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LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.
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LA DESGRACIA DE LOS BIENAVENTURADOS
Advertencia: Muerte de un personaje.
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—Algo de esto no me gusta— comentó Shikamaru al casi sentarse sobre el escritorio del Hokage, que estaba atiborrado de papeles.
Naruto se puso de pie al tener ese pergamino en sus manos y su ceño se encontraba contraído. Asintió —Es realmente extraño.
—¿Qué crees que pueda estar pasando?— preguntó el Nara al llevarse dos dedos de sus manos a apretar el puente de su nariz.
El rubio sonrió sin ganas —¿Y me lo preguntas a mí? Tú eres el de la inteligencia y la intuición aquí— quiso bromear.
Shikamaru negó cansadamente, eran más de las tres de la mañana y ellos seguían en la torre Hokage; el trabajo diario no dejaba de bullir y encima de eso y los preparativos para los próximos exámenes Chunin, la Hoja y la aldea oculta entre las nubes prácticamente habían perdido contacto y eso no era bueno.
—¿Dices que Sasuke se ha dirigido para allá?
El rubio asintió —Luego de entregarme aquél pergamino que encontró en uno de los ninjas de la nube, en aquella dimensión, dijo que investigaría. Por cierto, ¿qué han logrado saber al respecto?
—También sobre eso quería hablarte— volvió a hablar el Nara haciendo que Naruto volteara a verlo de medio lado, luego de haber permanecido de pie frente al ventanal tras su escritorio, viendo la aldea semi iluminada, en plena paz —. Ino y el equipo de inteligencia parecieron descubrir algo nada bueno. ¿Recuerdas al clan Otsutsuki?
—Demonios, ni me lo menciones. ¿Tiene algo que ver con eso?
El de chongo asintió —Eso me temo.
Naruto cerró sus ojos y dejó escapar el aliento despacio —Vayamos a ver.
—¿Al laboratorio de inteligencia?— preguntó luego viéndolo caminar a la salida.
—Por supuesto.
—Ino estará por mandar un informe detallado en la mañana.
—Evitémosle la molestia— cortó el rubio saliendo de la oficina y luego regresó cuando el Nara ya lo seguía —. Oh, Shikamaru… tú puedes ya regresar a tu…
El otro dejó escapar el aliento desanimado —Por supuesto que no, ¿qué clase de mano derecha sería si te dejo con todo el trabajo?— rio sin mucho entusiasmo mientras encendía un cigarrillo al ya haber salido de la oficina — De cualquier manera, ya casi amanece.
Largos minutos después y de que ambos ninjas desentumieran sus músculos al dirigirse saltando entre los techos, al edificio de inteligencia ubicado en otro extremo de la crecida ciudad, ambos por fin se vieron ahí.
Como era de esperarse, notaron movimiento también en ese lugar.
Las puertas le fueron abiertas junto con una pequeña reverencia al que era el Séptimo Hokage y su mano derecha.
—¿Ino se encuentra aún aquí?— preguntó extrañado Naruto al ver a Sai salir de una de las oficinas de esa sede de altas paredes blancas y pisos beige.
El Nara sonrió casi con orgullo —Ya la conoces. Además, en estos días tensos cada uno se está esforzando por dar lo mejor.
—Séptimo— saludó Sai con una sonrisa ligera y un asentimiento de cabeza. El pelinegro era el ninja de mayor rango de la aldea y estaba al cuidado exclusivo del Hokage, aunque en ese momento ya había cumplido con su horario de trabajo habitual.
Ino que escuchó hablar a su esposo dejó de ver la pantalla de la portátil que le mostraba lo acontecido en el laboratorio, ubicado en el punto más bajo de ese edificio.
—¿Ocurre algo?— preguntó la rubia que bajo esa bata blanca portaba su falda larga y pequeña blusa morada.
—Eso queremos saber— respondió Naruto al cruzar la puerta abierta, que era acompañada por una maceta de bonitas flores lilas, la misma que la rubia había llevado para darle un poco de vida a ese lugar lleno de computadoras.
La Yamanaka suspiró ante lo escuchado por su viejo amigo y ahora líder de la aldea, pues por un momento temió que otro problema estuviera cayendo encima.
—Esto no me está gustando nada, Naruto— confesó la rubia cuando los tres hombres entraron a la enorme oficina dónde únicamente ella y otro par de ninjas del área de inteligencia estaban —. Ese pergamino que nos enviaste parece ser una calca casi completa de otro.
Naruto frunció el ceño al ver el portanotas que Ino le extendió.
—Como puedes ver, ahí se habla sobre la existencia de más miembros del clan Otsutsuki— la rubia guardó silencio —. Esto… esto parece ser escrito por la misma Kaguya— soltó atrayendo la atención de todos ahí. Se mordió el labio y suspiró segura de sus palabras aunque no le gustara la mala sensación que eso le dejaba —. Y me temo que está por encima de nuestras capacidades de entendimiento y poder.
El Nara se puso detrás de su antigua compañera de equipo —¿Cómo por qué ella dejaría un pergamino intentando advertirlo?— pareció preguntarse.
Ino negó levemente —Esto nunca fue para nosotros.
—¿Qué?— preguntó extrañado Naruto y la atención de todos volvió a caer en la rubia.
Ino volvió a dejar escapar el aliento preocupada, sin sentir el cansancio que tenía luego de trabajar más de treinta y seis horas seguidas.
—Por lo poco que hemos logrado descifrar, puedo entender que este pergamino fue dejado para los propios hijos de Kaguya Otsutsuki. Ella temía la llegada de… de estas personas, quienes quiera que sean.
Naruto asintió despacio creyendo entender, pues él conocía mejor la historia de la llamada Diosa conejo.
—Si esto es verdad, Kaguya fue derrotada por sus propios hijos al corromperse, mucho antes de que estos seres aparecieran. Pero entonces… ¿qué buscarían aquí si ella no existe?
—Lo que tanto celaba esa Diosa— respondió el Nara seriamente y nadie salvo Sai, asintió —. El poder del fruto del Shinju.
—De todos modos— agregó Naruto luego de segundos en silencio —. No hay forma de que puedan conseguirlo. Hace siglos que ese árbol murió y que el chakra que generó fue dividido por todo el mundo.
Ino asintió —Eso es cierto, si lo que buscan es chakra, se llevarán una decepcionante sorpresa— mencionó y luego negó despacio —. Pero de todos modos, necesitaríamos saber más. Esto es sólo una parte de lo que logramos descifrar, no los conocemos y debemos saber tanto como podamos para estar prevenidos.
—Naruto— Sai llamó al rubio con tono serio —, si es verdad lo que aquí suponemos, tú como jinchuriki corres peligro.
Shikamaru asintió.
—Tiene razón. Las cantidades más grandes de chakra están reunidas en ti y en Killer Bee, que todavía posee al Hachibi. Deberemos tener cuidado con eso.
—¿Quieres que informemos?— preguntó Sai al instante.
Naruto negó.
—¿Por qué?— preguntó la Yamanaka extrañada — Sé que esto son únicamente conclusiones apresuradas que estamos sacando, pero de ser ciertas, que casi estoy segura que lo son, debemos advertirlo.
—No es posible— intervino un Naruto extrañamente serio —. Hace un par de días que perdimos contacto con la aldea oculta entre las nubes, Bee solía estar ahí.
Ino se recargó sobre el escritorio a su espalda —Me resulta casi imposible de creer que gente como la de esa aldea pueda ser vencida tan fácilmente, si es lo que estás tratando de decir, por Dios, ellos protegen a una de las naciones más poderosas.
—Son guerreros sumamente orgullosos y poderosos, pudieron haberse confiado, más al estar desadvertidos— devolvió el Nara.
—¿Qué haremos Séptimo?
