará enseguida- y tras esto, se fue.
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En otro lado...
Karin se encontraba de rodillas, atando fuertemente los cordones de sus zapatillas deportivas.
Suspiró. Hacía ya varios días que no veía a Kaoru... maldito alienígena pervertido.
-Karin... - el afro venía corriendo hacia ella, por lo que se enderezó.
-Tenemos exactamente nueve aspirantes- le dijo con una sonrisa.
-Entiendo, bien, enviaremos a Neko y a Jinta con ellos. Yo me quedaré en la banca, evaluándolos. No permitiré que un par de inútiles estén en mi equipo- dijo con voz firme.
-De acuerdo, iré a decirles a ambos- dijo el chico despidiéndose con una mano.
Suspiró otra vez... y sonrió.
Hora de aplastar novatos...
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-Ve a sentarte en las tribunas, me iré a cambiar- indicó Toshiro a Kaoru, que asintió, al tiempo que se separaba de él.
-¡Kaoru-chan!- el pelinegro se volteó al escuchar como lo llamaban, encontrándose con su tía Yuzu. Corrió hacia ella con una sonrisa, siendo recibido por un amoroso abrazo -Hacía mucho que no te veía- le dijo la castaña al pequeño, sin mostrar ni la más mínima señal de soltarlo.
-Solo fueron unos días- dijo el niño, queriendo restarle importancia al asunto.
-Aún así fue demasiado- se quejó.
-Si... a mi también me pareció demasiado- susurró el niño, acurrucándose un poco más entre los brazos de la castaña, quien sonrió con dulzura.
-El tío Ichigo y la tía Rukia, junto con el abuelo, llegaran en cualquier segundo- le dijo, haciendo que el rostro de Kaoru se iluminara.
-¡Que bueno!- sonrió el pelinegro -¡Ah! ¡feliz cumpleaños, tía Yuzu!- le dijo volviendo a abrazarla, haciendo que la castaña exhalase impresionada por un momento, antes de corresponder al abrazo riendo un poco.
-Gracias, Kaoru-chan-
-¡MI NIETO ADORADO!- las alarmas se dispararon en la cabeza de Kaoru al escuchar tal grito de furor, y casi había podido escuchar a su madre diciéndole ¡En guardia! El terrible abrazo asesino de Isshin fue detenido por la patada del de ojos esmeralda, quien tenía los pelos de punta. La mirada de orgullo del viejo le dio escalofríos -Ese es mi chico- murmuró a duras penas el mayor de los Kurosaki, quien había perdido alrededor de tres dientes. Por todos los santos, ¡que familia más extraña la de su madre!
Sonrió levemente y rodeó despacio los hombros de Isshin, dándole un tierno abrazo. El mayor tenía los ojos ampliamente abiertos, habiéndose quedado paralizado sin embargo, segundos después, le correspondió, mirándolo con mucho cariño.
Cuando se separaron, el niño saludó a sus tíos.
-Hacía mucho que no te veíamos- comentó Rukia acariciando con ternura su mejilla.
-Lo se. Pero por el momento no puedo hacer nada-
-¿Como lograste venir?- preguntó Ichigo cruzado de brazos, una gota cayó por la nuca del oji-esmeralda...
-Vine acompañado... - dijo con una risilla nerviosa.
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Jinta quedó boquiabierto al ver a los nuevos reclutas, más específicamente, a dos de ellos.
Y tras unos segundos de silencio, el pelirrojo murmuró en voz baja:
-Correrá sangre... -
-Definitivamente- murmuró Neko, asintiendo lentamente.
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El sonido de un silbato provocó que el ruido en las tribunas, las cuales estaban repletas de estudiantes, se silenciara de pronto.
Los jugadores comenzaron a entrar a la cancha, recorriéndola a trote ligero hasta quedar justo en el centro, frente a la pequeña figura de una mujer.
