Capítulo 11

Aclaraciones: Inuyasha y sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

Capítulo 11

Desde lo sucedido con Kohaku, Rin sentía una profunda tristeza en su corazón. El joven no había vuelto a la aldea y eso la preocupaba aún más. Se sentía tan culpable, él siempre se había preocupado por ella, y por Kentaro. En ese año de convivencia en la aldea, logró descubrir lo especial que era su novio — ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? — Se preguntaba mientras amamantaba a su bebé — Podría decirle al señor Inuyasha que me ayudara a buscarlo, pero y ¿Si no quiere escucharme? — Suspiró con pesadez. Eso era lo más seguro — Por algo se ha ido — Le recordó su conciencia. Era tan frustrante.

— Hola Rin.

— Señora Sango — Levantó la cara, separando la mirada del rostro de su pequeño — ¿Kohaku ya ha vuelto? — Le fue imposible ocultar la tristeza en su voz, y la exterminadora pudo notarla claramente.

— Aún no, pero estoy segura de que pronto lo hará. Solo necesita estar solo un tiempo, y ordenar sus pensamientos — Lo dijo con tanta seguridad, que contagió a Rin — Verás que todo se arreglará entre ustedes — Aseguró y la más joven le sonrió en respuesta.

— Gracias por sus palabras.

— Disculpa que me meta, tal vez pienses que soy algo atrevida, pero me gustaría saber, que sientes por mi hermano y que piensas hacer con respecto a Sesshomaru — Soltó la pregunta directa, tanto que Rin se quedó unos minutos pasmada, procesando sus palabras.

— Bueno…yo… yo quiero mucho a Kohaku — Decisión en su voz — Él se ha portado muy bien con Kentaro y conmigo, es una persona muy especial, sé que me ama y deseo con todo mi corazón poder corresponder a ese sentimiento.

Sango sonrió — Me alegra saber que piensas eso de él, en verdad es un buen muchacho, y merece ser feliz. Y.. ¿Qué hay de Sesshomaru? — La miró atentamente.

— Bueno el señor Sesshomaru, es el padre de mi hijo, pero él está unido a Lady Asuka, la escogió a ella, y aunque me haya dicho que acepta a Kentaro, y desea una relación con él, no me ha incluido a mí. Ni Siquiera me ha dicho lo de la marca — Pensó con tristeza, así que la relación sería sólo entre el cachorro — Intentó sonreír, pero solo fue capaz de hacer una mueca.

Sango suspiró — Aún lo amas ¿Cierto? — No había reclamo o desaprobación en su voz. La joven pudo sentir la compresión de la mayor por ese sentimiento, y por eso se permitió ser totalmente sincera.

— Así es, lo amo, pero estoy consciente de que ese sentimiento sólo me ha causado dolor, siempre añoré el amor del señor Sesshomaru, pero ahora las cosas han cambiado, tengo a alguien que me ama tal y como soy, alguien a quién no le importa que sea una simple humana, y no una poderosa youkai, y creo que debo valorar a esa persona y dejarme de sueños tontos — Un buen discurso, ahora repitelo hasta que te lo creas — Otra vez su consciencia hablando. Sintió enormes ganas de llorar, luego de haber pronunciado aquellas amargas palabras. Era cierto Sesshomaru la hizo a un lado por ser humana, y Kohaku la amaba sin ninguna condición, incluso la aceptaba con un hijo de otro. Reprimió las lágrimas y esbozó una pequeña sonrisa, para coronar su mentira. La mentira de de decir que eran sueños tontos, de hacerle ver a Sango y de intentar convencerse así misma que Kohaku era el indicado, y que debía olvidar a quien amaba desde que era una niña.

Sango la miró un momento, y luego le regaló una sonrisa — Me alegro que hayas tomado una decisión sabia — Se levantó del tatami en el que estaba sentada — Nos vemos luego, tengo que ir a preparar la cena.

— Sí señora Sango. Me saluda a los niños y al monje Miroku — La exterminadora asintió.

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Un instante después, Rin escuchó pasos detrás de ella — ¿Se le olvidó algo señora Sango? — Se giró para verla — Señor Inuyasha — Exclamó sorprendida, no esperaba que el hanyou estuviese allí.

— Rin, Sesshomaru está en el bosque, acaba de llegar.

Un escalofrío recorrió su espalda y sintió un nudo alojarse en su estómago. Él estaba allí — ¿Habría venido por ella? No, era imposible, solo estaba allí para ver a Kentaro, tal y como le dijera el día anterior, pero y ¿Si Kisho tenía razón? Ella llevaba su marca y no Asuka, ella era su compañera y no la Lady del Sur — Sacudió ligeramente la cabeza. No debía hacerse falsas ilusiones, además ya había tomado una decisión, sin importar lo que Sesshomaru le dijese — Gracias — Le susurró al hanyou, luego se encaminó hacia la puerta, tomando una gran bocanada de aire. Debía ser fuerte.

