NA: ¡Hola! Gracias por pasarte por mi historia :D Constará de 8 partes, y para darle un poco más de emoción voy a recomendar escuchar una canción con cada capítulo. Siempre será la que use para inspirarme en ese momento :)

Recomendación musical: "Take my heart", Birdy.

La portada ha sido un fan art creado por Sam Wallflower, y recrea una de las escenas de la historia. Podéis encontrarla en Deviantart con ese mismo nombre.
¡Muchas gracias amiga!

Capítulo editado (21/06/2017)

NOTA ACLARATIVA: Escribí esta historia hace casi 4 años. No le dediqué ni la mitad de tiempo que a las historias que escribo ahora. No la pensé demasiado, no me paré a analizar su mensaje. Quiero aclarar que, a día de hoy (casi en el año 2020) REPUDIO TOTALMENTE Y EN ABSOLUTO COMPARTO la manera en la que se da la relación entre Draco y Hermione. Es tóxica y repugnante. Ninguna persona debería aguantar este tipo de maltrato psicológico. No borro la historia porque sé que hay personas a las que les gusta. Siendo mayor de edad podéis leer lo que queráis (todos tenemos gustos culposos) pero siempre debéis ser consciente de lo que está bien y lo que no. Y esta relación que leeréis a continuación NO ESTÁ BIEN. A pesar de no eliminar la historia, he creído conveniente hacer este pequeño apunte para recalcar mi postura a día de hoy con respecto a estas cosas. También quiero comentar que intenté realizar un proceso de edición para poner el fic más "a mi gusto", pero sinceramente ya he perdido el interés y las ganas de dedicarle más tiempo.


LAS CONDICIONES DE GRANGER


Say it's all in my head,

I remember when you said

"I'll never let you go"


Capítulo 1: Sin mirar atrás.


—¿Qué se supone que debo creerme de todas las estupideces que dices?

—Ahora soy yo el que dice estupideces —replicó él, apoyado en el marco de la puerta de la habitación mientras la veía tirar cosas dentro de la maleta abierta que había sobre la cama.

—Dijiste que me querías —le recriminó Hermione mientras abría otro cajón y sacaba todas sus pertenencias. Algunas prendas cayeron al suelo debido al temblor de sus manos—. ¿Necesitas otra prueba de que sólo sabes decir mentiras?

Un profundo silencio se apoderó de la estancia, provocando que se escuchara un leve gemido que la chica profirió involuntariamente al recoger las camisetas del suelo.

—¿Dudas de que te quiero? —inquirió Draco, sin ningún tipo de emoción en el rostro, tan impasible como siempre.

Ella dejó escapar un resoplido de incredulidad de entre sus labios.

—Eres un actor maravilloso, Draco Malfoy —espetó, sin valor para girarse y enfrentarlo.

—Ya te he dicho que lo siento —dijo él, arrastrando las palabras como si aquella conversación lo aburriera profundamente.

—Ya es tarde —repitió Hermione por enésima vez.

—Ella no significa nada.

La chica de cabellos ondulados dejó de hacer lo que estaba haciendo. Apoyó las manos en la maleta y suspiró profundamente tratando de poner sus ideas en orden. Luego, se dio la vuelta para mirarle directamente a los ojos.

—¿Y mis sentimientos? —preguntó, cruzándose de brazos—. ¿Y la manera en que me haces sentir? ¿Significan algo?

Draco dejó escapar su típica sonrisa ladeada, demostrándole que seguía siendo demasiado frío y egoísta como para preocuparse de alguien que no fuera él mismo.

—Tu amor parecía tan real... —susurró ella sin poder apartar la vista de sus grisáceos ojos.

Ambos se quedaron en silencio unos segundos, hasta que él bajó la mirada para mirarse sus estúpidos y carísimos zapatos. Hermione aprovechó para cerrar la maleta. La puso sobre el suelo y se dispuso a irse.