-Bien, el juego será como en los partidos oficiales. 45 minutos en el primer tiempo, 15 minutos de descanso y los últimos 45 minutos del segundo tiempo. Jinta y Neko estarán con ustedes dado que no alcanzan a los 11 jugadores, sin embargo no crean que podrán depender de ellos, pues ninguno hará goles ¿Quedó claro?- los nueve novatos asintieron, algo asustados por la que sería su nueva capitana (si es que lograban alcanzar sus expectativas), mientras que a y Jinta les bajó una gotita de sudor por la nuca -Un momento, uno, dos, tres cuatro... ¿donde están los otros dos?- preguntó con una vena impaciente en su sien.
Y como si sus palabras surtieran algún tipo de magia, dos anchas figuras aparecieron de los vestuarios, corriendo hacia ellos.
El rostro de Karin enrojeció de furia y coraje al distinguir una gran y totalmente desagradable figura ¡¿PODÍA ALGUIEN EXPLICARLE PORQUE, DE TODOS LOS POSIBLES ASPIRANTES, ÉL TENÍA QUE SER UNO DE ELLOS?!
Por otro lado, a Toshiro se le desencajó la mandíbula al verla. ¿Que mierda hacía Karin Kurosaki, la odiosa chiflada que se hacía llamar "madre" de su hijo, en esa cancha junto con todos ellos?
Una única y concisa pregunta en su mente: ¡¿Tienes que estar en todos lados?!
Yukio casi ríe al notar los mortales cuchillos que la pelinegra y el peliblanco se lanzaban con la mirada, con profundo odio.
¡Que irónico era el destino! Cruzando los caminos de ambos jóvenes de esa forma, cuando ambos se repelían más que dos imanes de un mismo polo.
Cuando ambos chicos quedaron frente a la pelinegra, esta chasqueó la lengua
-¿Se creen que pueden venir al campo cuando se les de la gana? Por que si es así quiero que se larguen ahora mismo- le dijo con voz dura, señalándoles con el dedo la salida.
-Lo siento Karin-chan, no volverá a ocurrir- dijo el rubio con cara amable, queriendo tranquilizar a la mujer más temible que había conocido. Porque si, él le tenía gran respeto a Kurosaki Karin, pues no cualquiera le echa café en la cabeza a su estúpido mejor amigo, y luego lo enfrenta sin pizca de miedo, atreviéndose incluso a burlarse en su cara. Si, en definitiva, Karin era la mujer más valiente, o con más instintos suicidas, que había conocido.
-Que diablos haces aquí, Kurosaki- le preguntó el peliblanco con el ceño fruncido, molesto.
-Pues resulta que soy la capitana de este equipo-
El peliblanco y el rubio se quedaron completamente mudos, antes de el primero estallar en sonoras carcajadas, claramente forzadas para hacerla enfadar.
-Wow, no creí que el equipo de este instituto fuera tan malo como para que una niña lo encabece- comentó con maldad -Pero eso cambiará cuando me vuelva capitán- le dijo como si eso fuera una buena noticia, con una sonrisa diabólica en sus labios.
Karin empuñó sus manos, resistiendo el impulso de demoler a golpes a ese egocéntrico y detestable peliblanco, mientras que sus compañeros de equipo se tensaban, asustado por la reacción que su capitana pudiera tener, y ya armando mentalmente su testimonio cuando la policía fuera a interrogarle por el homicidio de Hitsugaya Toshiro.
-Afro, yo jugaré- gruñó la pelinegra, acercándose al mencionado y empujándolo hacia atrás por el cuello de su camisa.
-¡Pero Karin, aún no puedes jug... !- la queja de Jinta se vio silenciada por la cruel condena de lenta y dolorosa muerte que la mirada de la pelinegra prometía, sintiendo una corriente helada correr por su espalda al ver como los cabellos de Karin volaban de una manera espeluznante, con un fondo violeta tras de ella.
Tras estos arreglos, el silbato que señalaba el comienzo del juego sonó.
