Disclaimer: Los personajes son de Rumiko Takahashi, la historia es mía para su deleite y está registrada en Safe Creative y en Digital Media Rights.

¡Hola! Este fic no está tan descuidado como los otros (no llega al año de descuido por suerte hehe, gracias por seguir leyendo y comentando :'3) X'DDD ahora sí, ya traje un avance más escalonado. Muy pocas personas adivinaron quién era la nueva chica en el club.

Este capítulo lo hice y deshice varias veces porque la última persona me pidió algo inusual X'D Al final del capítulo vendrá una nota de aclaraciones que creo necesaria.

También les aviso que subí un nuevo fic titulado "Tentación Peligrosa".

Actualizaciones: Collage e Infiltrada.

Siguiente actualización: Sirby.

Disfruten!

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9

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Sin importar nada, siempre terminaba por volver a aquel club de depravación. Seguramente su alma ya estaba manchada y se estaba haciendo su propio lugar en el infierno, se estaba volviendo adicta a las sensaciones que descubría en ese lugar que antes le asustaba, sin embargo, en esos momentos se encontraba disfrutando el trato sensual que dos hombres le brindaban. Caricias en sus piernas, en sus senos, en su intimidad; besos, lamidas y mordiscos a lo largo de su cuello; dos miembros desnudos rozando su piel a cada lado. Su intimidad palpitante y expectante. Había algo irreal en todo aquello.

La mirada del Demonio Blanco era distinta a otras veces, sus cicatrices parecían haberse difuminado, sus ojos dorados estaban llenos de sentimiento y no dejaban de verla, de ver sus labios húmedos, su rostro sin el antifaz. Y por otro lado unas orbes oscuras la acechaban y buscaban también su atención, una melena oscura rozaba su piel expuesta, estaba recostada justo en medio de ambos, el chico de antifaz negro con adornos rojizos en los bordes acariciaba su piel desnuda, con mirada ansiosa a sus movimientos. Demando la misma atención que ella le daba al Demonio Blanco.

Rin acunó ese otro rostro entre sus manos y lo acercó a ella para besar sus labios, su mandíbula, su cuello, un gruñido profundo salió del chico. Algo en esa mirada denotaba una profunda tristeza y aquello la enterneció. Los dos hombres que tenía junto a ella se veían nostálgicos, afligidos, heridos. Rin no entendía porque sentía una enorme necesidad de no abandonarlos.

Rin dirigió su mirada a su otro acompañante, buscó con sus labios los labios del Demonio Blanco. Para visitarlo constantemente sólo se habían besado una vez cuando su ex, Bankotsu, se quedó dormido, y fue algo muy fugaz. En ese momento sentía la entrega del Demonio, su devoción. Y, por otro lado, las caricias y roces de su otro acompañante, el que fingió besarla a la fuerza para atraer al Demonio, ¿por qué lo había hecho? No recordaba cómo es que los tres habían terminado compartiendo intimidad en esa oscura recámara, sólo podía dejarse llevar por la placentera sensación de que dos extraños la estuviesen besando y acariciando.

El Demonio Blanco se hincó en la cama y ella lo imitó, seguida del chico de cabello oscuro, ambos besaron su cuello, ambos acariciaron su abdomen, ella buscó con sus manos cómo devolverles el placer que estaba sintiendo, los escuchó gruñir ante su tacto y los movimientos de sus manos, estimulando a ambos miembros húmedos y calientes, mientras ellos se deshacían acariciándola y besándola. Fue el Demonio Blanco que la cargó sin esfuerzo y recargó su espalda en el pecho del otro para buscar adentrarse en ella, Rin gimió al sentirlo dentro después de tanto tiempo de abstenerse, y de pronto sus gemidos fueron acallados por los labios del otro chico quien también comenzó a amasar sus senos con fuerza, y despacio. Cortó el beso y la recargó de nuevo en el pecho del Demonio Blanco para adentrarse en ella por el lugar disponible.