Caminó hasta la salida de la aldea, y llegó al claro del bosque donde el día anterior habían hablado — Buenas tardes señor Sesshomaru — Intentó que su voz sonara firme, pero ver al imponente demonio frente a ella, recorriéndola con su mirada dorada, no ayudaba en nada.

El Inuyoukai pasó la vista del sonrojado rostro de la joven, al cuerpecito que llevaba en sus brazos. Ella al igual que el día anterior, se lo extendió para que pudiese cargarlo. Y así él lo hizo. Repasó sus rasgos con ojo analítico, como si fuese la primera vez que lo contemplaba, se le hacía tan extraño saber que ese ser, tan frágil y pequeño era su hijo, sangre de su sangre, y de la única mujer que había sido capaz de despertar sentimientos en él, más allá del odio, la venganza y el orgullo. También ella, esa débil pero hermosa humana, era la única que podía jactarse de decir que conocía su lado compasivo, porque sí, él tenía un lado compasivo, uno que había descubierto muchos años atrás cuando la vio muerta, y decidió revivirla. A aquella niña sin ningún tipo de poder más que el de una radiante sonrisa, y de un parloteo incesante que a veces lograba irritarlo, pero que con tan solo verla sonreír, volvía a la calma. Sin saber cómo ni cuando, logró entrar a su corazón, frío como el hielo, y contagiarlo con esa calidez que la caracterizaba. Esa calidez que solo ella podría disfrutar, ella y ahora su cachorro. Separó los ojos de Kentaro que lo miraba fascinado, como si su padre fuera la cosa más interesante del mundo, y los posó en Rin.

— Otra vez el odioso escalofrío en la espalda. Maldito el poder que tenía ese demonio sobre ella, que con solo verla la hacía temblar, y ni que hablar del sonrojo, que ya cubría sus mejillas — Tragó con dificultad al darse cuenta de que la distancia que los separaba se había acortado.

— Rin — Y ahora fue su piel la que se erizó por la sola mención de su nombre, de aquella forma, con la voz grave que sólo poseía él. Su mente se adormeció por algunos segundos, perdida en los dos soles que tenía como ojos — ¿Deseas volver conmigo al castillo?

La mente de la morena dejó de funcionar — ¿Había escuchado bien? Él le estaba pidiendo que regresara a vivir al castillo, "juntos" — Casi pudo reír, y saltar , todo fuese perfecto si aquella pregunta hubiese sido formulada hace unos meses atrás, la respuesta inmediata sería un sí definitivo, pero ahora todo era distinto —Todo — Repitió en su mente.

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El mononoke seguía mirándola, como si quisiera leer su mente, descubrir el porqué se tardaba tanto en responder.

Se armó de valor, no debía flaquear en su sedición, así que hurgó en su mente, buscó algún pretexto,para no tener que decirle la verdad sobre Kohaku, así que echó mano al único recurso que encontró, Asuka — Creo que no sería lo correcto, usted vive con Lady Asuka — Dijo con voz pausada, intentando disimular el dolor que esas palabras causaban en su pecho.

— Ella ya no está en el castillo, la unión ha sido disuelta — Contestó con tal simpleza, que parecía estar hablando del clima.

Se quedó en shock, lo que tanto había deseado, Sesshomaru y Asuka separados, otra vez la embargó ese cálido sentimiento de felicidad — ¿Por qué? — Susurró, sin saber qué más decir.

El demonio frunció el ceño, claramente le incomodaba tener que responder esa pregunta — Fue un error.

Y esa respuesta si que la dejó pasmada — ¿Error? Y ¿Hasta ahora se daba cuenta? — Quiso decirle un par de cosas, pero se mordió el labio, no debía olvidar frente a quién estaba, por más que él nunca le hubiese hecho daño físico, no podía tentar a su suerte — Ya veo — Musitó.

El Inuyoukai la seguía taladrando con la mirada, no le agradaba su actitud, pensó que Rin daría una respuesta inmediata a su pregunta, pero todo indicaba que esa respuesta sería negativa.

Al ver el silencio masculino ella se animó a hablar, tenía que hacerlo, o de lo contrario se arrepentiría, no podía negar que el saber que Asuka y él ya no eran pareja le llenaba de felicidad, pero no podía causarle ese dolor a Kohaku, no creía poder ser capaz de ser feliz a causa de su sufrimiento — Yo, agradezco mucho su invitación — Apartó la mirada — Pero no puedo, no puedo regresar al castillo, debo quedarme aquí, tengo una relación con alguien, y..

— Entiendo — La cortó bruscamente, tanto que ella le miró nuevamente a la cara, pero no pudo identificar que sentimiento lo embargaba en ese instante. Podía decir que era una experta leyendo las escasa expresiones del Lord, pero en este momento parecía cubrirlo una gruesa máscara, que impedía ver su interior.