La pelota fue a parar a los pies de Toshiro, quien de inmediato se dirigió hacia el arco contrario, siendo perseguido por tres oponentes, sonrió al no ver a la Kurosaki entre ellos, sin embargo, al volver a dirigir su mirada esmeralda al frente, vio a Karin corriendo en su contra ¿como había llegado frente a él tan rápido? y lo siguiente que vio fue como ella le sacaba la lengua y se deslizaba por debajo de sus piernas, arrebatándole el balón.
Se quedó con la boca abierto, ¿como fue que logró hacer aquello sin siquiera tocarlo?
Sin embargo el asombro no duró mucho, y justo antes de que ella pudiera hacer el gol, Yukio interceptó el balón, dándole un poderoso pase que le permitió hacer su anotación.
Pudo ver la ira en los ojos de ella, y sin conseguir evitarlo, una sonrisa socarrona tiró de sus labios.
De pronto, el partido ya no fue entre dos equipos, sino una batalla campal entre Karin y Toshiro. Un uno a uno entre ambos en el que ni siquiera había arqueros.
Luego de ese gol, no pasó mucho antes de que Karin hiciese otro.
Y luego del descanso, los muchachos aspirantes se encontraban solo de pie, simplemente mirando con gran admiración el partido.
La gente de las tribunas hacía apuestas, dirigidas por una entusiasmada peli-verde y un emocionado oji-esmeralda, quien no alentaba a ninguno, dado que no podía escoger entre sus padres.
Quedaban solo segundos en el marcador, estaban empatados.
Toshiro corría por la cancha con el balón, con una fuerza y energía que dejo a todos asombrados, no cualquiera se juega prácticamente solo un partido de 90 minutos, mucho menos si va en contra de Karin Kurosaki. 10 metros, 5 metros, dos metros ¡Patada y... ! Una increíble patada por parte de la pelinegra se interpuso entre el balón y el arco. Era imposible, Karin había saltado a una altura sorprendente y había echo una increíble patada de tijera, enviando el balón en la dirección contraria a una velocidad tan alta que era casi ridículo, marcando en último gol del partido segundos antes del fuerte pitido del silbato, indicando el fin del juego.
El grito de victoria de Karin desató montones de exclamaciones, de victoria o de decepción, en todo el lugar. Mientras que Toshiro aún no podía comprender como es que esa pelinegra había logrado vencerlo en el último segundo, cuando él ya estaba tan cerca de la victoria.
-Bien, creo que es claro que los más indicados para entrar al equipo son Yukio y, por mucho que me duela admitirlo, Toshiro- los vitores no se hicieron esperar. El peliblanco la miró interrogante, sorprendido de que ella lo haya dejado entrar en su equipo, con lo mucho que lo odiaba, ella se encogió de hombros -Se reconocer cuando alguien esta a la altura- le dijo sonriéndole.
-¡Felicidades!- la alegre voz infantil hizo que la mirada de Karin se volteara justo a tiempo para ver como Kaoru la envestía con fuerza en un apretado abrazo.
-¡Hola!- saludo Karin agachándose y devolviéndole el abrazo al pequeño, con una inmensa sonrisa y sintiendo como su corazón iba a explotar de tanta felicidad... ¡como lo había extrañado!
Toshiro estaba a punto de interrumpir, pero las palabras de su hijo lo frenaron.
-¡Feliz cumpleaños mamá!- dijo el pequeño pelinegro.
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Y desde ahí su hijo se había prácticamente puesto de rodillas para suplicarle que lo dejara ir a festejar el cumpleaños de su "madre" y "tía" en la casa de ambas.
Y a él no le quedó más remedio que asistir al ver aquellos ojos de borrego moribundo que le puso.
Entonces tanto él como Kaoru acabaron por ir a la casa de los Kurosaki, a comer y festejar. Aún no podía comprender como fue que permitió que Kaoru le pusiera ese gorrito de fiesta tan ridículo. Pero al ver que hasta esa mujer, a la cual conoció en el hospital, llevaba uno, o cuatro, si contaban los tres que tenía en la panza ya muy crecida, decidió que quizás llevar colo uno no sería para tanto
Cenaron, vieron unas películas, conversaron, la chica peli-verde y la castaña incluso comenzaron a bailar en el jardín por un tiempo,arrastrando luego a Karin, quien comenzó a bailar con Kaoru, ambos tomados de las manos, y con enormes sonrisas.