Rin estaba de nuevo siendo invadida por dos hombres y la sensación fue indescriptible, mejor incluso que la primera vez, se dejó llevar por ellos, aferrándose al Demonio Blanco quien en ocasiones invadía su boca con su lengua en sensuales besos, Rin se dejó hacer por los hombres hasta que alcanzó el orgasmo, aún así las embestidas en su contra no cesaron, se sujetó con fuerza de los hombros del Demonio Blanco mientras éste buscaba sus labios y su cuello de un lado, y los labios del otro extraño acariciaban su cuello en el espacio libre, y repartían húmedos besos hasta su hombro. Tampoco era indiferente ante las caricias del extraño sobre sus senos, no podía negar que la estaban abrumando con tantas sensaciones juntas.

Las embestidas comenzaron a ser cada vez más intensas, Rin se sentía desfallecer con cada rebote, su cuerpo estaba caliente, sus jadeos salían de sus labios sin más, nuca había gritado sin censurarse, nunca se había permitido expresar con gemidos sonoros cuando disfrutaba del sexo, siempre intentaba no ser ruidosa, se avergonzaba por exteriorizar que lo disfrutaba, y ahí estaba gimiendo fuertemente mientras dos hombres se mecían sin pudor en su interior.

Une vez que los hombres culminaron la bajaron con cuidado y la recostaron en el colchón, ambos se acercaron a ella, acechándola, Rin estaba tan extasiada que sintió su ardor y humedad aumentar notablemente, aquello la rebasaba. Fue el chico de cabello oscuro el que se acercó a besarla primero, Rin no opuso resistencia alguna. Cuando terminó aquel aterciopelado beso vio cuatro orbes de oro líquido viéndola fijamente, esperando algo de ella...

Rin abrió los ojos exaltada, estaba sola en su cama jadeando y sudando. Aquel sueño había sido tan real que incluso su cuerpo se lo había creído. Las cobijas estaban echas bolas en su cama, su pijama se pegaba a su espalda y su frente estaba húmeda. Se levantó de su salto y fue corriendo al baño. Una vez que terminó sus necesidades se cambió de ropa y mojó su cara para refrescarse, lo mejor hubiera sido un baño, pero no quería despertar a su madre.

Se sintió avergonzada de que su subconsciente le hiciera aquello. Desconocía que una parte de ella realmente extrañaba las caricias del Demonio Blanco, sin embargo, ¿quién era el otro chico? Sabía que era el que la intentó besar la noche anterior, lo que no entendía era porque lo había soñado. Sólo lo vio por unos instantes, y ella no era su objetivo de todos modos.

Temía volver a la cama y que la recibieran esos extraños sueños así que bajó y se adentró al despacho de su padre, encendió la linterna de su celular y comenzó a buscar de nuevo. Apenas eran las dos de la mañana, su madre estaba dormida, aún así prefirió no encender luces ni hacer ruido.

Estuvo cerca de una hora sacando papel por papel entre las cosas de su padre, todo era referente a su trabajo, no había nada extraño en aquel mueble. Rin siguió con los demás, su padre tendía a guardar todo, tenía registros de luz, teléfono, tarjetas. No obstante, nada de eso lo relacionaba con el club de swingers. Y no lo había vuelto a ver después de aquella vez. Estaba empezando a dudar de sí misma de nuevo.

Se mordió el labio inferior frustrada.

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Miroku pidió informes sobre la membresía en el club y sus beneficios, la mujer que lo atendió le dio detalles sobre una membresía común, no era lo que Miroku deseaba saber, así que usó sus trucos de seducción para indagar más en lo que el club podría ofrecerle si él pagaba un precio destacable. Hizo preguntas que en cualquier otra situación harían que la señorita llamase a la policía. No obstante, la joven sólo lo evadía y le repetía los beneficios de la membresía del club.

La señorita pareció desentendida ante sus insinuaciones, y fue uno de los hombres de traje el que interrumpió y propuso a Miroku acompañarlo a una oficina privada. Miroku lo siguió complacido prestando mucha atención a todo el lugar, el hombre de traje lo dejó sentado frente a un escritorio, después lo dejó solo. Unos segundos después entró un hombre mayor. Todos ahí usaban antifaz, al parecer cuidaban mucho sus identidades. Miroku mismo no se había quitado el suyo.

—Así que joven, tengo entendido de que usted está buscando algo que aquí no tenemos.

