"Epilogo: Ocho años después"

Bella Pov

Entrelace el brazo con Edward mientras la marcha nupcial iniciaba, las puertas se abrieron y entramos con paso lento hasta el altar, Robert estaba parado con la mirada fija en nosotros, le sonreímos sinceramente, llegamos a su lado y Edward me ayudo a subir a mi lugar, después él se coloco al lado de su hermano palmeando su espalda.

Detrás de nosotros venían Kate y Garrett, ella llevaba un vestido azul hasta la rodilla, idéntico al que yo traía, por último venía una prima de Tanya llamada Irina, del brazo de un amigo de la Universidad de Robert. Finalmente todos se pusieron de pie y la sonrisa en el rostro de Robert se volvió aun más grande.

Entonces Tanya entro al pasillo siguiendo el ritmo de la música, su padre la llevaba del brazo, ambos sonreían felices, el vestido de Tanya era estilo sirena, pegado a todo su cuerpo, con un escote muy atrevido y con una larga cola que cargaba una sobrina de la familia Denali, estaba despampanante.

Al llegar al altar ambos se sonrieron con dulzura, el padre de Tanya le dijo algo a Robert al oído y él solo asintió sonriendo, me gire para ver a Edward quien me guiño un ojo, sonreí y le devolví el guiño.

La ceremonia fue sencilla, rápida y muy al estilo Robert y Tanya. El padre los regaño por semejante beso que se dieron al final. Todos los abrazamos y felicitamos, y durante la fiesta nos divertimos mucho.

Ellos parecían querer salir de ahí lo antes posible para poder arrancarse la ropa mutuamente, Garrett y Kate bailaban en medio de la pista, pero parecía que Kate estaba más que nada intentando que él se comportará, con los años habíamos comprendido que Garrett no soportaba el alcohol.

Estaba parada en la orilla de la pista, mirando a las personas bailar, cuando Edward me abrazó por la espalda, me recargue en su pecho, habían hecho la boda en Los Ángeles, así que el clima era cálido, por eso los vestidos de las Damas eran tan veraniegos.

―No puedo creer que Robert se casará antes que nosotros. ―dijo con fingido desinterés, sonreí tiernamente mientras comenzábamos a mecernos con la música.

―No puedo creer que Robert se casará. ―decidí seguirle el juego y él rió bajito, dejo un beso en mi hombro y me tomo la mano para llevarme hasta la pista, habían cambiado la música y ahora era algo más lento.

―Sé que prometí no presionarte pero… ―sus manos estaban una en mi cintura y la otra en mi mano, mientras mi mano libre se sostenía de su cuello. Sabía que él tenía el anillo preparado para cuando dijera que sí, y no era que no quisiera casarme con él y formar una familia, pero cuando me enteré que las posibilidades de que me embarazara eran mínimas por todo lo que había pasado, sentía que amarrarlo a mí era hasta cierto punto egoísta.

Siempre soñé con una gran familia, ahora eso parecía muy lejano. Edward sabía eso también, él decía que no le importaba, que si teníamos un hijo propio o adoptábamos, sería igual, solo deseaba que sus hijos fueran míos, pero yo solo podía pensar en que era mi culpa no poder tener hijos, que no podía obligar a Edward a pagar las consecuencias de mis actos.

―No quiero hablar de eso ahora. ―dije recostándome en su pecho y soltando su mano para abrazarlo por el cuello con ambos brazos.

―Nunca quieres hablar de eso, Bella. ―dijo girándonos lentamente, sus brazos ahora estaban en mi cintura. ―¿Por qué no puedes ver que te amo? Que no me importa todo eso, adoptaremos una docena de niños y los amaré a todos como los amaría si fueran propios, solo quiero que mis hijos, sean nuestros hijos y que te llamen mamá. ―susurró en mi oído.

―Me harás llorar. ―respondí en el mismo tono de voz, sentía un nudo en la garganta. La mayoría de las personas que nos conocían no entendían porque después de ocho años juntos, aun no estábamos al menos comprometidos.

