N/A original (17 de marzo 2016): ¡Hola! Un nuevo long-fic, sí estoy escribiendo muchos últimamente, pero si organizo mi agenda bien puedo llevarlo todo a cabo, o al menos eso espero n.n Este es un fic regalo para Gizz Malfoy Granger, ¡feliz cumpleaños querida! Todavía no tengo una beta para esta historia, pero pronto tendré una xD Este fic se actualizará cada dos semanas, así lo tengo todo organizado con mis otras historias :)


Antes de leer:

-Este fic está completo y cuenta con un total de 30 capítulos (el número puede variar cuando termine de editar), sin embargo el resto de capítulos están en edición y se irán subiendo a medida que los vaya editando. Podéis encontrar la primera "versión" del fic en Wattpad.

-Slow-burn, es decir, el romance tiene un desarrollo lento, si no es lo que buscas ya sabes qué hacer.

-Draco-centric. Independientemente de que sea un dramione y se traten otros temas, el fic está centrado en el personaje de Draco Malfoy y su evolución a lo largo de la historia.

-A las que están leyendo por primera vez, espero que disfrutéis de Redención, fic concluido en mayo de 2018 después de dos años y dos meses de trabajo. Está en edición, así que no hay fecha de actualización fijada. Subiré cuando edite.


Disclaimer: Todo lo reconocible de Harry Potter es de JotaKá, y la trama de esta historia es mía.


«Está bien tener miedo. Tener miedo significa que estás a punto de hacer algo muy, muy valiente».

[Mandy Hale]


Prefacio.

Llevaban más de dos horas sentados en aquella sala. Dos horas frustrantes en algunas ocasiones y casi surrealistas en otras. Sus párpados pesaban, sus espaldas dolían y la tensión era tanta que temían que al cortar surgiesen cortes en su piel. Pero tenían que estar ahí, como lo habían estado en todos los demás sitios.

Durante los meses posteriores a la batalla en Hogwarts, Hermione, Harry y Ron habían sido convocados, junto a otros miembros de la Orden, para declarar a favor o en contra de los mortífagos y sus aliados. Desde el mago que se encargaba de controlar tiendas de las que nunca habían oído hablar, hasta los más importantes en el círculo cercano a Voldemort; todos merecían un juicio y en todos debían estar los héroes de una guerra llena de heridas que se mantenían sangrando. Habían sido semanas agotadoras donde pasaban más tiempo en las diferentes salas para los juicios que en sus propias casas.

Sin embargo ese día era completamente diferente. No se trataba de otro juicio cualquiera donde tendrían que estrujar su mente para recordar a ciertas personas. No. Ese día se encontraban en uno de los casos más importantes; tenían que juzgar a tres personas que de alguna manera u otra habían estado implicados en gran medida con Voldemort y sus ideales desde el principio:

Los Malfoy.

La primera en ser juzgada fue Narcissa Malfoy, como su antebrazo izquierdo no tenía la marca y había ayudado a Harry Potter en el bosque se le retiraron los cargos exceptuando el de afiliación con magias oscuras. Tras casi cuarenta minutos de deliberación se dictaminó que por ese delito tendría que donar una parte de su fortuna en Gringotts y que esta iría destinada a la reconstrucción de Hogwarts. La mujer no se inmutó ante la sentencia, simplemente asintió y se levantó, extendiendo las manos para que se le retirasen las esposas y poder caminar a la zona destinada para ella y los otros acusados.

El siguiente fue Lucius Malfoy, su juicio fue el más rápido de todos y en menos de veinte minutos lo habían declarado culpable de todos los cargos, condenándolo al beso del dementor. El hombre había gritado y apelado que volvió a estar bajo la maldición Imperius durante esa segunda guerra, argumentó una y otra vez que no había participado en la batalla final. Pero fue en vano.

Los miembros del Wizengamot fueron impasibles y su sentencia se mantuvo firme. Ni su hijo ni su mujer se inmutaron cuando, entre gritos y maldiciones, se lo llevaron a la prisión. Lo último que escucharon antes de que aquella puerta se cerrase fue el nombre de su mujer y su hijo gritados al aire, pero sin recibir respuesta a su súplica. Todo se mantuvo en silencio tras eso. Uno sepulcral, frío y desolador.

