¡Muy buenas a todos! Aquí estoy con un fanfic más, esta vez participa en el reto "221B el Musical" del foro I am shelocked. Como tiene que estar relacionado con la música de alguna manera, he decidido basarme en una de mis canciones favoritas: I can't believe that you're in love with me, de Frank Sinatra. En realidad no es suya la canción, sólo la versión, pero es mi favorita. Cuando la escuché buscando ideas para el fic, supe que tenía que usarla. Y escuchando la letra... Todo me vino solo (en total serán 5 capítulos contando el epílogo).. A continuación os he dejado la letra, y la he traducido al castellano por si hay gente que no sabe inglés. Dudo que algunas frases estén del todo bien traducidas, así que agradecería que me echáseis una mano con ello :D

Advertencias: Mystrade, un poco de acoso, y... La categoría que he puesto es "M". ¿Hace falta decir más?

Y sin más, os dejo leer.

PD: sí, ya sé que el prólogo es un poco corto. Los siguientes capítulos serán más largos, lo prometo.


Your eyes are blue, your kisses too. / Tus ojos son azules, tus besos también.

I never knew what they could do. / Nunca supe lo que podían hacer.

I can't believe that you're in love with me. / No puedo creer que estés enamorado de mí.

You are telling everyone I know, / Le estás diciendo a todo el que conozco,

I'm on your mind, each place you go. / Estoy en tu mente, cada lugar al que vas.

They can't believe that you're in love with me. / No pueden creer que estés enamorado de mí.

I have always placed you far above me. / Siempre te he puesto muy por encima de mí.

I just can't imagine that you love me. / Simplemente no puedo imaginar que me quieres.

After all is said and done, to think that I'm the lucky one, / Después de todo lo que se ha dicho y hecho, pensar que yo soy el afortunado,

Cannot believe that you're in love with me. / No puedo creer que estés enamorado de mí.

I have always placed you way up there above me. / Siempre te he puesto muy arriba por encima de mí.

Could never imagine that you love me. / Nunca podría imaginar que me quieres.

And after all is said and done, to think that I'm the only one, / Después de todo lo que se ha dicho y hecho, pensar que yo soy el único,

I can't believe that you're in love... / No puedo creer que estés enamorado...

Can't believe that you're in love... / No puedo creer que estés enamorado...

Can't believe that you're in love with me. / No puedo creer que estés enamorado de mí.


PRÓLOGO: ¿QUE TÚ QUÉ?

—Gregory, ¿estás bien?

—Perdona, ¿podrías repetir lo que has dicho hace un momento? Creo que he oído mal...

—He dicho que estoy enamorado de ti.

—No, no he oído mal—murmuró Greg para sus adentros.

No sabía si sentirse halagado, eufórico, asustado o humillado. Tenía que haber sospechado desde el primer momento en el que pisó ese restaurante que esa cena iba a ser distinta de las demás. Siempre habían sido cenas de amigos, o mejor dicho cenas donde dos personas se desahogaban hablando de la actitud de Sherlock o de los casos imposibles en los que se metía. De vez en cuando hablaban de sus gustos, intereses, o del insospechado aprecio que Mycroft sentía hacia los peces -¡tenía una pecera enorme en su casa! La había visto Greg con sus propios ojos-, y aunque era cierto que Greg se había visto atrapado desde la primera cena por la serena aunque interesante personalidad de Mycroft, jamás se había atrevido a soñar que él pudiera sentir algo parecido.

Por eso su primera reacción había sido quedarse completamente quieto esperando despertar en cualquier momento. Pero no ocurrió, ni ocurriría.

—No puedes estar hablando en serio—bromeó Greg dejando la servilleta de tela sobre la mesa, la misma a la que se había aferrado cuando Mycroft le soltó la bomba.

—Jamás bromearía con algo relacionado contigo.

Greg le miró a los ojos para ver si estaba mintiendo -¿siempre habían sido sus ojos tan azules?-, pero muy pocas veces le había visto así. Había dejado a un lado su sonrisa de político, ese leve fruncimiento del ceño, o ese alzamiento de cejas que le hacía parecer alguien de la alta nobleza, para sustituirlo por una leve sonrisa que llegaba a sus ojos brillantes de emoción. Su frente salpicada de pecas estaba por fin libre de arrugas de tanto arquear las cejas, y su pelo corto pelirrojo estaba tan impecable como siempre.

Cuanto más le miraba, peor se sentía. ¿Cómo podía un fantástico hombre como aquel fijarse en él? Con cada segundo que pasaba se convencía más de que tenía que ser una broma, o a lo mejor se había dado cuenta de sus sentimientos y le había dado pena. No sabía qué opción era peor.

