Capítulo IV
Se movían con elegancia a través del aire que cortaban con el paso de aquel hombre. No parecían tener peso ni mucho menos algún indicio de suciedad en sus hebras, blancas como el algodón de mejor calidad y de movimientos tan sutiles como silenciosos dignos de ser considerado sobrenatural. A veces parecía que en cualquier momento se desvanecerían por el brillo de la luz del día, otras veces se confundían con el icónico humo que generaba su dueño en esas noches frías y silenciosas.
Dos colas. Fueron las responsables de voltear su vida en menos de una semana producto de las nuevas habilidades en las que su más querido familiar había adquirido últimamente. Entregándole a un hombre que la seducía y la trataba tal y como él deseaba. Y lo peor de todo es que no podía detener que su corazón reaccionase aceptando los encantos de ese zorro astuto. ¿Tan débiles eran sus sentimientos para que ese hombre de blanca melena pudiese hacer dudar del amor que le había estado predicado a su pareja en los últimos 4 meses?
No, bien sabía que esa no era la verdadera razón. Sólo le costaba ver la realidad tal y como era, y termino explotándole en la cara con la mínima oportunidad. Irónicamente a ella, una chica que siempre destacaba por aceptar todo lo que le deparaba el mundo, por muy fuerte o doloroso que fuese. Había pensado que sus sentimientos por su querido familiar se habían desvanecido con el paso de la relación de Kurama y posteriormente con el desinterés del albino que cada día se hacía más notorio en las últimas semanas. Sin embargo ahí se encontraba, dejando totalmente de lado la revista que había tenido su atención en la última media hora cuando ese hombre se sentó en el porche a limpiar una que otra cosa del templo, incluso en esa faceta Tomoe destacaba por tener un perfil sublime, fino y elegante que ocasionaba que cualquier cosa que estuviese haciendo por más banal que fuese lo hiciese ver como un hombre maravillosamente atractivo.
- ¿Sucede algo, Nanami? - Le sonríe sugerentemente, mientras la chica de cabellos tan oscuros como la tierra nutrida, se percata que lo ha estado observando por más de lo permitido -
- N-No sucede nada, sólo estaba pensando que el templo está muy silencioso hoy… ¿¡No crees!? - Levanta la voz, señal de que está hecha un manojo de nervios por esa mirada que poco a poco se acerca cada vez a su rostro como el zorro astuto que es… Nanami como acto reflejo y tratar de detener el encanto de esa mirada desvía su atención a la revista que revisaba hace varios minutos atrás, en un intento de simular interés, antes de que él se dedicase a limpiar los jarrones que tenía a su alrededor. Era obvio que en algún momento terminaría concentrándose en él. Dios sabe que aquel hombre es el pecado en persona - ¿P-Podrías por favor apartarte? Estoy tratando de leer…
- No has respondido a mi pregunta… - Susurra melodiosamente cerca de su oído haciendo que de un pequeño brinco por la sensación del aire de su boca cerca de su cuello - ¿Por qué estás tan nerviosa?
- Po-porque… ¡Porque tengo un maldito zorro cerca de mi espacio personal! - Responde hastiada, aquel hombre seductor está rozando sus dedos contra su brazo sin quitar esos ojos lavanda de sus gestos… Incluso con la tela encima consigue que la piel de la chica reaccione ante su tacto - Por favor aléjate de mí….
- Ehh… Pero yo quiero estar cerca de mi señora. -Otra vez aquel ronroneo suave y encantador que incita descaradamente que de rienda sueltas a su instinto más arcaico. - ¿Tu no quieres estar cerca de mi… Nanami?
- Yo-
Y ahí es cuando pierde.