Naruto resopló cansadamente —Informarle a Sasuke, él se dirige para allá. También hablaré con Gaara y me temo que después de eso, sólo nos quedará esperar a que aparezcan estas personas.
La sensación de vulnerabilidad que se sintió luego de que el rubio dijera esas palabras con medio tono sombrío, avivó un sentido de alerta en todos los ahí presentes.
Y aunque a Naruto habiendo sido impulsivo y un guerrero que solía ir a los problemas y no esperar a que llegasen, esta situación estaba frustrándolo, también era cierto que había aprendido que aun siendo Hokage no se mandaba solo, pues había protocolos y que si quería mantener la paz, no sólo entre las grandes aldeas ocultas sino también entre las grandes naciones que las albergaban, debía cargar con el peso de situaciones peligrosas en silencio, tal como en su momento lo hicieran sus antecesores. Por eso, y sólo por eso, se obligó a ser discreto.
—Sólo podemos mantenernos en alerta constante. Y recuerden, resguardar la seguridad de la villa es primordial.
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O.O.O.O.O
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—Y… ¿estás emocionada, Himawari?— preguntó Hinata al sonreírle y entregarle un tazón con comida a la pequeña que compartía rasgos con ella.
—¡Ah! ¡Por supuesto que lo estoy!— aseguró sonriendo mientras revolvía su tazón de avena — Mañana será el inicio oficial de clases en la academia.
—Es un gran paso— aseguró la peliazul al girarse a calentar un poco más de té, viendo por la ventana de la cocina, cómo la noche estaba cayendo ya —. Y tú, ¿no piensas felicitar a tu hermana, Boruto?— añadió sin desaparecer su sonrisa, volteando a ver a su rubio hijo que jugaba con un videojuego en lo que esperaba que su comida se enfriase.
—Por supuesto, felicidades, Himawari— dijo y sonrió grandemente —. Y no sólo eso, me he asegurado de saltarme media misión para ir a acompañarte.
—¡Wow! ¡¿En serio, oniichan?
Hinata les sonrió a sus dos hijos mientras el rubio alardeaba del gran esfuerzo que hacía para ir a verla, todo para hacer a su hermana enorgullecer, al sentirse así de apreciada.
—Eso me hace sentir tan bien. Será como cuando fuimos a llevarte a ti a tu primer día de la academia— habló la animosa niña, sabiendo que aquél acto era casi tradición entre la aldea.
El rubio dejó su videojuego de lado e hizo un gesto aburrido —Aunque no te emociones tanto, seguro el viejo ni tiempo tiene, ya ves, no lo vemos por aquí desde hace dos días.
—Ah…
—Su padre ha tenido una carga de trabajo muy grande, debemos comprenderlo— les recordó Hinata al acercarles un par de vasos con té.
—Seguro que a ti también te molesta, mamá— alegó el niño sin mucho ánimo.
—Por supuesto que no— aseguró la joven peliazul —. La vida de un shinobi es así, antes tanto su padre como yo nos ausentábamos grandes temporadas de la aldea, era nuestra responsabilidad; ahora él es el Hokage y todo lo relacionado con la villa depende de él. Lo necesitan, debemos entenderlo y apoyarlo.
—Yo lo entiendo.
—Pues yo no. Nosotros somos su familia.
Hinata sonrió entendiendo cómo su hijo había resentido grandemente el cambio, luego de que hace poco más de un año Naruto se convirtiera en el máximo líder de la aldea. Para todos estaba siendo difícil y seguro Naruto nunca creyó que lo fuese a ser tanto.
—Ya verán cuando los exámenes chunnin culminen, él vuelve a tener un poco de más tiempo libre— aseguró.
Boruto bufó inconforme pero no dijo más, en cambio Himawari asintió con firmeza y sonrió sólo para volver a mencionar animosa cómo una de las niñas con las que solía jugar cuando Hanabi la llevaba al parque, también iniciaría clases el día siguiente.
La pequeña ojiazul apenas mencionaba que la niña era del clan Inuzuka cuando la puerta de la entrada se abrió.
—¿Mm?— Hinata volteó y antes de que se pusiera de pie, escuchó el intento de animosa voz del rubio.
—¡Estoy en casa!
Himawari casi tira la silla en la que estaba sentada luego de correr a recibirlo.
—Vaya, al menos aparece— soltó el pequeño rubio que iba a ponerse de pie, al ya haber terminado de cenar, pero que al final decidió permanecer en la mesa un poco más.
La sonrisa que Hinata mostraba disminuyó un poco cuando Naruto apareció con su hija en brazos. El rubio se veía cansado, ojeroso y su piel se veía más pálida al ya no mostrar su bonita tez casi dorada.
—La cena está lista— le anunció cuando vio a su hija quitarle el sombrero de Hokage y colocárselo ella.
—¡Ah, qué bien, muero de hambre, 'ttebayo!
Boruto vio de medio lado como a su padre casi le brillaron los ojos cuando escuchó a Hinata decirle que le había preparado un poco de ramen, con doble ración de carnes.
—Y… ¿tienes mucho trabajo?— preguntó casi desinteresado el niño.
Naruto suspiró y se rascó la nuca —Sí… un poco— dijo para molestia del niño.
—Al menos di la verdad— se quejó —. ¿Qué quieres que piense Hima cuando dices que poco trabajo y no te apareces por aquí en varios días?
Hinata volteó a ver a su hijo y alcanzó a ver la sonrisa desanimada de Naruto. Antes de poder decir algo, el de tres marcas en las mejillas, habló:
—Bien, la carga de trabajo es demasiada— añadió y le revolvió el cabello a su hijo que fingió molestia por ello —, pero ya estoy aquí.
—Eso es lo que importa, ¿no, Boruto?— mencionó Hinata al servirle de la comida al rubio.
—Mph… algo así— terminó por decir el menor —. Al menos me da gusto que recordaras la ceremonia de mañana— habló y se formó un silencio de varios segundos —, porque sí la recordaste, ¿verdad?
—¿Ehhh…?
Los ojos azules de Naruto buscaron los ojos lilas de Hinata y ella le sonrió y con un movimiento de cejas, le señaló a la niña en sus piernas. Naruto frunció el ceño al parecer no entender, y luego de otro segundo, casi respingó.
—Oh, claro que lo recordé, 'ttebayo— afirmó alegremente mientras se echaba a reír de forma nerviosa y un poco avergonzado —. Mañana es un gran día.
—¡Sí que lo será!— soltó la niña que de un salto se puso de pie — Y ahora iré a acostarme, no quiero quedarme dormida por la mañana.
Ambos adultos le dijeron adiós y Hinata le aseguró que enseguida subía a arroparla, en cambio Boruto se quedó hasta que su padre terminó de cenar, haciéndose el desinteresado al continuar jugando con su videojuego.
Casi una hora después y con ambos niños dormidos, Naruto apenas le comentó a su joven esposa el motivo real que lo había mantenido tantas horas lejos de su hogar, aquella información era casi secreta y para evitar que se preocupase, prefirió omitirla, aunque aquello pudiese quitarle culpa ante los ojos de su hijo.
La ojiperla vio a Naruto dormir profundamente luego de un minuto después de apenas terminar de hablar y no pudo no sentir pena por él, estaba tan agotado como pocas veces lo había visto. Se acomodó a su lado en la cama evitando incomodarlo y lo dejó dormir.
La mañana siguiente el sol brilló en lo alto.
—¡Vamos papá, date prisa!— apresuró Himawari al ya estar completamente vestida y lista para su primer día en la academia.
Naruto se talló un ojo al desperezarse, viendo cómo su hija que le había llamado desde la puerta, ahora corría escaleras abajo. Abrió sus ojos con sorpresa un momento después al ver que ya eran más de las siete.
