Pequeños Detalles

VIII

En aquel balcón, bajo la luz de la luna, se podía notar que Judy era un manojo de nervios. Sus orejas estaban caídas, algunas de sus uñas estaban mordisqueadas y su mirada se enfocaba en dirección a la sala que quedaba frente a ella. Sentada en el suelo abrazando las piernas frente a su pecho, su celular esperaba pacientemente a que marcara el numero que había seleccionado. Acumulando todo el valor que pudo pulso el icono de marcado, un ahogado quejido escapando de su interior mientras la espera se le hizo eterna. La espera duro tres timbrados pero en ese tiempo muchas cosas pasaron por su cabeza, las principales siendo lo grosera que era al llamar tan tarde en la noche, y lo angustiada que estaría si no le contestasen pues ya no sabía que mas hacer y estaba emocionalmente agotada.

La voz familiar al otro lado del celular le permitió soltar el respiro que estuvo aguantando. -Judy? -La voz débil y somnolienta de su madre, Bonnie Hopps, se enfocó en el momento en que se dio cuenta lo tarde de la hora, tornándose preocupada -Judy, cariño, que paso?

Judy escucho su nombre pero fue incapaz de articular palabra por tres largos segundos -Hola mamá -Por mas intento ocultarlo su voz sonó triste y patética. Del otro lado de la llamada se escucharon pisadas y puertas abriéndose; su madre salía del cuarto para encontrar un lugar privado donde hablar con su hija sin preocupar a su padre. Cuando encontró donde sentarse un nuevo silencio se creó en la llamada, pues Bonnie sabia que algo estaba afligiendo a su hija y debía prepararse para saber cómo responderle y asegurarle que, sin importar lo que sea que estuviese pasando, todo iba a salir bien.

-Hola Judy, mi niña querida -Empezó su madre, tentando las aguas, haciendo que su hija se sintiera familiar con la conversación. -Como estas? Como esta todo en la gran ciudad?

-Todo está bien. Mucho que hacer todo el tiempo -Dijo Judy intentando sonar animada, fallando miserablemente.

-Me alegra escucharlo. No estás dejando que el trabajo te consuma verdad? Estas alimentándote bien? Sales a tomar aire cuando te toca estar dentro del departamento? Sabes que no es saludable estar un día entero en una oficina.

-Sí, lo sé. Aun estoy saludable. Intento comer sano. Evitar lo mas que pueda la comida rápida, como me dices.

-Como debe ser! Y tus compañeros, te están tratando bien?

-Sí, sí! -respondió Judy rápidamente para evitar sollozar -Me tratan bien, no puedo quejarme.

Al llegar la conversación casual a un punto sin salida la señora Hopps respiro profundamente y sujeto con fuerza su celular, el corazón golpeándole fuertemente en el pecho. -Hija mía, que te esta afligiendo?

Al escuchar la pregunta Judy cerró los ojos, dos solitarias lagrimas escapándose de sus ojos. Bajó la mirada al suelo y se aseguro de que no iba a gimotear si empezaba a hablar. -Mamá, alguna vez te he decepcionado?

-Nunca! -Exclamo Bonnie sin pensarlo un segundo, la pregunta alterándola levemente. -Judy, nunca me has decepcionado, me escuchaste? Ni a mí ni a tu padre. Nunca! Ni una sola vez en tu vida!

La respiración agitada de su madre hizo que Judy tuviese el valor para continuar la conversación. -Si yo... si yo te... -Judy trago con fuerza, intentando en vano librarse del nudo en su garganta. -Mamá, no sé qué hacer.

Del otro lado de la llamada los ojos de la señora Hopps se llenaron de lagrimas, pero sabía que en ese momento solo una de las dos podía darse el lujo de llorar. Aterrada, apretó la tela de su blusa y se recompuso como solo una madre que debe enfrentar una difícil situación puede hacerlo. -Judy, quiero que me escuches atentamente. Necesito que cierres los ojos y respires profundamente hasta que te calmes. Tomate todo el tiempo que necesites, bien? Estoy a tu lado y no me voy a ir a ninguna parte. De acuerdo cariño? Por favor respira.

Judy hizo como le fue indicado. Apretando los dedos hasta que tronaron, Judy cerró los ojos y se imagino a su madre sentada a su lado, rodeándola con los brazos. No fue sino hasta que un minuto completo pasó que se empezó a relajar. Al escuchar el ritmo de su respiración su madre volvió a hablar -Todo va a salir bien Judy, sabes que sí, pero necesito que me digas que paso o que hiciste. Puedes hacer eso para mi cariño?