— Lo siento — Se disculpó, intentando contener el llanto que hacía que le picaran los ojos.

— No tienes porqué — Fue su cortante respuesta — Le entregó a Kentaro que estaba jugando con un mechón plateado de su largo cabello. Se giró y comenzó a caminar hacia el bosque, ya no tenía nada más que hacer allí.

— Señor — Rin lo detuvo, levantó una mano en su dirección, haciendo el amago de tocarlo, pero se detuvo al final — ¿Quiere seguir viendo a Kentaro?

Él contestó sin vacilar — Si es tu deseo, puedes enviarlo al castillo con Kisho — No se giró para mirarla, reanudando su marcha hacia el bosque.

— Así lo haré señor — Al verlo desaparecer entre los árboles no pudo soportarlo más, sintió su corazón romperse en miles de pedazos, y el llanto salió como un torrente imparable. Sintió el impulso de correr detrás de él, de pedirle que la llevara al castillo como le había propuesto, quiso gritar por la frustración y el dolor que sentía, pero ya la decisión estaba tomada y no daría marcha atrás.

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Arrastró los pies hasta la cabaña que compartía con la anciana Kaede, encontrándola completamente vacía. Dio gracias por eso, no deseaba hablar con nadie en ese momento. Se dirigió hacia su habitación y se acostó junto a Kentaro, intentaría dormir un poco, tal vez cuando despertara el dolor y la tristeza ya habrían menguado.

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Sesshomaru llegó al castillo con un aura oscura rodeándolo. Sus sirvientes temblaban al sentir su presencia, no hacía falta verlo para saber que estaba furioso. Kisho hizo el ademán de acercarse a él, pero le dirigió una mirada tan cargada de ira que lo congeló en su lugar. Conocía a Sesshomaru desde que era un cachorro, pero nunca lo había visto tan enojado, entonces intuyó que algo muy malo debió haber pasado. Tal vez no pudieron deshacer la unión. Suspiró con pesadez. Tendría que esperar para preguntarle qué había pasado.

— ¿Qué le sucedesé — Naoko llegó a su lado, mirando preocupada el lugar por donde se había marchado el Lord.

— No lo sé — Contestó con voz cansada — Tal parece que algo no salió bien con lo de la ruptura con Lady Asuka.

— Oh con Rin — Kisho la miró sin comprender — Estás perdiendo facultades — Enarcó una ceja — ¿No sentiste el aroma de Rin y Kentaro en Sesshomaru?.

— Ahora que lo mencionas — Tocó su barbilla de forma pensativa — Estaba más preocupado por mi seguridad física — Rió nervioso.

Naoko roló los ojos — Eres un exagerado — Iré a hablar con él.

El youkai la tomó por el brazo deteniéndola — No es buena idea, sea lo que sea, que haya sucedido, necesita estar un rato a solas — Ella asintió, por esta vez le daría la razón a su compañero.

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Sesshomaru entró a su habitación, sentía la ira recorrer todo su cuerpo, deseaba destrozarlo todo — ¿Cómo era posible que Rin lo despreciara?. Había doblegado su orgullo por ella, aceptando a un cachorro hanyou, a ella que era humana, sin embargo Rin escogía a ese humano — Apretó los puños, hasta que sus nudillos se tornaron blancos, por la fuerza que ejercía sobre ellos. El día anterior cuando fue en busca de Rin, para comprobar lo de Kentaro, la vio con él, si mal no recordaba era el ayudante del herrero Totosai, y una marioneta de Naraku en el pasado. Frunció el ceño, su padre de seguro debía estarse riendo de él, era patético. Derrotado por un humano insignificante. Se sentó en un tatami, y recostó la espalda en la pared, flexionó una pierna y estiró otra, cruzó los brazos sobre su pecho y cerró los ojos. Intentaría calmar, las enormes ganas que sentía de regresar a esa repugnante aldea, y destazar con sus garras a ese maldito humano. Rin, sabía que eso la haría sufrir, porque ella lo quería — Sandeces — Apretó con tanta fuerza su mandíbula que esta crujió, y sus ojos brillaron en un tinte rojizo. Volvió a cerrarlos, e intentar poner su mente en blanco, era lo mejor.

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Dos días transcurrieron desde aquella conversación, Sesshomaru no salió de su habitación en todo ese tiempo. Se quedó sentado allí, en el mismo tatami, con los ojos cerrados , inmóvil. Su capacidad para imitar a una roca era increíble. Percibió un aroma acercarse, y arrugó la nariz en señal de desagrado. Creía que su aura demoníaca, era lo suficientemente amenazadora, como para que ningún ser con algo de inteligencia, se acercara a él. Un par de golpes en la puerta, le hicieron cuestionarse si esa persona era muy valiente, o muy estúpida. Tras los primeros golpes, hubo un prolongado silencio, pero la persona seguía allí, afuera, y él lo sabía perfectamente.