―No quieres que nos casemos por algo que solo está en tu cabeza, las posibilidades de que nos dejen adoptar si no estamos casados son mínimas. Entonces ¿a dónde vamos con esta relación? ―preguntó con voz baja, mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero él tenía razón, no estábamos yendo a ningún lado.

―No puedo ofrecerte las mismas cosas que antes, podrías buscar una chica que pueda darte un hijo propio y… ―me alejo un poco de su cuerpo y su mirada se poso firme sobre la mía.

―No quiero otra mujer, no deseo un hijo propio si no es contigo. Y aunque las posibilidades que lo tengamos son muy pocas, aun hay una posibilidad. Y mientras podemos adoptar, hay niños que necesitan un hogar y nosotros podemos dárselo. ―dijo tomando mis manos, intentaba no llorar, no quería llamar la atención, era la noche de Tanya y no la arruinaría. ―Te amo, Bella. Quiero que seas mi esposa, la madre de mis hijos, la persona que esté a mi lado el resto de mi vida…

―¿Me permites una pieza? ―preguntó Robert llegando a nosotros, suspire y me trague el nudo en la garganta, Edward sonrió y asintió, tome la mano de Robert y vi de reojo como Edward bailaba con Tanya. ―Tanya me envió aquí. ―dijo mi compañero de baile llamando mi atención.

―¿Por qué? ―pregunté mirándolo fijamente.

―Bueno ella supone que es más probable que me digas lo que no le dices a mi hermanito, le dije que estaba loca pero aun así termine aquí. ―respondió con una sonrisa muy estilo Robert, entre coqueta y desinteresada. ―¿Qué es lo que pasa entre ustedes exactamente?

―Él quiere que nos casemos y yo no estoy segura de hacerlo. ―dije sin querer entrar en detalles.

―¿Por qué no? Prácticamente viven como si estuvieran casados, hacen cenas y todas esas cosas que probablemente Tanya y yo no hagamos ni ahora. ―estaba de muy buen humor, aun me parecía raro verlo siempre sonriente y feliz, pero me alegraba por él.

―Es más complicado. ―respondí mirando por sobre su hombro.

―Bella, han pasado por muchas cosas y han derribado cada barrera que se les presento. Él te ama, dudo que algún día deje de hacerlo, y tú estás igual. ―sonreí y asentí, tenía razón. Aunque eso no me quitaba las dudas. ―Cuando finalmente saliste de la clínica y pudiste seguir con tu vida dijiste que nada te impediría hacer lo que te hacía feliz, bueno pues no conozco a nadie que te haga más feliz que Edward.

―Es hora de partir el pastel. ―dijo Tanya llegando a nuestro lado, solté a Robert y él me guiño el ojo.

Tenía razón, Edward me hacía feliz, ya había pasado por la sensación de perderlo y si seguía dejando que los malos pensamientos me alejaran de él, lo perdería definitivamente. Después de partir el pastel y brindar con los novios, los invitados regresaron a la pista.

Tome asiento en una de las mesas, mientras bebía una copa de champaña, cuando Edward se sentó frente a mí, tenía una mirada de culpabilidad que me sorprendió.

―Lamento lo que dije, no quería abrumarte y mucho menos en medio de la boda de Robert y Tanya. ―dijo tomando mi mano, suspire y deje la copa en la mesa, girándome por completo para verlo.

―Tienes razón en querer una respuesta. ―dije entrelazando nuestros dedos, él me miro a los ojos y me atrajo hasta quedar sobre su regazo. ―Lo pensé mucho y ya tome una decisión.―él suspiro y asintió, ahora su mirada era de completa angustia. ―Me encantaría casarme contigo. ―la sonrisa en su rostro me hizo sonreír también.

Parecía que le había quitado un peso muy grande de encima, incluso lucía más joven. Nos levanto para poder abrazarme y luego nos besamos con lentitud. Mientras sus labios me mantenían distraída, logro colocar el anillo en mi mano izquierda, con una gran sonrisa en su rostro se separo de mí y dejo un beso sobre el anillo.

―Te haré la mujer más feliz del mundo. ―comentó con una mirada dulce y hermosa.

―Lo has hecho todo este tiempo. ―respondí con una sonrisa en mi rostro.

