Nota de autora: Otro capítulo largo. Tengo conflicto de sentimientos porque este fic le queda capítulos aproximadamente más para que termine y no quiero que pase… pero bueno al fin podre sacármelo de la cabeza. Tengo a los mejores lectores del mundo, gracias por su apoyo. ¡Gracias a Sweetcandy, aynaziz, Lirio-Shikatema (¡es bueno tenerte de vuelta!) y a Dsalas por sus reviews! Me tarde menos esta vez porque ya tenía preparado este capítulo desde hace mucho tiempo. ¡Espero lo disfruten! Manténganse a salvo y cuiden a los que los rodean. Los quiero.

Capítulo 41: Rehabilitación.

Tres meses después.

El tiempo se escurría entre sus dedos como fría arena. Los segundos, los minutos, las horas seguían fluyendo. Escapándoseles de las manos. La vida seguía su curso, el viento soplaba, el sol se ocultaba, la luna salía, la lluvia bendecía la tierra, una y otra vez. Estaban atrapados en un frustrante ciclo de silencio que no podían romper. Soledad. Antes de conocerlas era a lo que estaban acostumbrados tener. Solo ellos mismos, silencio y tranquilidad. Después de ellas solo quedaba una pregunta: ¿Ahora qué? Tenían a su familia, amigos, trabajos bien pagados, potentes carros, mansiones… gozaban de todo aquello que una persona promedio solo podía soñar con tener. Más no estaban satisfechos. Ellas trajeron anarquía a su mundo, tomaron sus viejos hábitos y los destrozaron sin piedad debajo de sus pies. Luego los tomaron de prisioneros sometiéndolos a direcciones que no deseaban ir. Molestándolos, provocándolos, animándolos, atrayéndolos, cautivándolos, guiándolos a su mortal trampa. Al darse cuenta de la magnitud del caos que traería su abandono, ya estaban ahogándose en la agridulce miel de sus encantos. Haciéndolos cruzar por una cruda rehabilitación. Abandonándolos en tan mal estado emocional, provocándoles un vacío que no debería de estar ahí, obsesionándolos con su presencia y cortándoles su suministro de tajo. Pasaban los días hambrientos de ver su figura cruzar por una puerta, escuchar sus voces flotar en el aire y que sus sonrisas les permitieran respirar con paz. ¿El hecho que eran ángeles era lo que los tenía tan embrujados? Más de una vez olvidaron que lo eran. Cada uno la extrañaba de sobre manera. A veces solo vagaban por la ciudad portando aquel abismo dentro de sus pechos, caminando con pasos ligeros y sin importarles a donde llegarían. Hubo una vez que se encontraron en la mitad de la calle. Fue como mirarse a un espejo, pues ambos tenían la misma melancólica y vacía mirada la cual querían enmascarar con una falsa seriedad. Desde esa última noche que hablaron por teléfono, no se habían cruzado palabra alguna. No había rencores entre ellos, pero sabían que si se reunían solo intensificarían la carga con la que estaba lidiando cada uno. Optaban por seguir con su rumbo sin perturbar al otro. Conocerlas había transformado cada aspecto de su vida por completo, que regresar a ella les sonaba mal.

Dio una fuerte bocanada de aire. Otra noche que despertaba sudando debido a la misma escena que estaba marcada con fuego en sus pupilas. El esbelto y plateado cañón apuntando hacia la frente de Tenten. Luego el estruendo. Después de eso, le era imposible conciliar el sueño. Colocó su mano sobre su frente mientras controlaba su propio ritmo cardiaco. Había pasado con tanta frecuencia, que se vio obligado a agendar una cita en aquella oficina. Solía llegar ahí durante su descanso. Le era de mucha ayuda para liberar la pesadez mental que arrastraba desde ese día.

— ¿Cómo se siente hoy, señor Hyuga?

El recién mencionado estaba viendo al vacío. Casi llegaba ahí automáticamente, no recordaba ningún otro detalle de su camino hacia esa oficina. Era acogedora, de colores mate y el mueble en el que estaba sentado era bastante cómodo. Enfrente de él, estaba un hombre de chaleco negro, camisa blanca, pantalones grises y lentes redondos que tenía entre sus manos una libreta. Listo para apuntar cualquier detalle que el joven empresario le revelara.

— Supongo que bien. —Exhaló desganado.

— ¿Qué es lo que le agrega el "supongo" a su estado?

— Creo que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que me he sentido verdaderamente bien.

— ¿Ha intentado hacer cosas nuevas?

— Mi trabajo me limita mis opciones.

— ¿Qué tal el trabajo?

— Está bien posicionado ahora, el personal es excelente, el rendimiento es bueno y recursos humanos no se ha quejado. Es lo único que me ayuda a mantener mi mente ocupada.

— ¿Por qué quiere tener la mente ocupada?

El ojiperla negó ligeramente con su cabeza y alzo su mano un poco.

— De repente comienzo a pensar en tonterías. La única manera de mantenerme cuerdo es trabajando y cansándome hasta el punto de fatiga para ya no pensar.

— ¿De nuevo tuvo esa pesadilla?

Neji bajó la mirada.

— Sí.

— Al parecer esa escena le ha generado un grave trauma —el hombre despegó sus ojos de la libreta—. Dígame la verdad, ¿presenció dicho acontecimiento?

Neji hizo una pausa. Intento contener su respuesta, pero esta de todos modos se escabulló de su boca.

— Solo fue una pesadilla.

El terapeuta lo contempló en silencio.

— De acuerdo. Es evidente que dicha escena le genera estrés tan pronto se encuentra con ella, por algún motivo su mente insiste en traer esa imagen a su memoria. Ficticia o no, tiene que conversar sobre ello. ¿Acaso siente algún remordimiento con la persona afectada en su pesadilla?

— Creo que sí.

— ¿En qué sentido?

El empresario mantuvo sus labios sellados. Todavía estaba trabajando con eso de compartir sus sentimientos a terceras personas. Simplemente era algo que no solía hacer.

— Siento que por mi culpa paso por mucho dolor.

— ¿Usted la afecto directamente? ¿Con su propia mano?

— No. Solo… la invite a un sitio y algo horrible le ocurrió después. Si no lo hubiera hecho…

— Lamento interrumpirlo señor Hyuga, pero tiene que mentalizarse esto. A cada individuo le suceden acontecimientos, buenos y malos. No podemos proteger a nuestros seres queridos de las sorpresas de la vida. Por más que lo queramos o se nos adviertan sobre los riesgos, esas cosas pasan. Usted en esta pesadilla es solo un tercero. No el autor ni el afectado. No es sano culparse de algo que no estuvo en sus manos. Tiene que convencerse a sí mismo de que usted no fue el culpable. La persona que sale en su sueño, ¿le ha tirado la culpa de lo que le sucedió?