—Debió haber sido error mío —aceptó Miroku—, escuché rumores en algunos de mis viajes y vine hasta aquí sólo para disfrutar de las rarezas de este lugar, pero veo que me equivoqué de sitio —Miroku se levantó de su asiento, y buscó estrechar su mano con la de aquel sujeto—. Lamento mi error, será mejor que me vaya —el hombre echó un vistazo a sus anillos y estrechó la mano.

—No tiene de qué disculparse, ¿le parece si se da una vuelta, y cuando termine podemos tener una charla más profunda?

—Lo siento, no me gusta perder mi tiempo y no voy a estar mucho tiempo en Liverpool. Saldré a buscar lo que aquí no encontré —Miroku se soltó de su agarre y comenzó a caminar hacia la puerta.

Jaken le advirtió que eso podría pasar, era difícil que confiaran en alguien sólo porque se presentaba en el lugar como si nada. De momento debía asistir a un par de clubes más y después regresar a su hotel. No acercarse ni comunicarse con los Taisho hasta que se pusieran en contacto con él los del Heaven. Aquel hombre que lo recibió ni siquiera le dio su nombre, sólo sabía que era mayor, pasados los cincuentas, quizá incluso pasaba los sesenta y tantos.

La oficina tampoco aportó nada útil. Estaba en un pasillo en el segundo piso, contó al menos cuatro puertas. También supo que no era todo lo que contemplaba la segunda planta. El lugar era demasiado grande como para que ese pasillo ocupara todo. Posiblemente la entrada al espacio restante estaba dentro del club. Y estaba seguro de que había una tercera planta, sólo que llegar hasta allí le iba a resultar imposible, pues no encontró las escaleras que lo llevaran más arriba.

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Kagura despertó pasadas las nueve de la mañana, era domingo así que supuso que estaba bien. Se colocó una camisa y sus bragas, se dirigió a la cocina de su departamento para hacer café. Todavía no sabía si debía decirle a Rin lo que descubrió de su padre, por un lado, quería que ella y su hermana Lisa se dieran cuenta de la clase de persona que era Alphonse Tanner, por otro lado, temía que ese hombre estuviese metido en algo peligroso y arriesgar a su sobrina no encajaba en sus planes.

Así que decidió guardar silencio. Investigaría un poco más antes de decir algo.

De repente un par de brazos morenos la rodearon, sintió el caliente pecho de Koga recargado en su espalda mientras depositaba un beso en su cuello. Kagura ladeó la cabeza para darle un mayor acceso. El moreno sonrió.

—Buenos días.

—Hola —saludó ella—. ¿No deberías irte ya? —preguntó arqueando los labios.

—Nunca me habían corrido tan sutilmente, mujer.

—Seguramente nunca hizo falta —comentó con ironía, Koga tenía toda la pinta de salir corriendo apenas su compañera se durmiera, así como ella lo hizo con él, aun así, allí estaban los dos.

—Nunca me había quedado con ganas de repetir —aceptó el moreno.

Si alguien contaba, aquel no era ni su primer, ni su segundo encuentro, era el tercero y a Kagura se le hacía extraño que el chico todavía no desistiera. Tampoco se estaba quejando, y como no tenía un interés romántico en esos momentos de su vida, le daba igual si el chico seguía buscándola, pues al fin y al cabo lo disfrutaba, y mucho.

—Hay comida en el refrigerador —comentó con voz un poco más seria—. Voy a salir, así que te quedas en tu casa.

Kagura se separó de él, se sirvió una taza de café y después se dirigió a su recámara, necesitaba un baño. Intentó tardarse lo suficiente como para que cuando saliera el moreno ya hubiese partido, y en efecto, cuando salió ya no había rastro de él. Se vistió con calma y se alistó para salir. Planeaba ir a ver a un antiguo amigo, si es que Naraku podía considerarse su amigo. Su amistad era bastante extraña, había ocasiones en las que ella no lo soportaba, y sus roces con el mundo bajo hicieron que ella se alejara de él. Quién diría que eso mismo la acercaría de nuevo.

Naraku podía conseguirle información y Kagura estaba desesperada por obtenerla.