Otro golpe más — Sesshomaru, por favor permíteme entrar, necesito hablar contigo — Solo silencio — Oh vamos cachorro, no puedes hacerle esto a una vieja que te quiere como si fueses su propio hijo — Más silencio.

— Que él, Sesshomaru Lord del Oeste, ¿No podía qué?.

Tras la tercera negativa, Naoko se decidió a tomar medidas drásticas. Abrió la puerta de golpe e ingresó a la habitación, a pasos rápidos y decididos, al llegar a un metro de distancia del mononoke, este abrió los ojos que estaban completamente escarlata, y le dedicaban una peligrosa mirada de advertencia.

—¿Como te atreves a entrar aquí sin mi permiso? — Le preguntó con ira en su voz.

— Estaba preocupada — Contestó con firmeza — Llevas dos días encerrado aquí Sesshomaru — Le dedicó una mirada dulce — ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Rin está bien, el cachorro?.

El Lord se sorprendió internamente, no imaginaba que Naoko pudiese leerlo tan bien, como para saber que el motivo de su actual estado era esa humana, de la cual prefería no hablar — No es tu problema — Espetó.

— Oh sí, claro que lo es — Contradijo — A ambos los quiero como si fuesen de mi sangre, y sé que tu actitud se debe a ella.

—¿Como estas tan segura? — La cuestionó entrecerrando los ojos. Aunque estos ya eran de su habitual tono dorado.

— Simple, te conozco muy bien, como para saber que si fuese por Asuka o su padre no estarías así, sino ansioso por salir a la batalla, así que dime que sucedió con ella.

Ahora recordaba porqué su padre apreciaba tanto a Naoko, no sólo era una youkai muy fuerte, sino también inteligente — Decidió quedarse en la aldea, junto a un humano — Escupió cada palabra con desprecio.

— Ustedes son tan testarudos — Roló los ojos, ganándose una mirada asesina por parte del mononoke— Si no me equivoco debe ser Kohaku — Lo miró seriamente — No sé que motivo la llevó a tomar esa decisión, pero de algo estoy segura, ella te ama — Sesshomaru no varió su semblante estoico, y eso no impresionó a la youkai, quien continuó hablando como si nada — Tal vez es que piensa que deseas que vuelva al castillo sólo por Kentaro, o sigue dolida porque preferiste a Asuka antes que a ella.

— ¿Venganza? — La miró con el ceño fruncido, y el cuerpo tenso.

— Claro que no, Rin no es así — Aseguró — Tal vez no está segura de tus sentimientos. Me imagino que no le hablaste de ellos — Silencio por parte del Lord. Naoko suspiró con pesadez — Lo intuí. Quizás si vuelves y se lo aclaras.

— No — Negó secamente — Ella ya tomó su decisión.

Claro, lo olvidaba, su maldito orgullo — ¿Qué sucederá con Kentaro?

— Rin, lo enviará con Kisho de visita.

— Entiendo — Suspiró — Bien, espero después no te arrepientas por ser tan orgulloso — Se giró para marcharse, caminó hasta la puerta y la abrió, pero antes de salir miró al mononoke por encima del hombro — Oh y sal de aquí, que te vas a convertir en un mueble más —Sonrió socarrona, recibiendo un gruñido como respuesta.

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Los días para Rin no habían pasado mucho mejor, intentaba disimular su tristeza, pero todo era en vano. Kohaku no regresaba a la aldea, y ella guardaba la esperanza de que al contarle de su decisión la alegría del joven se le contagiara a ella. Se encontraba cocinando, debía aprovechar que Kentaro dormía profundamente, cuando escuchó la voz de Kagome llamándola. Limpió rápidamente las lágrimas que recorrían su rostro, e intentó sonreírle a la sacerdotisa — Buenos días señora Kagome.

— Hola Rin — Miró con preocupación a la más joven — ¿Estás bien?

— Oh claro, yo sólo..

— Rin — Posó sus manos sobre los hombros de la morena — Sabes que puedes confiar en mí ¿Cierto? — La más joven asintió — Entonces por favor cuéntame, el porqué de tu tristeza.

Rin suspiró con pesadez — Hace dos días vino el señor Sesshomaru, me pidió que regresara con él al castillo.

Kagome ensanchó los ojos por la sorpresa — ¿Volver? ¿Entonces se separó de Asuka? — La joven asintió — No lo puedo creer, pero entonces ¿Por qué estás tan triste? Pensé que eso era lo que querías.

Ella desvió la mirada — Lo es o lo era. Estoy confundida — Admitió.

La sacerdotisa la tomó de las manos, guiándola hasta el tatami más cercano — ¿Es por Kohaku?

Rin asintió, por tercera ocasión — No quiero hacerlo sufrir, él se ha portado tan bien conmigo, cuando el señor Sesshomaru se unió a Lady Asuka, y también con el tema de Kentaro, estuvo allí todo el tiempo y sé cuanto me ama.