Como imágenes fugaces recordaba como salían palabras hirientes de sus labios, impulsados por desprecio y miedo. Tenía razón. Esos sentimientos no eran suyos para corresponderle. La castaña nunca lo señaló con el dedo cuestionándole porque había permitido tal cosa. Solo era él mismo señalando a su reflejo, cuestionándose porque no era capaz de proteger a los suyos. Cuestionando como era posible que careciera de poder y fuerza para hacerlo. Primero su padre, luego ella.

— No.

— Entonces tiene que trabajar con su propia imagen. De haber podido cambiar algo, lo hubiera hecho si estaba dentro de sus posibilidades. Una de las conclusiones que he llegado con usted, es que da a manos llenas y poco le importa su situación actual. Es normal que quiera cargar con el mundo, algunos días podrá hacerlo, otros días sus hombros estarán cansados… No debería de dejarse aplastar con responsabilidades que no le pertenecen. Está bien que busque ayudar a los demás si quiere, pero hágalo sin comprometer su propio bienestar. Si no estuvo envuelto en los roles principales de la situación, no lo queda de otra que soltar la culpa y repetirse que eso estuvo fuera del alcance de sus manos. Ahora cuénteme, ¿Qué sucedió con la mujer afectada después de la situación traumática?

Neji omitió ciertos detalles sobre lo que sucedió esa noche por temor a que le diagnosticaran demencia si lo hacía. Relató superficialmente la situación. La chica lo acompañó a dicho evento, la privaron momentáneamente de su libertad y la hirieron gravemente. Sin ir a más detalles. Sin revelar la verdadera naturaleza de la castaña.

— Estuve pendiente de ella. Sentí que era mi responsabilidad pues la expuse a esa situación.

— Y ¿ella cómo reaccionó ante eso?

— No muy bien. Se volvió… distante. Comprendo que tenía que lidiar con sus emociones, pero no volvió a ser como antes.

— La relación que tiene con esta persona, ¿era meramente amistad o tiene una relación amorosa?

Le era fácil admitir que perseguía la compañía de la ángel. Cuando comenzó a evitarlo, envidiaba que le regalara su atención a otros menos a él. Su ausencia le recordaba constantemente lo bondadosa y cálida que podía llegar a ser, aunque a veces llegaba a ponerlo al borde de su paciencia. Una sonrisa suya era suficiente para perdonarle todo. Una vez que la fragmentaron, no dejaba de cortarse las manos por intentar volverla a armar. Celos, ambición, desvivirse por su bienestar, quería atarla a él. ¿Qué otro nombre podría tener?

— Desee algo más, pero no se dio.

— ¿Se arrepiente por la culpa de lo que sucedió o por lo que no se dio?

Esa pregunta le dio como un doloroso clavo en el corazón.

— La respuesta a eso sigue siendo algo confusa para mí.

— De acuerdo —exhaló—. Por ahora solo le recetare unas pastillas para que le ayude a conciliar el sueño cada vez que esa pesadilla vuelva a despertarlo. Este medicamento no causa adicción. ¿Seguro que quiere agendar la próxima cita hasta en un mes?

— Sí.

ooo

Cumplía con sus labores, día con día, a tiempo como debía ser. Consiguiendo que lo llamaran como el brillante futuro de los Nara. En verdad él solo quería liberar su tiempo para escaparse al Roof Garden de la empresa y contemplar las nubes. Solo ahí, se dedicaba a pensar únicamente en ella. Sacando una a una las puntadas de la herida de su partida. Imaginando las palabras que le diría si pudiera volverla a ver, ¿sería capaz de encontrar las palabras correctas para enmendar el daño? Si continuaba viendo las nubes, ¿podría verla pasar por ahí? Claro que las cosas no funcionaban así. Suspiró. Neji al final tuvo razón. Temari era una de esas personas que se ganó su confianza y cuando menos se lo espero, se marchó dejándolo con nada. No hablaba de lo material, sino del vacío que le dejo en su pecho. Cada día que pasaba le parecía interminable. Quería evitar llegar al silencio de su hogar, quería evitar al momento en que sus pensamientos lo abordaban hasta desvelarlo. Dentro de él, deseaba verla salir de una habitación, dando vuelta en el pasillo o sentada en su lugar favorito para leer. Escucharla pronunciar su nombre, molestarla un poco solo para lograr hacerla sonreír o mejor aún hacerla reír. Extrañaba su actitud áspera que se tornaba dulce cuando se le acercaba y recibir su calidez cada vez que la abrazaba. Anhelaba que con tan solo estirar su mano, lograra tomarla de su muñeca y jalarla hacia él. Ser poseído por los luceros de sus ojos, tomarla del rostro… Todo eso se había vuelto inalcanzable para él. ¿Algún día obtendría su perdón? ¿Algún día volvería? ¿Pensaría en él, como él pensaba en ella? Sus pupilas seguían sumergidas en el eterno azul celeste del cielo, donde lentamente las nubes transitaban impulsadas por el mismo viento. Una llamada interrumpió su momento de contemplación. Miró la pantalla y contestó.

— Bue-

— ¡Shikamaru! —Estalló entusiasta la voz de la fémina— ¿Sabes que Choji regresa mañana?

Esa noticia le arrebato una sincera sonrisa.

— ¿Enserio?

— ¡Sí! ¿Qué tal si vamos a cenar los tres juntos como los viejos tiempos?

— Me parece bien.

— ¡Excelente! Te vemos entonces a las 8 pm en el restaurante de siempre. Oye, por cierto. Te iba a pedir un favor. Perdón por no pedírtelo antes, pero recuerdas el vestido que le preste a Temari, ¿aún lo tienes?

Escuchar su nombre estrujó su corazón y borró la repentina alegría que lo había abordado. Exhaló la repentina tensión que apretó sus hombros.

— Sí.

— ¿Podrías llevármelo mañana?

— Claro.

— ¡Gracias Shikamaru! Hablamos luego.