Marcó uno de los varios números que tenía para dar con él. Nada, intentó varios ante de que Naraku le tomara su llamada. La citó en un restaurante de comida rápida en el centro. Kagura salió hacia el lugar pactado. Naraku tenía algunos colegas, se encargaban de buscar información de gente pudiente que pudiesen usar en su contra para extorsionarlos. La orientación sexual secreta de algún político, amantes, hijos fuera del matrimonio. Aunque aquello parecía inofensivo, Kagura se alejó de él porque sabía que Naraku en ocasiones se topaba con cosas muy turbias, aún así llevaba a cabo sus extorsiones, sin importarle que gente inocente saliera afectada y eso era algo que ella no toleraba de su comportamiento. Así que prefirió alejarse de él.

—Kagura, es una sorpresa que me hayas llamado después de tanto tiempo —comentó Naraku al verla, estaba ya sentado en una mesa junto a la ventana, ella se sentó enfrente—. Me tomé la molestia de pedir por ti.

—Sí, está bien —de todos modos, no había desayunado nada—. Recurro a ti porque sé que eres el único que puede ayudarme sin levantar sospechas.

—Se trata de tu cuñado, ¿me equivoco? —Kagura negó—. Siempre sospechaste de él, me desconcierta que te hayas tardado tiempo en pedírmelo.

Kagura no quería aceptarlo, pero en el fondo le tenía cierto miedo a Naraku y a sus exigencias.

—Me preocupa el precio de este favor —aceptó—. Tú sabes que no tengo las cantidades de dinero que generalmente pides por un trabajo, o una amenaza —bajó la voz al pronunciar aquello—. Así que dime, ¿qué es lo que quieres como paga?

—Kagura, me ofende que desconfíes de mí de esa manera —Naraku fingió un tono ofendido—. Tú y yo tenemos una conexión irrompible, eres como de la familia —confesó el chico—. Kana te tiene en alta estima y eso me basta para ser considerado contigo.

—¿Entonces? —preguntó Kagura para que Naraku se decidiera a ir al grano—. ¿Lo harás?

—Lo único que quiero a cambio es que me des tiempo —pidió el hombre—. Sabes que mis ganancias salen de mi trabajo, así que lo que vaya encontrando lo iré usando para extorsionar a ese cuñado que detestas, sin que intervengas. Una vez que le saque suficiente dinero podrás hacer con esa información lo que mejor te convenga.

—Has con él lo que quieras, pero deja a mi sobrina y a mi hermana fuera de esto, ¿estamos?

—No te preocupes por ellas Kagura, no pienso acercarme a ellas.

Kagura no se fiaba del todo, pero ya no sabía a quién más recurrir, Naraku tenía contactos por todos lados, tenía una red muy amplia, así que seguramente era su mejor opción.

Después de dejar eso claro, desayunaron y se pusieron al día. Kana era la hermana menor de Naraku, y estuvo en el internado donde Kagura estuvo en su secundaria, la chica era unos cuatro o cinco años menor que ella así que Kagura se encargó de cuidarla dentro del internado, pues sus compañeras la molestaban mucho por ser albina. Cuando Kagura salió se encargó de que nadie la molestara de nuevo, y la visitaba con frecuencia. Así fue como conoció a Naraku.

Su amistad se fue dando conforme se fueron frecuentando, aunque algo en él siempre le dio una mala sensación, cuando se enteró de qué era, no lo juzgó, simplemente no pudo seguir fingiendo que aquello no le afectaba y se distanció cuando Kana dejó el internado. A veces la veía y se escribía con ella, pero Kagura evitaba mucho a Naraku, pues una parte de ella siempre se había sentido vulnerable a sus encantos, y otra le tenía miedo.

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Sara le llevó el desayuno a la nueva. Estaba hincada en el suelo, sus brazos encadenados en alto a los extremos de su cuerpo, aquella posición era verdaderamente incómoda, y dolorosa. No obstante, el objetivo era someterla, cada día sus intentos por revelarse eran menores. Tenía la cabeza colgando al frente. Sara dejó la charola en la mesa y se dispuso a desatarla. A diferencia de los primeros días que estuvo allí, no intentó pelear. Una vez que Sara la desató, la joven dejó caer su peso sobre la fina figura que la recibió. Sus brazos cayeron como peso muerto a su lado, estaba despierta, pero no hizo ademan de querer moverse.