— ¿Te estas escuchando?, Lo que sientes por Kohaku es agradecimiento, no amor. No puedes condenarte a una vida de infelicidad, sólo por de alguna manera retribuirle lo bien que se ha portado contigo — Hubo un corto silencio por parte de ambas, hasta que Kagome agregó — Te aseguro que él no querrá eso.

— La señora Kagome tiene razón — Ambas mujeres miraron en la dirección en la que provenía la voz.

— Kohaku — Exclamó Rin sorprendida.

— Hola Kohaku — Se levantó la sacerdotisa — Yo los dejo a solas, para que puedan hablar tranquilos.

— Muchas gracias, señora Kagome.

Al verse a solas, Kohaku tomó el lugar en el suelo que minutos antes ocupaba Kagome. Miró fijamente a la joven, que le devolvía la mirada visiblemente avergonzada y nerviosa — Escuché tu conversación de hace un momento — Le confesó.

— Yo…yo puedo explicártelo — Se sentía nerviosa, no quería perder también a Kohaku.

— No es necesario. Sé que estás enamorada de Sesshomaru — Ella hizo el ademán de hablar, pero él la interrumpió — Siempre lo he sabido — Sonrió tristemente — Pero quise creer que podías llegar a amarme, ahora veo que no es posible. No quiero que te sacrifiques por mi, yo no podría ser feliz sabiendo que tú no lo eres, así que te pido que vayas, y te reunas con el hombre, o más bien con el demonio que amas — Bromeó, aunque Rin lejos de sonreír comenzó a llorar — No llores por favor — La abrazó contra su pecho, mientras ella sollozaba. Estuvieron así por largo rato, hasta que el llanto de Kentaro, los sobresaltó

— Ya vuelvo — Se levantó apresuradamente, y tomó a su bebé entre los brazos para calmarlo, y regresar hasta la sala. Volvió a sentarse frente al joven, quien la miraba tranquilamente, pero ella estaba segura de que en su interior la tristeza era enorme — No sé qué decirte — Confesó, luego de un instante.

— Dime que irás a buscarlo, y serás muy feliz con él.

— Tengo miedo, él se fue muy enojado por mi decisión — Se mordió el labio inferior — Tal vez no quiera verme, lo arruiné todo.

— No puedes saberlo si no lo intentas — La animó.

Ella asintió con suavidad — Gracias, eres una de la personas mas maravillosas que conozco — Él se sonrojó — Mereces ser feliz, encontrar a alguien que te ame.

Kohaku se encogió de hombros — Ya llegará. Ven te ayudaré a arreglar tus cosas, para que partas hoy mismo.

Ambos entraron a la habitación, y Rin depositó a Kentaro en el futón, para empezar a empacar.

— ¿Está todo listo? — Preguntó Kohaku, al ver el pequeño equipaje.

— Sí, te lo agradezco mucho — Se acercó a él y lo abrazó, Kohaku correspondió a su abrazo, estrechándola fuertemente contra sí, grabando el olor de su cabello, y la suavidad de sus curvas.

— Deja de llorar — Secó las lágrimas que mojaban sus mejillas.

Rin asintió — Iré a hablar con los demás, debo explicarles, y despedirme. Espero que no se enojen demasiado.

— Tranquila, verás que entenderán — Tomó una de sus manos, y la apretó levemente.

Rin sonrió en respuesta.

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— ¿QUE TE VAS A MARCHAR? — Gritaba un sorprendido Inuyasha.

— Inuyasha. Lo reprendió Kagome — Rin ya tomó una decisión, y debemos apoyarla — Le sonrió a la joven — Ella solo quiere ser feliz.

— Feh, dudo que con ese idiota lo sea, pero en fin si es lo que tu quieres, yo mismo te acompañaré.

Rin le sonrió en respuesta — Gracias señor Inuyasha.

— Yo pensé que deseabas formar una familia con mi hermano — Habló Sango con un deje de tristeza.

La joven agachó la cabeza apenada — Disculpeme señora Sango.

— No tienes porqué disculparte, recuerda lo que hablamos — La alentó Kohaku, quien acababa de entrar. Se había mantenido fuera de la cabaña, por petición de la joven, pero no dudó en intervenir al escuchar las palabras de su hermana.

— Hermano — La exterminadora lo miró sorprendida.

— Yo apoyo la decisión de Rin, deseo su felicidad, y sé que esa está al lado de Sesshomaru — Todos lo miraron con la boca abierta, menos Kagome que ya se lo esperaba, desde que los dejó hablando en la cabaña.

— Vaya cuñado, has madurado mucho — Lo elogió Miroku.

— Si es lo que quieres, lo respetaré — Concedió Sango — Rin, sólo puedo desearte lo mejor, eres una buena persona — Le sonrió.

— Se lo agradezco, a todos.