Ino colgó la llamada. Las noticias habían sido excelentes por supuesto, tenían un año entero sin ver ni saber de Choji, pero le dieron un sabor amargo cuando mencionó el vestido de la OAPK. Su corazón se aceleró. Esa prenda debía de estar en el cuarto que la ángel solía utilizar. El cuarto que había estado evitando entrar desde el día que se marchó. Sus preocupaciones se fueron acumulando. Después del trance que había entrado la rubia, aquel vestido había quedado arruinado con todo el lodo y sangre que se había impregnado a él. Ni hablar del tiempo que había pasado desde ese incidente. Shikamaru solicitó salir antes del trabajo para poder llevar el vestido la tintorería y ver si podía rescatarlo. Mientras conducía los nervios lo comenzaron a invadir. Por meses no había tenido el valor de girar esa perilla. Esa habitación estaba plagada con su esencia, con cadenas que lo jalarían de nuevo a su punto de aflicción. Tarde o temprano tenía que enfrentarlo. Una vez que llego a su hogar, subió al segundo piso y se detuvo enfrente de esa puerta. Eso fue suficiente para que las imágenes de las incontables veces que se la topó detrás de ella resurgieran de sus recuerdos. Tomó la perilla con determinación y la abrió. Esa área que antes no tenía importancia alguna se había vuelto el espacio de Temari, el cual lleno con detalles y artículos que ella usaba. Le fue inevitable que sus ojos deambularan libremente en ese cuarto. En la mesa de noche estaba un empolvado libro que aguardaba por el retorno de la rubia y sobre su cama estaba aquel panda de peluche que le ganó en la feria. A pesar de conocerla por poco tiempo, abrir esa puerta desencadenó un sinfín de memorias con ella. Sacudió su cabeza. Solo necesitaba el vestido y saldría de ahí. El cesto de ropa sucia estaba vacío, no estaba en el suelo ni debajo de su cama. Fue al armario y lo abrió, topándose con la ropa de la chica que estaba doblada o colgada en su interior. Un gancho con una gran bolsa transparente le llamó la atención. Lo descolgó y descubrió la prenda que sostenía girándola enfrente de él. Era el vestido que buscaba y para su sorpresa estaba impecable. Sintió una presión dentro de su pecho. Tuvo que sentarse en la cama porque presentía que estaba al borde de derrumbarse de nuevo. Lo lavó. Ella lo lavó. Siempre buscaba enmendar cualquier problema que provocaba sin que nadie se lo pidiera. Extendió el vestido sobre la cama, frotó con sus dedos sus cejas y sus ojos se le cristalizaron.

"Temari"

Puede que su nombre haya estado ausente de sus labios, pero era predicado con frecuencia en su mente. El arrepentimiento se acercó por su espalda y se apoyó en sus hombros. Ahí mismo se cuestionó las posibilidades de que hubiera sucedido si hubiera mantenido el libro en secreto. Al posar sus pupilas en ella, su visión se cerraba como un túnel y al final de este solo veía su figura. En muchas ocasiones se atrapó a sí mismo coqueteándole discretamente y descaradamente. Tratando de desalentarse, se esforzó en encontrarle algún defecto, pero no contó que al encontrarlos se obsesionaría más con ella. La Sabaku desde el principio trazó los límites y levantó sus muros. "Mantente a raya" le advirtió entre dientes. Desafortunadamente, aquel juego de conocerse se volvió atractivo también para ella. Cedía sutilmente, correspondía sus acciones, lo contemplaba detenidamente mientras él jugueteaba con las circunstancias, logrando acercarse peligrosamente a ella. Corroborando la tremenda química que surgía entre los dos. Condenándolo a probar el adictivo veneno de sus labios, liberando sus manos para que se pasearan por su figura y alimentar sus deseos con el tacto. No estaba satisfecho, anhelaba más. Dejo caer su espalda sobre su cama. Temari, la mujer más fría, testaruda, problemática y fuerte que había conocido. Aquella que hizo que las lágrimas inundaran sus orbes aqua marina al contarle ese trágico secreto. Sabía que entrar a esa habitación solo iba a traer a la vida al fantasma de su imagen, el cual lo ayudaba a sufrir en soledad.

"Detente. No volverá"

Se arrastró hacia a su almohada y ahí se recostó. El aroma de su cabello seguía impregnado en esta. Se la imaginó recostada junto a él, con sus dorados mechones interfiriendo entre su hermoso rostro y su mirada. Numerosas veces le pidió disculpas a la imagen de su mente. No la culparía si no regresaba, lo único que le daría paz seria que supiera que verdaderamente lamentaba lo que le había ocurrido.

Se encontró con Ino en el estacionamiento del establecimiento. Estaba maquillada, con un top blanco que exponía su ombligo y una falda larga morada que se ajustaba a su figura. Ella lo recibió con una amplia sonrisa y el joven empresario le entrego la prenda que colgaba de su antebrazo.

— Espero no se haya lastimado mucho, sé que los usas en tus pasarelas.

— Mientras haya trabajado su debida magia no me importa repararlo —alzo las cejas con picardía. Shikamaru le sonrió efímeramente y esperó a que lo guardara dentro de su coche—. Vamos que nos está esperando.

La Yamanaka, jalándolo de la muñeca, lo guio dentro del restaurante. Este no era extraordinario, solo era un lugar que solían frecuentar durante la preparatoria. Les agradaba porque su encanto propiciaba que tuvieran las mejores charlas mientras cenaban, sin mencionar que la comida era buena y para nada costosa. Se encaminaron a su mesa favorita y tal como lo había mencionado la rubia estaba un rostro familiar esperándolos.

— ¡Choji! ¡Que gusto verte!

La de orbes zafiros se le lanzo al cuello del recién mencionado, quien se paró para recibirlos. Igual de entusiasta, el castaño le correspondió el abrazo cargándola entre sus brazos y girando sobre sus pies con ella. Él era igual de alto que el Nara, de complexión ancha, tenía un nuevo corte de cabello y se estaba dejando crecer una barba de chivo. Usaba una simple camisa roja y unos pantalones holgados grises. Shikamaru lo notó más sonriente que otras veces, lo que le brindaba una gran sensación de alivio.

— ¡Te ves muy bien!

— ¡Tú no has cambiado nada, Ino! —La bajo al suelo. Giró a su derecha y tomó la mano extendida del Nara, para jalarlo y darle unas fuertes palmadas en la espalda—. ¡Hola amigo!

Los tres se sentaron en la mesa.

— ¿Cómo te ha ido, Choji? Cuéntanos todo. —Dijo la rubia.

— Bien —se rascó la cabeza con entusiasmo—. Aunque temporalmente estoy en Kumogakure, me he adaptado muy bien. Siempre esta nublado y el clima es agradable. Si alguna vez van a visitarme podría llevarlos a los mejores lugares de allá.

— Me da gusto. ¿Qué tal te han tratado allá? Me imagino que excelente porque casi no contestas los mensajes del grupo. No me sorprendería que te hayas olvidado de nosotros. —Cruzó los brazos fingiendo estar ofendida con él.

— ¡Claro que no! —desvió la mirada avergonzado—. Es solo que he estado algo ocupado y me he entretenido con otras cosas.

— Acaba de llegar Ino, —rió el Nara— no seas tan dura con él. Entonces, ¿pedimos lo de siempre?

— E-esta vez no chicos, —atrajo la súbdita atención de sus amigos— estoy cuidando mi alimentación.

— ¡¿Qué?! —Casi se sube a la mesa la sorprendida rubia— ¿Te sientes bien?

— Sí. Hace poco conocí a una chica y quiero llamarle la atención.

Parpadearon incrédulos ante la noticia.

— ¿Una chica? ¿Tienes foto?