Decidimos mantener ese hecho solo para nosotros por el resto de la noche porque no queríamos llamar la atención, debíamos recordar que era la noche de los novios, después de unas cuantas horas termine con unos zapatos bajitos que Kate me había prestado, pues yo había olvidado traer unos. Luego de despedirnos de Robert y Tanya, que saldrían de Luna de Miel esa noche, volvimos a nuestro apartamento.

Apenas llegamos Edward me tomo por sorpresa, besándome con demasiada efusividad. Terminamos haciendo el amor en la recamara, suponía que era su forma de celebrar y seguramente se volvería la mía también.

Después de comprometernos, duramos un año entero planeando la boda. Así que teníamos a toda la familia ansiosa y estresada por no saber nada de nuestros planes, habíamos decidido hacerlo todo nosotros dos, así que ellos se enterarían hasta que llegará su invitación.

Lo único que había hecho sola, era la elección del vestido, había llevado a mi madre, a Kate, a Tanya y la madre de Edward, todas mujeres con muchas opiniones y muy distintas, así que casi me había hundido en un mar de opciones de vestidos.

Pero finalmente había encontrado el vestido por el que todas rompieron en llanto y no pudieron decir nada más que "Es ese".

No tenía muy claro que haríamos después de casarnos, tal vez nos mudaríamos a una casa o quizás seguiríamos en nuestro apartamento. No habíamos hablado sobre si adoptaríamos o esperaríamos un tiempo, y trataba de no pensar mucho en ello, prefería concentrarme en una cosa a la vez.

Tres años después…

Después de casarnos pasamos dos años en el apartamento donde habíamos vivido hasta entonces, nos concentramos en nuestro matrimonio y nuestras carreras. Cuando finalmente decidimos iniciar con la adopción, nos mudamos a una casa en un área escolar y con seguridad en las calles, tardamos un año más en lista de espera, hasta que finalmente nos llamarón para conocer a los niños del centro.

Había desde bebés hasta niños de 14 años, al principió queríamos un bebé, como la mayoría de las parejas, según la mujer que nos llevo al centro, pero al pasar por el patio de juegos, conocimos a un pequeño de 8 años, cabello castaño y ojos tan azules como el cielo.

Era un niño hermoso, después de verlo termine enamorada de él, el único problema había sido que él no estaba solo, al parecer sus padres habían perdido la vida en un choque o algo así y él y su hermanita de 5 años, habían terminado en ese lugar.

Era un reto adoptar a dos pequeños, en especial sin previa experiencia, hablamos unos días sobre si estábamos preparados para eso, al final no pude negarme a hacerlo, no podía si quiera pensar en llegar al centro y decirle que mejor no o llevarnos a uno solo de los hermanos.

Así terminamos adoptando a Daniel y Samanta, ella a diferencia de su hermano, tenía el cabello más claro y ojos de color café, pero al igual que él, era hermosa. Por unas semanas ellos estaban tímidos y temerosos de recorrer la casa, los tendríamos a prueba por seis meses, antes de que nos dieran la adopción definitiva.

Habíamos puesto juegos en el patio y cada uno tenía su cuarto en la casa. Finalmente había encontrado la debilidad de Daniel, las galletas de chispas de chocolate. Las hice como postre para la cena, pero apenas el aroma inundo la casa, él apareció emocionado con Samanta prácticamente colgando de su mano porque él corría muy rápido para las pequeñas piernas de su hermana.

No podía resistirme a los hoyuelos del pequeño, así que le di una de las galletas y un vaso de leche, acomode a ambos en las sillas de la cocina y comieron las galletas completamente encantados.

Edward y yo habíamos pedido unas semanas en nuestros respectivos empleos para poder cuidar de los pequeños y que se acostumbraran a ambos. Pero esa tarde le había pedido que trajera unas cosas para la cena, por lo que estábamos solo los niños y yo.

Pero cuando llegó a casa, se encontró con Daniel viendo alguna extraña caricatura en la televisión y a Sam sentada en la barra de la cocina batiendo con una palita en un bol vacío. Decía que ella sabía cocinar.