— Date prisa mocosa, te dije que yo te llevaré hasta el castillo.

— Te prestaré a Kirara — Ofreció Kohaku — Irán más cómodos, mientras Inuyasha puede llevar el equipaje.

El hanyou asintió — Démonos prisa.

— Antes quisiera despedirme de los niños, y de la anciana Kaede.

— Bien, pero no tardes — Habló Inuyasha con tono fastidiado.

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— Rinnnn — Daiki le abrazó las piernas — No te vayas — Gimoteó.

— Mi niño, te prometo que regresaré, pero ahora debo regresar al castillo.

— Bien — Susurró resignado.

Los demás niños llegaron hasta ella, e imitaron la acción del pequeño hanyou.

Rin les dio un beso a todos, y les hizo la promesa de volver pronto, ellos aceptaron, aunque no muy convencidos.

— Anciana Kaede — La morena llegó hasta ella, para luego abrazarla — La voy a extrañar mucho — Confesó entre sollozos.

— Y yo a ti mi niña, pero recuerda que puedes venir a visitarnos siempre que lo desees — Besó su frente.

—Rin, apresúrate — Gritó Inuyasha impaciente.

Después de una despedida general, la joven se subió al lomo de Kirara y tomó a Kentaro entre sus brazos. La neko se elevó e Inuyasha empezó a correr. El regreso hacia el castillo dio inicio.

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Varias horas después llegaron al castillo, los guardias los recibieron, unos sorprendidos, otros alegres de ver devuelta a la joven humana. Pero ninguno pasó por alto la presencia del hanyou, muy parecido a su amo, no había que ser un genio para saber de quién se trataba. Inuyasha por su parte los miró con el ceño fruncido, detestaba ser el centro de atención.

— ¿Vas a entrar o no mocosa? — Espetó.

— Sí señor Inuyasha. Le agradezco que me acompañara.

— ¿Quieres que te espere?, Sólo por si el idiota de Sesshomaru no acepta que regreses.

— No se preocupe, estoy segura de que sí lo hará. Al menos eso espero.

— Bueno como quieras, cuidate — Le dirigió un rápido vistazo a Kentaro — Y al cachorro escandaloso también.

— Rin sonrió — Se lo prometo.

Al ver la silueta del joven desaparecer en el bosque, un sentimiento de incertidumbre la atacó. Su corazón latió más a prisa, y sus manos comenzaron a sudar. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Entró al castillo saludando a los guardias con su acostumbrada amabilidad, ellos no escondían el interés en el bultito envuelto por sábanas, que estrechaba en sus brazos, era fácil deducir por el olor, de quien se trataba, pero no era tan fácil de creer.

— ¿Rin? — Su padre adoptivo la miraba incrédulo. Desde el momento en que percibió su aroma, se encaminó hacia la entrada principal, no podía estar más feliz de verla allí — Princesa — Caminó rápido hasta ella — Oh mejor dicho milady — Le guiñó un ojo con picardía. Ella enrojeció al instante, por el doble sentido de esas palabras — ¿Qué haces aquí?, Creí que no volverías.

— Vine a hablar con el señor Sesshomaru, quiero volver a vivir aquí — Confesó.

— Rin — La voz de Naoko la hizo dar un respingo — Tenía tanto tiempo sin verte. Déjame ver al pequeño.

— Hola Naoko, me hiciste mucha falta — Sus ojos enrojecieron, quería llorar por la emoción.

La youkai se acercó a ella tomando a Kentaro en sus brazos — Es idéntico a Sesshomaru, excepto por las orejas — Sonrió — Es mejor que vayas a verlo rápido — Su semblante se torno serio — Está muy enojado, aunque también triste.

— ¿Triste? — La joven la miró incrédula.

— Sí — Contestó con aparente preocupación — Pero ya sabes que es tan orgulloso — Bufó — Pero ve, date prisa — La animó.

Rin sonrió, aunque no muy segura. Le daba cierto temor de que Sesshomaru la echara del castillo, eso supondría su tristeza permanente. Comenzó a caminar por el pasillo que la llevaría a la habitación del Lord, recordó vívidamente la última vez que había estado allí, y los colores le subieron al rostro, ante la caravana de imágenes que desfilaron frente a ella. Llegó frente a la hermosa puerta fusuma, y dudó un momento en abrirla, le temblaban las manos y las piernas, tomó una gran bocanada de aire y tocó. No pasaron más que un par de segundos, para que la fría voz de su amado demonio le diera el permiso para entrar. Había extrañado tanto esa voz, y eso que hace solo dos días que la había escuchado — Buenas tardes señor Sesshomaru — Hizo un enorme esfuerzo para que la voz no le temblara, igual que lo hacían sus piernas.

Él se mantenía en la misma posición de hace dos días, pero al escuchar la voz de la humana abrió los ojos y giró la cabeza en su dirección — ¿Qué haces aquí?— Su voz salió tan fría, que Rin sintió una punzada en su corazón, sería un milagro si la perdonaba, y le permitía regresar.