—Naruto, ¿quieres que te esperemos?— preguntó Hinata al llegar a la entrada de la habitación que compartían — A los alumnos de nuevo ingreso los han citado un poco antes y…
—Oh, lo siento, Hinata— se disculpó al haberse quedado dormido, apenas recordaba que ella lo había despertado casi media hora antes y se volvió a quedar dormido —. No, vayan ustedes, me daré un baño y enseguida las alcanzo.
Ella asintió —Dejé comida en la cocina.
Él también asintió —Oh, demonios— se quejó el rubio al ponerse de pie en un salto. Alzó dos de sus dedos y creó al primer clon de ese día.
El clon que también solo vestía calzoncillos azules se rascó la cabeza —¿Y ahora qué quieres?— se quejó.
—Mgm— el original rubio hizo un puchero disconforme, le encantaría ordenarle que se fuese a bañar mientras él comía, pero desgraciadamente era su cuerpo original el que debía estar limpio —. Ve y come algo por mí, Hinata dejó comida ahí abajo.
Al otro le brillaron los ojos —¿Quieres decir que Hinata nos hizo comida?
—¡No torpe, Hinata me hizo comida A MÍ! ¿Entendiste? A mí.
—Eso es lo mismo, idiota— respondió el clon que no tardó en correr escaleras abajo —. Tú no tienes tiempo de comer.
El Naruto original refunfuñó. A veces odiaba a sus malditos clones por confianzudos, por eso evitaba mandárselos a Hinata a menos de ser extremadamente necesario, no quería que de pronto uno de ellos regresara a su cuerpo y llevarse buenas sensaciones pero corrosivos celos.
—Pff— soltó el aire resignado al meterse al cuarto de baño. Debía darse prisa.
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O.O.O.O.O
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En punto de las ocho de la mañana, la ceremonia de bienvenida comenzó. Con el paso de los años se había hecho costumbre realizar ese protocolo con un poco más de formalidad, y aunque el evento no duraría más de media hora, ahora no era a las puertas de la academia, sino en un pequeño teatro donde familiares y docentes se tomaban el tiempo de entregar-recibir a los que pronto serían unos futuros ninjas.
Iruka, que ahora era como la autoridad máxima en la academia, estaba sobre el pequeño pero elegantemente vestido escenario, dando sus palabras de bienvenida, tras él, los diversos maestros permanecían de pie, conservando un agradable semblante para no intimidar a ningún alumno, pero sin perder el toque solemne que la recepción exigía.
Boruto que había alcanzado a llegar antes de que la celebración se llevase a cabo, volteó con cierta insistencia a la entrada de ese salón.
—Sabía que no vendría— soltó dolido al darse cuenta que había pasado ya más de quince minutos y la ceremonia pronto terminaría.
Hinata lo volteó a ver y tras negar en silencio, habló—: Seguro algo debió surgir.
Boruto evitó decir más al ver a su hermana subir al escenario junto con los demás niños de nuevo ingreso. Saludó a su hermana desde su lugar y tras un minuto de aplausos, la ceremonia de ingreso fue concluida.
Hanabi sonrió orgullosa del otro lado del niño —¿No sienten como que ha crecido en tan solo un día?
Hinata le sonrió —Creo que exageras— dijo viéndola al ponerse de pie, mientras los niños eran llevados ya a sus distintos salones, ellos se retiraban.
Justo cuando salían por un amplio pasillo, Naruto llegó corriendo.
—Ah…— Hinata lo vio y no evitó un poco de pena en su mirada lilácea.
La decepción en Naruto también fue notoria —¿Se ha terminado ya?
Boruto contrajo su ceño molesto y caminó a él.
Hinata le asintió mientras los demás padres de familia avanzaban pasándolos de largo.
—Boruto— la peliazul llamó a su hijo cuando éste saltó para dar un golpe a su padre.
Sólo un 'boop' y un pequeño rastro de vapor quedó donde estuvo Naruto de pie.
El pequeño de dos marcas en sus mejillas sonrió con hastío —Llega tarde y encima ni se digna a venir él. Mandó a un maldito clon.
Los ojos de la peliazul temblaron al ver a su hijo salir corriendo de ahí.
Hanabi se mordió un labio —Vaya que la tiene difícil, ¿eh? Tu esposo ni con clones se da basto.
Hinata perdió el aliento al seguir tras los pasos de su hijo. Seguro esa molestia que Boruto sentía iba a ser muy difícil de desaparecer.
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O.O.O.O.O
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—¿Seguro que esto no se trata de un error?— preguntó Naruto con seriedad al tener en sus manos una serie de documentos.
Shikamaru negó despacio.
—Estamos hablando de traición. Esto es algo serio— volvió a hablar el rubio y ante el asentimiento del Nara y su mirada fija en él, se llevó dos dedos a apretarse el puente de la nariz.
Todo estaba mal.
Hacía minutos que los recuerdos del clon que envío a la ceremonia de ingreso de su hija, habían vuelto y ahora sabía que había llegado tarde, que Hinata lo vio con un poco de decepción y que su hijo estaba furioso; lo peor era que ni siquiera le pudo dar a eso la importancia que tenía, porque la noticia que Shikamaru le dio al apenas estar saliendo de su casa, le martillaba la cabeza.
Alguien de la aldea los estaba traicionando.
—Estos documentos fueron entregados por uno de los halcones de Sasuke. Al parecer antes de llegar a la nación del Rayo fue interceptado y libró una batalla, esos documentos los tenía uno de los ninjas de la nube que lo atacó. Como verás, alguien con acceso a los registros personales de nuestros ninjas ha entregado esta información a aquella nación.
Los ojos azules y preocupados de Naruto bajaron de nueva cuenta a las hojas en sus manos, en la primera de ella se podía ver fotos del Uchiha, de Shikamaru, Sai, Ino e incluso Kiba, junto a éstas, iba una descripción del rango, función y habilidades de cada uno.
—Necesitamos dar con quien sea que esté filtrando información y averiguar qué pretende.
El Nara asintió, no quiso decir más, pero algo le hacía pensar que todo eso estaba relacionado con el pergamino que Sasuke había llevado y que ahora era investigado por Ino y el equipo de inteligencia.
Justo cuando el joven de chongo alto abría la puerta, un pequeño rubio irrumpió furioso a esa oficina.
—¡¿Cómo pudiste?!
Los ojos de Shikamaru se abrieron con asombro y Naruto le indicó con el rostro que los dejara solos.
Una vez que la puerta se cerró, el rubio mayor suspiró.
—¿Te quedarás callado?
—Hice lo posible.
—Es que siempre haces lo posible. Es tu hija, joder.
—Cuida tu boca, jovencito— regañó el mayor con poca paciencia.
—Pues cuida tus actos, Hokage— debatió el menor de los rubios —. Lo único que tenías que hacer era estar a tiempo. ¡Ni tu maldito clon pudo con eso!
Naruto, que lo vio duramente desde su altura, guardó silencio sabiendo que se había visto sumamente lento al enviar a ese clon.
Boruto negó en silencio al ver que él no pensaba responderle. El niño se dio media vuelta decepcionado y una punzada de orgullo fundido con coraje, lo hizo detener sus pasos y volver a hablar:
—A veces no sabes cómo te envidio— dijo y su voz fue gruesa, por lo que esas palabras le costaron para salir —… hubiera preferido nacer sin padre, a tener uno como tú.
Naruto apretó la mandíbula al ver a su hijo bajar la mirada y continuar avanzando.
La oficina se quedó en un helado silencio que fue roto cuando el Uzumaki jaló la enorme silla tras el escritorio y se sentó en esta.
—¿Dejarás que te hable así?— preguntó Shikamaru al aparecer de nuevo.