―¿Qué hace está preciosura? ―preguntó dejando las cosas en la barra y haciendo sonrojar a la pequeña Sam que reía emocionada.

―Preparará galletas ¿verdad, Sam? ―ella asintió con una gran sonrisa.

―Suena delicioso. ―Edward sonreía y la pequeña no podía evitar sonrojarse, en el centro la mayoría eran cuidadoras, así que no estaba acostumbrada a tratar con hombres, pero me parecía muy tierno.

―¿Delicioso? ―preguntó Sam mirando el bol.

―Muy delicioso. ―respondió Edward, que parecía emocionado porque la pequeña finalmente le hablaba, hasta ese día ella solo le decía a Daniel cuando necesitaba algo para que yo la ayudara.

―Ella es mía. ―dijo Daniel llegando a la habitación y sentándose en una silla cerca de Sam, parecía que ese pequeño era todo un Cullen, celoso y posesivo. Me reí bajito y Edward sonrió.

―No pienso robarla. ―respondió divertido, Sam que parecía entender muy bien su plática, sonreía divertida.

―Bella. ―dijo la pequeña de pronto con los ojos abiertos como platos, la mire fijamente y ella me atrajo de la mano para poder hablarme al oído. ―¿Puedes llevarme al baño? ―sonreí y asentí.

La baje de la barra, dejando el bol y la palita ahí, y tomando su mano la llevé al baño, no sin antes pedirles a los chicos que pusieran la mesa. Ella sabía hacer solita, pero siempre quería que la esperara fuera del baño, no le gustaba estar sola en una habitación.

―Daniel dice que eres la nueva mami. ―dijo mientras se lavaba las manos, había puesto un jabón con olor a fresas específicamente para ella. ―Y si tú eres la nueva mami, Edward es el nuevo papi ¿verdad?

―Sí, creo que sí. ―dije sonriendo, ella estaba muy concentrada en lavar sus manos.

―¿Entonces debo decirte mami y a él papi? ―preguntó estirando sus manos para que el agua limpiara el jabón de sus manitas.

―Si quieres puedes hacerlo, si no puedes llamarnos Bella y Edward. ―respondí, la señora del centro nos pidió que no los forzáramos a llamarnos de esa manera.

―Te diré mami, porque Daniel prometió que algún día llegaría la nueva mami, entonces por fin llegaste y quiero decirte así. ―dijo con una gran sonrisa en su rostro, aun tenía espacios vacíos en su dentadura, lo que la hacía ver más tierna. ―Y a le diré papi a Edward, aunque Daniel se enoje. ―siguió divertida, me reí y la ayude a secar sus manitas, cuando regresamos a la mesa ellos ya habían terminado de acomodar la comida, Daniel había tomado su lugar, Edward ayudo a Sam a acomodarse en su sillita y luego me abrió la silla para sentarme.

Era la primera vez que nos sentábamos los cuatro en la mesa, casi siempre Daniel se quería quedar en la sala a ver televisión. Durante la cena, le preguntó muchas cosas a Edward, parecía querer estar seguro de que no quería robarse a Sam, ella intentaba comer su pasta pero le costaba mucho usar el tenedor, así que comenzó a hacerlo con los dedos, se veía hermosa cubierta de salsa.

No podía pensar en que había estado muy cerca de perderme esto, había estado a punto de dejar a Edward por algo muy absurdo, y ahora estaba aquí, con una familia nuestra.

Ahora sabía apreciaba la belleza de la imperfección, como los espacios vacíos en la dentadura de Sam o el cabello despeinado de Daniel. Y para mí eran lo más hermoso que había visto, tomando la mano de Edward bajo la mesa y sonriendo ante cada nueva pregunta de Daniel, me alegraba de cada decisión tomada, buena o mala, me habían traído hasta aquí.

Con 32 años sabía que la vida perfecta era imposible de alcanzar, y aunque se pudiera ser perfecta, sería muy aburrida. En definitiva esto era mejor.


Y se acabo, espero la hayan disfrutado tanto como yo al escribirla y dejen sus últimos RR :3

Fue un largo viaje para aprender a amar lo único perfecto que hay...La imperfección :3

Gracias por todo su apoyo :3