Minutos después, el último en ser juzgado se levantó y caminó hasta donde correspondía. Finalmente se encontraban en el juicio que tanto habían esperado. Hermione, Ron y Harry aguantaron la respiración al ver la forma en la que Draco Malfoy, parado en mitad de la sala, observaba todo con una mueca de perpetuo asco. Su máscara de frialdad e indiferencia imposibilitaba saber si estaba asustado o no. De alguna manera, sentían que su presencia era capaz de llenar todos los huecos del lugar y que esa superioridad que cargaba en los años escolares volvía a hacer acto de presencia, como un recordatorio de la sangre que corría por sus venas y las familias a las que pertenecía.

—Por favor, señorita Granger, suba al estrado. —Hermione tragó saliva y caminó hasta el sitio indicado, sintiendo la mirada de Draco fija en ella—. ¿Es verdad que el señor Malfoy negó conocerlos en la persecución en la Mansión Malfoy semanas antes de la Batalla final?

—Es verdad, señor. —Suspiró—. A pesar de que él era consciente de quiénes éramos, negó conocernos, por lo que Bellatrix Lestrange no convocó a Voldemort en la mansión.

—¿Es cierto que el señor Malfoy los atacó a usted y sus amigos en la Sala de los Menesteres de Hogwarts? —Hermione parpadeó, sorprendida—. Responda, señorita Granger.

—Sí, pero estoy bastante segura de que estaba actuando por… —trató de decir, sin embargo fue rápidamente interrumpida con un tono desdeñoso.

—Limítese a contestar lo que le he preguntado, su opinión sobre por qué actuó de esa forma no es relevante para nosotros. —Hermione apretó los labios en una fina línea y entrecerró los ojos ligeramente—. ¿Atacó el señor Draco Malfoy a usted y sus amigos, sí o no?

—Sí, señor.

—Entiendo. —El hombre sonrió de forma retorcida y luego arqueó una ceja—. Díganos, señorita Granger, ¿se merece Draco Malfoy ir a Azkaban? ¿Debería recibir el beso?

—No, claro que no —respondió de forma cortante y rápida.

—¿No? ¿A pesar de ser un mortífago? ¿A pesar de haber atentado contra su vida y sus amigos? ¿A pesar de ser cómplice en la muerte de Albus Dumbledore? —Cada pregunta estaba cargada con un tono cortante y lleno de furia mal contenida.

—A pesar de todo eso, mi respuesta sigue siendo no —contestó y el hombre pareció genuinamente sorprendido—. No se merece ir a Azkaban. No se merece el beso. Aunque pensaba que mi opinión sobre su forma de actuar o sus acciones no eran relevantes para este tribunal, ¿dígame, señor Williams, qué ha cambiado? —terció con una sonrisa burlona. Pudo observar la mueca de asco que formuló el Jefe Supremo del Wizengamot.

Después de que ella bajase, subió Harry y sus respuestas fueron un calco exacto de las de Hermione. Ambos habían hablado sobre el tema días atrás, cuando la carta que los requería en el juicio había llegado; Ron, en cambio, se negó a responder a la última pregunta. Manteniéndose neutral en ese aspecto. Quizá odiase a Malfoy, pero desearle la muerte no lo haría mejor que él o los demás. Todos habían perdido a gente que querían y apreciaban en esa guerra, todos habían visto morir a otros en aquella batalla y lo último que deseaban era tener que cargar con más muertes a sus espaldas; mucho menos la de Draco Malfoy. Tras varios minutos de deliberación el Jefe del Wizengamot se incorporó y miró al acusado.