—¿Por qué no te quedas, Hermione?

Aquellas seis palabras siempre habían tenido demasiado poder sobre ella. Más del que le hubiera gustado admitir. No sabía si era el tono de su voz, tal vez el deseo de que cambiara… pero ya no había marcha atrás. Se había prometido a sí misma que ya no.

—¿Para qué quieres que me quede? ¿Para tenerme en casa esperando a que vuelvas después de besar otros labios? —le recriminó—. ¿Para poder contarme todos esos cuentos de amor otra vez y pretender que me los crea?

Hermione le escupió aquellas palabras en la cara mientras intentaba esquivarlo para salir de la habitación. Aquellas paredes estaban impregnadas de todas sus mentiras.

—Estás llevando esto demasiado lejos.

—Muy típico de ti invertir la situación para que parezca que la culpa la tiene la otra persona —él arqueó una ceja mientras daba un paso a la derecha para bloquearle el camino—. ¿Acaso me lo estoy inventando? ¿Todas tus infidelidades han sido producto de mi imaginación?

Él no respondió. En cambio, se le quedó mirando con ojos entrecerrados.

—Vamos Draco, di que está todo en mi cabeza —frunciendo el ceño, el que había sido su novio durante tres largos años siguió sin responder—. Tal y como pensaba.

Su teléfono móvil empezó a sonar sobre la cómoda de la habitación. Ambos desviaron la mirada hacia él, pero Hermione pudo apreciar por el rabillo del ojo cómo se tensaba frente a ella. Soltó la maleta y atravesó la habitación con paso firme hasta cogerlo. En la pantalla podía leerse "Greengrass".

—Es ella, ¿quieres que conteste? —preguntó, enseñándole el teléfono.

—¿Quieres quedar para tomar el té? —en su voz había un claro tono de burla.

Hermione se dispuso a deslizar el dedo por la pantalla para descolgar, pero Draco se lo arrebató de las manos rápidamente.

Ella volvió a coger la maleta y salió por la puerta, ahora libre. Él le siguió por el pasillo.

—¿Nunca te cansas de montar estos numeritos? —preguntó. Parecía asqueado.

—Éste será el último —respondió ella.

Draco le agarró de la muñeca libre, haciéndole girar bruscamente.

—Suéltame.

—No te vayas.

Puedes irte cuando quieras —dijo ella, repitiendo las mismas palabras que meses antes, altivo y seguro de sí mismo, había dicho mientras la observaba deshacer la maleta—. Sabías que estaba demasiado enamorada como para irme. Lo usaste para hacerme creer que no te importaba una mierda si me iba —miró la mano que agarraba la suya con fuerza.

—No puedes irte.

—Mira cómo lo hago.

Con un ágil movimiento de muñeca se zafó de sus aprisionadores dedos y siguió su camino hasta la puerta de entrada, ahora con paso más ligero. Al llegar a ella la abrió, pero se giró para mirarlo una última vez. No volvería a hacerlo más, no cedería a sus chantajes, no caería en sus redes. No, nunca más.

—Me has hecho llorar tantas veces, Draco, que ya no siento nada. Me he dejado el corazón en esto, tiene que estar por ahí tirado. Si lo encuentras, quédatelo. Rómpelo si quieres. Es lo último que te queda por destrozar de mí —él la observaba con prepotencia desde el otro lado de la entrada, los labios fuertemente apretados en una delgada línea—. ¿Recuerdas cuando dije que nunca te dejaría ir? Yo también sé incumplir promesas, Malfoy. La que se va hoy soy yo.

Salió al rellano del edificio con su única maleta y tiró de la puerta para cerrarla. Fue en una milésima de segundo, cuando creyó que ya no podía verle, cuando Hermione apreció cómo el rostro de aquel chico dejaba caer su máscara de superioridad y dejaba ver, por primera vez, dolor en sus ojos.


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Cristy.