—Es hora de que desayunes algo, ¿necesitas ir al baño antes? —preguntó Sara con dulzura, la joven asintió con la cabeza—. ¿Puedes mover los brazos?

La joven asintió, los movió sin esconder su dolor al hacerlo. Sara la ayudó a ponerse de pie y la dirigió al baño, la dejó dentro y salió para alistar sus cosas y que se diera un baño, la joven llevaba atada tres días, su único descanso era cuando comía —si es que se dejaba desatar—, o cuando tenía que usar el baño. Pero le habían prohibido bañarse hasta que estuviese más mansa, Sara ya no podía dejar que esa situación continuara, quizá podría hablar con ella para que dejara de pelear, aunque no era nadie para decirle cómo comportarse, cuando ella fue nueva también peleaba y reñía, y aquello le salió muy caro.

—Tú también estás aquí contra tu voluntad —murmuró la chica saliendo del baño, deteniéndose del marco de la puerta pues le costaba mucho trabajo estar de pie.

—Nadie está aquí por voluntad —confesó Sara—. Pero, mientras menos te resistas, menos duros serán los castigos. Sé lo terrible que es esto, pero deja de revelarte, o te seguirán torturando.

—Que me maten si quieren, pero nunca dejaré que me sometan.

Sara sonrió amargamente, ¿esas no habían sido palabras parecidas a las suyas?

—Ellos nunca te matarán —le contestó secamente mientras la chica se sentaba en la mesa para desayunar—. Es lo último que harán, se dedicarán a someterte por la fuerza, a torturarte, a rebajarte, a drogarte, violarte sin piedad… Es tu decisión seguir peleando, pero los daños hacia tu persona serán peores.

—¿Me pides que me rinda?

—No, algún día saldremos de aquí —o al menos ella seguía aferrada a esa idea—. Pero si te siguen dañando física y mentalmente, cuando salgas de aquí no quedara mucho de ti.

Sara se obligó a decir todas esas cosas, cuando entró a ese mundo detestaba la idea de despertar viva todos los días, sin embargo, el trabajo en el club era mucho más soportable que la tortura cuando ella se resistía, pues había clientes que disfrutaban demasiado sometiéndola a golpes. Pagaban más por mujeres que se resistían, y las humillaciones que vivió, no se las deseaba a nadie.

La única forma de evitarle ese destino tan cruel, era convencerla de que bajara la guardia. Así al menos sus heridas no serían tan profundas como las propias.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó una vez que la castaña empezó a comer.

—Sango —contestó con seriedad.

—No se lo digas a nadie más, a partir de hoy tu nombre será Hira… No me veas así, nosotros no escogemos los nombres. De momento te cederán a puros clientes de confianza, los que saben que estamos aquí en contra de nuestra voluntad, así que no les pidas ayuda, o serás castigada, a ellos no les importa que nos obliguen a estar aquí, y les encanta irse de lengua para que nos castiguen.

—Tú —habló Sango—. ¿Cuál es tu nombre?

—Aquí me conocen como Aelo, mi verdadero nombre es Sara, no confíes en nadie, sólo en mí, en Haku o en el Demonio Blanco. En nadie más.

—Aquel niño —escupió Sango—. Tiene como quince años —Sara la vio apretar sus puños con fuerza.

—Dieciséis —confirmó Sara—. Es el más joven de nosotros. No se te ocurra verlo de la manera en la que lo ves ahora —le advirtió—. Si hay algo que él o el Demonio Blanco odian, es que se les mire con lástima.

—¿Ellos atienden a clientes mujeres? —quiso saber Sango.

—Atendemos a cualquiera que pague por nosotros, sin importar si son hombres o mujeres —confirmó las sospechas de Sango.

Tanto Hakudoshi como Sesshomaru y ella misma, tuvieron que hacer cosas que los marcaron para siempre, sin embargo, aquello era algo de lo que ninguno hablaba nunca, ni siquiera entre ellos. Era algo doloroso, desagradable, y algo que cargarían con ellos el resto de sus vidas. Incluso si lograban huir de ese lugar, todos tenían heridas que debían sanar.

—Hay un prospecto que están investigando para tu debut, es una suerte que no seas virgen, a las jóvenes vírgenes a veces les va peor que a las demás.