— Vine a quedarme en el castillo — Soltó sin titubear. Estaba consciente que había sonado muy atrevida, que corría el riesgo de que él la insultara, la echara, pero regresar era lo que más deseaba.

Sesshomaru enarcó una ceja. — ¿Volver?, Creí que te quedarías con el humano — Escupió con saña.

Ella agachó la cabeza — Me sentía con esa obligación, pero entendí que no lo haría feliz, ni lo sería yo tampoco, porque a quien amo es a usted.

Esa confesión le sorprendió, claro su rostro no lo expresó, pero sintió una calidez agradable en su pecho. Lo amaba, aún lo amaba, a él y no a ese repugnante humano. Sin embargo su orgullo se hizo presente, ella lo despreció. La miró con su acostumbrado rostro estoico — Puedes quedarte si así lo deseas, eres la madre de mi cachorro — Sentenció.

Ella enrojeció al escuchar aquello, dicho de sus labios sonaba tan bien, la madre de su cachorro, pero Rin lo conocía muy bien, y sabía el trasfondo de esas palabras, así que decidió atacar con la última arma que poseía — Kisho me dijo que usted… — Apartó la mirada, sus mejillas se tornaron más rojas de lo que ya estaban.

— ¿Qué yo qué?

— Que usted me había marcado como su compañera — Concluyó en casi un susurro.

Sesshomaru frunció aún más el ceño. Kisho era un entrometido, él era quién tenía que contárselo a Rin.

— No se enoje con él, por favor — Pidió juntando las manos sobre su pecho — Lo hizo porque pensó que nos haría un bien a ambos, sólo pensaba en nuestra felicidad — Las palabras escaparon de su boca sin siquiera pensarlo — Disculpeme — Se excusó con timidez.

— No tienes porqué disculparte. Es cierto lo de la marca — Pronunció con aparente indiferencia, pero atento a la reacción de la joven.

— ¿Por qué me marcó? — Soltó la pregunta de repente, aunque Sesshomaru no se sorprendió, claro no era como si él demostrara ese tipo de emociones, o muchas emociones en general. Hubo un tenso silencio, en el que la ansiedad mataba a Rin. Quiso comerse las uñas hasta quedar en carne viva, por un momento temió que su idea no funcionara.

— Te elegí como mi compañera. Mi instinto tomó control, te deseaba como tal — Era evidente que la confesión le causaba cierta incomodidad, él no era muy dado a las palabras, y menos a expresar sus sentimientos, y explicar sus acciones.

Rin lo miró con la boca abierta, esas palabras traducidas al idioma de Sesshomaru eran como decir un te amo, eres la mujer de mi vida. No supo cuándo ni cómo, pero una enorme sensación de felicidad la embargó, y sin pensarlo dos veces se lanzó a los brazos del Lord, que aún se mantenía sentado. En ese momento no pensó en las consecuencias, y lo besó.

Fue un simple roce, pero que a ella le supo a gloria, sólo cuando se separó de sus labios, se dio cuenta de la magnitud de lo que había hecho.

Palideció al contemplar el rostro del Lord a escasos centímetros, pero el susto no le demoró mucho, ya que se vio atrapada por la boca masculina, pero esta vez en un beso más demandante, él también lo deseaba, y esa revelación la hizo inmensamente feliz.

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— Es mejor que le vayas a decir al príncipe Inuyasha que Rin esta bien — Le recomendó Naoko a su compañero, mientras jugaba con el pequeño hanyou.

— Tienes razón, presiento que ese par se tardará mucho en salir de la habitación — Sonrió con malicia.

— Tal vez muy pronto tengas un hermanito — Le sonrió a Kentaro, mientras le hacía cosquillas, y el pequeño reía.

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Siete años después.

La paz se respiraba en el castillo del Sur, Asuka se había unido a Kyora, y tenían una hija de 5 años llamada Miyuki, era la luz de los ojos de sus padres.

Kohaku conoció a una joven, llamada Aimi, vivía en una aldea vecina, y fue amor a primera vista, según siempre contaba Miroku. Se casaron un año después de conocerse, y ahora tenían una niña de 3 años llamada Ayami, igual de hermosa que su madre.

Kagome e Inuyasha seguían juntos, criando a sus hijos, Daiki ya contaba con 12 años, y entrenaba a diario con su padre, que se sentía orgulloso de sus progresos. La pequeña Haruka también era muy fuerte, a pesar de su corta edad.

Ayaka y Akira las hijas de Miroku y Sango, ya eran unas lindas señoritas, que habían desarrollado la habilidad de exterminadora de su madre, y heredado la afición de su padre de engañar a cuanto incauto conocieran.

Kishiro, deseaba ser monje como su progenitor, y aparentemente tenía los dones de este, al igual que sus "mañas".