Naruto negó en silencio —Está molesto.
—Eso no es excusa…— Shikamaru quiso agregar que también ellos fueron hijos de shinobis y no actuaban así, pero recordó el pasado de Naruto, y sólo entonces entendió que él, al haber sido un niño sin padres, tal vez había acostumbrado a sus hijos a estar más presente en sus vidas y por eso ahora estaba ocurriendo esto.
—Lo sé. Hablaré con él más tarde. Démonos prisa, ¿quieres?
—Sí— el Nara sólo pudo asentir.
Naruto dejó escapar el aliento pesadamente, tuvo ganas de mandar a volar su escritorio con todos los papeles sobre él, pero se contuvo. Nadie dijo que su vida sería fácil, se recordó.
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O.O.O.O.O
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Los días siguientes en la aldea de la Hoja se respiraban en tranquilidad, había pasado ya casi una semana desde que la pequeña Uzumaki Hyuuga había ingresado a la academia.
Naruto y su equipo de investigación cercano se mantenían en alerta y mucha tensión, pues poco y nada era el avance y a pesar de tener sospechas de quiénes estaban traicionando a la aldea, ninguno de los detenidos había sido imputado del cargo al no haber un peso totalmente verídico que así los incriminara. La tensión en el portador de Kurama era enorme, incluso había fracasado en hablar con su hijo las pocas veces que lo había visto en la casa, pues al parecer Boruto había heredado su firme decisión, aunque éste la mal encaminaba, sentía.
—En menos de un mes serán los exámenes Chunnin, podría ser buena idea que visitáramos la nación del Rayo y la aldea entre las nubes, al fingir ir sólo a recordarles tal acontecimiento— sugirió el Nara.
—Podría ser buena idea— concordó el rubio —, pero tampoco quiero mandar a nadie a la boca del lobo. Esperaré a ver qué noticias más manda Sasuke. De cualquier forma, busca entre los mejores jounin y forma un equipo, por si acaso… en unos tres días más veremos.
—De acuerdo.
Cuando Shikamaru salió dejándolo solo, Naruto se puso de pie y se asomó por el ventanal tras su escritorio. Otro día estaba muriendo y el tinte anaranjado, casi rojizo de ese final de la tarde, le trajo una extraña sensación al rubio.
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O.O.O.O.O
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—¡Hey, Hinata!— la voz animosa de Hanabi sonó del otro lado de la línea — Mañana préstame a Himawari, no quiero descuidar sus entrenamientos.
La mayor de las Hyuuga suspiró —Es su primer sábado de descanso, podrías al menos esperar— pidió con condescendencia.
—Oh, vamos, no seas tan suave. Estoy segura que ella no se quejará por esto, ¿Qué dices? Vamos, pregúntale— animó.
Hinata suspiró del otro lado de la línea mientras Hanabi la escuchaba llamar a Himawari, la niña le quitó el teléfono a su madre y le aseguró que le encantaría entrenar con ella.
—¿Lo ves? Pasaré mañana por ella.
Hinata sonrió un poco desanimada —Está bien. Les prepararé el almuerzo.
—¡Así se habla, hermanita!— bromeó la castaña y tras una risita de la peliazul, colgó el teléfono.
Suspiró al mantener su mano colocada sobre el auricular beige, del aparato suspendido en la pared de su alcoba. Tras estar la mansión en un silencio casi sepulcral, Hanabi se percató del ligero sonido que hizo la puerta corrediza de su habitación al cerrarse.
—¿Quién anda ahí?— preguntó al lanzar una kunai que se clavó en la columna de madera del borde de la puerta. La Hyuuga frunció el ceño y su kekkai genkai se activó —¿Kô?— preguntó extrañada al reconocer cómo el que era el antiguo guardián de su hermana había estado escuchando tras su puerta.
«¿Qué significa esto?» se preguntó al pasar saliva pesadamente.
Debería hablarlo con su padre al volver a la villa.
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O.O.O.O.O
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Con las penumbras de principios de la madrugada encubriéndolos, aquellos mismos dos ninjas con los que Hinata se había encontrado hacía ya varios días, se encontraban recargados en uno de los tantos árboles que formaban parte del inmenso bosque fuera de la Aldea de la Hoja.
—Así que, todo está listo ya, B— soltó uno de ellos que mordía un mondadientes.
El hombre llamado B, que era alto, robusto y moreno, y que en esta ocasión vestía de algo parecido a turbantes que ocultaban su uniforme ninja y bandana de la nube, asintió.
—Hace unas horas nuestro contacto en el clan Hyuuga dio datos precisos— dijo mientras de un chasquido de dedos, hacía brotar una llama de entre éstos para encender un cigarrillo como el que siempre fumaba.
—¡Idiota! Deja de utilizar chakra, ¿quieres que nos descubran?— regañó el otro dándole un manotazo, haciendo con esto que el cigarrillo cayera metros lejos de ellos.
B lo vio con molestia al tensar la mandíbula.
—Te está tomando esto a la ligera. Cualquier error nos cuesta la vida, posiblemente cosas peores si se enteran de qué era lo que planeamos— volvió a regañar.
—Tsk— el robusto sujeto chasqueó la lengua y comenzó a caminar —. Como sea, hace tiempo que no vemos ningún ninja de la hoja por aquí— añadió y de entre sus ropas comenzó a sacar seis pequeños pergaminos —. Ten, toma tres y colócalos en los puntos marcados.
El compañero de B, llamado sólo Z, asintió al tenerlos en sus manos.
—Recuerda, deben quedar ocultos bajo tierra, asegúrate de que el lugar donde los entierres vuelva a quedar igual en la superficie; no pueden ser vistos ni desde el aire— recordó las órdenes precisas de ese científico, esos seis pergaminos formarían una enorme barrera al momento de activarse. Un área hexagonal de dos kilómetros les darían el tiempo suficiente para que los ojos de esa niña Uzumaki Hyuuga fueran suyos, y los protegería de los ninjas que posiblemente les fueran siguiendo, al desestabilizar sus chakras desde el momento que entraran en dicha barrera.
—Bien— concordó el otro y luego de eso y un asentimiento de cabeza, ambos se dirigieron a direcciones contrarias. Era apenas la mitad de un peligroso plan que estaba por entretejer los destinos de muchos.
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O.O.O.O.O
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Horas después, un sol radiante sobre las nubes dispersas en el cielo, brillaba al estar casi en su punto más alto.
—¡Saldré a entrenar!— gritó el pequeño rubio al cruzar la puerta de su casa.
—Pero, Boruto… ah— Hinata suspiró al verlo ya correr por el pequeño jardín frontal, directo a la calle. El rubio recién había llegado de una misión que lo tuvo fuera por la noche por primera vez, y ahora volvía a salir, la peliazul estaba segura que su entrenamiento estaba muy lejos de ser alguno ordenado por su sensei, sino que su hijo seguía presionándose para llenar las expectativas de Sasuke y en cuanto llegara, aceptara ser su entrenador.
Suspiró y sonrió. Era tan testarudo como su padre.
Dos golpes en la puerta hicieron voltear a Hinata cuando ya se dirigía escaleras arriba.
—¡Yo voy! Seguro es tía Hanabi que se ha retrasado ya— una feliz Himawari bajó corriendo por las escaleras, apenas dándole tiempo de seguirla antes de verla abrir la puerta.
—Hinata sama!— la seca voz de Kô extrañó a la peliazul. El hombre que al no estar en servicio vestía una túnica beige, característica del clan, con un cinturoncillo de tela café.
Hinata frunció el ceño —¿Ha ocurrido algo con Hanabi?— preguntó al saber que era su hermana quien pasaría por su hija.
—La señorita Hanabi ha tenido que recibir provisionalmente a un par de visitas, y me ha pedido recoger a la señorita Himawari— explicó todavía con media reverencia.