Al momento de voltearse él ya ha tomado ventaja de la distancia entre los dos, queda estática, expectante de algún movimiento… Puede sentir su respiración golpear su rostro con delicadeza, roza sus labios contra los suyos, suave… Apenas un toque sutil y mágico, que ocasiona que sienta una dulce electricidad por donde él toca, por donde sus manos y labios pasan por su piel sin necesidad de un contacto directo. Nuevamente esa dulce niña le pide que se aleje desviando su mirada. No quiere que esa situación se extienda más de la cuenta, claro que no, ella posee una moral que proteger. Sin embargo él no dice nada… Ya ha demostrado tener una admirable paciencia con ella, y le obliga a observarlo directamente tomando su mentón con sus garras, sin fuerza, solo dirige su rostro sin necesidad de ejercer alguna presión. Esos orbes que han cambiado su color a un tono más profundo le miran con un deseo absoluto, con una necesidad de absorber todo lo que puede quitar de su alma, la joven diosa se pierde en un mar de emociones que solo aquella mirada le puede entregar. ¿Cómo lo consigue? Como consigue que se quede sin aire cuando se acerca a su rostro, cuando le susurra gentiles palabras a su oído mientras le muerde juguetonamente entre la conexión de su cuello y su mentón, como consigue doblegarla con tan solo rozar aquellas garras con su piel….
¿Cómo consigue que no sienta ningún remordimiento al tenerlo tan cerca y no recordar a Kurama?
Él no hace nada, no le besa ni tampoco se atreve a tocar directamente su piel como la vez pasada, sin embargo ocasiona algo que jamás alguien ha conseguido en su propio cuerpo, lo posee como quiere, lo enciende y lo sofoca tal y como desea. La suprime y la eleva ante la expectación de lo que podría hacer… Sin embargo esta vez es diferente y se atreve a hacer un nuevo movimiento…
Sutilmente mientras sus colmillos pasan por su cuello sin enterrarlos, crean un camino enrojecido con el roce de su filo y lamiendo desde arriba hacia abajo cada parte de la piel de su delicioso cuello. Primero lentamente, esperando que esa niña entre sus brazos sienta la ligera sensación de humedad que le otorga su lengua, justo como desea, escucha un dulce suspiro salir de su boca. La recuesta con sutileza en el suelo de madera y es cuando ve esa mirada.
Brilla con más que un simple deseo por sus acciones. Aquellos ojos de profunda tonalidad tan preciosa como la madera lo admiran con amor. Un amor que jamás encontrara en alguien que no sea ella, profundamente sincero y puro. Una mirada que nadie podría entregarle en su larga vida de demonio, y es por eso que él la ama. Por sobre cualquier cosa, Nanami sigue siendo una chica que ama con el alma más pura que podría encontrar jamás. Y gracias a ese amor, él es capaz de sentir algo más por una mujer que un deseo por un simple polvo. Desea amarla y entregarle el mismo cariño y protección que esa chica está dispuesta a hacer por él. La anhela feliz, espera que sonría y se sienta tranquila, ya no quiere que esa chica pase por las penumbras de su pasado, que no se sienta querida como en muchas ocasiones le revelaba en las oscuras noches del templo de su mundo. Le destrozaría el corazón pensar que esa chica bajo su cuerpo se le cruzara nuevamente esa idea en algún momento de su vida. Conoce hasta sus más profundos miedos, y es por eso que espera hacerla feliz, sea donde sea y que jamás dude de la importancia que tiene en su vida.
No sabe cuál fue la expresión que le dirigió a ese zorro, que la observa por largos segundos, pero sin esperárselo él acurruca su rostro entre su cuello y su hombro, acomodándose como un tierno amante que busca cariño sincero mientras sus brazos la rodean, atrapándola en un abrazo casi sofocador.
Son esas acciones, no más que otras, las que hacen dudar el pobre corazón de la diosa de la tierra.
- Nanami-chan… - No necesito voltearme para saber de quién se trata, Mizuki siempre sabe cuándo saldré, incluso en las primeras horas de la madrugada como hoy - ¿No es muy temprano para que salgas? -Pregunta preocupado -
- Saldré a la playa con Kurama, necesito despejar un poco mi cabeza y prefiero no molestar a Mikage-san. - Devuelvo mi mirada a su bajo semblante, se encuentra como un niño triste - No te preocupes.
- ¿A qué hora volverás?
- En unos días más.
- ¿No te despedirás del Tomoe maligno? - Aun cuando sepa que lo hace como broma. Me duele recordar a ese sujeto -
- No, creo que ya ha sido suficiente tiempo compartiendo con él, además…
- ¿Nanami-chan?
- Él no es mi familiar.
