Capitulo 1

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Aclaraciones: Inuyasha y sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

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Capitulo 1

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Han pasado algunos años desde la batalla con Naraku, Sesshomaru decide dejar a Rin en la aldea de la anciana Kaede a cargo de esta, para que logre perder el temor que le tiene a los humanos y así cuando sea adulta, pueda escoger si regresar con él o quedarse allí.

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2 años después.

Una hermosa niña de cabello largo y color ébano, se encontraba a orillas de un lago mirando hacia la nada y recordando a su amo, a quien hacía más de dos meses no veía.

El plan que él había ideado falló, ya que ella no se adaptaba a los humanos, no hacía más que llorar y llamarlo hasta en sus sueños.

— Amo Sesshomaru, por favor venga por mí — Le susurró al viento con lágrimas en sus ojos — Lo necesito tanto.

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A varios kilómetros de allí, se encontraba Sesshomaru sentado en un gran salón, tras un escritorio donde tenía muchos pergaminos apilados. Bufó fastidiado, odiaba la política y todas esas tonterías de acuerdos entre reinos, su mente voló lejos hasta la aldea humana donde vivía el estúpido de Inuyasha, su medio hermano (por desgracia para él). Recordó a su pequeña protegida Rin y como si el viento trajera sus palabras, la escuchó decir que fuera por ella, que lo necesitaba.

Se levantó con elegancia y calma y caminó hasta la puerta del gran salón, la abrió lentamente y se dirigió a uno de los pasillos para llegar hasta la entrada principal y sin siquiera mirar a los guardias youkais que se encontraban allí custodiando el enorme castillo, se elevó y comenzó a volar con dirección a aquella pequeña aldea.

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Ya había oscurecido hacía un par de horas, el cielo del verano se veía hermoso adornado con miles de estrellas titilando y la brisa fresca soplaba entre los árboles.

Rin no podía conciliar el sueño, daba vueltas y vueltas en su futón, recordando lo ocurrido aquella tarde.

FLASHBACK

Iba en compañía de Kagome, se dirigían a recoger unas hierbas medicinales, cuando escuchó una voz muy conocida a sus espaldas.

— Rin, Rin, espera — Gritaba un joven de cabello oscuro atado en una pequeña coleta, agitando su mano para hacerse notar.

— Hola Kohaku, ¿como estás? — Lo saludó con una linda sonrisa — ¿Cuándo llegaste?

— Muy bien, llegue hace poco. El herrero Totosai me dio un par de días libres.

Kohaku se había vuelto el ayudante del forjador de espadas.

— Sango y tus sobrinos estarán felices de verte.

— Claro — Le respondió el joven con una risa nerviosa, mientras se tocaba la cabeza con la mano, para disimular lo que sentía cada vez que tenía cerca a la joven, que aunque solo contaba con 12 años era muy hermosa.

Kagome que contemplaba la escena de cerca no pudo evitar sonreír, al ver la actitud del joven hacia Rin y al parecer la nombrada era la única que no se daba cuenta.

— Hola Kohaku, a mi también me da mucho gusto verte — Le dijo divertida haciendo que el joven se sonrojara.

— Ho.. Hola Kagome ¿como estas? ¿Como están el pequeño Daiki e Inuyasha?

— Muy bien — Sonrió — Mi bebé está hermoso ya dio sus primeros pasos, Inuyasha se encuentra entrenando en el bosque con Shippo.

— Oh ya veo, me alegra escuchar eso. Bueno ya me voy sólo queria saludar. Hasta luego.

— Nos vemos — Le contestó Rin, regalándole otra hermosa sonrisa.

— Hasta luego — Se despidió Kagome.

Recogieron las hierbas en silencio, Rin se notaba muy pensativa.

— ¿Sucede algo Rin?— Le pregunta Kagome.

— No, no es nada, bueno la verdad es que.. Extraño mucho al amo Sesshomaru y es que aparte del señor Inuyasha, la señora Sango, su familia, Shippo, la anciana Kaede y usted nadie más en la aldea me parece confiable, aún me inspiran temor — Se cubrió el rostro con las manos, para ocultar su naciente llanto.

— Oh Rin — La abrazó la miko — Ya verás que pronto él volverá y todo estará bien.

Rin le regaló una sonrisa algo forzada, tratando de corresponder a sus palabras.

— Regresemos a la aldea.

—Sí señora Kagome.

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Antes de entrar a su pequeña cabaña se encontró a Kohaku.

— Rin, tengo que decirte algo — La miró serio.

— Sí, dime Kohaku ¿que sucede?

— ¿Puedes acompañarme al bosque? Allí te diré todo.

— Esta bien vamos.

Caminaron hasta un claro del bosque y se sentaron en la hierba.

— Dime Kohaku ¿Que sucede? — Preguntó con curiosidad.

— Bueno, lo que pasa es que… — Dudaba nervioso, mientras se sonrojaba y jugaba con sus dedos. — Es que tú me gustas mucho Rin. Sé que aún eres muy joven, pero no puedo evitar esto que siento, yo..

Rin estaba petrificada, tenía los ojos abiertos a más no poder, su cabeza no procesaba lo que hace escasos segundos su amigo le había confesado. Lo quería sí, pero no de esa manera, sino como a un hermano, como a aquel hermano que había muerto años atrás a manos de esos bandidos.

— Kohaku — Lo interrumpió — Me halagas con tus palabras, pero yo no puedo corresponderte. Te quiero mucho pero de otra manera — Lo miró a los ojos de forma dulce, intentando apaciguar su malestar.

— Es por él ¿cierto? — Su expresión de vergüenza cambió a una de evidente ira.

— ¿Qué? ¿De quién hablas? — Sintió temor ante el cambio tan inesperado de su amigo.