La peliazul se llevó una mano al pecho, y tras un par de segundos y que su hija le asegurara que estaba bien, sonrió.
—De acuerdo— mencionó.
Himawari, vestida en su falda rosa favorita y su suéter amarillo, con también un par de medias negras y zapatitos del mismo color, tomó la mano de Kô y eso hizo llevar los ojos liláceos de Hinata a las manos del varón. La Hyuuga frunció el ceño al notarle las manos maltratadas, un par de raspones y un moretón.
Tras dar dos pasos, el varón se detuvo.
—Hinata sama— se giró y en sus ojos se notó la necesidad que tenía de decirle algo.
Ella le sonrió dejando pasar la curiosidad que le provocaba verlo lastimado. El hombre bajó su mirada y pareció temblar ligeramente.
—¿Ocurre algo?
Él negó despacio con el rostro —No… todo está bien— terminó por decir.
—Vayamos, Kô-san— animó la pequeña peliazul y el castaño Hyuuga asintió, para retomar su paso firme y seguro.
Hinata vio a su pequeña hija cruzar la puerta y el pecho se le apretó. Cerró los ojos y suspiró, otra vez estaba preocupándose de más. Hanabi la entrenaría y estaría bien y Kô, Kô Hyuuga había sido siempre su guardián, aquél hombre que más de una vez estuvo dispuesto a dar su vida por ella, y seguro haría lo mismo por su hija.
Tras asegurarse que todo estaría bien, cerró la puerta y se dirigió ahora a la cocina, le prepararía a Naruto algo de comida y se la llevaría, pues en la mañana apenas había tenido tiempo de desayunar y si ella no le llevaba, posiblemente no comería nada.
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O.O.O.O.O
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Sobre los cielos de Konoha, Sai sobrevolaba sobre una de sus tantas creaciones de tinta; las órdenes del Hokage habían sido claras, ninguna persona ajena a la villa debía tener un acceso totalmente libre, los ninjas a las puertas de la aldea deberían confirmar las identidades de forasteros, y shinobis de rastreo o con cualquier habilidad que les permitiese moverse a grandes distancias, deberían estar siempre en constante movimiento, abarcando cada zona circunvecina.
La mirada negra y vigilante del ninja de la eterna sonrisa, se posó en la calle principal de la aldea, lugar donde le llamó la atención ver a un miembro del clan Hyuuga acompañado por la hija menor del Hokage de la aldea. Ver que ambos cruzaban sin problema alguno la enorme entrada, le dio a entender que todo estaba bien; la mirada negra volvió a posarse en el horizonte y se dirigió finalmente al monumento Hokage donde descendió, el ave que lo transportó volvió a su pergamino y ahí mismo dibujó rápidamente cinco pequeñas aves más, las mismas que no tardaron en materializarse y alzar el vuelo… ahora ellas se encargarían de abarcar mayor extensión en su vigilancia, como solían hacerlo.
—Todo en orden en este momento— habló el joven dibujante al presionar el intercomunicador inalámbrico que traía en su oído.
—Entendido— le respondieron desde la base de vigilancia.
Sai se llevó una mano al cuello y entonces desde lo alto sonrió al ver uno de los tantos clones que Naruto tenía libres por la aldea, éste que veía, ayudaba a una anciana con una cantidad increíble de bolsas de mandado.
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O.O.O.O.O
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El sol había sobrepasado desde hacía varios minutos su punto de mayor altura, y Hinata ya se dirigía un poco apresurada a la torre Hokage. Estando casi a punto de entrar al centro de la aldea, escuchó que le llamaron a gritos.
Ella giró su cuerpo sólo para ver como su hermana caía de mala manera en el suelo de tierra frente a ella, las rodillas de la castaña Hyuuga parecieron temblar y casi perdió el equilibrio.
Los ojos perlados de Hinata temblaron al verla maltratada, sus brazos desnudos al portar su ropa de entrenamiento, mostraban varios y marcados moretones en puntos clave.
—Hi-Hinata…
—Ah… ¿qué… qué ocurrió Hanabi? ¿Hima? ¿Dónde está Hima?— el corazón de la peliazul casi le latió en la garganta ante la preocupación de ver a su hermana, una experta en taijutsu así de golpeada.
Hanabi tenía los ojos húmedos y eso alertó a su hermana.
—Corre. A… a las afueras de la aldea. Kô se la llevó.
El kekkei genkai de la peliazul se activó y no tardó a localizarlos ya bastante lejos, su hija caminaba con aparente tranquilidad siguiendo al miembro de su clan.
—¿No lo has mandado tú?
—No sé qué le pasó, Hinata. Él… él de pronto me atacó. Su sello estaba brillando y parecía sufrir y aun así…
—Dios…— Hinata soltó el pequeño bento de comida que sostenía en brazos y tras asentirle a su hermana salió corriendo de ahí— Por favor, avisa a Naruto— pidió. Ella había visto ya que los miembros de su clan se habían movilizado pero Kô llevaba una considerable ventaja.
El cuerpo de la menor de las Hyuuga tembló antes de saltar en dirección contraria a su hermana, pues a pesar de que alguien de la rama secundaria había desbloqueado sus tanketsu, aún se le dificultaba moverse a la perfección.
Antes de salir de la aldea con toda la velocidad que podía, Hinata se cruzó con Lee que iba llegando junto con su grupo de genin de un entrenamiento extra rutinario.
El de pobladas cejas se le quedó viendo casi chocar con algunas personas que iban entrando y eso no le gustó.
—Ahora sólo diríjanse a la academia, caminando con las manos y habrán finalizado el entrenamiento— indicó.
—¿Qué?— dos de sus discípulos se quejaron.
—¡Sí!— y Metal Lee asintió animoso.
El mayor de vestimenta verde ya no les prestó atención y comenzó una carrera apresurada directo a la peliazul de corto cabello.
—¡Hinata!— la llamó al llegar a su lado —¿Está ocurriendo algo?
Ella asintió y casi sin aliento siguió corriendo.
—Parece que secuestraron a Hima— sus ojos dejaron pronto de verlo al volver a activar su kekkei genkai y su cuerpo fue recorrido por una sensación helada, al decir eso.
—¿Por dónde?
—Diez kilómetros al norte de aquí… no sé a dónde se dirigen.
Lee asintió con firmeza —Los alcanzaré— afirmó. Un segundo después se colocó el intercomunicador que Shikamaru les había dado —. Sai, ¿estás ahí?
—¿Ocurre algo?— preguntó el pelinegro desde lo alto del monumento Hokage.
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—¡Naruto!— Shikamaru entró corriendo a la oficina del rubio.
—¿Qué ocurre?— el ojiazul se puso de pie.
El Nara negó en silencio —Problemas… Himawari fue…
—Joder— cuando Naruto salió corriendo, la docena de clones regados en la ciudad desaparecieron para usar su energía únicamente en él.
El rubio ni siquiera pensó en bajar, buscó la escalera que rodeaba al edificio para ascender a lo más alto del mismo y una vez ahí, sus párpados se pintaron de naranja y sus ojos azules se tornaron amarillos al tiempo que sus pupilas mostraban una pequeña cruz. Antes de tocar el techo más cercano al haber comenzado a saltar, todo el cuerpo del rubio se volvió dorado.
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Lejos de ahí, la pequeña peliazul comenzó a preocuparse, Kô no soltaba su mano y desde hacía un par de minutos que la fuerza que empleaba para sujetarla era demasiada.
—Kô san, ¿está seguro que tía Hanabi nos espera por aquí?— preguntó alzando su mirada azulina a él.
El hombre mayor no respondió y tampoco volteó a verla.
—Creo que… que debió decirle a mamá que…— mencionó al tiempo que intentaba soltarse.