Me despido dejando un beso en su frente, como siempre. Él sonríe con una amplia sonrisa y algo de tristeza en su mirada. Le prometo traer dulces para que los disfrutemos con algo de té. Es lo mejor para mi alejarme de ese hombre hasta que vuelva el verdadero Tomoe. Mi corazón lo necesita, necesita recuperar la realidad de la que soy parte y no emocionarme con un hombre salido de una ilusión pasada.
Hace meses atrás no puedo negar que soñaba con tener a Tomoe a mi lado, dándome cariño y cuidados más allá de un simple familiar, sino como un hombre que deseara tocarme. Sin embargo, ese mismo hombre había dejado bien en claro cuáles eran sus intenciones la vez que me rechazo.
No se enamorará jamás de una humana. Ni mucho menos de su maestra.
Destrozó mi corazón en pedazos que poco a poco se fueron sanando por el amor incondicional que Kurama me entregó. Él fue el hombre que me ayudo a sanar esas dolorosas heridas y entregarme momentos que jamás esperé tener con una pareja como tal. Le entregue un sinfín de sentimientos que jamás había dicho abiertamente a otras personas, como un amigo, como un amante comprensivo. Fui capaz de entregar mi cuerpo a un hombre que hasta el día de hoy me trata dulcemente al momento de amarme de manera más adulta. Y cuida mi corazón como nadie más lo ha hecho. Ni siquiera yo misma.
Es verdad, ese hombre albino que dejaba atrás era una ilusión de un destino en el tal vez incluso, sea mucho más feliz.
No importaba, no es como si en este momento de mi vida no lo fuese, tal vez ese hombre me haya confundido en los últimos días, pero el destino que me deparaba por los próximos tres días seguramente me haría volver a la normalidad. Y al llegar al templo… Ese sueño pasado seguramente ya no estaría.
Hokkaido era un buen panorama. Y Shinjiru Kurama era un hombre increíble.
Jamás fui una chica interesada en el género masculino más allá de una relación amistosa… Mucho menos con la figura de padre que fue lo único que quedó como familia a mis 5 años de edad, y por azares del destino me dejó a mi suerte al poco tiempo de cumplir los 16 años. Mama siempre me dejó en claro que nuestra familia no necesitaba hombres, que podíamos con todo lo que nos deparaba la vida por nuestros propios pies…
Sin embargo Kurama a pesar de su carácter narcisista pudo, de alguna manera en la que aun no entiendo, romper esa barrera que me había impuesto desde muy pequeña… Llenándome de caricias y hermosos momentos en los últimos meses… Desde una tarde de verano, que entre bromas y miradas sugerentes llevaron a tomar la relación mucho más adulta. Hasta el día de hoy, en la que me encuentro en esta gran cama que aun no comprendo cómo lo consiguió…
- Veo que despertaste… ¿No tomarás una ducha?
Lo hoy susurrar cerca de mi oído, estaba de espaldas, por lo que no podía observar su rostro, pero podía deducir que se encontraba aún somnoliento, mirándome con dulzura. Sus manos lentamente comenzaron a acariciar el contorno de mi cintura, pasando sobre mi estómago expuesto y atrapándome entre sus brazos. Su calor era reconfortante más para la época en la que nos encontrábamos. La nieve ya comenzaba a pintar las calles de blanco, sin embargo la vista de esa noche era una brillante y mágica playa sonar a lo lejos del hotel.
- ¿En qué piensas? - Insistió -
- Nada realmente…
- ¿Será así? - Esta vez, con una de sus manos libres volteo gentilmente mi rostro para que lo observara, estaba preocupado… Su semblante lo delataba tan fácilmente - Será que en realidad no piensas en nada… ¿Nanami?
- ¿Qué estás sugiriendo, eh?
Pregunté, suave pero decidida… Esos ojos que me observaban mostraban ternura y afecto… Pero sabía que esas palabras trataban de indagar mucho más allá de una leve preocupación por mi estado. Inmediatamente se me vino a la mente la imagen de una bestia blanca que fue cuando me di cuenta de las intenciones de sus palabras.
- No es eso… Es sólo que…
- Kurama…
Antes de que respondiese, tomé su rostro y lo besé, un roce gentil, amable y lleno de amor. Yo adoro a Shinjiru Kurama. Me encanta como me trata, como puedo conversar de cualquier asunto con él, como me mima, como me reconforta cuando tengo miedo, como me toma para hacerme el amor… Adoro todo lo que venga de él y quiero que lo sepa.