—Señor Draco Malfoy, se le exculpa de ocho de los once delitos que se le imputan —comenzó a decir tras leer una serie de derechos y cada uno de los crímenes por los cuales era juzgado—. Sin embargo, eso no lo exime de otros tres cargos que deberá afrontar —lo miró con una sonrisa cargada de superioridad—. Señor Malfoy, este tribunal ha decidido que deberá pagar una multa de dieciocho mil galeones. —Los presentes pudieron observar sonrisas satisfechas en algunos miembros del Wizengamot, como si estuviesen observando un espectáculo y hubiese llegado la mejor parte—. Y tendrá que pasar seis años en Azkaban, sin posibilidad de recibir visitas o de la libertad condicional por buena conducta. —Draco le mantuvo la mirada al hombre quien arqueó una ceja antes de añadir—: Que la estancia le sea leve, señor Malfoy.

Narcissa Malfoy se levantó para protestar pero una rápida mirada de su hijo la mantuvo callada. Muchos aguantaron la respiración, otros soltaron un suspiro aliviado. Hermione miró a sus dos amigos y dirigió su vista hacia Draco, observando su forma de apretar los puños un instante y como cuadraba los hombros, tenso. La sentencia era completamente injusta; sin duda habían dejado que el odio hacia el apellido Malfoy y las acciones del padre de Draco repercutiesen negativamente en el fallo del tribunal. Aunque parecía que la información no sorprendía a Draco, le enfadaba quizás, pero no le asombraba.

—¿Quiere decir algo antes de que se lo lleven, señor Malfoy? —inquirió el hombre casi con un tono burlón y él asintió lentamente.

El chico, seguido de tres aurores, se acercó hasta donde estaba su madre y le susurró unas palabras en el oído. La mujer parecía a punto de llorar y rodeó a Draco en un fuerte abrazo, clavando sus finos dedos en la espalda de su hijo mientras el otro hundía la cara en su cuello; no hacía falta escuchar esos susurros o ver las lágrimas de la mujer para entender el dolor que estaría sintiendo en ese instante. Hermione sintió una presión en su pecho y escuchó un sollozo detrás de ella; Molly lloraba en un forzado silencio y susurraba un «Es una crueldad» que denotaba la empatía que sentía por Narcissa Malfoy.

Era injusto. Muy injusto que después de lo que habían pasado los separasen de esa manera. Hermione bajó su vista hasta Draco y Narcissa y tragó saliva al ver como uno de los aurores los separaban. Las manos de Malfoy limpiaron las lágrimas que caían desde los ojos azules de la mujer y dejó un beso sobre su frente, murmurando algo más.

—Draco… —Oyó que susurraba la mujer.

—Hazlo por mí —respondió él y Narcissa asintió.

Hermione vio la fuerza con la que abrazó a su hijo antes de que los aurores empezaran a escoltarlo. Bajó junto a sus amigos y Malfoy se paró delante de ellos, mirándolos con una tranquilidad casi escalofriante y una sonrisa que le crispaba los nervios.

—¿Últimas palabras, Malfoy? —inquirió Ron, pero su tono no era burlón.

—Sí, unas últimas palabras —replicó con sequedad y luego agrandó su sonrisa, convirtiéndola en una mueca arrogante muy propia de él durante los primeros años en Hogwarts—. Pero no gastaré mi saliva ni en ti ni en Potter —comentó y sus dos amigos fruncieron el ceño cuando la mirada gris de Malfoy se posó en ella—. Son para ti.

Fue el turno de Hermione para fruncir el ceño, contrariada con las palabras del chico. Se acercó de forma cautelosa e ignoró el sonido de advertencia que pareció hacer Harry cuando vio que Malfoy también daba un paso más cerca de ella. Casi podía sentir el aliento de Malfoy golpeando contra su piel, el aroma mentolado la desconcertó incluso más que esa inesperada situación. Su mente buscaba una explicación para esa petición pero no podía encontrarla.

—¿Qué quieres, Malfoy? —le preguntó.

El joven le dedicó una media sonrisa antes de alzar una de sus manos, atraparle el cuello y acercarla a él, estampando sus labios contra los de ella y comenzando a moverlos al instante, dominando completamente todos sus sentidos. El hombre evitó sonreír cuando sintió los labios de la chica amoldarse perfectamente a los suyos, correspondiendo durante unos segundos antes de alejarse. Clavó sus ojos en ella, admirando sus mejillas sonrojadas y sus ojos marrones brillando. Draco no pudo ver en ellos un atisbo de desprecio o asco. Solo confusión, una gran confusión.

