Disclaimer: None of this belongs to me. Thanks to the beautiful Josie, for letting me translate it. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a tufano79, solo me pertenece la traducción.


Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction

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Capítulo Ciento sesenta y seis

POV Edward.

—Para su próxima clase examinaremos las maravillas del sistema renal —canturreó mi asqueroso profesor de anatomía—. ¡Aprendan a amar sus riñones! No olviden que su práctica del sistema digestivo es el próximo día que tendremos en el laboratorio. Nos vemos la próxima semana. Buen fin de semana.

Guardé mis cosas y coloqué mi bolso sobre mi hombro. Mi compañero de laboratorio, un chico genio, llamado Harold, corrió hacia mí.

—Oye, Edward. ¿Quieres reunirte hoy para repasar las partes del sistema digestivo? El doctor Ross es asesino en sus exámenes prácticos —dijo, acomodando sus lentes gruesos.

—No puedo, Harold. Tengo cita en la fisioterapia y luego tengo planes con mi prometida e hija. —Me encogí de hombros. Sin mencionar que es viernes. Olvidé lo estresante que era ser estudiante a tiempo completo. De verdad ansío el fin de semana.

—No te irá bien en el examen si no estudias, Edward —regañó Harold.

Le dediqué una mirada asesina. ¿Este niño de veintidós años me iba a regañar por no estudiar?

—Detesto romper tu burbuja, pero tengo las notas más altas de la clase, Harold. Estoy bien. —Solté una risita—. Tienes razón, pero tengo que hacer otras cosas este fin de semana. Muchas cosas.

Esperaba poder hacerle el amor. Por favor, Molly. Dame de alta. ¡Por favor! Ella ya está de alta y quiero poder amar a mi prometida. Si no está muy cansada.

Marie era una bebé increíble, pero daba batalla en la noche. Estaba despierta cada par de horas, queriendo comida o cambio de pañal. Ya que todavía no comenzaba mis pasantías clínicas, tomaba el turno de la noche para alimentarla con biberón. Pero, Bella normalmente se levantaba con nosotros, limpiando y diciendo que se sentía culpable de que mi sueño se interrumpiera. Bella estaba con ella todo el día mientras yo estaba en clase. Tenía menos descanso que los tres combinados. Un día la encontré dormida frente al lavabo. Parada.

Pero este fin de semana estaba determinado a consentir a mi prometida. Era el fin de semana de su cumpleaños. Obviamente no podíamos viajar debido a mis clases, compromisos y nuestra hija, pero quería pasar un poco de tiempo de calidad con mi amor. Esta noche era la inauguración de Clear Waters, aunque Bella y yo no iríamos esta noche. Planeábamos ir mañana. Marie pasaría tiempo con su abuela Esme, abuelito Carlisle y papá Charlie en casa de mis padres. Tendría una pijamada.

Y si todo salía bien…

Negué, sonriéndole a Harold.

—Oh, si estás libre, ven a un bar nuevo. Está en Wrigleyville. Se llama Clear Waters. Trae a tus amigos. Tendremos la inauguración esta noche. Puede que te diviertas un poco. —Le di un folleto, promocionando la gran inauguración del nuevo y mejorado Clear Waters.

—Yo me divierto —dijo Harold, un poco molesto—. Pero este lugar sí suena genial. Tal vez lleve a mi novia. ¿Irás?

¿Harold tiene novia?

—No esta noche. Mañana. Si vas, mándame un mensaje de texto. Hasta luego, Harold. —Me despedí y caminé hacia mi nuevo auto. Como el de Bella, mi Mustang había sido incendiado por la explosión de la oficina de Bella. Me compré un Volvo S80, plateado con interiores de cuero. Era un auto muy lindo, pero increíblemente seguro. Con la carga más preciosa, mis dos chicas, Bella y mi maní, Marie, quería lo mejor y lo más seguro. Salí del estacionamiento, conduciendo hacia mi fisioterapia. Saludé a Molly al entrar y pasé de ella para ir a cambiarme a mi ropa de entrenamiento. No estaba ni cerca a lo que era, pero cada día me volvía más fuerte. Mi recaída en julio, el incendio de Bella y el nacimiento de nuestra hija me mantuvieron lejos de la fisioterapia. Cuando Bella y Marie estuvieron en casa, mi familia y mi anterior jefe me animaron a regresar. A regañadientes, lo hice. Odiaba estar lejos de mi prometida e hija, pero tenía que mejorar por ellas.

Pasé por mi sesión de hora y media con Molly. Ya podía correr sin sentirme como si tuviera un yunque en el pecho. Con una sonrisa traviesa, me dio los tan ansiados pulgares arriba. ¡Sí! Ya podía hacer el amor. Mi cuerpo ya no dolía luego de cada sesión y tenía mucha más resistencia. Finalmente, podía hacerle sentir a Bella el amor que le tenía. Era mi mejor amiga, la madre de mi hija, amante, confidente… mi todo.

La última parada que hice antes de ir a casa fue en una joyería. Le mandé a hacer a Bella un anillo por su cumpleaños. Era un anillo con todas nuestras piedras preciosas: zafiro, olivina, por Marie, y alexandrita por mí. Era un set de varios anillos de platino con las gemas en sucesión, apilables y elegantes para mi chica. Además del anillo, también planeé una vacación para ambos mientras yo estaba libre de la escuela. Sería nuestra luna de miel, una luna de miel familiar. Marie vendría con nosotros. Sabía que Bella no querría que estuviera lejos, así que tomé eso en consideración. Nos iríamos el día después de Navidad, regresando justo después de Año Nuevo. Iríamos a Santa Lucía para una escapada tropical.

También recogí el anillo de matrimonio de Bella. Era un hermoso diseño tejido. Combinaba bien con su anillo de compromiso y también por sí solo.

Cuando llegué a casa, escondí el regalo de Bella y encontré a mis chicas en la sala de entretenimiento. Marie estaba sobre su estómago, babeando profusamente mientras Bella jugaba cu-cú. Mi hija ahora sonreía genuinamente, sin ser precursor de un gas. Su dulce risa llenaba la habitación y mi corazón se saltaba latidos por el amor que les tenía a ambas.

—¿Cómo están mis chicas? —pregunté, sentándome en el suelo. La cabeza de Marie se volteó y chilló. Me recosté, tomándola para colocarla encima de mí y moviéndola rápidamente. Ella rio, extendiendo sus brazos para alcanzarme. La bajé hacia mi pecho, acariciando su suave cabello.

—¿Cómo estuvo la terapia? —preguntó Bella, su rostro sonrojado y sus ojos brillantes.

—Fabulosa —canturreé, maniobrando para poder estar sentado, sosteniendo a Marie en los brazos. Marie jugaba con mi camiseta, su rostro con una sonrisa torcida. Besé su frente antes de volver hacia Bella—. En más formas que una…

—¿De verdad? —preguntó, una lenta sonrisa mostrándose sobre sus hermosos rasgos. Su sonrisa se detuvo de pronto y presionó una mano contra su estómago—. Es genial. ¿Qué quieres para cenar? —Se levantó y me dejó sin más en la sala de entretenimiento.

¿Qué demonios acaba de suceder?