La anciana Kaede, había fallecido hacía un año, una noticia que sumió a Rin en una enorme tristeza, durante días.

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— Kentaro, es hora de comer — Le aviso Naoko.

— Ya voy nana — Respondió el pequeño, quién se encontraba entrenando con Kisho. Sin duda el joven príncipe, era poderoso como su padre, a sus escasos siete años, poseía una habilidad sorprendente para la batalla. Kisho se ofreció para entrenarlo, y Sesshomaru aceptó, con la condición de que cada cierto tiempo él lo pondría a prueba, y a la edad de diez años, se encargaría personalmente de su enseñanza. El cachorro avanzó corriendo hasta donde lo esperaba la youkai, seguido de cerca por Kisho.

— ¿Todo listo para el almuerzo? — Rin llegó al lado de Naoko.

— Sí mi niña. Ya está por llegar Sesshomaru — Señaló el cielo, donde escasos minutos después descendió el Lord, con su típica cara de indiferencia.

— Padre — Gritó Kentaro, al tiempo que corría a su encuentro. El aludido se agachó a su altura para que el pequeño lo rodeara con sus brazos, mientras él acariciaba su cabeza. Ese era un ritual entre ellos dos.

En la distancia Rin sonreía enternecida, sin duda alguna regresar al castillo, había sido la mejor decisión de su vida.

Príncipe y Lord, avanzaron hasta donde se encontraba la joven, quien abrazó y besó con dulzura a su hijo — Recuerda que mañana vendrá tu abuela a visitarte — Le dijo a Kentaro, mientras le tocaba la nariz, y él sonreía. Kentaro amaba a su abuela, y sin duda era el único que lograba robarle sonrisas sinceras a la Lady, era evidente que ella también lo quería.

Sesshomaru arrugó la nariz con desagrado. A pesar de la buena relación de su primogénito con su progenitora, él seguía siendo distante y frío, le fastidiaba tenerla cerca, pero solo cedía por petición de Rin.

El joven príncipe tomó la mano que le ofrecía Naoko, perdiéndose en el pasillo que llevaba al comedor, mientras Kisho les daba alcance.

Rin al ver la mueca de desagrado aún instalada en el perfecto rostro del Lord, decidió remediarlo besando su nariz, y lo consiguió al instante, vio como los tensos músculos del rostro se relajaban, así que decidió besar sus labios, siendo gustosamente recibida por los labios masculinos, y rió internamente, celebrando su victoria — ¿Sabes? — Les susurró aún contra su boca — Kentaro quiere un hermanito, creo que deberíamos intentar complacerlo — Le acarició la mejilla, y le sonrió de forma coqueta.

Sesshomaru entrecerró los ojos previendo sus intenciones, pero al instante esbozó una pequeña sonrisa altanera — Ya no es necesario intentarlo — Respondió.

La morena quedó congelada por un instante, luego llevó las manos instintivamente a su abdomen — ¿Estoy embarazada?— Preguntó en un susurro. Sesshomaru se limitó a asentir — No sabes lo feliz que me siento — Lo abrazó, mientras el acariciaba con ternura sus cabellos. En ese momento más que nunca, le agradecía a Kohaku el haberle ayudado a tomar la decisión que la llevó a su felicidad.

FIN

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Agradecimientos especiales a: maryamaya1976, gcfavela, Serenity usagi, Indominus Dea, Paloma, jezabel, claudy05. (No me molestó para nada tu PM, todo lo contrario, me hace muy feliz, saber que te tomaste el tiempo de escribirme. Te lo agradezco).

Hola mis queridas lectoras.

Pensé subir este capi temprano, pero me costó escribirlo más de lo que imaginaba, en especial la parte donde Sesshomaru le pide a Rin que vuelva, es muy difícil manejar las emociones del Lord, también la parte donde ella lo va a buscar y le pide volver.

Les confieso que pensaba hacer que Rin se fuera cuando él se lo pidió, pero ustedes me pidieron que lo hiciera sufrir, y quise complacerlas, aunque fue por corto tiempo. ñ_ñ

Sé que dirán que no se mostró taaan afectado, pero es Sesshomaru, y recuerden su forma de ser, en verdad no me gusta cambiar su carácter, porque siento que si lo hago muy expresivo pierde su esencia, que les confieso es lo que me encanta de él, claro a parte de su bellísimo rostro. Jeje.

En fin intenté crear un "todos felices por siempre", incluso para Asuka, y pues le di su media naranja a Kohaku, se lo merecía, por ser un buen chico.

Hay nuevo cachorro en camino. Siii.

Es el broche de oro para cerrar la historia.

Deseo de todo corazón, que el final les guste tanto como el resto de la historia, y nos veremos en mis siguientes fics.

Como siempre pido me dejen sus comentarios, para así saber su opinión.

Hasta la próxima.

Besitos.