—Lo siento, tengo que irme.

Greg se levantó bruscamente, tirando la silla en el proceso, y se dirigió lo más rápido que pudo hacia la salida. Recogió su abrigo del guardarropas y salió a la calle, prácticamente corriendo del pavor que sentía en su pecho. Sabía que le estaba dando un ataque de pánico pero no quería calmarse, quería salir corriendo hasta estar bien resguardado en su cama e imaginar que su amistad con Mycroft seguía intacta.

Sin embargo un tirón hacia atrás en el brazo le impidió seguir huyendo.

—¡Gregory, por favor, escúchame!—dijo un suplicante y jadeante Mycroft. ¿Mycroft jadeando? ¿Mycroft había corrido para alcanzarle? ¿Por él?—. Por favor, no te vayas.

—No quiero que te rías de mí—se defendió Greg completamente serio soltándose del agarre de Mycroft, pero no se movió del sitio.

—¿Reírme? ¿Por qué crees que me estoy riendo de ti?

—Porque es imposible que estés enamorado de mí.

Tras unos segundos y tras haber recuperado aire suficiente, Mycroft sólo pudo decir una cosa:

—¿Perdón?

—No me creo que estés enamorado. No de mí, por lo menos.

Otros segundos de silencio. En parte Greg se sentía orgulloso, era muy difícil dejar a un Holmes sin palabras.

—¿Perdón?—repitió Mycroft. Greg se dio media vuelta para irse pero Mycroft volvió a impedírselo—. ¿Por qué no me puedo enamorar de ti?

—¿Tú me has visto, Mycroft? ¿Realmente lo has hecho? Tengo casi 50 años, estoy divorciado, comparto piso con una familia de ratas, tengo un trabajo peligroso y más que absorbente, el pelo canoso, la ventanilla de mi coche no funciona bien... Tú estás muy por encima de todo eso.

—No, no lo estoy. Solo soy un triste y solitario miembro del Gobierno con un trabajo igual de absorbente que ha caído irremediablemente rendido a tus pies.

—Mycroft, por favor...—Greg no sabía muy bien qué le estaba pidiendo, sólo sabía que quería marcharse de allí y no tener esa conversación.

—No, escúchame, Gregory Lestrade—dijo Mycroft con un duro tono de voz—. Me has enamorado con todas tus cualidades y por quién eres. Deseo y necesito ser parte de tu vida, quejarme contigo de la ventanilla rota, acompañarte las pocas veces que tengas que ir a ver a tu exmujer, y ni se te ocurra decir nada malo sobre tu pelo porque cuando estoy contigo sólo soy capaz de pensar en pasar mis dedos por él.

Greg quiso reír ante eso último, pero contuvo las ganas. Mycroft estaba demasiado serio -y posiblemente enfadado- como para reírse. Además sentía un agradable calor en su pecho que no quería que desapareciera, aunque siguiera creyendo que todo era una mentira.

—Te quiero, Gregory. Estoy tan enamorado de ti, y solamente de ti, que haría cualquier cosa para estar a tu lado.

Estuvieron unos segundos en silencio, mirándose a los ojos. Las luces de un coche les iluminaron y sacaron a Greg de esa pequeña ensoñación en la que se había metido.

—Sé que tú también sientes algo, Gregory. Si no, no actuarías así.

—¿Me estás diciendo esto porque te doy pena?

—Por supuesto que no—Mycroft parecía levemente ofendido, pero en seguida se le pasó—. ¿Por qué no me crees, Gregory? ¿Qué tengo que hacer para que lo hagas?

Tenía miedo. Estaba aterrorizado, en verdad. Sabía desde hacía mucho tiempo que sus sentimientos por Mycroft eran comparables o incluso mayores a los que sentía cuando se casó. Y sólo había que ver cómo acabó, siendo engañado por un profesor de Educación Física. Jamás podría superar eso con Mycroft, además de que seguía pensando que pertenecían a ligas completamente distintas. Mycroft estaba en los primeros puestos de la Primera División, mientras que Greg era de la National League. Y por mucho que lo negara Mycroft, no iba a cambiar.

Mycroft estaba esperando su respuesta, pero Greg no sabía qué decir. Así que Mycroft tomó una decisión.

—De acuerdo, si no me crees te convenceré—dijo Mycroft con voz decidida.

—¿Perdón?—esa vez era el turno de Greg de quedarse sin palabras.

—Si no crees que esté enamorado de ti, te lo demostraré.

Sin decir nada más Mycroft se fue por donde vino, dejando a un Greg en estado de shock en medio de la calle.

—¿Qué acaba de pasar?—se preguntó en voz alta.