—¿Se supone que eso debe hacer que me sienta mejor? —Sango terminó de desayunar a duras penas.

Esa habitación parecía la mazmorra de un calabozo, había dos camas, una era de Sara y la otra se suponía debía ser la suya, sólo que no la había estrenado desde que llegó allí pues si no la amarraban hincada en el suelo, la amarraban de pie. De cualquier manera, no había podido acostarse, y su cuerpo le exigía un descanso. Sara notó que veía la cama.

—Después de que tomes un baño podrás descansar, pero me ordenaron que te amarrara de nuevo, así que antes de que regresen tendré que despertarte para hacerlo.

Sango asintió sin dejar de ver la cama.

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Ya había pasado una semana desde que fue por última vez al club, no había recibido noticias del Demonio Blanco ni tampoco se había topado con Inuyasha, parecía que el chico la estaba evitando. Por suerte Bankotsu ya no la molestaba más. Hizo como su tía le aconsejó y habló con el director del tema, y no había vuelto a saber de él. Si acaso lo veía en el campus, pero ambos se ignoraban, aquello no se sentía bien, porque hubo un tiempo donde eran felices, sin embargo, Rin prefería esa distancia a los constantes acosos de su exnovio.

Se incorporó en su cama, la mañana estaba calurosa.

—¿No te piensas levantar? —su madre entró a su recámara. Rin bostezó con pesadez.

—Sí, en eso estoy —Rin se paró y se dirigió al baño.

—Tu padre regresa en la noche.

—Bien.

Era sábado así que se daría una vuelta por la casa de Inuyasha, se le hacía muy extraño que antes el chico incluso se metía hasta su baño y de la nada se había esfumado, Rin no recordaba haber hecho o dicho algo que ameritara ese comportamiento. Si acaso llegaba a contestar sus mensajes de manera cortante, o simplemente no le contestaba y aquello le preocupaba. Le escribió preguntándole si podía pasar a visitarlo, él contestó con un "ok".

—Esto es frustrante —murmuró tomando su ropa limpia.

Se bañó y se alistó para ir a verlo, eligió un vestido floreado por el clima, en los últimos meses se limitaba a usar jeans porque en su relación con Bankotsu, el moreno veía los vestidos y faldas como una invitación para tener sexo y Rin optó entonces por usar pantalones. Se sentía verdaderamente tonta por haber dejado que el moreno la manipulara a tal grado sin que ella lo notase. Alejó a sus amistades, influyó en su forma de vestir, la convenció de ir a un club de swingers…

Llegó a la casa de los Bannerman, no vio carros así que supuso que Inuyasha estaba solo. Se animó a tocar el timbre.

—Buenas días señorita Tanner —la saludó un señor mayor, calvo y con ojos saltones—. Soy Jaken, el mayordomo de los Bannerman.

—Buenos días —saludó ella—. ¿Se encuentra Inuyasha?

—Eh, sí, pase por favor.

Rin asintió y entró. Era la primera vez que entraba a la casa de los Bannerman, era bastante amplia y luminosa. Los colores predominantes eran los blancos y los plateados, sonrió de medio lado, no sabía por qué aquello no le sorprendía. Sin embargo, la casa se sentía impersonal. No vio fotografías, aunque había varios cuadros nada era destacable, cuadros blancos con trazos de figuras geométricas, nada tenía colores.

—La habitación del joven Inuyasha es la segunda subiendo las escaleras a mano derecha, por favor siéntese como en casa, en un momento les llevaré té.

—Gracias.

Rin comenzó a subir las escaleras, llegó a la puerta indicada y tocó un par de veces sin obtener respuesta, así que tocó más fuerte.

—¿Inuyasha?

—Adelante —escuchó por fin.

Abrió la puerta, la habitación estaba vacía, la puerta del baño estaba cerrada. Rin notó al instante la diferencia de esa recámara con el resto de la casa. Las paredes eran uno o dos tonos más bajos que el amarillo mostaza, el piso laminado, algunos posters de bandas de rock adornaban las paredes, un escritorio con una laptop cerrada, la cama junto a la ventana. Rin se sentó en la cama para esperar al ambarino.