- ¿Aun estás inseguro? - Pregunté, tocando su nariz con la mía en un intento de sacarle una sonrisa infantil que me derretía por completo - ¿No confías en mí?
- … No es…. Será mejor que me prepare, pronto amanecerá y tengo una entrevista a primera hora de la mañana.
- ¿Trabajo?
- Es sólo por la mañana. A las 10 estaré de vuelta en el hotel para pasar el día entero que nos queda. ¿Te parece?
- Está bien…
Lo dejé ir... Observé cada movimiento que hizo en el transcurso, desde que tomó unas ropas hasta que cerró por completo la puerta del baño. Dejándome en la oscuridad de su habitación junto con un gran dolor en mí pecho. Estaba dudando…
Hacia unos días atrás Tomoe le había declarado la guerra… Obviamente esa situación trajo diversas discusiones en nuestra relación. Luego de ese día, tuve que soportar los reclamos incesantes de Kurama en su departamento de cuan doloroso y desvergonzado que había sido aquel acto que ''yo había aceptado''
Traté de hacer algo… ¿Por qué no pude hacer nada? Luego de ese día, Tomoe no intentó nada atrevido, de hecho se había comportado como todo un caballero y excelente familiar que era… Salvo a esas miradas directas y pedidos de afecto que no podía negarle de ninguna manera.
Ya no importaba, en unas horas más concluiría la semana exacta para que ese portal se abriese y ese hombre se iría para siempre de su vida.
Ya no importaba nada.
Pero… ¿Por qué no dejaba de pensar en él? Cuando despertó esa mañana en aquella cama tamaño King que tenía impregnado el olor corporal de su real pareja… ¿Estaba perdiendo nuevamente la cabeza?
Se sentía perdida, desorientada…. Pero, ¿qué más podría hacer que rendirse ante su destino? Cuando pensó que se había librado por completo de aquellos sentimientos que lo único que ocasionaban era peleas y confusiones entre su relación con Tomoe, volvían con gloria y majestad y no podía quitárselos de la cabeza incluso a dieciséis horas de viaje. Tomoe era cruel, extremadamente cruel.
Y lo peor de todo es que no quería dejarlo así como así…. Quería volver.
Quería gritar y romper todo lo que tenía a su paso. ¿Por qué aquellos sentimientos tenían que ser tan complicados?
Quería por lo menos despedirse de la ilusión de lo que su corazón realmente deseaba.
Y lo peor de todo es que aquella puerta se estaba abriendo… Y ella lloraba desde que había despertado. Estaba hecha un desastre.
- ¿¡Nanami!? ¿¡Sucedió algo!? - Kurama la tomó por los hombros y la examino con rapidez -No estas herida, ¿te duele algo? Ni siquiera te has levantado.
- Lo siento tanto… - Fue lo único que su voz pudo decir cuando los nervios permitieron que hablase - De verdad lo siento tanto…
- ¿Nanami? Está bien. No tienes que disculparte, no has hecho nad-
- ¡No! De verdad… De verdad lo lamento demasiado… Traté pero… No puedo, soy demasiado débil con todo esto - No podía articular ni una sola idea, Kurama la miraba compasiva mientras la acunaba entre sus brazos. Intentando calmarla - Lo siento tanto Kurama…
- No tienes que disculparte. - Respondió, con un dejo de dolor en su voz, evito que la chica le viese el rostro ocultándolo entre sus cabellos. No quería que lo viese así - De verdad, no has hecho nada malo
- Tú no entiendes… - Respondió abrazándolo más a ella, sentir su corazón la calmaba de alguna manera, por lo menos ahora podía hablar - No entiendes de lo que hablo…
- Si, lo sé. Yo no soy estúpido Nanami. He vivido un poco más que tú en el mundo humano. Sé cuáles son los sentimientos de sus corazones…
- Tu… - Se separó unos centímetros, viéndolo directamente. Estaba a poco de romper a llorar como ella. Lo vio respirar profundo mientras pasaba sus manos por unos de los mechones de la chica - Kurama….
- Sé mucho más de lo que piensas, Nanami… ¿Quieres volver? ¿No es así?