— Nos seguimos en redes sociales —sacó su celular y comenzó a buscar en sus aplicaciones—. De hecho es mi compañera de traba-

Ino le arrancó el celular de las manos y comenzó a ver las fotos del perfil de la chica, permitiendo que el Nara también la observara. Era una mujer de grandes labios, piel morena, pelirroja y de brillantes pupilas doradas.

— Es muy guapa. —Comentó su amiga en lo que continuaba viendo sus fotos.

— Vamos Choji, no tienes que sacrificar cosas que te gustan para impresionar a alguien —cruzó sus brazos sobre la mesa—. No puedes pretender ser alguien que no eres toda la vida. Si no te acepta por quien eres, entonces no vale la pena.

— ¿De cuando tú eres consejero del amor? —Frunció el ceño la Yamanaka aun con el celular ajeno en su mano—. En cuanto punto de vista femenino soy la mejor dando consejos.

— ¿Tengo razón? —Alzó la ceja.

— Bueno —razonó un poco— sí. Pero es lindo que lo intente. Entonces planeemos tus siguientes movimientos cuando regreses y garantices una cita con esta dama. Primero analizaremos sus gustos. No sabes cuanta información puedes sacar de alguien con tan solo mirar su perfil 5 minutos.

El empresario sonrió al ver a sus dos mejores amigos conviviendo como los viejos tiempos. Su amistad era muy peculiar y no se hubiera dado si sus padres no hubieran sido tan buenos amigos entre ellos. Ino era la más codiciada y popular en toda la escuela, Choji se la pasaba siempre en la cafetería hablando de videojuegos y la pereza en persona solo se enfocaba en buscar los mejores lugares para tomar siestas entre y durante las clases. Desde que eran pequeños eran forzados a acompañar a sus padres a sus largas reuniones, de las cuales solían escapar para poderse entretener el resto del día con cosas más divertidas. Gracias a eso nació su sincera amistad. Cada uno de ellos podía estar en líos diferentes, pero siempre se reunían para compartirse anécdotas y reírse a carcajadas de ellas. De repente el Nara percibió que Ino le acercó con su mano una imagen sobre la superficie de la mesa. Su expresión cambio ligeramente al reconocerla y alzó la mirada hacia la rubia cuestionándole el motivo de su acción.

— ¿Me autorizas usar esta foto como publicidad?

La vida sí que era experta para tirarlo de rodillas cuando estaba herido. ¿Porque tenía que mostrársela en ese momento? Justo la noche anterior tuvo que pasar por un mal momento al profanar su habitación, aquella foto era la cereza del pastel de su agonía. Era esa de cuando estaban apenas ingresando al evento, donde la ángel lucía como toda una diosa en ese vestido negro y el empresario la acompañaba, sujetándola para que se mantuviera cerca de él. Trato de moldear su rostro para pretender tranquilidad y dar una respuesta amigable a la de orbes zafiros.

— Claro.

— ¿Tú crees que le moleste a Temari?

Choji repitió ese nombre en su mente y miró a Shikamaru. Este alzo los hombros con indiferencia y le dio un trago a su té helado.

— No lo creo, ¿cómo la conseguiste?

La Yamanaka sonrió triunfante.

— Investigue cuando los días de exclusividad del evento terminarían. Tengo buenos contactos y me consiguieron todas las tomas —"¿Hay más?" se preguntó en sus adentros el joven empresario—. Fueron mis mejores modelos de ese lugar, hasta pareciera que les hubiera pagado por lucir tan bien ante las cámaras. Esta imagen va a primera plana y créeme me traerá ganancias, pero —la rubia borró su sonrisa— ¿entiendes que va a suceder si publicó esta foto, verdad? —rebotó las yemas de sus dedos un par de veces sobre la fotografía.

— Paparazis y preguntas —asintió el Nara—. Lo sé.

— Si no quieres que te molesten entonces me abstengo de publicarla.

— Estoy acostumbrado, Ino. No te preocupes. Me ayudaste ese día, así que toma esto como mi manera de devolverte el favor.

— Esta bien, —sonrió ampliamente la de orbes zafiros— puedes quedarte con esa foto. Tengo varias copias. Luego te paso las demás. —Le guiño el ojo.

— Gracias. —Tomó la imagen y la guardó en el bolsillo interno de su saco.

— Bueno, ahora vengo. Necesito ir al tocador.

Ino se retiró de la mesa. Tenía que cambiar su enfoque mental en ese momento, no iba a romperse frente a su amigo que había llegado de tan lejos solo para verlos. Aparto la reciente información de su atención y levanto sus pupilas para toparse con Choji que lo miraba fijamente.

— Así que —rascó ligeramente la superficie de la mesa con sus uñas—. Temari. Sí que me he perdido de mucho —cursó los brazos sobre la mesa y miró un poco preocupado al Nara—, ¿te encuentras bien?

Shikamaru sonrió rendido. Ante los ojos de su viejo amigo era tan transparente como un cristal. Podía engañar todo el tiempo a la Yamanaka, pero nunca a quien lo conocía como la palma de su mano.

— Nada de qué preocuparse.

— ¿Quieres hablar sobre eso?

— Otro día será.

ooo

El Hyuga continuaba con su estricta rutina, ir al trabajo, asistir a sus reuniones, tomar decisiones, ser felicitado por su ambición y sus grandiosos resultados. Si su vida se tratara únicamente sobre el trabajo, esta sería perfecta. Más no lo era. Día con día, el vacío de su rutina se hacía notar. Estaba llegando la hora para cerrar, sin embargo continuaba en su oficina trabajando en su computadora personal. Todo iba bien hasta que una notificación que iluminó la pantalla de su celular demandó su atención. Advertencia: memoria llena. Necesitaba descargar una información que le habían mandado por ahí, pero ese problema se lo impedía. Sacó un cable, conectó su móvil con su laptop y comenzó la purga. Eliminó conversaciones viejas, mensajes de voz, mensajes de texto, documentos obsoletos, brincando de carpeta en carpeta analizando que se iba y que se quedaba. Hasta que una imagen lo detuvo en seco. "Selfys" escuchó resonar en su cabeza con su voz. Encontró las fotos que Tenten había tomado dentro de la cabina de la rueda de la fortuna. El tedio del rostro del empresario era evidente, pero ella estaba sonriendo en cada una de ellas. Divirtiéndose de colmarle la paciencia al ojiperla. Ahora su vida carecía de esa dosis de sus preguntas sobre cosas cotidianas y de que su entusiasmo, alegría y curiosidad distrajeran su atención sobre sus metas laborales. En cuestión de días, ella hizo un montón de cosas buenas por el empresario, en cambio él no había logrado impactar positivamente a la ángel. El hecho de no haber logrado despertar esa chispa de alegría que siempre destellaba la castaña lo picoteaba en su interior. Fue testigo de las facetas más oscuras de la chica. La vio llorar, la vio romperse en mil pedazos, la vio gritar y vio cómo su alma se desgarró enfrente de él. No invadía su espacio por temor de que la traicionara, de que la apuñalara por la espalda y le pusiera un precio a su cuerpo. Desde su partida le pesaba la inmensidad de su casa, sofocándolo con tanto espacio y con la ausencia de alguien con quien compartirla. Continúo retrocediendo en el tiempo con las imágenes. Reviviendo los recuerdos del evento, del festival, de la montaña, de la playa… todas esas fotos que le enviaron sus amigos donde exclusivamente salían los dos juntos. Fue guardándolas en una carpeta y solo conservó una de la feria en su celular. Una donde salían los dos, casi mejilla con mejilla, él tratando de no salir con el ceño fruncido y ella salía con su radiante rostro y brillantes pupilas de chocolate.