La mirada perlada de Kô parecía vacía, entonces, en un acto que la peliazul no previó, la cargó bajo su brazo y echó a correr.
—¡Kô san!— apenas pudo mencionar ante el sorpresivo movimiento. Los ojos azules se llenaron de lágrimas ante la presión en su pecho y volteó a ver como la aldea había quedado relativamente lejos.
Himawari, que todavía no podía controlar a la perfección el uso de su kekkei genkai, sólo pudo gritar.
Habían recorrido un par de kilómetros más cuando se percató de presencias cercanas.
—¡Kô! ¿Qué estás haciendo? ¡Detente ahora!— tres Hyuuga de la rama secundaria les dieron casi alcance.
—¿Kô?— Himawari lo llamó con miedo cuando lo vio sonreír pero su mirada seguía perdida.
—Ya es tarde— una voz profunda y ajena a Kô, salió de él.
—¿Qué?— ella se preguntó y enseguida los Hyuuga que los seguían, cayeron al suelo. Los ojos azules temblaron y se aguaron todavía más… «¿Qué les pasó?»
—¡Tardaste! ¿Cuántos te siguen?— B, uno de los culpables que la barrera que había nulificado a los Hyuuga, al desestabilizar sus flujos de chakra, apareció y avanzó con él.
El sonido que hicieron las venas al saltar alrededor de los ojos de Kô, fue audible.
—Hay alguien a un par de kilómetros por el aire. Un jounin especialista en taijutsu corre a gran velocidad, él será el primero en llegar, tras él lo sigue la madre de esta niña— mencionó con voz seca y los ojos azules de Himawari volvieron a temblar ante la mención de su madre —. El Hokage también se dirige hacia acá.
—Mph— una sonrisa ladeada y confiada se dibujó en el rostro del robusto B —. Z se encargará de ese jounin del taijutsu que dices— informó seguro —… y sobre el Hokage, tal vez podamos sacarle provecho.
El Hyuuga asintió.
La mirada café y malvada de B observó de medio lado al Hyuuga — Hasta aquí nos serviste— dijo y de un movimiento casi invisible de lo rápido que fue, giró su cuerpo y pateó la nuca del castaño de ojos perlados, acto seguido, tanto Kô como Himawari se estrellaron en el suelo.
—¡Kô!¡Despierta, Kô!— Himawari alzó la voz luego del impacto. El cuerpo del de ojos perlados se incrustó en el suelo y levantó mucho polvo a su paso —¿Kô?— Himawari, con un rastro de sangre rodando de sus labios, volvió a llamarlo. El castaño bajó su mirada a ella.
Kô la soltó al haberla abrazado cubriéndola del mayor impacto.
—Corra… señorita— apenas alcanzó a susurrar antes de que cuatro afiladas kunai se encajaran en su pecho.
Himawari tembló al ver eso y sus lágrimas volvieron a caer —¿Kô?
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—Por Dios, ¿qué está pasando?— se preguntó aterrada Hinata que incluso se había deshecho del grueso suéter que siempre usaba para poder moverse con mayor facilidad.
Su línea de sangre seguía activada pero hacía minutos que había perdido de vista a su hija y a Kô. Era como si su byakugan entrara a un punto muerto; podía ver perfectamente como era un área de varios kilómetros lo que se sumergía en un domo gris impenetrable a sus ojos. Pudo haber sido un gran misterio para ella, pero teniendo a su hija en el interior de ese punto ciego, era aterrador.
Siguió saltando de rama en rama entre el espeso bosque y ante un salto, resbaló al ir pendiente y forzando su vista justo en aquélla zona.
—¡Hinata!— Naruto llegó antes de que ella tuviera que tocar el suelo —¿Qué pasó?
Ella negó y el rubio se percató cómo toda su piel estaba fría.
—Todo estará bien— aseguró al saber que ni siquiera podía hablar. Hinata más que agitada, tenía todo un nudo en su garganta —. Iré hacia allá.
El rubio la dejó en el suelo y volvió a casi volar.
—¡Naruto!— ella alzó la voz al seguirlo — ¡Un par de kilómetros adelante hay una zona extraña. Ten mucho cuidado, mi byakugan no puede penetrar pero puedo sentir cómo las naturalezas del chakra de los cercanos se distorsionan.
El rubio asintió y se fue dejándola atrás. Él también se había percatado ya de esa extraña zona donde dejó de sentir la presencia de su hija.
La peliazul no dejó de correr y minutos después, cuando notó que Naruto atravesó esa enorme área, todos, a varios kilómetros de distancia, se percataron cómo se sintió una especie de onda expansiva en dos ocasiones muy seguidas, algo que se asemejaba más a un palpitar; aquello había surgido cuando el portador de Kurama atravesó la barrera, y se expandió.
La Hyuuga tuvo entonces un muy mal presentimiento. La mirada perlada giró hacia Shikamaru que en ese momento le daba alcance.
—¿Sentiste eso?
—Sí. Y no me gustó nada— confesó el Nara —. Démonos prisa.
—Sí.
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—¡Ven acá mocosa!— B, aun siendo corpulento, corrió tras la pequeña niña de ojos azules. Sonrió al darle alcance.
—¿Quién es usted y qué quiere?— preguntó la agitada y empolvada Uzumaki.
El hombre sonrió con malicia.
—Yo, nada. Pero allá te esperan— dijo indicándole con su rostro hacia el frente.
Himawari apenas había volteado cuando de la nada, otro ninja apareció casi sobre ella.
—¡Hey, ustedes!— varios kunais se encajaron en el suelo y en un árbol cercano, al haber sido esquivados por los dos ninjas de la nube —¿Quiénes son y qué demonios quieren?
—¡Lee sensei!
—¡Llévatela!— ordenó B a Z.
—¡Hey!— Lee esquivó el golpe del hombre robusto que finalmente había decidido pelear contra él y propinó una patada en el rostro al hombre que ya cargaba a Himawari. Ambos cuerpos volvieron a prácticamente volar por los aires.
—¡Agh, maldito!— se quejó el agredido y de una especie de dispositivo en su mano lazó un diminuto pergamino, enseguida, tanto él como la niña desaparecieron.
—¿Qué?— los ojos redondos de Lee se abrieron grandemente —¿Dónde están?
B lanzó varias kunais y también atacó con una ráfaga de fuego, su elemento de nacimiento.
«Ese fue un jutsu espacio-tiempo» se aseguró Lee «Pero eso no puede ser, son muy pocos los calificados para poder usarlos» De pronto, mientras esquivaba ataques con su gran velocidad, pareció identificar el dispositivo y supo su origen.
—Ese científico— dedujo en voz alta —¡Él se los dio!
La sonrisa altiva de B no se hizo esperar —Vaya, si imbécil no eres— soltó al comenzar a luchar cuerpo a cuerpo —. Mejor dime, ¿por qué no pareces tener problemas dentro de esta barrera?
Lee sonrió orgulloso —Porque nunca he dependido del chakra para poder luchar. Soy un peleador nato.
—Basura. Entonces eso es lo que eres.
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El ceño de Naruto se encontraba contraído y se llevó una mano al pecho.
—¿Qué demonios es esto?— se preguntó cuando comenzó a sentir su cuerpo extraño. Al llegar a la barrera que Hinata le había dicho y él mismo había sentido, sintió cómo todo dentro de él se descompensó, aun así pudo mantener su transformación y siguió corriendo.
Ubicó a Himawari que estaba sentada sobre sus talones, viendo atónita a un sujeto que parecía volar.
«Himawari» pensó el rubio y a pesar de la distancia, pudo sentir la gigantesca presencia frente a ella «Espera un poco más»
Los ojos del ahora Hokage se desviaron a ver cómo varios metros a su izquierda, Lee se enfrascaba en una batalla de puños y fuego. Siguió corriendo.