Fue sorprendente para él ver el trato que Kaoru tenía con los Kurosaki. Y entendió entonces porque su niño quería tanto estar con ellos.
Sonrisas, abrazos, risas, bailes, comidas, chistes, charlas... eran muchas de las cosas que, ahora que lo pensaba detenidamente, nunca había compartido con su pequeño.
Y hasta le picaron los ojos al sentir ese terrible dolor en su pecho...
Kaoru quería más amor... y tuvo que buscarlo con otra familia, porque él no era capaz de dárselo.
-Se lo que estas pensando, y te digo con toda la seguridad del mundo que no es así- dijo una voz grabe a sus espaldas.
-¿Que?- preguntó el peliblanco, limpiándose velozmente las mejillas y voleándose para encontrar a un serio Isshin.
Te sientes impotente, pero te diré, que ese niño no ama a nadie más de lo que te ama a ti. Eres su ídolo. Los días que estuvo con nosotros no paraba de hablar de ti, de lo increíble que eres, y de lo mucho que te ama. Que no podría tener un padre mejor. Pero debes comprender que también ama a mi hija, y ella lo ama también. Si los separas, te volverás el malo de la película, y tu te debes esforzar por ser siempre su héroe No se de tu vida, Toshiro-kun, pero no permitas que eso afecte la de él... porque te arrepentirás toda tu vida- le dijo el Kurosaki mayor, enseñándole la imagen de Kaoru y Karin, bailando y disfrutando.
-No quiero que me deje por ella- confesó.
-Un niño no quiere menos a un padre solo porque tiene una madre, hijo- se rió el oji-negro.
-¡Papá!- Kaoru le indicó emocionado que se acercase.
-Ve- lo alentó dándole una pequeña palmada, el asintió y caminó despacio hacia su niños, quien sostenía con una de su manos las de Karin y la otra la extendía en su dirección. Sin más, tomó la mano que el pequeño le ofrecía y luego la de la pelinegra, decidiendo que no estaría mal darle el gusto a Kaoru por un momento.
Fue así que comenzaron a bailar los tres, girando en círculos.
Y nuevamente los pensamientos lo embargaron, llegando a una conclusión; Kaoru no solo quería una familia completa... la necesitaba.
No decía que se casaría con Karin o que vivirían juntos, pero quizás, y solo porque eso haría feliz a la pequeña luz de sus ojos, pudiera intentar llevarse mejor con ella.
Haría el esfuerzo, porque por Kaoru, LO VALÍA.
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*Se amistó con Toshiro, vería a Karin en el partido y podría ir a sus clases de artes marciales.
¿Me salió lindo el capi? Si, si, se que no relate como esperaban el partido, pero es que, para serles honesta, NO-TENGO-MADERA-DE-COMENTARISTA. Triste pero cierto *suspiro* u-u
En fin. No tengo mucho que decir. Creo que suspenderé el reto ABC dado que NO TENGO BUENAS IDEAS *se desase en lágrimas* ToT
He comenzado como 4 fics y todos se han quedado por la mitad. Así que bue.
Quiero opiniones sinceras y constructivas.
¿Estoy llevando muy rápido las cosas? Porque les comento que creo que habrá solo otros dos caps de relleno, dos o tres más con un terrible problema, otros dos en post-conflicto y un epílogo.
Mmm, el lemmon se acerca, ¿quien esta ansiosa por leerlo? Digan la verdad, que a mi no me engañan jaja.
Bueno, no me queda más que decir que quiero que este cap supere los 18 comentarios, así que COMIENCEN A CREARSE CUENTAS FALSAS PARA DEJARME MUCHISISÍSIMOS COMENTARIOS¡
Ahre tramposa. Jaja, en fin. También quiero leer más fics de todas ustedes!
La quiero muchísimo mis fieles y hermosas lectoras!
Saludos!