Inuyasha salió del baño con una toalla sobre puesta en la cabeza, acaba de tomar un baño, llevaba unas chanclas, unos jeans oscuros y una playera roja. Quizá por eso se había tarado en contestarle, no obstante, no le dio la cara, apenas abrió la puerta salió a pasos agigantados pasándola de largo.

—Inuyasha, ¿te pasa algo? —preguntó al ver que el chico no se giraba hacia ella—. Desde hace días siento como si me estuvieras evitando —y aquella forma de no voltearse hacia ella solamente aumentaba sus sospechas.

Inuyasha suspiró sin muchos ánimos y se giró por fin, acercándose a ella, Rin tuvo que retroceder aún sentada en el colchón. Se quedó helada, conteniendo la respiración, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver algunos mechones de cabello oscuro cubriendo su frente y parte de su dorada mirada.

—Tú —susurró precipitándose a quitarle la toalla del cabello.

Inuyasha intentó detenerla y empezó forcejear contra ella, terminó por acorralarla contra el colchón, sus brazos deteniendo su peso para no aplastarla, sus manos deteniendo las de ella. La toalla cayó, dejando ver su melena negra que alcanzó a rozar las mejillas de la joven quien se estremeció por el contacto.

Rin sintió una especie de deja-vu al ver aquel cabello combinado con esas orbes doradas. Sus mejillas se encendieron. Inuyasha estaba encima de ella, peligrosamente cerca. Su mirada intensa estaba clavada en sus confundidos ojos avellana.

—Rin —murmuró Inuyasha sin intenciones de levantarse. Tenía la esperanza de que no lo reconociera, pues no llevaba las lentillas oscuras y ese día había usado antifaz.

La aludida intentó con mucho esfuerzo alejar los recuerdos de su sueño, su respiración amenazaba con ser errática, podía sentir su pecho subiendo y bajando cada vez más rápido, y su corazón latía con mucha fuerza. No podía sacarse de la cabeza que Inuyasha había sido el chico que fingió besarla en el Heaven.

Y en esos momento se encontraba acorralada por él, podía sentir su fuerza deteniendo sus muñecas, su cabello húmedo rozando sus mejillas, su aliento fresco combinado con el de ella. ¿Por qué no se dio cuenta antes?

—Eras tú —susurró apenas audible.

—Rin… —Inuyasha entendió que hacerse el tonto no le serviría de nada—. Yo realmente no quería… Mi intención no era…

—Lo sé —lo cortó ella despertando de una especie de trance, fue como despertar de un sueño.

La puerta se abrió dejando entrar a Jaken con una charola, una tetera y dos tasas.

—Oh, siento interrumpir.

Inuyasha se levantó de un brinco.

—¡No estás interrumpiendo nada tonto! —espetó intentando quitarle la charola.

Rin pudo regular su respiración y ordenar sus pensamientos. En efecto, el mayordomo no interrumpió nada, porque no estaba pasando nada entre ellos. Inuyasha cayó sobre ella cuando forcejeaban, y ella tardó en reaccionar por el sueño que tuvo respecto al extraño, que terminó siendo Inuyasha. Aquello simplemente mató lo que quedaba de esa fantasía de su subconsciente.

Jaken se disculpó y salió de la habitación, dejándolos solos.

—¿Quieres té?

Rin asintió.

Una vez calmada con su taza de té estaba lista para aclarar todo eso. Inuyasha volvió a hablar.

—Lo que pasó la semana pasada, no quería… besarte.

—Lo sé —contestó ella y sonrió—. Además, no le puedes llamar a eso un beso —por surte, pensó—. No querías besarme, me usaste para atraer al Demonio Blanco. Ahora todo tiene sentido, el cabello, los ojos, la llegada tan repentina de tu familia. Él es uno de ustedes.

—Él es mi hermano mayor.

Rin sintió sus mejillas arder. No podía creer que hubiese soñado con dos hermanos —aunque en su defensa ella no conocía ese detalle—, aquello era descabellado, se sintió sucia de alguna manera, aunque ella no tenía control de sus sueños.

—Si sabes que él no quiere estar ahí, ¿no?, ¿han venido para sacarlo de ese lugar? —inquirió, alejando sus malos pensamientos.