Observó la foto por un tiempo. Trayéndole un hecho a la mente. Le quito la funda a su celular, liberando de su rígida prisión aquel papel rasgado que tenía impreso la imagen de Tenten. "Deshazte de ella también", le suplicó. No. No quería hacerlo, no prendería en fuego lo único que le quedaba de ella. Hacerlo sería condenar sus recuerdos al olvido. El empresario extrajo su cartera de su pantalón, la abrió y donde estaba su licencia de conducir, la cual estaba detrás de una película transparente, guardó la fotografía. Como pordiosero aceptaría cualquier migaja de ella, un poco de atención, con tan solo que le dirigiera la palabra sería suficiente. ¿Lo sería? ¿Escucharla sería suficiente? No. Quería que le dijera nuevamente buenas noches, que continuara llenando la memoria de su celular con imágenes de ella, que quisiera pasar más tiempo con él, que lo jalara a sus problemas, que lo colocara en situaciones que no eran de él, que se molestara por su actitud grosera ante las personas, que se acercara hasta el punto de tocar su piel … Ambición. Su más grande ambición. La fortuna más grande que no podría poseer. Tentando sus pupilas, bailando a su alrededor, acariciando seductoramente sus hombros y… se fue. Estaba cansado. Apagó y cerró todo. Condujo de regreso a su casa, estacionó su coche, abandonó sus pertenencias dentro de este y abrió la puerta. Fue a su cocina y de su bodega personal saco una botella de whisky. En lo que se servía una cantidad desmedida de licor puro dentro de un vaso, arrojó su saco y corbata a un sillón de su sala. Estaba harto. Le mandó un mensaje pidiéndole apoyo a Lee de que se hiciera cargo de la empresa el día siguiente y sin esperar a que se lo confirmara, votó su celular a la mesa y de una sola sentada se acabó todo el contenido del vaso.

— ¡Mierda!

Volvió a servirse la misma cantidad, pero esta vez le dio un trago moderado. Su garganta le quemaba, mas no podía aflojar el apretado nudo que esta tenía. Sentía rabia. Ahogó de nuevo sus sentimientos con licor. Viendo al vacío, apoyo su codo sobre la barra y cubrió con la palma de su mano su frente. El tiempo transcurría. Trato de imaginarse como se veía en ese momento y dibujo una sonrisa entre sus labios.

— Aquí estoy. Tal como me lo dijiste. Solo.

Le dio otro gran trago a su vaso. Consiguiendo que el alcohol comenzara a transitar por sus venas. Pegó el frío cristal de su bebida a su frente, sintiendo pena por sí mismo. Era una basura. ¿Cómo le podía estar afectando tanto que se fuera? ¡No la conocía!... pero vivió su muerte. La vio, presenció lo que le sucedió. A esa chica que representaba la pureza misma, su alma fue manchada con la peor oscuridad del mundo y no se lo merecía. Dio otro corto trago. Tenía más derecho de vivir que cualquier escoria que vagaba en libertad. Unos leves golpes rompieron con su martirio. Se levantó sorprendido. Estaban tocando la puerta. Tratando que el alcohol que tenía en su sangre le impidiera caminar, se fue con cuidado hacia la entrada de la mansión. ¿Podría ser ella? ¿Había vuelto? Con mucha prisa abrió la puerta. Fue tanta la decepción que sintió al averiguar quién era que casi le azota la puerta en la cara. El muchacho lo detuvo mucho tiempo antes de que lo hiciera, interponiendo su pierna y su brazo antes de que lo dejara afuera.

— Lee me llamó —examinó el estado del empresario—. Está muy preocupado por ti. ¿Puedo?

Su pregunta sobraba. Era claro que no iba permitir que cerrara la puerta sin que él estuviera adentro. Dejo que pasara de muy mala gana y el abogado cerró la puerta detrás de él.

— Supongo que estabas tomando. —Se pasó el dedo índice por debajo de la nariz con una leve sonrisa.

El Hyuga regresó a su bar personal, sacó un vaso extra para aquel intruso, agregó unos hielos y vertió el whisky sobre estos. Los dos se sentaron a un lado del otro en la barra de la cocina. El rubio no lo había visto así desde que su padre murió. Tomó su celular para responderle a Lee que todo estaba bien y luego lo dejo. Agarró el whisky y lo acercó a su boca.

— ¿Las cosas con Tenten terminaron mal? —Dio un sorbo al amargo brebaje—. Uf, es bastante fuerte. —Hizo una mueca al sentir el líquido en su garganta.

Neji se mantuvo en silencio viendo al vacío. En verdad prefería estar solo. Por el modo en la que estaba tomando ya se encontraba bajo los efectos del alcohol. Bueno, si ya estaba poniendo en práctica eso de compartir sus sentimientos con el terapeuta, que más daba si era el Uzumaki quien lo escuchara.

— Se fue. —Terminó de nuevo el contenido de su vaso y lo bajó de golpe sobre la mesa.

— ¿Has intentado llamarla? —El rubio le rellenó el vaso a su amigo.

Como si las cosas fueran así de simples.

— Es inútil. Me dice que el número ya no existe. No puedo contactarla por ningún medio. Solo desapareció.

Naruto le dio otro sorbo a su bebida. El ojiperla seguía aumentando los aros de su cadena de mentiras, pero ¿qué le podía decir? "Oye ¿sabes qué?, ella es un ángel. Se fue al cielo y sé que jamás volverá. ¿Te puedes largar de una vez?".

— ¿Qué sucedió?

— Tenía otros planes y por supuesto no me incluían. Supongo que se cansó de mí.

Naruto asintió con la cabeza y siguió bebiendo junto a él. Bufó divertido al encontrar una similitud entre los dos. Si iba a arder el infierno, pues que así fuera.

— Hinata terminó conmigo hace una semana —confesó el rubio. Eso le hubiera puesto los nervios de punta al castaño y se le hubiera tirado encima en otra ocasión, pero muy apenas podía levantar su lastimoso trasero y pretender que estaba bien—. Así que este trago me viene bien.

— Debes de tener muchas ganas de morir para decirme eso así como si nada. —Esbozó una sonrisa ladeada.