— No te hagas la tonta — Espetó — Hablo del señor Sesshomaru — Su voz usualmente tranquila, se quebró por el dolor del rechazo.

— No, no es así — Negó rápidamente con la cabeza — Él es importante para mí, pero no de esa forma.

— CÁLLATE, no mientas más — Siseó — Es por él que no te adaptas a la idea, es por él que no puedes estar conmigo, pero eres muy tonta al creer que te corresponderá, jamás te verá de esa forma por ser sólo una humana — Se levantó y salió corriendo, dejando a Rin con una profunda tristeza por lo ocurrido.

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FIN DEL FLASHBACK

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Aquellas palabras dolían mucho, pero no por eso dejaban de ser ciertas, él nunca correspondería a su amor, porque muy a su pesar, Kohaku tenía razón, ella se había dado cuenta de que ya no lo veía como a su héroe, a su protector, que la cuidaba de todo mal, ahora lo veía como a un hombre y vaya que hombre, tan hermoso, tan perfecto y letal como era y sólo con ella mostraba su afecto (si así se le puede llamar). Porque rara vez cambiaba su semblante frío e indiferente.

Se levantó del futón dándose por vencida, ya que el sueño parecía no llegar — Quizás una caminata me ayude a dormir — Se dijo.

Sus pies la llevaron al lago que visitaba a menudo, sintió una brisa fresca revolver su cabello y de repente creyó que su corazón se había detenido por un segundo, al escuchar esa tan conocida y querida voz pronunciar su nombre.

— "Rin".

Se volteó lentamente hasta quedar frente a él. Era él no estaba soñando como en otras ocasiones. Su señor, su amo Sesshomaru había vuelto. Sintió su respiración agitarse y sus piernas flaquear, tuvo el loco impulso de abrazarlo, pero se contuvo, sabía que a él no le gustaban las demostraciones de cariño.

— Señor Sesshomaru — Le sonrió de la forma más cariñosa y tierna — Que bueno verlo de nuevo. ¿Cómo ha estado? Y ¿el señor Jaken y Ah- Un?.

— Sin novedades — Contestó impávido.

Rin le volvió a sonreír — Me alegro mucho.

— Rin — La volvió a llamar.

—Sí amo.

— Vendré por ti en 3 días al atardecer, ten todo listo.

La morena quedó como una piedra, no podía creer lo que había escuchado —¿En serio señor? — Preguntó entre emocionada y sorprendida.

— Ya sabes que no me gusta repetirme — Contestó secamente.

— Perdón — Agachó la cabeza a modo de disculpa — Estaré lista, pero quisiera saber a qué se debe su decisión.

— No eres feliz aquí — Contestó indiferente.

Rin abrió sus ojos sorprendida — ¿Cómo lo sabe?

—Puedo oler la tristeza en ti.

— Oohh.. — Se sorprendió y saliendo de su trance la invadió una profunda felicidad — Gracias, gracias amo por llevarme nuevamente con usted, le prometo no ser una molestia.

El Inuyoukai sólo asintió con la cabeza y se marchó hacia la espesura del bosque.

Rin se quedó hipnotizada contemplando su espalda, hasta verlo desaparecer, luego volvió a su cabaña y como por arte de magia pudo conciliar el sueño.

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— RIIINN, despierta — La llamaba Kagome.

La joven bostezó y se sentó en el futón — Buenos días señora Kagome — La saludó somnolienta.

— Levántate rápido, debemos ir con la anciana Kaede a la aldea vecina porque hubo un incendio y los habitantes necesitan atención.

La joven se levantó como impulsada por un resorte — Enseguida estoy lista, espéreme por favor.

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Ya camino a la aldea, se animó a contarle lo sucedido a la mayor — Señora Kagome necesito decirle algo.

— Sí dime Rin.

La menor respiró profundo — El amo volvió anoche y me pidió (ordenó) que volviera con él.

— ¿QEEEE?— Gritó la miko emocionada — Que bueno Rin, sé cuan feliz te hace esto.

— Sí, así es — Dijo emocionada, pero luego bajó la cabeza e hizo una mueca de tristeza — Pero pasó algo más que me hace sentir mal. Kohaku me confesó su amor y yo lo quiero mucho, pero no de esa forma, así que lo rechacé y se lo tomó muy mal.

— Ay Rin, lo lamento tanto, pero él es un buen chico y ya verás que pronto lo entenderá.

— Sí — Contestó más animada — Gracias.

— Y bueno ¿Cuándo vendrá mi cuñado por ti?

— En 2 días al atardecer.

— KAGOME — Gritó Inuyasha — Dime que escuche mal y que el idiota de Sesshomaru no vendrá por Rin.

— Señor Inuyasha — Se sorprendió Rin.

Kagome roló los ojos — Basta Inuyasha, no te metas, ya Rin tomó su decisión.

— Sí pero.. — Kagome lo miró con cara de furia y él quedó helado — Aveces me das miedo — Murmuró.

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Pasó el plazo establecido por Sesshomaru, todos sus amigos estaban en la entrada de la aldea para despedirla. Entre lágrimas abrazó a Sango, Kagome y a la anciana Kaede, al igual que a los demás. El único que no estaba presente era Kohaku.

Se divisó en el cielo una esfera de luz, en la cual descendía un hermoso youkai de cabello plateado.

— Amo — Gritó emocionada y corrió a su encuentro.

— ¿Estás lista Rin?.

— Sì amo.

El Inuyoukai la cargó entre sus brazos, provocando el sonrojo de la joven — Sujétate — Ordenó, antes de emprender el vuelo de regreso al Oeste.

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Hola a todos, por aquí vuelvo con una nueva historia, espero les guste y dejen sus comentarios. Besitos. ñ_ñ.