La coneja asintió con la cabeza incapaz siquiera de pensar que su madre no podía ver el gesto. -Tengo una situación mamá, y no tengo opción mas que enfrentarla.

-Una situación en el trabajo?

-No. Personal -respondió Judy, limpiándose la nariz. -Surgió fuera mi control. Vi varias señales y creí como una tonta que podía controlarlo por varias razones, pero ya no puedo y estoy sufriendo.

Hubo una pequeña pausa donde la nerviosa respiración de ambas conejas se escuchaba con claridad. Bonnie apenas podía controlar el instinto de salir corriendo a levantar a Stu para ambos tomar el primer tren a Zootopia -Porque sufres tanto hija? Que te está pasando?

-Soy un manojo de nervios. No puedo pensar en paz, a veces no puedo comer, incluso siquiera dormir. Me siento estúpida porque son solo ideas y sentimientos pero me siento llena de culpa y vergüenza por... por lo que los demás animales dicen y piensan, por lo que oigo en las calles, en la televisión, dentro de mi propio trabajo.

Un suspiro se escapo de la boca de Bonnie al escuchar aquella descripción. Se llevó una pata a los labios y por primera vez desde que atendió la llamada sintió que no iba a morir de preocupación. Muy por el contrario su corazón se llenó de un enorme jubilo y se sintió frustrada porque por primera vez iba a hablar con su hija respecto a aquel tema y tenía que ser por teléfono, separadas por muchísimos kilómetros de distancia.

-Judy, cariño, estas enamorada? -Un prolongado silencio fue la única respuesta que recibió, pero fue suficiente para ella sonreír y dejar que su corazón latiese a ritmo normal.

-Mamá, yo no... yo no quería...

-No Judy, para! -Interrumpió Bonnie. -Tú no tienes que disculparte de nada, entiendes? -Nuevamente Judy asintió con la cabeza. -No estás haciendo nada malo.

Librada de un enorme peso por confesar finalmente su situación, Judy no pudo aguantar más y empezó a llorar en voz baja, desahogándose. Bonnie le susurraba palabras de apoyo mientras dejaba que las lagrimas, la vergüenza y el estrés se fuesen de su cuerpo. Cuando no pudo mas, Judy descanso la espalda en la pared de la terraza, cansada pero por primera vez en mucho tiempo sin sentirse como escoria.

Del otro lado del teléfono la voz de su madre se torno suave, sabia y maternal. -Como es el?

La pregunta hizo que Judy se mordiera los labios y escondiera el rostro entre las rodillas. -Mamá, el no es un conejo. El es u-

-No pregunte qué era Judy -Interrumpió Bonnie, sintiendo su alma romper al saber porque su hija pensó que iba a avergonzarla. Nosotros le causamos este estrés a nuestra hija Stu. Nuestras ideas, nuestras tradiciones, nuestros prejuicios... algún día vamos a pagar por eso. Esto no es justo para ella. -Te pregunte como es el, frente a tus ojos.

-No... no entiendo -Tartamudeo Judy.

-Cierra tus ojos, piensa en él y dime qué vez cuando lo miras. Con el corazón cariño.

Judy finalmente entendió la pregunta. Haciendo algo mejor que imaginárselo, levanto la cabeza y miro directamente a la sala en donde, tumbado sobre el sofá en una incómoda posición, Nick se encontraba durmiendo plácidamente. Su camisa estaba totalmente estrujada y su corbata debía estar a punto de ahorcarlo pero el zorro era capaz de dormir donde sea, como sea.

Su mente recordó como se había levantado abrazada a su lado, como las demás noches en las que veían televisión hasta tarde. Desde la primera vez que había ocurrido no tuvieron que decir palabra alguna: Judy se levanto en algún momento de la noche, vio la hora y toco a Nick para decirle que iba a irse pero este se limitó a abrazarla con fuerza hasta que finalmente se rindió y volvieron a dormir entrelazados. Para ser honestos en aquel momento Judy no sabía si, aun sin aquellas noches en las que compartían aquel pequeño mueble, terminaría sintiendo lo se sentía aquella noche, pero ya no había marcha atrás.