—Siempre me has encantado, Granger —murmuró y Hermione jadeó con suavidad, casi como si lo hiciese de forma inconsciente—. Quizá por eso me enamoré de ti.

Los aurores tiraron de él hacía atrás, alejándolo de ella. El silencio se mantuvo aún después de que la puerta que marcaba la salida de Draco se cerrase con un ruido seco. Hermione tragó saliva y mantuvo su vista fija al frente, admirando el lugar por el que había desaparecido Malfoy; Harry se acercó hasta ella y la rodeó con sus brazos, casi tan consternado como todos los demás en aquella sala.

—¿Hermione? —la llamó Potter, pero no respondió.

Se llevó dos dedos hasta sus labios, acariciándolos suavemente y parpadeando con lentitud. En su mente no paraba de repasar una y otra vez las palabras que Malfoy pronunció tras besarla. Ronald, por su parte lo observaba todo desde la distancia, igual de sorprendido que los demás y con una sensación amarga en el corazón. Sin embargo nadie hizo un comentario o se movió para hablar con la castaña hasta que esta comenzó a caminar, saliendo de la sala tan rápida como una estrella fugaz.


Semanas después de lo sucedido, Hermione se encontraba sentada en su cafetería favorita, en su mesa favorita y al lado de su ventana favorita. Revolvía su café con canela de forma distraída, mirando al exterior mientras hacía girar con lentitud la cuchara por el oscuro líquido. Había quedado con Ginny y Luna después de casi una semana sin verse y sentía que debían hablar de muchas cosas que no estaban preparadas para decir.

—Hermione. —La suave voz de Luna llamó su atención y alzó la cabeza, sonriendo alegremente a las recién llegadas.

—Hola —saludó a sus amigas mientras estas tomaban asiento en la mesa.

La camarera se acercó hasta ellas y les tomó los pedidos. Comenzaron a hablar de las cosas que habían hecho a lo largo de las semanas, una forma algo eficaz de romper el hielo y darle vida a la conversación, aunque también era la mejor manera de evitar los dos temas principales que debían salir a flote tarde o temprano. Sin embargo, Hermione era consciente que Ginny estaba esperando el momento indicado para abordar lo de Malfoy y preguntarle sobre ello. Después de todo, el beso había sido la comidilla de la gente durante semanas.

—Ron me ha dicho que habéis roto —dijo finalmente la pelirroja tras dar un mordisco a su tartaleta de manzana.

Hermione no se inmutó ante sus palabras, revolvió el nuevo café que se había pedido y le dio un sorbo antes de clavar sus ojos en Ginny. Suspiró con suavidad antes de sonreír algo melancólica.

—Sí, ha sido algo mutuo —comentó con simpleza—. Tampoco es como si las cosas hubiesen cambiado mucho tras el beso.

—¿Por qué lo dices? —inquirió Luna y Hermione se pensó la respuesta unos segundos.

—Lo único que cambió entre nosotros fue la etiqueta —terminó diciendo, calculando bien sus palabras—. Seguíamos comportándonos como los mejores amigos que somos, sé que tengo sentimientos por él y que Ron los tiene por mí, pero no son lo suficientemente fuertes como para dar el paso y tener una relación romántica. Yo quiero ir a Hogwarts, terminar mis estudios, y él quiere irse a recorrer el mundo con Fred.

—¿Es lo que queréis?

—Era lo que habíamos hablado, pero todavía no habíamos dado el paso para terminar definitivamente —contestó y Ginny frunció el ceño.

—Supongo que lo ocurrido con Malfoy tuvo que ver —indicó Ginny y Hermione la miró fijamente

—Negártelo sería una tontería —replicó con suavidad—. No sé de qué manera ha influido, pero sí, tiene que ver. No es fácil ver como tu novia se besa con otro, ¿no? Y menos si esa persona es Malfoy. Aunque Ronald ha sido comprensivo, creo que no se puede tildar de celos su reacción, creo que es más parecido a un rencor infantil.