— Al principio si le pedí que te ocultara lo nuestro, porque sabía que perderías la cabeza. Pero la verdadera razón era que no sabía si yo era lo que ella necesitaba. Si hubiera pedido tu opinión sé que me hubieras rechazado a la primera o más bien muy apenas hubiera salido vivo —se acabó el vaso de golpe y aclaró la garganta—. A pesar de que me quieras matar todo el tiempo, soy tu amigo y sé que no estabas bien. Digo, anunciar con anticipación que faltaras al trabajo es preocupante. Mas viniendo de ti.

— Maldito masoquista. —El ojiperla negó agachando la cabeza.

— Anda, si te quieres desquitar a golpes no me molestaría —sonrió ampliamente alzando los puños—. Si esa es tu manera de desahogarte hazlo. Me vendría bien una buena pelea.

El Hyuga volvió a sonreír y le sirvió otro trago al Uzumaki.

— Sigues siendo un tonto buscapleitos como en la primaria —volvió a beber—. El dolor físico no va a mejorar tu estado sentimental.

El abogado dejo caer su cabeza al ponerse en evidencia. Claro que Neji era inteligente. Si el joven buscaba maneras de castigarse por su ruptura con la chica no las iba a conseguir de él.

— Hinata te ve como un hermano. Estaba muy contenta porque nos acompañaste esas vacaciones y puso su relación contigo antes que la mía. Eso me gano por querer ocultarla. Como dicen no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Aunque yo todavía la amo. Me sentía bien a su lado. Hacia mis días mejores sabiendo que estaba junto a mí.

Neji asintió ligeramente. Entendía perfectamente. Luego, frunció el entrecejo, pero ¿que estaba diciendo?

— No la mereces realmente entonces.

— ¿Por qué lo dices? —Alzó una ceja ofendido.

— Que si en verdad la amaras, ya estarías en este momento tocando su puerta —dio otro trago— y no lloriqueando aquí que la extrañas.

Naruto mofó por la nariz.

— Tienes razón —bebió el rubio—. Me da un poco de miedo, pues quizás en ese tiempo que compartimos juntos no llene sus expectativas.

— Naruto —cerró los ojos y arrastró las palabras—. Ella ha estado enamorada de ti desde la primaria, creo que me das más motivos de asesinarte por no aceptarla a que vuelvas con ella —alzo los hombros—. A menos que me estés mintiendo y te haya terminado por otra cosa.

— ¡Por supuesto que no!

— Como que no te creo, ¿por qué no le marcamos para averiguarlo? —El Hyuga agarró su celular y buscó entre sus contactos.

— ¡¿Qué haces?! ¡Detente! —El Uzumaki trato de quitarle el teléfono.

— Ah sí, acá esta —le alejó el dispositivo y tocó el contacto—. Llamar.

— ¡No lo hagas! ¡Estas tomado. La vas a molestar!

El teléfono comenzó a sonar y el ojiperla lo puso en altavoz.

— ¿Bueno? —Se escuchó la voz de la fémina.

El Uzumaki escondió su rostro entre sus manos, apoyando sus codos sobre la barra y agachándose de vergüenza. Neji solo aclaro la garganta y trató de sonar lo más sobrio posible.

— Hinata, ¿cómo te encuentras? —Colocó el celular con la pantalla arriba entre los dos.

— B-bien onii-san. ¿Tu como estas?

— No me quejo. Corrijo. Si hay algo que voy a quejarme. ¿Naruto y tu estaban saliendo? —Preguntó muy tranquilo.

La chica hizo una larga pausa.

— S-si… —se le apagó la voz un poco.

El abogado intentó colgar la llamada, pero de nuevo el ojiperla le apartó el celular.

— ¿Por qué terminaron? —Miró detenidamente al Uzumaki.

— Porque él quería que lo nuestro fuera un secreto.

— ¿Quieres que vaya a matarlo?

De nuevo el de orbes zafiros luchaba por quitarle el celular.

— ¡N-no, Neji! ¡No es necesario! —Dijo abruptamente la chica.

— ¿Cómo no? Un cobarde como él no merece menos.

— Te suplico Neji, ¡no le hagas nada!

El empresario colocó su mano sobre la cara del muchacho para mantenerlo alejado.

— ¿Por qué? ¿Aún lo amas? Porque si no lo amas, sin problemas voy y…

— Sí. —Lo interrumpió.

El Hyuga y Naruto se miraron entre sí.

— Muy bien. Solo quería saber eso, ¡adiós!

Colgó la llamada y el abogado exhaló estresado.

— ¡¿Por qué hiciste eso?!

— Corroboraba los hechos. —Volvió a beber.

— ¡Si te dije la verdad!

— Hinata aun te ama —al decir eso el abogado relajó sus hombros—. Ve y arregla las cosas. Al menos tú puedes hacerlo. Prefiero que este a tu lado, que a lado de otro patán.

El rubio sonrió. Neji hablaba sabiamente, pero detrás de sus respuestas notaba las heridas que pretendía ocultar.

— De acuerdo, después de que me termine este vaso lo haré.

ooo

Shikamaru miraba hacia el cielo mientras sostenía un cigarro nuevo entre sus labios. Ya se había hecho costumbre eso de acostarse sobre el cofre de su auto para ver las estrellas de la noche. O esa era su excusa. Su salida había resultado bien a pesar de ese momento agrio que tuvo que degustar. Choji se enteró del nuevo amorío de Ino, así que no dejaron de molestarla con eso y cada vez que la Yamanaka quería retornar al tema del evento, este la interrumpía con otra conversación completamente diferente. Sin tener que darle explicaciones, sin tener que decirle absolutamente nada, Choji distraía la atención de la rubia de él. Era muy buen amigo, uno de los mejores. Llevó su mano hacia el bolsillo interior de su saco para tomar su encendedor, pero en cambio tocó un papel que estaba muy cerca de su corazón. La fotografía. Se quedó quieto por unos minutos y exhaló profundamente. No iban a dejar que la olvidara tan fácil, ¿verdad? Apartó su mano para quitarse el cigarro de la boca. Fue recapitulando aquel día: su partida, la charla con su padre, incendiar la libreta… pero al hacerlo de esta cayó una tarjeta. Todavía la conservaba a pesar de que ese día pensaba eliminar todo eso de su memoria. Abrió su cartera y extrajo ese rectángulo de papel. Era una tarjeta de presentación vieja la cual había adquirido un color amarillento debido al paso del tiempo. De seguro todos los datos que contenía debían de estar desactualizados. Esta decía "Paraísos del Valle". Su dirección indicaba que se encontraba en las afueras de Konoha, a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Le dio la vuelta encontrando más información impresa. Leyó: "El lugar adecuado para el descanso eterno", y sobre otros datos, estaba un croquis dibujado a mano alzada en tinta azul. Parecía ser un mapa que guiaba a un rectángulo marcado con una x.