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«Así que son estos ojos» un sujeto albino de mediana estatura no dejaba de ver a la pequeña niña que tembló mientras lo veía. Sonrió con burla.
—Demasiado insignificante para posible tal poder— soltó para él mismo.
—¡Tú!— Naruto casi gruñó al llegar derrapando frente a su hija.
—¡Pa-papá!
—¿Quién demonios eres y qué demonios quieres?— el ceño del rubio se encontraba grandemente contraído, su furia se podía sentir con sólo verlo. Naruto tensó su mandíbula al empujar a su hija tras él, cuando ella se puso de pie.
El pequeño albino que parecía flotar, sonrió. Entonces el rubio reparó en que un ninja que parecía ser de la nube, estaba muerto casi a un lado de su hija.
—¿Has sido tú quien lo ha matado?— le preguntó al sujeto frente a él «Son byakugan» se aseguró al verle sus ojos.
El pequeño sonrió con soberbia —Ese sujeto cumplió su cometido y tuve que aniquilarlo— explicó y Naruto casi gruñó en molestia. Ambos varones se vieron a los ojos, uno furioso al saber que ese sujeto frente a él era el responsable de tener a su hija golpeada, llorosa y herida; el otro, en cambio, con un frío interés.
—Así que tú eres el nueve colas— lo reconoció al ver en su cuerpo un hermoso chakra bullir —. Es una lástima que tanto poder se encuentre repartido por el mundo— mencionó más para él, al ser consciente que si bien la cantidad de chakra del nueve colas era excepcional, no lo era toda. Y él la quería toda.
—¡Naruto!— Lee llegó tras él enseguida.
El albino sonrió fríamente… habían matado al otro tipo que le había proveído a esa niña.
—¿Qué quieres aquí?— el rubio que desprendía un manto dorado sobre todo su cuerpo y su ropa, no dejó de ver al usuario del byakugan. Estaba seguro que era él al que Sasuke investigaba sin saberlo.
El pequeño sujeto, que gracias a que flotaba, se encontraba a una altura más elevada que el Uzumaki, alzó su mano y señaló a la niña que estaba tras él, e incluso, tras el chico de ropaje verde.
—Sus ojos— soltó fríamente.
Los puños de Naruto se apretaron hasta hacer crujir sus huesos.
—Maldito— gruñó.
«Enójate nueve colas… enójate y entrégame mis dos deseos»
—Naruto— Lee quiso advertirle que ese ser poseía el poder del Rinnegan en su mano derecha.
El rubio asintió, sabiéndolo.
—¿Y? ¿Qué harás Kyuubi?— retó con burla el del byakugan, alzándose más por los cielos.
"¿Escuchaste eso, Naruto? Ese infeliz nos está retando"
La voz desde el interior del rubio se dejó escuchar.
Naruto vio en el cielo volar tres de las creaciones de Sai, las mismas que atacaron al albino, pero su ceño se frunció en molestia al ver cómo éstas eran absorbidas por el rinnegan en la mano de su adversario.
—Demonios.
—¿Quieres ver más?— alardeó el otro que acto seguido, expulsó las mismas creaciones, pero ahora resplandeciendo electricidad. Las tres aves lo evadieron deliberadamente y se lanzaron contra Lee y la ojiazul.
Las creaciones de tinta y ahora rayos, se estrellaron en el suelo e hicieron explosión. Lee apenas pudo tomar a Himawari entre sus brazos y saltar de ahí.
—Maldito— gruñó Naruto que extendió su mano creando al instante un rassengan de considerable tamaño.
"Pasará lo mismo" advirtió Kurama "Este sujeto es aún más fuerte que Kaguya"
—Eso lo veremos— el rassengan original, comenzó a girar y a emanar cuatro puntas que giraron en forma de shuriken. Naruto se elevó varios metros y con toda su fuerza lanzó su ataque.
El menor sonrió, extendió su mano y pronto el que fuera un peligroso ataque, desapareció.
Abajo, Naruto se frustró. Desde su interior Kurama gruñó al observar también al sujeto.
El rubio que sólo tenía atención para el albino, gruñó y comenzó a emanar más chakra.
"Detente, Naruto"
—¡Naruto!— la delgada voz de Hinata resonó dentro del que parecía ser un ahogante silencio sólo quebrado por el sonido del chakra bullendo de su joven esposo.
—¡No te acerques, Hinata!— advirtió Shikamaru.
Los ojos perlados vieron al sujeto que parecía flotar a más de diez metros de altura y enseguida buscaron el cuerpo de su hija.
Hinata casi suspira aliviada al verla protegida por el cuerpo de Lee. Su hija volteó a verla; pero en ese instante, otro hombre, robusto y también alvino, apareció de la nada, a través de algo parecido a un agujero negro, y golpeó con fuerza el rostro de Lee, lanzándolo varios metros hasta hacerlo estrellarse entre un par de árboles.
—¡Himawari!— el grito de Hinata alertó al rubio que en ese instante emanó todo el poder que tenía dentro.
—¡Mamá!— el grito de la niña se ahogó ante la brusquedad con la que fue tomada —¡Mamá… pap-!— y posterior a eso, un grito fortísimo de la niña casi le desgarró el alma a Hinata.
—Joder— Shikamaru corrió al tiempo que liberaba sus sombra y rodeaba con éstas al robusto sujeto.
Hinata sólo pudo quedarse viendo cómo su hija era soltada y el hombre tras ella, se quedaba con sus ojos envueltos en chakra. Himawari se mantuvo inmóvil y en pie.
—Demonios— y mientras las sombras del Nara perdían al hombre entre ellas. Naruto lanzó su ataque al otro de los adversarios.
El hombre robusto regresó al agujero negro y apareció un segundo después tras el Nara, lo golpeó y éste cayó varios metros tras una inmóvil Hinata. Sólo habían pasado dos segundos desde que su hija perdió los ojos.
La mirada perdida de ella fue de su hija que se tambaleaba tras su padre, a Naruto. Dio un paso acercándose a la ojiazul.
«Justo esto necesitaba» pensó el albino en las alturas.
Naruto se lanzó con furia contra él, alzándose varios metros, y ésta vez también lanzó un ataque, sólo que ahora era una esfera mucho más potente y amarilla.
Hinata vio como casi en cámara lenta el ataque de Naruto chocaba contra una pequeña esfera de energía color azul que ese albino lanzó. El ataque de Naruto fue absorbido por esta pequeña esfera azulina y al instante golpeó el cuerpo de Naruto, lo penetró y pareció explotar dentro de él.
—¡Naruto!
Hinata comenzó a correr en dirección a su hija que estaba tras él, pero Shikamaru la detuvo al lanzarse sobre ella y cubrirla con su cuerpo.
—¡No, Himawari, Naruto!¡No!— Hinata estaba temblando en el suelo, cuando de pronto, una creación de Sai se colocó frente a ella, justo antes de que una enorme explosión, producto del chakra desestabilizado de Naruto, surgiera de su cuerpo.
De pronto todo lo que pudo ver, cuando esa figura, parecida a un tigre se deshiciera por el impacto de la explosión, lo único que Hinata pudo ver a través del inmenso polvo y piedra saliendo disparadas de ahí, fue como otra creación de Sai se disipaba al haber intentado proteger tanto a su pequeña hija que yacía tirada en el suelo, como a Lee.
La mirada perlada y en shock de Hinata se llenó de lágrimas al ver a su hija inerte en el suelo con sus ropas casi quemadas.
—No te muevas, Hinata, todavía no es seguro— advirtió Shikamaru al sentirla revolverse bajo él.