—Te besó él a ti y te dijo que te quería, creo que queda claro en qué influye —respondió Ginny y Hermione hizo una mueca.

—Soy consciente de lo ocurrido, Ginny. Pero prefiero no pensar en ello en este momento, de la misma manera que fue inesperado para ustedes, lo fue para mí —suspiró y miró lo que quedaba de tarta en su plato.

—Vale, lo siento. —Sonrió ligeramente—. Es solo que me sorprende la tranquilidad con la que estás actuando sobre ese tema, es Malfoy después de todo.

—No estoy tranquila, pero tampoco puedo dejar que eso pare mi mundo. Acabamos de salir de una guerra, no quiero meterme en una batalla conmigo misma y las cosas inesperadas que me ocurren.

El silencio se instauró entre las tres chicas y Luna suspiró ante la notable tensión, dejó su taza de té sobre el platillo y se acomodó sobre la silla, subiendo sus piernas a la misma. Miró a sus amigas y parpadeó varias veces antes de hablar. El tono dulce de su voz era casi irónico en comparación con el tema delicado que decidió abordar, pero Luna nunca había sido especialmente sutil y tanto Hermione como Ginny lo agradecían.

—¿Y cómo te va a ti con Harry, Gin?

—Pues no lo sé. Él tiene muchas cosas en la cabeza y yo quiero centrarme en mis estudios y presentar mi solicitud para hacer las pruebas de Quidditch profesional —explicó con simpleza, parecía algo apenada por ello pero no destrozada—. Harry tiene mucho en lo que pensar y ahora mismo ninguno de los dos está preparado para tener una relación. Necesitamos estar solos.

El silencio se volvió a implantar entre ellas durante unos largos segundos antes de que Hermione comenzase a reír y alzase su taza de café. Ginny y Luna fruncieron el ceño al principio, pero luego hicieron lo mismo.

—Por nosotras, que hemos sobrevivido a una guerra y a todas las cosas inesperadas del camino.

—¡Por nosotras! —gritaron Luna y Ginny a la vez antes de que las carcajadas volviesen a llenar el ambiente.

Por ellas, por las relaciones rotas, los besos inesperados y los caminos que recorrer.


Draco se deslizó por la pared de su celda hasta estar sentado en el suelo. Suspiró y se llevó los dedos hasta los labios tocándolos una vez más, rememorando el beso que había compartido con Granger. Una parte de él se felicitaba a sí mismo por haber tenido las agallas de haberla besado y de confesar los sentimientos que llevaba tanto tiempo reprimiendo. Pero la otra parte, mucho más racional, no paraba de recriminarle su estupidez y su impulsividad. ¿Por qué había tenido que besarla? Y encima delante de todas aquellas personas. Le había ido muy bien ocultando sus sentimientos durante años, ¿por qué había tenido que dejar que su parte impulsiva lo controlase y terminase desvelando aquello que llevaba tanto tiempo ocultando?

Jadeó pesadamente y apoyó su cabeza contra la fría piedra. Una cama que parecía fundirse con el suelo, cuatro paredes frías y duras, un agujero para hacer sus necesidades y una pequeña ventana con rejas que apenas dejaba entrar la luz. Ese sería su hogar por seis años. Ese sería el lugar donde pasaría cada día hasta el fin de su condena. Una celda donde parecía que casi no corría la brisa. Seis años en los que tendría tiempo para muchas cosas: seis años para pensar, seis años para rememorar, seis años para olvidar...

Seis años para consumirse.


Nota final original (17 de marzo de 2016):

¡Y hasta aquí! ¿Qué os ha parecido? ¿Bien? ¿Mal? ¿Increíble? ¿Fatal? ¿Not bad?

Lo podéis dejar en los reviews :) Recordar que lo actualizaré cada dos semanas, aunque puedo actualizar antes si recibe una buena acogida, los reviews son la gasolina del escritor :D Si tenéis una duda, pregunta, sugerencia o critica constructiva podéis dejarla en los reviews o por mensaje privado :)

Besos y abrazos,

AliciaBlackM.

PD: ¡REVIEWS y GO!