- Yo-
- Está bien -Se apresuró a decir - Yo…. Dentro de todo, sabía que esto terminaría llegando de alguna manera. Nanami, eres una chica maravillosa. Pero tu corazón, querida mía, jamás logré arrebatártelo como quise. Tú estás atada por un hilo rojo, y el otro extremo no soy yo.
- Pero-
- Aunque tampoco me siento mal por ello - Desvió la mirada, derrotado, pero con una amplia sonrisa tatuada con malicia - Pude disfrutar tus dulces ronroneos cuando te hacia el amor…
- ¡Q-Q-Que-
Rompió a reír, con unas cuantas lágrimas en sus ojos que no se disponían a descender por sus mejillas, se las seco rápidamente mientras disfrutaba el espectáculo de colores que la chica a su lado mantenía en su rostro. Nanami moría de vergüenza por aquel comentario mientras trataba de alguna manera, detener la risa del tengu.
Él ya lo sabía desde hace mucho tiempo. Que Tomoe solo estaba atrasando lo inevitable, siempre lo llamaba incesantemente cuando la chica demoraba solo 3 minutos más. Lo amenazaba ante cualquier ''daño'' que le hacía a su maestra cuando se quedaba a su lado y la cuidaba con más que amor familiar cuando ella lo necesitaba. Que hubiese adquirido dos colas, solo apresuro lo que esperaba disfrutar por lo menos un tiempo más. Kurama realmente si amaba de alguna manera a la pequeña diosa del templo, lo suficiente para dejarla ir si es lo que la haría feliz. Más que mal él era un hombre adulto. Que amaba a la chica y deseaba su felicidad con todo su corazón.
- Es una lástima, Tomoe-kun se irá y ni siquiera podrá despedirse de Nanami-chan.
- Ya ya, Mizuki, no molestes a Tomoe. Después de todo, debe estar sereno para activar nuevamente las compuertas dimensionales.
- ¿Está bien? - Pregunto Tomoe, con algo de temor por la última experiencia, se encontraba con sellos escritos alrededor de su cuerpo que ayudarían a que los poderes de su cola se filtraran para lo que deseaba, llevándolo directamente a su destino, que eran tapadas mayormente por el kimono que llevaba. - ¿Estás seguro que no sucederá lo mismo que antes, Mikage? -Cuestionó con algo de miedo -
- ¿¡Estás dudando de mis habilidades!? Yo quien trato de hacer lo mejor que pudo desde esta mañana escribiendo esos sellos por toda tu piel, que grosero… - Dramatizó, algo dolido por las palabras de su familiar - Ciertamente tal vez te merezcas sentir tanto dolor…
- ¿No es así, Mikage-san?
El kitsune los miraba de reojo, aun con algo de temor, la última experiencia había sido un martirio para él, jamás tuvo la sensación de quedarse sin aire y fuerzas para caminar. Por lo que sí podría, lo evitaría a toda costa aun si necesitaba ponerse un collar de perro para que su mundo lo guiase, no podría intentarlo nuevamente por una semana más. Y tampoco tenía intenciones de quedarse en ese lugar mucho más tiempo. Su querida diosa, había escapado a los brazos de su amante, tal vez era realmente lo que debía suceder en aquel sitio. Realidad que destruía profundamente el corazón del astuto familiar. Aun si no era suya.
- Bien, está todo listo. - Comentó Mikage luego de terminar un pequeño garabato en los pies de Tomoe hecho con tinta especial. - ¿Estás listo?
- …Si.
Había corrido lo más rápido que podía desde que Kurama dejo que sus pies tocasen el suelo del templo, lo abrazó con un profundo afecto y se dirigió al interior. Tal vez si tenía suerte aun tendría tiempo de ver a ese hombre albino. Quizás con suerte, tal vez tendría una respuesta para saber qué hacer en caso de seguir intentándolo. Cualquier cosa que sucediese no importaba, sólo quería volver a verlo… Deseaba ver aquellos hermosos ojos violetas y permitir ser acariciada con ternura y amor sincero por sus garras, que su sonrisa solo fuese dedicada a ella y no a alguna tanuki del mundo infernal… Sólo un poco más… Sólo deseaba…. Que tal vez… Obtendría la respuesta que necesitaba.