—¡Su-suéltame!— pidió y con todas sus fuerzas se levantó de debajo de él. Sus primeros pasos fueron erráticos, luego corrió —¡Hima!— sus ojos ardieron y derramaron llanto —¡No, Himawari… No!... ¡no, no, no por favor, no!
—¡Hinata!
La Hyuuga llegó de rodillas al lado del cuerpo de su hija, al haberse caído por causa del suelo quebrado. La tocó con miedo —¿Hi-Himawari?— la llamó y sus manos temblaron.
—Ahora me llevaré el cadáver del jinchuriki del nueve colas y me quedaré con él.
Esa voz resonó en el ambiente ahogado en vacío luego de semejante explosión.
Los ojos perlados de Hinata, aguados en llanto, dejaron de ver el cuerpo de su hija y giraron lentamente a ver a su esposo. Sollozó sonoramente.
—¿Naruto?— lo llamó esperanzada que despertara —¿Na-Naruto?
Sai se dejó caer sobre el feroz albino, también su rostro estaba sangrante pues incluso en las alturas recibió el impacto de la explosión, pero fue atravesado sobre su hombro derecho por una barra, similar a las de Pain, o eso le pareció a Hinata. El pelinegro perdió el impulso que llevaba y cayó pesadamente al suelo.
El chakra descompensado de Naruto estaba regresando a su cuerpo, pero él estaba inerte.
Todos ahí se paralizaron. El Séptimo Hokage y su hija estaban muertos.
Hinata volvió a sollozar —Naruto…
Cuando el cuerpo del rubio fue levantado por las energías magnéticas que parecían provenir del rinnegan en la mano derecha del albino, la peliazul soltó a su hija y casi corrió a sujetar el cuerpo de su esposo, para impedir que se lo llevaran, pero las sombras de Shikamaru se lo impidieron.
—No, no, por favor, Shikamaru. Déjame, ayúdalo— suplicó.
El Nara tensó su mandíbula al ser consciente que si Hinata lo tocaba, se la llevarían con él y entonces también estaría muerta.
—¿Cómo es posible que podamos perder?— la voz de Lee se escuchó en el lugar. El chico se quitó las pesadas medias que siempre portaba, y corrió con lágrimas asomándose de sus ojos para golpear al albino.
—¡Lee, no!— llamó Shikamaru pero en un segundo, tanto Lee que se lanzaba al aire, como Naruto y el albino que flotaban en el mismo, desaparecieron en una aparente distorsión de la realidad.
Luego de eso, todo fue silencio.
Los ojos de Shikamaru observaron incrédulos la nada que quedó donde una vez estuvo el rubio. Sai que se arrancaba con una casi imperceptible mueca de dolor la barra que había atravesado su hombro, también observaba en dirección donde las tres personas desaparecieron, luego sus ojos negros y casi sin brillo, viajaron a Hinata.
La peliazul dejó rodar dos pesadas y calientes lágrimas más, y su cuerpo tembló. Cuando las sombras de Shikamaru la soltaron delicadamente, su cuerpo cayó de rodillas y pesadamente al suelo; sus ojos mojados del llanto temblaron y parecieron desenfocarse.
—N-no… no, no puede ser cierto— negó con voz ahogada.
Los pasos de Sai y Shikamaru no tardaron en llegar a ella.
La peliazul volteó casi en automático a ver el cuerpo maltratado de su hija.
—Por favor no— suplicó a nadie cuando volvió a gatear a ella y la abrazó.
La mirada con pena del Nara no dejó de verla mientras Sai se dedicó a recoger la bandana del que fuera un ninja de la nube, cuyo cuerpo había sido prácticamente deshecho por la explosión, como lo hubiesen sido también el de la ojiperla y el Nara, incluso el pequeño de Himawari si sus creaciones de tinta no se hubiesen interpuesto.
—Hinata, tenemos que irnos— Shikamaru se arrodilló a su lado mientras ella no dejaba de abrazar y mover el cuerpo de su hija.
La garganta de la que una vez fue la heredera Hyuuga estaba ardiendo, sus ojos picaban inmensamente y apenas podía enfocar, pues las lágrimas en sus ojos eran demasiadas, sollozó y lloró, se negó y casi perdió la voz al no soportar el llanto y aun así, el dolor no dejaba de crecer.
Un par de minutos después, el lugar se llenó de ninjas.
—Shikamaru, Sai— la voz de Kakashi se atrevió a interrumpir el desgarrador llanto de Hinata —¿Qué fue lo que ocurrió?
Sai sólo negó en silencio.
—¿Naruto?
—Se lo llevaron— mencionó con voz carente de emoción el de pelo negro —… murió— añadió dos segundos después volviendo más doloroso el ya apenas audible llanto de Hinata.
—¿Cómo es posible?— la mirada del peliblanco pareció contraerse, algo así imaginaba, pero se negó a creerlo.
Por entre los árboles partidos, hojas regadas por todos lados y rocas de diversos tamaños esparcidas a lo largo del lugar, también apareció Hanabi Hyuuga.
—Hinata— los ojos perlados de la menor de las Hyuuga también se llenaron en llanto al ver cómo un par de ninjas le arrancaban el pequeño cuerpo de su sobrina a su desgarrada hermana —… lo siento tanto.
—Vuelvan todos a la aldea— la voz de Kakashi se escuchó por sobre todas las demás —. Intenten ser lo más discretos posibles. Nadie debe de saber todavía qué fue lo que pasó aquí.
Y con esas palabras, cada shinobi presente se alejó, unos con las manos vacías y cabezas llenas de dudas, otros, en el caso de Shikamaru y Sai, cargando a quien era la esposa del desaparecido Hokage, y quien alguna vez fue su hija.
Con un viento casi desolador golpeando el rostro de los ninjas que se dirigían a Konoha, uno de ellos, Hatake Kakashi, se enfrentaba con el mayor problema que alguna vez pudo tener: mantener unida y de pie a la Aldea de la Hoja, a pesar de que su máximo líder acabara de morir.
Konoha, y casi el mundo shinobi también, había sufrido su mayor pérdida en años; esto le dejó al anterior Hokage una desolación igual a cuando el Cuarto sacrificó su vida por su hijo, éste, que parecía haber seguido íntegro su destino.
¿Cómo podrían sobreponerse a esto?
Continuará…
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Pues bien, ódienme. Me siento una perra por matar a Himita D': que es uno de mis personajes favoritos, pero este fanfic necesitaba una razón de peso para ser.
Ojalá se haya entendido de qué va la trama ya con este capítulo, en el siguiente, que todavía no armo, se verán las disyuntivas en las que se verá Hinata luego de esto. También pido que no odien a Boruto, intento mantenerlo igual que el manga anime, y puede resultar molesto, pero también tendrá su evolución.
Si alguien tiene dudas de qué fue lo que ocurrió en esa explosión, pues fue algo similar a lo que ocurrió en el enfrentamiento Naruto vs Toneri en The Last, cuando Hinata se va con el albino, luego de la confesión de Naruto. Se ve claramente como la explosión que surge es capaz de crear un enorme agujero en la luna, creo xD
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Quiero agradecer el apoyo a la historia y los comentarios, también pedir perdón por la demora al actualizar, este fanfic se supone que está pausado, pero de pronto sentí la necesidad de continuarlo.
En fin. Gracias.
•Daisuke-37 •frangarrido1993 •lizeth de Uchiha •Astrid Sakamaki •Karla XM •hinatacris •Mimi's es •Julia •EthereldCrow •MarianatorDB •Knicky Ouji y Andy'hina.
Espero que todavía se acuerden que lo leyeron alguna vez :v jajaja, hasta yo tuve que releer luego de más de seis meses sin entrar a este fanfic al que también le tengo cariño; espero muchas cosas de él, espero me acompañen más adelante. Un beso.