— "¿Un cementerio?" —Pensó el Nara—. "Ahí no sepultaron a mi abuelo."

Prendió su celular y buscó el nombre del lugar. Nada. De seguro le habían cambiado el nombre después de tantos años. Entonces en el GPS introdujo la dirección. Esta lo guiaba a un cementerio y como lo sospechó tenía otro nombre.

ooo

El abogado siguió charlando con Neji. Tratando de hacer que se desahogara mejor en compañía a que lo hiciera solo. El Hyuga lo recibió de mala gana, pero a ese punto y a tantos vasos de alcohol de distancia acepto su compañía. Naruto dejo de tomar y cuidaba de su amigo quien seguía poniéndose ebrio. Hasta que notó que estaba a dos vasos de acabarse la botella lo detuvo. El ojiperla se excusó para ir al baño, que una vez que llego ahí el cuarto le giraba. Debía de dejar de tomar. Ya hasta había olvidado porque empezó a hacerlo. Tenía otro problema, el abogado seguía ahí. Tomó su celular, entrecerró su mirada y comenzó a escribir.

"¿Podrías venir? Sé que es noche." Bendito auto corrector, pues lo que escribió no se parecía nada a lo que mandó.

"¿Estás bien?"

"Sí. Si no puedes está bien. Tengo un problema acá."

"Llego en 15 minutos."

El Hyuga sonrió triunfante. Salió del baño, regresó con el Uzumaki y en vez de tener un vaso de whisky esperándolo, tenía un vaso de agua fría en su lugar. Volvió a tomar asiento y se quedó mirando al transparente líquido.

— Te recomiendo que lo bebas, si no quieres despertar con una terrible migraña mañana.

— ¿Qué hay de ti? —El Hyuga estaba meciéndose ligeramente en su lugar.

— Todavía no me termino el mío. —Levantó el vaso mostrándole que no había bajado ni una sola gota desde que llamó a su prima.

Neji tomó el vaso con agua. Reconoció que estaba bastante ebrio incluso para sostener una conversación. Al menos ya no sentía esa soledad que lo abrumaba y no fue gracias a la botella…

— Gracias Naruto. Eres un idiota, pero aprecio que llegaras hoy.

— Por nada amigo. —Rió un poco dándole unas palmadas en la espalda.

Rellenó un par de vasos más de agua para el de ojos aperlados. Durante ese tiempo, el rubio le relataba de un par de casos que tuvo que lidiar en el juzgado. Claro que en ese punto el empresario no iba a recordar nada de lo que le estaba diciendo, pero lo mantenía despierto e hidratado hasta que se le bajara un poco la bebida. Entonces, escucharon que tocaron la puerta principal. El par giró a sus espaldas y Neji le hizo un ademan para que el intruso se quedara en su lugar.

— ¿Encargaste comida? —Preguntó curioso el de orbes azules.

Como pudo se acercó al ingreso, acomodo el cuello de su camisa, puso en orden su cabello e inhaló profundo y luego abrió la puerta para recibir a la repentina invitada.

— ¡Neji onii-san! —Pronunció como regaño.

El de orbes zafiros se paró de un respingo al reconocer su voz. En su camino a su casa se preguntaba porque le pidió que fuera, pero al llegar a la entrada y ver el auto de su ex se creó toda una historia diferente en su cabeza. Su pálido rostro estaba ruborizado. No comprendía que estaba sucediendo, pero su estado de ánimo pasó a uno de preocupación al ver que su primo estaba ebrio como nunca lo había visto antes. Neji se hizo a un lado para que la chica también viera al abogado que estaba anonadado con su repentina llegada ahí. Después le entrego un juego de llaves a su prima y dio media vuelta.

— Están en su casa, —arrastró sus palabras— me iré a dormir.

Hinata regresó su vista al rubio preguntándole sin palabras que estaba pasando. Naruto le hizo un ademan para que lo esperara y fue detrás del empresario quien estaba dispuesto a subir las escaleras solo.

— ¡Espera Neji! —Colocó el brazo del castaño alrededor de su cuello—. ¿Le dijiste que viniera? —Le susurró al oído.

— De nada. —Batallaba para formular oración alguna.

— ¿Le dijiste que estaba aquí? —Mustió avergonzado.

— ¿Para qué? Si ya te vio —caminaron hasta el cuarto del ojiperla y este lo detuvo en su lugar—. Regresa con ella, yo estaré bien.

El castaño abrió la puerta de su habitación y se la cerró en la cara del abogado. Caminó como pudo hacia su cama y se sentó en la orilla. Torpemente se deshacía de sus zapatos, cinturón y camisa. Tenten se molestaría mucho con él si se enteraba que habían terminado por su culpa, tenía que resolver eso cuanto antes por ella. Se acomodó en su cama e inmediatamente quedo noqueado por el sueño. Naruto regresó con la del cabello azulado, quien estaba bastante confundida por esa situación. Se paró frente a ella y le sonrió algo incómodo.

— Hola. —Se rascó la cabeza.

— H-hola, —respondió con timidez sin poder ocultar su sonrojo— ¿qué haces aquí?

El abogado le ofreció sentarse en la sala y ella accedió. Nunca se imaginaria que iba a arreglar su relación con Hinata dentro de la casa de Neji.

ooo

Al día siguiente, tenía cinco minutos conduciendo sobre la carretera. Seguía atentamente las direcciones que la inteligencia artificial de su celular le indicaba, la cual le pidió que tomara la próxima salida hacia la derecha. Continuó hasta toparse con un gran arco blanco el cual tenía empotrada unas letras doradas del nombre actual del cementerio: "Valle eterno". La calle lo guiaba al interior del cementerio y tenía suficiente espacio para que pasaran tres coches al mismo tiempo. Condujo lento debajo de la estructura, pasando a un lado de una caseta. El guardia que la ocupaba le hizo un gesto de bienvenida al empresario y lo dejo pasar. El Nara volvió a sacar la tarjeta y observó el croquis. Las calles estaban idénticas a las del dibujo. La vegetación del lugar estaba en excelente estado y no lucia tan antiguo como el papel que tenía en las manos. Siguió el camino que estaba trazado hasta dar con un mausoleo. Ahí le marcaba la x. Apagó su coche, se bajó y se acercó al ingreso. El mausoleo tenía un acabado reluciente negro, techo triangular y un par de columnas en su fachada frontal que sostenían un frontón circular sobre la entrada. La puerta era de madera con vitrales incrustados y tenía una reja de color marrón que la protegía. A los costados, colgaba vegetación falsa sobre los muros y a los pies de las columnas había un par de jarrones repletos de flores blancas. Enfrente de esta edificación había una banca en tan buen estado como la tumba. El empresario hecho un vistazo alrededor. Parecía que no había nadie visitando ese día el cementerio. Se quitó sus lentes oscuros, colocó sus manos alrededor de sus ojos y se acercó al pequeño ventanal para mirar en su interior.