-Yo... -Empezó ella, su mente convirtiendo caóticas emociones en palabras -Cuando lo miro veo a alguien que me ve como soy. Es honesto conmigo, brutalmente a veces, pero no querría otra cosa de él. El es real de una forma que casi nada es real en esta ciudad: Imperfecto, con heridas físicas y emocionales. Es alguien que vez entre miles de monótonos transeúntes y estériles edificios e inmediatamente tiene toda tu atención.

Del otro lado del teléfono su madre no pudo evitar sonrojarse y sentir mariposas en el estomago.

-Es paciente conmigo. Me enseña cosas de la ciudad que no sabía, me muestra lugares con los que solo podría soñar y observa mi rostro de sorprendida coneja campesina pero no se ríe, sino que me mira como algo extraordinario que solo él está experimentando en este lugar artificial. Me toca las patas o me acaricia la cabeza de forma familiar, haciéndome sentir segura. Cuando nadie nos está viendo es reservado, tímido incluso, como si tuviese miedo de lastimarme con alguna torpeza que pudiese hacer, pero me mira de una forma que puedo sentir dentro de mí las emociones que siente. -Repentinamente Judy empezó a reírse, emocionada al ver sus sentimientos convertidos en palabras volar libremente. -Hemos reído, peleado, discutido, compartido días y noches, aburridas y entretenidas. Nos ha caído lluvia y nieve, tanto por el trabajo como por gusto. Hemos aprendido a comer lo que al otro le gusta, a enseñarnos nuestros defectos, a contar nuestros sueños y pesadillas, mementos y traumas de la infancia... -Coloco una pata sobre su corazón - Y ahora no importa donde este y lo que estoy haciendo, lo siento a mi lado, protegiéndome, dándome su presencia y es suficiente para sobrellevar cualquier mal día.

Las ultimas lagrimas de aquella noche corrieron por las mejillas de madre e hija. Instintivamente cada una inclino la cabeza hacia un lado, apoyándose con la otra a cientos de kilómetros de distancia. Judy jadeaba lentamente, exhausta por aquel desborde emocional.

-Entonces dime Judy, te suena ese alguien del que tu padre y yo nos avergonzaríamos?

Judy se limpio la nariz y por primera vez no se sintió devastada al pensar en el tema. -Creo... creo que no. No lo estas mamá, verdad?

-Ni aunque lo intentases con todas tus fuerzas podrías lograrlo hija mía -Le respondió. -Te sientes mejor ahora?

-Un poco

-Solo un poco?

-Quizás mucho -afirmo Judy entre risas.

-Así me gusta. -Bonnie soltó un suspiro -Ahora dime, quieres seguir hablando conmigo o quisieras aprovechar el resto de la noche para pensar en cosas más positivas ahora que te encuentras mejor?

-Creo... -Tartamudeo Judy, sonrojándose. -Creo que ya no quiero mantenerte despierta.

-Oh, sabes que eso no es ningún problema cariño! Mamá siempre estará aquí para ti, de acuerdo?

-Lo sé. Gracias Mamá. Te amo.

-Y yo a ti hija. Descansa. Te lo mereces.

La llamada terminó, dejando a ambas conejas con varias cosas en la mente. De un lado estaba Bonnie quien, antes de regresar a dormir, se permitió llorar sin restricción por varios minutos, la idea de su hija sufriendo por lo que ella pudiese pensar desgarrándole el alma. Cuando terminase y volviese a la cama con Stu, aquel momento quedaría entre los muchos que una madre debe guardar para sí misma en lo más profundo de su ser. Por otro lado estaba Judy, que se levanto finalmente del suelo luego de lo que le pareció una eternidad, sintiéndose en una noche muy diferente a la que había estado antes de la llamada con su madre. Levanto los ojos al cielo, observando la luna por unos segundos con una sonrisa.

Camino de vuelta hacia el apartamento con pisadas sigilosas, deteniéndose en frente de Nick quien seguía durmiendo implacablemente. En la oscuridad Judy aprecio la silueta de sus facciones y se mordió los labios cuando una embriagante calidez recorrió su cuerpo. Con cuidado se acomodo en el pequeño sofá al lado de Nick, acurrucando su cuerpo con el suyo. Instintivamente los brazos del zorro la rodearon suavemente. Apoyando la cabeza en su pecho Judy se durmió de inmediato, por primera vez en mucho tiempo viendo el futuro al que la llevarían sus sentimientos como algo positivo, independientemente de si fuese a corto o largo plazo.

Fin