—Sí pero no es algo que podamos hacer fácilmente. Ya una vez fallamos y nos costó mucho trabajo encontrarlo de nuevo.

—¿Te acercaste a mí por eso? —preguntó un poco decepcionada.

—Sí —aceptó sin más, como si aquello no fuera relevante—. Al principio sí. Ya nos habíamos establecido aquí cuando empezamos a investigar el Heaven, fue una coincidencia que, siendo nuestra vecina, hubieses tenido contacto con Sesshomaru.

—¿Sesshomaru? Conque ese es su nombre —murmuró para sí.

—¿Eh?, sí. Bueno nos acercamos a ti y a tu familia por eso. Sabemos que tienes un vínculo con Sesshomaru, y eso nos puede beneficiar para comunicarnos con él.

—Claro, haré lo que sea por sacarlos de ese lugar.

—¿Sacarlos?

—Sí, él no es el único que está ahí en contra de su voluntad, y Haku, él es menor…

Inuyasha se había dado cuenta de ello, sin embargo su familia y él estaban enfocados únicamente en Sesshomaru, aunque teniendo el panorama más amplio, tampoco podían dejar a los otros a su suerte, tenía que hablar con sus padres al respecto.

—¿Cuántos hay?

—Sólo conozco a Sesshomaru, a una mujer a la que le dicen Aelo y al chico, Haku… ¿Quieres que investigue?

—Nos sería muy útil.

—Bueno, yo venía a hablar de por qué habías estado raro conmigo, me he llevado una verdadera sorpresa.

—No vayas a pensar cosas que no son —alegó Inuyasha con un tono un poco molesto.

—¡Eso no lo tienes que aclarar! —contestó Rin enrojeciendo—. Pero no vuelvas a hacer nada raro —le pidió levantándose—. Me tengo que ir, si me pongo en contacto con Sesshomaru te avisaré.

—Sí.

Rin salió de su recámara y bajó las esclareas con prisa. Todo eso había sido raro, pero no en un sentido incómodo, solamente raro. Una vez que comprobó que Inuyasha era el chico del antifaz negro con rojo y entendió su situación, se sentía más cerca del Demonio Blanco. Se detuvo antes de llegar a la puerta principal. Meditando si debiese pedirle una fotografía de Sesshomaru a Inuyasha, aunque optó mejor por no hacerlo, quería que fuera él quien confiara en ella y se quitara su antifaz.

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Aclaraciones importantes:

Bueno, me habían pedido un trío de SesshRinInuyasha. Y tenía la espinita de escribirlo, pero en la trama como que me brincaba mucho porque Inuyasha sí es consciente de que Sesshomaru es su hermano X'D entonces eso no me inspira ni tantito X'DDD por eso fue un sueño de Rin únicamente, porque en ese momento ella no tenía idea de la conexión entre los personajes.

Ahora NO hay NI HABRÁ interés romántico entre Rin e Inuyasha, si ella reaccionó así fue por su sueño y la vergüenza interna al respecto. A Inuyasha le cae bien la muchacha y a ella también le cae bien pero NO hay NI habrá interés romántico nunca entre ellos en este fic (ni en ninguno que yo suba X'D).

Respondiendo a reviews de los que no tienen cuenta:

Kagoyame: Haha bueno acabo de aclara que Inuyasha no está tras Rin X'D. Ya están en proceso de iniciar el plan para sacarlo...

Kagura: ¿Verdad? Yo también sentí ultra raro cuando Inuyasha besó a Rin, todavía me siento rara por eso. Miroku oculta un secreto secretoso XD

DomPath: Pues Inuyasha ya habló con ella, y claro que se va a ir con cuidado.

ZY: Aquí está, espero que te guste :D

Isa: Aquí está XDDD gracias por leer y comentar :D

Militza Daz: Gracias, aquí está la continuación :3

Listo, muchas gracias por leer y comentar, los amo :3 a los otros les contesto por privado :D Gracias:

Floresamaabc

SunyKika

Mortalsilence

AnotherAngelDown

Fabricio

Cochita D

Veronika-BlackHeart

BabySony

Trunksouji

Yesenia20

Idik0

Rinissita

Rachelerroa

Bluesweet

SandyBL