— Buenos días.

Esa voz le sacó un susto, pues no escuchó a nadie aproximarse. Giró sobre sus pies para encontrarse a sus espaldas con un señor. Por el centenar de canas que tenía en su cabello, barba y bigote y por las arrugas que se acumulaban alrededor de sus ojos y cerca de su nariz le delataba que estaba en la tercera edad. Su espalda estaba encorvada debido a la gravedad del tiempo. Vestía un overol de mezclilla el cual le colgaba solo de un lado, una camisa desgastada de cuadros roja, botas negras de uso rudo y un sombrero viejo color marrón. Tenía sus manos arrugadas apoyándose en la punta del mango de una escoba y recargándose en esta.

— Buenos días. —Dijo el joven empresario.

— ¿Visita a un familiar? —Cuestionó con una sonrisa el anciano.

— Eh —miró a su alrededor—. No estoy seguro.

— Hace quince años que nadie se paraba por aquí. —Bufó con su voz añeja.

— ¿Quién es usted? —Frunció el ceño el chico de la coleta.

— Soy el que cuida las tumbas. Estaba a punto de limpiar esta. —Pronunció al mismo tiempo que sacaba un juego de llaves—. Si me disculpa.

El empresario se hizo un lado y permitió que el hombre abriera. Destrabo el cancel, abrió el cerrojo y empujo la puerta para que quedara completamente abierta. El viejo dejo su escoba en el ingreso y fue por una cubeta de agua limpia, un recipiente vacío y un trapo que había dejado en la acera.

— ¿Sabe de quién era este mausoleo? —Preguntó siguiéndolo con la mirada el muchacho.

— Mi edad me dificulta recordar su nombre —dejó la cubeta en el ingreso y comenzó a barrer el interior del mausoleo—. Tengo más de 50 años trabajando en este lugar, por lo que ves me gusta platicar. Me han dicho tantos nombres. Veo caras nuevas y viejas. Vienen una vez, vienen constantemente o simplemente dejan de venir. Como el señor que frecuentaba este mausoleo. Venia todas las semanas, sin fallar, todos los años. Limpió, cuidó y reparó cada detalle de esta tumba con sus propias manos. Me agradaba el sujeto.

— ¿Acaso le suena el nombre de Shikawaru Nara?

El rostro del anciano se iluminó.

— ¡Shikawaru, claro! —Continuó con su trabajo con una amplia sonrisa, provocando que sus ojos fueran casi cubiertos por las arrugas de sus ojeras—. Estoy viejo pero estos engranajes siguen funcionando. Maldito bastardo, no he sabido nada de él en años.

— Falleció hace 13 años.

El viejo pareció no sorprenderle la noticia pues siguió limpiando al mismo ritmo.

— Hah, gane la apuesta. Le dije que iba a vivir más que él. Donde sea que este me debe una botella —el joven Nara siguió contemplando aquel hombre. Parecía ser que era un buen amigo de su abuelo, algo extraño pero suponía que era parte de su trabajo—. ¿Supongo que tú debes de ser su nieto o bisnieto?

— Nieto.

— No te pareces a él —terminó de sacar el polvo, fue a tirarlo a un bote de basura y dejo la escoba—. Tienes más un aire de su esposa, que en paz descanse.

Shikamaru trazó una sonrisa ladeada. Eso le daba un poco de alivio. Desconocía como era físicamente su abuela, pues su abuelo se encargó de eliminar todo rastro de ella. No había fotos de boda, fotos de su juventud, nada. Como si jamás hubiera existido. Su encuentro con ese cuidador fue inesperado, pero estaba ayudándole a aclarar ciertos misterios de su antepasado.

— ¿Cómo conoció a mi abuelo?

— Desde que era muy joven —pasó el trapo seco sobre las superficies, paredes y ventanas de la tumba—. Tenía más o menos tu edad cuando me lo encontré por aquí. Era muy serio al principio, no lograba sacarle ni un solo pio las primeras veces —salió a sacudir el trapo, luego lo remojó en la cubeta y lo exprimió hasta dejarlo húmedo—. No me molesta que me ignoren. Estoy acostumbrado, pero después se rindió y comenzamos a charlar —volvió a pasar el trapo sobre todas las superficies con mucho cuidado—. Luego se casó y se volvió más tolerable —se burló el viejo—. Me sorprendía su constancia, jamás había visto a alguien cuidar los restos de un familiar tanto como él. Así que a esta tumba le doy el mismo trato especial que él le daba. Sabes, creo que ya presentía su final. La última vez que lo vi me dejo las llaves del mausoleo y me pagó con 30 años de anticipación para que yo siguiera cuidándolo —rió un poco—. Debí de exigirle mi botella en ese entonces. Cualquier otro se hubiera jubilado con la cantidad de dinero que me dio, pero me gusta este trabajo y continúe con su promesa por respeto a él.

El empresario moría de curiosidad por saber a quién albergaba en ese lugar, pues ni su padre sabía de ese cementerio. Permaneció callado por un momento en lo que esperaba que el anciano terminara con lo que estaba haciendo. Tardo unos minutos. Volvió a enjuagar el trapo y sacó todas sus pertenencias de la tumba.

— Debo de agradecer tu visita muchacho, me hiciste recordar buenos tiempos —sonrió amablemente el señor—. ¿Cuál es tu nombre?

— Shikamaru.

— Shikamaru —asintió mientras maniobraba con su llavero— ¿quieres que te de las llaves?

— Si no fuera mucha molestia, señor.

— Ninguna, —le entregó un par de llaves contento— tengo una copia. Si llegaste aquí fue porque tu abuelo te lo encargó también. Yo sigo con mi trabajo y tú sigues visitando a tus familiares —se agachó y tomó sus cosas—. Bueno, seguiré en lo mío. Espero encontrarnos en otra ocasión muchacho.

El anciano se retiró alegremente de ahí. El empresario observó la llave entre sus dedos y miró hacia el interior del mausoleo. Entro sin prisa y contempló fugazmente los detalles de la estructura. Parecía casi nueva, como si lo hubieran terminado apenas ayer. El piso relucía de limpio, la pintura de las paredes estaba intacta y el acabado de la sección que albergaba los restos era de mármol. Su cuerpo se puso frío al leer las letras doradas que revelaban a quienes les pertenecía esa tumba. Su abuelo sabía que su memoria fallaba, pero no iba a permitirse olvidar que era su esclavo incluso después de la muerte. Era lo menos que podía hacer. Ahora tenía sentido por qué cuidaba de esa tumba con tanta dedicación. Fue su arrepentimiento que le impulso a hacerlo. Quizás por hacerlo le daba un poco de paz en su mente. Buscaba poder limpiar sus pecados de esa manera. Bajo la mirada sintiéndose avergonzado. Las cosas no tuvieron que terminar así.

Continuara… (¿?)

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