- ¡Ah! - Al abrir la cortina, pudo ver a los hombres del templo sentados, uno al lado del otro con un hombre albino recostado en el pis flotante - Llegué…
- Lo siento Nanami-san, pero el cambio fue logrado con éxito. - Respondió Mikage, dándole paso a que la chica pudiese ver el rostro de ese hombre con más cercanía. Era verdad. Él tenía el olor y la esencia de su Tomoe -
- Yo…. Terminé con Kurama…
- Nanami-chan… Incluso si él se hubiese quedado sabes que no-
- Lo sé - Respondió con una amplia y dulce sonrisa a su joven familiar, mientras acariciaba los plateados cabellos del zorro - Pero, mi corazón hubiese seguido engañado. Lo que de verdad quiero es a Tomoe, aun si él no…
Se detuvo, vaciando aquella sonrisa en una mueca amarga, era verdad. Esa era su realidad. Pero una que se encargaría de mejorar para su real felicidad. Ese hombre de ensueño ya no estaba en su mundo, en su lugar dejó a ese zorro gruñón que le reclamaba hasta por como respiraba. Pero era su zorro gruñón, el que ella amaba. Y daría lo mejor de sí desde ese día para esperar aquel anhelado día en que Tomoe, la mire como esa semana de ensueño lo había hecho ese zorro astuto.
- Te dejaremos en cuidado a Tomoe, Nanami-san.
- Si, ¡yo me haré cargo si despierta! - Los vio alejarse de la habitación mientras cerraban la puerta tras sus espaldas. Cuando se volteo, pudo ver que el hombre tumbado comenzaba a despertar. Ya era hora de vivir su propia realidad. - ¿Tomoe?
- Na… Nanami -Respondió abriendo lentamente los ojos, parecía aun un poco perdido por el viaje que Mikage afirma, tuvo que hacer para llegar a la conciencia.- Tú…
- Estoy cuidándote, estuviste desmayado por varias horas. ¿Necesitas algo?
- Agua…..
- Si, aquí tienes. - Tomó su cabeza y la inclinó levemente hacia adelante para poder ayudarle a beber algo de agua, realmente se oía casposo, como si no hubiese tomado líquidos por varios días seguidos en un clima desierto. Cuando terminó, pudo observar que entre la tela desordenada de su kimono, se veía una marca extraña cerca de su pecho… Parecía, negra, maligna. ¿Una secuela tal vez? -
- Gracias….
- No hay de qué, si necesitas algo no dudes en decirme, ¿sí? Iré a buscar agua fresca. - Antes de levantarse junto con el balde entre sus manos, fue tirada con fuerza por el brazo de su familiar que alcanzó a agarrar el moño de su vestido, sorprendiendo a la chica - ¡¿T-Tomoe?!
- Quédate aquí.
- ¿Qué?
- Sólo quédate aquí.
No sabía si era una señal o un mal juego del destino, o tal vez el cansancio hacia que Tomoe se colocará mucho más débil, pero cualquier cosa estaba bien. El Tomoe que ella amaba estaba ahí, pidiendo su cuidado mientras que con una mano acariciaba su melena plateada y con la otra tomaba una de sus manos, puesta cerca de su mejilla como un niño mimado. Si con ese pequeño momento ella podía ser feliz junto a su amado. Aceptaría cualquier cosa que le deparara el futuro.
Fin.
El final iba a quedar mucho mas largo, con mas monologo de Nanami e interacciones con Kurama, pero si no lo termino acá no lo voy a hacer jamás. Para las que no entendieron lo de la ''mancha'' al final es la marca de la maldición de Kuromaro que decidí se activaría en ese ''mundo''. ¿Por qué? Pues porque ya saben lo que viene después XD Muchas gracias a todas las personas que me mandaron reviews y favoritos en esta historia, no esperaba que fuese aceptada de alguna manera. Me gustaba mucho el manga, pero cuando terminó debo decir que algo dentro de mi murio con el. No me gusta el Tomoe humano. En fin, sin mas doy por finalizada esta pequeña historia. No olviden que sigo con Crisálida de fuego, por si a alguien le interesa, seguiré con esa historia por este fandom y probablemente será la ultima.
Sin mas, muchas gracias a todas. Y a las futuras lectoras, espero haya sido un grato final.
Buenas noches.~
